Capítulo 1
Con ojos cansados, cristalinos, observó por última vez la figura de su hermano, de aquel hombre que había respetado incluso cuando fue demasiado idiota para darse cuenta de que ser un "shinobi" no era un juego donde mostrar las emociones como si no fuera a pasar algo. Cuando un ninja dejaba sus emociones en el campo de batalla, podía dar pie a un evento fatal que lo llevaría a su muerte. No fue el caso de su hermano, del Shodaime Hokage Senju Hashirama. Él murió por una enfermedad debido al uso extremo tanto del Mokuton como del Senjutsu, llevando a su cuerpo a un degradado celular que lo llevó antes a la muerte de lo que hubieran esperado, privándoles de un poderoso y amable hombre que él reconocería por el resto de su vida, tomando su ideal para hacerlo un pilar fundamental de la aldea que construyeron, aldea que ahora estaba a las puertas de una guerra civil y rodeada de enemigos por todos los frentes. La unión de clanes bajo el manto de Konoha, lo que venía siendo igual a la protección de los Senju y los Uchiha, propició a que otros clanes se unieran para formas otras aldeas en otros países del continente.
El hombre lentamente retiró la mano de aquel fío rostro y lo miró con ojos cubiertos por un cabello completamente empapado y liso, aunque normalmente estaba desordenado. Debido a la lluvia que había comenzado a caer sobre la aldea, no había tenido tiempo de tomar una sombrilla para protegerse y tampoco quería dejarlo pasar hasta que la lluvia cediera y pudiera salir sin mojarse. Él era el mejor usuario Suiton de la aldea. Un poco de agua no le impediría ver a su hermano mayor.
Hashirama...
Tenía ciertos remordimientos que le estaban resultando un lastre ahora, cuando veía a su hermano completamente frío, inerte sobre aquella camilla con una fina sábana cubriendo su cuerpo. Él, como el hermano menor, debería haber apoyado a su hermano mayor mucho más y mejor; pero no lo hizo como debió y ahora pagarían las consecuencias de la muerte del Shodaime, tragando con todos los problemas que Hashirama dejó en el mundo shinobi y que solo mantuvo a raya por su poder y por lo que hizo al lidiar con la bestia con cola más poderosa y el Uchiha más infame.
—Tobirama...
Y también, su idiota hermano mayor había dejado atrás a una mujer destrozada, con el corazón en la mano y unos hijos que ahora se encontraban sin un padre.
—Mito.
No movió su atención del cadáver de su hermano. Estaba con su yukata completamente empapada. Sentía como el frío estaba calando en sus huesos y, aun así, no hizo nada por calentarse.
—Es doloroso. Hashi-kun siempre mostró una enorme sonrisa por todo y, ahora, no puedo ver un mundo lleno de luz sin su sonrisa.
Debió admitir que Mito llevaba razón. Su hermano había sido el hombre más feliz y triste del mundo. Feliz porque siempre mostró una sonrisa y vio el mundo desde una perspectiva que nadie más veía. Triste, porque todos aquellos planes que hizo en su propia mente jamás llegaron a buen puerto. Una paz en aquel mundo era un sueño efímero. ¿Mantener la paz regalando a las bestias con cola a otras aldeas? Su hermano solamente les dio armas a todos aquellos desgraciados ansiosos con poder, y Tobirama mismo comprendía que él tendría que tomar las riendas de la aldea y tomar las consecuencias de los actos de su hermano.
—Lo sé.
Él admitió que su hermano era una persona brillante, un solo, una luz en aquel mundo demasiado oscuro. Pero a pesar de eso, también fue un shinobi grandioso que dio todo de sí mismo para detener a los enemigos de Konoha. Hashirama nunca tuvo porque matar a Madara y aun así lo hizo, anteponiendo el bienestar de los demás sobre el suyo propio, mandando a su mejor amigo junto a los muertos.
Mantuvo el rostro completamente calmado, incluso cuando la tibia mano de la esposa de su hermano lo tomó del hombro. El contraste entre el frío de la ropa húmeda y de la piel de aquella mujer de cabello rojo, lo hizo agitarse ligeramente y parpadear por primera vez desde que había entrado en aquella sala iluminada solamente por unas antorchas que apenas iluminaban aquella basta habitación subterránea.
—Hash-kun te legó Konoha, Tobirama-san—Mito murmuró con palabras suaves, cálidas. Él sintió como entraban por su oído y como llenaban su vacío corazón—. Es hora de que nosotros, como su familia, mantengamos su legado en pie.
Y lentamente la mujer tocó su estómago.
No hacía falta ser un genio para comprender aquel gesto que captó por el rabillo del ojo. Ya había visto a otras mujeres hacer el mismo gesto que Mito, e incluso ella misma lo hizo anteriormente. Siempre acabó con un niño o niña nueva en aquella aldea.
—¿Otro embarazo?
—El último hijo de tu hermano. Espero que en esta ocasión sea una niña, así haría compañía a nuestro hijo.
—Felicidades.
Por lo que fuera, sintió que aquel agradecimiento no era real. Lo oyó completamente vacío, carente de emoción alguna o de energía. Masajeó levemente su cuello y se apartó un poco de la Uzumaki, alejándose a su vez de su hermano inerte.
—Gracias, Tobirama-san.
Ella siempre fue tan formal con él. Mito era hija mayor de Ashina, el líder del clan Uzumaki y Kage de la primera aldea que había aparecido en el mundo compuesta solamente por los Uzumaki, un pueblo de aguerridos shinobi con habilidades especialmente sensibles para las técnicas de sellos.
Pero como todo clan, los Uzumaki contaban con una contra.
Los Uchiha eran conocidos por la maldición del odio, por tener que desechar aquello que amaban para poder lograr mucho más poder. Los Senju fueron conocidos por su poder, por su amabilidad y por ser la cara opuesta a los Uchiha durante años. Y los Uzumaki eran conocidos por sus emociones explosivas, por no poder controlarlas cuando era necesario y por dejarse llevar en las peores momentos, lo que siempre terminaba generando tensiones entre los demás y un miedo que lentamente se fue arraigando en los corazones de todos aquellos que los conocían.
—Tengo que tomar el puesto como el Nidaime Hokage—no era feliz con eso realmente. Su hermano debió ser quien llevara a Konoha a lo más alto y él solamente sentía que lo estaba robando—. Mantendré a tus hijos y a ti a salvo, Mito.
—No debes preocuparte de más—ella declaró tranquilamente. Entrelazó las manos sobre su reagazo y sonrió cuando Tobirama la miró—. La guardia puesta por mi hermano es completamente suficiente. Con tu nuevo sistema denominado Ansatsu Senjutsu Tokushu Butai (Escuadrón Especial de Asesinato y Tácticas) apenas iniciando, el trabajo debe estar demasiado sobre ti, ¿cierto?—Mito intensificó la voz cuando dejó aquella pregunta sobre la mente del Nidaime. Tobirama suspiró aceptando que el trabajo había sido elevado desde que su hermano entró en un estado de enfermedad demasiado avanzado como para hacer algo y con el sistema ANBU apenas iniciando, no podía mantener su atención en veinte puntos distintos—. Debes tomar un descanso, delegar en tus compañeros, Tobirama. Tu hermano te tenía a ti para apoyarlo, ¿pero a quien tienes tú para que te apoye?
—...
No quería admitirlo. Admitir que no tenía a nadie que no fuera su hermano mayor, sonaría como lastimero, como algo lamentable viniendo de él. Ni siquiera confiaba plenamente en que los miembros de su clan pudieran ayudarlo ahora. Dirigir una aldea con distintos clanes, era mucho más completo que dirigir un solo clan. Había conflictos, intereses demasiado opuestos como para encontrar un punto medio entre ambos.
Y la presión del señor feudal no ayudaba a mantener la paz.
Como clanes shinobi y ahora como aldeas, ellos siempre fueron usados y vistos como meras herramientas por las personas que podían costearlos y mantenerlos. Muchas veces, incluso antes de formar Konoha, ellos fueron seleccionados para misiones que involucraban a otros clanes, que degeneraba en muerte y sangre derramada innecesariamente. Por ello, cuando la aldea fue planteada como una realidad, que un señor feudal metiera la mano en ella no era extraño ni siquiera para él, comprendiendo que serían usados como simples herramientas, como soldados en caso de una guerra.
Probablemente estemos a las puertas de una; se recordó el hombre, pensando en lo idiota que su hermano fue cuando entregó los Bijū a las distintas aldeas como un intento de balance en el continente; pero que degeneró en mucha más codicia para los altos mandos de dichas aldeas y países.
Ellos, como era obvio, tomaron a la más poderosa de las bestias, aquella que Madara usó y que su hermano derrotó usando su inigualable poder. Pero aquel hecho generó, sin duda alguna, resentimiento y celos en los demás Kages. No necesitaba que alguien se lo dijera para saberlo con absoluta certeza.
—Deberías tomar a alguien como tu mano derecha, Tobirama-san—las manos de Mito tomaron las de su esposo difunto. El Nidaime miró aquel gesto por el rabillo del ojo—. Konoha no puede perder a ambos en un solo instante. Mi marido lo dio todo por la aldea y ahora ese peso recae sobre sus hombros. Eres su hermano, lo conociste mucho más que yo. Espero no intentes cumplir con todo lo que él dejo atrás como un modo de expiar tus pequeños arrepentimientos menores sobre sus desavenencias con tu hermano. Ambos fuisteis opuestos. Mientas él fue amable y una luz, tú fuiste frío y una sombra. Mientras que él representó la insensatez, tú representaste la calma, la frialdad para tomar decisiones—lágrimas cayeron sobre el frío rostro de Senju Hashirama—. No quiero que mueras cargando con lo que tu hermano dejó detrás de su muerte. Eso lo haría sentir triste y se revolvería en la tumba.
Mantuvo el silencio con aquel discurso. Aferró su muñeca izquierda y miró como flexionaba lentamente los dedos a la vez que oía la voz de Mito entrando en su cabeza. La mujer llevaba razón. Él, de algún modo, quería arreglar todo aquello que su hermano dejó atrás. Lo primero sería arreglar Konoha, ponerla completamente funcional y con un sistema de shinobi que engrosara sus filas y mantuviera a los jóvenes en condiciones óptimas para la lucha.
Eso sería aún más trabajos sobre sus hombros; pero no se quejaba de ello. Siempre estuvo dispuesto a trabajar y en esta ocasión no iba a ser distinto. Tomaría Konoha como el Nidaime Hokage y pondría por delante a la aldea oculta entre las hojas. Al menos, así cuando iniciara un enfrentamiento, ellos podrían estar mejor preparados que el resto.
—Tengo que irme—Tobirama miró una última vez a su hermano. Era extraño y amargo no ver una enorme sonrisa adorando aquel rostro siempre iluminado, siendo ahora un pedazo de carne que pronto sería devorada por los gusanos—. Debo tomar una reunión con las líderes de los clanes. Mantener a todos bajo un control, no es posible si están peleando constantemente. Con el disgusto actual de los Uchiha, una guerra civil podría estar mucho más cerca de lo que me gustaría pensar. Y no es algo que podamos enfrentar ahora.
Con aquella admisión desde su lado, movió los ojos para mirar a la esposa de su difunto hermano. Mito siempre había sido una mujer dura, una belleza salvaje y guerrera que, extrañamente había encajado perfectamente con Hashirama a pesar de ser dos personalidades completamente opuestas, incluso siendo un matrimonio meramente político para aumentar el poder de la propia Konoha, tanto militar como económicamente.
—Bien...
Aquella simple palabra monosilábica sonó demasiado fría incluso para él, el Nidaime Hokage. Miró una vez más a la mujer de su hermano, a la cabeza del clan Uzumaki dentro de Konoha. Vio, como esperaba, lágrimas cayendo a la vez que inclinaba su cuerpo sobre Hashirama para besarlo. Mito estaba mucho más destrozada que él por la muerte de Hashirama. Él lo interiorizaba, pero ella lo expresaba completamente sin miedo alguno. Lo aceptaba. Los Uzumaki siempre fueron mucho más expresivos y Mito no era lo contrario. Pero él, como ella dijo, era lo contrario a Hashirama, por lo que estaba en el otro extremo en comparación a la propia Uzumaki.
―Mito―Tobirama detuvo sus pasos justo frente al a puerta. Giró levemente el cuerpo y vio la espalda de la Uzumaki. Mito llevaba un hermoso kimono negro que representaba el luto que estaba teniendo por su esposo actualmente―. No soy mi hermano. Mantendré y haré crecer Konoha por su memoria. Así como yo no puedo cargarme con el peso de mi hermano, no lo hagas tu tampoco y tampoco lo hagas sola. Como tu familia, compartiré el peso contigo si así lo pides.
Con aquellas últimas palabras, se marchó de aquella habitación dejando a la esposa llorar a su esposo.
Él debía tomar las riendas de la aldea.
*PD: fic centrado desde la muerte de Hashirama, hasta el inicio de la Primera Gran Guerra Mundial Ninja, tomando como último acto el enfrentamiento entre Tobirama y los Hermanos de Oro y Plata y la Armada Kinkaku, un grupo especial de Kumo de al menos veinte ninjas poderosos contando con los dos hermanos.
Espero que os agrade, ya que es un granito de arena que pongo al mundo de Naruto tomando un personaje que no se nos mostró nada de él y yo quiero mostrar como fue aquel momento que se nos mostró del Nidaime.
También, este es mi especial 9K, por lo que este fic podría ser publicado cada semana o cada dos semanas, con un total de 10 o 15 capítulos sin ir demasiado lejos.
Espero os haya gustado. Un saludo.
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