LO SIENTO, AMIGOS

Como estaba planeado, Sasori y Tobi llegaron a la mansión Yamanaka en busca de Deidara para ir de cacería. Manejar la escopeta era un deporte que les gustaba practicar a menudo, así que cada vez que los tres se encontraban en la Villa de la Hoja solían practicar en el bosque. Sasori Akasuna era hijo del vizconde de la Villa de la Arena mientras Tobi estaba emparentado con el señor feudal del país del Fuego. Los tres, cada quien perteneciente a grandes familias nobles, se conocieron en uno de los torneos más importantes de tiro que se desarrolla cada año en el país de la Lluvia. A pesar de su corta edad, eran expertos cuya puntería hacía temblar a grandes caballeros.

A decir verdad, no había grandes diferencias entre los tres jóvenes. Si bien la edad variaba entre uno y otro (Tobi, el mayor, tenía 18 años; Sasori de 16 y Deidara de 15), la actitud y altivez era la misma, haciendo evidente el motivo por el cual se llevaban tan bien.

Montados a caballo pasearon un poco por los alrededores, llegando a un pequeño estanque donde algunas aves reposaban y otras se detenían a beber agua para continuar el vuelo.

--¿Puedo hacer los honores?-- preguntó Tobi.

--Adelante, acábalo-- sonrió Deidara de forma macabra.

Tobi apuntó hacia un ganso que acababa de emprender vuelo y disparó. El ave cayó al suelo mientras Tobi recibía los aplausos y felicitaciones de sus amigos.

--Mi turno. Déjame explotar esas cosas-- dijo Sasori mientras entrecerraba uno de sus ojos listo para disparar.

El segundo ganso cayó bajo la orgullosa y fría mirada del heredero Akasuna.

--Jajaja ¡no se diviertan solos! ¡Dejen algo para mí antes de que los espanten!-- diciendo esto repitió la misma acción que sus compañeros, haciendo caer al ave pero asustando a las otras que huyeron despavoridas.

--Mira lo que tu imprudencia causó, Deidara-- se lamentó Sasori.

--Calma, calma, conozco un arroyo por aquí donde seguro encontraremos más-- los animó y guio a través del accidentado sendero.


Cuando iban avanzando, adentrándose cada vez más en el bosque escucharon la voz de una mujer.

--¿Escucharon eso?-- preguntó Deidara.

--¿Una doncella en apuros?

--Vayamos a ver si podemos hacerle algún favor...-- soltó Tobi con lascivia haciendo énfasis en la última palabra.

Tobi bajó de su caballo para evitar hacer ruido y se acercó al origen de aquella voz.

--Vengan, no van a creerlo-- sonrió burlonamente mientras observaba lo que sucedía frente a sus ojos.

Deidara y Sasori se acercaron a él y pudieron ver lo que tanta gracia le causaba a su amigo. El joven pelirrojo miró con asombro y devolvió su mirada a Deidara, que su vez también veía pasmado la escena.

--Ow, qué tierno-- dijo riendo entre dientes al ver las flores que el muchacho le entregaba a la doncella.

--¿Qué hace tu hermana con ese inmundo?-- preguntó Sasori.

Antes de que Deidara tuviera tiempo de responder, el joven Yamanaka vio a su hermana mayor besándose con aquel plebeyo.

--Já, ¿viste eso? ¡Quién se lo hubiera imaginado!-- interrumpió con un nuevo comentario.

--Créeme que cuando se trata de ella ya nada puede sorprenderme, Tobi-- se burló Deidara saliendo de su estupor.

--Qué corrientes-- agregó el pelirrojo asqueado.

--Jajajajaja tienes razón, Sasori. Son realmente ordinarios.

--¿Y qué piensas hacer?-- preguntó Tobi.

Adoptando una mirada perversa y llena de rencor repuso --A mi padre le encantará conocer el secreto de su querida heredera.

[...]

Deidara llegó cabalgando a toda velocidad a la mansión seguido por sus amigos quienes no querían perderse semejante espectáculo; no obstante, él les pidió que se retiraran, pues su padre no vería con buenos ojos que la bochornosa noticia se propagara de boca en boca. Despidiéndose de Tobi y Sasori, Deidara fue directamente al despacho de su padre.

--¿Por qué entras sin tocar, Deidara?-- dijo irritado sin levantar la vista de su escritorio.

--A que no sabe dónde está su enferma hija-- soltó provocándolo.

--En su dormitorio, ¿por qué?

--No. Ella está en el bosque. Acabo de verla mientras estaba de cacería con mis amigos.

Inoichi levantó la mirada sumamente enojado por la actitud infantil de su hija. --¡Entonces no estaba enferma! Solo se escondía de Sai-- dijo cerrando de golpe el libro que tenía entre las manos y se puso de pie. --Esa muchachita me va a oír.

--Espere, padre. Aún hay más-- agregó socarronamente.

--¿Qué más puede haber?

--Ino estaba con un campesino...-- dijo inocentemente. Sabiendo la reacción que seguro tendría su padre agregó sonriendo --...besándose.

El impacto que esas palabras causaron en Inoichi era indescriptible. Era tal su ira que Deidara dejó su tono burlesco y le contó todo lo que vio sin omitir ningún detalle.

El conde, fúrico, subió al dormitorio de su única hija para corroborar su ausencia. Cuando ingresó vio a Hinata tendida en el suelo aparentemente desmayada.

--Tú, muchacha. ¡Levántate!-- la sacudió bruscamente haciendo que despertara de su estado de inconciencia.

Al abrir los ojos, Hinata paseó la mirada de un lado a otro viendo que su señora no estaba. En ese momento lo único que pudo sentir fue temor.

--¡¿DÓNDE ESTÁ MI HIJA?!

Hinata temblaba a causa del terror. De pronto recordó las palabras de Ino.

"Si alguien te encuentra y te pregunta a dónde fui, dile que no sabes, que yo estaba aquí cuando estabas despierta, luego te diste la vuelta y que no recuerdas nada más. Es por tu propio bien"

--Y-yo no sé, nada, señor. M-mi señora me pidió que la ayudara a vestir, de pronto me d-di la vuelta y no recuerdo más-- tiritaba de miedo.

Inoichi vio el moretón y la creciente hinchazón en el rostro de la sierva y concluyó que estaba diciendo la verdad. Probablemente la habría golpeado para poder escapar sin que la criada pudiera avisarle a nadie y así evitarse un castigo.

--Ve a buscar a Kiba, Hidan y Kakuzu. ¡Ahora!-- gritó el conde haciendo que Hinata corriera a buscar a los soldados.

Al cabo de unos minutos los tres soldados se presentaron frente al conde y recibieron la orden de buscar a Ino en el lugar en que Deidara la había visto.

--¡Quiero que traigan a mi hija aunque sea por la fuerza!-- levantó la voz caminando de un lado a otro con desespero --En cuanto a ese bastardo... ¡¡Quiero que encierren a ese malnacido en las mazmorras!! Quiero que sufra en carne propia por atreverse a tocar a la hija del conde Inoichi Yamanaka, ¡quiero que le den un escarmiento de mi parte para que duerma contando las horas de su muerte!-- chilló temblando de furia.

--No se preocupe, señor. Ese pobre imbécil no sabe con quién se ha metido. Le daremos una buena paliza de su parte-- rió Hidan y Kakuzu asintió sonriendo.

Kiba aguardaba en silencio escuchando las órdenes de su señor. Le causaba tristeza saber el destino que le esperaba a su amigo pero no había nada que pudiera hacer por él. Sabía que ya todo estaba perdido. Su trabajo era obedecer al conde y no había manera de negarse.

En ese momento de gran aflicción solo pudo agradecer a los cielos por no verse involucrado en el asunto, pues si el conde se llegara a enterar que él y Hinata estuvieron ayudando a ese romance, seguro tendrían un destino similar al de Shikamaru.

[...]

--¿A dónde quieres ir?-- preguntó acariciando las mejillas de Ino con sus nudillos.

--No sé, ¡sorpréndeme!-- rió la muchacha.

--Bueno, pensé que podríamos pasear un poco y luego ir a mi casa. Preparé algo para ti que espero que te guste.

--Si fue hecho por ti seguro que me encantará-- se acercó a él y colocándose de puntillas lo besó en la nariz.

--¿Entonces?

--Ehm... entonces nada, creo que estamos bien por aquí. Corrí tanto que creo que prefiero descansar un poco.

--Sus deseos son órdenes, mi bella damisela. Sin embargo, me gustaría sugerirle a la futura condesa que a unos metros hay un pequeño arroyo donde podría refrescarse.

Ino rió ante tanta formalidad. Sabía que había mucha confianza entre los dos, aún así a ellos siempre les gustaba juguetear de esa manera.

--Me parece perfecto, valiente caballero. Guíeme a ese lago para poder descansar a sus orillas.

--Si no es mucha osadía, permítame llevarla hasta allí-- hizo una reverencia haciendo que ella le devolviera el mismo gesto a manera de aprobación. En ese instante la levantó en brazos haciéndola reír a carcajadas y la llevó hasta el mencionado lugar.

Al llegar aprovecharon para beber agua y remojar sus pies en la orilla, jugando de vez en cuando con el agua provocando más risas.

Cuando por fin se recostaron sobre la hierba para descansar, Shikamaru se acostó de lado, quedándose absorto viendo el perfecto perfil de la joven. Al notarlo, Ino también se giró y quedaron mirándose frente a frente. Shikamaru metió su mano en uno de sus bolsillos y sacó un pequeño sobre.

--Ten, hice esto para ti-- dijo extendiéndoselo.

--Oh, cariño. Muchas gracias-- lo estrujó contra su pecho.

--¡No lo abras ahora! Preferiría que lo leas a solas...-- exclamó tímidamente --así me recordarás hasta que volvamos a vernos.

Ino dudó al inicio pero decidió aceptar el pedido de su amado. --Está bien. Prometo leerlo después.

Diciendo esto, guardó el sobre en el espacio entre su blusa y su corsé.

.

Pasó al menos una hora desde su llegada al arroyo y sin darse cuenta se habían quedado dormidos. Ino yacía acurrucada en el pecho de Shikamaru, quien delicadamente la rodeaba con su brazo protectoramente. Se sentía tanta paz en el aire que pudieron dejar todas las preocupaciones de lado y descansar plácidamente, como si vivieran el más bello sueño en un mundo solo de los dos.

De pronto, el galope y el relinchar de caballos los despertó abruptamente. Shikamaru abrió los ojos y se sentó, logrando que Ino hiciera lo mismo.

--¡Rápido, encuéntrenlos!-- Escucharon y se levantaron de un brinco, asustados y esperando lo peor.

--¡Ese es Kakuzu, uno de los soldados de mi padre!-- sintió el terror apoderarse de ella -- ¡Shikamaru, vete! ¡Si te encuentran te matarán!-- suplicó desesperada.

--¡No! ¿Acaso no escuchaste? Nos buscan a los dos, así que no te dejaré sola enfrentando todo-- la tomó de la mano con brusquedad y empezaron a correr con todas sus fuerzas.

Ino estaba segura que si él escapaba, podría estar a salvo, sin embargo conocía bastante bien a Shikamaru como para saber que él jamás la abandonaría.

--Ahí están, ¡no dejen que escapen!-- gritó Hidan.

--¡Alto ahí!-- Kakuzu aceleró la velocidad y detuvo su caballo frente a la pareja. Shikamaru e Ino se miraron mutuamente sabiendo que ese sería el inicio de una gran tragedia.

Los tres soldados desmontaron de sus caballos y acorralaron a los jóvenes. Al mirar a los lacayos del conde con detenimiento, Ino y Shikamaru reconocieron a Kiba, pero ninguno dijo nada para evitar dejarlo en evidencia.

--¡Bien hecho, Kakuzu!-- celebró Hidan.

--Pero miren qué tenemos por aquí, muchachos. ¡El vagabundo en persona!-- rió Kakuzu --No sabes el gusto que nos da conocerte.

--Así es. El conde también tiene deseos de enviarte sus saludos, espero que no te moleste-- dijo Hidan acercándose lo suficiente para darle un golpe en el estómago mientras su compañero lo sujetaba por la espalda.

Shikamaru se dobló de dolor y aflojó el peso de sus rodillas. Aprovechando la debilidad del joven, Hidan continuó golpeándolo en el estómago haciéndolo escupir sangre a borbotones.

--¡NOO! ¡¡DÉJENLO EN PAZ, MALDITOS!!-- chilló Ino derramando abundantes lágrimas.

--Me temo que no se va a poder, señorita. Su padre nos pidió que le diéramos un recuerdo de su parte.

--Claro, ¡eso hasta que ruegue por una muerte menos dolorosa!-- agregó Hidan dándole otro golpe en el rostro haciéndolo sangrar aún más.

Ino corrió para socorrer a Shikamaru pero fue detenida por Kiba, quien con mucho pesar y dolor observaba la escena sin poder hacer nada.

--Lo siento, señorita Ino. En verdad lo siento-- susurró en su oído mientras le cubría la nariz y la boca hasta que finalmente perdió el conocimiento.

09/05/21

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