Capítulo 5

La vida shinobi a veces se reducía solamente a sobrevivir. Desde que los niños eran educados y formados, se les enseñaban los primeros pasos de la supervivencia, mostrándoles las técnicas con las que podrían lograr algo de sustento cuando estuvieron perdidos por el continente, sin nada más que sus herramientas y armas, alejados de cualquier civilización y sin comida a la mano. No había ningún hombre o mujer que no supiera cazar o reparar sus herramientas con cierto grado de eficacia y los jóvenes con dicha capacidad, debían demostrarlo. Cuando un shinobi quedaba varado, perseguido por enemigos y completamente solo alejado de sus aliados, debía de poder mantenerse con vida el tiempo que fuera necesario para sobrevivir.

Esa no era la intención de Senju Tobirama.

El hombre despidió a sus alumnos y compañeros de equipo antes de mirar a la veintena de shinobi que lo estaban mirando, todos ellos mostrando sonrisas burlescas, crueles y cargadas con veneno cuando vieron que se quedaba solo. Era un ciervo frente a una enorme manada de leones dispuestos a tomarlo y devorarlo.

Y el ego hizo que uno de ellos se lanzara primero.

Tobirama era consciente de las escasas probabilidades que tenía a su favor. La Armada Kinkaku de Kumo era conocida por la eficiencia de sus hombres, por como rastreaban a las presas y las perseguían una vez la habían localizado. Y el Hokage pensaba que la presa dentro de aquel terreno, solo había sido él en todo momento, pues ninguno de los miembros del grupo persiguió a sus alumnos o compañeros. Pero era algo que prefería y que agradecía. Por ellos respiró hondo al ver que el primer shinobi salía disparado hacia él, lanzando varios shuriken en su contra y mostrando una sonrisa desquiciada.

"Templa la mente para que el cuerpo haga caso a su dueño"

Movió su katana con la precisión de un médico, desviando cada uno de los proyectiles lanzado en su contra. Dejó que el peso de su torso cayera sobre su cintura y avanzó un paso para bloquear la espada de su enemigo, generando chispas y una onda de viento.

El cielo estaba oscuro.

Tobirama empujó al hombre y saltó hacia atrás para evadir el ataque de un segundo shinobi que iba detrás de él. Los dos se movieron hacia él con las armas en ristre y respondió corriendo hacia ellos moviendo su katana contra el segundo de los hombres, agachando el cuerpo para evadir la hoja del primero.

Un veinte a uno. Las probabilidades de salir completamente ileso eran nulas, de un cero por ciento. Y Tobirama había tomado aquella apuesta incluso sabiendo el resultado del enfrentamiento. Cuando un shinobi luchaba en campo abierto, no había movimientos sorpresa, ataques furtivos. Las luchas de os contra uno se volvían contraproducentes y las probabilidades de victoria caían por debajo del cincuenta por ciento.

El trabajo de los shinobi era dentro de las sombras. Y aquello se volvió un enfrentamiento de guerreros.

Empujó al segundo hombre y giró completamente en un movimiento de ciento ochenta grados lanzando un corte circular. Dicho corte pasó por las defensas del primer hombre y, gracias a que se agachó deliberadamente, partió al shinobi al cortarlo por la mitad con el tajo, sintiendo como las gotas de sangre manchaban su piel.

Dejó que el aliento abandonara su boca. Abandonó la katana incrustada en la columna vertebral de su enemigo y realizó el Ninpō: Shinken Shirahadori (Arte Ninja: Verdadera Captura de Espada con las Manos Desnudas) bloqueando la espada del segundo shinobi cuando bajó para cortarlo en dos en el instante que atacó a su compañero.

Sintió el frío de la hoja, la frustración del shinobi de Kumo, pues incluso siendo él mucho más grande, le estaba costando avanzar con la espada para dañarlo, lo que Tobirama sintió tentado de encontrar como una burla hacia la fuerza de los hombres de la nube, pero que mantuvo dentro de su mente mientras forcejeaba con su adversario.

―¡Tú, bastado de la hoja!

El hombre dejó de forcejear y liberó una de las manos para realizar un sello. Si no podía detener y cortar a su enemigo, el shinobi de la nube estaba dispuesto a enviar chakra sobre la hoja en forma de pequeños rayos, lo que sin duda lo electrocutaría.

―...

Tobirama soltó la hoja al segundo y saltó hacia atrás dejando un espacio considerable entre él y el shinobi de Kumo, lo que este vio como un insulto hacia él.

―¡Cobarde!

El insulto salió hacia el Senju. Dos varios miembros de la Armada Kinkaku cayeron y formaron un círculo con él en el medio, rodeándolo sin permitirle que pudiera moverse libremente.

―No soy un cobarde―murmuró el Senju clavando sus ojos sobre el hombre que lo había insultado―. Diría que la nube es la cobarde por perseguir a un hombre con veinte. ¿A caso no pueden pelear uno a uno y llaman cobarde a un hombre que quiere sobrevivir?―formó un sello con la mano derecha―. Porque eso es hipócrita.

Antes si quiera de que los shinobi pudieran pestañear, un estallido de agua y humo los obligó a entrecerrar los ojos y cubrir sus rostros por una fracción de segundo, sorprendidos por el agua que apareció de la nada en una explosión.

―¡Idiotas! ¡Seguidlo!

Cinco figuras salieron de la acumulación de agua y humo blanco. Los cinco shinobi de la nube se movieron persiguiendo a las figuras un segundo después.

―...

Kage Bunshin no Jutsu―murmuró uno de los shinobi de la Armara Kinkaku que aun no se había movido―. Es un buen jutsu para un hombre como tú, Senju Tobirama.

Restallando en el aire, un látigo de agua obligó a los shinobi a moverse para no ser golpeados por el jutsu, el cual partió la formación rocosa en la que habían estado con anterioridad generando una lluvia de fragmentos rocosos.

―Lo cree por eso―Tobirama emergió de la nube de humo y agua. Su mano derecha estaba rodeando un cilindro metálico, mientras que la izquierda dejó de moverse y el látigo de agua se desvaneció ante la atenta mirada de sus enemigos―. Sirven para infiltración y distracción. Pero tu que has ordenado que persigan a mis copias, eres incluso tan idiota como ellos.

―¡Bastardo de mierda!

El grandullón se lanzó hacia Tobirama moviendo su martillo de guerra con la intención de aplastar al shinobi de la hoja y lo demostró al sonreír con malicia.

La carne fue cortada. El grotesco sonido del hueso al ser partido, obligó a los shinobi a moverse hacia el objetivo para detenerlo como les había solicitado su líder. Pero no iba a ser una batalla sencilla para ninguno de los dos bandos. La Armada Kinkaku estaba peleando contra el Nidaime Hokage y Tobirama estaba luchando contra los mejores shinobi disponibles de Kumo.

Lanzó el cilindro metálico hacia los shinobi que corrían hacia él y movió la mano en un símbolo de manos. Un segundo después, un miembro de la Armada Kinkaku estaba siendo empujado por Tobirama hacia atrás, rompiendo la formación y obligado a sentir como su propia cabeza era arrancada de su cuerpo en un segundo, con un grotesco sonido acompañándolo.

Aquello era la guerra.

Lanzó la cabeza hacia otro shinobi y fue a por otro en su lugar, bajando el cuerpo para permitir que la espada pasara sobre él y apuñalar al tipo con un kunai en su papada, frunciendo el ceño cuando la sangre salpicó sus ojos cegándolo por unos momentos.

Este momento fue aprovechado por los shinobi de Kumo. Se lanzaron y obligaron a Tobirama a defenderse, moviendo las manos para desviar algunos golpes de taijutsu. Pero haber perdido la visibilidad por unos segundos, permitió a un miembro de la Armada Kinkaku atravesar el costado del Nidaime con un kunai, manchando la hoja de metal con sangre y obligando al Kage a tapar su zona lastimada, pues habían pasado incluso por la armadura que llevaba.

Sin embargo, no fue un impedimento para el hombre.

Tobirama respondió golpeando al hombre directamente en el rostro, enviándolo a volar hasta que se estrelló con un conjunto de árboles. Después se agachó y pateó la pierna de otro enemigo y golpeó su costado para enviarlo a la misma zona que a su compañero, haciendo que ambos hombres fueran sepultados por los árboles.

Colocó la mano izquierda en el suelo y movió su cuerpo en una voltereta circense para evadir el tajo circular de una espada. Sus pies tocaron el frío suelo y Tobirama movió la mano para desaparecer y reaparecer sobre el atacante, golpeando su cuello con un golpe de pierna que fracturó la zona debido a la intensidad del golpe.

Fue en ese momento, justo antes que Tobirama tocara el suelo, que una figura emergió y tomó al Hokage por sorpresa, estrellándolo contra el suelo con una fuerza descomunal para una persona ordinaria.

―¡Lo tengo!

Un hombre de cabello rubio oscuro y marcas en las mejillas rugió cuando su mano tomó el rostro de Tobirama y lo estampó contra el suelo. Este hombre, era Kinkaku de los Hermanos de Oro y Plata de la aldea de Kumogakure, y uno de los fundadores de la Armada Kinkaku.

―¡Ngh!

Tobirama se revolvió ante la presión de Kinkaku, sintiendo como el hombre no le permitía levantar la cabeza. Lentamente acercó las manos y formó el sello del Kawarimi y fue reemplazado por una pequeña piedra, lo que hizo que Kinkaku cayera contra el suelo.

"¡Mierda! La lesión ocasionada por la hoja del shinobi de Kumo, se ha abierto mucho más"

La sangre hacía comenzado a empapar la ropa del Hokage llegando a deslizarse dentro de sus pantalones, causando que ambas tonas comenzaran a oscurecerse. No había colocado ninguna venda para preñar la herida y no parecía que lo fuera a hacer ahora. De hecho, los ojos de Tobirama le permitieron ver el movimiento de Ginkaku a tiempo para evadir el intento de llave y golpear a otro de los shinobi de ambos hermanos, quedando nuevamente dentro de un círculo.

―No solo te estamos atacando a ti―admitió Ginkaku, mostrando una sonrisa burlesca―. También nos estamos volviendo contra el Nidaime Raikage. Quiero que lo sepas...porque gracias a nosotros, Konoha solo pensara en matar a Kumo.

Tobirama gruñó al comprender las palabras de Ginkaku. Tanto él como el Nidaime Raikage estaban lidiando con la Armada Kinkaku, pero él se había encargado de que sus alumnos y compañeros vieran que Kumo los había atacado cuando iban a firmar la paz.

Fue un movimiento inteligente.

―He de admitir que inteligencia no os falta―pieza a pieza, la armadura cayó al suelo, dejando desprotegido el cuerpo del Nidaime―. Pero voy a hacer una promesa, Hermanos. Voy a llevaros a todos conmigo al infierno.

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