♡Lugar especial
Jimin se había sentido especialmente sólo esos últimos tres días porque de alguna manera Yoongi volvía a estar lejos de él. Se iba temprano y volvía muy tarde y lo evitaba cuando se acercaba a preguntar donde estuvo o si estaba bien.
Quizá estaba en aquellas carreras callejeras de las que le había hablado Kook, pero no había motivo para que se alejara, Jimin no juzgaba a su medio hermano, si le gustaba hacer carreras eso era cosa suya Jimin lo apoyaría.
Así que después de días estaba un poco cabizbajo hasta que ese sábado por la tarde Yoongi lo sorprendió.
Y Jimin ahora solo se dejaba conducir por aquella espaciosa y silenciosa Mansión por Yoongi. El mayor había estado ausente la mayor parte de la mañana también y Jimin dedujo que estaría con sus amigos como siempre, pero resultó que Yoongi ni si quiera había salido de la Mansión porque cuando bajó al garaje vio ahí sus dos autos el antiguo y el más reciente además la motocicleta que hacía años no usaba.
Pero por más que le buscó no lo había encontrado hasta que lo vio por casualidad cuando volvía de almorzar a medio pasillo entrando en su habitación, estaba sucio, desaliñado y con el cabello alborotado.
Después de decirle que lo esperara en su habitación porque se iría a dar un baño, llamó a su puerta y ahora lo llevaba de la mano por la Mansión a algún lugar que no quería decirle.
A Jimin le gustaba mucho ver su mano sostenida por Yoongi, le transmitía no solo calidez si no también algo de tranquilidad. Sus mejillas se volvían rojas cuando veía sus dedos entrelazados. Le gustaba mucho esa sensación de hormigueo en su estómago.
—¿Gigi me dirás a donde vamos? —Volvió a preguntar aunque sabía la respuesta.
Al menos lo estaba intentando.
—No seas curioso Mimi, solo sígueme.
—¿Es una sorpresa?
—Lo és, pero no seas curioso...
Jimin hizo caso sin protestar, habían atravesado toda la Mansión y a Jimin le costó darse cuenta que ahora estaban parados en la parte de atrás de la misma, dónde eran los dormitorios de la servidumbre pero contrario a lo que pensó Yoongi no le detuvo ahí. Siguió de largo y dobló hacia la derecha hasta llegar al final de un pasillo, había una puerta de cristal.
—Bien espera. —Yoongi se detuvo y entonces sacó una tira larga de tela color azul y le dio vuelta a Jimin, quien quedó de espalda hacia él.
—¿Qué haces Hyung? —Preguntó más desconcertado aún.
—Shhh Mimi solo confía en mí. ¿Si?
Jimin se quedó en silencio por un momento, tantas veces antes había confiado en Yoongi y le había fallado, pero ésta vez sentía que era diferente. Ésta vez confiaría ciegamente en él.
Yoongi seguía parado detrás de él con la tira de tela entre sus dedos esperando una respuesta pacientemente.
—Si Yoongi confío en ti. —Respondió.
El mayor sonrió conforme y satisfecho, entonces llevó la tira de tela y la colocó justo a la altura de los ojos de Jimin y le tapó la visión. Se seguro de dejar bien atada la tela y después se coloco justo al frente y levantó dos dedos.
—¿Cuántos dedos tengo aquí?
—¿Tres?
Yoongi soltó una risita y entonces le tomó con una mano por la cintura y la otra en el hombro mientras lo empujaba suavemente a través de la puerta. Jimin pudo escuchar como se abría y cerraba.
—Hay tres escalones Mimi baja despacio.
Jimin hizo un ruidito de afirmación y expectación al mismo tiempo que bajaba uno a uno los escalones que Yoongi le decía.
Después de eso caminaron en línea recta por lo que a Jimin le parecieron años.
Ya no oía anda más que sus pasos y si agudizaba bien su sentido del oído podía percibir el suave vaivén de las hojas de árboles, copas que crujian mecidas por el viento, sus pasos sobre hojas secas en el suelo, el aroma también inundaba sus sentidos, olía a tierra humeda y césped recién podado, a madera fresca y a olor dulzón de madreselva y resina de árbol, pinos.
A Jimin le gustaban mucho los pinos.
Le recordaba a su niñez pero no sabía específicamente por qué.
Después de lo que pareció una eternidad se detuvieron y Jimin sintió los pasos de Yoongi detrás de él, su cuerpo también se había pegado un poco más y su respiración caliente le daba justo en la nuca.
Sintió sus bellos erizarse ante tantas sensaciones.
—OK Mimi ahora te voy a quitar la venda ¿Está bien? —Escuchó la susurrante voz de Yoongi cerca de él.
Asintió por inercia porque no podía hablar en ese momento debido a la expectación penetrante.
Sintió los dedos de Yoongi jugar con el nudo de la tela detrás de su cabeza y cerró sus ojos para alargar un poco más la emoción.
Yoongi retiró por completo la venda y encontré retuvo la respiración.
—Ya Jiminie puedes ver.
Poco a poco fue abriendo los ojos acostumbrandose al lugar, a la claridad del pequeño bosque, al sol brillante y a la hermosa visión que tenía por delante.
Su respiración se cortó por un segundo cuando ahogó un sonido de sorpresa de sus labios.
Estaba justo frente a su casita del árbol, su escondite secreto de cuando eran niños.
Sus ojos picaron por la emoción, hacia años que no pisaba ese lugar quizá unos 9 años. Ya habia olvidado lo majestuosa que era, suspendída y sostenida por cuatro grandes árboles de Pino. Por eso amaba el aroma de la resina que soltaban los pinos. Le recordaba a lo feliz que había sido en su niñez en aquella bonita casa del árbol junto a Yoongi.
Al parecer acababa de ser remodelada en algunas partes que se veían especialmente nuevas, la escalera para acceder a ella especialmente, parecía que Yoongi había tenido mucho trabajo.
—Sorpresa. —Soltó Yoongi bajito a su lado observando la majestuosidad que se alzaba frente a ambos.
—¡Hyung! ¿Esto hacías a escondidas? Por eso no me querías hablar.
—No lo hice solo Mimi, Namjoon también me ayudó su padre hace construcciones así que él sabe de esas cosas. Y si te veía sabía que me acribillarias a preguntas, no estaba seguro de que pudiera aguantar no decirte.
—Wow Yoongi yo.. tú... no se que decir me siento tan emocionado. ¡Es nuestra casita! ¿Recuerdas que jugábamos a los piratas?
Yoongi sonrió complacido de ver que por primera vez en muchos años había logrado hacer sonreír a Jimin por algo bueno que haya hecho él, no habían más lágrimas causadas por él, solo una bonita sonrisa de eyesmile que le iluminaba el rostro a Jimin.
—Y a los cazadores y hasta al caballero que rescataba al príncipe. —Recordó Yoongi también con bastante felicidad rebozando en su pecho.
Jimin sonrió mirando aquella casita de madera, se veía muy familiar pero Yoongi había remodelado varias partes que no estaban antes, por ejemplo tenía un columpio antes y ahora tenia una mecedora para dos personas colgadas de dos gruesas cuerdas en una de las ramas.
Ya no había una escalera hacia arriba, en su lugar había un camino de madera que formaba una escalinata y ascendía hasta la casa.
También habían faros de luz amarilla al inicio de la escalinata de madera y adentro también había luz amarilla, Jimin estaba ansioso por subir.
Pudo observar que había en uno del los balcones una hamaca que se veía basta cómoda.
—Ven Mimi subamos.
Yoongi le tomó de la mano y juntos comenzaron a subir por la escalinata de madera hasta llegar arriba.
—Oh, no recordaba que fuera tan alto no se ve tan alto Gigi. —Repuso mirando hacia abajo.
La zona era aún en los terrenos de la Mansión Min pero alejada de la misma, a lo lejos se podía alcanzar a ver parte de la Mansión.
—Que hermosa vista. —Dijo acomodándose en la hamaca con sus brazos cruzados bajo su cabeza.
—Y adentro es mejor. —Respondió Yoongi recostado en el barandal de madera observando todo.
El sol a lo lejos se estaba ocultando por eso las luces solares que Namjoon le había dicho que colocara estaban encendidas al rededor de la casita y le daban un toque aestetic.
—¿De verdad?
Yoongi asintió sin dejar de observar al horizonte. Ese era un regalo muy especial para Jimin. Lo único que podría dejarle como recuerdo cuando se fuera a la universidad.
—Bueno llévame adentro Hyung. —Pidió el más chico levantándose de la cómoda hamaca.
Yoongi le tomó de la mano otra vez y lo guió por el lugar y Jimin dibujó un círculo con sus labios al observar el interior.
Cuando eran niños no habían más que algunos cojines y alfombras, una mesa de madera y sillas. Ahora tenía mucha cosas interesantes y bonitas, en un rincón había un espacio con libros en las paredes también un lindo sofá cubierto de suevas mantas y cojines justo al lado de una de las ventanas de la casita y arriba pendian varias luces amarillas colgadas de unas guirnaldas verdes.
En el alféizar de la ventana habían velas falsas encendidas de varios tamaños.
—Son todos tus libros favoritos Mimi. Para que vengas a leer cuando desees.
—Yoongi es hermoso. —Casi se le salían las lágrimas.
Del otro lado, en el lado contrario mejor dicho estaba un espacio similar pero en lugar de libros tenía muchos cuadros con dibujos que Yoongi había hecho durante su juventud, varias hojas con sus composiciones, una guitarra, varias plantitas con su macetero.
La esencia de Jimin de un lado y la de Yoongi del otro, y justo en medio en la pared contraria un espacio mezclado para ambos, con varios cojines y sillones puff, libros, un violín y una alfombra.
—Está tan wow Yoon no es nada a cuando éramos niños. —Habló emocionado echando un vistazo a los libros.
Orgullo y prejuicio, su favorito.
Sonrió mirando con agradecimiento a su hermanastro.
—Bueno ya no somos niños Mimi y pensé en algo para los dos porque los dos amábamos pasar tiempo aquí así que pensé en...pasar más tiempo aquí juntos otra vez.
Yoongi evitó decirle "antes de irme".
No quería recordarle que tenía que irse, Jimin ya lo sabía pero creía que se sentiría mal si lo decía él mismo.
Repentinamente fue rodeado por los brazos de Jimin por la cintura. El chico lo estaba abrazando. Sintió un regocijo fuerte en su pecho. Devolvió el abrazo atrayendo a Jimin más hacia él y se quedaron así por mucho tiempo.
Después de eso ambos se acomodaron en el sillón del espacio compartido mientras Yoongi tocaba algunos acordes con su guitarra Jimin tenía su cabeza recostada en las piernas de Yoongi mientras leía.
Era maravilloso, estaban creando más recuerdos para ambos en esa casita del árbol.
—Gigi... ¿Crees en la reencarnación? —Preguntó Jimin de manera repentina.
Yoongi vagamente recordaba una vez que ambos estaban acostados sobre la vieja alfombra de la casita observando las estrellas, Jimin había preguntado lo mismo. Él había respondido que no, pero que si en verdad existía quería reencarnar en una roca.
Sonrió acariciando los cabellos de Jimin. Afuera era ya de noche. Jimi se sentó frente a él esperando a que respondiera y Yoongi le observó. Su corazón latió rápido porque sabía la respuesta a eso ahora, sabía que estaba desarrollando sentimientos por ese niño de mejillas abultadas.
Alargó una mano para acariciar una de ellas sin dejar de mirarlo.
—No lo sé Mimi, pero si existe quisiera reencarnar una y otra vez en mí mismo para conocerte una y otra vez y admirar tu belleza e una y otra vez por el resto de la eternidad.
Jimin abrió sus ojos al máximo al escuchar aquellas dulces palabras.
Jamás nadie le había dicho algo tan bonito. No entendía por que aquello le había hecho sentir como si miles de luces explotaran a su alrededor, sin pensarlo mucho se dejó ir a los brazos de Yoongi quien lo sostuvo y sin dudarlo unió sus labios a los del mayor.
Yoongi correspondió esta vez ese beso, no era el primero que se daban pero si el primero en ser correspondido igualmente por ambos. Los labios de Jimin eran tan suaves y dulces y Yoongi estaba seguro de que no había besado así a nadie en su vida, con una delicadeza casi etérea, con una dulzura casi sublime. Tenía sus manos alrededor de la cintura del menor y sus pechos estaban unidos, podía sentir los latidos del contrario.
Era el mejor lugar para estar y para descansar, cuando se les acababa el aire se separaban y volvían a llenar sus pulmones para seguir besándose.
El pecho de los dos vibraba de la emoción. Y Yoongi estaba seguro de que el primer beso de Jimin se lo había llevado él mismo pero demonios si negaba que Jimin besaba muy bien. Se dejaba guiar por los labios del mayor y jugueteaba su lengua con la contraria.
Yoongi había encontrado una nueva adicción.
Los chasquidos de los besos solo eran interrumpidos con el sonido de las hojas de los árboles, los grillos y algún búho que estaba por ahí cerca.
Finalmente después de haberse saciado ambos de los besos embriagadores Yoongi se dejó caer hacia atrás llevándose a Jimin consigo quedando el menor sobre su pecho. Ahi lo acunó y acarició su cabello.
—Yoongi, me gustas. —Afirmó Jimin con su dulce voz suabe.
Yoongi sintió la felicidad embargar todo su ser. Estaba feliz de que lo que él sentía también fiera recíproco.
—También me gustas Jimin, creo que siempre ha sido así solo que jamás he tenido el valor de admitirlo. Eres el primer chico que me gusta tanto, no se si sea bueno o no... pero esto me confundía mucho al principio.
—También eres el primer chico que me gusta mucho, no había sentido esto jamás, o sea...solo deseaba que tú me vieras Yoonie, solo tú. Creo que por eso hacia tantas tonterías. —Jimin hizo un suave puchero.
Yoongi sonrió enternecido, él se había dado cuenta de ello.
—Yo te veía Mimi, no eres aquel niño gordito que corría detrás de mí por su biberón. —Sonrió cuando Jimin se tapó el rostro avergonzado. —Eres ahora un jovencito bastante atractivo hay que ser ciego para no verlo. En el instituto muchos hablaban de ello y yo solo podía ponerme furioso y hacer como que no importaba pero en realidad si importa. Eres muy lindo Jimin, te estás convirtiendo en un joven bastante apuesto y muy muy sexy.
Yoongi evitó pensar en esos idiotas que querrían estar con Jimin cuando él se fuera. No quería, sentía celos.
—Hyung. —Susurró con sus mejillas rojas.
Yoongi sonrió atrayendo nuevamente su rostro y volviendo a besarlo con más insistencia que la primera vez. Quería llenarse de aquellos dulces labios rojos como la grana.
Se estaba enamorando de eso no había duda sin embargo no se arrepentía. Era la primera vez que estaba sintiendo cosas reales por alguien y era lo mejor que podía experimentar.
Solo temia lastimarlo, pero esperaba no hacerlo. Ya no más.
La casita del árbol de nuestro Yoonmin
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Un saludo mandarina bonita ¿Has estado bien?
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