18 de septiembre:
Porfin empiezan las clases de nuevo, una nueva etapa, en la que sabía que viviría las mejores experiencias (o peores) de mi vida, ya que era la primera vez que cambiaba de un colegio a un instituto. Todo era muy confuso, aunque parecía que de la nada se me abría un mundo de posibilidades, lejos de mis antiguos compañeros que me habían hecho la vida imposible, pero... ¿ese era el mundo en el que pretendía vivir?

Lo primero que hicimos al llegar a clase era sentarnos, y resulta que al lado mía, se sentó una persona que cambiaría el resto de mi vida para siempre, aunque claro, en ese momento no lo sabía, y esa personita era Rigan: moreno, esbelto, alto, de ojos azules que te atrapaban y te llevaban a un mundo en el que todo era perfecto con solo mirarlos, con carácter relajado y pasotista, como si nada le importara y con ese nosequé que me acabó enamorando. Pero, en esas primeras miradas que nos dirigimos, supe que algo cambiaría el transcruso de mi vida para siempre, ¿desdé cuando me gustaban los chicos?