Cap. 50: Un nuevo comienzo (Parte II)


"Sólo por un momento" , se había dicho el día de ayer, pero ahí estaba él ahora, caminando por los pasillos de esa casa al día siguiente.

En un gesto de no entender su propio comportamiento, levantó una ceja ligeramente mientras negaba, rendido. Es que cuando se trataba de ella era capaz de apagar su maldito celular, olvidarse hasta de sus propias convicciones y de todo lo demás y hasta inventarse excusas a él mismo con tal de verla aunque fuera por un par de minutos.

Eso tenía que acabarse, lo sabía.

Y a propósito de aquello; mientras caminaba, llevó una mano a su bolsillo y notó que no llevaba su celular con él. Tocó el otro bolsillo de su pantalón, pero tampoco estaba ahí; se había quedado en la habitación de Rin...

Negó nuevamente. De todas formas, no importaba. A esas alturas ya ni siquiera quería volver a encenderlo, de sólo imaginar los cientos de mensajes y llamadas perdidas le dolía la cabeza y, además... en ese momento había algo más importante aún en lo que debía concentrarse.

Algo que lo había dejado intranquilo desde la noche anterior...


- ¿Pudo descansar algo, joven Sesshomaru? - le preguntó el señor Takahashi al verlo llegar al comedor, donde él desayunaba. El peliblanco asintió tranquilamente -. Venga, siéntese, acompáñeme, por favor.

- Gracias. ¿Cómo le fue ayer?

- Bien, bien - respondió el hombre con una débil sonrisa -. Pero ya sabe cómo es... no me pueden decir nada concreto hasta que no me hagan al menos cientos de exámenes.

Sesshomaru levantó su mirada del café que se preparaba y fijó sus ojos en él, inquisitivo.

- ¿Bien? - le preguntó con seriedad -. Anoche... me pareció escuchar algo. 

El señor Takahashi frunció su ceño y dejó escapar un suspiro.

- Y... ¿qué fue lo que escuchó?

- Nada concreto - admitió el peliblanco, seriamente -. Pero no me pareció que fueran buenas noticias.

El mayor negó, pensativo, y luego de algunos segundos se encogió de hombros.

- No, la verdad... no lo son. 

- ¿Le mencionaron algún tratamiento? - preguntó Sesshomaru serenamente -. Haga lo que tenga que hacer y no escatime en gastos, yo me encargaré del resto.

Takahashi sonrió con sus labios juntos y su mirada cansina.

- Gracias, joven Sesshomaru. Es usted un buen hombre - le dijo con sinceridad, tocando su brazo con cariño -. Pero... al parecer, no hay mucho que podamos hacer al respecto.

- Pediremos una segunda opinión. Hay más especialistas en la ciudad.

El mayor retiró su mano y negó.

- Esa es la cosa; esta ya es... una segunda opinión y... no creo que, con pedir una tercera, algo vaya a cambiar.

Sesshomaru cerró sus ojos y asintió lentamente.

- Comprendo - bebió un sorbo de café, meditando sus palabras -. ¿Qué tan malo es?

El hombre tomó aire profundamente y lo miró fijo, con su expresión suave y calmada. Por un momento, al peliblanco le pareció... inexplicablemente tranquilo, aunque sus ojos se vieron empañados y vidriosos. Se vio tranquilo, como si las viejas grietas de su rostro cansado y herido hubiesen desaparecido. Aún se veía mayor, mucho mayor de lo que probablemente era, pero... ahora, en parte, eso se debía a su mirada. Era extraño de explicar, pero su mirada sólo parecía... la de un hombre que sabe muchas cosas.

- ¿Qué tan malo es? - suspiró -. Esa pregunta se puede responder de muchas maneras, joven Sesshomaru. Para alguien como usted, con un futuro tan brillante a sus pies, imagino que sería muy malo saber que, probablemente, dentro de un año, un día se irá a dormir y no despertará nunca más. Para alguien como Rin... no puedo ni siquiera comenzar a imaginarlo. Pero, para alguien como yo... hay, incluso, algo de reconfortante en tener los días contados.

- Un año - repitió el peliblanco.

- Eso dicen - respondió el mayor con calma -. Quizás. Pero ya sabe, el tiempo es relativo y ese año se podría alargar o acortar dependiendo de mucho - agitó una mano con despreocupación -. De todas formas, no tiene caso quedarnos atrapados en los detalles; así es la vida. De una forma u otra, todos vamos hacia allá, y yo... ya tengo a alguien esperándome.

Sesshomaru asintió, con una desagradable sensación en su pecho y, de pronto, un extraño silencio los invadió. Si hubiesen prestado atención a aquello, hubiesen logrado escuchar el sonido de los platos y del constante movimiento de la cocina, incluso hubiesen logrado escuchar el sonido del viento chocando contra los grandes ventanales. Pero ni uno de los dos pensaba en eso...

- No me mire así, joven Sesshomaru... si no lo conociera mejor, pensaría que está inquieto - dijo sonriendo y luego tocó su hombro relajadamente -. Todo va a estar bien.

- ¿Cuándo va a decírselo?

- Pronto - espetó el mayor con más seriedad que antes -. Y espero que respete mi decisión, no me gustaría que se enterara por alguien más.

- No lo conversaré con ella hasta que usted lo haga, pero si le sirve de algo... la última vez que le oculté algo tan importante a su hija, las cosas no terminaron bien.

El hombre soltó una débil risa y asintió.

- Ya, lo sé - admitió, calló por un momento y lo miró -. Sé que es una mala noticia, pero... Rin es grande y fuerte, sé que estará bien y también sé que no estará sola - sonrió -. Yo... no hice grandes cosas en mi vida, pero ella... ella es todo de lo que me siento orgulloso. 

A pesar de esa desagradable sensación en su pecho, el peliblanco sonrió ligeramente de lado, casi de forma inconsciente, y asintió.

- Rin es como nadie que haya conocido antes.

- Lo sé - dijo el mayor con una amplia sonrisa -. A propósito... ¿Sabe si ya está despierta? Me gustaría verla.

- Iré a buscar mis cosas, si la encuentro despierta se lo diré.

Takahashi dio una parca cabezada a modo de agradecimiento y Sesshomaru se retiró de la mesa, en dirección a las habitaciones.


Abrió la puerta silenciosamente, pensando en que probablemente Rin aún estaría dormida, pero su cama estaba hecha y ella no estaba ahí. Cerró la puerta y de pronto un escandaloso grito a sus espaldas lo hizo voltearse, con el ceño fruncido.

Rin, ella... Joder. 

El peliblanco tragó pesado y ella intentó cubrirse con la toalla; con sus mejillas encendidas y gotas de agua escurriendo por su pelo y por su piel, pero ni siquiera tuvo tiempo de envolver la toalla a su cuerpo, sólo la sostenía frente a ella con sus manos temblorosas, y en un intento por... taparse más arriba, la subió hasta su garganta, dejando al descubierto sus piernas. Sus escandalosas piernas y sus curvas... podía ver hasta el encaje de sus bragas en sus caderas.

- ¿Qué haces ahí? - ¿De verdad esas habían sido las primeras palabras que salieron de su boca? Idiota.

- ¡¿Q-Qué hago yo aquí?! ¡Me visto! ¡Esta es mi habitación! ¡¿Qué haces tú aquí?!

- Sólo vine por mis cosas.

- Deberías aprender a tocar la puerta - masculló la castaña, con sus mejillas fuertemente sonrojadas.

- Pensé que dormías, no quise despertarte - espetó él, con el ceño fruncido -. Además, si estabas vistiéndote debiste haber cerrado bien la puerta. Para algo existen los seguros, Rin.

- ¡Ugh!

El peliblanco le alcanzó la bata que había sobre la cama y se dio la vuelta para que ella pudiera cubrirse tranquilamente.

- No estés tan nerviosa, no vi nada - le aseguró tranquilamente.

- Gracias - murmuró la castaña mientras se anudaba la bata a su cintura.

- Nada que no haya visto antes - agregó bajo, aún de espaldas a ella.

- ¡¿Qué?! - gritó Rin con sus ojos muy abiertos - ¡Sesshomaru!

El peliblanco rió silenciosa y suavemente por la nariz, negando divertido, y las mejillas de la castaña se sonrojaron aún más, como si eso fuera posible.

- ¿Cómo amaneciste, Rin? - le preguntó después de algunos segundos.

La castaña dejó escapar un resoplido.

- Bien, g-gracias. Creo que... tus remedios me ayudaron mucho.

Él asintió. Tomó su celular y el resto de cosas para salir de su habitación, pero Rin lo detuvo, sosteniendo su muñeca. Sesshomaru bajó su mirada hasta su agarre y luego la miró a ella, esperando a que hablara. Sus gruesos labios estaban entreabiertos y sus cabellos castaños y mojados caían por sus hombros, enmarcando su rostro. En ese momento, su delicado aroma floral llegó de golpe a su nariz, embriagándolo, y él... tuvo que contener el impulso que sintió de agarrarla con firmeza, pegar su cuerpo al suyo y devorarle la boca.

- Sesshomaru, tú... ¿dormiste aquí toda la noche? - le preguntó con timidez. El peliblanco sólo guardó silencio y ella lo miró por debajo de sus largas pestañas -. Lo siento... - murmuró -. Estuviste incómodo, por mi culpa, y... quizás pasaste frío, y yo...

- No tiene importancia, Rin.

- ¡Claro que la tiene! - arremetió ella -. Es que... quiero decir... gracias, por cuidarme y por... quedarte conmigo. 

Él asintió levemente, acercándose todavía un poco más y tomó uno de sus mechones castaños entre sus dedos, con delicadeza. Rin contuvo la respiración ante su cercanía y se estremeció al ver cómo sus ojos dorados la analizaban detenidamente, sin reparos.

- Si no secas tu pelo, no te mejorarás nunca - dijo de pronto él, serio, y de un momento a otro se alejó y comenzó a caminar hacia la salida. Aún de espaldas a ella y antes de cerrar la puerta tras él, habló nuevamente -: Tu padre te espera en el comedor.

Y recién al verlo salir de su habitación, Rin soltó el aire que tenía retenido en sus pulmones, y pestañeó un par de veces, confundida.


Minutos más tarde ya se encontraba fresca y vestida, sentada en el comedor junto a su padre.

- ¿Cómo te sientes, hija?

- Bien, mucho mejor, papá - le aseguró con una suave sonrisa, sosteniendo una taza de café caliente y humeante con ambas manos -. Y a ti, ¿cómo te fue ayer?

- Bien, bien, fue una tarde agradable, pasé un buen rato con el señor Jaken, incluso antes de venirnos cenamos juntos, ¿sabes? - le contaba mientras la castaña sonreía -, tiene muchas historias que contar...

- Si, el señor Jaken es todo un caso - dijo negando -. Es un gran hombre.

Su padre asintió.

- Admira mucho al joven Sesshomaru... y también se nota que te tiene mucho aprecio.

- Lo sé... y la verdad es que yo también a él - sonrió y sin darse cuenta dejó escapar un suspiro -. Y, ¿cómo te fue en el doctor papá? ¿Qué te dijo? - preguntó intrigada, cambiando de tema -. Deben haber sido buenas noticias, porque te ves bastante animado, ¿verdad? Al menos yo te veo mucho mejor.

El hombre sonrió y tomó su mano con ternura.

- ¿Qué te parece si luego te cuento todos los detalles? - le preguntó -. Ahora termina tu desayuno, princesa. ¡Tienes que recuperar energías!

- Está bien, está bien - aceptó sonriendo. Luego de algunos segundos miró disimuladamente hacia todos lados, aclaró su garganta y levantó su mirada hacia su padre -. ¿Sabes si... Sesshomaru ya se fue? - preguntó intentando parecer despreocupada.

- Me parece que todavía no, lo vi hace un rato, conversando con el señor Jaken.

- Oh, ya veo...

- ¿Ya hicieron las paces? Al parecer te hicieron bien sus cuidados, porque hoy te ves mucho mejor, pequeña. Dime, ¿descansaron bien anoche?

La castaña se atragantó con el café que bebía y tosió un par de veces, sonrojada.

- ¡¿Q-Qué?! Papá, no, o sea, él... se quedó para cuidarme, pero... no pasó nada más - tosió de nuevo, más sonrojada aún -. Quiero decir... sólo comimos, o sea comí, me cuidó y vimos una película y... eso es todo.

El hombre asintió relajadamente, intentando ocultar su risa.

- ¿Y qué película vieron?

- Die Hard - murmuró Rin, apenada.

- Vimos me suena a mucha gente - dijo una grave voz a sus espaldas y la castaña se giró a verlo con sus ojos muy abiertos -. Yo vi Die Hard, mientras alguien roncaba al lado mío.

- ¡Eso no es verdad! - chilló la castaña, más avergonzada aún. Su padre rió.

- Yo no estaba ahí, pero aún así le creo a mi amo bonito - dijo Jaken, quien caminaba acercándose a ellos al lado del peliblanco.

- ¡Hmph! - la castaña infló sus mejillas en una mueca de enfado, con el ceño fruncido.

- Hablando de Die Hard - dijo su padre aún riendo -, ahora que lo recuerdo... este año no hicimos nada para navidad, ¿o si, princesa?

Rin negó.

- No papá.

- Entonces... ¿Qué te parece si hoy hacemos una cena? Aprovechando que el joven Sesshomaru y el señor Jaken ya están aquí, también les diremos a la señora Aneko y al señor Hiro.

La castaña sonrió débilmente y aclaró su garganta antes de hablar.

- Me parece una buena idea, pero... Sesshomaru y el señor Jaken deben tener prisa por regresar a la ciudad - miró al peliblanco con una corta sonrisa y una expresión suave -. No es necesario que se queden.

- Joven Sesshomaru - habló el señor Takahashi -, ¿usted tuvo cena de navidad este año?

El peliblanco negó tranquilamente y la castaña lo miró con curiosidad y el ceño fruncido.

- ¿No? ¿Por qué no? ¿No estuviste con tu familia? - le preguntó con un ligero rastro de preocupación.

- No, Rin - respondió él, serio, y sin expresión aparente.

- Entonces yo creo que deberían quedarse - dijo su padre -. De todas formas tienen que cenar y... nunca es muy tarde para celebrar la navidad.

Jaken miró al peliblanco, en silencio, y él asintió levemente.

- Gracias, nos quedaremos - decidió.


Después de algunos minutos de planear los detalles y ponerse de acuerdo, cada uno se fue por su lado a avanzar en sus tareas. Rin alcanzó a Sesshomaru en el pasillo y comenzó a caminar a su lado, en silencio.

- ¿Qué ocurre? - le preguntó el peliblanco con seriedad luego de algunos segundos, al sentir su insistente mirada sobre él.

- No quiero que te sientas obligado a quedarte - murmuró Rin -. Sé que tienes cosas importantes que hacer y ya te quedaste más tiempo de lo que tenías pensado por mi culpa. No quiero molest...

Él se detuvo.

- Rin - la interrumpió. Ella paró de caminar también y se volvió a mirarlo con sus grandes ojos cafés tan expresivos -, ¿quieres que me vaya?

- ¿Qué? N-No, no, no es eso...

- Entonces déjalo - espetó -. Jaken se quedará por algunos días más, yo me quedaré hasta mañana y así aprovecharé de llevarte a la ciudad.

- ¿A... la ciudad? ¿De... verdad? - preguntó ella confundida.

- Quieres ir mañana a la consultora, ¿no es así? - La castaña asintió -. Bien, entonces eso es lo que haremos - resolvió. Calló por un segundo y la miró de reojo -. Y no te preocupes, será la última vez.

Antes de que la castaña tuviera tiempo de decir o hacer algo más, Sesshomaru metió una mano en su bolsillo y le pasó un pequeño pedazo de papel escrito.

- Entrégale esto a Aneko, debo encargarme de algo más.

Rin asintió, un poco descolocada, pestañeó un par de veces mientras lo veía alejarse y luego agachó su mirada.

"La última vez..." repitió en su cabeza.



Algunas horas después, el peliblanco caminaba por los pasillos con dirección a la salida.

- Jaken, ya llegaron -  dijo al encontrarlo acarreando algunas cosas hacia la cocina.

El hombrecito asintió y comenzó a caminar a su lado. Salieron de la casa y se acercaron al auto que entraba en la propiedad en ese momento.

- Vaya, pero si nos viene a recibir el mismísimo Sesshomaru - dijo su hermano con ironía -. No pensé que me extrañaras tanto.

El peliblanco frunció su ceño, molesto. Realmente no sabía en qué momento recibir a Inuyasha y su escandalosa mujer había parecido una buena idea.

- ¡Hola cuñado! - lo saludó Kagome, bajándose del auto emocionada - Muchas gracias por invitarnos. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Rin? ¿Ya sabe que venimos a verla?

- Bien - respondió serio -. Está adentro, aún no lo sabe.

- ¡Mejor aún! - dijo y miró a su novio -. ¡Así será una sorpresa!

- Inuyasha - habló el peliblanco -, no le mencionen a Rin lo de la presidencia.

- Hmph, por eso estabas aquí... Sabes que en un par de días se enterará de todas formas, ¿no?

- Eso no importa, porque en un par de días no estaré aquí. Sólo me interesa que no se lo digan ahora, ¿queda claro?

- ¿Por qué quieres ocultárselo, idiota? No puedo creerlo, aún después de todo lo que ha pasado...

- Inuyasha - lo frenó -, sólo haz lo que te digo, lo demás no es tu asunto. No hagas que me arrepienta de dejarte entrar.

- ¡Hmph, ni siquiera eres tú quie...! - Kagome tocó su brazo con ternura.

- Inuyasha, déjalo, tu hermano no quiere preocupar a Rin con esas cosas, eso es todo... ¿cierto, cuñado?

El peliblanco la miró serio, en silencio, e Inuyasha se cruzó de brazos, molesto.

- Bien, de todas formas no vinimos aquí a hablar de eso - espetó -. Puedes estar tranquilo, no se me escapará; el trabajo no es lo único que me importa, como a otros...

- ¡Inuyasha! - lo regañó Kagome -. Ya sabemos que eso no es verdad.

- Hmph.

El peliblanco negó con desprecio y comenzó a caminar de regreso a la casa.

- Irrespetuoso - murmuró Jaken -. Después de todo lo que mi amito ha hecho... ¡Deberías estar agradeciéndole!

Inuyasha rodó sus ojos.

- ¡Me golpeó!

- ¡Te lo merecías! - arremetió el hombrecito.

- Y entiendo que haya querido "prepararme" para esa reunión y las que venían, pero me humilló mucho más de lo necesario, ¡incluso frente a todo el directorio! - gruñó -. Pueden explicarme... ¿Qué sentido tenía todo eso? Pudiste al menos habérmelo dicho, Sesshomaru...

- ¡Si serás...! Sabes que el directorio no quería saber nada de mi amo luego de que él decidiera continuar con el juicio, así que la única forma de que votaran por ti era hacerlos ver que ustedes dos estaban en contra y que tú no tenías nada que ver con este asunto - contó -. Y si te lo decíamos seguramente lo hubieses echado a perder, porque eres muy bruto.

Inuyasha negó irritado.

- Como digan, si realmente pensaran que soy un bruto, no me estarías dejando la presidencia...

El peliblanco se detuvo antes de abrir la puerta, con su mano sosteniendo el picaporte, y se giró a verlo, con su mirada gélida.

- Si dices algo, yo mismo haré que te arrepientas.

- ¡Está bien! Ya te oí.

- Y compórtate - espetó -, también está el padre de Rin adentro.

- ¡Lo sé! - masculló el menor con el ceño fruncido -. No soy tonto.



La castaña caminaba con Ah-Un a su lado, pendiente de los preparativos para la cena y tarareando a ritmo de una canción en la que no había podido dejar de pensar desde que la había oído esa mañana. Se dirigía al comedor cuando de pronto Ah-Un comenzó a ladrar, con sus orejas levantadas mirando hacia la puerta, alerta, y en ese momento la castaña escuchó un murmullo, como de voces acercándose.

- ¡¿Kagome?! - gritó emocionada al verla, y sin pensarlo más corrió a abrazarla - ¿Qué hacen aquí?

Abrazó también a Inuyasha y miró a Sesshomaru con cuestionamiento. Él desvió su mirada, sin decir nada.

- ¡Vinimos a verte! - le contó la pelinegra -. Te he extrañado mucho, Rin... ¡Este lugar es realmente hermoso!

La castaña la abrazó con fuerza, emocionada. Caminaron por la casa, mientras parloteaban incesantemente, como si no se hubieran visto en años, con Sesshomaru, Inuyasha y Jaken caminando tras ellas, hasta que dieron con el señor Takahashi. Él los saludó a ambos igualmente feliz y emocionado.

- Me alegra mucho que haya venido a vernos, señorita Higurashi - le decía sosteniendo su mano con ternura -. ¡Pero qué buena cena de navidad tendremos!

- ¿Navidad? - preguntó Inuyasha, confundido -. ¿No estamos en febrero?

Rin soltó una risita y se encogió de hombros.

- Navidad atrasada - aclaró.

- Señor Takahashi - habló Kagome -, no sabíamos que tenían algo planeado, no queríamos molestar, discúlpenos, sólo llegamos de sorpresa...

- No, no, no diga más - dijo el mayor -. Por favor, señorita Higurashi, nos encantaría que se quedaran, lo pasaremos bien. Además, hace mucho tiempo que no teníamos una celebración así, ¿no es así, princesa?

La castaña sonrió ampliamente, con sus ojos empañados y brillantes y asintió varias veces.



- Rin, yo... siento mucho todo lo que pasó - le dijo Inuyasha rascando su nuca con una mano, evidentemente nervioso, mientras conversaban los tres, sentados en uno de los grandes sillones de la sala de estar -. Yo no sabía nada de lo que estaba ocurriendo o te lo hubiese dicho, te lo prometo...

- Inuyasha, está bien, lo sé, no tienes de qué preocuparte...

- Sólo quería que lo supieras - murmuró con su ceño fruncido -. Mi mamá tampoco sabía nada, ella... está muy preocupada por ti, pero no ha querido venir, porque... no sabía si tú... ibas a querer verla.

- ¿Por qué la señora Izayoi pensaría algo así? - preguntó la castaña, extrañada -. Ella sólo ha sido buena conmigo, ¿cómo podría estar molesta con ella?

El pelinegro se encogió de hombros, con su mirada baja.

- La verdad es que yo tampoco estaba seguro de si me querrías ver a mi, ya sabes...

Rin negó.

- Sé que ustedes no tuvieron nada que ver con todo este asunto, Inuyasha... no tendría por qué estar molesta con ustedes.

- ¿Lo ves? - habló Kagome -. ¡Te dije que Rin no estaría enojada contigo! - negó con una sonrisa -. Lo hubieses visto... ¡estaba tan preocupado!

- ¡Kagome! - la regañó Inuyasha, con sus mejillas sonrojadas y mirando hacia otro lado -. No digas esas cosas, ¿quieres?

La castaña soltó una risita y tocó el brazo del pelinegro con ternura.

- Inuyasha, tú eres mi amigo y eso no cambiará nunca, no tienes de qué preocuparte.

El pelinegro desvió su mirada hacia un lado, con sus mejillas sonrojadas.

- Si, como sea... tú... también eres mi amiga - balbuceó y Rin sonrió ampliamente al escucharlo.

- Bueno, ya no hablemos más de esto - pidió la castaña aún sonriendo -, yo quiero saber... ¿cómo van los preparativos para la boda?

- Ni te lo imaginas, Rin...


Los tres se quedaron conversando hasta que la cena estuvo lista. Se sentaron todos al comedor y disfrutaron de la comida mientras oían las divertidas anécdotas del señor Hiro. Pese a todos los años que llevaban trabajando en ese lugar, era la primera vez que él y la señora Aneko compartían la mesa con Sesshomaru y también era la primera vez que Inuyasha y Kagome visitaban el lugar.

Fue una hermosa noche. No recordaba la última vez que había reído tanto y para qué hablar de la comida, todo estuvo exquisito, fue mucho más de lo que ella y su padre acostumbraban cuando celebraban la navidad en familia. El señor Jaken había ido por todos los ingredientes que hicieron falta y sólo había traído lo mejor de lo mejor. La señora Aneko había preparado todo; realmente era una gran cocinera y esta vez se había esmerado más que nunca; la mesa había quedado realmente maravillosa. 

Pero... lo mejor de esa noche, no había sido la comida producida, los elegantes manteles o el buen vino, si no que por primera vez en mucho tiempo, finalmente... se sentía como en casa.

Mientras escuchaba a su padre y al señor Jaken discutir sobre cuál era el nombre del lugar en el que habían cenado la noche anterior, bajó su mirada al sentir algo tocar sus piernas y vio a Ah-Un viéndola desde abajo de la mesa. No pudo evitar sonreír y disimuladamente le dio un pedacito de carne que quedaba en su plato, pero cuando levantó su mirada nuevamente, una vez más en la noche sus ojos chocaron con los dorados del peliblanco, que la miraban con una ceja arqueada y negando levemente, como si la acabara de descubrir en un crimen tremendo.

Ella sólo sonrió y desvió su mirada, nerviosa.

- Ah-Un quiere salir - le dijo a Kagome, que estaba sentada al lado suyo -, ¿me acompañas a sacarlo un segundo?

- ¡Claro, vamos!

- Con permiso - pidieron las dos y el resto asintió.

- ¡Abrígate si no quieres estar toda resfriada de nuevo, chamaca! - le gritó Jaken, mientras las veía alejarse.

- Es verdad, princesa - agregó su padre -. ¡Abrígate!

La castaña asintió y rodó sus ojos riendo.

- A veces siento como si tuviera dos papás - le dijo a Kagome mientras salían hacia la terraza.

Kagome rió.

- A propósito de eso... ¿Cómo estás de tu tos? Sé que en invierno lo pasas mal. ¿Ha estado muy complicada?

La castaña negó.

- No, el doctor Sato me dio medicamentos... bueno, anoche estuve un poco enferma, pero Sesshomaru se quedó a cuidarme y... hoy ya me siento mucho mejor.

- ¿Sesshomaru se quedó a cuidarte? - preguntó la pelinegra extrañada y sorprendida. Rin asintió -. ¿Qué hay entre ustedes, Rin? ¿Están juntos de nuevo?

- No... - dejó escapar un suspiro y se encogió de hombros - en realidad, no sé qué es lo qué hay entre nosotros, Kagome - admitió -. Sé que jamás podré olvidarlo, pero... lo nuestro ya acabó. Mañana me llevará a la ciudad y... eso será todo.

- ¿Eso será todo? ¿De verdad crees eso? ¿Es que recién estábamos en lugares distintos? - le preguntó con ironía, incrédula -. Sesshomaru no se va a apartar de ti tan fácilmente, vi como se miraban, Rin... y conozco esa mirada tuya perfectamente, porque nunca te he visto mirar a alguien más de la manera en que lo miras a él, y eso no ha cambiado. ¡Si se te iluminan los ojos cada vez que él aparece!, igual que ese día en la cena, para la despedida de su padre. O desde siempre en realidad, siempre lo has mirado de esa forma y no sé cómo no me di cuenta desde un principio de lo que había entre ustedes - suspiró -. Y él no lo hace nada mal; no dejó de mirarte en toda la noche... Sesshomaru es una persona distinta cuando estás a su lado, Rin. Quizás él no se dé cuenta, pero... tú lo haces ser mejor. ¡Incluso creo que hoy lo vi sonreír! Jamás lo había visto sonreír antes... - negó -. Sesshomaru está loco por ti, Rin. Y tú... tú todavía estás enamorada de él, no puedes negarlo.

La castaña sonrió débilmente, con su mirada baja.

- Por supuesto que todavía estoy enamorada de él, nunca dejé de estarlo - susurró -. No me alejé de él porque dejara de amarlo y eso... lo hace mucho más difícil aún - tragó el nudo en su garganta y se encogió de hombros -. Pero nos hicimos daño, Kagome. Ambos nos hicimos mucho daño... Yo lo dejé y ahora él quiere mantenerse alejado y eso está bien, será lo mejor... Nos merecemos poder comenzar de nuevo. Así que, como él dijo, esta será la última vez - calló por un segundo y luego se giró a mirarla con una débil sonrisa -. Pero no quiero pensar mucho en eso, ahora sólo quiero... disfrutar su compañía mientras esté a mi lado.

Kagome suspiró rendida.

- Lo siento... - murmuró bajo.

Rin le sonrió ampliamente, con sus ojos cerrados.

- Está bien, me siento mucho mejor, ¿sabes? - dijo tocando su mano con ternura. La pelinegra tomó aire profundamente y sonrió también - ¿Entramos?

Kagome asintió.



- Antes de que lo olvide - habló Inuyasha, mirando a su hermano mientras descansaban en los sillones de la sala de estar -, llamaron a las oficinas del conglomerado preguntando por ti... desde Nueva York - dijo, insinuante. Sesshomaru sólo lo miró serio, en silencio y con indiferencia, esperando a que hablara, aunque sabía perfectamente lo que estaba por decir -. Era el jefe de Kirinmaru... y dijo algo sobre un favor, pero no entendí bien si eras tú quien le debía un favor a él o él a ti - el peliblanco esbozó una leve y oscura sonrisa de lado al escucharlo -. ¿Qué hiciste, Sesshomaru?

- Sólo le devolví la mano.

- ¿Podrías ser un poco más específico? - pidió el pelinegro, con el ceño fruncido, y se sobresaltó al escuchar a Kagome detrás suyo.

- ¿De qué hablan? - preguntó ella. Rin caminaba al lado suyo, sonriendo.

Inuyasha miró a Sesshomaru, pero él parecía no inmutarse en lo absoluto con el tema, como si realmente no le importara que lo dijera delante de Rin. Rodó sus ojos disimuladamente... es que realmente no lo entendía. Lo amenazaba para que no dijera nada por lo de la presidencia, pero esto... al parecer le daba exactamente igual. Realmente nunca había comprendido la mente retorcida de su hermano.

- Nada, sólo cosas aburridas - dijo al fin y el padre de Rin apareció justo tras ellas, con Jaken.

- El señor Hiro y la señora Aneko ya se retiraron - comentó -. Señorita Higurashi, ya está oscuro... me sentiría muy intranquilo si deciden irse a esta hora, ¿por qué no se quedan?

- ¿No será un problema?

- ¡Pero claro que no!

La pelinegra asintió con una sonrisa y miró a Inuyasha.

- Si, está bien - dijo él.

- ¡Ya está! Qué bueno, me alegro. Así podemos ver Die Hard todos juntos.

- ¡Si! - gritó la castaña.

- ¿Die Hard? - preguntó Inuyasha sorprendido -. Que buen gusto tiene tu papá, Rin.

Ella sonrió emocionada.

- Pero la 3 - pidió el peliblanco -, porque ya vimos la 1 y la 2 anoche, no quiero repetirlas.

- ¿Vimos? - preguntó Kagome con sus ojos muy abiertos. Sesshomaru la ignoró.

- - bufó Inuyasha con ironía -. No pensé que Die Hard fuera lo suficientemente buena para tus gustos tan refinados, Sesshomaru.

El peliblanco frunció su ceño y Rin soltó una risita mientras caminaba a preparar la televisión y los demás se acomodaban en los sillones. Inuyasha y Kagome se sentaron en el más grande, dejando espacio libre. Su padre y el señor Jaken se sentaron en otro y el peliblanco se acercó a ella.

- Déjalo - le dijo -. Yo lo hago, ve a sentarte.

Ella le sonrió en respuesta y fue a sentarse junto a Kagome.

- ¿Y qué es este Die Hard del que todos hablan? - preguntó el señor Jaken - ¿Acaso soy el único que no lo ha visto?

Kagome rió.

- Rin me hizo verlas todas un día - contó -, pero no se preocupe señor Jaken, no importa que no haya visto las primeras para entender esta, porque en realidad son todas iguales.

- ¡No son todas iguales! - gritaron Rin, Inuyasha y el señor Takahashi al mismo tiempo. 

- Yo le contaré de qué se tratan señor Jaken... - dijo la castaña y comenzó a explicarle emocionada la trama mientras Sesshomaru ponía la película. Cuando terminó, Rin se movió dejándole un espacio para que se sentara a su lado, a un extremo del sillón. Ah-Un también llegó donde ellos y la castaña lo dejó echarse entre ella y Kagome, con su cabeza apoyada en sus piernas.

- Lo malcrías demasiado - le dijo el peliblanco en voz baja, viendo como Rin lo acariciaba con ternura.

La castaña soltó una risa traviesa y se acercó más a él.

- ¿Celoso? - le preguntó al oído, con su sonrisita coqueta.

Sesshomaru levantó una ceja al escucharla y negó levemente, evitando mirarla e intentando ocultar todo lo que le provocó el sentir su aliento chocar en su cuello.

- Porque si quieres puedo decirle que mejor se acueste en tus piernas - bromeó ella y una sonrisa casi imperceptible se formó en los labios del peliblanco.

- Silencio, Rin - susurró con toda su usual seriedad -. Ya comenzó la película.

La castaña rió bajito y, sin decir más, se acomodó a su lado. Sesshomaru la observó disimuladamente de reojo, tan consciente de su olor a flores y del calor de su cuerpo, que ni siquiera supo por cuánto tiempo estuvo mirándola. Pudo haber sido un instante o un minuto entero, pero en ese momento incluso olvidó que compartía el sillón con Inuyasha. En ese momento, para él... sólo fueron ellos dos.


- ¿Él es John McClane? - preguntó el señor Jaken -. ¡Pero si es un borracho!

- ¡Shhhh! - gritaron los demás. 

Rin soltó una risotada y su padre la miró desde su asiento, con una tierna sonrisa en sus labios.





***


[Espero que les haya gustado este capítulo, me quedó más largo de lo que tenía pensado, así que tuve que separarlo en tres. La última parte es importante y no sé con claridad cuando saldrá, pero espero no tardar mucho (no es el capítulo final, todavía quedan algunos para eso).

Un abrazo y muchas muchas gracias por todo su amor y sus lindos comentarios, como siempre ✨¡Son lo máximo!✨]

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