Las luces de la disquera están apagadas, casi todos ya se están yendo a casa, pero él está concentrado en su trabajo en la laptop. Los demás podrán acabado con su horas laborales, pero el trabajo de un mánager y de uno de los pilares de una disquera no se acaba hasta que se acaba. Muchas veces la gente le decía que era obsesivo.

En la laptop revisa SoundCloud, bajando lentamente, escuchando una que otras canciones de artistas desconocidos. Entra en el perfil de Dalí Zambrano, tiene pocas canciones, pero aún así las escucha. No lo convence la calidad de audio, que está a un nivel bajo, y cuando está a punto de salir escucha la voz de Dalí. Duda. Vuelve a dudar, y se queda escuchando. Cuando la canción termina, escucha todas las demás, pero siente que necesita más. Hay algo en esa voz que llama su atención, es tan limpia, tan manejable, tan versátil, tan mágica, a pesar que la calidad sea un asco. Revisa el perfil y encuentra un enlace que lo lleva hasta la cuenta de Instagram. Allí revisa el perfil de arriba a abajo, y ve su historia de que en 24 horas se estará presentando la prueba de la universidad.

Sonríe.

Las luces de la disquera se encienden.

—¡Hey! Saúl, ¿qué haces? Ya todos se van —pregunta un hombre desde la puerta.

—¿Puedes conseguirme papel, lápiz, una postal, y un boleto de avión?

—¿Qué? —el hombre de la puerta arruga la nariz.

—Creo que conseguí al último que nos faltaba.