Capítulo 16: Ganas de Vivir

Amber miró con horror mientras comprendía que su vida estaba en un peligro inminente. Sin más opciones, sintiendo una oleada de adrenalina recorrer su cuerpo, la joven reunió todas sus fuerzas y ejecutó un poderoso golpe con el antebrazo contra la anciana. El impacto desestabilizó a Lucy, lo que permitió a Amber deshacerse momentáneamente de su agresora.

Con determinación, Amber propinó otro fuerte golpe directo al rostro de la anciana, logrando quitársela de encima. En ese momento, el cuchillo que sostenía Lucy se deslizó de su mano y cayó a unos metros de distancia.

Amber vio su oportunidad y se movió con rapidez para agarrar el cuchillo, pero antes de que pudiera hacerlo, la anciana la alcanzó y la tomó del cabello con ferocidad, colocándose nuevamente sobre ella. La fuerza de Lucy era impresionante, y la rubia luchó desesperadamente para liberarse de su asfixiante control.

La anciana comenzó a estrangular a Amber con una intensidad despiadada, clavando sus uñas en la garganta de la joven, haciendo que la sangre saliera. Amber se debatía por cada bocanada de aire, sintiendo cómo su cuello era sometido a una presión insoportable y cómo la sangre comenzaba a fluir debido a las uñas afiladas de su agresora.

Con la anciana encima de ella, Amber experimentó una sensación de asfixia cada vez más angustiante. Sus pulmones luchaban desesperadamente por conseguir aire, mientras su garganta era estrangulada sin piedad por las manos de la vieja. Con cada segundo que pasaba, la chica sentía cómo su conciencia se desvanecía lentamente, como una vela que se extinguía poco a poco.

Sin embargo, su instinto de supervivencia se negaba a ceder. Con todas las fuerzas que le quedaban, Amber luchó por su vida. Con un último esfuerzo sobrehumano, estiró su brazo hacia el cuchillo que yacía a pocos metros de distancia en el suelo. Sus dedos rozaron la empuñadura del arma y, con una determinación feroz, lo levantó del suelo, dispuesta a usarlo como su única esperanza de escapar de las garras mortales de la anciana.

La vieja se dio cuenta demasiado tarde de lo que estaba sucediendo. En un momento de distracción, había apartado su atención de Amber para asegurarse de que la rubia estuviera muriendo lentamente. Sin embargo, Amber había estado decidida a luchar por su vida y no iba a permitir que la anciana psicópata volviera a someterla.

Haciendo un último esfuerzo por arrebatarle el arma, la anciana se encontró con la resistencia inquebrantable de Amber. La joven logró clavar el cuchillo en el costado izquierdo de la costilla de la anciana antes de que pudiera quitárselo de las manos. La vieja emitió un gemido de dolor mientras caía al suelo.

Amber se sintió liberada finalmente de su atacante, aunque su cuerpo estaba herido y sangrando. Sin embargo, pudo recuperar el valioso aire fresco que tanto necesitaba después del asalto asfixiante.

A pesar de sentirse débil y vulnerable, la rubia estaba agradecida por haber sobrevivido al ataque de la anciana psicótica. Tomó unos segundos para recuperar el aliento y evaluar la situación. La mujer que la había atacado yacía inmóvil en el suelo, y parecía que el cuchillo había logrado su cometido.

Sin embargo, la preocupación por Jack comenzó a inundar su mente. ¿Dónde estaría su amigo? ¿Había sido herido? ¿Necesitaba ayuda desesperadamente?

En medio del pánico y la incertidumbre, comenzó a analizar su entorno en busca de alguna señal que revelara el paradero de Jack. Su mente se posó en el granero que siempre le había intrigado. Si Jack estaba en algún lugar, era allí donde tendría que buscarlo.

Con determinación, a pesar de sus heridas y el miedo que sentía, la rubia se puso de pie y se dirigió hacia el granero mientras cojeaba. Su corazón latía con fuerza mientras avanzaba, preparada para enfrentar cualquier peligro que pudiera encontrar en su búsqueda de su amigo y su propia supervivencia.

Sin embargo, la anciana psicópata tenía más para ofrecer, aprovechando la distracción, reaccionó con rapidez y desde el suelo le agarró el pie a la joven, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo con un golpe sordo. Amber sintió el ardor en su hombro herido mientras la anciana la arrastraba hacia ella con una fuerza inusual para su edad.

—¡Maldita! —gruñó la anciana con una voz ronca y amenazante—. Pensaste que podrías escapar de mí, pero yo siempre gano.

El miedo y la desesperación se apoderaron de la rubia, quien, mientras luchaba por liberarse de la férrea garra de su agresora, escuchaba su corazón latir a mil por hora. Sus pensamientos se entrelazaban en un torbellino de terror, mientras la anciana se aferraba a su tobillo como una viciosa serpiente, arrastrándola implacablemente hacia sí.

La rubia, con el cuchillo aún en la mano, se dio cuenta de que no tenía más opciones. Sabía que debía poner fin a la amenaza de una vez por todas. Levantó el cuchillo y, en un acto de desesperación, lo clavó en el brazo de la anciana. Un grito de dolor escapó de los labios de la mujer, aunque no soltó a su presa.

Con el cuchillo aún en su mano, la rubia se esforzó por alejarse de la anciana, quien seguía intentando alcanzarla con sus garras ensangrentadas. El miedo y la paranoia se apoderaron aún más de Amber, que comprendió que necesitaba acabar con la anciana de una vez por todas, sin importar las consecuencias.

En ese momento, la rubia tomó una decisión impulsada por la adrenalina y la urgencia de sobrevivir. Con el cuchillo en alto, se lanzó sobre la anciana y comenzó a apuñalarla repetidamente. El aire se llenó de gritos, gemidos y el sonido siniestro de la carne siendo perforada. Cada puñalada era una expresión de la furia y la desesperación.

No paró de dar puñaladas hasta que la anciana yacía inmóvil en el suelo, sin vida. El ambiente rápidamente se tiñó de rojo. Cada apuñalada que daba lo hacía con remordimiento, aunque no se detenía. Las lágrimas comenzaron a derramarse en su rostro.

Luego de estar varios segundos dando puñaladas al cuerpo sin vida de la anciana, Amber se encontró en shock viendo lo que acababa de hacer. Jadeando y temblando de pánico, se alejó lentamente del cuerpo sin vida de la anciana. Se puso de pie lentamente y de manera inestable, respirando agitadamente y con los ojos desorbitados por la violencia que había desatado. La paranoia seguía latente en su mente, pero había logrado sobrevivir una vez más.

El miedo la invadió aún más cuando se dio cuenta de que había matado a alguien. Aunque se sentía aliviada de que la anciana ya no fuera una amenaza, se sintió consumida por la culpa. Sabía que había cruzado una línea y que no había vuelta atrás. La idea de haber matado a alguien la aterraba, y no sabía cómo iba a ser capaz de seguir adelante.

Amber observó con una mezcla de horror y desesperación sus manos ensangrentadas. La sangre de la anciana aún goteaba de sus dedos, y la imagen la llenaba de náuseas. Se sentía como una sombra de sí misma, atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar. La idea de haberse convertido en una asesina, incluso en defensa propia, le provocaba una profunda angustia. Sin embargo, sabía que no podía permitirse el lujo de detenerse a reflexionar sobre lo que había hecho en ese momento; la urgencia de encontrar a Jack la abrumaba.

Después de unos minutos que le parecieron eternos, Amber logró reunir el suficiente autocontrol para seguir. El aire fresco de la noche la golpeó en la cara, devolviéndole una sensación de realidad. Su corazón seguía latiendo a un ritmo frenético, y su mente estaba llena de temores y dudas. Pero tenía un objetivo claro: encontrar a Jack y escapar de ese lugar maldito.

Con el dolor punzante en su hombro herido y el cuchillo aún en su mano temblorosa, Amber comenzó a avanzar hacia el granero. Cada paso era un esfuerzo titánico, y la sensación de debilidad y agotamiento la acompañaba. Pero el pensamiento de Jack en peligro la impulsaba a seguir adelante. Sabía que su compañero podría estar enfrentando peligros aún mayores que los que ella había vivido.

Al llegar al granero, la rubia notó que la puerta estaba cerrada desde adentro. Intentó abrirla con cuidado y en silencio, pero la madera resistía tenazmente. Colocando su oído en la entrada, captó el sonido ensordecedor de una motosierra en funcionamiento desde el interior. La imagen mental de lo que podría estar ocurriendo la llenó de pánico y ansiedad. La idea de que Jack estuviera en peligro inminente la atormentaba.

Sabía que no podía perder más tiempo y se puso en marcha. Con el corazón latiendo desbocado, comenzó a buscar desesperadamente alrededor del granero en busca de una herramienta o algún objeto que pudiera ayudarla a forzar la puerta. Su mente estaba llena de temores y pensamientos oscuros, pero su determinación por encontrar a Jack no flaqueaba. El tiempo corría en su contra, y la valentía que había demostrado al enfrentar a la anciana psicópata se convertía ahora en su motor para seguir adelante. Rezaba en silencio para que su coraje no hubiera sido en vano y que pudiera rescatar a su amigo a tiempo de las garras de su retorcido captor.

Con determinación, Amber buscó una manera de ingresar al granero sin alertar a la psicópata del anciano, que estaba a punto de atacar a Jack con la motosierra. La noche se cernía sobre la oscura propiedad, y el silencio era inquietante. Sus ojos recorrieron el entorno en busca de una solución, y finalmente, se detuvieron en una ventana en la parte superior. Sabía que sería una tarea difícil, pero era su única opción.

Se acercó a la ventana y la examinó detenidamente, buscando una forma de trepar hasta ella. Fue entonces cuando notó una vieja caja de madera cerca de la pared. La madera crujía bajo sus dedos mientras la arrastraba hasta debajo de la ventana y la posicionaba como una escalera improvisada.

El corazón de Amber latía con fuerza mientras escalaba la caja de madera con movimientos cuidadosos y silenciosos. Cada centímetro ganado la acercaba un poco más a su objetivo y a la posibilidad de salvar a Jack de la amenaza del anciano.

Desde su posición elevada, Amber pudo observar la escena aterradora que se desarrollaba dentro del granero. Thomas sostenía la motosierra, listo para atacar a un inmóvil Jack. La desesperación se apoderó de Amber, sintiendo que el tiempo se agotaba rápidamente.

La motosierra de Thomas dejó de funcionar en el momento en que estaba a punto de utilizarla para causar daño a Jack. Una extraña falla mecánica pareció intervenir, deteniendo el peligro inminente. Jack seguía sin moverse, y Amber no podía entender por qué.

La confusión y el miedo la inundaron, pero Amber sabía que no podía permitir que Thomas se recuperara y volviera a poner en marcha la motosierra. Se forzó a sí misma para pensar con claridad y tomó una decisión valiente. Con su corazón latiendo a toda velocidad, Amber se preparó para intervenir y proteger a Jack a cualquier costo.

Mientras tanto, dentro del granero, la tensión era palpable. Thomas maldecía su mala suerte con la motosierra, sin darse cuenta de que una figura decidida y valiente se acercaba sigilosamente desde arriba. Amber estaba lista para enfrentar el horror que la aguardaba en el granero, dispuesta a luchar por la vida de Jack y la suya propia.

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