Capituló 07

Unos días más adelante (mientras me encontraba en el descanso de mis horas laborables) me ubiqué en una de las mesas al fondo de la cafetería para relajarme y beber un café.

Y aunque no era el mejor lugar para descansar, debido a que quedaba cerca de la entrada y el insistente abrir y cerrar de las puertas me estaba desquiciando, tenía una vista perfecta de una persona a la que particularmente quería admirar.

Llevaba un aire sereno, justo como el de una persona que está sexualmente conforme y cuánto a las imágenes de su hermosa figura jadeante nublaron mi mente sentí el deseo de moverme unas mesas adelante y llevármelo a un lugar más privado.

Era insólito pensar en lo sexopato que me habia vuelto este chico de dieciocho años, haciéndome sentir como un adolescente de nuevo.

Cerca de la cocina, Jisung se encontraba almorzando junto a un compañero (ex alumno también) que no paraba de hablarle y que parecía no darse cuenta que su atención estaba en otro lugar. En mí.

Algo que destacar fue que después de comenzar esta aventura ilícita y secreta, Jisung comenzó a notarse más abierto con sus compañeros incluso parecía que aquel chico podría hacer amigos.

Indudablemente aquello no sobrepasaba los límites sociales, ya que Jisung parecía mantenerlo cómodamente lejos de su espacio personal, lo que de alguna manera me tranquilizaba.

Contrariamente a lo que se podría entender, no sé trataban de celos, es sólo que el que otra persona se sume a su vida sexual o romántica podría traducirse en una vigilancia más detenida de la vida de mi ex alumno por parte de su pareja, algo que pondría en riesgo nuestra propia relación.

Y claramente yo no estaba dispuesto a poner en amenaza mi propio beneficio. Con el tiempo encontraríamos una forma pero ahora el aún estaba siendo instruido por mí.

Por un segundo lo noté observarme hasta que volvió su vista nuevamente a su comida.

Tuve que reírme por su cortedad sobretodo cuando sé lo ve desvergonzado que es en la intimidad.

"Siempre fuiste bueno guardando apariencias, pequeño." Pensé.

De súbito saque mi móvil sólo para recordárselo.

Para Han: ¿No deberías prestarle más atención a tu compañía?

Jisung se removió un poco y sacó su celular para leer el texto recién enviado. Algo parecido a la felicidad se instó en su rostro cuando sonriendo tecleó a una velocidad clara de un millenial.

Jisung: No me culpe profesor. Tengo algo más interesante que mirar... Además estoy imaginando algo que me gustaría chupar.

Para Han: ¿Una paleta? jaja

Jisung: Su polla.

Para Han: Más tarde podrías lamerla cómo siempre. Debes ser un buena chico.

El vínculo que tenía con Jisung había logrado avanzar superando mis propias expectativas como un Domp. Incluso aunque tenga que admitir que cuando se trataba de ser dócil, el escolar no era precisamente una pluma liviana de manejar.

Jisung: Pero yo quiero ahora :(

Para Han: No tendrás nada si haces una pataleta. Y sabes que cumpliré mi palabra.

Era notablemente su brío por ser castigado sobretodo cuando preveía la fusta o el gato de nueve colas* cerca de el, igualmente era algo que no se privaba de hacer en todo momento, hasta podría decir que sin dudas que para mi sumiso la mejor parte era el castigo.

Poniendo sobre-empeño en comportarse de mala manera.

Jisung: Pura mierda. Ya no quiero nada.

Y eso era otra cosa, últimamente Hannie había tomado como hábito llenar su boca con una serie de groserías, a pesar de mis insistencias para que no lo hiciera porque los niños buenos no dicen malas palabras.

Aunque conciente de que no eran simples malas palabras sino un epítome de blasfemias. Realmente no me imaginé que alguien con apariencia tan angelical pudiera saber esa cantidad de palabras obscenas e inclusive no lograba imaginarme de dónde las habría sacado, pero allí estaba repitiéndolas con vehemencia sobre todo en los momentos más calientes.

"Fóllame más duro, hijo de puta." y "Usaré esos sucios dedos para correrme." eran de las más suaves que salían de sus labios.

Me había cansado de reprenderlo verbalmente sin que algo cambiará, lo tanto la última vez que vino a mi casa como era pactado, había decidido era hora de enseñarle a Hannie a ser más respetuoso con su amo.

Una vez dentro de la mazmorra, lo guíe llevándomelo hasta la cruz dónde situé sus manos por sobre su cabeza cerca de un aro que colgaba en el techo, entonces las até justo allí con unas esposas fijándolo en aquel aro.

El me observó expectante sin oponer resistencia alguna (no es como si realmente lo hiciera alguna vez) Hannie adoraba justamente esta parte y a lo mucho elegía quejarse, pero nada más.

Bajé acariciando la suavidad de sus piernas desnudas solo para rodear unos grilletes de cuero en sus tobillos, estos que estaban afianzados a un par de cadenas confinadas al suelo y algo separadas entre sí.

De este modo sus pies, tanto como sus piernas, estarían algo separadas una de la otra, lo suficiente para ser incómodo sin necesidad de llegar a ser doloroso y brindarme un mejor acceso a su cuerpo.

— ¿Qué me hará? — preguntó jugando con un tono pasivo-exigente. Tenía los ojos grandes y la boca rojo sangre de tanto morder allí.

Hábito adquirido por el nerviosismo pre-escena.

— Te advertí que no me gustaba que usaras esas palabras sucias. — dije con atismo de burla caminando detrás de él— los niños buenos no dicen malas palabras.

Entonces me dirigí a Hannie con una venda para privar su sentido de la vista. Ahora el sería más sensitivo por la ausencia de uno de sus sentido.

— Perdóneme, señor — repitió removiéndose un poco haciendo sonar las cadenas que reducían su movilidad — Pagaré mi penitencia si es lo que desea.

— Eso, adoro cuando eres obediente — besé su cuello y el jadeó dejando libre más piel para poder ser besado. Aquella zona erógena era la favorita de Hannie, incluso más cuando ponía mis labios sobre el y depositando besos plancenteros.

Rodeando su cintura me encontré a mis propias manos sobre su vientre y acaricié la zona cálida con dedicación. Hannie se movió ante las caricias, y automáticamente acarició su trasero sobre mi erección, lo que era una tortura porque, a diferencia Hannie que estaba desnudo, yo llevaba unos pantalones que ejercían una presión dolorosa sobre mi polla.

Ahora sólo podía fantasear por liberarme y situar mi erección entre sus nalgas sólo para masturbarme en ellas.

Entonces tomaría mi polla para insertarme de una estocada en su entrada y me correría dentro de el para que mi semilla se le escurra entre sus piernas convirtiéndose en una de mis imágenes favoritas.

Claro, si tan solo supiera que aquello no terminaría precisamente con un final feliz.

Había pasado algunos días desde que me convertí en el tutor sexual de Jisung, preparándolo para tener su propio collar*, pero aquella pequeña parte del sexo aún no había sido culminada.

Habíamos intentado unas dos o tres veces pero el se ponía muy nervioso, lo que provocaba un dolor para nada satisfactorio, por lo que elegía prenar la escena con su conocida palabra de seguridad.

Entonces era tiempo de parar, tomarme algún tiempo para tranquilizarlo, mostrarle que estaba seguro conmigo. Que jamás lo dañaría. Una hermosa conexión que solo puede haber entre una Dom y su Sum.

Jisung debía saber que no había prisa, nos divirtíamos lo suficiente como para que fuera excluyente el sexo anal.

Sobre todo cuando tenía el privilegio de masturbarlo con mis dedos y sentir su tierna carne contraerse alrededor de mis dígitos.

— Hannie, dime tu palabra de seguridad — continúe acariciando, aquello era sólo para confirmar su conciencia ante la situación.

— Ro-rojo — entrecortó.

— El juego termina cuando tu lo desees, hermoso — avisé dirigiéndome hacia sus pezones para ceñirlos con mis dedos. El lloriqueó — Ahora... — liberé un pezón para escarbar en mi bolsillo. Justo lo que necesitaba — Abre la boca.

Saqué un paquete de caramelos de cereza dulce, aquellos que por conocimiento sabía que eran sus favoritos y los situé justo sobre sus dientes inferiores.

— Muerde — el obedecio. — Vas a sostener el caramelo entre tus dientes. Tienes prohibido tragarlo. — brevemente lo retire con una mano, esperando su afirmación. — ¿Entendido?

— Si, señor — abrió más la boca y antes de poner el caramelo chupé su labio inferior.

— Buen chico.

Hannie sostuvo el caramelo entre sus dientes impecablemente a mis órdenes.

Pero como a veces me gusta ser más que sádico, un hijo de puta, pensé que eso no sería suficiente si quería enseñarle una buena lección de modales a mi pequeño alumno.

Caminé unos pasos lejos de su cuerpo para observar su vientre expandirse y contraerse mostrando sus costillas algo tímidas exhibirse, guardé nuevamente los caramelos sin
antes colocar uno en mi boca.

Sonriendo me detuve frente a uno de mis muebles, dónde estaba lo que yo llamaba "mis herramientas de tortura".

Negativo, no son látigos ni instrumentos para producir dolor físico, sino para torturar en otras formas.

Entonces visualizando el más adecuado tomé un pequeño plug* color morado que funcionaba como vibrador y una botella de lubricante a base de agua.

Hermoso.

A sabiendas que por el tamaño no sintiria demasiado la diferencia de mis dedos, ya que aquí lo primordial no era otra cosa que estimular, de modo que con el caramelo en la boca sería un sobre-esfuerzo y dolor psicológico no poder gritar ni gemir con facilidad sin llegar a escupir o tragar el caramelo.

Cuando volvi escuché a Hannie tragar con algo de dificultad. Sus glándulas salivales trabajaban velozmente haciendo brillar un hilo de baba sobre su barbilla.

Caminé detrás de el nuevamente adorando la pomposidad de sus glúteos.

— ¿Es muy difícil amor? — me mofé con una sonrisa perversa en los labios — Voy a ayudarte.

Subsiguientemente embadurné mis dedos con aquella loción pegajosa y con una mano en su cadera dirigí la otra hasta su rugosa entrada. Hannie se quejó moviendo las cadenas de los grilletes, sin embargo se arqueó y empujó contra mis dígitos.

Puto vicioso. No hay nada que adore más que mis dedos en el.

— ¿Qué pasa? ¿Estás ansioso, pequeño? — acaricié su entrada sintiendo como se contraía ante mis estímulos, adentrando la punta de mi dígito en el anillo de músculos — ¿Deseas que toque como te gusta?

Hannie asintió vehemente.

— ¿Si? — acaricié sus terminaciones nerviosas adentrándome un poco más. — Di "Por favor, amo" si así lo quieres.

Intentó pero solo se oyó como un balbuceo.

— Tienes que decirlo claramente. No entiendo, Hannie. — reí.

Era imposible para el seguir aquella solicitud con el caramelo derritiéndose en su boca, por lo que después de dos intentos, solo pudo dejar un quejido agachando su cabeza, dándose por vencido.

Siendo conciente de su desesperación me bajé hasta estar frente de su bonito trasero, dejé un beso en su glúteo derecho, para luego morder la carne con cierta presión dolorosa. El gritó, o al menos eso parecía.

Curve mis dedos en su interior, Hannie gimió en lo que parecía un grito más desesperado, a todo esto yo estaba dolorosamente duro.

Continuando mi acción de entrar y salir de el, encendí el vibrador con una mano y lo conduje hasta sus pezones posicionándolo sobre uno de ellos. Este acto que estaba haciendo gotear y contraerse como si fuera por alcanzar el clímax. El gimió y sentí como el caramelo estaba moviéndose porque comenzaba a ser más clara.

— Será mejor que no lo tragues o lo escupas... — aferré más el plug a su pezón percibiendolo más duro — O te aseguro que ya no será divertido para ti.

Hannie se quejó.

— No quiero volver a oírte diciendo groserías. Cuando digo para debes detenerte, así como lo haría una buen chico. — continúe escuchándolo llorar — ¿Entendido?

Arquee aun más mis dedos dentro suyo.

— Escupe el malito caramelo y di claramente: Lo siento, señor.

Hannie obedeció a mis órdenes sólo para continuar lloriqueando. Estaba apunto de correrse.

Con el vibrador escendido di un par de círculos sobre su otro pezón, y finalmente lo aparté, ahora, dirigiéndolo hasta su entrada. Fue allí que lo obligue a perderse parcialmente. El se retorció y yo pasé delante suyo.

Lo admiré humedecido por el sudor, su cabello despeinado, su boca jadeante y la venda negra volvía todo más perverso.

Con aquella imagen liberé mi propia erección y comencé a masajearla frente a el admirando a mi sumiso, sus costillas, ese ombligo subiendo y bajando. Bombeé desde la cabeza hasta la base mojando con mi presemen toda la extensión. El vibrador estaba enloqueciendo a Hannie.

— Por favor, por favor, ahh ¿puedo correrme? — suplicó en llanto

— Aún no — dije tranquilamente, continúe bombeándome más intensamente.

El continuaba gimiendo.

— Córrete, amor — ordené con mi último aliento, acercándome un poco más. — Córrete
sobre tu amo.

El se retorció y con un grito se corrió. Aquel orgasmo que había sido tan intenso se había convertido en mi orgasmo favorito de el. Suficiente para venirme yo también.

— Buen chico. — alenté junto ante de arrancarle un beso tenaz rozando mi miembro con el de el. Su lengua me recibió felizmente. — Buen chico.

Moví la venda de sus ojos de modo que pudiera verme, notando sus pupilas dilatadas. Y sus cuencas estaban mojadas de lágrimas.

— ¿Volverás a decir malas palabras?

— No, señor — respondió en un suspiro agotado.

Sonreí dejando ahora un beso en su frente.

El celular sonó nuevamente.

Jisung: Profesor, parece averiado ¿Debería llamar a enfermería? jaja

Para Han: Estaba pensan...

— oye, señor celular — interrumpió súbitamente una voz ya conocida — ¿En tinder? — Intentó arrebatarme el celular pero falló en el intento.

— No, Jeongin. No estoy en tinder — Respondí hastiadamente alejando mi celular y guardándomelo nuevamente. — Que raro no verte pegado a Hwang.

— Estamos tomandonos un tiempo — dijo no tan emocionado.

— ¿Otra vez? Hyunjin no sabe cómo dejarte, amigo.

— Si búrlate porque mi relación se está yendo al demonio.

— Yo no me burlo, solo lo señaló como buen observador. Vele el lado bueno, al menos no viven juntos.

— Sí, pero dentro de unos días tendremos que compartir el hotel y será muy difícil mantenerme al margen. Cuando sabemos que cada año follamos como conejos en el congreso.

— No necesitas recordarme... — lo había olvidado — El congreso.

Mierda.

Cada año la universidad acudía al famoso congreso de universidades del país sólo para exponer su crecimiento a nivel educativo junto a demás universidades.

Lo que se traducía en tres aburridos días en otra ciudad rodeada de profesores que no habían más que creerse la gran cosa y discutir su desempeño académico. Lo había olvidado completamente.

— Sí — aseguró Jeongin — Cómo todos los años, ¿Dónde vives? hablamos de eso en el desayuno.

— Lo siento, estoy teniendo otras cosas en mente — A Jisung desnudo por ejemplo — ¿Sabes que alumnos han aplicado como embajadores?

— No, sabes que es más nepotismo que buen apitud académica — se quejó Jeongin — Aunque se habla de que es obvio que Kim llevará a su nieto, solo para alardear. Se que es una exelente alumno pero...

— ¿Kim? ¿Es acaso Han Jisung? — me sorprendí esperando que mis mejillas sigan naturales como siempre y no rojo manzana.

— Duh, sí. El única nieto que tiene el viejo — Jeongin puso los ojos en blanco.

Pero era improbable.

Si Jisung estaba convocado el sabría primero que nadie justamente al ser el nieto del decano de la universidad. Sin embargo a mí el no me había dicho nada, seguramente por la ignorancia del tema.

— Bueno, me voy a ver si tengo suerte con Hyunjin antes de que empiece la segunda parte — se excusó Jeongin — Deséame suerte.

— No.

Gimoteando se alejo de la mesa, entonces noté que Jisung ya no se encontraba en el lugar donde estaba anteriormente.

Un mensaje llegó.

Jisung: No puedo esperar a hacerlo en el hotel.

El maldita ya lo sabía.

Sonreí.

Para Han: ¿Con qué guardando secretos a tu amo? Descansa un poco antes de ir esta tarde a casa. Lo necesitarás.

Avísenme si hay algún error ^^¡!

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