Tres.

No lo tomes todo personal, algunas personas solo lo hacen para molestarte.

Por último, estaban los tres "hermanos". Dazai, Elise y Rikku. Quienes a simple vista parecían llevarse mal, pero la verdad era que estaban muy unidos por haber crecido juntos.

A la mirada de Fyódor, todo era tan extrañó. ¿Siempre hacían eso?

— Lamento la interrupción, pero no tengo tiempo para esto, creo ya haberlo mencionado antes. ¿Necesito saber que tipo de trabajo me dará, señorita Rikku? — después de un rato, al decir, se ganó la mirada de todos los de la mesa.

— No seas impaciente, Rikku-chan no tiene tiempo para ti justo ahora — Dazai le avisó poco después y ella siguió cenando como si nada hubiera sucedido.

— Bien — simplemente soltó y tal como todos, comenzó a comer en silencio.

La primera persona en terminar fue la heredera, que sin esperar a sus acompañantes, abandonó el comedor elegante sin darle la mirada a Fyódor, pero esté, ya se estaba haciendo a la idea de que su plan había fracasado desde que la vió venir por el pasillo y se presentó. Era la primera vez que un plan no le resultaba, por lo que se estaba haciendo del tiempo para crear uno nuevo está vez sin puntos ciegos.

La dejó ir sin decirle nada, sin embargo...

Cuando la joven estuvo preparada para dormir sus ocho horas diarias, alguien tocó la puerta irrumpiendo su calma. Sabía que él que estaba detrás de la puerta no era otro más que el ruso, ya que nadie que conociera su hora de dormir se atrevería a tocar.

— Adelante — avisó cerrando su camisón de princesa. Este tenía un moño en la parte del pecho, de modo que se apresuró a cerrarlo.

Cuando Fyódor entró en la habitación, no pudo no volver a pensar que esa persona delante de él era una simple niña. Ahora sin tacones ni ropa ostentosa, lo parecía más.

— Lo que tenga que decir, que sea rápido, tengo sueño — sin miedo, le dió la mirada; con la poca luz que había parecía un dorado muy oscuro, en cambio la del hombre, brillaba sin inocencia.

Él también llevaba ropas de dormir.

— Mis subordinados fueron atrapados por su escolta, exijo que los liberen y les den el mismo trato que a mí, después de todo acaba de proclamarme un valioso aliado — exigió, tal como lo dijo con sus palabras.

— ¿Algo más, valioso aliado? — se burló sin humor, pero no es que no fuera sincera.

Él arrugó el entrecejo. ¿Quién era ahora el niño entonces?

— Quiero que me responda, ¿a qué se debe toda esta confianza? Soy su enemigo natural, por lo que estando solos en esta habitación podría asesinarla sin esforzarme un poco — amenazó, ya que está vez estaba seguro de que su escolta no estaba por ninguna parte; lo había comprobado, en esa ocasión, nadie le tomaría con la guardia baja.

Ella río suave mientras hacia aun lado la sábana en la cama con la que se cubría. A pesar de que estaba interfiriendo con sus horas de sueño, le causaba mucha gracia su amenaza.

— ¿Por qué está tan seguro de ello? Podría incluso dormir en la misma cama que yo y no podría ni siquiera tocarme un cabello; por su puesto, me refiero a malas intenciones mientras duermo — presumió sentándose en la superficie del colchón de una vez.

Fyódor comenzaba a molestarse. No podía a aceptar que una chiquilla a la que le llevaba siete años de diferencia de edad, se burlara de él tanto en público como en privado.

— ¿Es una excusa para invitarme a su cama? No sé que pensar con el acercamiento que tuvimos en la celda — a pesar de su molestia por como la conversación se estaba dando, se negó a perder y continúo neutral soltando ese comentario.

— Piense lo que desee, Dostoyevsky-san, no obstante, si desea comprobarlo, hay lugar suficiente en esta habitación para usted — le invitó abiertamente despreocupada, a ella no le inconvenía tener que compartir cama con su enemigo sí en el proceso salía ganadora de sus palabras — Hemos acabado por hoy, le he dicho antes que tengo sueño. Que está sea la última vez me dirige la palabra después de las diez de la noche — terminó.

Fyódor estuvo tentado a abandonar la habitación echando humo por las orejas en el proceso por haber perdido, sin embargo, a pesar de ser una apuesta bastante extraña, se acercó a la cama y quitó sus pantuflas decidido. Aunque primero la observó ya tendida en la cama con la sábana hasta el pecho y dándole la espalda por la posición, luego se metió dentro de las sábanas junto a ella.

Quedó con la espalda pegada en la superficie cómoda, observando el "techo" de la cama, ya que está era parecida a la de una princesa, de esas que están cubiertas por sábanas para un buen y largo descanso.

¿Qué estaba haciendo? Era el jefe de una organización rusa temida en todo su país. Era un terrorista que intentaba quedarse con Yokohama debido a su facilidad por los negocios, sin embargo, allí estaba, compartiendo cama con la mujer que representaba al enemigo en todas sus formas. Fyódor estaba muy molesto, que se juro echar abajo a toda la Port Mafia nada más tuviera la más mínima oportunidad, pero volvíamos a su estado actual enseguida: había perdido su plan inicial y no podía pensar en otro igual de eficaz para derrocar a esa niña presumida que le había desafiado.

Cometiste un gran error — pensó llevando su mano hasta la joven cuando adoptó la misma posición que ella -de lado-. Sin dejarla caer del todo, la colocó nuevamente en dónde había estado por la tarde, en su cintura marcada por las sábana.

Rikku ni siquiera se movió aún si seguía consciente.

¿Qué es lo que ella quiere recuperar de Guild? ¿Él lo tenía? ¿Él lo vendió como había dicho? Esas preguntas le impidieron activar su habilidad "Crimen y Castigo", que en pocas palabras consistia en arrebatar la vida a través del toque.

Fyódor entonces lo comprendió. Había perdido tres veces ya en el mismo día. Rikku se la había vuelto a jugar. No podía estar más enojado, nunca en su vida tuvo tantas ganas de quitarle la vida a alguien, por lo general, sus asesinatos no eran nada personales, pero vaya que esa pelea entre la niña y él se había vuelto verdadera en tan solo medio día.

Y así, amaneció.

— ¿Que se supone que están haciendo? ¿Esta es otra de tus estúpidas y arriesgadas apuestas, Rikku-chan? — el castaño entró a la habitación para encontrarlos despiertos, pero sin moverse — Maduren ya — recomendó deteniéndose del lado de la cama en dónde estaba su jefa.

— No quiero escuchar esas palabras viniendo de ti — fue lo primero que ella dijo esa mañana.

Dazai rio y observó fascinado la escena con la que se había encontrado.

Por la noche, Fyódor había sido descubierto cuando inconsciente Rikku quiso quedarse con la sábana, pero eso era algo en lo que un ruso con frío no iba a perder, por lo que también le quitó las sábanas. ¿Qué sucede cuando dos obstinados enemigos se pelean por la sábana? El resultado, después de tanta batalla, fueron sus espaldas pegadas debido a los movimientos involuntarios que había realizado y sus piernas enredadas por la cercanía.

— Solo vengo a recordarle, jefaza, que hoy prometió llevar a Elise-chan de compras al centro de la ciudad. No queremos que Mori-san se moleste, así que arréglate cuanto antes porque ella no tarda en despertar — informó serio; cuando la situación lo ameritaba, Dazai podía tomarse las cosas con importancia de verdad.

Por su parte, Rikku lo había olvidado.

— Entiendo, estaré lista en media hora — avisó confiada estirándose en la cama. En el proceso, sus piernas se desenredaron de las de Fyódor.

Cuando Osamu abandonó la habitación, ella se sentó en la cama y el ruso la observó sin disimulo. Tenía sus cortos cabellos revueltos y el camisón fuera de lugar. Era una simple niña, se lo repitió mil veces desde que llegó.

— Cuidar niños es un trabajo digno para el jefe de la Port Mafia — soltó con sarcamo él, pero ella le ignoró y se propuso a levantarse de una vez — Saber mi rol como su aliado, espero que no pase de hoy o me veré obligado a abandonar este lugar — también sentándose en la cama, avisó molesto. ¿Cómo no iba a estarlo si no pudo pegar el ojo durante la noche por esta estúpida pelea infantil?

— Es muy temprano para discutir, le recomiendo que se prepare para salir o le dejare encerrado en el calabozo con un tigre de custodio hasta mi regreso.

Si, definitivamente, asesinarla era posiblemente lo único que la rata deseaba justo en ese momento.

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