SU0°C: CHEERS FOR A LOSER!

¿Cuánto tiempo crees que puedes mantener la cordura cuando tu pasado se esfuerza en perseguirte?

Jimin sigue viajando en un cono de luces estroboscópicas. Es tan hipnotizante que parece que asistir a esa "fiesta" es una bendición. Música a un volumen que daña sus oídos, cuerpos que se agitan bajo la oleada de un falso sueño de autocomplacencia, sudor, presión, deseo.

El cóctel de su imaginación gira y él sonríe. En medio de la pista distorsionada de su sueño hay un hombre. Su tez nívea resalta el hecho de que prefiera los colores neutros para vestir.

"Yoon…"

Murmura el Jimin de esta dimensión antes de humedecer con la lengua sus agrietados labios. El lecho al que se encuentra atado por tobillos y muñecas exhibe las pruebas de su lucha por evitar algo que se ha salido de control. Los que ocupan el improvisado laboratorio trabajan con el peso de las armas en sus nucas.

—Muévase de una vez, doctora Cha. No tenemos toda la noche para insertar la droga en este bastardo…

Masculla Jay y de los dos ayudantes en la sala, solo uno se atreve a levantar la mirada de la pantalla del equipo de ultrasonografía y contemplarlo con el horror que amerita la situación.

Cha Sojung, graduada en medicina y especialista en toxicología, nunca pensó que tendría que atravesar por una situación como aquella. Una de las tantas que había jurado proteger la vida y honrarla, tenía que dañar y lastrar el futuro en nombre de los que amaba.

—Deje de mirarme de esa manera y prosiga si no quiere que sus padres paguen el precio.

Cómo la naturaleza permitía la existencia de seres como el que le apuntaba con una Glock donde las iniciales de la familia Park estaban grabadas.

Como el hijo que Park Woon Bin jamás reconoció se había convertido en la peor pesadilla del que utilizó como vía de escape para salir adelante. En esta vida todo tiene un costo.

Para ese instante, en el que la droga que años atrás Jungkook intentara eliminar por razones contundentes accedía a la matriz de Min Jimin, camuflada bajo la pericia de un implante anticonceptivo, en la ciudad de Seúl la noticia de que el Senador Park y su esposa habían perecido en un accidente de tráfico a solo dos días después de la boda del hijo favorito estaba en cada pantalla de la urbe.

La ironía de un destino viciado por la decisiones ajenas crecía como las ramas del árbol de la discordia. Jay observó el rostro perlado de sudor del hombre con el compartía los mismos genes que aquel que le condenara al anonimato y la pobreza.

Su madre nunca podría superar en estatus a la de Jimin, eso era obvio. Pero criar al pecado en la misma casa y hacerlo cuidar al usurpador era demasiado.

Jay solo veía al niño de mejillas llenas que tuvo acompañar hasta el inicio de la adolescencia, ignorando el secreto de que todo lo que se destinaba a Jimin le pertenecía a él. Incluso por encima de Seok Jin, otra de las aventuras que su padre no estaba dispuesto a firmar.

Él, el hijo alfa que debía ascender al trono. Él, el que vivió en la oscuridad más tiempo que nadie y que al saber la verdad fue echado como el perro cubierto con pulgas a la calle, cuando ya no quedaba nada más que arrancar.

Ni un solo hilo de cordura quedaba en una mente consumida por el hastío y la sed de venganza. Una mente que no podía ser lo suficientemente fría para idear un juego tan demoledor como lo que se trazaba allí.

Distraer al tigre de Daegu con su nuevo esposo solo era la punta del iceberg, mientras los grupos del clan Min en Ilsan, Daegu y Gwanju eran tomados por la fuerza de una tormenta con los mismos tintes de la traición.

—Tenemos una brecha de seguridad en Kyomi Eye. No puedo comunicarme con Jack.

La interrupción por un joven bajo y de complexión fornida bajo la denominación de Taeyan ralentizó el flujo de recuerdos que anegaban a Jay. Min estaba a segundos de recuperar a su inútil omega. Una sonrisa desquiciada se dibujó en el rostro mutilado del otro hijo de Park Woon Bin.

—Prepara el helicóptero y evacua la computadora de Jack. 

Taeyan asintió. Su mirada verde bosque reparó en el cuerpo del omega que convulsionaba sobre un lecho cubierto de manchas rojas.

La doctora Lee Sojung y sus ayudantes supieron que iban a dejar de existir en el momento que el sonido de la metralla fue amplificado por las paredes de la cueva a la que se accedía mediante Kyomi Eye.

El sonido de las descargas se confundieron con los fuegos artificiales que la alucinación en la cabeza de Jimin disfrazaba entre la pista de un club donde su esposo aparecía a intervalos.

Era tan frustrante intentar atraparlo, tan desgastante encontrarle cuando solo veía sus manos, el brillante cabello azabache o su sonrisa irónica detrás de los cristales que coronaban la terraza de ese maldito lugar.

"¡Yoongi! ¡Por favor deja de jugar conmigo! ¡Yoon…!"

Los gritos de Jimin se confundieron con más cargas de pólvora que ni siquiera el silenciador en las armas pudo prevenir. Un pequeño ejército de hombres de negro tomaba posiciones en el improvisado laboratorio al que lo habían trasladado.

Sobre ellos, uno de ojos color ámbar terminaba de atravesar el cráneo de quien fuera en vida el hijo ilegítimo más recalcitrante de Park Woon Bin.

En medio de las luces estroboscópicas de la fiesta mental en la que se hallaba Jimin, una mujer de cabellos color rosa apareció para tomarle las manos.

"¿Madre?"

"Te amo, mi niño hermoso. Siempre te amaré, vive plenamente…"

"¿Madre? ¡Mamá! "

El nudo en la garganta de Jimin se hizo insoportable. En el bucle de aquel sueño incoherente había visto a su madre despedirse de manos de un hombre con sus mismos ojos azules. Sus padres habían atravesado un halo multicolor antes que la oscuridad convirtiera el antro de la ensoñación un en pozo sin fondo. 

"Todo va estar bien. Ya estoy de vuelta. Abre tus hermosos ojos y quédate conmigo. Te necesito, angelito, no me falles ahora…"

La voz del hombre que había perseguido a lo largo de aquel calvario se hizo más nítida. Como si la burbuja que insonorizaba sus oídos explotara para unir un millón de sensaciones auditivas dolorosas.

Jimin regresó a esta dimensión de conciencia envuelto en lágrimas y sudor frío. Los ojos color ámbar de un hombre cubierto de sangre le sonaron increíblemente ajenos mientras se rodeaba a sí mismo e intentaba recordar cómo había terminado en aquel lugar.

Escuchó más palabras que se suponían consoladoras en el barítono del jefe de todos los que con disciplina apilaban los cuerpos que habían teñido de rojo la habitación.

El hombre de voz grave y expresión estoica que ahora lo cargaba en brazos hacia una salida que no conocía murmuró un "lo siento" antes de llevarle consigo. 

Min Jimin siempre recordaría esa noche en la tierra de las pesadillas como un vacío atemporal, y en el fondo eso era preferible a reconocer lo cruel de la realidad. La conspiración de Jay  había sido desmantelada en menos de veinticuatro horas, pero el precio seguía siendo demasiado alto para los Min.

El único sobreviviente de aquel pacto esperaba por la decisión de Min Yoon Gi en una improvisada celda en el hotel principal de Kyomi. Jack, ese era su nombre aunque su fisonomía fuera exacta a la del chico que perdió la cabeza por amor.

A él le correspondería unir los puntos de una historia cuyos impactos ya marcaban tendencias fuera de la habitación matrimonial de los Min.

—Quiero que lo revise otra vez. Algo debe estar sucediendo para que ni siquiera me reconozca ¡Por el amor de la Diosa, haga algo, maldita sea!

El pequeño doctor Lee Ha Joon intentaba mantenerse firme mientras el jefe del clan Min estallaba en un ataque de nervios.

—Ya se lo he dicho señor. Su omega parece estar intacto en todos los sentidos. La fiebre y los deliros parecen ser a causa de algo más. Incluso sus exámenes de sangre se muestran dentro de los parámetros normales. Intentar un proceder invasivo no creo que…

—¡Qué parte no entiende de hacer algo! ¡Quiero a mi esposo de vuelta y lo quiero ahora!

—¡Yoongi hyung!

La voz de mando de Jungkook poco podría hacer sobre un alfa pura sangre, pero no por esa razón se abstendría de intentarlo.

—Min, suelta al doctor Lee y escúchame… Bangchan descubrió algo que puede ayudarnos a saber lo que le pasa al señor Jimin… SUGA hyung, por favor…

El mencionado soltó las solapas de la bata del pequeño doctor a una velocidad espeluznante. Tanto su humano como su alfa clamaban por una respuesta que hiciera justicia al hecho de que su omega ardía en fiebre sin una razón en particular.

—Hyung… dejemos que el médico se encargue… Vamos, Yoongi hyung…

Insistió Jungkook en su mejor tono conciliador. El de orbes color ámbar se acercó al lecho donde Jimin era atendido por dos betas, se ocupaban de refrescar su sudorosa frente con compresas de agua fría.

Las marcadas ojeras en el rostro angelical del pelirosa advertían de un mal inexplicable que por horas ganaba terreno. El recuerdo de cómo el lazo que compartía con Jimin lo estuvo torturando antes de localizar aquella alimaña que había sido Park Jaebum, para sus conocidos en el bajo mundo, Jay, solo arreciaba el dolor en las sienes del alfa. 

—Espera solo un poco más, angelito. Voy a descubrir una solución para esto. Juraste estar aquí en la salud y en la enfermedad. Por favor, sigue siendo tan terco como siempre…

Los labios del más pálido rozaron la frente febril del omega. Incluso el habitual aroma a fresas de Jimin había mutado por algo difícil de comprender. Yoongi le dedicó una mirada intimidante al médico y a sus ayudantes antes de dejar a nuevos guardias dentro y fuera de la habitación.

El despacho de la suite que habían compartido en la mañana recibió a ambos alfas con el frenético teclear de Bangchan sobre una computadora más similar alguna nave espacial. A su lado, Kai, Jackson, Lisa, las gemelas y dos chicas que jamás habían visto, rodeaban a Min Chae Young.

Algo parecido al alivio había circulado por las venas de Yoongi al abrazar a su prima minutos atrás. El equipo de Wang y Bangchan la habían encontrado en compañía de la joven de cabellos azules y expresivos ojos que ahora le sostenía la mirada.

—Primo… hay algo que Hinata-san quiere decirte. Se trata de una leyenda que es probable que no creas pero, a pesar de no tener mucho apego por esas cosas, creo que deberías intentar lo que ella propone. He estado investigando y hay casos de omegas que recuperan a su lobo después de reafirmar el lazo con su alfa destinado…

—¿Recuperar al lobo? Jimin no se está muriendo… él solo…

Yoongi fue interrumpido por la llegada de Min Gi y Yun Ho. Entre ellos un muchacho con el rostro lleno de moratones intentaba mantener la compostura cuando las feromonas dominantes del tigre de Daegu anegaban la estancia.

—¿Qué demonios, Kook? Te dije que yo mismo me encargaría de interrogar y darle fin a esta basura cuando Jimin mejorara.

Bramó el alfa refiriéndose a un avergonzado Jack que sin poderlo evitar se dobló por el estómago para expulsar el contenido de este sobre la impoluta alfombra que cubría el suelo.

—¡Por la Diosa! Espera, primo, yo me haré cargo de esto… la historia de este chico es compatible con lo que Hinata y Harvey me explicaron. Si quieres un poco el bien de Jimin, deberías intentar calmarte y escuchar hasta el final…

La palabra "calma" no formaba parte habitual del ímpetu de Min Yoon Gi. Sin embargo, la tensión en sus hombros y el peso en su corazón al sentirse culpable por el destino de su omega no le iban a dejar espacio a nada que no fuera la ira si no hacía algo.

—Pues que empiecen hablar de una buena vez… quiero volver con Jimin cuanto antes. No me fío de ese médico ni de nadie…

La frialdad que emanaba de Yoongi era digna de su condición de rey de la oscuridad en el bajo mundo. Chae Young murmuró algunas palabras dedicadas a Jack mientras el chico se incorporaba sobre sus talones y  aún desde el suelo se dignaba a enfrentar la imponente presencia de Min Yoon Gi.

—Señor Min… su prima y estas chicas tienen razón—comenzó el beta señalando a las únicas que aún conservaban algo de indumentaria nativa de Kyomi—Mi única labor era hacer frente a los programas de rastreo que usan los Min para encontrar a sus personas valiosas y tratar de conseguir el archivo ZETA original. Sin embargo, y por culpa de mi cobardía, me vi involucrado en el acto inhumano que protagonizó Jay antes de morir. A su esposo le administraron una droga. No estoy seguro de con qué fin pero varias veces fue mencionada la palabra "bastardo" en las conversaciones con el aparente líder de un movimiento que desea su mal. Se hacen llamar UNDER ZERO y fueron los que contactaron conmigo a través de la historia de mi gemelo. Como verá, es muy fácil confundirme con Jung Hoseok y…

—No me interesa tu minúscula historia de vida…—masculló Yoongi con los ojos inyectados en escarlata—Díganme que han verificado la existencia de esa droga en Jimin, así podré estrangular al médico idiota que me acaba de comunicar lo contrario…

—Primo… te dije que escucharas hasta el final…

—No sigas metiendo la nariz, mocosa, cuando por poco te pierdo a ti también…

—Sobre eso te puedo hablar yo…

La voz de Jungkook sonó lejana mientras observaba los primeros tonos del amanecer deshacer las tinieblas en el cielo de Kyomi.

Las cejas de Yoongi se alzaron en una pregunta que quedó en el aire. Kook se giró a su encuentro pero mucho antes de eso, el alfa dominante sabía que el resultado no le iba a favorecer.

—La única droga que afecta a los omegas y que no puede detectarse en sangre es "el polvo de plata" o  silver dust en el argot de los pub que solía frecuentar Tae… ahora puedes hacerte una idea de lo que está sufriendo Jimin. Así que deberías sentarte de una vez y escuchar a las sacerdotisas de SOUL MOON, yo tampoco creo en los destinados, pero por Tae haría lo fuera y estoy seguro que en tu caso es igual con el señor Min.

Por algunos segundos todo se redujo a silencio y desolación en el recinto. Yoongi obedeció a regañadientes mientras la chica de cabellos azules se dirigía a él. Algo más que su apariencia de hippie llamó la atención del alfa.

El medallón que emitía reflejos en azul eléctrico y que los dedos de la joven cubrían, era idéntico al que su esposo cargaba en su pecho desde aquella vez en la playa.

—Señor Min, primero quisiera decirle que debe obrar con rapidez y prudencia. Faltan pocas horas para que el sol esté en lo alto del cielo de esta tierra que los primeros licántropos llamaron Kyomi, palabra que en japonés antiguo referencia a la cualidad de ser inocente. Su esposo no es un omega común. Ya lo debe haber notado. Solo compruebe cómo la mayoría en esta habitación aún cuando no le conoce a plenitud percibe la urgencia de ayudarle. Un alma así de especial es escogida por la Diosa. Mi abuela, Im Seol Ha, la mujer que encontraron en la playa con la garganta abierta, tuvo la oportunidad de leer la fortuna de su omega. Un mal mayor que esa droga estará sobre él si no actuamos con precaución. Veo que ya ha notado la similitud de mi colgante con el que porta su esposo. Solo nuestros altos sacerdotes son bendecidos con esa responsabilidad. Es probable que el mal haya comenzado a consumir el espíritu del lobo de su destinado, pero aún hay esperanza si usted lo ayuda a volver… si usted está dispuesto a ayudar a su renacimiento como el sucesor de la misma tradición que practicó mi abuela hasta sus últimos días…

Yoongi no pudo evitarlo. Una risa ronca llenó el sitio mientras se mezclaba con el peso de la tristeza en sus feromonas. Hinata no retrocedió cuando el alfa se acercó hasta el punto de vaciar su espacio personal.

—Escucha niña, yo nunca he creído en brujas del tarot o lo que sea que eso signifique. Les dejo vivir en la isla porque hay leyes que protegen a los pueblos originarios pero que ni se te ocurra que porque tu abuela le haya regalado esa baratija  a mi omega, él tiene alguna responsabilidad con su religión cuando…

Un grito estrangulado interrumpió la diatriba de Yoongi. Un grito agudo e inconfundible donde se repetía su nombre en labios de Jimin.

Hinata ignoró la mano de Harvey en su muñeca antes de dirigirse a la habitación donde Min Jimin vomitaba una mezcla escarlata de sangre y pus. A Yoongi le daba vueltas la cabeza mientras la hechicera despedía al equipo médico y pronunciaba palabras inteligibles sin dejar de apretar el medallón en su pecho.

—Esto solo será el inicio si no lo ayuda ahora señor… ¿Aún cree que miento? En el juego del destino los perdedores no tienen derecho a brindar en el banquete de la parca. Su omega lo escogió hace mucho tiempo atrás. Estoy segura que su alfa, ese que ha sepulatdo tras muros de soberbia, también puedo percibir el llamado. Acérquese a la cama, señor Min, necesito que repita mis palabras mientras acuna a Jimin.

Increíblemente Yoongi obedeció. Hinata comandaba la especie de letanía mientras los sollozos de Jimin se convertían en gemidos lastimeros de dolor y desesperación. Por primera vez en su existencia, Yoongi le tuvo miedo a la muerte.

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