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6 años después

--Parece que recuerdas de memoria aquel arroyo.

--Cada que cierro los ojos puedo verlo con total claridad-- sonrió.

Era cierto. Parecía que la imagen de aquel ambiente natural de la Villa de la Hoja había quedado grabada en sus párpados. Cuando tenía ganas de pintar solo necesitaba cerrar los ojos para recordar todos los detalles del bello paraje.

Hasta ese momento de su vida había sido capaz de crear cientos de obras, cada una más hermosa que la otra; aún así no podía evitar el estrés cotidiano ni los bloqueos mentales tan típicos de todos los artistas. Cuando eso sucedía y se sentía frustrada al no poder encontrar serenidad e inspiración para un nuevo trabajo, recurría a su lugar seguro, a su lugar feliz. Aquel que conoció gracias a su esposo. Aquel en el que vivió el más bello cumpleaños. El pequeño arroyo ubicado en medio de los amplios bosques de la Villa de la Hoja, lugar hacia donde huyó para encontrar su preciada libertad.

Se sentía dichosa al poder dedicarse a lo que más amaba. Claro que al inicio no fue sencillo, pero pronto su talento la posicionó como una de las mejores pintoras de la época. Inoshika Nara era el seudónimo con el que firmaba sus obras. Utilizó un juego de palabras con su nombre y el de su marido además del apellido de este para evitar que alguien pudiera descubrir su paradero.

--Ya está haciendo un poco de frío, cariño. No es bueno que te enfermes en tu estado. ¿Por qué no pasas y te preparo un poco de chocolate caliente?-- preguntó Shikamaru con amor, acariciando la espalda de la mujer que desde hacía algunas horas había estado en la terraza de la casa, pintando mientras descansaba sentada en un pequeño banco.

--Sí, creo que tienes razón, querido-- respondió poniéndose de pie mientras sujetaba su pequeño y levemente abultado abdomen.

Ambos bajaron a la primera planta. Shikamaru se dirigió a la cocina e Ino se sentó en el sofá. Estiró sus manos para calentarlas con el calor que emanaba el fuego de la chimenea, sintiendo la calidez entrar a su cuerpo casi al instante. Con sus manos ya tibias acarició su abdomen con ternura, recordando que hace tres meses exactamente, el médico había confirmado sus sospechas: Estaba embarazada. Por segunda vez.

--¡Mami, mami! ¡Mira lo que hice con la señorita Yuhi!-- corría emocionado un pequeño de cabellos oscuros como el de su padre.

--Oh, qué lindo dibujo, Shikadai. Si sigues así tendré que inscribirte en la escuela de arte-- elogió a su pequeño de cinco años, quien le mostraba un cuadro familiar hecho por sus propias manos.

--Yo ya debo retirarme, señora. Vendré mañana por la tarde para seguir con las lecciones de Shikadai.

--Claro. Muchas gracias, Kurenai. Hasta mañana-- respondió con suavidad.

--¡Hasta mañana, señorita Yuhi!-- se despidió el niño de su institutriz.

--¿Quién quiere chocolate caliente?-- preguntó llevando dos tazas humeantes a la sala de estar, donde se encontraba su pequeña familia reunida.

--¡Yo! ¡Yo quiero, papi! ¡Yo!-- saltaba el niño intentando tomar una de las tazas.

--Lo siento, Shikadai pero estos son para tu mamá. Ella debe alimentarse por dos.

--Oh...-- respondió desanimado.

--No seas así, Shikamaru. No le mientas al niño-- retó a su esposo intentando mantener la seriedad.

--¡Papá malo!-- se cruzó de brazos inflando las mejillas.

--Jajaja lo siento, hijo. Aquí tienes, le puse algunos malvaviscos como te gustan-- sonrió haciendo que Shikadai olvidara la pequeña broma de su padre.

--¿Cuándo vendrá el abuelo?-- preguntó de pronto mientras se relamía los labios por el dulzor que dejaba el chocolate en ellos.

--No lo sé, hijo. Él tiene mucho trabajo pero seguro este fin de semana vendrá a verte-- respondió el Nara.

--¿Y el tío Naruto?-- preguntó dirigiéndose a su madre.

--Sabes que él viaja bastante, Shikadai.

--Sí, pero es divertido. Además me trae juguetes.

--Jajaja lo sé, pequeño. Seguro que vendrá pronto, y si no, le escribiré diciéndole que lo extrañas mucho y que quieres verlo, ¿está bien?

--¡Sí!-- chilló y continuó tomando su bebida.

Shikamaru había ido a la cocina para tomar su taza y trajo consigo un sobre.

--Olvidé decirte que hoy nos llegó una invitación muy importante, cariño-- extendió una carta que Ino tomó con curiosidad.

--Así que esos por fin se casan. Sakura debe estar emocionada-- rió al imaginar a su amiga nerviosa y desesperada por organizar una gran boda.

--¿Tía Sakura se casará?

--Así es, pequeño. Tu tía Sakura se casará con tu tío Sasuke.

--¡Al fin! Así tendré un primo para jugar.

--Hey, ¿tú qué sabes de esas cosas, muchachito?-- rió Shikamaru desordenando los cabello del menor, desatando así la pequeña coletita que usaba. --Mejor termina tu chocolate y ve a cepillarte los dientes. Debes acostarte temprano, hijo.

--Pero papá, todavía quiero jugar un rato más-- se quejó.

--¿Qué te parece si mientras juegas te preparo algunas galletas?-- el niño afirmaba frenéticamente --Pero me prometes que luego de comerlas te irás a dormir-- Shikadai afirmó nuevamente aceptando la oferta de su madre. --Bien, entonces ve. Te llamaré cuando estén listas-- diciendo esto, el pequeño corrió a su dormitorio dejando a la pareja sola.

--Yo también espero mis galletas-- rió Shikamaru mientras se sentaba en la mesa con algunos papeles en las manos.

--Primero dime cómo vas con tu libro-- indagó dirigiéndose a la cocina para empezar la masa de galletas.

--Voy bien, pero sabes que este libro no es como los otros.

--Lo sé, justamente por eso te lo pregunto. Conozco tus capacidades y nunca has tenido problema con tus escritos, pero sé que este es... especial.

--No te preocupes, cariño. Haré mi mayor esfuerzo. Además serás la primera en darle el visto bueno-- se acercó a ella por la espalda y besó la curvatura de su cuello con gentileza haciéndola sonreír.

[...]

--Yo voy-- dijo Shikamaru levantándose de la cama al escuchar que tocaban la puerta.

Eran las 8 de la mañana pero nadie se había levantado de la cama. El trabajo de Ino y de Shikamaru era, en gran medida, independiente, así que no necesitaban madrugar para ir a trabajar; al contrario, se tomaban su tiempo y aprovechaban los momentos de libertad para pasarlo en familia.

Ino pintaba libremente. Prefería plasmar la belleza de la naturaleza, aunque también solía replicar la singularidad de la ciudad, con sus calles y plazuelas. Cada cierto tiempo distribuía sus obras en diversas galerías, las presentaba y compradores de todos lados iban a adquirirlas. Por otro lado, Shikamaru se dedicó a la literatura. A su esposa le gustaba leer, pero en ese punto de sus vidas ya no sabían quien había leído más, pues él se había vuelto un ávido devorador de libros. A pesar de ser uno de sus pasatiempos, también era una manera de enriquecer su vocabulario e incluso lo ayudaba a inspirarse para escribir sus propias obras. Gracias a Ino pudo publicar su primera novela, la cual fue bien recibida por el público y lo estimularon para dedicar su vida a la escritura. Luego de su primer éxito fue poco a poco ganándose un espacio en el amplio mundo de las letras y actualmente era considerado como uno de los más jóvenes y afamados escritores de su tiempo.

Debido a la fama que ambos habían conseguido, los dos poseían una suma considerable de dinero, además de muchos ahorros, motivo por el cual decidieron rentar la casa de Sasuke. Él se negó inicialmente a recibir el dinero, pero la pareja logró convencerlo. Para ellos sería sencillo comprar otra casa donde pudieran vivir cómodamente, pero Shikamaru e Ino se habían acostumbrado tanto al lugar que les causaba nostalgia mudarse. Ya una vez habían tenido que dejar su hogar de infancia, el lugar donde crecieron para escapar, así que no querían pasar por algo parecido otra vez.

--Naruto, qué sorpresa verte-- dijo Shikamaru con asombro por la repentina aparición del rubio. Por lo general enviaba una carta avisando que iría a verlos pero esta ocasión parecía ser especial. --Adelante, pasa, por favor-- se puso de lado permitiendo el ingreso del Yamanaka.

--Gracias, Shikamaru. Disculpa que haya venido tan temprano y sin avisar.

--No te preocupes, mi amigo. Sabes que esta también es tu casa.

--¿Cómo están todos por aquí?-- preguntó con un semblante serio. En realidad había llegado con la misma expresión, causando intriga en Shikamaru.

--Eh... bien. Todos estamos bien. Ino va llevando bien su embarazo y Shikadai siempre pregunta por ti. ¡Se podrá feliz cuando se entere!-- intentó animar la situación.

--Oh, mi lindo sobrino...-- sonrió pero por la entonación de sus palabras parecía que algo daba vueltas en su cabeza y que eso no era todo lo que quería decir.

--¿Pasó algo, Naruto?-- la situación ya empezaba a preocuparle. Si el risueño y entusiasta Naruto no tenía su habitual energía desbordante, era porque algo serio estaba pasando.

--En realidad sí. Mi tío Inoichi está muriendo.

El estruendo de vidrios rompiéndose los hizo girarse desesperadamente. Al hacerlo, se dieron cuenta que Ino se encontraba parada justo en la última grada de las escaleras, con un vaso de vidrio roto a sus pies.

28/06/21


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