En el pueblo, había una antigua tradición para despedir el verano. Dos semanas antes que las clases comenzaran, el alcalde era el encargado de realizar una especial fogata alrededor de una mística roca dorada, cerca del muelle.

La leyenda decía que, al reunirse tres o más generaciones en ese lugar, por una noche, antes que el estío diera su último soplo, las fuerzas sobrenaturales que protegían el lugar, proveerían bendiciones para el resto de sus días.

Pese a que era de extrañar que alguna persona aún creyera en la magia, cada año, el número de habitantes de Zolhea que se sumaba a la celebración, era aún mayor. Todos tenían importantes propósitos para asistir a la ceremonia, pero más allá de la convivencia, los atuendos caros y la comida, había algo más por lo que la mayoría de los jóvenes del pueblo se sentían emocionados al respecto.

Algo que tenía a Eros involucrado.

Esa era la ocasión en que la luna llena regalaba su preciada luz para los enamorados.

Y si el pronóstico de mis amigas estaba correcto, de nuevo, tú y yo podríamos recibir su rocío.

Esperaba, con todas mis fuerzas que eso fuera verdad.

Seguía cada paso de su plan para que "accidentalmente " nos viéramos un día y me invitaras.

Solo le pedía al Sol que conquistara de nuevo a la luna, tal vez así, me permitiría estar contigo.

-Lis.

Amo sentirme así, ay. Me da el enamoramiento, me dan ganas de ir a fiestas, se mezcla con los nervios, me viene la tristeza y luego me enojo :).