REDES ENGAÑOSAS

Se levantó temprano como de costumbre. Se aseó, limpió un poco su habitación y salió a iniciar una nueva jornada de trabajo. Habían pasado algunos meses desde que llegó a la propiedad de Sasuke, donde fue puesto a prueba en todas las labores requeridas para que finalmente lograra habituarse con normalidad. El propietario de esas tierras era un hombre justo, y a pesar de su actitud sobria y bastante correcta, logró demostrar que su firmeza no superaba su buen corazón. A decir verdad, Sasuke era tan solo cuatro años mayor que él, aún así, lograba infundir respeto entre todos sus colaboradores.

Haciendo justicia a su buena voluntad y respeto por sus trabajadores, le había asignado a Shikamaru un dormitorio propio y un salario acorde a su trabajo, además de permitirle tener días libres y todos los beneficios que cualquier empleado debería tener. Asimismo depositó su confianza en él permitiéndole dividir su tiempo entre su trabajo como ganadero y unas horas trabajando al lado de Juugo, quien le enseñaba a manejar la parte administrativa del lugar. Juugo era el único que tenía conocimientos suficientes para desempeñar ese trabajo; sin embargo, la propiedad de Sasuke era tan extensa que en ocasiones no se daba abasto. Por esa razón y al conocer las habilidades de Shikamaru, Sasuke decidió formarlo para que más adelante pudiera trabajar al lado de su fiel capataz y convertirse en su segunda mano derecha.

Shikamaru ponía todo su esfuerzo diariamente para no decepcionar al hombre que lo acogió sin conocerlo y además le dio empleo. No obstante, había algo que siempre estrujaba su corazón. Aunque su mente permanecía sumergida en el trabajo diario, una parte de él todavía tenía la esperanza de volver a ver a Ino. Sabía que se encontraba muy lejos y que regresar supondría una cacería que terminaría con su cabeza colgada como trofeo en el despacho del conde, aún así no podía evitar pensar en ella.

--¿Qué haces, Shikamaru? ¿Otra vez con la cabeza en las nubes?-- preguntó mientras restregaba con una esponja el pelaje de uno de los caballos.

--Estoy trabajando, Suigetsu.

--¿Con la boca abierta?-- se burló.

--Cállate, idiota-- rió rodeando el cuello del joven con uno de sus brazos, ahorcándolo.

--Dejen de jugar, cabezas huecas-- dijo Juugo con un deje de diversión pero tratando de mantener la seriedad. --¿Cómo vas con eso, Suigetsu?-- preguntó señalando la fila de caballos.

--Bien, ya casi termino de bañarlos a todos-- respondió agitando una gran esponja de mano.

--Perfecto, pero no te distraigas-- reprendió. --Shikamaru, cuando acabes con eso vienes al despacho del jefe, él nos está esperando para revisar unas cuentas además quiere que te encargues de sus cartas como siempre.

--No hay problema, Juugo-- aseveró continuando con su quehacer.

--¿Ahora sí me dirás en qué pensabas?-- volvió a interrogarlo cuando se aseguró de que Juugo no los pudiera ver.

--En nada, amigo.

--¿En nada o en nadie?

--En nada ni en nadie, Suigetsu.

--¿Ah, sí? Bueno, entonces te daré una razón para pensar en algo-- se acercó a él y amigablemente pasó uno de sus brazos por el hombro de Shikamaru --Esta noche es libre y algunos trabajadores iremos a una taberna, bueno, en realidad es más como una cantina. ¿Te animas?

--Yo... no lo sé.

--Anímate, algunas chicas también irán-- lo codeó sonriendo con picardía.

--No estoy interesado en mujeres, Suigetsu.

El aludido lo soltó inmediatamente. --¿Ah no?-- preguntó entre sorprendido y ligeramente asustado.

--No es lo que estás pensando, idiota-- lo miró como quien mira a alguien que acaba de decir una estupidez de tamaño colosal --Lo que quise decir fue que no me llama la atención salir con alguna en estos momentos. Estoy bien así por ahora.

--Bueno, quien sabe. Quizás cambies de opinión-- repuso. --Anda, anímate, Shikamaru. Al menos hazlo por los amigos-- sonrió extendiendo su mano.

--Está bien-- le estrechó la mano sonriente.

[...]

--¡Salud!-- gritaron chocando sus vasos de cerveza.

--No seas así, Juugo. ¡Bebes como una delicada damisela!-- se burló uno de los hombres agitando su vaso haciendo que todos rieran.

--No lo molestes, Kotetsu, ya saben que él tiene mala cabeza-- rió Suigetsu --¿Y tú, Shikamaru? ¿También te descontrolas al beber?-- preguntó mirando el vaso semi lleno del joven.

--Eh... en realidad no suelo beber mucho. Preferiría no descubrir qué tan mala cabeza puedo llegar a tener-- bromeó.

--Es mejor así, Shikamaru-- agregó Juugo --además, mañana tenemos que volver al trabajo. Así que será mejor que todos aprendan a medirse.

--Con la cerveza puede ser, pero por esas bellas señoritas estaría dispuesto a que el jefe me suspenda. Especialmente por aquella rubia-- dijo un hombre llamado Izumo mientras miraba al grupo de mujeres que acababan de ingresar al establecimiento.

--¿Quiénes son?-- preguntó Shikamaru con curiosidad.

--Son las nuevas jornaleras. Ellas vienen por temporadas a trabajar los terrenos y el heno que vendemos. Deberías darte una vuelta por toda la hacienda, mi amigo. Ellas han llegado hace un par de días.

--Bueno, en realidad no es como que tenga mucho interés.

--Si tú no, abre paso a quienes sí-- dijo Izumo mirando seductoramente a la mesa de enfrente.

--Creo que tendrás que hacer la vista a otro lado, colega, pues parece que aquella rubia ya le puso el ojo encima a este galán-- rió Suigetsu palmeando a Shikamaru por la espalda.

El joven Nara volteó a ver a la mesa de las muchachas y, efectivamente, había una mujer de cabellos rubios que lo observaba y le sonreía. De pronto vio como Izumo sin previo aviso alguno, se puso de pie y se acercó a la mesa. Las mujeres reían con él mientras este hacía uso de toda su galantería. No pasaron ni cinco minutos cuando ellas se pusieron de pie y empezaron a acercarse a la mesa donde ellos estaban.

--Ya sé cómo terminará esto. Yo mejor me retiro-- dijo Juugo poniéndose de pie. Dejó unas monedas en la mesa y se retiró.

--Oh, ¡ahí vienen!-- expresó Suigetsu con alegría haciendo caso omiso a las palabras de su compañero.

--¡Gracias, Izumo!-- Kotetsu se frotó las manos haciendo reír a Shikamaru. Si bien él no era de ese tipo de jóvenes coquetos y picaflores, se dio cuenta que compartir con amigos era mucho más agradable y divertido que vivir solo en los campos.

--Caballeros, les presento a estas lindas señoritas-- llegó con una en cada brazo --Por favor, tomen asiento-- Las mujeres se acomodaron una al lado de cada joven.

La rubia aprovechó para sentarse al lado de Shikamaru, quien cordialmente le brindó una sonrisa y le sirvió un poco de cerveza.

--Hola, mi nombre es Temari-- dijo extendiendo el dorso de su mano para que lo besara.

--Un placer, Temari. Yo soy Shikamaru-- respondió dándole un apretón de manos, gesto que descolocó un poco a la mujer.

--Eh... te he visto en la hacienda del señor del Sharingan. ¿Trabajas hace mucho para él?-- empezó intentando sonar amigable.

--Llegué hace unos meses atrás en realidad.

--Con razón no te había visto nunca antes-- agregó sonriente --Yo suelo venir cada año por estas temporadas. Tú sabes, hay que buscarse el pan-- rió.

--Sí, es cierto. Y ¿de dónde vienes?

--Yo vengo de la Villa de la Arena. Está ubicada en el País del Viento, un lugar muy lejano.

--Me imagino...-- respondió sin tener la más mínima idea de dónde quedaba.

--¡Muchachos! Ha sido un gusto pero nosotros nos ya retiramos -- dijo Izumo poniéndose de pie mientras sostenía a una de las mujeres por la cintura y se iba con ella con rumbo desconocido.

--Nosotros, también. Los veo mañana-- se despidió Kotetsu guiñándole el ojo a sus amigos y se fue con otra mujer.

--¡Veo que solo quedamos nosotros!-- dijo Suigetsu alegremente --¿Qué desean hacer, señoritas?

--Yo debo ir a descansar-- dijo la acompañante de Suigetsu --Me estoy quedando en una posada cerca de aquí. Quizás... quizás tú puedas acompañarme-- le dijo dejando entrever una clara segunda intensión que fue rápidamente captada por el chico.

--Pero ¡Claro! No pretenderás que te deje ir solita a estas horas-- respondió con una sonrisa de oreja a oreja --Bueno, chicos. Al parecer nosotros también nos vamos-- se puso de pie tomando la mano de la mujer. --Ya la tienes, galán-- susurró en el oído de Shikamaru y se fue.

--Parece que todos tenían apuro-- bromeó Shikamaru.

--Así sucede en ocasiones. Todo está en encontrar a la persona adecuada...-- repuso apoyando su rostro en una mano, mirándolo fijamente.

--En eso te doy toda la razón-- respondió Shikamaru bebiendo de su cerveza mientras pensaba en una rubia jovencita que se encontraba muy lejos de ahí.

Temari bebió todo el contenido de su vaso de un solo golpe y lo puso en la mesa para que Shikamaru se lo volviera a llenar. Al ver que el muchacho servía más licor y luego le extendía el vaso, ella aprovechó para pegarse más, acercando su rostro a escasos centímetros de él.

--Eres un joven muy apuesto, ¿sabías?-- acarició el rostro de Shikamaru con su dedo índice --Me gustaste ni bien te vi aquí, bebiendo con tus amigos.

El muchacho se sintió algo incómodo por la proximidad y el atrevimiento de la mujer.

--Gra-gracias-- respondió castamente intentando ampliar la distancia que había entre ambos.

--No seas tímido, Shikamaru-- se volvió a acercar seductoramente --¿O es que acaso te parezco fea?

--N-no, no es eso, Temari-- retrocedió nuevamente --Es solo que... estoy interesado en otra persona.

Temari detuvo sus avances. --¿Trabaja en la hacienda o es del pueblo?

--Ella no es de por aquí. Vive en la Villa de la Hoja.

--¿En el País del Fuego? Eso está muy lejos.

--Lo sé.

--Entonces por qué te cohíbes, Shikamaru. Ella no está aquí por ahora, estamos solos tú y yo-- volvió a atacar --Anda, vayamos a algún lugar. Yo no soy celosa...-- rió de forma coqueta y lo abrazó acercando su rostro para intentar robarle un beso.

Shikamaru apartó con brusquedad los brazos de la mujer y se puso de pie.

--No tengo interés en acostarme contigo, gracias-- dijo sin rodeos causando asombro en la joven y haciendo que se ruborizara de vergüenza.

Diciendo esto dejó dinero suficiente para pagar su consumo y se retiró sin decir nada más.

[...]

--Hey, Shikamaru. ¿Qué pasó con la rubia de anoche?-- preguntó Suigetsu mientras patrullaban la zona.

--No pasó nada, ¿por qué?

--Porque te está mirando con odio jajaja-- rió señalando con la cabeza en dirección a la mujer que junto a otras, ataba el heno y lo apilaba en grandes bloques. Al ver que los hombres la miraron, agachó la cabeza para ocultar su molesto y ruborizado rostro.

--Digamos que... no era la rubia adecuada-- sonrió con nostalgia.

15/05/21

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