Parte XVI: SINCERAMENTE..


Aquí estoy de nuevo, escribiendo estas palabras, después de vivir mil experiencias que se escapan de la mera imaginación, realmente no sé porqué estoy escribiendo esto después de tanto tiempo, después de tantas vivencias, después de tanta soledad. El amor es algo que siempre ha estado vigente en mi vida, algo tan intangible y misterioso no podía pasar simplemente desapercibido ante mi retina, ante mí.


Me encuentro solo en mi habitación, mientras las pocas gotas que todavía quedan en el tejado se deslizan para así tomar un nuevo destino, igual que debería haber hecho yo. 

Nunca quise sufrir, nunca quise sufrir así. 


Solo recuerdo aquellas palabras de esa persona que tanto había amado, esa persona con la que había imaginado una eternidad de momentos sin que ni siquiera supiese si algún día llegaría a cumplirlos, a vivirlos. 

Solo sé que cada vez que me miraba, perforaba cada capa de mi piel, hasta llegar a lo más profundo de mi ser, a ese rincón oculto y alejado del resto de mi organismo celular llamado alma. Nunca llegamos a mantener la mirada durante un período de tiempo decente, siempre había algo que lo estropeaba. 


En su caso, imagino que en aquellos pocos segundos en los que nada más importaba, algún intruso pensamiento racional se adentraba en sus raíces haciendo que la sociedad se volviese a apoderar de su mismísimo ser, formando una parte excesiva de sus preocupaciones. 

En mi caso, no fue por causa de la sociedad en general, sino más bien el pensamiento intrusivo que me invadía en aquellos instantes. Aquel pensamiento que no quería transformar en un hecho, el hecho de no querer incomodarle... no quería que se sintiese señalado por una sociedad injusta, el mero acto de hacer daño me provocaba un daño mayor al que yo mismo evadía. 


Quizás ni siquiera era la persona indicada, quizás ese sentimiento no era recíproco y solo me miraba porque le parecía un ser interesante, o quizás admiraba algo en mí que se me escapaba a mi pensamiento, quizás lo que quería era saborear ese dulce tan amargo llamado libertad.


 La verdad es que cualquier intento por dar un paso adelante, hacía que simultáneamente retrocediese cinco atrás.


Todo para qué, 

me preguntaba,

¿Estaba creando una historia totalmente ficticia o lo que estaba sucediendo era lo más vívido que había experimentado nunca?

Puede que nunca lo llegue a saber, quién sabe.

Lo único que sé es que lo que yo siento es lo más real que he sentido jamás. El amor es precioso durante un período de tiempo determinado, justo antes de que llegue el intenso batacazo de realidad, que te hace volver a tus aposentos a idealizar la vida que podrías haber vivido si hubieses dado el paso.

El paso,

ese paso que tanto ha perjudicado la vida de la humanidad,

esa vergüenza interiorizada que provoca tanto sufrimiento de quién lo padece, tanto como una enfermedad crónica, una que permanecerá vigente durante el resto de tu vida, de lo que quede de ella.

¿Quién es capaz de dar el paso?


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