Capítulo cuatro » No quiero ir a casa
Los tres fines de semanas más ocupados de su vida, tenia tarea tras proyecto tras ensayo y más actividades inútiles. Nunca había hecho tantos trabajos en su vida. Era agotador para JiMin. Una persona en esta posición desearía tomarse unas vacaciones y dejar todo a un lado y tomar margaritas viendo la playa.
Pero él no.
JiMin estaba emocionado, era una experiencia nueva y muy desconocida. Su tía usualmente repartía todos sus estudios a lo largo de la semana y nunca era pesado. ¡Aburrido!
Este estrés era nuevo, usar engrapadora era nuevo, escribir distintos nombres de maestros era nuevo. Todo era genial, era un chico cada vez más normal.
Su escritorio rebosaba de hojas y su suelo tenia los libros de los que se apoyaba. En aquella mansión vacía solo se escuchaba la música de David Bowie y la regla de JiMin azotando la mesa mientras hacia un cuadro a toda velocidad. Tenia mucha suerte, su casa era grande pero faltante de personas que vivían allí. Su padre era dueño de la compañía YuHio de celulares modernos, y viajaba de un lugar a otro durante semanas.
Y a decir verdad, era mejor así. JiMin amaba amaba estar sólo, tranquilo, sin miedo.
Para los dos años con lo que ha vivido con su padre después de separarse de él por casi doce años, le ha visto a la cara máximo tres veces, inundado en miedo y temblores. Cuando su tía murió nadie más pudo darle casa al niño de Gong, además ya tiene 19 años, puede vivir él sólo decían sus familiares...
JiMin solo podía resignarse a quedarse bajo el techo de ese hombre que tantas veces impacto sus puños en su carita y sus brazos, aun recuerda vividamente todas esas noches cuando su vista se volvía negra y despertaba en los brazos de su madre y ella sin parar le pedía perdón.
—No te escucho, pídeme que la baje, vamos hazlo— dijo Chan seguido de más risas de sus amigos.
JiMin extendía su mano tratando de alcanzar su mochila, aun no entraban a clases y este chico ya había comenzado a molestarlo.
Jung carcajeó quitando la mochila de la mano del otro y la puso frente a la cara fruncida del coraje de JiMin —Bien, te la daremos.
Al siguiente instante su bonita mochila rosa voló hacia la fuente de la universidad. Estaba abierta asi que todos sus útiles salieron al agua probablemente arruinándose de por vida.
JiMin miró la escena con su boca abierta y sus brazos sueltos impotentes, ya no había nada que pudiera hacer.
Los otros chicos rieron aún más a la misma que hacían "señas" que se inventaban al chico antes de partir, sintiéndose orgullosos de ser unos cabrones por falta de amor de su mamita.
JiMin cerro sus puños, estaba enojado y para este chico que casi nunca tiene emociones negativas, era mucho que decir. Caminó a la fuente y pedaleó en el agua tratando de acercar su mochila con las mareas que creaba.
El sonido de una moto estacionándose se escucho frente a él, bajó del vehículo YoonGi vestido de manera tal vez demasiado oscura. Quitó su casco y al momento de ver al chico nuevo sonrió meneando su mano.
JiMin no tenia fuerzas para nada. Hace años que ya no recibía esta clase de malos tratos y el volver a revivirlos fue muy difícil en especial porque no sabia como defenderse. YoonGi miró hacia donde sus manos estiraban y vio ahí la curiosa mochila de JiMin.
—Ah, ¿quien te hizo esto?—preguntó retórico.
En cuanto sintió los pasos de su nuevo -y primer- amigo tapó sus acuosos ojos de manera fugaz. No quería parecer un niño indefenso frente a él. Pues YoonGi era el muchacho más respetado chico de la institución. Parcialmente verdad, pero para Jimin, cualquiera era superior a él. Totalmente falso.
El de cabello negro se agachó a su lado buscando su carita, preguntó dulcemente —¿Necesitas ayuda?
JiMin tenía sus manos ocultas en el suéter y sobre sus ojos. Pero aun así de cubierto, asintió.
—Bien— se escuchó un sonido de agua brusco. JiMin se destapó y vio dentro de la fuente a su amigo tratando de seguir la mochila.
Se la lanzó de paso mojando un poco a JiMin ahora risueño. Se limpió la humedad de la cara y comenzó a reír por la imagen frente a él.
YoonGi perseguía su bolsa de útiles de un lado a otro imposible de tomar. Su cuerpo en el agua hacía olas que alejaban la bolsa y este al tratar de correr por ella terminaba alejándola más —Mierda— decía una y otra vez.
JiMin tapo sus ojos de nuevo con la diferencia de que ahora estaba riendo demasiado. YoonGi le lanzó los demás útiles mojados y salió de la fuente con la ropa de las rodillas para abajo empapadas.
JiMin señaló [ahora estas empapado ¿te dejaran entrar así?] olvidando ese condenado detalle.
YoonGi se quedó mirando intensamente a sus manos, quería animarlo un poco más por alguna extraña razón. Así que trato de adivinar lo que le había dicho.
—Yo no tengo hambre pero bueno, vamos, sirve que me seco.
Le quito la mochila de sus manos y la sacudió sacando lo más que podía de agua y a paso seguro se dirigió a la cafetería. JiMin quedo estático hasta que reaccionó, le tomo el hombro algo asustado y señaló con un dedo hacia los salones.
YoonGi alzó sus hombros —Yo no tengo ganas de entrar ¿tú si?
Una parte de él sentía la obligación de entrar y asistir a su clase de gramática. Pero la otra que llevaba el liderazgo le obligo a seguir al chico empapado.
—Me siento cansado, ayer trabajé más horas de las que debía y casi no dormí. Dime ¿tú trabajas?
JiMin escribió en la servilleta unas rápidas palabras "No, no tengo permitido trabajar. Mi papá dice que prefiere mantenerme toda la vida".
—¿Porque hace eso? Ya eres un adulto. Puedes independizarte ¡más bien tienes el derecho de hacerlo!
JiMin achico sus ojos sin dejar de ver a la mesa, esa pelea diaria ya sabia, era imposible de ganar.
"Es por eso que estoy en esta universidad, es lo único que pude pelearle a mi padre. Por lo menos puedo así salir de casa"
YoonGi se sintió mal por él. Y sintió una clase de relación con lo que fue su pasado.
JiMin no detuvo su pluma.
"¿En que trabajas?"
—Oh, yo soy mesero, En el LalaPo.
JiMin abrió sus ojitos y con mucha emoción digna de un niño escribió torpe "yo amo ese lugar, me encanta su tempura ♡"
Puede que el corazón haya sido un toque algo femenino pero para YoonGi fue adorable.
YoonGi rió un poco de su actitud y tomo su café frio para ofrecerle al chico frente a él. Sus rodillas ya estaban casi secas, y sus calcetines tendidos en el asiento a su lado casi estaban listos para usar.
—Yo tengo trabajo desde que recuerdo. Fui empacador, barrí las calles, fui mesero, todo lo que imagines yo lo hice— cerró sus ojos sonriendo con algo de sana soberbia.
JiMin rió mientras escribía en la gastada servilleta "¿y también fuiste un vaquero?" buscando hacer una broma sugirió algo imposible.
YoonGi abrió sus ojos y con su dedo pidió que se acercara, quería decirle algo en secreto. Susurró —no me enorgullezco de esto pero...trabaje de jardinero en un jardín de niños y siempre usaba ropa de vaquero. Los niños me llamaban "Alguacil meow meow"— ambos rieron estando muy cerca uno de otro. JiMin durante eso se dedicó a mirar la cara del otro, muy rápido supo el porque de ese tierno apodo, sus ojos eran tan rasgados que parecían de algún felino. Su boca delgada y encorvada naturalmente hacían que pareciese un gatito cuando duerme.
JiMin creía hasta el momento que YoonGi era alguien muy interesante y con muchas cosas que enseñar. Nada parecido a su padre.
Al final de las clases los tres chicos estaban listos para partir. YoonGi ese día no tenia trabajo así que aprovecharía para dormir toda su desvelada noche anterior.
NamJoon platicaba con el rubio acerca de unos poemas que se le habían ocurrido durante su viaje a Japón. Mencionaba las bellezas de las artesanías y lo dulce y atentas que eran las personas. El chico escuchaba atento y trataba de demostrarlo pues a su falta de platica podría parecer que no le esta escuchando.
De pronto su celular vibro en su bolsillo, se disculpo con Nam y lo abrió.
Papá: "Hijo, volví de mi viaje, ¿podré verte en casa?"
No. No quería verlo, estaba tan cómodo y contento en medio de la soledad de su casa. Ahora todo se arruinó por el regreso de ese hombre.
NamJoon hizo un ademán con su mano en forma de despedida dejando a JiMin en pánico en medio de la explanada. YoonGi al ponerse su casco miró el cuerpo del chico, temblaba y miraba a todos lados buscando algo desconocido para él.
Le gritó —¡JiMin!
El muchacho giro su cuerpo entero en la dirección incorrecta pero al final de la vuelta entera vio a YoonGi a medio sentar en su moto.
—¿Estás bien? ¿tienes como irte?
JiMin estaba muy ansioso, no quería llegar a su casa y el temor le hacia temblar en sus señas débiles [no quiero volver a casa, no quiero, no quiero, llévame]
La última palabra en suplicas era en si tan simple que YoonGi logro entender —¿quieres que te lleve?
JiMin movió su cabeza en un desesperado sí.
—Bien, mas o menos para donde vives porque no conozco todas las calles y...
JiMin puso su mano sobre la suya en el mango de la moto. Y negó con un rostro triste.
YoonGi volvió a preguntar pero cuidando mucho sus palabras —¿no quieres llegar a tu casa?
JiMin le concordó.
—Ya veo...— pensaba en que clase de cosa haría que JiMin no quisiese llegar a su hogar tan desesperadamente. Así que ofreció una alternativa —Te llevaré a la mía.
La zona en la que YoonGi vivía era muy distinta en todas las maneras a la de JiMin. Era muy urbana, con muchas plantas y una que otra casa abandonada. JiMin vio como una de esas tenia marcas y suciedad dignas de un terrorífico incendio. Apretó su agarre a su cintura.
Arribaron muy rápido. Le dio las llaves a JiMin para que entrara en lo que él guardaba su moto en el garaje.
Cuando abrió la puerta se encontró con un nuevo mundo, como si hubiera entrado por un portal.
Todo maniáticamente ordenado. Cada cuadro estéticamente puesto sobre una pintura que combinara. Colores blanco y azules. Macetas con tulipanes blancos y no me olvides, ese detalle le hizo sonreír. YoonGi por fuera y en la Uni era el estereotipo de chico malo en moto y matón. Pero un vistazo a su casa dejaba ver la clase de señor mandilon amo de casa que era en realidad.
YoonGi llego quitándose la chaqueta negra y sus zapatos. Miro a los pies de JiMin y con la pena del mundo le preguntó —Uh, ¿podrías dejar tus zapatos aquí? Puedes usar mis pantuflas.
JiMin vio sus pies, aquellos converse rojos llenos de tierra eran casi un pecado en esa casa.
[Lo siento, lo siento] hizo con su mano.
YoonGi frunció el ceño —¿porque me agradeces?
JiMin rodó los ojos, definitivamente tendría que darle unas cortas lecciones de señas.
"¿Esto que es?"
JiMin juntos sus manos una sobre la otra después de escribir aquella pregunta, estaban sentados en el sillón azul claro aprendiendo señas básicas para que YoonGi en lugar de darle una servilleta le dijera donde estaba el baño como JiMin había pretendido.
—Es...¿Cocina?
JiMin azotó sus manos sobre sus muslos, molesto repitió la seña y con su boca vocalizó silenciosamente A-MI-GOS.
—Uh...— entrecerraba los ojos y tenía una mano en su barbilla. No sabía cuál era y dijo como ultima respuesta —¿Abri..abrigo? ¡abrigarse!
Golpeó su frente con su mano. YoonGi rió por ver sus rulos volar con el movimiento.
—Mira, paremos aquí. Hasta ahora aprendí mamá, papá, agua, libro, flor y deletrear mi nombre.
JiMin desafió con sus ojos, diciendo que hiciera una prueba. Él milagrosamente entendió y procedió a deletrear.
—Mira atento, Y-O-O-N-G-I. ¡Tada! YoonGi~ — cruzo sus brazos satisfecho.
JiMin carcajeó, y tomo la bastante usada libreta pequeña "has dicho en realidad P-O-O-D-L-E"
YoonGi se enrojeció hasta las orejas, de verdad creía que lo hizo bien.
—Bien, voy a practicar. Lo prometo— dijo con una amable sonrisa. De pronto recordó la hora, ya era de noche y parecía que JiMin también había olvidado que debía ir a su casa.
—Ya es tarde, voy a llevarte a tu casa. No quiero que se enojen contigo— se levantó del sillón pero JiMin en cambió subió sus pies a su asiento y se hizo bolita. El alto miro como cerraba ambos ojos y algo horrible llego a su mente.
Se agachó un poco y le tomó del hombro —¿hay algo en tu casa que no quieres ver?
El pequeño cachorro en su sillón dio como respuesta un temblor. YoonGi para entonces ya estaba algo asustado. Esto ya era mucho. Pero sabiendo pocas cosas de su papá sabia que algo como no llegar a su casa le haría enojar y tal vez lo saque de la Uni o peor.
—Apunta rápido— le tendió su libreta.
JiMin talló su ojo y luego se preparó para escribir lo que fuera que YoonGi le dijera.
—822 1343 400. Es mi celular, llámame cualquier cosa. Yo me duermo muy tarde así que a cualquier hora puedo ir por ti o si quieres, simplemente platicar.
JiMin entre sus temblores sonrió de pronto. Desubicando al alto —¿de que ríes?
JiMin movió su mano solo un poco y escribió "yo no puedo llamarte, recuerda."
—¡Ag! Es cierto, lo lamento. Yo...
"No te preocupes, podemos mensajear. Gracias YoonGi."
Ambos sonrieron una ultima vez para salir directo a la privada de JiMin.
Su colonia era muy ostentosa, bien protegida y de grandes lujos. YoonGi de pronto sintió vergüenza por haberle mostrado su vecindario que no se comparaba para nada al de él.
JiMin seguía maniobrando entre sus dedos el listón del suéter de YoonGi, tenia nervios, le temía mucho a aquel hombre y desde que era pequeño siempre lo vio como su peor pesadilla, con la que tenia que compartir una casa.
JiMin apunto con su dedo su propia casa.
—Llámame a cualquier hora ¿Si? A mi no me importa despertar o tomarme un descanso— dijo estacionado su moto frente a la acera. Sintió los dedos de JiMin apretarse en miedo y su cabeza asentir. Dios, temía tanto dejarlo en esa casa.
Con ese pensamiento en mente dejo que el koala en su espalda se tomara el tiempo que necesitara para armarse de valor y bajarse de la moto.
JiMin tomo aire y soltó la tela roja de YoonGi. Era casi terrorífico pensar en pasar la noche en esa casa.
YoonGi le hizo girar tomando su muñeca —Recuerda que somos tus amigos, yo te puedo proteger, cuando lo necesites.
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