Capituló 06
Ví caminar a Jisung (O Hannie) hacia la puerta, y desaparecer tras de ella, incluso con el clima invernal de entonces podía decir que la habitación estaba más calurosa que en muchas ocasiones anteriores, por lo que me quité algo de sofocación de encima desajustándome la camisa.
Caminé hacia uno de los sillones que estaban convenientemente ubicados a unos pasos de mí, justo al lado de una mesa cajonera de dónde saque unos habanos de Pargatás*. Solo el sabor a chocolate clásico de éstos me quitaría algo de tensión antes de alguna escena*, por más cliché que sonase.
Al dar la primera calada una risa se escapó de mis labios, todo aquello era tan surrealista que incluso pensaría que no era más que una idea colada en algún sueño.
Es que hace tan solo un mes atrás Jisung era un chico tímido e inocente, pero ahora estaba desnudándose para mí mientras yo esperaba pacientemente su cuerpo.
Sumido en mis pensamientos no oí la puerta así que mi sorpresa fue real cuando observé a Jisung frente a mi, llevando aquella bata de seda negra, pies descalzos y evidentemente nerviosismo.
Tragué.
— ¿No tienes nada debajo de eso, cierto? — pregunté.
— No, señor. — Dijo Jisung, para posteriormente humedeserse los labios con la punta de la lengua. Verlos así, tan rojizos y mojados me provocaron de empujar algo entre ellos.
— Muy bien — Me removí un poco separando ambas piernas. — Ven aquí.
— Gracias, señor. — quizás solo me gustaría más de lo que pensaba.
Acatando mis órdenes se acercó posicionándose sobre mis piernas, jugué un poco mis cartas acariciando aquella tela fina sobre él, que en contraste con su tés tan pálida era simplemente perfecta.
— ¿Nervioso? — Indagué con una sonrisa que esperaba que no se viera placentera...
— Un poco señor.
— Bien — Inhale y exhalé rápidamente el humo de mi habano — ¿Alguna vez has fumado?
— No, señor — Respondió Jisung tragando ruidosamente.
— Eso es perfecto. No debes hacerlo, los niños no deben fumar. — reí.
— Yo no soy...
Se frenó al notar mi ceja alzada expectante a su respuesta.
— Es cierto, señor. — continúo finalmente.
— ¿Quieres probar?
Jisung asintió volviendo a remojar sus labios. Era un tic nervioso.
— Mmm — levanté mi índice moviéndolo de un lado a otro negativamente, para luego indicarle que se acerque. Jisung abrió la boca. Fue allí que inhalé sin exalar el humo y dejando el habano de un lado justo sobre el cenicero a mi diestra, tomé su cálido rostro para dejar salir el humo en su pequeña boca. Y lo besé corto pero duro, dominante y áspero. — Exhala pequeño.
Jisung se enderezó pausadamente, y con sus ojos cerrados echó el humo de su sistema haciendo su cabeza hacia atrás.
— Gracias, señor. — respondió aún con ojos sin abrir.
— Cómo dije... — Levanté las manos hasta el cinturón de su bata — Fumar es malo. Sólo debes hacerlo cuando yo esté contigo... ¿Entendido?
Pero no respondió absorto en su propia mente.
— ¿Entendido? — Insistí sujetando el cinturón con firmeza y levantando un poco la voz.
— Si, señor.
— Bien — me aclaré un poco la garganta apartando las manos de su vestimenta. — desnúdate.
Y sin preámbulos se desprendió el cinturón y dejó caer la tela negra al suelo revelando su desnudez. Su perfecta desnudez, suave, uniforme y juvenil.
Ahora siendo yo el que me relamía los labios observando un poco más más de su cuerpo, estaba sorprendido por mi erección. Estaba duro como una roca.
Llevé la mirada a su vientre plano y terso, deseando dejar marcas en todo el territorio.
— Acércate — Ordené sin prestarle atención más que a ese vientre tan perfecto.
Y Jisung dió un paso más.
Ahora llevando mis manos a su trasero masajeé allí, al tiempo que dejaba un beso largo sobre su abdomen.
— Me encanta tu ombligo — señalé lamiendo justo ahí — Me encantaría acabar aquí.
Y Jisung se retorció dejando salir un gemido ahogado.
— Me encantaría, señor. — respondió.
Tuve que reírme de su descaro al decirlo. Amando esa mitad inocente, mitad perversa forma de hacerlo.
— ¿Si? — volví a repetir la acción al final dejando otro beso — ¿Cuánto?
— Mucho, señor — Gimió un poco más alto.
— Eres una putita caliente — declaré yendo a tocar su entrada, esté se contrajo ante el estímulo de mi mano callosa — Estás muy apretado.
— Si, señor.
— Me tienes muy duro Hannie ¿Qué harás al respecto? — sonreí quitando mis manos de el para agarrar el habano, casi consumido, y llevarlo a mis labios otra vez.
— ¿Qué quiere que haga señor? haré todo por complacerlo.
— Arrodíllate. Manos atrás. Quiero que te sientes sobre tus gemelos.
Lánguidamente tomó la posición que le ordené, levantando un poco su cabeza para observarme.
Aún con piernas separadas tomé otra calada enxhalando nuevamente el humo, para finalmente apagarlo en el cenicero a mi derecha. — Bien, compláceme.
Jisung se relamío los labios y se acercó a mi notoria erección sobre la tela de mis pantalones.
— Mmm — negué haciéndolo hacia atrás hasta su anterior posición. Algo confundido por la acción Jisung frunció el ceño — Ponte unos cinco pasos atrás.
— ¿Qué quiere que haga señor? — preguntó sonando más impaciente de lo que quería pero acatando a las órdenes. Fue allí que sonreí observando su rostro cunfuso al verme ponerme de pie frente a el.
— Sería muy fácil que me la chupes y ya... También algo aburrido. — declaré alzando un poco su mentón — Vamos a jugar. Observa el suelo y espérame.
Dí unos pasos alejándome de el y su dulce expectación. Entonces me dirigí hasta la vitrina donde colgaban unos hermosos látigos que eran mi colección más preciada.
Abriéndola divisé la gran variedad y opté por la opción que me parecía más adecuada. Algo suave para empezar tampoco deseaba espantarlo a la primera.
Tomé la fusta* de cuero negro y una botella de crema tópica para las heridas, entonces me encaminé hasta dónde estaba Jisung, con brazos detrás de su espalda y cabeza agachada, pensando quién sabe cuántas cosas al mismo tiempo.
Una vez frente a el posicióne la fusta bajó su mentón y alcé su mirada a mí.
— Mírame — el lo hizo — ¿Recuerdas las palabras de seguridad?
Jisung asintió.
— Dímelas.
— Rojo, amarillo, verde y señor. — Respondió tragando pesadamente.
— ¿Cuántos? — El me miró devuelta con confusión — ¿Cuántos quieres?
— Diez señor.
— Muy bien — Sonreí emocionado. Posicióne la loción en la pequeña mesa y la fusta en el sillón, necesitaba quitarme la camisa, de lo contrario sería muy incómodo jugar una escena con ella puesta.
Pude ver aquel brillo perverso en los ojos de Jisung quizás con manos picosas por tocar.
— ¿Te gusta lo que ves, pequeño? — pregunté sonando algo orgulloso. No era del tipo que se siente inseguro sobre su físico. Aunque tampoco alardeaba ello, pero en aquel momento al ver ese brillo entré en confianza conmigo mismo.
— Me gusta, señor. Gracias, señor.
Ya sin camisa, por qué la había descartado a un costado, tomé nuevamente la fusta de cuero negro sosteniéndolo con decisión — Cuenta conmigo, amor — mandé caminando detrás de el.
— ¡Listo!
— Si, profesor. Puedo tomarlo. — dijo con voz baja.
— Uno — Jisung contó aguantando el dolor.
— Vamos — nuevamente di otro azote.
— Dos.
Y así hasta llegar hasta ocho dónde su espalda ya estaba rosa por los golpes, un rosa perfecto en contejo su piel pálida.
— ¡Ocho! — gimió más alto.
— Puedes hacerlo. Dame diez — alenté.
— ¡Nueve! — gritó e incluso aunque no veía su rostro podía sentir las lágrimas saladas deslizándose de su rostro.
— Uno más.
Aquel fue el azoté más duro por lo que su cuerpo se arqueó dejando salir un grito tan alto que supe que dolió más que los anteriores.
— Diez — no resistió más se rompió a llorar.
Aparte la fusta y me moví frente a el, para tomarlo en mis brazos, Jisung rodeó sus brazos a mi alrededor y se hundió en mi cuello llorando igual de intensamente ahí. Me senté sobre el sillón y lo arrullé un poco.
— Shh shh lo hiciste perfecto. Estoy orgulloso — indiqué besando su sien.
Tomé la loción con cuidado de no molestar y con una mano hábilmente le eche sobre mí otra mano y calenté para masajear su espalda, Jisung gimió del dolor — Está bien, está bien — Indiqué esparciendo la crema hasta que ya noté que no se quejaba.
Jisung sorbió y me observó estirando sus dulces labios para que lo besara. Y así lo hice disfrutando de esos labios que alguna vez había fantaseado y ahora eran reales. Y esa lengua tan única tallándose contra la mía. Deje la loción a un lado.
— Gracias, Señor. — Agradeció una vez que el beso se detuvo.
Y entonces se acurrucó en mi cuello dejando una respiración superficial y cálida sobre éste. A esta altura las endorfinas posiblemente ya hicieron su efecto por lo que su cuerpo estaba relajado al igual que su mente.
— ¿Han? — llame pero no obtuve respuesta inmediata.
Cuando no obtuve algún sonido o movimiento supuse que estaba dormido por lo que intente moverme pero el se movió para detenerme dejando salir un quejido algo tierno.
— ¿Quie-quieres dormir? — Pregunté sin moverme
— Mm Mm... — negó.
Se quedó en silencio un segundo para continuar bajando hasta mi bragueta y ahuecando mi tímida erección sobre la tela — Quiero mi premio, señor.
Mi polla se retorció ante esa declaración poco inocente que salió de sus perezosos labios.
Comenzaba a acalorarme otra vez cuando se movió y besó una de mis clavículas y luego mordió un poco (bastante intenso) y aunque estaba sin camisa el calor era inmitente.
Deslizó la mano con la que no se estaba sosteniendo de mí dentro de mi ropa interior. Y estaba jodidamente duro para entonces, acariciando la piel venosa y caliente repitió — Béseme, profesor.
— Para ser un sum* eres demasiado demandante Hannie — Reí un momento para alcanzar su boca y humedecerlos con mi lengua, entonces mordí aquel belfo inferior que tanto grueso como pecaminoso.
El se quejó un poco pero sacó su lengua aplicando fuerza en su movimiento manual sobre mi polla.
— Espera — lo detuve observándolo con lujuria insostenible como un depredador a su jugosa presa.
— De rodillas — ordené, Jisung me observó algo confundido quizás por la excitación pero prontamente asintió con impulsividad. Se movió hasta quedar de rodillas frente a mi con ambas manos en el suelo — ¿Quieres tu premio?
— Si, señor. Lo quiero, señor. — afirmó.
— Acércate — deslizando mi bragueta hacia abajo liberé mi dureza que ya estaba húmeda en la punta por el punto blanquecino y lo observé obedecer a mi orden acercándose hasta estar casi sobre mí — Saca tu lengua.
Al mirarlo sacar su lengua acerqué su boca a mi polla y di unos cuantos golpes sobre esta, volviendo su lengua aún más húmeda y pegajosa cuando el hilo se formó al separarlas.
Jisung se acercó un poco más, sin embargo lo detuve antes de poder posar sus labios sobre mí.
— ¿Realmente puedes hacerlo? — Indagué con dubitación.
— Si, señor. Yo pued-do — gimió subiendo y bajando su pecho mientras cerraba ambos ojos.
— Déjame ver esos dientes — moví mi mano y expuse su perfecta sonrisa jalando un poco la piel — ¿Sabes que si me tocas con ellos tendré que castigarte, no es así?
— Si, señor. Déjeme complacerlo — suplicó aún sin abrirlos.
— Bien, chupa bebé.
Y succionó primero solo el glande luego bajando un poco más mientras su mano derecha sostenía el eje y la izquierda estaba en el suelo luchando por no manosearse cómo deseaba.
— Tócate pequeño — dije aunque no supe si fue muy claro puesto que mi respiración estaba hecha un desastre de exitación.
Y Jisung comenzó a tocarse mientras chupaba con ojos cerrados y su lengua acariciaba la venocidad de mi carne.
Sentí la necesidad de que fuera más adentro cuánto tomé su cabello y tiré de éste. — Voy a follarte... Necesito joderte la boca — repetí con mi ritmo cardíaco a mil — rojo, amarillo o verde.
Sacando la erección de su boca me miró, su rostro estaba rojo y algunos mechones rebeldes en su frente estaban húmedos. Esto era mejor que la pornografía, de hecho esto era pornográfico, Jisung lo era — Verde, señor. — gimió
Moví las caderas un poco y tiré de el más profundo activando su reflejo nauseoso pero obteniendo jadeos en respuesta, su cabello estaba caliente y aquellos pequeños bucles sólo me daban deseos de tirar más profundo.
El continuaba tocándose en el suelo cuando lo noté retorcerse. Jisung me observó y gritó alrededor de mi erección para dejarme verlo correrse tan dulcemente y fue suficiente para que con un movimiento retiré mi erección y continuará bombeando afuera.
Jisung sacó su lengua y la usé como apoyo mientras continuaba mansturbaba la longitud, su mirada estaba desenfocada y parecía drogado, sacudí las caderas y me vine dentro de su boca abundantemente, aquella corrida que fue tragada obedientemente por mi sumiso hasta que mi polla estaba blanda nuevamente. La sacudí un poco y la volví a meter en mis pantalones.
— Jodida mierda — Exhale — Ven conmigo, pequeño.
Mi alumno se limpió la boca con la mano y atacó las ordenes yendo a mis brazos y acurrucándose en éstos como una gatito satisfecho ronroneó en mi cuello.
— Mañana... ¿Qué tienes que hacer después de clases? — hablé con algo de dificultad por la exaltación.
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