SU0°C: NOT TIME TO DIE

Cuán real puede ser un rumor cuando la verdad se fuga frente a los ojos empañados de la codicia. Cuánto tendría que tensarse la cuerda entre los Min hasta estallar en el millón de partículas que puede ser la verdad.

Cuando la cortina de la primera jornada de la Feria Internacional de Turismo y Desarrollo de Kyomi fue desplegada, los encargados de la organización se unían al murmullo velado que anunciaba problemas para la pareja protagonista.

Obviamente estos intercambios ocurrían a espaldas de Lisa, las gemelas, Bangchan o el eficiente Jungkook. Nadie se atrevería a tocar a "las manos derechas" de Min ni a escupir en el plato que les servía en la mesa.

Kai no formaba parte de ese grupo tan selecto, por eso podía ser testigo del cuchicheo donde el nombre y la expresión herida de Min Jimin era a la sazón, el tema principal.

—Min es un bastardo en toda la extensión de la palabra. Mira que permitir que su ex le gritara esas cosas a su esposo en el salón de baile. Eso por no mencionar cómo lo trata. Algunos nacen con suerte y se esfuerzan en pisotear lo que la vida les regala ¿Cuánto crees que pase para que el joven Jimin se divorcie?

Kai negó mientras extraía una de las uvas que pertenecían al nutrido grupo de canastas con frutas que habían sido destinadas por la organización del evento o como parte de los regalos de los lugareños con tal de bendecir las recientes nupcias.

No había terminado de saborear el toque agridulce del fruto en su paladar cuando el taconeo que había logrado memorizar a la perfección se hizo notar.

—Que noche… por la Diosa…

Murmuró Lisa antes de apropiarse de una manzana. Las líneas de expresión en su rostro se hacían notar aún bajo la capa de suave maquillaje que solía usar. Kai suspiró.

—Hemos estado a centímetros del desastre más ocasiones de las que recuerdo. Sin dudas, Jackson hyung lo tendrá difícil una vez que los Min regresen a Seúl.

La pelinegra asintió mecánicamente. Era tal el cansancio que dominaba sus músculos que poco le importaba dejarse caer en una de las butacas que delimitaban la cocina del paso al recibidor.

Kai la secundó ocupando la otra y extendiendo los elegantes pies sobre la mesa auxiliar que completaba la armonía entre ambos muebles.

—Para eso faltan unas dos semanas. Hay toneladas de trabajo por delante. Comenzando con la inauguración del yate "Moon Prince" mañana.

Una sonrisa orgullosa se extendió por las facciones del alfa. Lisa frunció el ceño.

—¿Qué es tan gracioso?

—Nada…

Mintió él antes de morderse el generoso labio inferior. Ella resopló. Se conocían tan bien que era casi aterrador.

Una tos seca intentando detener la carcajada de Kai pobló la estancia. Lisa le arrojó el corazón de la manzana que había estado picando.

—Auch…—dramatizó el chico antes de atrapar los restos del fruto al vuelo—No te enfurruñes, Manoban. Solo recordaba lo obsesiva que eres con los horarios. Recuérdame contratarte cuando me case y necesite catering para la boda.

Casarse… él aún consideraba esa opción teniendo en cuenta la historia que compartían. Una donde las mentiras fueron más fuertes que la ilusión del amor.

El cambio en la expresión de ella o quizás el hecho de que su aroma a melocotones se enrareciera le comunicaron al castaño que pisaba terreno dinamitado. Kai apartó la mirada.

—Cuenta conmigo…

La voz de la chica sonó firme teniendo en cuenta la declaración dolorosa que acababa de hacer. Los nebulosos ojos gris pizarra de él se quedaron sobre el castaño de ella. La sombra del pasado disfrazada con el rostro de Kim Jennie tomó forma entre los dos.

Hay heridas que ni siquiera el tiempo cura, más aun cuando la historia no ha concluido con el final que se suponía fuera más satisfactorio. Una nueva mueca triste acompañó el asentimiento de cabeza de él.

—Tú también, Lis. Siempre podrás contar conmigo…

Las palabras se deslizaron sobre Lisa al reconocer el apodo de los días buenos. 

"En el lugar donde sea que habites ahora, querida Jennie, espero que cuides de nosotros."

Fue el pensamiento que embargó a ambas almas antes que la doceava campanada fuera pronunciada en el imponente reloj de pared que adornaba el vestíbulo de Kyomi Hall.

Cincuenta niveles por encima de aquel sitio, la suite destinada a los dueños y señores del lugar era iluminada por las tenues  luces provenientes de una colección de lámparas con el aspecto de la flor del loto.

Allí un omega de cabellos rosáceos y piel alabastrina le hacía muecas a la pantalla de un ordenador mientras recibía los regaños de su hermano mayor vía Skype.

—Es inconcebible que hayas esperado hasta ahora para contestar mis mensajes. Eres el peor hermano de la historia.

Jin debería ganar un premio a la mejor interpretación. Era el pensamiento que rondaba la cabeza de Jimin mientras se acomodaba en la pequeña butaca de cara al tocador.

Las huellas de la ducha caliente que tomara minutos atrás se transparentaban en la acolchonada bata en tonos purpúreos que dejaba muy poco a la imaginación.

—Ya está bien. Estuve ocupado hasta ahora mismo ¿Cómo está mi hermoso sobrino? No ha pasado tanto y ya lo extraño como el infierno. 

El cambio de tema hizo arrugar la nariz a Jin. Saber que su hermano mayor se encontraba a miles de kilómetros de distancia puso otra losa entre los hombros del omega de los Min.

Aun así, para Jimin era un soplo de aire fresco recibir los reclamos y las bromas de padre de su hyung fuera por la vía que fuera.

—Sung Hoon está bien. Tiene la suerte de ser inmune al veneno de las mujeres de la vida de Nam. Alégrate por esa parte de que Yoongi "el terrible" sea casi huérfano.

—¿Yoongi el terrible? Dime que no te estás leyendo autores rusos otra vez… Parece novela de Fiódor Dostoyevski…

Para ese entonces una cristalina risa flotaba en la habitación. Era increíble como el calor de su hyung era suficiente para derretir la envoltura de nieve que rodeaba su cansado corazón. Jin continuó inmerso en su papel de crítico con respecto a Yoongi.

—Te has casado con un tirano, cariño. Por eso se lo dije a papá… hasta el día de su muerte le va a pesar haberte entregado a Min Yoon Gi. Por muy colado de sentimientos que estés por él… el hombre que es ahora no se parece en nada al chico que nos acompañaba a los campamentos de verano.

El omega de cabellos azabaches tenía razón. Y es que ese era el problema principal para Jimin cuando su esposo podía contener un abanico de personalidades desconcertante.

Un minuto era el alfa sobreprotector que todo omega deseaba, con esa nota sexy en su tono grave con restos de acento italiano, para a los próximos tañidos del reloj mutar en el peor de los degenerados.

El recuerdo de cómo lo había chantajeado con su cuerpo horas atrás dibujó una arruga en la frente del menor. Jin farfulló en la pantalla.

—Minnie… mi pequeño y adorable pollito. Dime que ese cretino no te ha hecho daño si no…

—Sabes qué hyung… no me he conectado para remover los pros y los contra que me atan a Yoongi. En este instante lo último que deseo es su compañía. Así que si no te importa… aplazemos ese tema hasta que me sienta más cómodo… Ya sé, por qué no me envías ese plan de negocios de la galería que están ofertando en Seúl…

Una sonrisa adorable se proponía enmascarar el dolor del omega más joven cuando Kim Seok Jin ya trazaba formas de tortura dirigidas hacia el zoquete de Yoongi, por hacerle pasar tragos amargos a su hermano. 

—Debo estar loco para enviarte trabajo en plena luna de miel, pero contando el hecho de que tienes a un demonio como compañero…

—¡Ya, ya entendí! Envía la documentación a mi correo, comenzaré ahora…

Tamborileó con impaciencia el de ojos azules. La falta de apetito que había primado desde que abandonara el salón principal de Kyomi Hall ahora hacía de las suyas.

De pronto el surtido de canastas de frutas y aperitivos que el servicio había dispuesto en la habitación tejió una atractiva canción en la que el omega se vio impulsado a rebuscar entre las opciones.

—Espera hyung, voy a servirme algo de cenar mientras lo envías…

Se excusó Jimin de camino a la mesilla auxiliar donde las bandejas estaban cubiertas por enseres de plata. Tomó una pequeña porción de puré de patatas, hamburguesa de zanahoria y ensalada César sin queso.

Estaba cerca de alcanzar uno de los canastos con fruta cuando la notificación de entrega de su correo electrónico lo obligó a girarse.

Quizás por eso no fue testigo del deslizamiento de un inquilino no deseado fuera de una de las cestas de la fruta. Un animal rastrero y ponzoñoso con las señales de la muerte tatuadas en la grotesca cabeza.

—Niño malo, qué te he dicho de comer cuando se trabaja. Por lo que más quieras Jimin, ya tengo suficiente con tu dieta vegana. Has el favor de comer apropiadamente y luego… ¡Jiminnie!

El grito de Jin se confundió con el ruido de la losa haciéndose añicos contra el suelo alfombrado. Jimin solo atinó a golpear al monstruoso animal que le había arañado un tobillo con una de las lámparas de pie que llenaban la habitación.

No podía relacionar mucho cuando la serpiente intentaba trepar a la silla en la que él se había subido. Una acción que ponía a Jin de los nervios y que había atraído al personal que custodiaba la suite también.

Cuando la puerta del dormitorio se abrió de par en par, el alivio recorrió al omega de arriba abajo. Aún enfadado, aún siendo el rey de los idiotas, Min Yoon Gi había acudido a salvarlo de lo que sea que estuviera afectando su paz.

—¿Qué mierda?

Bramó Yoongi antes de leer la habitación. Su esposo sujetaba el contorno afilado de una lámpara de pie entre sus temblorosas manos mientras la cabeza hecha trizas de la serpiente manaba sangre y veneno a partes iguales.

—Señor… qué…

Jungkook entró seguido de su equipo solo para encontrarse con una escena digna de alguna película de terror. Yoongi se presionó el puente de la nariz con exasperación.

Si ya manejaba un dolor de cabeza colosal con los eventos de la noche, ahora el hecho de comprobar que alguien había atentado contra la vida de Jimin lo complicaba aún  más.

Con un tono calmo, que lejos de tranquilizar, aterraba, se dirigió a sus subordinados.

—Limpien el desastre. Bangchan—el aludido dio un paso al frente —Quiero que revises las cámaras de seguridad de esta ala inmediatamente. También la habitación, el hijo de puta que ha hecho esto me las va a pagar. Jungkook sigue con lo que te comentaba antes… y has favor de decirle a Jong Ho que suba a mi habitación, quiero que revise a Jimin ahora mismo.

Órdenes precisas que deberían acatarse con la celeridad de un regimiento. La pantalla arañada de la laptop de Jimin se había quedado en negro mientras su móvil parecía a punto de reventar. Jin debía estar histérico.

El de ojos azules pestañeó, para él todo había ocurrido a cámara lenta. En un minuto estaba bromeando con su hyung, listo para cenar y abstraerse en el trabajo a fin de callar a su corazón, y al otro un roce húmedo en su tobillo izquierdo se había convertido en la caricia de la muerte.

El mago, el loco, el diablo… tres cartas para ti… Qué vas a escoger…》

—Ven aquí, cariño, ya todo ha pasado…

No supo porqué los brazos que lo envolvían parecían inmunes a cualquier predicción del destino. No supo porqué el aroma a cuero, whisky y pólvora de su alfa lo calmaba mientras abandonaba la habitación.

La preocupación estaba en las facciones de Yoongi mientras las puertas cambiaban al ascensor privado del piso. Pegado a su pecho, temblando como una hoja, Jimin se enfrentaba al hecho de que alguien había tenido la mentalidad macabra de enviarle un regalo similar al que le quitara la vida a Cleopatra.

No en valde había asumido la Corona del bajo mundo junto a un rey de sangre y fuego. Yoongi le besó la sien.

—Me encargaré de hacerlos pagar… puedes marcar mis palabras. Nadie podrá dañar lo que es mío… Nunca mientras yo viva…

La letal promesa quedó enmarcada por los primeros sollozos que trajeron la conciencia al omega. El enemigo estaba cerca. Aún cuando no fuera tiempo para morir esa noche, las alas de un ángel oscuro se habían desplegado.

🥂
SEOUL UNDER ZERO•

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top