"Un antes y un después"
SENTIR
Capítulo 23
"Un antes y un después"
¿Por qué? ¿Por qué había hecho eso sin pensar? Lo odiaba a él, odiaba su sonrisa, sus labios, su mirada arrogante, odiaba todo de él. Se odiaba a sí misma, su debilidad, su carácter, su manera de ser, el actuar sin pensar, el dejarse llevar por sus emociones, por el sentir que él le provocaba.
—¡Cómo te odio! —gritó a la nada. Con sus cabellos y el poco vestido de gala que quedaba contra el frío viento de la noche—. ¡Te odio, te odio, te odio!
Cualquiera que pudiera verla pensaría que era una rabieta más de la pequeña Son, de esas que hacía a los catorce años. Pero no, esta no era una rabieta más, ella tenía motivos por los que estar enojada, enrabiada y, contradictoriamente, entusiasmada. Hacía demasiado tiempo que no se sentía tan viva, ardiente de deseos, de la fuerza consumiendo su pensar, de dejarse llevar por el instinto que clamaba salir de sus puños y dejarlo escapar con el ki más poderoso que pudiera emanar.
Sintió un frío en el labio inferior, con la palma de la mano se limpió desprolijamente y se observó. Una línea roja se marcaba en ella.
Y sonrió.
Estaba viva.
Más viva que nunca.
Vegeta sonreía en la ducha y Bulma, al entrar, se preguntaba por qué demonios estaba riendo. La cena había resultado un verdadero desastre, nada había salido a la perfección, por primera vez había sido un fracaso.
—¿De qué ríes? —preguntó cuando abrió la puerta de vidrio que separaba la ducha del resto del baño.
La respuesta nunca llegó y en cambio, ella sólo vio como se giró y le dio la espalda mientras continuaba bajo el agua.
—¿Me haces un espacio? —no se quitó la bata, y se dedicó a observarlo, esperando su habitual respuesta. Un rotundo no.
Mas se sorprendió que se hiciera a un lado y la mirara. Aun confundida, siguió de pie observando— ¿Qué esperas? —respondió en un tono osco.
Dubitativa lo miró a los ojos, se quitó la bata despacio, ahora esperando su rechazo. Pero no, más sorprendida aún quedó cuando Vegeta la tomó de un brazo y la acomodó junto a él.
—¿Estás bien? —Preocupada puso su mano sobre la amplia frente de su esposo, examinando si presentaba fiebre—. No tienes nada —murmuró.
—Obvio que no tengo nada —Bulma observó la media sonrisa, y aprovechándose del buen ánimo de su esposo, que ocurría muy pocas veces y quizás nunca, se acercó a él para un beso. Las manos del guerrero no se hicieron esperar cuando la rodearon por la cintura atrayéndola hacia él.
La mujer, sobrepasada por el calor que su esposo irradiaba, pensó que quizás la fiesta no había salido del todo mal.
—Por primera vez haces una cena decente —murmuró el sayajin terminando los recuerdos recién pasados, antes de pegarla contra la pared de azulejos.
Apenas terminó la comida que todos compartían en el salón de fiestas de corporación cápsula, Pan se levantó molesta. No había disfrutado ni un solo bocado.
—¿Dónde vas? —Videl habló con voz tajante.
—Me voy.
Gohan más conciliador, trató de convencerla— Hija, queda muy poco para que termine, en cuanto… —pero ella habló nuevamente.
—No se preocupen, me iré ahora.
—Pan, te perderás de esos postres, ¿los viste ya? —Goku no podía apartar sus ojos de los dulces que lo esperaban, con Chichi a su lado, pateando sus piernas bajo la mesa— ¿Qué pasa? —preguntó al sentir los leves golpes de su esposa, sin saber qué ella lo hacía con fuerzas.
—Goku, cuando llegué la hora del postre te comportarás como hasta ahora, ¿entendido?
—De acuerdo —dijo desganado.
Pan sonrió ampliamente, olvidando por unos segundos su malestar con Trunks a pocos metros de ella. Se despidió de ellos, y a rápido paso se fue del salón.
Un robot le entregó de vuelta su abrigo y su pequeña cartera, y al salir de la mansión sintió que, aun así, llevaba poca ropa consigo— Maldita Bra… —murmuró mirando su corto vestido. Rodeó la casa hacia otro sector, sin gente, para poder alzar el vuelo a escondida de los ojos curiosos, y cuando se disponía a seguir su camino entre el fresco y verde forraje del suelo, sus tacones comenzaron a enterrarse inevitablemente en ellos.
—¿A dónde crees que vas? —la voz la sobresaltó y miró hacia atrás. Ahí estaba nuevamente él.
—Me voy —levantó uno de sus pies y para desenterrar sus zapatos, pero al hacerlo el otro pie se hundió aún más— ¡Argh! —sin más remedio y sin prestar mucha atención a su alrededor, alzó el vuelo despacio.
Trunks, con tan sólo un pestañeo, estaba sosteniendo uno de sus tobillos para evitar que siguiera su camino y se arrancara de él.
—¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! —pataleó, pero él seguía con un firme agarre.
—¡No! Ahora me vas a explicar qué demonios te ocurre —sin mediar su fuerza la tiró hacia el suelo, así ella volvió de pie tocando el suelo.
—¡¿Es que acaso eres idiota?!
—No me digas idiota —dijo sorprendentemente calmado—. Ahora me dirás qué mierda pasa contigo.
—¡Suéltame! —tironeó de su brazo que tenía preso.
—Sólo si te calmas y me dices qué ocurre.
—Está bien.
Trunks la soltó y, en menos de un segundo, Pan alzó el vuelo deprisa. Enrabiado, copió la acción, pero ya sin paciencia y desde los tobillos, la azotó hacía abajo, haciendo que el pequeño cuerpo de su ex novia, chocara bruscamente contra una pared. Luego, y antes, de que pudiera reaccionar, ella lanzó un puñetazo tan fuerte, que se le contrajo el rostro, completamente adolorido en el estómago.
Pocos minutos después, una batalla se hacía presente en uno de los jardines traseros de la mansión, haciendo temblar el entorno con cada golpe.
—¡¿Qué está ocurriendo?! ¡Dios mío! ¡¿Qué pasa?! ¡Terremoto! ¡¿Qué son esas luces desde el exterior?! ¡Nos invaden!
El pánico se apoderó de los presentes en la cena formal, haciendo que todos ellos, a excepción de los guerreros, comenzaran a salir despavoridos del recinto, mientras Bulma, Videl, Gohan y Goten trataban en vano calmar a la gente.
—¡Haz algo! —Bulma le gritaba a Vegeta, y éste sin prestarle atención, miró con ojos emocionados a su archirrival.
—¿Qué pasa? —Chichi tomando posición defensiva al lado de su marido, preguntó— ¿Es un nuevo enemigo?
—Nada de eso —la calmó—. Son sólo Pan y Trunks.
—¡¿Qué?! —Videl y Bulma dijeron al unísono, abriendo sus ojos al escuchar al suegro y amigo, respectivamente.
—¡Tienes que ir a detenerlos! —Bulma, enfadada le hablaba a su sayajin.
Videl por otro lado, asustada le hablaba a Gohan— ¿Pan? ¿Gohan qué…? —pero él sonriente la abrazó.
—Algún día iba a pasar, ¿no? —La hija de Satán lo miraba a los ojos sin comprender del todo, y él se explicó—. Ya sabíamos que algo andaba mal entre ellos. Y conociendo el carácter de nuestra hija… pronto explotaría.
—Había estado demasiado calmada —intervino Bra.
—Y Trunks raro —agregó Goten.
Goku, quien tenía una amplia sonrisa, se quitó la chaqueta sintiéndose aliviado al instante. Los demás, pronto, se quedaron perplejos al ver que, ahora, ellos eran los únicos que habitaban el lugar, los demás invitados habían desaparecido corriendo debido al susto.
—¿Qué excusa pondré esta vez? —la anfitriona bajó los hombros cansada.
Pero la pregunta fue olvidada en cuanto Goku abrió la boca— ¿Vegeta que tal si… —no terminó la pregunta, cuando el príncipe de su raza aparecía, como arte de magia, vestido con su armadura—. ¡Bien! —rasgó su camisa, revelando su Gi naranja, y haciendo a Chichi enojar.
Pronto, los dos sayajines adultos desaparecieron a vuelo fugaz dejando a todos con la boca abierta. Y sin nada más por hacer, los demás terminaron de comer y charlar mientras su alrededor volvía a la calma una vez más.
Pan y Trunks, al igual que su abuelo y padre, prefirieron buscar un lugar más adecuado para la batalla, decidiéndose por el bosque desolado más cercano. Un lugar de profundidades absolutas, frondoso, húmedo y oscuro. Los golpes no se hicieron esperar ni un segundo más, y Trunks nuevamente llevaba la ventaja. La Son, furiosa, maldecía su incómoda vestimenta, que limitaba sus movimientos inferiores. El vestido era demasiado ajustado de piernas que no le permitía lanzar patadas a su contrincante, y él, aprovechándose de la ventaja, no dudó en utilizarla a su favor. Cada uno de sus ataques, iban dirigidos a inmovilizar sus delgados brazos, obteniendo superioridad en la pelea. Pero la hija de Gohan, no iba a permitir que una pequeñez pudiera derrotarla, y si tenía que recurrir hasta con los dientes, lo haría con tal de no perder. Y así fue, al verse acorralada contra un gigante árbol, no encontró mejor método que morder uno de sus brazos.
—¡Aaahhh! —la dejó de aprisionar en cuanto comenzó a sentir que clavaba más profundamente los dientes en su carne. Y sin dejar espacio ni tiempo para un contraataque, se abalanzó nuevamente sobre ella, ganando terreno una vez más. La pelinegra resistía cada uno de sus ataques, protegiendo su cabeza y rostro con los brazos en alto frente a ella. Cada golpe y estallido hacían retumbar su menudo cuerpo en comparación al masculino con el que luchaba. Sabía que de seguir así, estaba perdida, no había comparación en la fuerza, ella era mucho más débil.
Pan cerró los ojos mientras aun seguía recibiendo ataques que la hacían retroceder por mucho que pusiera resistencia. Respiró hondo una, dos, tres veces, recordando entrenamientos de antaño con su abuelo Goku. Trunks en tanto, sorprendido y conjuntamente asombrado por el aguante de su ex novia, se detuvo una milésima de segundo preocupado por si en realidad se le estaba pasando la mano, sin saber que justo ahí, ella tomaría la ventaja. Un certero puñetazo en la mejilla izquierda desestabilizó su equilibrio, mandándolo a volar a varios metros y aterrizando con su cara sobre el suelo. Estupefacto, se puso de pie lentamente, guardando interiormente el dolor latente en su cara. Se irguió por completo y la observó con una sonrisa.
El viento comenzó a soplar más fuerte y los árboles a moverse al ritmo, el frío aire se coló en su rostro haciendo fruncir el ceño por el daño en la mejilla, creando una dolencia aguda. Resopló incómodo, la cabellera más larga la notaba en aquel preciso instante al sentirse despeinado por el viento, dificultando su visión. Se quitó la chaqueta de un solo tirón, arrojándola al suelo tras él. La miró, y los negros y profundos ojos seguían fijos en él. Se desabotonó el cuello de la camisa preguntándose cuándo había perdido la corbata, luego violentamente rasgó la parte baja de la camisa, y con aquel trozo de tela, amarró en una coleta desprolija su cabello lila, sin saber que aquella acción y apariencia, provocaron pensamientos indignos de batalla en su fémina contrincante.
Con una perversa sonrisa estiró su cuerpo y movió su cuello haciéndolo crujir, preparándose para un nuevo round. Mostró sus dientes y tras un murmuro incomprensible, se abalanzó en un vuelo a ras de suelo a toda velocidad, pero a medio camino se detuvo en seco.
—¡Alto!
Trunks sin entender, paralizó su cuerpo. Pan sonrió con crueldad mirando directo a sus ojos azul cielo mientras provocativamente se inclinó hacia delante, sabiendo perfectamente bien que la seguía con la mirada. Y entonces, para el asombro del guerrero, la pelinegra rasgó la parte inferior de su vestido, creando el espacio suficiente para su comodidad, y de paso, dejando expuesta la pierna izquierda por completo, hasta el punto de dejar entrever su ropa interior. El hijo de Vegeta tragó en seco al ver aquella imagen sensual y salvaje, pues ella, sin saberlo, su apariencia no era de la cotidiana y sencilla Pan, no, ésta era una nueva Pan, una desconocida para él, y al parecer para ella también ya que al observarla estaba seguro de que no era consciente de su atractivo.
—Ahora sí… —murmuró posicionando su cuerpo listo para el próximo acontecimiento. Se quedó esperando y al ver que él no atacaba primero, ella se tiró con fuerza hacia él, esta vez, ganando terreno con cada uno de sus rápidos y eficaces golpes. Tenía una ventaja contra él, sólo una, y esa era la velocidad y su ligero cuerpo. En fuerza bruta él obtenía ventaja, no había duda de ello, pero su menuda estructura le hacía un blanco más difícil de alcanzar y golpear. Y si bien Trunks pensaba en la clara ventaja que ella había logrado gracias a sus habilidades físicas de una sayajin, había algo más grande que su destreza, algo más potente y más brutal aun; su atractivo de mujer sayajin.
Sin más, sin poder contenerse un segundo de vida, con una fuerza abismal, lanzó a la guerrera desde el brazo contra la verde hierba humedecida por el rocío de la noche, y sin dar tiempo para recomponerse, la aplastó contra el suelo con su propio peso corporal, inmovilizando sus brazos a cada lado con los propios. Fijó sus ojos en ella, observando y sintiendo su agitada respiración, para luego descender la vista unos pocos centímetros hasta encontrar sus labios hinchados y ensangrentados. Sin dominar su instinto, una de sus manos se deslizó hasta allí y limpió con suavidad el rojo sensual que decoraba la batalla. Al hacerlo, Pan se quedó estática, sin mover un solo músculo y sosteniendo la respiración. Trunks la dejó libre de su agarre, y en ese preciso instante, dejándose llevar a base de puro instinto, ella asumió un rol sumiso en esta nueva batalla, y él, por el contrario, dominó toda la situación. Los dedos manchados de escarlata celestial dejaron un rastro hasta la mejilla, donde acarició con suavidad su pómulo inflamado, al sentir y escuchar su quejido doloroso, sonrió y poco a poco acercó sus labios hasta los de ella, depositando un suave y corto beso, seguido de un susurro.
—шахта —Pan frunció el ceño sin comprender lo que decía, pero antes de siquiera pensar, él la volvió a besar, esta vez, con ímpetu. Saboreando sus labios que se entremezclaban con ansiedad, deseo y violencia. Sus respiraciones se agitaban por cada segundo que se sumaba a esta nueva confrontación, y cuando llegaban cerca del punto sin retorno, Trunks se apartó repentinamente, y al hacerlo, Pan lo golpeó con fuerza renovada, enviándolo lejos.
Aterrizó sobre una ruma de árboles caídos a su espalda, con algunas astillas clavando su cuerpo, y enfurecido por el ataque repentino, se levantó y aumentó su poder. Los dos se posicionaron frente a frente, reanudando la lucha una vez más.
Trunks fue el primero en atacar, pero inesperadamente para Pan, comenzó con lanzamientos de energía. Sin poder reaccionar a tiempo para contraatacar, no le quedó más remedio que protegerse con sus brazos cuando un tiro llegó de lleno a su costado, quemando sus delgadas ropas y exponiendo una ardiente piel.
Agotada y adolorida, se enderezó, tratando de omitir la punzante quemadura en vano. Su vuelo comenzó a perder altura hasta que sus pies tocaron tierra nuevamente. Respiró hondo repetidas veces con dificultad, con sus manos sobre la herida y Trunks, viendo su rostro compungido, decidió que ya era suficiente. Se acercó hasta ella y le sonrió tranquilamente. Ella en cambio, ni siquiera pudo levantar la vista, su cabeza seguía gacha por el cansancio y la vergüenza de no haber estado a la altura de la pelea.
—Hey… —tocó su hombro son suavidad, pero ella seguía sin devolverle la mirada. Trunks, preocupado, habló otra vez— ¿Estás bien?
Cuando Pan intentó responder, un lastimero quejido se le adelantó, y avergonzada, asintió en silencio. Y él, conociendo de siempre a la Son, supo qué le afligía, pues sabía lo orgullosa que podía ser su ex cuando su alma de guerrera era lastimada. Sabía que ahora no debía cruzar la línea, y en vez de decir halagos por el gran aguante y desafiante batalla, prefirió callar y hacer su retirada. Se aproximó sólo un poco y depositando un suave beso en la cabeza, se despidió en silencio.
Cuando Pan dejó de sentir su presencia, se desplomó por completo en el suelo, agotada, maltratada, respirando con agitación y, a la vez, sonriendo con satisfacción. Se quedó allí por largo tiempo, tranquilizando su cuerpo, tranquilizando su alma desbordada de emoción hasta que sus piernas pudieron contenerla de nuevo. Ya de pie, miró el cielo y supuso, por el resplandor de aquella dirección, que habían pasado largas horas.
A una velocidad pasmosamente lenta, se dirigió a su hogar, y en viaje, comenzaron los lamentos de su indigno carácter. A maldecirlo a los aires, a gritar a todo pulmón cuánto lo odiaba por hacerla débil de sus labios, de su mirada…
Pero estaba viva, más viva que nunca.
Al llegar, su bola peluda la esperaba ansioso, en cuanto la vio, corrió con sus cortas patitas hacia ella. Pan lo cogió en brazos con dificultad al inclinarse, aun dolía demasiado su cuerpo magullado, y su mascota lengüeteó su mentón haciendo a su dueña reír. Pero la risa se esfumó en cuanto percibió un extraño olor en su apartamento, dejó a Puppy en el suelo y recorrió las habitaciones para encontrar el origen de la rara hediondez. Frunciendo la nariz al no poder identificar lo que percibía su olfato, le restó importancia al sentirse en extremo cansada, fue hasta su cuarto y allí la pestilencia se hizo más notoria. Miró hacia una esquina y allí, un charco líquido, se acercó y pudo ver que era orina de perro.
—¿Qué has hecho Puppy? —le regañó con cariño, aunque la mascota se veía muy poco afectada, subiéndose a la cama, le movió la cola feliz. Y Pan, sin más remedio tuvo que limpiar. Pero algo no encajaba del todo, había una rara mezcla de olores y estaba segura que no sólo era proveniente sólo de la orina de su peludo. No. Había algo más. Aun así, no le dio importancia, en cambio a lo que sí le dio, y culpándose de irresponsable, fue a alimentar a su mascota que no había comido en la tarde y noche—. Perdóname —le decía cuando, en la cocina, vertía alimento en el plato. El animalito, se acercó, olfateo y se fue— ¿No tienes hambre? —extrañada con la actitud del can, volvió a su habitación se quitó la poca ropa que le quedaba puesta y luego tomó un baño en la tina para limpiar, refrescar y relajar su cuerpo, todo, sin borrar la sonrisa que parecía pegada en su rostro.
Goten abrió sus ojos al sentir ruidos fuera de la habitación, miró el reloj y ya eran pasadas las cuatro de la madrugada. Se preguntó quién estaba a estas horas haciendo un ruido infernal. ¿Acaso era Vegeta que ya salía a entrenar?
Aquella noche, luego del escándalo de la cena de corporación cápsula, Bra y él habían decidido quedarse en la mansión, por el simple motivo de que su hijo, Geko, se había quedado dormido en los brazos de su bisabuela, la señora Brief, y ellos encantados, habían convencido a su nieta y esposo que se quedaran.
Goten, sigiloso, se levantó de la cama con cuidado de no despertar a Bra, y cerrando la puerta tras él, se adentró en el pasillo para bajar las escaleras y así, buscar en la cocina algún bocadillo de los que preparaba la rubia señora, de los que sabían maravillosamente deliciosos. Rogando a Kamisama, buscó aquellos dulces por los que moría comer de nuevo, y al entrar se encontró con Trunks.
—¿Qué haces aquí? —preguntó el hijo de Goku.
Trunks, sorprendido, tragó el dulce de vainilla que había metido en su boca con desesperación, y sonriente respondió— Comiendo y buscando algunas medicinas, pero la pregunta es: ¿Qué haces tú aquí? —cogió otro, esta vez de frambuesa y lo engulló.
Antes de responder, rápidamente tomó uno de chocolate y lo mordió con lentitud, saboreando y cerrando los ojos con deleite— Comiendo —habló con la boca llena, mostrando rastros café entre sus dientes, haciendo a su amigo reír— Por Kamisama, tu abuela cocina de maravilla.
El de cabello lila asintió comiendo otro más de frutilla, luego sacando un par de cervezas heladas se sentó en la mesa, haciendo que el moreno cogiera la gran bandeja de dulces y lo acompañara. Ambos se sentaron frente a frente, comiendo y bebiendo, cuando los dulces acabaron Trunks sacó la carne sobrante del evento del horno, mientras Goten sacaba los canapés y ponían todo sobre la mesa para seguir comiendo.
—Veo que tuviste una noche interesante —bebió un nuevo sorbo de cerveza.
Trunks acabando la suya, dejó la botella vacía y buscó otro par más— Sí.
—Y al parecer te pateó el trasero —rió.
—Un poco, pero siendo honesto, ha bajado de nivel, al igual que yo.
—Ahh sí, se nota.
—¿Se nota? No te rías que si no te entrenas pronto, te aseguro que el pequeño demonio te superará en un abrir y cerrar de ojos.
—Bra odia que le digas así a Geko, ¿lo sabías?
—Claro que sí —los dos sonrieron, y el mayor al hacerlo, arrugó la cara por el ardor en una de sus mejillas.
—Ese debe haber dolido, ¿no? —Apuntó una de sus cejas y esperó un segundo para ver la cara molesta y divertida de su amigo para luego continuar— ¿Quién iba a imaginar que la pequeña Pan podría darte una buena batalla? Sin mencionar, que al parecer, casi te arranca la cabeza…y de paso los pensamientos —susurró.
—Mira quién habla…
Y así, los amigos se quedaron hablando y riendo como en el pasado, cuando eran dos universitarios.
Llegó a su casa con el ritmo del corazón acelerado. No esperaba hacer semejante locura.
¿Lo había pensado? Sí.
¿Lo había planeado? Sí.
Lo había pensado y planeado meticulosamente por meses.
¿Esperaba realizar el primer movimiento tan pronto? No. Pero la urgencia había sido tan grande, tan angustiosa, que aprovechando la oportunidad se había decidido por fin; lo haría, y la emoción había sido tal, que estuvo por horas, aunque algo también había fallado, algo que no estaba dentro de sus planes.
«No te preocupes, todo salió bien.»
Aquel ser del cual desconocía su existencia, que no formaba parte de su estrategia. ¿Cuándo había llegado? ¿Por qué no sabía? ¿Qué hacía ahí?
Dejó de hacerse preguntas y, aun con la agitación revoloteando su cuerpo, en el baño, se desnudó, botó toda la vestimenta usada a un tacho de metal, luego se duchó y lavó su cuerpo, sobre todo las manos, con exigencia meticulosa, de tal modo que su piel debido al refriegue fuerte y constante, comenzó a enrojecer. Se limpió bajo las uñas hasta sangrar, alejando cualquier rastro o evidencia en caso de que algo haya salido mal.
Al terminar, se secó y la toalla también la arrojó junto a sus ropas, y así, con el cuerpo desnudo, con unos cerillos y un poco de alcohol, encendió el tacho, quemando todo. Se quedó observando cómo el fuego consumía las prendas, haciéndola añicos y desapareciendo. Con una mirada obsesiva, comprobó en las llamas que ya nada podía volver a ser como antes. Hoy había un cambio, sin comprender realmente; un negativo cambio.
A la mañana siguiente, aquel olor persistía. ¿Qué era? ¿El perro? Estiró su cuerpo, aun dolorido, bajo las cobijas de la cama para luego acercar a su mascota que dormía junto a ella y lo olfateó— No eres tu Puppy, ¿qué es? —ya no le dio importancia cuando miró hacia la ventana. Aquella mañana el sol parecía brillar con más intensidad, ¿o era su idea? Fuera cual fuese la razón, estaba de un humor increíble. Sonrió presa del encanto que sentía en su alma y se levantó, se duchó y comió junto a su peludo compañero. Era sábado y apenas las nueve de la mañana. ¿A qué hora había llegado anoche? No lo recordaba, sabía que tarde y, al parecer, había dormido como un bebé— Hacía muchas noches que eso no ocurría, ¿cierto? —Le habló al pequeño que estaba a sus pies devorando la comida del plato rojo—. Deberíamos ir donde mamá y papá, ¿no lo crees? Además una visita a los abuelos… de seguro te encantaría volver a verlo, Puppy.
Vistió con ropas cómodas y puso la correa de paseo al animal, salió de casa directo hacia la de sus padres en su automóvil poco moderno pero útil. De camino hacia allá puso uno de sus cd´s favoritos y cantó a todo volumen— ¡You're perfect, yes, it's true. But without me you're only you!… —su mascota parecía disfrutar verla contenta, movía su colita a su lado, en el asiento del copiloto.
Al llegar, con su mascota caminando a su lado, toca el timbre de la casa y es Videl quien la recibe de brazos abiertos, no sin antes regañarla en el estado en que se encuentra su cara. Su madre, un tanto horrorizada, nota los moretones en una de sus mejillas y una pequeña herida ya cicatrizada en su labio. Al entrar, se paraliza unos segundos.
Ese aroma. ¿Estaba con el sentido del olfato más desarrollado? No lo sabía, pero al parecer, andaba un poco sensible con los olores. Sabía quien había estado ahí. ¿O aun estaba? No se sentía preparada para enfrentarlo aun, ni tampoco tenía las agallas de preguntar, así que en silencio siguió a su madre hasta la cocina.
—¿Quieres algo de comer? —ofreció.
—No gracias mamá, ya comimos —se agachó en el suelo para poder quitar la correa de Puppy y así dejarlo libre en la casa, y en cuanto lo hizo, el perro corrió por el salón principal y subió las escaleras acelerado.
—¿Dónde va? —Videl asomó la cabeza por la puerta divertida al ver al perro de su hija correr a velocidad pasmosa con sus pequeñas y cortas patas.
—No lo sé —Pan se encogió de hombros y se sentó en una de las sillas del comedor diario de la cocina, agarró una manzana y la mordió, saboreando el color verde dulce y jugoso— ¿Dónde está papá?
Videl respondió con los ladridos del pequeño perro de fondo— Arriba. Creo que tu perro ya lo encontró.
Pan sonrió al escuchar a Puppy ladrar junto a la voz de Gohan— ¿Qué estás haciendo aquí? —oyó los pasos sobre las escaleras y luego otro par de pasos. Petrificada miró a su madre, pero ella estaba de espalda sacando leche de la nevera— ¿Viniste con mi hija? —Y el segundo par de pasos se detuvo en seco.
Trunks, congelado, quedo de pie en los escalones superiores tratando de oír su voz, pero nada lograba escuchar, sólo percibía el aroma de Pan impregnado en el animal que ahora sostenía Gohan— Creo que ya me debería ir —anunció. Y en cuanto la menor de los Son oyó, se hizo aparecer fuera de la cocina. Un poco impactado frente a su presencia, debido a los hematomas que presentaba su rostro, sólo la miró.
Ahora, Pan, divertida, le sonrió— Hola papá, hola Trunks —dijo con total naturalidad.
—Hija que bueno vert… ¡¿Qué le pasó a tu cara?! —llegó hasta ella en menos de un segundo, revisando su estado.
—Papá, no es nada.
—¿Cómo que no es nada? —Volteó hacia atrás para mirar a Trunks— ¿Es que ustedes intentaban matarse el uno al otro?
—Pues, ganas no me faltaron —su hija respondió divertida.
—No, Gohan, créeme que no. No fue planeado ni nada, sólo…
—No le hagas caso —dijo Pan y su padre la miró furioso—. Perdón, perdón —sonrió como niña en líos—. Papá, en serio que no es nada, ¿no es así Trunks?
Él la miró fijo, ¿qué estaba tramando? Algo aquí había dejado de cuadrar. Esto no era normal, hacía tan sólo horas ella estaba enojadísima y quería matarlo, ¿y ahora le hablaba con esa naturalidad? «Quizás golpee muy fuerte su cabeza.»
—¿No es así, Trunks? —repitió. Él asintió y bajó las escaleras hasta llegar al lado de Gohan, cuando el pequeño perro en brazos comenzó a gruñirle.
—No le gustas —afirmó Gohan.
Trunks miró a Pan y ella de vuelta, intercambiando palabras con la mirada. Un tanto avergonzado al recordar, él se disculpó— Bueno Gohan, muchas gracias por las medicinas.
—No te preocupes.
Para Gohan esto era completamente nuevo, de algún modo quería volver a ser el mismo con Trunks, tal y como era antes, lo intentaba con gran esfuerzo, pero como padre seguía paranoico de la relación con su hija. ¿Relación? ¿Estaban en una aun? Al parecer no, ¿o sí? Intentaba no pensar demasiado en eso, ni inmiscuirse en la vida privada de su hija, no lo volvería a hacer. Había hablado el tema por largas horas con su esposa, prometiendo no entrometerse de ningún modo entre ellos. Después de todo su hija ya era mayor de edad, una mujer.
¿Debía preguntar o no? Parecían llevarse bien, su hija le hablaba en tono muy cotidiano, quizás ayer habían arreglado sus problemas durante el entrenamiento— ¿Te quieres quedar a comer, Trunks? —Educación, eso era lo que su madre siempre le había enseñado, no iba a dejar de hacerlo ahora.
Sorprendido, Trunks miró a Pan en busca de consentimiento. Ella se encogió de hombros— No quiero molestar.
—No es ninguna molestia. También vienen mis padres a comer, quédate.
Videl escuchando la conversación asomó la cabeza— Goten también viene, tu madre me lo dijo hace un rato atrás cuando llamó por teléfono.
—Ahh, seguro que también viene Geko y Bra —miró a Trunks— ¿Te quedas? —volvió a preguntar Gohan.
—Bueno, si no hay problema —respondió tímido.
Pan, rodando los ojos— No hay problema, te lo aseguro.
Se levantó aun con un sentimiento extraño en el pecho, durante la noche no había podido conciliar el sueño con tranquilidad debido a los pensamientos que tenía en muchas oportunidades, sobre todo en los últimos par de meses. Había consumido medicamentos recetados para dormir, una cápsula en un principio pero la segunda a la hora después, fue necesaria. Las sábanas estaban completamente revueltas por el mal sueño, la pesadilla que se repetía una y otra vez, ese maldito sueño no dejaba su cabeza en paz. Nunca, ni una sola noche desde aquel día.
Vi cómo ese charco de sangre corría entre mis manos.
Escuché sus quejidos, sus susurros aferrándose a la vida.
Sentí como poco a poco su corazón dejaba de latir.
Saboree su sangre metálica en mi boca.
Olí el desagradable perfume de su asesino.
Sabía que a partir de esa fecha no era la misma persona, algo había desencadenado un nuevo ser, el mismo ser que se escondía muy dentro suyo, el mismo que había escondido por largos años, el mismo ser por el que sus padres no escatimaron recursos para poderlo ocultar; doctores, medicamentos, tratamientos, psiquiatras y clínicas de rehabilitación. Y que nuevamente surgía por aquel desenlace tan abrupto en su vida.
Caminó hasta su cuarto de baño y olfateó el hedor del quemado de la noche anterior, aun quedaban cenizas en el suelo y el tacho de basura estaba hasta el tope de ella. No le dio importancia y entró a la ducha, se dejó mojar por largos minutos, pensando en cuál debía ser el siguiente paso en el plan. Se preguntó cuándo esa persona lo llamaría, cuando daría el aviso para un segundo movimiento. Tenía ansiedad por repetirlo, locos deseos por sentirse en la plenitud, por complacer sus más oscuros deseos. Tomó esponja y jabón, y comenzó a limpiar su cuerpo, sus cabellos y sus manos con avidez. Se dedicó largo tiempo en la pulcritud de sus uñas, tenía un afán con ellas, dejarlas lo más limpias posibles aunque eso le provocara dolor. No, eso no importaba en absoluto porque debían quedar impecables, sin rastros de aquella angustia del pasado que sus dedos le recordaban, de lo contrario sentía un ahogo, ansiedad y una intranquilidad que le era insoportable.
Al terminar, la tranquilidad volvió.
«Todo va a salir bien. Todo».
Unos llegaron, otros se quedaron, y así, comenzó un alborotado día de campo, de los ya acostumbrados para los Son.
Eligieron un campo cercano, caminando y llegando consigo canastas, comidas y todo lo necesario para un día de campo. Chichi, ya experimentada en este estilo de quehaceres, comenzó a ordenar y servir comida por montones mientras los demás se acomodaban sobre la manta. Como era de esperar, Geko se robó la atención de todos con sus gracias, risas y su estilo de comer con las manos. El grupo pendiente de él, no podían contener las risotadas y el bebé, más complacido que nunca por ser el centro de atención, no hacía más que desordenar el ambiente.
Al finalizar, mientras la mascota de Pan corría por los alrededores, Goku se tendió sobre el pasto con Geko sobre su estómago mirando el cielo y las formas de las nubes, mientras Goten, con una madurez que sorprendía a todos, miró a su padre e hijo reír y hacer tonterías sobre el verde pasto, bajo la luz del maravilloso sol que los acompañaba. Si algún día había sentido rencor hacia su padre, éste había desaparecido al ver cómo él interactuaba con su primogénito, pues no había nada más emocionante que estuviera de vuelta con la familia y viera crecer a su nieto, acompañarlo, mimarlo y entrenarlo al estilo Son. Su corazón se hinchaba de emoción al ver la escena y comprendió que no podía haber elegido mejor su vida, pues nada se le comparaba a la felicidad que hoy en día cruzaba su vida junto a Geko y Bra.
Pan por fin parecía sentir su corazón en paz, algo había cambiado la noche recién pasada con Trunks, algo en su interior se llenó de emoción, ya no habían lágrimas, no había tristeza, ahora en cambio, había entusiasmo, ganas de vivir la vida y enardecimiento por un nuevo encuentro. Quería tener un nuevo desafío que cumplir, alguien a quien desafiar para sentir esa clase de emoción en su interior que una batalla sólo podía regalar, ya que no había nada más en el mundo que se le comparara a esa clase de sentir.
Emocionada, se levantó de un salto— Quiero entrenar.
—No deberías —habló preocupada su madre.
Pan, tal niña, reganó—Pero… —Gohan intervino.
—Tu madre tiene razón. Debes descansar y dejar a tu cuerpo recomponerse. Llevabas mucho tiempo sin entrenar.
—Pero papá, soy…
—Lo sé, lo sé, eres una adulta, créeme que lo sé —los demás rieron.
Goten se levantó— ¿Papá tú?
—¡Claro! —dejó al niño sobre la manta, pero en cuento lo hizo el niño comenzó con unos tiernos pucheros—. No… Geko —Goku apenado se rascó al ver que por su culpa su nieto quería llorar—. Chichi… —la miró desesperado, esperando que ella atendiera al niño para poder entrenar con su hijo.
Y Chichi complacida con la actitud de los dos, se negó— Tendrás que verlo, quiere estar contigo.
—Chichi, vamos —miraba al pequeño y a su hijo, tratando de decidir qué hacer, pero sólo bastó ver que la primera lágrima corrió por la mejilla regordeta del bebé, para resolver el problema.
Todos rieron al ver que el pequeño niño sonrió cuando su abuelo lo tomó en brazos—. Qué buena actuación, pequeño demonio —dijo Trunks, a lo que todos asintieron.
Como Goku quedó indispuesto para la batalla y Gohan no tenía ánimos, Trunks resultó ser el contrincante para Goten.
—Más te vale patear su maldito trasero por seguir llamando a mi hijo de ese modo —le dijo Bra a su esposo mirando a su hermano.
—Ni en sueños —le respondió él.
Goten, riendo, respondió— De hecho, creo que tengo ventaja.
—¿A sí? Veamos.
Trunks y Goten quitaron algunas de sus ropas para estar más cómodos, volaron a pocos metros de distancia, pero sí en el aire. Allí comenzaron lentamente, pero a medida que los minutos fueron pasando los estruendos eran cada vez más fuertes, las ráfagas de viento llegaron hasta los pocos espectadores y todos mirando hacia ellos, analizaron.
—Ahh —suspiró Goku, acostado nuevamente con el niño a su lado— qué buen día.
Bra se acercó a Pan y se sentó a su lado— ¿Quién crees que gane?
Pan miró divertida a su amiga— ¿Y de cuándo te importan esas cosas?
—Desde hace unos meses.
—¿Por qué?
Bra miró a todos lados y susurró— No le digas a nadie, pero Goten me está entrenando.
—¡¿Qué?! —la morena abrió sus ojos de la impresión.
—Que te calles —susurró.
—Lo siento, pero ¿cuándo, dónde, cómo, por qué? ¿Vegeta lo sabe?
—No, nadie sabe. Me da un poco de vergüenza contarlo, ya sabes… nunca entrené y no sabía nada más que volar.
—Ya veo, así que ahora te interesa, ¿por eso la pregunta?
—Sí —sonrió mirando al cielo donde su marido continuaba con la pelea.
—Igual gana Trunks —respondió divertida Pan—. Siempre ha sido más fuerte que Goten.
Bra rió largo y tendido— Eso lo crees porque no lo has visto entrenar últimamente.
—Sí, claro —bufó la morena.
—Pues mira, ¿quién está llevando la ventaja?
Bra tenía razón, no se había fijado antes, había diferencia de poder, pero ¿y si Trunks estaba cansado por la batalla de anoche? Eso debería influenciar, ¿no? Pan se echó hacia atrás, cruzando los brazos tras la cabeza para mirar mejor, y su amiga acomodándose también afirmó su cabeza en las piernas de la morena.
—Goten ganará —afirmó Gohan.
—Sí —agregó Goku.
—Obvio que mi hijo es más fuerte —dijo una orgullosa Chichi.
Pan siguió observando cuando al parecer Trunks desvió los ojos hacia ellos, estaba segura de que había oído algún comentario, así como también sabía que eso era una herida para su orgullo de guerrero. El de cabellos lilas se molestó y la hija de Videl observó cómo incrementó su poder para estar a la par de su tío, creando una lucha más enardecida y poderosa. Al verlo de ese modo, algo en su cerebro se entumeció y dejó de razonar, dando paso al sentir instintivo que le provocaba ver aquella batalla. Presenciar la pelea hizo mella en sus sentimientos, pero no era sólo eso, no era la batalla en sí, era Trunks, era verlo de esa manera; fuerte, furioso y dominante, que hacía a su cuerpo y sus ojos estar hipnotizados, sin poder pestañear, sin dejar de observar con meticulosidad cada uno de sus movimientos, ver cómo sus cabellos se desparramaban con cada contraataque, distinguir la respiración irregular de su pecho, y si cerraba los ojos podía percibir su aroma desde aquella distancia.
¿Estaría loca? ¿Qué había pasado la noche anterior con ella? ¿Qué había cambiado de la noche a la mañana? ¿Qué?
La llamada telefónica había llegado antes de lo esperado, pero no iba a perder la oportunidad. Lo haría. Buscó el bolso, uno lleno de objetos, utensilios y sustancias, y en el estacionamiento lo tiró dentro de la cajuela del automóvil negro, se puso unas gafas y se subió, condujo por la ciudad con apariencia relajada, pero los dedos sobre el volante mostraban todo lo opuesto. En cada rojo de los semáforos, los pulgares hacían presión, coloreándose de blanco, y al verde, aceleraba hasta fondo. No podía perder un segundo, ni un uno sólo, pues no había seguridad de cuánto tiempo dispondría, sólo rogaba que esta vez fuera de más.
Al llegar saludó a su informante y éste le entregó la copia de las llaves. «Bien, ha cumplido con su parte hasta el momento». Asintió hacia él y caminó hasta llegar a la puerta que buscaba. Su destino; 4B. Abrió, miró alrededor y comenzó a llevar a cabo el segundo paso del plan. Abrió el bolso negro y dentro de ella un pequeño compartimento de donde cogió una pequeña botella de vidrio con un líquido blanco en su interior, luego abrió una jeringa y la llenó, fue hasta la nevera y la clavó en algunas manzanas, en un cartón de leche, en el yogurt y en varios alimentos más. Sabía que los comía con frecuencia, eso formaba parte del plan.
Hoy sería la primera noche, la primera emocionante e inquietante noche.
Miró el reloj, ya habían pasado varias horas y su informante aún no había llamado. Todo estaba resultando extremadamente bien. Sin ya nada más que hacer, volvió al cuarto de baño y tomando algunas prendas de la canasta de ropa usada, se sentó sobre la cama, se echó hacia atrás y se las llevó a la nariz. Cerró los ojos al aspirar, deleitándose con el aroma a mujer. Pero aquella satisfacción se vio interrumpida cuando inesperadamente una de las ventanas del salón principal se abrió y oyó unas voces. Con desesperación se levantó, buscó el bolso negro y se escondió bajo la cama. Con el terror latente corriendo por sus venas, esperó.
Desde su lugar sólo podía observar que dos pares de pies habían ingresado al lugar; unos pequeños y otros más grandes. Uno siguió al otro hasta desaparecer en otra habitación, y aprovechando la oportunidad salió de su escondite para arrancar; su plan por hoy había fracasado, mas no sabía la sorpresa que le esperaba.
—Ese olor de nuevo —escuchó su voz, con el perro dando pequeños ladridos cuando ella lo dejó en el suelo.
—¿Qué olor? —el tono grave le indicaba que era un hombre.
—¿No lo sientes?
—Pan, lo único que siento es el dolor en mi espalda.
Ella rió— No pensé que Goten podría acabarte tan rápido.
—¡Lo sé! Se ha estado entrenando, estoy seguro.
—Bueno, siéntate allí, traeré apósitos para limpiarte la herida —ahora detrás de una puerta, observó cómo ella lo dejó para ir a uno de los baños—. ¿Cómo es que Bulma se quedó sin insumos? No lo entiendo —la escuchó decir.
—Pues… —observó por la rendija entre la pared y la puerta, el rostro que mentía con descaro— es extraño, pero mamá no tenía nada.
—¿Y tú tampoco? —la vio regresar donde él.
—No, nada.
Prestó atención cuando ella le pidió al chico de cabellos lilas que se quitara la prenda superior, quedando a pecho descubierto. Ella por detrás de sillón, comenzó a limpiar una de sus heridas con una brusquedad intencional. Trunks, ahora, obvia y completamente reconocido por sus ojos, se quejó en voz alta, con Pan riéndose a carcajadas.
Comprendió, en aquel instante, cuánto los repudiaba.
Con enardecimiento, apretó sus manos al observar la escena; los dos en silencio, ella limpiando cuidadosamente parte de su cuello, y él siendo atendido.
—Gracias —vio a Trunks susurrar Trunks y ella le sonrió.
Silencio.
—Te extraño.
Vio cómo sus ojos se abrieron, y sorprendida, detuvo su trabajo— Lo sé, yo también.
El corazón comenzó a palpitar cada vez con más fuerza al oírlos, ver cómo poco a poco se acercaban. Él, con desfachatez, acariciando los brazos extendidos de ella por detrás, provocando a Pan. Lentamente comenzó un juego de caricias suaves, con un silencio pasional de fondo.
De algún modo, pudo ver que el juego se transformó en menos sutilezas y más descaro, y que al parecer al verlos, estaban acostumbrados. Pero en aquel instante notó, que a pesar de ser un juego, él tenía esencia dominante reinando el momento. Observó cómo las manos masculinas fueron rosando a las femeninas de un principio, luego el brazo hasta llegar a sus hombros, que desde esa posición, la atrajo hacia él. Así, besó su cuello, su mentón, hasta llegar a su boca.
Presenció un beso sensual y cargado de emociones.
Con una confusión tiñendo su blanco rostro, se preguntaba cuándo habían vuelto a estar juntos, o habían estado juntos todo el tiempo. Cómo sus informaciones podían ser tan erróneas. Pero ante tal escena sus ojos no podían despegarse de ese par que repudiaba su corazón.
Ella tras él, con sus rostros opuestos, se siguieron entregando aquel amor que parecían haber retenido por los últimos pares de meses. Pan, entumecida por el sentir que aquel hombre le provocaba, se dejó llevar, se detuvo esta vez, para acariciar suave y lentamente sus hombros y su musculado pecho, haciéndolo respirar más hondo y provocando una excitación evidente.
Ya no quería contenerse, habían sido demasiadas noches pensando en ella, muchas horas hundidas en la especulación, entonces sólo rosando sus dedos se coló bajo la camiseta y comenzó a subirla, para ver desde su posición, su blanco y plano estómago.
—¿Qué haces?
—Ven aquí —la tomó de la mano y la guió desde atrás hacia delante, hasta sentarla sobre sus rodillas, frente a frente. Con lentitud extrema le quitó la prenda superior, observándola con detenimiento. Ella, sonrojada como era costumbre en este tipo de situaciones, suspiró al sentir los roces en su estómago, cintura y sobre sus pechos.
—Pan... —susurró.
Ella no contestó, en cambio, se apoyo sobre él, acunando su cabeza en el hueco de su hombro y asintió. Y Trunks, con una sonrisa, le acarició el trasero apegándola hacia su cuerpo, apretándola contra él, respirando cada vez más profundo, creando una conexión sin palabras. Coló una de sus manos más abajo y desabotonó su pantalón, rosando íntimamente sus dedos, haciéndola respirar entrecortado.
En aquel instante, en que se escucharon sonidos excitantes, la persona intrusa no podía quitar sus ojos ante tal escena.
El impacto y la rabia llegaron hasta el tope.
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