Capituló 10

Enmismado en mis propios pensamientos, recorrí el pasillo de vuelta a la recepción, ignorando el hecho de que Jisung volvía a comportarse de aquella manera errante sin motivo aparente, como si una palabra irrelevante que saliera de mi boca fuera suficiente para ello.

Quien dice que los hombres son complicados tiene toda la razón.

En la recepción los estudiantes se encontraban ausentes mientras que Jeongin, al único que pudo divisar entre turistas recién llegados, se encontraba absorto en una pelea mental con una máquina de sodas.

— ¡Vamos! — apresuró.

— Parece que Hyunjin no es el único que logra sacarte de quicio — bromeé recostándome en la pared conjunta.

Jeongin había sido más que un compañero, un gran amigo que desde que inicié cómo profesor en aquella universidad.

Y aunque tenía sus defectos como todo el mundo, aquello era compensado por la enorme bondad que emanaba.

Conocí a Jeongin hace siete años atrás, cuando un almuerzo imprevisto nos había juntado en la misma mesa y grupo de compañeros que no dejaban de hablar incoherencias. Por ese entonces aún no era demasiado abierto con su sexualidad, aunque más que negación era del tipo qué-te impota.

Ya saben, demasiado cerrado para explicar irrelevancias.

Alguna que otra vez lo ví coqueteando con Jiyeon, la chica de la biblioteca, justo después de sus clases en el instante que el sol caía y todos se encontraban regresando a sus hogares.

Sin embargo ver su manera de actuar con la biblotecaria era casi fraternal si partíamos de la base en que cinco minutos se encontraba con piernas gelatinosas y manos sudadas al hablar con el profesor Hyunjin de cuestiones laborales.

Y aunque querían negarlo, todos allí sabíamos que la tensión sexual entre esos dos estaba más que presente, pulsante entre ellos.

Entonces fue cuestión de verlos llegar una mañana con expresión de insomnio y la ropa del día anterior para dejar de preguntar y simplemente aceptarlo.

— No, Hyunjin me saca el quicio más que nada — bufó devolviéndome a la realidad — A veces desearía que...

Se detuvo como siendo conciente de con quién estaba hablando en primer lugar, entonces una mano se pasó en su nuca produciendo algo de fricción en ésta.

— Cambiar de trabajo — continúo.

— No creo que puedas soportar la abstinencia — reí sobre su respuesta — ¿Me alcanzas la soda?

— Si — ofuscado ante mi comentario emitió palabra, pero rápidamente me lanzó una lata — Desearía que las relaciones no fueran tan complicadas.

— Dímelo a mi — hice un ademán de brindis y me lleve la bebida en los labios.

— Hoy tenemos el día y la noche libres — avisó imitando mi anterior gesto — Quizás vayamos a cenar con algunos profesores. Si deseas...

— ¿Y los estudiantes?

— ¿Quieres que los mocosos vengan con nosotros? — se carcajeó — No creo que sea lo mejor.

— Me refiero a que no tendrá supervisión.

— ¿Y eso qué? Son adultos legalmente, pueden ir a un motel y hacer una orgía y así lo quisieran.

El burbujeante líquido me produjo una repentina quemazón en la garganta hasta el punto que me atragante con dicha bebida.

Maldita imaginación mía.

— Tranquilo — Jeongin me golpeó la espalda — ¿Estás bien?

— Si — contesté recuperando el aliento — Creo que me quedaré está noche. Necesito terminar algunas correcciones para mi discurso de mañana.

— Cómo quieras.

Conocí ese restaurante la primera vez que habíamos llegado a esa desconocida y enorme ciudad. Había llegado un grupo de amigos de cuáles solo habían quedado Jeongin y Hyunjin.

Por ese entonces, en mi veinte y tantos años, todo aquello parecía demasiado petulante para limitada experiencia culinaria. Incluso me recordé bufando por no poder comerme una hamburguesa en el Burger King, como el resto de los estudiantes, así evitando tener que estar rodeada de gente snob y comer una ración diminuta de arroz con un puñado de especias raras.

Pero como dicen, fue necesario probar para que se convirtiera en mi lugar favorito de toda la ciudad, y desde entonces cada año aprovechaba para sentarme y comer allí, ya sea sólo o acompañado.

Esa noche era yo solo, debido a que los otros profesores optaron irse a uno de comida italiana que quedaba en la calle principal y no estaba de ánimos para comida con salsa ni harinas refinadas.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando me acerqué hasta una de las mesas que quedaba en la parte más privada del lugar, justo enfrente de la barra de tragos y a unas cuantas mesas de la recepción del hotel.

— Recibiste mi mensaje — sonreí con lacividad — ¿Puedo sentarme aquí?

— No estoy seguro, deberías estar lejos de mí — respondió desafiándome un poco.

— Es algo que no puedo permitirme — una sonrisa fugaz se dibujó en su rostro y se movió unos centímetros para invitarme a su lado.

llevaba puesto una camiseta color rojo sangre junto a unos pantalones negros que hacían un lindo contraste con su piel blanca y su cabello castaño resaltaba aún más su hermosa fisonomía. También un delineado negro y algo parecido a un brillo de labios color transparente, que me invitaba a morder sus labios de forma tan obsena cómo depredadora, pero lo que más me llamaba la atención era su collar, el mismo que le había dado sólo unas cuantas semanas atrás.

Esa noche era Hannie.

Por propia inercia me ubiqué a su costado, tomando la copa de agua que estaba situada delante nuestro y dándole un rápido sorbo observé holísticamente el sitio, el ambiente era agradable, y la falta de luz artificial era la mejor ventaja.

Jisung imitó mi acción y se llevó la otra copa a sus labios, era erótica la forma en que el líquido visiblemente pasaba por su garganta y aquel recorrido que me llevaba sutilmente a su pecho semi desnudo y brillante.

Mi mano se movió hasta su pierna, acariciando el área.

— ¿Ordenaste? — pregunté sin quitar el contacto.

El hizo un gesto de negación cómo respuesta, y apartando el vidrio de sus labios dejó en evidencia la humedad de sus labios, me acerqué a su boca para retirar el resto de agua que había quedado allí.

— Será mejor que tomes la carta entonces... — había sugerido.

Y tomando una vista rápida alrededor, dejó salir una risa lasciva, que sólo pudo explicarse cuando bajó debajo de la mesa.

— Pero que... ¿Que haces? — pregunté exaltado.

— Mi plato ya ha llegado — respondió entre risas, y sus manos hábilmente llegaron hasta la hebilla de mi pantalón.

— Jisung... — llamé nervioso.

No era el lugar para intentar nada, menos cuando por lo menos la mitad de los empleados me conocía desde hace tiempo.

Ahora tenía una jovencito entre mis piernas intentando felarme a la fuerza.

— ¿Quién es Jisung? — se burló y terminó de desabrochar el impedimento de tela.

— Jisung. — repetí, ya sin paciencia.

— Señor Lee — interrumpío una voz conocida.

Lo reconocí como Jungwon, una de los camareros de aquel lugar, a quien había conocido dos años en el pasado, sólo que tenía el cabello más largo y de color rubio en aquel momento. Hoy llevaba una apariencia más adulta con ese corte y el cabello de color obscuro, aún así algo no cambiaba, su sonrisa aún seguía luciendo familiar.

— Jungwon — saludé con una sonrisa — Te vez muy. Bien.

Un golpe rápido me había dado en la pierna, hasta juraría que fue una mordida, lo que me quitó un grito de dolor.

— Señor Lee, ¿qué sucede? — el lucía preocupado.

— Nada — me froté la dolencia para después darle un golpe a Jisung en la mejilla.

Éste se quejó audiblemente y tuve que toser para cubrir el ruido.

— ¿Sabes? Tráeme alguna entrada, para dos personas. — demandé amablemente.

— ¿Dos personas?

— Sí, mi cita está en el baño.

El lució algo decepcionado un momento pero asintió llevándose la orden. Jisung por su parte subió hasta su lugar y se acomodó la vestimenta. Lucía para nada feliz.

— ¿Quieres explicarme por qué diablos me mordiste? — pregunté volteándole el rostro para que me viera.

— Su baba estaba ahogándome ahí abajo — torció la boca y desvío la vista.

— Oh — me acerqué y le dí un beso en la mejilla — No es razón para morderme, bebé. Vuelve a hacer eso y te castigaré duro.

Hábilmente lo sujeté de su gargantilla y lo atraje para arrancarle un beso sucio y profundo. Jisung se dejó hacer mientras con una mano lo acerqué aún más y deslicé la otra dentro de su pantalón, acariciando la suavidad rugosa de su entrada.

El gimió sobre mis labios, entonces ví sus ojos difuminados y suplicantes porque me adentré un poco más. Así que obediente a sus peticiones silenciosas me retiré para buscar algo de lubricación de manera independiente. Jisung se quejó de un berrinche.

Estaba apunto de escupir en mi mano hasta que algo me robó la atención, y fue la botella de aceite de coco que estaba sobre la mesa, entonces logré zafarme de Jisung para alcanzar y verter algo de su contenido sobre mis dedos logrando que estuvieran tan brillantes como resbaladizos.

— bájate el pantalón — ordené y el obedeció cómo siempre — ahora desabrocha mí pantalón.

Su respiración era irregular como si el aire le faltara pero no se debía más que a su propia excitación. La calentura que llevaba encima como si fuera un animal necesitado de frotarse con cualquier superficie erguida.

— Acaríciame. — dejé salir con voz ronca.

Mis dedos iniciaron un recorrido hasta su entrada, la cuál se había embadurnado por el aceite e invitaba tan descaradamente la intromisión de mis dígitos.

Primero fue uno, este pasó sin tanta dificultad, Jisung tomaba con más fuerza mi miembro y bombeaba de arriba a abajo, de a ratitos propinando más fuerza que otros momentos, quizás por el hecho de que aumentaba el movimiento de mis dedos en dichos momentos, entonces el segundo dedo pasó la barrera rugosa y se desesperó empujándose a sí mismo.

— Tranquilo — ordené con tono firme — Estás tan apretado, pareciera como si no fueras la misma putita que ama mis dedos y es tan elástico con ellos.

Jisung gimió en respuesta bombeando más y más, entonces agradecí la oscuridad del lugar, debido a que aquella escena parecía sacada de una película pornográfica y de no ser porque nos controlabamos de no ser tan ruidosos el lugar estaría lleno de gemidos.

— Mi-nMin — llamó.

— ¿Qué deseas, bebé? ¿Otro?

— Fóllame. Aquí. Ahora.

Me retiré para hacerlo, aprovechando la viscosidad de mis dedos para aplicarla en mi erección, el se subió aún más el pantalón y consideraría que nunca había estado tan excitado para no controlarme y pensar en follarme a alguien en un lugar público.

Pero Jisung estaba tan hermoso con esas mejillas calientes por la lujuria y mi miembro dolía para ensartarme en el como siempre había querido.

Un sonido molesto comenzó a taladrarme la cabeza como si estuviera justo dentro de ella. Entonces mis ojos se abrieron llevándose aquella escena lejos, la cuál era hasta entonces sólo producto de un sueño. Observé la cama desecha y la luz tenúe, enterándome que era de noche. El ruido era mi celular y la llamada entrante era de Jeongin.

— ¿Si? — intenté quitar los rastros de sueño que quedaban en mi rostro.

— Minho. — respondió en la línea y por la manera en que lo decía estaba ebrio el infeliz — llamaba solo para avisarte que no iré a dormir esta noche. Estaré en... Sigue haciendo... eso ¿um? Ah, estaré dando una caminata por allí.

— Estarás en la habitación de Hyunjin. Claro.

— ¿Qué? ¡No, no!

— Está bien, solo no vuelvas a despertarme. Estaba... — suspiré — Soñando algo muy bueno.

— Okay. Nos vemos mañana.

Luego de finalizar la llamada dejé el celular sobre la mesa de noche a mi diestra, la leve luz que cubría la habitación la hizo ver tan grande, al lado de mí cama la de Jeongin se encontraba impecable en contraste con lo que era la mía que lucía totalmente revuelta
producto de una tarde de descanso.

Noté por el reloj que me anunciaba cerca de la media noche que habría dormido unas cinco horas luego de la mini excursión al museo de bellas artes que tuvimos esa tarde. Excursión en dónde Jisung me ignoró abiertamente una buena porción del tiempo hasta que ni bien tuve la oportunidad lo arrastré fuera del grupo y lo reduje de un duro beso.

Entonces todo parecía olvidado o al menos un poco más manejable.

"Hago esto porque quiero mantenerte conmigo" expliqué cuando parecía prestarme un poco más de atención "Si tu familia supiera lo nuestro, ellos te pondrán lejos de mí de inmediato. No quier- no queremos eso."

Volví mi contacto al celular junto a mí para textear un mensaje rápido.

Para Han: ¿Dormido?

Jisung: No puedo. Estaba leyendo.

Para Han: ¿Que lees?

Jisung: um, un libro muy malo. Creo que se llama la biblia.

Para Han: No te creo.

Jisung: Es cierto. Estaba leyendo la metamorfosis.

Para Han: Buen libro. Oye ¿Están dormidos allí?

Jisung: Sí.

Para Han: Ven. Estoy solo.

Los suaves toquecitos en la puerta no se hicieron esperar aquella noche, habrían pasado alrededor de unos minutos cuando fui a recibir a mi visita y lo vi con el cabello levemente acomodado y un pantalón corto con medias blancas que cubrían sus rodillas.

Siempre me pregunté si su escasez de vello corporal era genética o simplemente premeditado. También tenía su collar consigo y un pequeño suéter color rosa.

Lo sujeté de las muñecas llevándolo hacia adentro y cerré la puerta con seguro para posteriormente arrancarle un beso necesitado, el se derritió sobre mí cuando mis manos frías lo sujetaron de la cadera y supe que lo había extrañado demasiado en esas horas que no lo tuve conmigo.

— Vamos a la cama — invité acercándolo imperiosamente en lo que nuestros miembros se friccionaban deliciosamente y salvajemente. Una corriente de aire frío me hizo cosquillas en la columna cuando el me miró desde abajo con esos ojos felinos que tanto apreciaba.

— Min... ho — dijo el y luego su mirada viajó al suelo solo para regresar rápidamente a mí — Podemos... Ya sabes, intentarlo.

Y sabía perfectamente que quiso decir desde el "Podemos", de repente toda la sangre pareció acumularse en mi erección y no supe cuando llegué a estar tumbado en la cama con Jisung sobre mí. Su boca se entretuvo con mi pezón derecho, ensalibándolo de modo que el aire frío de la habitación lo puso duro.

— Espera — lo detuve — Solo un minuto.

Torpemente corrí hasta mi equipaje dónde saqué un antifaz para dormir, y una corbata color azul marino, también me llevé conmigo una caja color obscura en la que Jisung atrajo toda su atención

— ¿Qué es? ¿Algún plug señor? — Jisung se sentó en la cama con una mirada curiosa.

— No — reí porque aquello lo hacía ver cómo un niño pero su hablar era como el de un ninfómana — Es tuyo.

Justo cuando se lo alcancé lo tomó entre sus manos, algo dudoso pero astuto para abrirlo con facilidad. Con una mirada de ensueño observó el collar que llevaba su nombre en él, solo por encima de la frase "MinMin's property".

— Mi collar — habló con la emoción entrecortandole la voz — Yo... ¿Cree que estoy listo?

— Siempre lo estuviste, bebé.

Y de un momento a otro me encontré moviéndome deliciosamente sobre su cuerpo desnudo y jadeante, el collar nuevo brillando en su hermoso cuello de piel nivea, la tira azul que envolvía sus muñecas y lo ataba en la cama y el antifaz que lo sometía lo volvió tan simple pero perfecto.

Mi mano tomó mi erección y la acerqué con la intimidad de Jisung rozándolas. Jisung gimió y su boca se abrió en una perfecta "o" que me animaba a dejársela roja e hinchada, una mordida leve que reventara algún capilar y lo dejara levemente sangrante. Entonces pensé en algo mejor cuando con mi mano libre apreté su pezón y sentí que acercó su intimidad más cerca de mi erección.

— Mmm Ahh~ — resoplo — Por favor.

— ¿Quieres que te folle? ¿No es así?

El asintió.

— Separa tus piernas y eleva tu cadera — lo guíe. El obedeció.

El gel lubricante se escurrió entre las mejillas de su entrada e imaginé vulgarmente como se vería una buena dosis de mi semilla en su lugar. Sucio pero anhelado esparcí el lubricante frío y un dedo entro en su entrada.

— No — se quejo — A usted.

— Lo sé, bebé. Pero debo prepararte. Aún no estás listo.

Continúe con mi deber y en pocos minutos Jisung estaba hecho un desastre de placer, tiraba de la corbata de modo que su piel estaba roja y en cierto modo el dolor aquel combinado con el placer de ser penetrado lo estaba llevando lejos de ahí.

— Amo, por favor. Lo... Lo necesito.

Ahí mismo me retiré y tomé unos segundos para prepararme. Era la primera vez que tenía sexo con alguien inexperimentado, y eso me ponía en cierta manera nervioso pero con la ansiedad corriendo por mi cuerpo.

Y el no era alguien, era Jisung, el chico que llevaba meses mirando como algo inalcanzable y hoy estaba en mi cama apunto de cruzar la línea definitiva.

— Sabes tu palabra. — dije y asintió

— Si, señor.

Parecía que el tiempo de corregirlo por no responder tácitamente había quedado en el pasado, y es que verdaderamente Jisung ya estaba listo para entender el arte del BDSM.

Para ser un sumiso al pie de la letra.

Para ser mí sumiso.

Mío.

¡Cualquier error no duden en avisarme!

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