Cap 6
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ELIZABETH
❝안녕하세요❞
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Ahí estaba, sentada totalmente ajena a todo como siempre había acostumbrada, garabateaba cosas sin sentido en mi cuaderno sin poder comprender del todo la literatura coreana. Eso había sido lo más estresante de haber llegado a un nuevo lugar, tener que aprender el idioma.
Repentinamente siento un suave contacto en mi hombro lo cual me hace sobresaltar un poco y me hace levantar la mirada topándome con un chico que me sonríe gentilmente.
Aquel levanta ambas manos.
—El timbre ha sonado—me dice a través del lenguaje de señas.
No puedo evitar sonreír abiertamente de felicidad.
—¿Sabes lengua de señas?—le pregunto moviendo mis dedos rápidamente, completamente entusiasmada.
—Sólo lo básico para poderme comunicar con alguien—me responde algo tímido.
—No sabes lo feliz que me hace conocer alguien que me entiende—le expreso aún sonriente—Gracias por avisarme.
Hago una reverencia amigable, tono mis cosas y camino de vuelta al salón, el cual se encontraba cruzando la cancha de básquetbol.
Repentinamente siento un agarre en mi muñeca impidiéndome caminar. Al girar observó al mismo chico, quien me suelta inmediatamente al ver mi confusión.
—¡Ah! Lo siento—interpreta con sus manos—Sólo quería saber, si...vamos juntos a clases.
Vi pasar a un par de chicos corriendo eufóricos y algunos más con pelotas de básquet.
—Claro—le respondió con mis manos acompañada de una ligera sonrisa—Pero, haré una parada antes si no te importa.
Ambos caminamos al lado de esa cancha. Muchos estaban metidos en diferentes cosas, algunos platicaban, otros botaban, unos cuantos jugaban y trataban de encestar.
De pronto, algo me hace detener en seco.
El mismo chico extraño del otro día lanzaba la pelota pero sin lograr encestar una sola, revolvía su cabello con frustración, unos más se acercaban para brindarle algo de apoyo.
Aquel tomo la pelota una última vez y saltó alzando la pelota en el aire para encestar...
Volviendo a fallar.
Completamente furioso arrojo la pelota tan fuerte contra la pista y salió azotando la puertas de la cancha siendo seguido por los que parecían ser sus amigos
Solemos decir «hoy tengo un mal día» cuando, sin saber muy bien por qué, tenemos un mal desempeño en algo que nos gusta, en algo donde en realidad nos consideramos buenos, es un momento puntual que termina volviéndose crucial.
Yo me había sentido así tantas veces que lo entendía perfectamente.
Sin pensarlo mucho, camine hasta el jardín trasero para seguirle, al llegar lo busque por todas partes con prontitud, divagando la mirada por todo el lugar hasta visualizarlo sentando frente a la fuente, aquel chico recargaba sus codos sobre las piernas y cubriendo su rostro con las palmas de sus manos. Su respiración estaba completamente a tope.
Entonces una pregunta parece en mi cabeza: ¿cómo podía ayudarlo?
Es ahí. Donde mi cuerpo reacciona antes que mi cabeza, y simplemente lo envuelvo con mis brazos para brindarle un abrazo reconfortante.
Nos quedamos así, sólo un instante que pareció sentirse lo bastante infinito.
El se había permitido sentirse mal estando conmigo, y cuando note que su respiración se había regulado por completo, me separé de él.
El castaño levantó la mirada para conectarla con la mía, bajo la luz del sol sus ojos brillaban todavía más, que me fui tan difícil no compararlos con dos luceros, el estaba en shock y yo simplemente le dediqué una sonrisa.
Al ver que estaba más calmado. Decidí que lo mejor era brindarle ese espacio que buscaba para pensar, así que simplemente me levanté y me fui de ahí sintiendo como mi corazón latía desenfrenado.
No tenía ni idea de que el corazón podía acelerarse a tal grado, que creí en algún momento se saldría de mi pecho y correría de vuelta a él para seguir aspirando su aroma.
—¿Nos vamos?—interpreta con sus manos aquel chico quien me esperaba.
—Vamos—respondió de la misma manera. Obligándome a no voltear por nada del mundo.
La ciencia lo confirma: los abrazos nos ayudan a sentirnos mejor cuando tenemos un mal día, incluso más que las palabras de aliento.
Al menos podía brindarle consuelo sin necesidad de comunicarnos como el resto del mundo.
Al menos era capaz de hacer eso.
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