Capituló 11

Mis manos tomaron a Jisung de ambos lados de su cadera, elevándolo un poco así poder colocar una pequeña almohada bajo su columna y usarla de soporte.

El sonrió tímidamente, quizás como reacción a un estado ansioso, reaccionariamente me acerqué para depositar un beso del lado derecho de su ombligo.

Había removido el agarre de sus manos para que se sintiera más seguro ante cualquier imprevisto, aunque la venda siguió sobre sus ojos por decisión propia.

— ¿Estás seguro de lo que quieres? — pregunté con voz serena y siguiendo las caricias en el hueso de su cadera — Podemos detenernos cuando quieras. Sólo debes decirlo.

Sin omitir palabra el solo negó con su cabeza. Un suspiro fue todo lo que salió de sus belfos.

— Lo quiero tanto, señor. Simplemente no puedo pedirle que se detenga. — respondió finalmente con paciencia.

— Puedes hacerlo. Solo necesito que sepas eso.

El asintió y su respiración se desasceleró un poco instalándose la calma en su interior. Y una vez que volvió al lado seguro comencé a prepararme.

Pocas personas saben que en las prácticas BDSM lo más importante no es el dolor ni el rol que tomen sus partícipes, es la confianza entre éstos, así mismo generar un vínculo consensuado.

Muchos creen que en el BDSM el dominio es el dominante, pero ciertamente el que tiene la última palabra es sin lugar a dudas el sumiso. Porque el será quien dictará cuándo, cómo y cuánto. Cualquier conducta que no respete el acuerdo de consenso, sensatez y seguridad será considerado cómo violación.

Si en algún momento el dominante llegará a escuchar la palabra segura debe detenerse no importa que tan cerca del orgasmo esté o que tan metido en el papel se sienta.

Entonces, automáticamente deberá tomar un papel protector, brindando confort y prestando un sostén emocional a su sumiso para lograr restablecer la confianza.

Creo que es la parte que Jisung genera más ruido en mí. No importa si se tratara de la palabra segura o si incluso estuviéramos en una sesión. Sin importar qué voy a buscar que este sintiéndose seguro, tranquilo y placentero junto a mí.

Una vez más lo sujeté de la cadera y lo acerqué enderezando la punta de mi sexo con su entrada, pude sentir la humedad en el debido por el lubricante y como pasaba de estar temblando a estar caliente. Entonces un suspiro se le escapó de los labios, si bien estaba preparada eso lo volvía mucho más sensible y al verlo aferrado a las sábanas supe que estaba ansiando la intromisión.

Logré traspasar el anillo de músculos estirándolo al límite y pude escucharlo contenerse mientras apretaba su labio inferior con sus dientes tan dolorosamente para volverse en un tono blanco pálido.

Aún tenía mis manos sobre su cadera sosteniéndome en ellas mientras atrapaba algo de aire. Porque el esfuerzo se volvió notorio, el estaba tan apretado que la presión en mi miembro casi se transformaba dolorosa, Jisung comenzó a respirar más aceleradamente y sus facciones se endurecieron cómo aguantando el dolor.

— Ahhh — grito.

— ¿Me detengo? — pregunté precavido, aunque algo inseguro. Entonces me había detenido de igual manera.

— No — mojó sus labios con la punta de la lengua — Es muy... Grande.

— Puedo parar — me empujé lentamente hacia atrás — Puedo...

— No, no, no — me sujetó una muñeca con una mano y con la otra se quitó el antifaz dándome una mirada penetrante. — Por favor, no lo hagas. Solo... Continúe.

Asentí y volví a empujar lentamente hacia adentro, aunque está vez era mucho más fácil ingresar.

— ¿Amo podría abrazarme? — pidió suplicante — ¿Por favor?

— Yo.... — medité — Sí.

Uniendo nuestros cuerpos en un abrazo continúe empujándome dentro suyo, sus piernas se envolvieron a mi alrededor y sus uñas se enterraron en mi espalda y aún con el dolor punzante no pensé en algún momento retirarme porque extrañamente me gustaba hacerlo así.

Con un movimiento rápido enterró su cara en el hueso de mi hombro y para entonces la base de mi sexo había llegado hasta el tope. Esperando a que se adaptara nos quedamos así, pecho con pecho, sintiendo ambas respiraciones sincronizarse en una habitación que era testigo pero jamás dejaría escapar nuestro secreto.

— Muévase... Por favor — su dulce voz contra mi oído provocó que la piel de mi nuca se erizara por la calidez de su aliento.

Había comenzado a moverme dentro suyo y el se aferró aún más a mí, emitiendo silenciosos gemidos que iban aumentando en volumen, Jisung giró su rostro y cuando nuestras miradas se encontraron fue magnéticamente que nuestras bocas se quedaran apartadas una de la otra por un segundo más, casi como si fuera esencial para seguir respirando nos sumergimos en un beso profundo y necesitado.

Su lengua acariciando la mía con frenesí mientras mi mano se enredó entre sus cabellos.

— Mmhn — gimió sobre mis labios — No aguanto.

— Córrete, amor. — pedí consumido.

E igual como tocar un botón indicado; Sus caderas se sacudieron y el calor precipitó en mi miembro al mismo tiempo produciéndome un cosquilleo en la espalda y así llenándolo de aquel de aquel líquido perlado.

— Ahh, Ahh, — gruñó empapando mi miembro y parte de su entrepierna.

Una vez terminado tomé unos pañuelos junto a nosotros y comencé a limpiarlo, el se quejaba por momentos obviamente porque aún seguía muy sensible de ahí.

Al terminar nos pusimos nuestra ropa interior y el volvió a mi pecho.

Y por algunos momentos el aire se encontró un poco más espeso y cálido, simultáneamente nuestras respiraciones se sincronizaban. Entonces rió, como quien como no lo hace porque algo le causa gracia sino quizás incredulidad.

Una breve mirada lo recorrió y lo encontré observándome con ojos somnolientos.

— Con qué así se siente — habló rompiendo el silencio que nos envolvía.

— ¿Qué cosa? — volví de mis pensamientos, los cuales me habían llenado de intriga.

— Tener relaciones sexuales — río cubriéndose la cara con algo de timidez — De verdad. No de mentira.

— No creo que haya sido mentira todo lo que hicimos anteriormente — respondí quitándome de encima. El bufo ante la repentina falta de presión.

— ¿Pasa algo? — se posicionó de costado mirándome. Mi vista no estaba en el sino en el techo.

— No — volví a mirarlo con una sonrisa formada.

— ¿Estás cansad?

— Un poco. Deberíamos dormir — sugerí.

— Sí — dijo con una mano rascando su nuca — bueno...

Entonces hizo un ademán de levantarse y rápidamente lo atraje hacia mí.

— Quédate...

— Pero ¿y si alguien nos ve — preguntó intranquilo.

— Me iré temprano. Tengo que ir a arreglar unas cosas — solté el agarre y me recosté nuevamente — Puedes irte después. Sólo cerciórate que nadie te vea.

Jisung sonrió y se recostó sobre mi pecho nuevamente como un gran oso de peluche.

— Buenas noches amo — dijo.

— Buenas noches Han.

Ciertamente mis pensamientos no estaban muy errados de la realidad. Aunque aquello había sobrepasado los límites de la intensidad, no estuvo ni cerca de ser una escena de BDSM, había sido sexo normal. Sexo vainilla... Lo fue desde el principio aunque al menos el antifaz y la corbata guardaban las apariencias haciéndome creer que lo tenía bajo control.

Cuando estos se fueron, simplemente éramos yo y Jisung. Ni Hannie ni MinMin.

La última vez que tuve sexo vainilla fue cuando tenía dieciséis, y era mi primera experiencia sexual. Que había hecho conmigo ese chico que todo había comenzado a cambiar tan radicalmente sin darme cuenta.

Justo ahora cuando todo parecía estar demasiado fijado al suelo para poder mutar, para poder moverse.

Y eso comenzaba a asustarme cómo nunca antes.

¡Si encuentras algún error no duden en avisarme!

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