•Prólogo•

Narrador omnisciente

Tenías unos pequeños cuernos adornando tu cabeza y la piel pálida, como cualquier demonio de aquel lugar. En tus brazos cargabas a Octavia, quien se encontraba acurrucada en tu pecho, intentando no caerse dormida.

Traías puesta una corona de rosas rojas echa con ramas, las cuales adornaban tu cabeza como si fuese una corona, no te la quitarías en toda la noche debido a que la pequeña que cargabas en tus brazos te la había hecho, y la apreciabas tanto que eras incapaz de botar aquel regalo.

—Octavia. —la llamaste en voz baja

—¿Si? —contestó Octavia tallando sus ojos para así seguir despierta

—Te dejaré en tu cuarto, ¿está bien? —obtuviste un asentimiento en respuesta, así que seguiste tu camino aún con la niña en brazos, sin mostrar cansancio alguno, pese al gran recorrido que hiciste desde el jardín hasta el segundo piso del castillo

Soltaste un suspiro al sentir el frío de la noche, típico del infierno. Un ligero escalofrió recorrió tu cuerpo ante la brisa que pasó por tus piernas, levantando levemente tu falda.

Vestías un traje de sirvienta, el cual apenas y alcanzaba a cubrir tus muslos. Tenías suerte de que Stella no te haya echado del castillo, y todo era gracias a Stolas, quien también se encargó personalmente de diseñar tu traje.

—Bien, ya es tarde y necesitas dormir. —abriste la puerta con algo de dificultad y luego recostaste a Octavia en su cama— Mañana tendrás clases a primera hora. —añadiste lista para irte

—Pero papá aún no viene... —paraste tu andar al oírla— Quiero... verlo. —balbuceó Octavia entre sueños

—Lo verás, pero tendrá que ser mañana. —acariciaste su cabeza, tratando de hacerla dormir de una vez— Seguro la fiesta de su "no divorcio" lo retuvo de más, pero apenas llegue le diré que venga a verte.

—¿Lo prometes? —te preguntó inocente, soltando un bostezo

—Lo prometo, Octavia. —dejaste un beso en la cabeza de la menor y luego comprobaste que esta ya había caído dormida casi instantáneamente

Te diste media vuelta y casi sueltas un grito al distinguir unos ojos grandes y rojos verte fijamente.

—¿Príncipe Stolas? —el demonio búho hizo una mueca y se acercó a ti, con cuidado de no hacer ruido

Este vestía elegantemente, pues justo acababa de llegar de la celebración de su "no divorcio" con Stella. Las fiestas definitivamente no iban con él.

—Oh, querida T/N, ya te dije que no es necesario tanto respeto. Cuando estemos solos puedes decirme sólo por mi nombre. —te respondió en un tono de voz meloso, bajando la voz para que Octavia no los oyera

—Aún así, ¿estuviste aquí todo el tiempo? —le preguntaste en un susurro

—No, no. —negó meneando un poco su cabeza— De hecho llegué hace poco, específicamente cuando sentiste una brisa pasar por tus piernas. —se aproximó hacia ti para tomarte por la cintura y esconder su rostro en el hueco de tu cuello

—Stolas, aquí no. —lo apartaste con suavidad— Octavia está presente, aunque esté dormida.

—Uh, tienes razón. Lo siento. —vio a su hija con cariño y se acercó a su cama para dejar un beso en su cabeza, como anteriormente tú habías hecho— Descansa bien, mi pequeña Octavia.

Ambos salieron de la habitación y cerraron la puerta con lentitud, evitando su rechinar, viendo por última vez a Octavia.

—Ahora sí... Podemos empezar. —antes de que pudieras reaccionar, Stolas te había cargado al estilo nupcial para comenzar a llevarte a una de las habitaciones que quedaba al final del pasillo, donde todos los sirvientes tenían prohibido ir

—Octavia te estuvo esperando toda la noche, pensé que la despertarías. —comentaste pasando tus brazos por alrededor de su cuello

—Quise dejarla dormir. —contestó recostándote en la cama, para posteriormente deshacerse él mismo de su propia ropa, sin vergüenza alguna— Vamos, T/N. —insistió de manera juguetona

—Yo... —retrocediste aún recostada en la cama, como si trataras de escapar

—Muéstrame ese bonito cuerpo que tienes. —se acercó mucho más a ti, sin vergüenza en mostrar su cuerpo desnudo. Te tomó de las muñecas y se subió emcima de ti

—Stolas... —susurraste relamiendo tus labios

—Eso terroncito, gime mi nombre. —susurró en tu oído, provocando te recorriera un escalofrío

Odiabas que fuese tan cursi, pero a la misma vez amabas escuchar su voz diciendo esas palabras tan dulces y, probablemente, sinceras.

Dejaste tu corona de rosas en la mesita de noche y con tus manos comenzaste a acariciar el miembro de Stolas, para comenzar con su acto.

Narra T/N

Me removí en la cama y tallé mis ojos para comenzar a incorporarme, hasta que unos brazos me aprisionaron por la cintura. Stolas me fue atrayendo a su cuerpo.

—¿Ya te vas, terroncito? —susurró en mi oído con la voz ronca, empleando un tono algo triste— Aún es muy temprano. —agregó para convencerme

Me contuve en rodar los ojos ante aquel cursi apodo que era típico de Stolas, aunque no me desagradaba en lo absoluto.

—Si, debo ir con Octavia para despertarla y empezar con sus clases. —respondí zafándome de su agarre con suavidad, sin embargo aún seguía echada al lado suyo— Además, tú también deberías venir con nosotras, en serio ella quería verte anoche.

—Hummm, tienes razón. —se sentó al borde de la cama, seguido de mí— Ayer no pude pasar mucho tiempo con ella, imagino que en este momento debe estar odiándome un poco.

—No digas eso, Stolas. —me senté sobre su regazo y lo tomé de las mejillas para mirarlo fijamente— Ella en verdad te quiere, solo que... Las peleas que tienen tú y Stella la están afectando. Aunque sea una niña no es tonta.

—Sabes que lo mío con Stella fue y es pura conveniencia, no hay amor o algún otro sentimiento de por medio. —soltó con melancolía— Además, justo ayer Stella me informó a última hora que estaba haciendo una celebración por no habernos divorciado, ¡al menos me lo hubiera dicho antes! —exclamó para luego soltar un suspiro cansado— Estoy harto de esas fiestas sin sentido, donde ella siempre habla mal de mí.

Sabía que en ese momento él se sentía triste al hacerle daño a su hija por no darle la familia que se merece. En parte yo me sentía culpable también por meterme con Stolas, pero de igual manera estamos en el infierno.

—Aún así, Octavia te quiere y lo demuestra preocupándose por ti o esperándote hasta tarde. —agregué en un intento de consolarlo— Eres un gran padre para Octavia. —le sonreí ligeramente, haciendo que Stolas asintiera más animado y me mirara con ternura

—Gracias por animarme, terroncito. —peñiscó mi nariz en un acto de cariño, bufé y aparté su mano

En verdad era muy meloso... Y también un adicto al sexo, claro.

—Como sea, vamos a cambiarnos. —hablé levantándome de su regazo

Ambos nos cambiamos sin importarnos la presencia del otro, y finalmente nos dirigimos al cuarto de Octavia.

—Por cierto, T/N. —me llamó Stolas por mi nombre cuando un sirviente pasó al lado nuestro haciendo una reverencia, dirigida a Stolas por supuesto— ¿Y esa corona de rosas rojas? ¿Quién te la dio? —me preguntó disimulando su, notoria, molestia

Pese a su buena actuación, lo conocía muy bien y pude notar que se encontraba muy celoso.

—Me lo regaló alguien muy especial para mí. —le quise molestar un poco

—¿Así? ¿Y se puede saber quién es? —ladeó su cabeza hacia un costado y sus ojos se tornaron de un color más rojizo, demostrando que se encontraba mucho más molesto, hasta tenía un aura asesina a su alrededor

Prefería no imaginarme lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento.

—Hummm... —me coloqué frente a él y me puse en puntitas para acercar mi rostro al suyo— ¿Acaso estás celoso de tu propia hija, Stolas?

—Oh, ¿así que quieres jugar de ese modo, eh? —me vio con una sonrisa ladina, y en un rápido movimiento se colocó detrás mío abrazándome, aprisionándome entre sus brazos

—¿Stolas? Nos pueden ver. —le susurré preocupada

Este me soltó de manera casi automática apenas me oyó, pues en realidad sí podíamos ser pillados al estar en el pasillo principal, el cual llevaba al cuarto de Octavia.

—Esto no se quedará así, terroncito. Más tarde recibirás tu castigo.

—Ajá, ¿qué juguetes utilizarás esta vez?

—Simplemente te haré sufrir con mis propias manos. —esta vez sonrió con lascivia— Te haré suplicar, ya verás.

—Huy, qué malvado eres. —comenté con burla, tomando el pomo de la puerta para comenzar a abrirla

Ambos entramos viendo que Octavia aún seguía dormida.

—Será mejor que tú la despiertes, le gustará la sorpresa. —propuse en voz baja

Stolas asintió y comenzó a hacer lo que dije, mientras que yo me dirigí a las ventanas para abrir las cortinas.

Era un día muy soleado y tranqui... ¡¿Blitzo?!

—¡Oh, hola hermanita! —me saludó como si nada

—¡Es hora! —reconocí la voz de mi sobrina adoptiva

—¿Eh? ¡Espera Loony! ¡Nooo! —gritó Blitzo para luego estrellarse en la ventana, supuse que Loona lo había hecho volar hasta aquí

—¡¿QUÉ MIERDA HACES AQUÍ?! —le grité enfadada

—¡Ay, T/N! —me reprochó Stolas— No digas vulgaridades frente a la niña. —habló Stolas mientras cubría los oídos de Octavia

—Lo siento. —cerré las cortinas al instante— Stolas, yo...

—Sólo por esta vez te dejaré faltar al trabajo, puedes irte T/N. —me interrumpió viéndome con complicidad

—Gracias, príncipe Stolas. —respondí haciendo una reverencia

Apenas salí de la habitación me encontré a Blitzo mirando con un brillo en sus ojos a uno de los caballos.

—Ahora sí... ¿Qué rayos haces aquí, Blitzo?

—Huy, esa no es manera de saludar a tu hermano mayor, querida hermanita. —remarcó lo último con diversión, sabiendo que me molestaba que me llamasen así

—Me meto lo de hermanita menor por el culo. —gruñí impaciente

—Bueno, tampoco me desagrada la idea de hacer incesto. —insinuó sonriente, era muy jodido aunque no lo dijera en serio

—¡Eres un asco!

—¡Lo dice la que se acuesta con un pájaro pervertido! —contraatacó alzando la voz con claras intenciones de que Stolas lo oyera

—Eh, bueno... —me quedé sin argumentos, pues lo que decía era verdad— Agh, mejor dime a qué has venido.

—¡Tenemos un nuevo trabajo! Y para eso necesitamos el jodido libro del pájaro adinerado.

—¿Quieres que lo consiga por ti?

—Si, después de todo no te será tan difícil para ti, hermanita.

—Deja de llamarme así, Blitzo.

—Y tú deja de pronunciar mi nombre con la "o", HERMANITA. —se cruzó de brazos indignado

—Agh, sal de mi vista antes de que me arrepienta de haber aceptado.

—¡¿En serio?! ¡Ay, te adoro! —restregó su mejilla contra la mía, por lo cual obviamente lo aparté de un manotazo— Ah, y por cierto... —arqueé una ceja esperando a que continuara

Probablemente esta es una de las charlas más largas que he tenido con él.

—Ese traje de maid con una mini faldita te queda muy bien. —comentó con picardía— Moxxie cree que tienes lindo trasero, pero no le digas qye lo delaté. —me guiñó un ojo en complicidad

—¡BLITZO! —él se fue corriendo rápidamente— ¡Hijo de...! —me callé— ¡No huyas, cobarde!

—¡Venimos de la misma madre, tontita! —me contestó riendo como desquiciado. Otra vez se le zafó un tornillo— ¡También te quiero, hermanita!

Gruñí enfadada y opté por ir a la cocina del castillo, aprovechando que Stella tenía una reunión del té con las demás demonios de alto rango y así formarían alianzas por pura conveniencia, además de presumirles que seguía casada con el príncipe Stolas. Sí, habían celebrado que no se habían divorciado aún.

—¿Podría darme de ese platillo de ahí y un postre? Son para los príncipes

—Claro, T/N. —me respondió el demonio, sirviendo los platillos que le pedí

—Gracias. —los coloqué en una bandeja y subí a la segunda planta del castillo para regresar con Stolas y Octavia

Toqué la puerta unas tres veces, hasta que Stolas me dio el pase.

—Les he traído el almuerzo. —mencioné con una sonrisa— Hoy la princesa Stella tiene una reunión importante con sus amistades, por lo que no podrá almorzar con ustedes. —informé fingiendo tristeza

Stolas sonrió por eso y se levantó del suelo para ayudarme con la bandeja, ya que estaba jugando con Octavia sentados en una alfombra.

—Bueno, no hay problema. —hizo aparecer una pequeña mesa circular en medio de la habitación— Comeremos los tres solitos aquí. —sonrió abrazándonos a Octavia y a mí, ambas reímos y le seguimos el juego

Cuando terminaron de almorzar le pedí a Stolas que conversáramos en la otra habitación, aprovechando que Octavia se había dormido debido al cansancio de jugar y estar con la panza llena.

—¿Y bien? ¿De qué me querías hablar, terroncito?

Expliqué con brevedad el asunto y esperé pacientemente la respuesta de Stolas.

—De acuerdo, pero con una condición... —de manera imponente y juguetona se acercó a mí, posando su aliento cerca de mi oído— Desde ahora vivirás aquí, en este mismo castillo.

—¿Qué? Pero yo ya tengo una casa junto a mi hermano y... —sopló en mi oído, haciendo que parara de hablar abruptamente por esa extraña sensación

—Déjame continuar, terroncito. Además de que voy a permitirte vivir conmigo en este castillo, cada vez que te lo pida, tú me obedecerás fielmente y juntos saciaremos nuestros deseos carnales, y por ningún motivo te dejarás tocar por alguien más. —sus ojos brillaron, provocando que me alejara de él con algo de temor

¿En qué me estaba metiendo?

—¿La parte donde me pides que te obedezca fielmente, cuenta? —cuestioné con duda— Porque prometí lealtad hacia Stella al ser una de las sirvientas de su castillo anterior, será difícil todo ese tema del papeleo para cambiar a mi nuevo amo.

—Si cuenta. —respondió Stolas— Y no te preocupes, de lo demás yo me encargo.

—Pides mucho por un simple libro, Stolas.

—No es tan simple ese libro, es muy valioso, incluso más que la piedra de la inmortalidad. —exageró extendiendo su mano hacia mí— Me metería en varios problemas si alguien lo supiera, mas bien me estoy arriesgando mucho por ti.

—Ya. Aunque estoy segura que luego lamentaré mi decisión... —bajé la cabeza pensándolo mejor— El trato no suena nada mal. —estreché mi mano con la de él, e inmediatamente un humo de color rojo y verde nos rodeo a ambos

—Entonces... Ya que mi pequeña Octavia está dormida... —me tomó por la cintura, inclinándose hacia mí para besarme

—Oigan, perras en celo. —una venita sobresaliente se formo en mi frente al oír la voz de Blitzo

Esa odiosa voz...

—Lamento interrumpir su romántico momento. —mencionó con sarcasmo

Stolas me cogió entre sus brazos para evitar que me abalanzara contra él.

—Pero tengo algo de prisa, ya que mi Loony me está esperando desde hace dos horas fuera de este castillo. —continuó hablando sin inmutarse

—Primeramente, toca antes de entrar. —hablé entre dientes, separándome del agarre de Stolas— Y segundo, ¡¿cómo rayos entraste a un castillo que tiene una seguridad del infierno?!

—¿No te había mencionado que Loony llevaba horas esperándome? Ella es la que los está distrayendo. —contestó inflando su pecho de orgullo

—Oh, qué buen padre eres Blitzo. —di una sonrisa cínica

—Ou, pues gracias.

—¡Sarcasmo, Blitzo! ¡Fue sarcasmo! —exclamé apunto de abalanzarme sobre el demonio

—Pues no gracias. —se cruzó de brazos, desviando la mirada indignado

—Uh, ¿a qué se debe tu visita Blitzy? —preguntó Stolas, dejándome a un lado

—Para tener sexo contigo, definitivamente no es la razón.

—Jaja, qué chistoso. —el demonio búho entrecerró sus ojos, soltando una leve risa— ¿Y qué opinas de un trío?

—Ay, no mames con este tipo. —bufó Blitzo, viendo a Stolas con desagrado

—Stolas. —llamé con voz severa, provocando que este se pusiera rígido y se alejara del IMP rápidamente— Deja a Blitzo en paz y dale de una vez el jodido libro para que se vaya.

—S-si.

—Huy, qué controlado lo tiene al ninfómano pervertido. —murmuró Blitzo para sí mismo

—¿Me consideras un pervertido lindo? —me preguntó Stolas en tono seductor, mas lo ignoré— Y aún no me han dicho su respuesta sobre el trío.

—¡No haré un trío con mi estúpido hermano, Stolas! —exclamé molesta al ver que no me prestaba atención

—Mi hermanita tiene razón esta vez. —me apoyó Blitzo

—¿En la parte donde eres estúpido? —preguntó Stolas, con fingida inocencia

—¡No! ¡Donde me dan el libro, idiota! —le corrigió molesto

—Ah, es cierto. —Stolas se dirigió al armario y rebuscó dentro de este hasta sacar dicho libro— Aquí esta.

—Bien, adiosito. —Blitzo cogió el libro rápidamente y abrió la puerta que llevaba al balcón

—¿Eh? ¡Espera, esa no es la salida! —exclamé tratando de detenerlo

—¡Lo sé, hermanita! Solo quiero pasar desapercibido. —contestó trepando por las enredaderas— ¡Te me cuidas! ¡Por el momento no quiero un sobrinito con cara de pájaro!

—¡BLITZOOO! —grité corriendo tras él— ¡Ahora sí te mato sin importarme que tienes una hija!

—¡No, espera! ¡AAAH! —chilló como nena mientras caía hacia abajo

¿Ya se murió?

—¡Ay, carajo! ¡Mi espalda, estúpida! —se quejó al caer sobre la mesa donde Stella y sus amigas tomaban el té

—¿Qué...? —las demonios lo vieron con desconcierto, incluyendo Stella

—Eh, Hola. —saludó Blitzo con su mano, como si nada— Mi hermana se coge a tu esposo.

Rápidamente me escondí dentro y cerré la puerta del balcón.

Él se las arreglaría para escapar, ¡porque de ninguna manera lo ayudaría después de lo que dijo! ¡Me delató! ¡Y me siento traicionada y con ganas de matar a alguien!

—¿Terroncito? —Stolas me vio preocupado

—Mierda. —maldije por lo bajo— Lo siento Stolas, Blitzo suele ser un boca suelta y acaba de...

—Ya, tranquilízate terroncito. —me tomó de las mejillas— Todo estará bien. Stella no sabe que eres la hermana de Blitzy y no te hará nada, ¿de acuerdo? Yo te protegeré.

Lo miré sorprendida, pude sentir que un rubor comenzaba a formarse en mis mejillas.

—Ahora, si me disculpas tengo algo que hacer antes. —se aproximó hacia el balcón por donde mi hermano se había lanzado

¿Qué quiere hacer? Le acabo de decir que su esposa ya sabe la verdad.

—¡SIII! —gritó Stolas con emoción, mientras arrancaba el cartel que decía "Feliz día de no divorciados"

—¡¿QUÉ CARAJOS FUE ESO, STOLAS?! —Stella lo vio molesta desde el patio, pues había sido humillada frente a sus amigas

—Eso fue el sonido... ¡De un puto divorcio! —exclamó riendo feliz

Stolas ignoró los gritos de Stella y se alejó del balcón para poder abrazarme, aún manteniendo esa brillante sonrisa al ser por fin libre de su esposa.

Me dio un par de vueltas por el aire y me soltó con delicadeza luego de terminar con su pequeño festejo.

—Stolas, yo... —tragué saliva, sabiendo que era peligroso quedarme en el castillo ahora que Stella sabía sobre la infidelidad

Estaba segura de que eventualmente se sabría que Stolas la engañaba conmigo, así que no tenía más opción que romper el trato de quedarme a su lado y hacer uno nuevo.

—Me uniré a la agencia de Blitzo. —solté con seriedad

—¿Qué? —me vio estupefacto

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top