Tu departamento siempre tuvo un aura melancólica, un aura que gritaba que querías libertad y olía a jaula, como si en algún lugar estuvieran escondidos los grilletes de tus alas.

Quizá eso me debió alertar, quizá.

"¿Tienes galletas?" pregunté una vez había entrado, ya no tenía puesto mis zapatos y caminaba a la cocina. "Parece que te gustaron" respondiste mientras te quitabas las zapatillas en la entrada. "Nochu, no las encuentro", refunfuñé mientras buscaba en tu despensa.

Reíste un poco antes de sacar un tapper con ellas, sonreí en grande al verlas, pero no me las diste.

"¿Cuánto es el 27% de la cuarta parte de $25.300?", me preguntaste mientras escondías detrás de tu espalda las benditas galletas. "Oh, vete a la mierda", viré los ojos mientras me cruzaba de brazos, "No tengo idea, Nochu, tú tienes que enseñarme matemáticas, por eso estoy aquí".

Te llevaste las galletas contigo, "Sí al final de la clase tienes la respuesta, son todas tuyas".

"Si al final de la clase mi mente es igual a 0, o sea que no entiendo nada, significa que eres un mal profesor", hablé mientras caminaba detrás tuyo, "O muy bien que no has descifrado bien la X".

"¿De qué hablas ahora, Tae", alzaste una ceja, estaba atento a lo que diría.

"Tendrás que darme un valor, más bien descifrar mi valor, piensa en mí como una ecuación", sonreí ladino y levanté mi índice. "Desarrolla", dijiste tú mientras te sentabas en el sofá, pero sin dejar de verme a mí.

"En estas clases de matemáticas te has dado cuenta de que aquí", señalé mi cabeza y luego seguí hablando "No hay algo igual a 0, tú mismo dijiste que soy un alumno ejemplar", asentiste con una sonrisa de labios. "Sí yo no entiendo al-, no, si tú no logras que entienda algo, significa que no has despejado bien la X, porque no sabes cuan capaz soy, así que de momento no tengo un valor específico".

"O sea que eres un problema matemático", asentí mientras me sentaba frente a ti. "Si yo no despejo bien la X, que en este caso es tu capacidad de aprender matemáticas y, como no sabemos cuál sería tu "límite" en esta área, la representamos con dicha letra" volví a asentir a la vez que sacaba mi cuaderno. "Sí no despejo bien la X y queda igual a 0, o sea que no entiendes nada, significa que no te he enseñado bien y es mi responsabilidad, que soy un mal profesor".

Jugué con el lápiz unos segundos, "O sea que si se te da la gana puedes decir que no sabes nada y yo jamás podré despejar la X".

"O sea que tienes toda mi mente en ti, solo depende de ti lo que yo pueda entender o no, Nochu", me viste a los ojos, pero sabía que estabas analizando la complejidad de mis palabras.

"Tienes toda mi mente para ti, tú solo has lo que quieras con ella, todo con tal de resolver la X, con encontrar el tope de mi intelecto". Sonreíste ladino, "Acepto, buscaré esa X".

Esa fue mi sentencia, la confirmación de que sería participe en tu juego.

A fin de cuentas, hiciste lo que quisiste con mi mente, pero jamás encontraste la X.

Pero sí encontraste mi tope de dolor y lo hiciste polvo, Nochu, me hiciste añicos.

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