Capítulo dos

Cómo poder resistir ante tanta belleza que tenía frente a sus ojos, parecía completamente todo un manjar hecho por los mismos dioses... Y sólo para él.

— P... Puede... Acostarse en la cama  — Fue lo primero que se le ocurrió. Ni siquiera podía hablar bien, sentía una extraña sensación al ver a Degel portando únicamente una toalla rodeando esa estrecha cintura.

Degel se dio la media vuelta, se llevó sus largos cabellos detrás de su espalda para poderlos acomodar y se acostó lentamente boca abajo.

Milo no pudo evitar sonrojarse, tenía que mantenerse sereno para tratar de no perder la cordura ante ese francés.
Con movimientos torpes tomó aquella botella donde llevaba esa esencia aceitosa que Degel escogió y lentamente dejó caer algunas gotas en su espalda.

Las gotas recorrían su piel dejando ligeros caminos.
Milo comenzó a frotar sus palmas de las manos para poder entrar en calor y así comenzar a masajear su espalda.

— Sólo relájese — Fue lo único que logró decir Milo al sentir el cuerpo del francés muy tenso.

— Estos últimos días han sido muy pesados para mi, ayudarle a Kardia con los balances de la empresa termina siendo agotador — Respondió Degel tratando de relajarse mientras cerraba sus párpados.

Unas ligeras gotas de sudor comenzaban recorrer en el rostro del heleno, más en la parte cuando las yemas de sus dedos recorrían su espalda baja.
Rápidamente sacudió su  cabeza para liberar aquellos pensamientos que comenzaban a traicionarlo.

— Comprendo su estrés joven Le Roux, puede pedirme lo que guste — Esto último lo dijo sin pensar.

De pronto el sonido de la puerta los interrumpió, era uno de los empleados del lugar llevando una charola con algunas frutillas, dos copas y una botella de vino.

— Señorito Le Roux, le traje lo de siempre — Respondió amablemente su mesero personal dejando la charola sobre el mueble que estaba al lado de su cama.

— Muchas gracias Yato, puedes pasar a retirarte — Respondió Degel con los ojos cerrados mientras seguía disfrutando de ese masaje relajante por parte de Milo.

El joven salió de habitación cerrando la puerta.
Milo comenzó a sentirse más nervioso al ver dos copas, en su mente imaginaba que el señor Metaxas seguramente no tardaría en llegar para tomar vino con su pareja.

Esto ligeramente lo desanimó, ahora sería incómodo que el señor Kardia llegue y lo mire brindando masaje a su pareja.

— ¿Tomas vino Milo? — Cuestionó Degel claro y directo.

— ¿Yo?... — Comenzó a titubear nervioso — Yo, claro que si.

— Entonces hazme el favor de abrir esa botella y servir un poco en esas copas, no me gusta tomar mi vino solo.

Milo dirigió su mirada a la charola, tomó una de las toallas para poder retirarse el exceso de aceite de las manos y se acercó para poder tomar la botella de vino, con ayuda del sacacorchos que estaba sobre la charola logró destaparlo y con mucho cuidado lo sirvió en las copas.

Tomó una y se lo entregó a Degel.

— Aquí tiene.

El joven francés se incorporó de la cama y se sentó en la orilla para recibir la copa de vino.

— Gracias Milo, toma el tuyo también. Y por favor no me hables de usted, estoy casado pero no soy tan grande de edad.

No pudo evitar dejar escapar una risa tierna, aunque si se atrevería a formularle esa duda que tenía.

— Si no te incomoda... ¿Cuántos años tienes? Y si te hablé de usted lo hago por el respeto que te mereces.

Degel lo miró a los ojos — Veinticinco... Kardia y yo nos llevamos por seis años.

Ante esto Milo quedó asombrado — Casi como yo, estoy por cumplir veinticinco.

— Bueno, entonces brindemos por nuestra edad — Degel levantó su copa, Milo hizo lo mismo — Salud.

Ambos tomaron ese contenido embriagante, una ligera gota recorría en los labios del francés. Milo sin pensarlo acercó su pulgar para retirárselo.

Ante eso Degel se quedó impresionado por la cercanía de ese hombre. Desde que llegó a ese centro de masajes se había dado cuenta de la forma en que Milo lo observaba.
Una mirada que desbordaba deseo, no era tonto, claro que Antares deseaba lo mismo que él.

Dejó su copa vacía sobre el mueble, se levantó de la cama y se acercó a Milo para retirarle la copa de sus manos.
Milo se quedó sin poder articular ni una sola sílaba, verlo aún más de cerca incitaba a despertar sus deseos más profundos.

— A mi no me engañas Antares, me he dado cuenta que buscas algo más allá que solo disfrutar de darme un masaje.

Milo no pudo evitar ponerse más nervioso de lo que ya estaba, lo había descubierto, gran error, no sabía disimular sus intenciones pero le era completamente imposible negarse ante esa belleza.

— Quizá estés en lo cierto... Pero no puedo hacerlo.

— Si lo que te preocupa es Kardia, déjame decirte que está en un viaje de negocios y no regresa hasta dentro de dos semanas.

Ahora Milo se encontraba en un dilema, luchaba internamente entre la conciencia y el deseo.

— Yo tenía razón, por eso pedí que vinieras tu... Pierdes completamente la cordura cuando estás frente a mi — Respondió Degel dando la media vuelta, comenzó a caminar hasta la ventana para mirar lo que sucedía al exterior, el clima comenzaba a tornarse más denso. Esa sin duda sería una tarde lluviosa.

— Entonces me estás poniendo a prueba ¿Verdad?

De manera repentina Milo se acercó peligrosamente al joven, aprovechando que lo tenía de espaldas, colocó sus manos sobre su delgada cintura y se acercó a su oído.

— Me tienes atrapado y sin  salida Degel — Susurró colocándose entre su cuello aspirando el aroma sutil de la fragancia que usa el francés.

Su respiración comenzó a sentirse agitada, su corazón latía con más fuerza.

— ¿Así quieres jugar Milo? — Cuestionó Degel justamente a punto de caer ante ese hombre tan sensual,  seguro y atractivo como lo es Antares.

— ¿Jugar? — Le preguntó subiendo sus manos a su pecho arrancando ligeros gemidos al joven francés — Prefiero cumplir todo aquello que me imagino contigo... Hasta pensarlo es un gran pecado.

Degel recargó su  cabeza en el hombro del heleno, mientras sentía esos dedos recorrer su piel subiendo hasta su cuello.
Poco a poco su pulgar se colocó en los labios del francés.

— Si es pecado... Entonces quiero descubrir todo lo que has imaginado conmigo... Si estoy cediendo ante ti es porqué me estás provocando — Susurró Degel cerrando sus ojos sintiendo espasmos en todo su cuerpo por las caricias del contrario.

Milo sonrió ladino ante esta confesión...
Sus más grandes fantasías estaba a punto de hacerlos realidad...

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Buenas tardes personitas bellas creí que esto de Degel con Milo me saldría en un sólo capítulo pero ya me di cuenta que no 🔥🔥🔥 lo bueno está por comenzar así que mientras les dejo esta parte.
Les mando un gran abrazo 💖💖💖



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