Juro que el mar se veía más azul, prometo que el sol dejaba de quemarme y admito que hasta el viento se volvía más ligero cuando te vi.

Cuando vives en un pueblo pequeño, los rumores suelen esparcirse más rápido de lo que tardas en contarlos.

Las malas lenguas decían que venías del Sur.

Tal vez por ello brillabas tanto como el sol.

Un pequeño grupo de chicos de nuestra misma edad te rodeaba mientras hacías unos impresionantes trucos y piruetas sobre la arena. Eras la atracción principal, todos estaban pendientes de ti.

Todos, incluyéndome.

Y ni siquiera pude olvidarte cuando llegué a mi casa.

Ni una divertida partida de Monopoly con mis amigas podía sacarte de mi cabeza.

Tampoco la mejor película de terror a media noche.

Mucho menos una tarde de compras en mis tiendas preferidas.

¿Qué me estabas haciendo?

Quise negarlo, realmente intenté hacerlo.

Mas todo de ti me hacía perder el control y recordarte, era mi perdición. 

Después de todo, apenas era septiembre y todo era posible.

-Lis