Treinta.

Facciones iguales y divididas.
Un verdadero problema.

Dos días después, Rikku estaba ocupada resolviendo un caso particular en su oficina, Fyódor conversaba con Nikolai e Ivan de un asunto importante en la biblioteca, y a Osamu esperaba los resultados de la investigación que mandó a hacer en las ventilaciones del edificio para llevarlos a su "hermana".

Con la jefa, en ese momento, la puerta de la oficina principal fue tocada con parsimonia, que la joven adivinó al instante por el sonido aburrido que resonó tan despacio, de quien se trataba.

—Adelante —anunció sin dejar sus papeles en paz, justo se encontraba firmando algunos tratados del orfanato, lugar al que proveía muchos bienes para los niños.

—Buenas tardes, señorita. —Elegante, con aquellas ropas pulcras en blanco, Shibusawa Tatsuhiko saludó.

—Buenas tardes. ¿Necesitaba algo? Si es urgente dígalo, sino, estoy ocupada justo ahora, por lo que le pido, venga más tarde —pidió amable, pero el hombre terminó por acercarse sin hacerle el mínimo caso.

Cuando se sentó sin invitación en las sillas frente al escritorio, Rikku le observó con un semblante serio y dejó los documentos en paz.

—Es urgente, un asunto que tiene que ver con mi líder, así que me gustaría tomarlo y resolverlo enseguida. —Hizo saber a la par en que cruzaba sus piernas con educación.

Los ojos carmesí del hombre vieron directamente a los dorados de la "reina", que evidentemente, no desvió, pues miedo era lo último que podía sentir. Aunque tenía curiosidad por saber que asunto era aquel. Tenía que ver con Fyódor, pero suponía, era un asunto que ni este mismo sabía, porque aquella no era su manera de trabajar. Él, simple como era siempre, se lo hubiera dicho a la cara.

Así que Shibusawa, no se había presentado solo para hablar.

—Entonces hable, no tengo todo el día. —Un tanto severa, se recargó en sus codos y luego colocó la barbilla sobre sus manos entrelazadas.

El albino siguió mirándole con notorio aburrimiento para esconder sus verdaderas intenciones.

—Ustedes, están comenzando a tener una relación, ¿me equivoco? —cuestionó sereno. Colocó sus manos sobre su estómago. Se miraban como aquella vez que se conocieron no hacía mucho tiempo atrás.

—No se de lo que habla —contestó con una ligera sonrisa.

—Oh, con todo lo que ha pasado entre ustedes podría afirmarlo si alguien ajeno me lo preguntara, pero si usted lo está negando, supongo que debo creerle —aparentemente, aceptó de buena gana—. Sin embargo, he de advertirle, Fyódor Dostoyevsky es un hombre comprometido, no vaya a caer usted en sus crueles planes —avisó, llamando la atención de la joven en el proceso. Iba a levantarse para despedirse e irse, pero Rikku le detuvo.

—¿Comprometido? ¿A qué se refiere con ello, Shibusawa-san? —Levantó la cabeza de su cómoda posición y le observó con atención.

—Lo mencioné porque creí que lo sabía, Rikku-sama. El líder está comprometido con la señorita Agatha Christie desde hace tiempo. Ellos se van a casar cuando su alianza termine.

—¡Que sorpresa me ha dado usted! —exclamó sorprendida y contenta—. Les enviaré un buen regalo de bodas cuando la ceremonia se de lugar, salvo que, es terrible que Dostoyevsky-san no me lo haya dicho antes, le he hecho perder mucho tiempo en el país.

Mentiroso. Quiso decirle antes de mencionar todo aquello del regalo. Aunque en vez de sentirse molesta por la ofensa de haberla subestimado, en lugar de ello le parecía entretenido.
¿Cuántas personas antes habían cometido el mismo error, de verla como a una niña? Todos ellos habían terminado sin vida y no exactamente por sus mismas órdenes.

—En fin, entonces, no me queda más que apresurar los preparativos del plan para no hacerles perder más de su valioso tiempo. —Se levantó poco después, se acomodo la gabardina y la bufanda, entonces caminó fuera del espacio del escritorio—. ¿Por qué no me acompaña? Parece que vamos a tener una larga conversación que a usted también le conviene.

—Por supuesto, gracias por la invitación. —Agradecido sonrió con maldad cuando ella le devolvió el gesto.

La "reina" le dió la espalda para abandonar la oficina con él siguiéndolo, sin embargo, sus movimientos fueron detenidos cuando toco la perilla. Poco después, cayó de rodillas al suelo y apoyo su frente contra la madera.

—Es usted demasiado confiada, incluso le da la espalda al enemigo. Con esto aprenderá que los antagonistas realmente no son invencibles. Le deseo suerte con el veneno —habló ganador sosteniendo en sus manos la filosa daga con que le había apuñalado. La cuchilla, estaba manchada de sangre hasta el nivel del mango. Fue una apuñalada limpia, por mucho que la sangre hubiera ensuciado el suelo.

—Gra-Gracias... Su-supongo... —intentó burlarse, pero perdió el conocimiento en algunos segundos más.

Por otra parte, en el mismo edificio, Dazai recibía los resultados de la boca de la doctora.

—Es alguna clase de veneno casero. No tan fuerte para asesinar a alguien, pero si se usa una cantidad considerable, puede hacer milagros —había dicho la mujer del broche de mariposa con una muestra en la mano.

—Gracias, Yosano-sensei —agradeció con una sonrisa sádica, pues ya tenía un pretexto para tomar al culpable del cuello y apretarlo hasta que perdiera la vida. Cómo iba a divertirse con aquel albino de cabellos largos.

—¿Crees que esta es la razón de por qué Chuuya y los demás enfermaron? —quiso saber la doctora, se quitó los lentes poco después y dejó la muestra sobre la mesa de trabajo.

—No lo creo, fue esto lo que ocasionó que ellos "enfermaran". Estos residuos fueron encontrados en la ventilación que comparten las habitaciones de las víctimas —comemzó a contarle—. Pero la escolta no era su objetivo, ¿comprendes entonces por qué Chuuya no se ha podido levantar desde aquel día?

Para Yosano, fue fácil comprender las palabras que Osamu soltaba con autosuficiencia.

—Intentaron asesinar a Rikku-chan poniendo el veneno directo en su ventilación, pero por lo que supe, ella colapso aquel día y Nakahara-san tuvo que encargarse de su papeleo. El se encontraba en la oficina. Los demás fueron simples errores —argumentó perfectamente.

—Eso fue exactamente lo que sucedió; lo que esa rata de nombre Sigma, ideó, porque no le gusta nada la manera en que su líder está siendo tratado por la mafia. —Ladeó un poco la cabeza en un gesto infantil y luego río—. Avisaré a Rikku-chan.

Poco antes de que la doctora y el mafioso terminaran su conversación, Fyódor caminaba por el pasillo que daba a la oficina de la jefa. Aunque por alguna razón, estuvo a punto de dar marcha atrás.

—Parece que Sigma y Shibusawa actuaron por su cuenta, amo Fyódor. No me atrevería a decirle que hacer porque solo soy su subordinado, no obstante, si complicar la situación es lo que menos desea, debería hablar con ellos antes de que sigan en marcha con su estrategia.

Aquello, se lo había dijo Gogol minutos antes mientras el Goncharov asentía estando de acuerdo. Al parecer, las ratas se habían dividido en el mismo edificio. Mientras unas querían llevar la fiesta en paz en pos del plan "inicial", las otras no aceptaban nada de ello, ya que sabían, nada estaba sucediendo como el líder se los decía, sino, que muy pronto dicha cabeza perdería la corona para siempre.

Al final no lo hizo, no se devolvió, porque en primera, necesitaba aclarar que él no estaba detrás de aquellos planes y que no se atrevería a "envenenarla" ni con una manzana dulce. En segunda, aunque se lo negase como un tonto, quería verla. No había sido suficiente haber amanecido abrazados y que después ella intentara matarlo, no. Así no funcionaban las cosas en su mente.

Así pues, llegó hasta la puerta doble de madera café oscura. Estaba tan distraído, que olvidó tocar y empujó la puerta. Primero bajó la mirada hasta el punto de cerrarla para comenzar a disculparse por su falta de modales, sin embargo, le pareció que algo no estaba en su lugar al no escuchar ningún ruido. Entonces abrió sus púrpuras orbes y lo primero que encontró fue a Shibusawa frente a él con un arma punzo-cortante machada de sangre que aún goteaba de fresca.

—¿Q-Qué hiciste? — siseó, poniéndose nervioso al instante y se negó a bajar la mirada.

El albino de ojos carmesí también se quedó congelado tal bloque de hielo, estuvo a punto de decir algo, pero el azabache bajó la mirada a sus pies, pues justo ahí, aunque lo ignoró al principio, Rikku estaba sin consciencia con el rostro el suelo; el charco de sangre era tan extenso, que su precioso y blanco cabello corto, se había ensuciado y pintado de rojo.

( ̄ヘ ̄;)( ̄ヘ ̄;)( ̄ヘ ̄;)( ̄ヘ ̄;)

Y Fyódor así de...

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