SU0°C: SOMETIMES LOVE HURTS

El reflejo de Park Jimin contra los lavados de la casa solariega de su infancia no mentía. En menos de dos horas de la recepción que debía apuntar como un momento memorable en su existencia había envejecido por lo menos diez años.

Las níveas manos, allí donde dos anillos resaltaban el peso de sus decisiones, temblaron antes de reposar sobre el mármol negro que adornaba las paredes del lugar.

—Tú puedes manejarlo, solo no olvides respirar...

Se recordó a sí mismo y casi pega un grito cuando la figura elegante de Min Yejin se dejó ver en el mismo espejo al que le confiaba sus tribulaciones.

—Buenas noches, querido niño. Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos. Por lo visto, seguiste mi consejo. Ahora solo falta la parte más ardua... y eso es desenterrar el corazón de mi nieto.

La alfa terminó de acomodarse en el lavado contiguo. Jimin suspiró. Una vez superado el primer impacto, ahora su mente viajaba a una situación similar.

Solo ocho años antes, durante las honras fúnebres de Min Jaejun, el omega peli rosa había confesado su miedo más privado, y nada más y nada menos que en presencia de aquella dama.

"¿Cómo no podría estar triste por él, señora? He amado a hyung desde mucho antes de ser consciente que algo como eso puede ser real en nuestro mundo. Aún cuando sea indigno de él, yo le amaré por siempre."

Jimin sonrió con amargura. Recordar lo que su pueril representación adolescente había derramado en bandeja de plata para una mente tan aguda como la de Yejin le calentaba las mejillas.

Tal como si la mujer estuviera conectada a esa misma línea de pensamiento, una mirada de chispeantes ojos azul ciano lo encontró a través del espejo.

—Era un torpe muchacho en ese entonces. Supongo que ha venido a darme indicaciones. Por lo visto a nadie le importa lo que yo pienso de este matrimonio.

Concluyó con franqueza antes de girarse para encarar a su interlocutora. Jeyin le estudió el rostro en una pausa que para el más joven fue más comparable a una pequeña eternidad.

—Vas a la mitad de mis razones. Jimminie, permite que te tutee—exigió ella y él se limitó a concederle una ligera inclinación de cabeza—Siempre has sido un buen chico. El día que nos conocimos supe que la mejor elección para Yoongi estaba en ti. No soy dada adular a nadie, pero los alfas varones de mi familia tienen la tendencia a blindar su corazón antes de jurarle eternidad a su destinado. Tú escogiste al lobo de mi nieto ese día, cuando Jaejun abandonaba este espacio y me pedía que mi hiciera cargo de su primogénito. Ser un alfa puro es problemático, más cuando se es criado para gobernar. Yoongi aprendió la justicia de la mano de la crueldad. Tiene un código de valores tan cerrado como su alma, pero si algo puedo garantizarte es que nunca abandonará a los que ha jurado proteger. Ahora tú eres la prioridad de ese grupo. Serás el señor de su casa y su corazón. Solo ten paciencia, querido niño. Hay heridas que tardan mucho en sanar, mi nieto ha aprendido a cicatrizar mediante el olvido, por eso te digo que no será fácil.

La expresión maternal de Yejin se dulcificó cuando el omega le sostuvo las manos. El secreto que tarde o temprano Yoongi descubriría, y que aquella mañana frente al féretro de Jaejun había impulsado a la matriarca de los Min a contribuir a la educación de Jimin desde la prudencial distancia del anonimato, flotaba entre ellos como los pequeños copos de nieve en el jardín de los Park. 

—Nonna...—se atrevió el de ojos azules a nombrarla y ella sonrió— si de algo puedo seguir orgulloso es de haberte confiado mi pesar ese día. Cuidaré de este amor aún cuando su nieto no pueda verlo. Cuidaré de él con mi vida.

—Por supuesto que lo harás, cariño. Eres lo mejor que podría sucederle a esta familia. Vamos, afuera ya deben estar preguntándose por qué tardamos tanto.

Argumentó ella y como si ya intuyera la llegada de quien había ocupado el centro de la conversación, la esbelta presencia de Min Yoon Gi se materializó bajo el umbral del cuarto de baño. 

—Nonna, espero que no hayas estado llenando de historias la cabeza de mi esposo.

Farfulló Yoongi solo para ganarse la mirada afilada de su abuela.

—Qué te decía yo de este chico. Ha sido un placer verte de nuevo, Minnie. No perdamos el contacto.

Dos sonoros besos en las mejillas del omega sellaron la despedida antes que Yejin se dirigiera a su nieto.

—Has favor de comportarte, Min Yoon Gi. Y no es necesario que me vayas a visitar para saber si continúas vivo. Existe esa cosa llamada WhatsApp para comunicarse.

Un beso en la frente del más pálido y aquella costumbre de hacer la señal de la cruz sobre el lado izquierdo del pecho de los varones de su familia, selló la despedida. Yoongi le obsequió una pequeña sonrisa antes de besarle la mano.

—Esta vez prometo ser más constante con las llamadas. Además, tendremos a Chae Young de intermediaria. Cuídate de regreso a Florencia, Nonna.

Bene, arivederci il mio diabolo.

Se despidió la alfa con el furfrú de las faldas de su vestido de gala color coral para dejar espacio al silencio en la estancia. Jimin observaba la espalda de su esposo cuando este se giró a su encuentro.

Las luces fuera de la casa titilaban como minúsculos faroles en medio de lo que pronto sería una granizada.

—Por lo visto tendremos que apresurar el vuelo. No quiero que la nieve se interponga en nuestro viaje a Kyomi. 

—Comprendo. Fue una suerte que no comenzara a nevar antes de la ceremonia. El invierno es una estación misteriosa.

Replicó Jimin mientras intentaba esquivar a Yoongi de camino a la salida del sanitario. El omega de aroma a fresas y miel tenía la impresión de que si tocaba al alfa no podría ocultar más su verdadera aflicción.

"Es un contrato, un simple acuerdo comercial entre familias... él no puede descubrir que lo amas. Aún  no puedes darle tal poder sobre tu corazón. Todos pueden saberlo pero él..."

—Espera... por lo visto tienes la manía de no escucharme ¿Quién diseñó tu traje? Temo que pesques un resfriado con esa cosa...

Antes que Jimin pudiera elaborar una queja, el grueso gabán con el que Yoongi se resguardaba de las inclemencias de una fortuita nevada quedó sobre sus frágiles hombros.

Los ojos azules de Jimin se ampliaron cuando su esposo le sostuvo el mentón entre el índice y el pulgar.

Una mueca testaruda estaba dibujada en aquellos labios crueles. El omega respiró profundo antes de volver hablar.

—Lo diseñé yo y Jin hyung me lo hizo. No cambiaré mi fondo de armario por ti o por nadie. Esa es la primera de mi lista de condiciones.

—¿La ropa?¿Por que presiento que la lista se hace más y más superficial? Continúa, angelito, ahora tengo curiosidad.

"Angelito... El que no te conozca que te compre."

Jimin entrecerró los ojos. Los dedos que le sostenían el mentón se deslizaron por su mejilla derecha hasta casi rozar el carnoso labio inferior.

—No es superficial cuando te crees con la potestad de gobierno sobre todo. Mi segunda condición tiene que ver con el trabajo... quiero aplicar a un puesto en tu empresa...

Por un instante la sorpresa atravesó el rostro de Min. Solo una pequeña fracción de segundo, pues inmediatamente la máscara gélida que solía caracterizarle se acomodó en su lugar.

Sin embargo, los dedos que exploraban el rostro del omega se tensaron detrás del lóbulo de la oreja derecha. Jimin se infundió valor para continuar.

—De lo contrario abriré mi propia oficina de Asesoría Económica y Abogacía. Tengo doble carrera y... y no quiero quedarme en casa sentado todo el tiempo mientras...

Jimin se calló de golpe. La respiración se le atascó en la garganta cuando su cuerpo quedó pegado por completo al de Min. El aroma a whisky, cuero y clavo de canela se impregnó en sus fosas nasales mientras Yoongi parecía consumirlo con la mirada.

—Escribe la lista para que mis asistentes la lean... hoy no tengo espacio para las demandas.

—Pero...

—Shhh... no seas aguafiestas, cariño. El único acuerdo que podrás cerrar en estas fechas será de qué manera quieres que te haga mío.

La presión que acarició a Jimin en la región de su vientre lo dejaba en claro. Su esposo le estaba enviando el más primitivo de los mensajes. Min Yoon Gi, el hombre de hielo, su crush de la infancia y adolescencia, lo deseaba de una forma única.

—Yoongi...

Jimin intentó construir algo que lo salvara de lo inevitable. Sin embargo, sus manos no encontraron problema alguno para atrapar las solapas de la chaqueta de su esposo mientras este ladeaba la cabeza con tal de que sus labios abrazaran los del omega.

Cálido sobre frío, suavidad sobre firme músculo, deseo sobre inocencia, mientras los aterciopelados labios de Jimin se abrían como la dulce promesa que su aroma a fresas, miel y picante chocolate avivaba el fuego en Yoongi.

—Eres delicioso...

Escuchó antes que sus párpados guardaran el cristal ahumado de sus pensamientos. La curiosidad espoleada por la lengua del alfa concedió a Jimin el valor para que sus manos vagaran con destino a la estrecha cintura de su esposo, cerrando un abrazo aún más íntimo mientras su boca era explorada con la paciencia del que desea aprender un nuevo instrumento de memoria.

Jimin devolvió cada roce con la timidez del que se inicia en las artes amatorias. Yoongi lo premió con nuevas caricias y un ligero mordisco en el labio inferior.

—Vamos, es hora de que arrojes el jodido ramo para que tus familiares te dejen volar.

El alfa le besó los suaves nudillos. Jimin seguía en medio del mar de sensaciones que había despertado aquel encuentro cuando se dejó llevar.

El amor puede ser doloroso cuando es unilateral. El amor puede ser la peor de las correas y al mismo tiempo el punto de inflexión perfecto para derruir un imperio.

Nadie podría haber medido que en la soledad de los servicios de la casa de los Park, una minúscula lámpara con forma de hongo ocultara el equipo de transmisión que había sido testigo de dos importantes confesiones.

En el juego de la mentiras, la información es poder. Min Yoongi deseaba a su esposo y eso era más que suficiente para usarlo como un arma en contra de su poder.

Los enemigos suelen acampar lo más cerca posible. Para alguien acostumbrado en no confiar en nadie, mostrar verdaderas reacciones era todo un logro.

Yoongi aguantó estoicamente la despedida de la familia Park hasta que su esposo arrojó el bendito ramo. Trayendo consigo una ola de aplausos y suspiros sensibleros que le asquearon el estómago.

—Esta siempre es la peor parte. Cuando Taehyung arrojó el suyo tuve que esperar que todas sus tías pasaran a colocarle un maldito amuleto para engendrar en el traje y el cabello. En ese entonces Tae usaba el pelo más largo, te podrás imaginar el martirio para sacarle todo aquello una vez que nos acostamos.

—No quiero conocer sobre tus confidencias de cama, Kook.

Se quejó Yoongi y el otro pelinegro negó antes de acercarse más a su mayor.

—Los Park estaban limpios. Al menos en esta casa no hay nada que los incrimine ¿Estás seguro que Jimin no sabe qué es lo que hace su papi?

Las cejas oscuras de Min se juntaron. Sabía que intentar un cateo en la casa que ofrecían sus suegros para celebrar las nupcias era lo mismo que arar en el mar, pero intentarlo nunca estaba de más.

—No creo que esté de humor para hablar de mi esposo ahora. Recuerda decirle a Wang que lo quiero de vuelta cuando Jimin se instale en Seúl. Solo serán quince días, mantenme al corriente de todo mientras el mundo cree que me fui de luna de miel.

La sonrisa de Kook era mezcla reto mezcla arrogancia. Se conocían demasiado bien para dudar.

—A la orden, capitán. Oh... ahí llega la caballería pesada...

Bromeó Jungkook al observar cómo Seok Jin se acercaba con Jimin de la mano. Los hermanos por lo visto salían de otra pelea donde la cabeza de Yoongi había rodado lejos.

—Kim...

Saludó Min con toda la reticencia que pudo. El aludido bufó e ignorando aquel gesto se giró para abrazar a Jimin.

—Recuerda que no estás solo en Seúl. Una vez que regreses de esa bendita isla, puedes visitarnos.

—Seokjinnie hyung... te preocupas demasiado.

—No es para menos si te acabas de casar con... con un hombre importante.

Tanto Yoongi, Jungkook y el propio Jimin sabían que su hyung no había pensado en el alfa de aroma a whisky y cuero como un "hombre importante." 

—Lo sé. Te escribiré todos los días. Ve con nuestros padres, hyung y cuida a ese nuevo hermanito para Sung Hoon.

Jin intentó ocultar su desazón mientras recibía el abrazo de su hermano menor. La escena se replicó con los señores Park, las primas del omega y unos familiares que Yoongi trató con la plana cortesía de cualquier experto en negocios.

Cuando las puertas de la limusina se cerraron finalmente y Jimin encontró el reflejo empañado de su familia sobre los cristales traseros, su corazón pudo convencerse de que una nueva página en la historia de su vida había iniciado.

Hacia lo incierto, cargando secretos que deseaba enterrar por egoísmo y amor propio, el omega de cabellos rosáceos prometió ser fuerte mientras una mano más grande que le suya le cubría los nudillos.

"Oficialmente sé bienvenido a mi mundo, il mio angelo."

🥂

•SEOUL UNDER ZERO•

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