Sempiterno (Capítulo 7)
—Lamento no haber avisado nada.—
—Esta bien Chloé, espero que Marín se recupere pronto, los necesito a ambos aquí en la empresa.—
—No se preocupe señora Kurtzberg, mañana me presentare temprano.—
—Nunca olviden avisar si sucede algo, nos vemos mañana.—
La rubia corto la llamada observando aún el celular en sus manos, había regresado a su hogar para alimentar a la mascota de Vincent y cambiarse de ropa, también para despejar de su mente ese simple pero cálido beso.
Llevo los dedos de sus manos a su boca en un vago intento por volver a sentir ese contacto. Cuanto había soñado con un simple roce de labios.
Estaba feliz, pero había una posibilidad de que Marín no recordara nada, al estar inconsciente por efecto de la gripe. Por eso necesitaba calmarse si se daba una situación como esa.
(...)
No sabía qué hacer, nunca en sus más locos pensamientos imagino una situación como esa, claro que soñaba despierta con un beso con el azabache, pero no así, no en el estado del ojiazul.
Observó que Marín tenía los ojos cerrados y estaba inmóvil, separó sus labios del chino-francés moviendo su rostro aún lado, lo que fue aún peor, sintió sus bellos erizarse con el cálido aliento del hombre en su cuello.
Lo empujó suavemente haciendo que se recostara en la cama, se puso de pie al lado de la cama y sintió sus mejillas calientes, de seguro estaba sonrojada. Levantó sus manos para cubrir su rostro de la vergüenza que sentía. Marín la había besado.
Observó que el hombre estaba durmiendo tranquilamente, soltó un suspiro y se acercó nuevamente, observó los labios entreabiertos del ojiazul y se alejó para luego salir de la habitación.
(...)
Observó el reloj de pared que tenía en su sala de estar y se dió cuenta que ya había pasado demasiado tiempo, eran las siete treinta para ser exactos.
Tomo su bolso y algunas medicinas que tenía, para luego partir hacia el hogar del azabache.
Caminaba bajo la luz de la luna observando a su alrededor ya que pocas personas transitaban en esa zona, se reprendía por no haber aprendido a manejar cuando tuvo la oportunidad.
—¡Chloé!— escucho que la llamaban a lo lejos y volteó rápidamente encontrándose con una chica de cabellos cortos.
—Kagami, ¿que haces por aquí?—Pregunto acercándose a la mujer que la miraba con una ceja alzada.
—La que debería hacer preguntas soy yo, hoy no llegaron a la empresa, y respondiendo a tu interrogante, iba de camino a la casa de Marín.—La rubia se había avergonzado un poco por las palabras dichas de la japonesa, las cuáles dijo con un tono muy sugerente ¿que cosas pasarían por esa mente suya?
—Ya veo, yo también voy de camino.—
—Creí que estarían juntos, ya sabes, pasando un rato agradable, tengo una idea, vamos juntas.—La azabache solo sonrió por el leve sonrojo de la ojiazul, camino para estar al lado de ella y empezaron a dirigirse a su destino.
—Crei que te gustaba Marín.—Murmuro la rubia después de un rato, deseando que la fémina no la haya escuchado.
—Me gustaba si, pero después lo empecé a ver como un hermano mayor, muy sobreprotector.—respondió la mujer con una pequeña curvatura en sus labios, recordando la primaria junto a su tonto favorito.
—Vaya, debieron ser muy unidos.—
—Eramos inseparables, mis padres casi nunca estaban en casa, así que la mayor parte de mi tiempo la pasaba en su hogar, jugábamos videojuegos y comíamos los postres que preparaba el señor Dupain.—
—¿Y que pasó?—
—Me mudé del país, y cuando regrese Marín ya se había ido también, y ya sabes con todo eso de las redes sociales lo volví a encontrar y heme aquí.— la azabache mostró una tenue sonrisa que fue correspondida por la rubia.
Después de esa pequeña plática llegaron a su destino, observando cómo Marín estaba en el sofá con celular en mano.
—Hey, eso es genial, te lo mereces Alya.— las dos féminas se acercaron a él para medio revisarlo y notaron que seguia hirviendo en fiebre.
—Marin, que haces aquí si aún tienes fiebre.— susurro la rubia en su oído causando un escalofrío en el hombre.
—Era Alya, tenía que contestarle.— susurro devuelta cortando la llamada.
La ojiazul soltó un suspiro y tocó el rostro del azabache con la palma de su mano, viéndolo fijamente por unos segundos.
Marín no podía apartar la vista de la rubia, le traía recuerdos de cuando él lo hacía con sus fallecida esposa. Pero eso se sentía diferente, no sabía cómo describirlo, pero sentía una leve opresión en el pecho.
—Debo ir a mi habitación.— cómo pudo el hombre se puso de pie y se dirigió a su habitación con ayuda de las paredes.— Que bueno verte Kagami.— fue lo último que dijo antes de desaparecer de la vista de las dos mujeres.
—Te gusta Marín.—
—No diría que me gusta de gustar...—
—No te lo pregunté, estoy muy segura que lo amas, desde ayer en la noche que nos conocimos me di cuenta.—
—¿Soy tan obvia?— la de cabellos cortos asintió en respuesta mostrando una leve sonrisa por lo nerviosa que se notaba Chloé.
—Ire a ver cómo está Marín.— la rubia solo respondió con un "está bien" y se dirigió a la cocina a preparar té para las dos y algo que ayude a que Marín se sienta mejor.
(...)
—¡No puedes simplemente ignorarla teniendo ahí a esa mujer!— exclamó la de cabellos cortos ya frustrada de que el idiota de su amigo no pudiera ver lo buena que era Chloé.
—Kagami, mi esposa acaba de fallecer, no me puedes obligar a buscar pareja, además ella es solo una amiga.—
—Dios, tienes razón, pero no toda la vida te quedaras soltero.— la azabache se quitó los zapatos para luego meterse entre las mantas con su mejor amigo, hace tiempo que quería un tiempo así, cuando eran chiquillos tenían la manía de dormir en la casa del otro de la misma forma en que se encontraban en esos momentos.
—Kagami, contigo tampoco...—
—Solo calla y duerme, cuando éramos más pequeños no decías lo mismo.— espeto con una leve sonrisa en los labios.—Ademas, ¿gustarme tú? Ni que estuviera desesperada.— sintió un leve golpecito en su hombro izquierdo haciendo que se sobara el área afectada y devolviera el golpe a su contrario.
—Solo quiero que seas feliz tonto.—
—Lo soy.—
—Pero puedes serlo aún más.—
Se escucho un suspiro en la habitación con un leve "Lo se" para luego quedar en silencio.
(...)
—Me pregunto...¿Que comida le gustará a Marín?— siempre lo había observado, y sabía diversas cosas sobre él, pero ese pequeño detalle de no saber que comida le gustaba al hombre la tenía en una gran confusión.
—Puedes hacer cualquier cosa, Marín no es muy quisquilloso con la comida.—respondio la de pelo corto entrando a la cocina descalza y con el cabello revuelto. Cualquiera que la viera así pensaría que estuvo en una situación comprometedora, y ese era el caso de la ojiazul, quería preguntar qué había pasado en esa habitación, pero...¿Que pudieron haber hecho en tan sólo diez minutos? Además de que Marín estaba muy débil, alejo los pensamientos negativos y se concentró en la cena y la persona que estaba a su lado.
—¿En serio? Incluso Marín tendría que tener alguna comida favorita ¿no?—No quería sonar brusca, pero no pudo evitar que su respuesta saliera de ese modo.
—Bueno, en realidad a Marín le gusta mucho el pastel de chocolate, es como su adicción, hasta me sorprende que no tenga una rebanada escondida por aquí.—
—No creo tener el tiempo suficiente para hornear uno, y no es como si pudiera hacerlo...— Susurro para si misma, pero la de cabellos azabache logro escucharla a la perfección, mostró una leve sonrisa y se dirigió al refrigerador.
—Podemos hornear uno rápido, se de cocina gracias al padre de Marín, creo que aún tenemos tiempo.—
Chloé solo observó cómo sacaba todos los ingredientes necesarios del refrigerador, observó la hora en el reloj de pared que marcaban las ocho en punto de la noche, soltó un suspiro y cerró los ojos imaginando el rostro de Marín por la felicidad de comer un delicioso pastel preparado por ella. Bien, eso le gustaba.
Se dirigió a la alacena y se sorprendió de ver tantos instrumentos de cocina, moldes para pastel, cortadores de galletas, una batidora de mano entre otras cosas, tomo lo que considero necesario y lo coloco en la mesa.
—Podemos empezar por medir la harina, puedes buscar las cucharas medidoras porfavor.—
—Y esas son...—
Kagami la observó con una media sonrisa y pensó que eso sería divertido.
(...)
Kagami se había ido hace más de media hora, estaba frustrada, la azabache había terminado haciendo todo el trabajo, ella lo único que hizo fue batir las claras y engrasar el molde. Ahora lo único que restaba era que el pastel se horneara, por lo que estaba sentada frente al horno, no quería que terminara quemándose y arruinara todo el esfuerzo de la de cabello corto.
—¿Porque no puedo hacer nada bien?—
—Claro que puedes, solo que los pasteles no son lo tuyo.— bromeó el azabache detrás de ella con un palillo largo en mano, aún se notaba que tenía fiebre, pero ahí estaba, abriendo el horno y metiendo la mano dentro mientras pinchaba el pastel por el centro, lo que causó que la rubia se asustara, ¿acaso no le quemaba?
—No siempre el pastel está a la hora exacta, aveces tarda más, otras menos, pero este ya está.—
—Marin, tienes que descansar, aún tienes fiebre.— vio como el azabache la ignoraba olímpicamente mientras se colocaba unos guantes para sacar el pastel del horno y lo colocaba sobre una tabla de madera que no había visto que estaba ahí.
—Me siento mejor, gracias por cuidar de mi.— para sorpresa de la rubia Marín la había apegado a el dándole un caluroso abrazo, daba gracias a Dios por la diferencia de altura ya que ella escondía su rostro en el pecho del hombre para que no notara su sonrojo.
—Aun no estás mejor, agradeceme cuando estés bien por completo.—
—Esta bien, solo quédate así conmigo un momento.—
"¿Esto es un sueño?" Pensó la rubia mientras se aferraba al pecho del azabache, cerró los ojos y empezó a disfrutar del momento, sentía que en cualquier momento despertaría y volvería a su rutina de antes, todo estaba en silencio, y eso le agradaba, porque podía oír los latidos del corazón de su amado.
Esa noche algo había cambiado, y no en el ojiazul, Chloé estaba más enamorada que antes, y dolía no ser correspondida.
(...)
—¡Adiós papá!— grito un pequeño castaño desde adentro de la casa de Chloé mientras cargaba una perrita con él.
Ya habían pasado dos semanas desde que compartió un bello momento con el azabache, y desde entonces todo seguía igual, nada había cambiado, excepto que ahora amaba aún más al ojiazul. Después de terminar el abrazo partieron el pastel y comieron un poco, Marín regreso a su habitación y ella se quedo en la habitación de Vincent, nada relevante para recordar.
—Comportate con Alix, recuerda lo que hablamos.—
—Ya hombre, yo cuidare muy bien de este remolino.— Alix golpeó duramente el hombro del azabache y se adentro con el pequeño Vincent a la casa.
—Nunca me acostumbrare a los golpes de Alix.— la rubia sonrió quedamente y ambos entraron al auto. Alya ya no podría cuidar del castaño por razones de trabajo, la habían contratado como reportera en el lugar que ella tanto había deseado, quien era él para negarle su felicidad. Además Alix parecía ser una buena niñera, pero necesitaba conseguir una a tiempo completo, en cualquier momento ella también tendría una oportunidad en el mundo de los deportes.
—No creo que alguien lo haga.— ambos rieron y emprendieron su camino a la empresa.
Cuando llegaron Marín se adentro a su lugar de creaciones y Chloé se colocó en su puesto mientras esperaba a que llegarán los modelos, la presentación de Marín como diseñador de la empresa estaba cerca, sería la primera vez que todos vieran sus diseños, y la rubia estaba emocionada por eso. Había planeado tener una cena de celebración en uno de los mejores restaurantes de París, y así convivir con Marín y el pequeño Vincent, él era parte fundamental para ganarse el corazón del azabache, además de que ese niño era un amor. Todo era perfecto.
—¡Hey Chloé!, ¿Puedo pasar?—
—Claro Adrien, solo déjame avisarle a Marín que ya llegaste.— estaba por tomar el teléfono cuando un nuevo saludo la interrumpió.
—Hola Chloé, y hola...—
—dejame los presento, Kagami él es Adrien, Adrien ella es Kagami.—
—¿Eres Adrien Agreste?, Vaya, siempre había querido conocerte, he visto tu trabajo y es genial.— hablo la azabache extendiendo la mano hacia el rubio.
—Creo que también te conozco, mi padre me ha hablado de ti últimamente.— confesó el rubio mientras tomaba la mano de la de cabellos cortos aceptando el saludo gustoso.
—Creo que es mejor que entren chicos, sino Marín se pondrá como loco.— la pareja asintió a lo dicho por la rubia y siguieron su camino mientras conversaban animadamente.
—Umm y yo que había puesto mi mirada en Adrien, ¿A quien más tengo que descartar?— la ojiazul volteo su rostro encontrando a una Lila sentada sobre su escritorio, enserio que esa mujer la desesperaba.
—Solo alguien mal de la cabeza estaría contigo.—
—Cielos, eso me dolió justo en mi corazón, creí que eras una niña buena.—
La ojiazul la ignoro olímpicamente y decidió prestar atención a su computador.
—Creo que hoy es mi día de suerte, ese chico es sexy.— Chloé enserio que no quería prestar atención a lo que decía la italiana, pero quería saber quién acababa de entrar, su curiosidad podía más, pero no necesito levantar la mirada para reconocer ese tonto apodo.
—Hey abejita, nunca te pusiste en contacto conmigo, no sabes cuántas noches estuve pensando en ti.— hablo dramáticamente el "Rockero".
—Pero que tenemos aquí, ¿Acaso eres su novio?—
—N...—
—¡Si!—
—¡¿En serio?!, Eso es genial, ustedes parecen una linda pareja, bueno, creo que iré a invitar a salir a Marín, te dejo con tu NOVIO Chloé.— de un salto la morena se bajó del escritorio y arreglo un poco su cabello queriendo mostrar superioridad.
—¡Él no es mi novio!— La castaña no le importo eso dicho y miro con una sonrisa triunfante a la ojiazul y procedió a marcharse hacia el salón donde minutos antes habían entrado Adrien y Kagami.
Estúpido Luka, pero se las pagaría.
(...)
Notas finales.
Espero les guste y perdón si encuentran faltas de ortografía, si hay alguna háganmelo saber, ya me leí esta cosa como 10 veces y no encontré nada, pero por si las moscas jsjsjjs
Por cierto, amor a Luka bye
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