AL FIN LIBRE

Cuando se vio lo suficientemente alejada de todos los invitados que deambulaban por el gran salón y la parte central e iluminada del jardín, corrió en dirección a un viejo camino que usaba para escapar: la cocina. Rodeó la mansión hasta quedar frente a la puerta exterior de la cocina, que en ese momento se encontraba cerrada pues su interior seguro albergaba a una gran cantidad de cocineros atareados por preparar los más deliciosos platillos para los invitados. Sumergida en la más profunda oscuridad, se acercó a la reja que dividía su jardín de las altas hierbas del bosque y empezó a tantear en ellos en busca de la capa.

Introduciendo sus manos en los matorrales que circundaban el lugar encontró lo que estaba buscando. Era una gran capa negra con capucha, que al ponérsela la cubría totalmente de pies a cabeza. En ese momento descubrió la importancia de aquella prenda. Los ropajes que vestía esa noche eran extremadamente elegantes, bellos, finos y llamativos. Eso, sumado a su gran cabellera larga y dorada que caía por su espalda, hacían de ella un blanco fácil de ubicar, aún en la lúgubre oscuridad. Por esa razón, la capa que le proporcionaron cubría el extravagante vestido que llevaba y hacía más sencilla la labor de camuflarse.

Una vez cubierta por completo, trepó por entre las ramas de los árboles como aquellos días en que salía a encontrarse con Shikamaru y salió, libre al fin de los muros de su palacio y de esos gruesos barrotes que limitaban su libertad.

Corrió como jamás en su vida había corrido. Esta vez realmente estaba dejando el palacio que la vio crecer para no volver jamás, para iniciar una vida al lado del hombre que tanto amaba. Sin dejar de correr con rapidez, iba agradeciendo mentalmente el gran esfuerzo que hacían todos los que la estaban ayudando.

Se había internado en el oscuro bosque y avanzaba a pasos agigantados intentando encontrar el arroyo que ella y Shikamaru habían visitado el día de su cumpleaños, justo antes de ser descubiertos por los soldados de su padre. Con cada paso que daba, sus finos zapatos se iban enterrando más y más en el terreno irregular del bosque, pasando por grandes enredaderas que arañaban sus brazos al pasar y rasgaban sus ropas debido a la velocidad con la que corría. Finalmente pudo ver una rubia cabellera como la suya que resplandecía en medio del lugar.

--¡¡NARUTO!!-- gritó con desenfreno y se lanzó a sus brazos al verlo.

El rubio la recibió con cariño y la estrujó, dándole el apoyo que seguro necesitaba.

--Debemos irnos. Mi carroza espera por nosotros. Sígueme-- ordenó tomándola de la mano.

Pronto la muchacha pudo ver el carruaje de su primo y ambos subieron en el para partir a todo galope hacia la casa de Sasuke Uchiha.

--Respira profundo, Ino. Ya puedes estar más tranquila.

--No creo que pueda, Naruto. No hasta estar segura de que nadie nos perseguirá. Cuando mi padre se entere seguro mandará a buscarme-- dijo preocupada por lo que podría sucederle a ella, a Shikamaru y a todos los involucrados.

--Cuando mi tío descubra tu desaparición ya estaremos lejos de la Villa. Además no importan cuánto busquen. Jamás podrán encontrarte. La casa de Sasuke solo la conocemos Itachi y yo, ni siquiera su padre tiene idea de dónde se encuentra.

--¿Qué pasará con Shikamaru? Él sigue en mi casa y temo por su vida.

--Puedo asegurarte que el plan es lo suficientemente bueno como para que él no corra peligro. Así noten tu desaparición nunca podrán relacionarlo con nada.

--¿Y quién ideó ese plan? ¿Quién lo asegura?-- preguntó sin estar del todo convencida.

--Sasuke. Sasuke lo propuso y nosotros ayudamos a ejecutarlo.

Ino se quedó pensativa. Había conocido al Uchiha gracias a su primo y lo había visto unas cuantas veces más desde que se hizo novia de Sai pero no conocía mucho más de él. No entendía cómo el hermano de su prometido podía ayudarla a escapar para empezar una vida al lado del otro hombre.

--¿Por qué Sasuke me está ayudando? ¿Qué interés tiene en todo esto?

--Sasuke es un buen hombre, primita. No temas-- le sonrió acariciando sus mejillas. --En realidad, esto no lo hizo solo por ti, sino también por Shikamaru. Ellos dos son grandes amigos. Sasuke sabe el amor que ustedes se tienen y quiso hacer todo lo que estaba a su alcance para ayudarlos.

Al ver el rostro interrogante de Ino, Naruto le contó toda la historia. Cómo había escapado Shikamaru, cómo lo encontró el Uchiha y todo lo que pasaron juntos. A Ino se le hacía extraño y a la vez irónico saber que el hermano de su prometido era un gran amigo del hombre que amaba, aún así se sintió más tranquila al conocer cómo sucedió todo. Quizás no conocía bien a Sasuke pero si Naruto y Shikamaru confiaban en él, ella también lo haría.

Viajaron toda la noche recorriendo grandes distancias. Ino no conocía la casa del Uchiha, pero al parecer se encontraba bastante lejos de la Villa de la Hoja porque el coche no se detuvo ni una sola vez y seguía galopando a toda velocidad. Debido al día tan ajetreado y lleno de emociones que vivió, cayó en los brazos de Morfeo sin siquiera darse cuenta. Naruto solo atinó a acomodarla en su regazo dándole mayor comodidad para descansar.

[...]

--¿Dónde está Ino? Preguntó al bajar de la habitación donde descansaba Izumi. Al parecer la mujer se había quedado dormida y Tsunade decidió dejarla a cargo de una criada que velara su sueño en caso de cualquier contratiempo.

--No lo sé, señora. Seguro se encontró con el joven Sai.

--No lo creo, Hinata-- miraba en todas direcciones. --Ve y revisa el jardín. Tráela cuando la veas.

--Sí, señora-- respondió y se fue en su búsqueda.

Pasaron varios minutos más cuando Tsunade vio volver a Sai e Itachi, solos y aparentemente ajenos a la desaparición de su sobrina.

--¿Dónde está Ino?

--No lo sé, hijo. Dijo que iría al jardín pero no la he visto. Ya mandé a Hinata a buscarla-- Sai asintió aceptando la respuesta. --Por cierto, querido, Izumi se sintió un poco mal y la llevamos a recostarse un momento. La he dejado con una criada para que la acompañe.

--Oh, entiendo. Gracias, Tsunade; iré a verla ahora mismo-- se despidió con una reverencia y subió las escaleras para encontrarse con su esposa.

Tsunade y Sai se quedaron juntos esperando por alguna noticia de Ino. Ambos buscaban con la mirada a la rubia muchacha pero no la hallaban, aún así trataban de mantener una actitud normal para no levantar sospechas entre los invitados.

Sai estaba molesto. De acuerdo a su experiencia lo más probable sería que hubiera aprovechado en escabullirse por ahí para librarse de él y del gentío. Actitud que por supuesto incomodaba al joven Uchiha pues al ser los anfitriones, lo estaba haciendo quedar mal frente a todos.

--No la he podido encontrar por ninguna parte, señora. Ya busqué por todo el jardín y nada-- informó Hinata ligeramente agitaba.

--Tiene que estar por algún lado. No puede haber desaparecido así como así-- repetía Tsunade extrañada.

--¿Le decimos a Inoichi?

--No. Lo más probable es que esa niña haya huido como tantas otras veces. Debe estar por ahí, enredándose entre las plantas o hablando con los sirvientes. Así que lo mejor será que le evitemos un disgusto a Inoichi con algo tan sencillo.

--Está bien. En ese caso iré a buscarla. Con permiso-- Sai se despidió sonriendo.







Después de un par de horas más, la fiesta terminó. Inoichi se despidió de sus ilustres invitados quienes iban vaciando el gran salón. Solo los Yamanaka, los Uchiha, Sakura y Shikamaru se quedaron hasta el final.

--¿Y mi hija?-- preguntó Inoichi al ver a toda la familia congregada a excepción de Ino.

--Sí, ¿dónde está? Debo irme y me gustaría despedirme de ella-- disimuló Sakura.

--Ella no está.

--¿Cómo que no está, Sai? ¿Es que acaso no estuviste con ella durante la fiesta?-- el conde elevó ligeramente la voz.

--Lo estuvimos, Tsunade y yo, pero desapareció.

--¡¿Cómo que desapareció, mujer?!-- gritó esta vez dirigiéndose a su hermana.

--Y-yo... no lo sé, Inoichi. Estaba con nosotros, luego yo subí con Hinata para ayudar a Izumi a recostarse porque sen sentía mal. Ino me dijo que saldría a tomar un poco de aire y desde ese momento no la volví a ver.

--¡¿Y dónde estabas tú?!-- gritó a su yerno.

--Yo había ido a hablar con Itachi...

--Sai y yo teníamos una conversación pendiente, Inoichi. No pensé que tu hija desaparecería en una fracción de segundo.

Sosteniendo el puente de su nariz, el conde intentó respirar profundo para calmar el creciente enojo que sentía. Sabía que su hija no estaba del todo feliz con su compromiso pero no imaginó que se daría una de sus escapadas justo ese día, y para colmo de males al parecer nadie la había visto.

--Bien. Traigan a los guardias. Ellos se encargarán de traer a esa muchachita rebelde-- ordenó colérico.

Sasuke y Shikamaru se miraban entre sí. Itachi aparentaba preocupación y Sakura intentó aproximarse al segundo Uchiha pero fue interceptada por Deidara.

--No entiendo por qué mi padre sigue insistiendo en suceder su título a una mujer así. Yo estaría feliz siendo conde, además que tendría el honor de convertir en condesa a mi futura esposa-- le dijo a Sakura insinuando una clara segunda intención que no pasó desapercibida por ella ni por Sasuke, quien miró de reojo al adolescente.

--Disculpen a Inoichi-- expresó Tsunade serenamente --No es la primera vez que Ino se escapa y mi hermano ya no sabe qué hacer para corregirla. Les ruego que dispensen el mal momento.

--No tienes por qué, Tsunade. Esas cosas pasan-- agregó Sasuke intentando minimizar el incidente.

--Por favor, les pido que olvidemos este mal momento y aprovechen en descansar. La sierva se encargará de llevarlos a sus dormitorios.

--Por mí no se preocupen, ya conozco el camino-- dijo Itachi dirigiéndose al dormitorio donde descansaba su esposa.

--Hinata, lleva al señor Uchiha y al señor Namikaze a sus aposentos-- ordenó haciendo que la sierva inclinara la cabeza --Sakura, querida, ya es tarde para que una señorita como tú vaya sola a estas horas. ¿Por qué no te quedas esta noche en el dormitorio de Ino? Seguro cuando la encontremos le hará bien hablar contigo.

--Está bien. Deja eso en mi manos, Tsunade-- sonrió la baronesa encaminándose a la recámara de su rubia amiga.

--Por aquí, señores-- Hinata elevó la voz ligeramente para poder ser oída por los caballeros.

Los tres caminaban por los amplios pasillos del piso superior, deslumbrando a Shikamaru a cada paso que daba. Se preguntaba cómo sería el dormitorio de Ino. Cómo estaría decorado, qué artilugios preciosos tendría y qué objetos valor sentimental guardaría ahí con celo.

Pasaron de largo por un gran camino alfombrado y se detuvieron frente a dos puertas de iguales características.

--Estas serán sus habitaciones, siéntanse libres de solicitar los servicios de cualquiera de nosotros. Si desean algo solo pídanlo, no importa la hora que sea.

--Gracias, Hinata, pero no tienes que ser tan formal, aquí nadie nos escucha-- susurró Shikamaru.

--Lo sé, pero es lo que se supone que debo decirles a todos los invitados-- rió por lo bajo haciendo sonreír a los dos caballeros. Reuniendo un poco de valor se atrevió a preguntar aquello que rondaba su cabeza --¿U-ustedes... saben lo que le pasó a mi señora?

--Tu señora está bien, muchacha. Al fin es libre-- sonrió Sasuke, quien recibió una mirada asustada por parte de la criada.

--No te asustes, Hinata. Ino está a salvo. Todo salió muy bien-- intentó tranquilizar a su amiga.

--¿Entonces escapó? ¿Definitivamente?

--Así es. Y cuando yo salga de aquí me encontraré con ella-- dijo el joven Nara con ilusión. --Cuando puedas díselo a Kiba, debe estar preocupado también.

--E-está bien. So-solo prométame que será feliz. Mi señora se lo merece-- murmuró con los ojos aguados.

--Si este muchacho se atrevió a meterse a la boca del lobo, ¿crees que no la hará feliz?-- Sasuke sonreía palmeando a Shikamaru en la espalda.

Hinata sonrió ampliamente e hizo una pronunciada reverencia agradeciendo a los salvadores de su gran amiga. A pesar de haber dicho lo último, Hinata en realidad no tenía dudas. Sabía que el sufrimiento padecido por su señora era equiparable al gran amor que le tenía a aquel joven. Ahora que tenía la certeza de que se había ido para empezar una nueva vida con él, estaba segura que sería muy pero muy feliz.





Shikamaru ingresó al dormitorio que le fue asignado, pero en lugar de recostarse, empezó a inspeccionar todo con sumo detalle, dándose cuenta de lo lujosas que eran las recámaras de huéspedes. Si así recibían a sus invitados, ¿cómo serían los dormitorios de los dueños de casa? Su mente volaba pensando en la extravagante riqueza en la que Ino creció. Ello le confirmaba una vez más que el amor de la Yamanaka era tan real y tan fuerte, que fue capaz de dejarlo todo para ser feliz con él.

Sonriendo, se aventó a la gran cama y ser revolvió entre las almohadas pensando que pronto la tendría en sus brazos, y al fin, sin ningún impedimento.

11/06/21

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