Capítulo 1
Cuando una confianza se daña,
Siempre será difícil volver reponerse de ese daño.
Más no imposible.
Pati C. Ramos.
Nathan
New York– 11: 00 am.
— ¿Eres la amante de mi papá? Oh... vamos, no te avergüences. No me importaría si así lo fuera. Siempre y cuándo no salgas con que ese niño es mi hermano.
Señalé a un niño como de ocho o nueve años, le dirigía la palabra a una chica, ambos se encontraban en la cocina de la casa de mis padres. Cabe recalcar que papá jamás engañaría a mamá, pero, hoy era uno de esos días de mierda. Y al llegar a la casa lo primero que había visto fue a la chica moverse por la cocina como si fuera una pista de baile. Haciendo quién sabe que cosa, se llevó un susto cuándo le pregunté quién era y dejó de hacer lo que hacía. Sin embargo, aún no respondía a mi pregunta y yo como un idiota molestándola para que solo dijera algo. Tanto ella como el niño me observaron molestos.
—No soy una cualquiera como se seguro lo es la mujer con quién te metes—sus mejillas se tornaron un de un color rosa más intenso mientras fruncía el ceño y presionaba los labios con enojo. ¿Quién se creía para meterse en mi vida? Sobre todo dándome en lo que más detesto. Me acerqué a ella e inmediatamente el niño se puso en frente como si quisiera defenderla de mí.
— ¿Y tener un hijo a tu edad te hace decente? — dije con sorna, si antes estaba molesta ahora parecía una olla a punto de explotar. Lo peor de todo era que me agradaba verla así y ni siquiera la conocía. Pese a tener al niño de por medio, ella colocó un dedo sobre mi pecho y sin temor alguno me enfrentó sin importarle nada.
— El hecho de que una mujer tenga un hijo a temprana edad, no significa que sea una mala mujer. Ni siquiera te imaginas lo que pudo haber pasado o no una mujer para llegar a ello. ¿Qué sabes tú si fue por amor, si fue por descuido o si fue por una mala experiencia? Eres un idiota. Qué bueno que no tendremos que verte la cara a diario — tomó al niño de la mano y salieron de la cocina dejándome con la palabra en la boca. ¿Que era eso de no verme a diario? No se quedaría así, la seguí interponiéndome en su camino apenas llegaba a la sala.
— ¿Qué significa lo que dijiste? — la tomé del brazo izquierdo exigiéndole respuesta — Respóndeme.
— Suéltame — masculló furiosa y manoteó soltándose mientras se alejaba de mí. Más, aún no obtenía respuesta alguna y mi madre llegaba en ese preciso momento.
— ¡Hijo, que grata sorpresa! Veo que ya conoces a estos angelitos. Ella es Amelí y él, es su hermanito Matew— dijo mamá y se acercó a ellos muy melosa, acariciando el rostro del niño— Son los hijos de Sebastián Spencer Moreira. Y se quedarán con nosotros durante un tiempo. Chicos, el es mi hijo, de quién les hablé, Nathan.
— ¿Sebastián? ¿Cómo que se quedarán? ¿Ellos son hermanos? — pregunté estúpidamente.
¡Qué idiota! Claro que lo serían, mismo color de ojos, mismos rasgos, ambos apenas unos niños. ¡Soy un imbécil! ¿Cómo pude decir tanta estupidez hace rato? Y todo por culpa de esa maldita Chantal, esa mujer estaban llevando mi vida en picada ¡carajo! En verdad que este día estaba siendo horrible.
— Si, el mejor amigo de tu padre. Se que ustedes no se han tratado o no han tenido la oportunidad de hacerlo, pero estoy segura de que se llevarán muy bien. Respondió mamá.
Con una sonrisa miraba de hito en hito tanto a mi como a Amelí. Que por cierto era muy bonito su nombre y le hacía justicia a esos pozos profundos que lucían en un color turquesa y azul. Tenía los ojos más hermosos que había visto y fue lo que captó mi atención ni bien volteó a verme cuándo la sorprendí.
— Bueno, deseo puedan llevarse como muy buenos amigos. Lastimosamente tanto su padre como el tuyo, no pudieron seguir tratándose porque tuvieron que mudarse a Seattle por el trabajo del padre de Amelí. Pero desde hoy se quedarán aquí. Así que por favor, espero sepas comportarte, hijo— seguía expresando mi madre.
— Efectivamente mamá, así lo haré—, respondí— ¿ Y se puede saber por qué se quedarán aquí?— miré con reticencia a mamá ante sus palabras. Y luego dirigí mi vista hacia ambos hermanos que aún no habían dicho nada.
— Sus padres están de viaje y no queremos que estén sin protección, en lo que regresan— había algo más detrás de todo esto. Estaba seguro, mamá medía sus palabras y no se encontraba diciendo toda la verdad.
— No es necesario, señora Alice. Ya soy mayor de edad y puedo cuidar de mi y de mi hermano. Podría ir a mi departamento, papá me lo compró para que pudiera seguir con mis estudios aquí en la ciudad. No es necesario que le ocasionemos molestias— había hablado por fin esa ninfa de mirada cautivadora, mamá se enterneció ante los dichos de Amelí y acarició su mejilla como si fuera su hija.
— Ay cariño, se que puedes hacerlo. No tengo dudas de ello. Pero aún eres una pequeña jovencita que necesita de cuidados, apenas hace unos días has cumplido los dieciocho y ya mi esposo ha hablado con tu padre. Estaremos a cargo de ti y de tu hermano hasta que sus padres regresen. Aquí no les faltará nada, esta también será la casa de ustedes a partir de ahora y nadie podrá decir lo contrario—, mamá me observó a mi porque sabía que podría abrir la boca para decir alguna otra estupidez. Hice caso omiso y seguía sin comprender en su totalidad la llegada de esos hermanitos—. Y por favor, dime tía o simplemente Alice. Quiero que puedas ver en mi a una amiga, o una tía ¿si? Estoy segura que tu mamá estará orgullosa de ti, porque he podido apreciar como cuidas a Matew. No olvides que él también necesitara de nuestro apoyo, muy pronto comenzarán las clases y tendremos que buscarle una escuela— La aludida miró a su hermano con un poco de pesar y luego el pequeño sonrió y habló también.
— No tengas miedo, Amelí. Tía Alice es muy buena y yo no te dejaré solo. Además, su casa es muy bonita ¿no lo crees? — ella le sonrió a su hermano y asintió sin soltar la mano del pequeño.
— Si tú quieres quedarte, yo lo haré también. Estaremos juntos, Mat. Pase lo que pase — le tendió el dedo meñique de su mano libre y el niño hizo mismo para luego cruzarlo en señal de promesa.
— Juntos — respondió el niño correspondiendo al gesto de su hermana, mamá los observó con los ojos acuosos e inmediatamente intentó disimularlo.
— Sus habitaciones estarán listas, mis amores. Ya Mary está terminando de acomodar todo junto con Inés. Pero antes de que pasemos a instalarlos, comeremos algo. Porque imagino que tendrán hambre ¿no?— preguntó mamá a Amelí y su hermano.
Mary como Inés trabajan en la casa desde hace mucho tiempo. Ayudan a mamá con el que hacer de la casa, pero Mary es como parte de la familia. Crecí con ella y es como una nana para mi. El niño afirmó a lo que mamá decía mientras que su hermana sólo lo secundaba con una sonrisa en el rostro. Se retiraron al comedor y permanecí unos segundos en la sala analizando lo que había dicho. Arremetí contra esa joven solo por lo ocurrido con la arpía de mi ex novia.
Sacudí la cabeza intentando despejar mi mente. He sido un idiota con alguien que no tiene la culpa. Y he dado la peor versión de mi persona.
— Hijo ¿Qué haces aquí? ¿Está todo bien con la universidad? — papá había llegado y no me había dado cuenta por perderme en mis pensamientos, hasta que lo escuché hablar.
— Hola papá, nada, no te preocupes. Todo está bien. He venido a saludarlos porque tengo el día libre y más tarde pasaré por la empresa.
— Eso me parece justo, ya es hora de que vayas asumiendo tu puesto. Y conozcas todo de la empresa. Además, tenemos algo importante de que hablar. Espero tu comprensión y nos apoyes a tu madre y a mí. Es algo muy delicado y tienes que saberlo.
— ¿Es sobre esa joven y su hermano?— más que una pregunta había sido una afirmación.
— Así es, pero no quiero que nos escuchen porque en verdad es algo muy delicado, hijo. Y no me gustaría verlos mal. Hablaremos más tarde ¿de acuerdo?— respondió mi padre dirigiéndose en busca de mamá.
— Está bien— respondí con la intriga de querer saber que estaba ocurriendo con esa familia.
Hace tiempo que ya no vivía con mis padres, tenía mi propio departamento, estaba cursando el último año de la universidad en la carrera de finanzas y además de ello tenía mi propio ingreso. Porque trabajaba con papá pero no me había incorporado del todo en la empresa. Por pedido de él puesto que quería que terminara mi carrera correctamente. Y hasta ayer, tenía un noviazgo que pensaba llevarlo a algo formal. ¡Qué estupidez la mía! Menos mal y pude abrir los ojos a tiempo. Mary tenía razón cuando decía que esa mujer no me convenía. Ahora, dejando de lado esa parte de mi vida, mi interés se estaba centrando en la razón del por qué mis padres habían aceptado cuidar de estos hermanos.
Minutos después me encontraba compartiendo la mesa con mis padres, Amelí y su hermano. La verdad no me acordaba de ella y no me interesaba hacerlo por ahora. Sólo quería saber el hecho de por qué se quedarían en la casa y qué pasó con sus padres para que descuidaran a sus hijos de esa forma. Por lo poco que pude saber hasta el momento, ella acaba de cumplir los dieciocho, empezará su carrera profesional y su hermano deberá buscar escuela para continuar con sus estudios. Pero, al parecer no necesita de un sostén económico porque su padre le ha comprado hasta un departamento para que pueda instalarse aquí en la ciudad de New York. Por unos instantes mis padres nos dejaron solos porque mamá fue a la cocina a verificar quién sabe qué y papá tomó una llamada de la empresa.
— Así que... tú y tu hermano vivirán aquí, con mis padres—, expresé. Era una afirmación más que nada. Amelí levantó el rostro observándome atentamente y simplemente asintió dejando de ingerir su alimento.
— Pero no será por mucho tiempo. Mis padres regresarán pronto y estoy segura de que no volveremos a verte— respondió cautelosa a mis palabras.
— Sólo quería conversar, no es necesario que saques tus garras, princesita. Aunque... debería de sacarte esa venda de los ojos, tus padres no están y dudo mucho que puedas mantenerte, mucho menos cuidar de tu hermano— su rostro palideció ante mis palabras y bajó la mirada a su plato como si recordara algo. Sin embargo, el niño habló en su lugar.
— Mi hermana puede hacerlo. Es fuerte e inteligente. Y tú solo eres un tonto que no sabe ni lo que quiere— se defendió ante mis palabras.
No sé porqué estaba siendo realmente imbécil con ellos, como si quisiera descargar toda la frustración que había acumulado en estos días. Dejé escapar una risa amarga y respondí escueto para ambos. Apoyando mis brazos sobre la mesa e inclinándome un poco en dirección a ellos.
— Pues deberían de pensarlo mejor, ustedes ¿no lo creen? Digo, porque si tanto insisten en que pueden solos tendrán que estar listos para recibir a los de servicio social y justificar la ausencia de sus padres. Es riesgoso, dudo mucho que mis padres puedan ayudarlos. Y ¿ustedes estarán preparados para ser separados?— había llegado lejos con esas palabras, y me di cuenta tarde.
Un gemido estrangulado se escuchó de parte de Amelí y ambos hermanos se levantaron rápidamente tomándose de la mano. No respondieron nada más porque mis padres regresaban junto a nosotros en ese instante.
— ¿Pasa algo entre ustedes? ¿Qué sucede? — mamá los miró con preocupación y papá aguardó respuesta.
— ¿Po-Podemos ir a la habitación? No me siento muy bien y... Yo... —respondió Amelí.
Parecía estar a punto de desmayarse. Otra vez cometí una salvajada y por mi culpa ambos hermanos se encontraban con temor. Mamá se acercó a Amelí tocando su rostro como si tuviera fiebre o algo así.
— ¿Te cayó mal alguna comida? Ay cariño, estás muy pálida. Vengan, por favor acompáñenme. Les mostraré sus habitaciones y podrán descansar.
Tanto mamá como los hermanos Spencer se retiraron del comedor y no pude disculparme por lo que había dicho. Luego papá dijo que era urgente lo de la llamada anterior, fue nuevamente a la oficina y me pidió que lo acompañara porque necesitaba allí, con él.
Ese niño también se veía muy mal por mi causa, lo supe al ver su rostro. Ellos no tenían la culpa de lo que había pasado y me desquité cuando no lo merecían. Debía de hacer algo en cuanto pudiese y, disculparme con ellos por la atrocidad que les había dicho.
Ya en la oficina no había podido dejar de pensar en lo miserable que fui con Amelí y su hermano. Por sobre todo con ella. Y para acabar, papá no pudo hablar conmigo y decirme eso importante que tenía que para contarme. En la empresa hubo un pequeño caos y tuvimos que concentrarnos en ello. Ya para el final del día, sólo pude despedirme de mi padre. Diciéndole que regresaría en la semana a la casa y que quedaba pendiente la charla entre nosotros.
Tenía que hacerlo, debía de regresar y pedirles una disculpa sincera a los hermanos, por lo imbécil que fui. No podía dejar de darle vueltas a eso y al llegar a mi departamento, no solo me sentía colérico conmigo mismo, sino, que eso se intensificó al encontrarme la asquerosa sorpresa de Chantal sentada en el living.
— Claro, lo olvidaba. Mis llaves — dije y extendí mi mano para que me devolviera las copias de mis llaves — No tengo toda la noche, apúrate.
— Por favor Nathan, escúchame. Fue un error, lo admito, pero tienes que escucharme antes de —, tomé furioso su bolso buscando las copias de mis llaves y al encontrarlas, las tomé, luego le lancé su bolso en la cara.
— Lárgate —, mascullé intentando contenerme porque no podía dar crédito a su desfachatez de querer justificar su engaño, y encima pedirme que la escuche.
— ¡No! ¡Escúchame! Yo estaba confundida y lo qué pasó entre Nicholas y yo, no significó nada— la tomé del brazo bruscamente y la arrastre hasta la salida.
— ¡Te dije que te largaras! ¡Y no se te ocurra volver! —, grité rabioso y una vez afuera, la señalé con el dedo índice respirando agitadamente — Te lo juro, Chantal, si vuelves a acercarte a mi no respondo. No regreses aquí y mucho menos se te ocurra intentar algo para que si quiera te escuche. No mereces ni que te dirija la palabra. Para mi, tú y mi primo están muertos. ¡¿Me escuchaste?! Hazme un favor y hazte uno tú también, valórate aunque un poco y recoge tu dignidad junto a él. Ambos se merecen. Déjenme en paz y hagan de cuenta de que no me conocen. Porque en lo que a mi respecta ¡Ya no existen! — Grité colérico logrando sacarla de mi departamento.
Cerré la puerta en su cara y sin importarme que algún vecino del mismo piso escuche, le escupí todas esas palabras. Esa maldita se merecía eso y mucho más. Ojalá se pudra junto el miserable de Nicholas. Los odio a ambos, me estuvieron engañando todo este tiempo y yo como imbécil creyendo en esa zorra. Golpeé la pared, impotente ante toda la rabia acumulada y lancé un maldito objeto de la sala rompiéndolo contra el suelo.
No volveré a pasar por lo mismo. Ninguna otra mujer me engañará como lo hizo ella. Y mucho menos volveré a enamorarme de alguien, no de esa forma.
Hola soñadores, aquí iniciamos una historia. Nathan está culminado su carrera universitaria y Amelí está iniciando. Es un género de jóvenes adultos. Donde deseo puedan disfrutar de las experiencias de ambos protagonistas. Las actualizaciones de los capítulos serán los días viernes.
No olviden que estaré feliz de recibirlos en los comentarios. Y conozcan mis obras disponen en venta. Tanto como Sólo Contigo, Torpe de mi, Lista para amar y The Race "porque la vida es una carrera por ganar"
Hasta el próximo capítulo 💜
Los espero en...
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