Capituló 13
Pov Jisung.
Abrí la puerta y lo primero que me encontré fue con este hombre de cabello negro azabache, tenía algunas líneas de expresión en el rostro, un abrigo largo color vino que le llegaba hasta las rodillas y unas botas de invierno.
Parecía muy compungido, a pesar el hecho de que traía una botella de champagne en la mano, algo así como si hubiera sido invitado a una cena formal pero se estuviera enterando de que el dueño de casa murió.
Seguidamente me volteé y observé a Minho, quien lo miraba como si se estuviera enfrentando al mismo demonio al que le había vendido su alma algunos años atrás, y
por alguna razón me sentí pequeño en mis zapatos, me sentí como si no perteneciera a esa escena de repente.
— Entonces... ¿Me dejaras pasar? — vociferó el con calma y de inmediato supe a quién le estaba hablando — ¿O ya no soy bienvenido ni siquiera cómo una visita?
Me hizo sentir mal el hecho de que el actuara como si yo ni siquiera estuviera ahí, y Minho continuaba en su estado de petrificación, hasta que finalmente asintió indicándole que pasara al interior de su residencia.
El hombre de cabello azabache caminó a pasos sigilosos hasta llegar a un cuelga abrigos y se quitó el mismo depositándolo allí, pude observar su cuerpo bien formado que se acentuaba más con el pantalón ajustado y la camisa color blanca, se volteó al ras y se acercó a Minho abriendo sus brazos como intentando un abrazo.
Minho respondió apartándose de el y tomando camino a mi lado para tomarme de la mano, sujetándola con un poco más de fuerza de la que era necesaria, pero yo sentí las mariposas volando libremente en mi vientre como cada vez que el me tocaba.
— Oh qué grosero he sido... — se percató el — Un gusto...
— Jisung — me presenté a mi mismo entusiasmado — Soy... Alumno del profesor Lee.
— ¿Ahora das clases privadas? — entonces eso sonó como un reclamo mientras el dirigía la vista hacia Minho y volvía a mí — Soy su esposo... Lee Félix.
— Tú no eres mi esposo. Estamos separados hace dos años — gruñó Minho — Tú te fuiste.
Un leve ceño fruncido se precipitó en su rostro para entonces volver a sonreír con diplomacia.
El podría ser un villano si quisiera, era bello por fuera pero a simple vista podías ver algo parecido a maldad, a la inexistente inocencia brillando por su ausencia.
El me observó un segundo y metió sus labios para adentro intentando reprimirse
quien sabe cuantas cosas.
— Necesito hablar con mi es... Mi ex esposo — me dijo y fue más una demanda que un simple hecho — ¿Podrías dejarnos a solas?
Entonces todo lo que parecía introversión y timidez en mí, se transformó en intrepidez, era un llamado a defender lo que era mío.
Cómo si un león, un perro, estuviera en mi territorio.
Me molestó todo lo que no me había molestado desde que llegó de imprevisto al hogar de Minho y me ignoró por completo aún sin saber quién era yo, fue allí que me planté frente a el con la cabeza en alto, aunque el era más alto que yo, no sentí cobardía y lo miré directo a los ojos.
— Lo siento, acabo de llegar y no pienso irme — respondí — Tú eres el que llegó sin aviso. Yo estoy invitado.
Mientras tanto Minho parecía un decorado más. Callado y pensativo, con una mirada obscura, no me movió, no hacía falta que dijera nada, yo sabía que tenía razón, Minho iba a pedirle que se vaya y entonces iba a subirme encima suyo y reafirmar mi lugar.
No tengo por qué sentirme menos porque el diga que es su esposo o por la historia que hayan tenido antes.
Es parte del pasado, el dijo eso.
El me quiere a mí.
El me desea a mi.
El me ama.
— Jisung... Puedes ir a casa. Más tarde te llamo — habló finalmente el.
Y sentí que me congelaba ahí mismo, o peor, que Félix me tomara por la cabeza como una pelota de basketball y le daba con un bate lanzándola a otro planeta.
¿Qué carajos, Minho?
— ¿Qué? — mi pecho dolió
Entonces el me tomó del brazo apartándome a un lado y puso sus fríos dedos sobre mi mandíbula elevándola para que nuestros ojos se conecten.
Mis labios picaban por un beso, en parte porque lo deseaba, por otro lado porque quería que Félix nos viera.
— Hay muchas cosas de que hablar. No es por nada, terminaré las cosas que quedaron inclusas. Prometo que se irá y no volverá a nuestras... Mi vida. — me habló con voz calma y fue el sedante que necesitaba para no terminar de enloquecer.
Yo lo observé a los ojos, sosteniéndole la mirada, y entonces la bajé.
El la volvió a levantar.
— Te recompensare por esto — y me besó en la comisura del labio. — Te llamaré luego.
Me hubiera sentido peor de no ser porque Félix observó todo desde un rincón, viejo y frío como se sentía seguramente, me hizo sentirme poderoso. Querido.
Seguramente creyó que volvería y tendría a Minho en la palma de su mano una vez más, pero no, ahora el no tenía invitación a esta fiesta.
Me despedí de Minho con un abrazo, mientras lo observaba con los brazos cruzados frente a la puerta, entonces lo salude con un adiós corto y frío y me fuí.
De regresó a mi hogar, subí las escaleras con pesar, intentaba llegar con rapidez a mi habitación pero mi madre me detuvo a medio camino, parecía alterada, como para no variar con su humor habitual.
Entonces me reclamó dónde estaba y como siempre mentí.
Le respondí que estaba en la casa de Jungkook, el único ser en la tierra con el que podía compartir más que un saludo frío de camino a las aulas.
Al cual la señora Han conocía por ser hijo de una de las señoras de la iglesia. Sólo por eso lo toleraba.
Jeon Jungkook es algo así como el chico perfecto, completamente manipulable, es todo lo que mi madre desearía que fuera mi esposo, en definitiva porque es ignorante a qué Jungkook tiene un relación furtivo con el hijo de su otra amiga. Taehyung.
Yo era la única persona que lo sabía aunque ella era ignorante a mi relación con el profesor Lee al igual que todos, sobre todo mi madre.
Si ella lo supiera sería motivo para encerrarme en mi habitación para siempre cortándome la comunicación de todo el mundo.
Y si supiera que Minho también me jode y me hace llamarla señor, también me encerraría, pero en un psiquiátrico.
Ella no es mala, solo se frustra con aquello que no puede entender.
Subí a mi habitación y me encerré con llave, tendiéndome sobre la cama en busca de alguna distracción en mi techo blanco.
Tenía que confiar en Minho, no es como si porque el se le aparecía estarían jodiendo en su habitación.
Bien, eso no ayudaba en nada.
— El ya no la quiere. Se terminó — me dije como mantra un par de veces para evitar sentirme como un culo.
Entonces mi celular sonó, Minho iba a llamarme cuando terminara con el como prometió así que el se había ido.
Sin embargo, cuando tomé mi celular era una llamada de Jungkook.
Sentí decepción y preocupación, además de miedo a que Minho llamara cuando estaba tomando la llamada de él, no obstante contesté a esta.
— Jisung — saludó alegre.
— Jungkook — me removí en mi lugar quedando sentado en mi cama — ¿Cómo estás?
— Bien, oye llamaba para preguntarte si tienes mi libro de Gramática. Se me ha perdido y pensé que pude haberlo dejado en tu habitación esa noche que hicimos los ensayos.
— Em... — observé a mi alrededor y lo ví sobre mí mesa de escritorio — ¡Ya lo ví! Mañana te lo llevo.
— Gracias amigo... adios.
— ¡Espera! — lo frené antes de colgar — ¿Puedo hacerte una pregunta hipotética?
— Seguro.
— ¿Qué harías si un ex novio... Novia de Taehyung se apareciera nuevamente para aparentemente intentar reclamarlo?
— Supongo que nada. Taehyung me quiere a mí — respondió tranquilo.
— Pero... Ustedes tienen una relación secreta.
— ¿Y eso qué tiene que ver? — su voz sonó algo molesta pero intenté ingorarlo.
— ¿No te cansas de ser el incógnito? — pregunté temeroso y al mismo tiempo sintiéndome como una gran mierda.
El no contestó por unos segundos.
— Tengo que colgar, la cena ya está lista. Llévame mi libro mañana.
Sin esperar respuesta escuché que colgó.
Creo que había hecho sentir mal a Jungkook y eso me hacía sentir incluso peor.
Pero estaba nervioso y el teléfono seguía sin sonar. Intenté relajarme, y por ello me refiero a autodarme placer pero en el momento en que mis manos rozan mis pezones, mi mente se llena de recuerdos de Minho y automáticamente me sentía sin ánimos de nada, deshuesada y con ganas de dormir.
Minho no llamó esa noche.
Tampoco recibí los mensajes que recibía cada mañana de su parte, sólo esperaba que en la universidad no me sacara a un lado para decirme que todo terminó, que no deseaba verme más, porque regresó su alma gemela y ya no necesita un agujero con quién desahogarse.
Me sentía como el culo.
No, peor que eso.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top