Cap. 49: Un nuevo comienzo (Parte I)


Aclaró su garganta mientras caminaba por los pasillos junto al señor Jaken, escuchando los cientos de detalles e innumerables instrucciones sobre la casa. Su molesta tos había vuelto hace un par de días; desde la noche que se quedó hasta tarde en la terraza... el último día que había visto a Sesshomaru.

Inconscientemente dejó escapar un suspiro y se detuvo al ver una de las grandes ventanas abiertas. Miró hacia el amplio y bien cuidado jardín y como los rayos del sol de la mañana atravesaban las nubes, iluminando los frondosos árboles. Habían sido meses complicados, pero al menos ya había dejado de nevar, el viento ya no soplaba tan fuerte y constante y aunque los días todavía eran bastante fríos, ya no se sentían tan tediosos ni grises. El invierno siempre se le había hecho difícil, pero finalmente... parecía estar llegando a su término.

Y ahora que lo pensaba, eso también significaba que ya se cumpliría un año desde que había regresado a casa. Un año... tantas cosas habían ocurrido en menos de un año.

Y aunque en ese año parecía haber perdido mucho más de lo que había ganado, regresar... todavía se sentía como la mejor decisión que había tomado.

Bajó su mirada y sonrió ligeramente al ver a Ah-Un a su lado. Él se apegó aún más a ella, hasta apoyarse en su pierna. Desde el día en que ese - ya no tan pequeño - cachorro había llegado a su vida, el concepto de espacio personal había dejado de tener sentido para ella. Ah-Un la seguía a todos lados y dormía con ella todas las noches. Incluso lo había sorprendido esperándola afuera del baño muchas veces... Definitivamente lo iba a extrañar mucho cuando volviera a trabajar.

Era verdad, sobre eso...

- ¿Sabe, señor Jaken? - dijo de pronto, interrumpiendo su parloteo -. He estado pensando en que quizás, ahora que... todo está más tranquilo, podría viajar de vez en cuando a la ciudad, para poder ir a la consultora.

- ¿Quieres volver a trabajar? ¿Piensas dejar solo a tu padre? - le preguntó extrañado - ¿No es muy pronto todavía? ¿Estás segura?

- No quiero dejarlo solo, solamente serán algunos días por semana en un principio y luego veré cómo resulta todo - aclaró -. Papá se ve mucho mejor, lo veo con mejor ánimo y parece llevarse muy bien con la señora Aneko y el señor Hiro, sé que estará bien. Además, también estará Ah-Un para cuidarlo - dijo sonriendo, pero Jaken no dejó de mirarla seriamente -. No me iré para siempre, señor Jaken, no sea tan dramático. Es sólo que... extraño mi trabajo y ya me siento preparada para regresar. No es lo mismo hacerlo desde casa y... me gusta, soy buena en lo que hago... no quiero dejarlo.

Jaken dejó escapar un suspiro. Sabía que para alguien tan inquieta como Rin, pasar tanto tiempo sin poder moverse libremente, había sido un verdadero problema.

- Está bien, está bien... veré qué puedo arreglar al respecto.

- Usted no tiene que preocuparse de nada, señor Jaken - le dijo con una dulce sonrisa -. Sé que quizás lo parezco, pero no soy una niña... yo puedo arreglármelas sola. Y además... usted ya ha hecho más que suficiente por nosotros.

Jaken bufó.

- Bien, como digas - aceptó de malas ganas, con el ceño fruncido, y luego la miró de pies a cabeza -. Pero no sé de dónde sacaste que pareces una niña, ya estás bastante crecidita.

Rin soltó una risotada mientras él negaba con fastidio.

- Bueno, como mencionaba... - continuó hablando - la señora Aneko y el señor Hiro seguirán trabajando aquí como siempre lo han hecho. Ah, y a propósito de tu padre, el doctor Suikotsu vendrá hoy en la tarde a verlo. Quizás sería bueno que estuvieras presente, para que aproveche de darte algo para esa tos que tienes - decía -. Y sobre los jardines...

Rin desvió su mirada al ver que Ah-Un apoyaba sus patas delanteras en el borde de la ventana y miraba con atención y sus orejas levantadas hacía el jardín, mientras el señor Jaken seguía hablando. Miró en la misma dirección que él y a lo lejos pudo ver una pequeña liebre entre las flores.

"Ay no".

La liebre miró hacia ellos, quieta, y luego escapó saltando hacia el bosque. Antes de que la castaña pudiera pestañear, agarrarlo o hacer algo al respecto, Ah-Un saltó por la ventana y corrió tras ella.

- ¡Ah-Un! - gritó Rin, y sin pensarlo mucho más, saltó por la ventana siguiéndolo.

- ¡Rin! ¡¿Qué crees qué haces, niña loca?! - le gritó Jaken - ¡Te estoy hablando!

La castaña lo ignoró y corrió tras Ah-Un hasta perderse en el bosque, pero el sonido del viento meciendo los árboles le impidió seguir escuchando los pasos de su perro.

- ¡Ah-Un vuelve y deja a esa pobre liebre en paz! - le gritó fuerte, con su voz agitada y abrazándose a ella misma para abrigarse mientras caminaba buscándolo.

La nieve que quedaba se había derretido en su mayoría, formando pozas de agua y barro en la tierra que dejaron empapadas sus zapatillas.

- No tenía pensado salir a correr hoy - murmuró bajo, negando, y de pronto sintió su teléfono vibrar. Lo sacó de su bolsillo y notó que tenía un mensaje de un número desconocido.

Era un mensaje largo y esa manera de hablar... se le hizo muy familiar.


"Takahashi, me enteré de lo que ocurrió. Siento lo de tu casa y espero que estés bien... y viva. O si no, habré desperdiciado este mensaje. que no somos amigas ni nada por el estilo y tampoco soy muy buena para esto, pero quería contarte que... yo estoy bien, gracias a ti.

Este es un nuevo comienzo para mi; por el momento me acostumbro a la idea de no tener que vivir mirando sobre mi hombro. Es nuevo y se siente extraño, pero agradable; es todo lo que siempre quise; soy libre. Y aunque no lo creas, en este tiempo también he pensado en ti (no de esa forma, lo siento, pero no eres mi tipo). Sólo esperaba que este también pudiera ser un nuevo comienzo para ti, porque lo mereces. Aunque en realidad, no tengo dudas de que estarás bien, sé reconocer a alguien fuerte cuando lo veo y las mujeres como nosotras pueden con todo. Pero por sobre todo, sé que estarás bien porque tienes a tu lado a quienes se preocupan por ti, a quienes darían todo por ti, y eso... es más importante que cualquier otra cosa, espero que lo sepas.

Y a propósito de aquello... también dale las gracias de mi parte al amargado de tu novio.

En fin, no creo que volvamos a vernos, no por allá al menos, pero si algún día te aburres de la ciudad, de la gente y de los autos; ven a visitarme, acá te enseñaré a divertirte de verdad.

Hasta la vista,

K".


- Kagura - susurró la castaña con una enternecida sonrisa en sus labios. Intentó llamar al número que le aparecía, y aunque el mensaje le había llegado hace pocos minutos atrás, la llamada no salió. El número ya no estaba disponible.

Rin negó con una sonrisa y dejó escapar un suspiro...

"¿Cómo espera que la visite si ni siquiera me dice donde está?", pensó y de pronto un grito de sorpresa salió de su boca cuando sintió los pasos apresurados de Ah-Un corriendo con rapidez hacia ella. No tuvo tiempo de nada antes de que el cachorro le saltara encima con toda su fuerza, haciéndola perder el equilibrio y tirándola al suelo.

- ¡Ah-Un! - lo regañó y no pudo evitar dejar escapar una risita cuando él lamió su cara, entusiasmado. Definitivamente había crecido demasiado.

Al menos no traía ni una liebre muerta con él.

- Por dios, mira cómo estás, ¿te revolcaste en la tierra, pequeño? - le preguntó al ver su pelaje gris todo teñido de barro y recién en ese momento reparó en su propia ropa. Estaba completamente mojada y sucia, al igual que él, y como una mala broma del cielo, justo en ese momento comenzó a lloviznar -. El señor Jaken nos va a matar...


***


Despertó de golpe y miró la hora en su teléfono... se había quedado dormida. Saltó de la cama rápidamente y un fuerte dolor de cabeza la dejó mareada. Sin prestarle mucha atención a eso o al malestar general que sentía en su cuerpo, se vistió, tomó su bolso y salió apresurada de su habitación.

- ¡Papá! - lo llamó, mientras corría buscándolo por la casa y atando su pelo en un desordenado moño alto - ¡Ya estoy lista! ¿Dónde estás? - gritaba, con su voz congestionada, hasta que de pronto apareció él, caminando a paso lento con toda su parsimonia y acompañado por el señor Jaken.

- ¿Qué haces tan despierta y vestida, princesa? - le preguntó con calma y su voz temblorosa.

Rin ladeó su cabeza con confusión.

- ¿Lo olvidaste? - le preguntó preocupada -. El doctor Suikotsu dijo que debías ver a un especialista en la ciudad, ya debemos salir si no quieres llegar tarde a tu hora.

- Claro que no lo olvidé - aclaró él con tranquilidad -. Pero tampoco olvide que el doctor también dijo que debías reposar por un par de días si querías que esa tos y el resfrío que tienes se mejoraran por completo - le recordó -. Descansa, hija, el señor Jaken me acompañará.

- P-pero... Papá... no me siento tan mal, yo puedo acompañarte. Es importante...

Su padre negó.

- En realidad no es nada tan importante y regresaremos hoy mismo. Aprovecha este fin de semana para mejorarte y así poder regresar a la consultora el lunes con todas las energías.

Rin bajó su mirada.

- ¿Estás seguro?

Su padre asintió y besó su cabeza en forma de despedida.

- Eso te pasa por salir corriendo tras ese animal en medio de un temporal - murmuró Jaken, antes de comenzar a caminar tras él. Rin lo miró con su ceño fruncido.

- No había ni un temporal cuando salí y además, ¡estoy bi...! - No pudo terminar de hablar cuando un ataque de tos seguido por varios estornudos la interrumpieron. 

Jaken negó e iba a decir algo irónico, cuando el sonido de la puerta abriéndose los hizo voltearse.

- ¡Amo Sesshomaru! - gritó el hombrecito emocionado.

El peliblanco asintió levemente a modo de saludo.

- Buenos días, joven Sesshomaru - dijo el padre de Rin, mientras ella lo miraba en silencio, con sus ojos más abiertos de lo normal por la sorpresa.

- ¿Ya se van? - le preguntó el peliblanco.

- Si, ya estamos en la hora - respondió el señor Takahashi -. Rin se quedará en casa, debe hacer reposo.

Sesshomaru asintió con entendimiento.

- Vine a revisar el tema de los autos - le mencionó -. No me quedaré mucho tiempo. Sólo quiero asegurarme de algunos detalles.

- ¿De los autos? - preguntó la castaña con curiosidad.

- Lo siento, había olvidado decírtelo, hija. El joven Sesshomaru me comentó que vendría uno de estos días para mover sus autos de lugar - le explicó y luego lo miró a él -. Ya le dije que no había ni un problema con que los guarde acá, nosotros no ocupamos ni un cuarto de todo el espacio que hay en esta casa. Haga lo que estime conveniente, pero... no es necesario que se moleste, joven Sesshomaru - dijo con su expresión suave y luego se volteó a ver a Jaken -. ¿Vamos, señor Jaken? Ya se nos está haciendo tarde.

Ambos se despidieron y finalmente salieron de la casa. Rin se quedó parada en su lugar, repasando las palabras que acababa de escuchar. Todas las instrucciones y explicaciones del señor Jaken, y ahora, además, Sesshomaru venía por sus autos. Eso sólo quería decir que... realmente esto era todo. Ya no los volvería a ver. Aquí terminaba aquella extraña 'no-relación' que habían mantenido hasta ahora. Sabía que iba a ocurrir algún día, pero aún así... un extraño sentimiento se instaló en su pecho.

- ¿Estás enferma, Rin? - la calmada voz grave y gutural del peliblanco la hizo reaccionar. No importaba cuantas veces lo escuchara, esa manera que él tenía de llamarla por su nombre siempre provocaba tanto en ella.

Levantó su mirada para darse cuenta de que él la observaba fijamente y en ese momento pudo sentir como el calor subía a sus mejillas.

- Do - respondió en voz baja.

Sesshomaru arqueó una ceja y la miró serio, aunque una ligera sonrisa amenazaba con aparecer en la comisura de sus labios. 

Rin no pudo evitar sonreír débilmente al notarlo.

- Sólo es un resfrío - aclaró -. Suerte con... lo de los autos, te dejo tranquilo. Creo que... iré a descansar.

Sesshomaru la miró serio, en silencio, y sin decir nada más, ella comenzó a caminar hacia su habitación.

Se dejó caer en su cama y entre los miles de pensamientos que la invadían, finalmente se rindió al cansancio de su cuerpo y al inevitable sueño.


Despertó un par de horas más tarde, con su respiración dificultosa y acelerada. No había dormido bien. Aún se sentía cansada y ahora también acalorada. Su cuerpo estaba sudado y adolorido.

Bajó de la cama a duras penas, se cambió a un pijama más fresco y fue hacia la cocina a buscar algo de beber para tomarse sus medicamentos.

La casa estaba más silenciosa que de costumbre; Ah-Un descansaba frente a la chimenea y no se escuchaban rastros de que hubiera alguien cerca.

La señora Aneko y el señor Hiro debían estar trabajando en el otro extremo de la casa, probablemente Sesshomaru ya se había ido y su padre y el señor Jaken no volverían hasta la noche...

Dejó escapar un suspiro, tocó sus mejillas que se sentían acaloradas, en un intento por enfriarlas, y tomó la jarra de agua y un vaso, para volver a su habitación. No creía poder volver a dormirse, pero quizás podría poner una película para distraerse o...

- ¿Qué haces levantada?

Dio un salto escuchar esa voz, el vaso resbaló de su mano y cayó al piso, y ella cerró sus ojos al escuchar el fuerte sonido.

- Torpe... - masculló en voz baja, con una mano en su corazón. Tomó aire y se giró a verlo -. Me asustaste, Sesshomaru...

- Deberías estar descansando. ¿Por qué no le pides estas cosas a Aneko?

- No quería molestarla, está ocupada en otras cosas... sólo venía por un vaso de agua, puedo hacerlo yo misma.

El peliblanco bajó su mirada hacia los vidrios rotos en el piso y luego la miró a ella, insinuante. Rin hizo un puchero.

- Eso fue culpa tuya, por aparecerte tan silencioso... pensé que ya te habías ido - murmuró -. Lo limpiaré.

- Deja eso ahí - protestó él -. ¿Has comido algo?

La castaña negó.

- No tengo apetito, sólo quería algo de beber para... - se giró, dándole la espalda, cuando una desagradable tos no la dejó continuar. Aclaró su garganta y se sobresaltó cuando sintió una mano en su hombro. 

Se giró a verlo, él estaba tan cerca, justo frente a ella, y antes de poder decir algo, él tocó su frente con delicadeza. Su mano grande se sentía fresca y agradable al contacto con su piel. Su olor elegante y varonil con toques de lavanda, ese olor que tanto extrañaba llegó sutilmente a su nariz congestionada y no pudo evitar cerrar sus ojos por un momento.

Esa cercanía... se sintió tan agradable.

- Tienes fiebre.

Rin abrió sus ojos al escucharlo.

- Creo que... no me siento tan bien - admitió apenada.

Él la miró con una ceja arqueada y negó con una ligera y sarcástica sonrisa de lado. Se veía tan jodidamente guapo como siempre y ella... ella probablemente era un desastre en ese momento; su cabello alborotado, ojeras azulosas bajo sus ojos cansados, su nariz enrojecida, su frente sudorosa y... y ni siquiera había reparado en cómo iba vestida. Él de traje, tan impecable como siempre, y ella... ¡ella ni siquiera llevaba sujetador bajo su pijamita!

- No me digas, Rin.

Sus mejillas se enrojecieron aún más al escucharlo, como si eso fuera posible.

- No te burles de mi - pidió con un puchero.

- Regresa a la cama - ordenó él, ignorándola.

- P-pero...

- Yo te llevaré lo que necesites.

- N-no, no te preocupes, no es necesario... - farulló nerviosa - debes tener otras cosas que hacer, yo...

- Regresa a la cama, Rin.

La castaña lo miró fijamente, pestañeó un par de veces, incrédula, y finalmente asintió al comprender que él no cambiaría de opinión. Sonrió tímidamente y volvió caminando a su habitación, con su corazón alborotado.

El peliblanco miró la hora en su teléfono, las llamadas perdidas de Inuyasha, Bankotsu y su madre, y dejó su taza de café vacía sobre la encimera... ¿Qué más podría ocurrir si se atrasaba un par de horas en regresar a la ciudad? De todas formas, no importaba. ¿Qué sentido tenía todo esto si no podía hacer lo que se le diera la jodida gana?


Entró en su habitación algunos minutos más tarde, cargando una bandeja con comida, agua y té, y la encontró acurrucada en su mullida cama, viendo algo en su computador. Ella le sonrió al verlo entrar, cerró su computador, lo dejó a un lado y se acomodó, sentándose en la cama para recibir la bandeja que él le acercaba.

- Gracias, Sesshomaru, pero... no debiste molestarte, esto es demasiado...

El peliblanco se sentó a su lado, ignorando sus palabras y sin decir nada al darse cuenta de cómo Rin lo miraba, evidentemente nerviosa. Él la observó también, sutilmente, de reojo, pero se detuvo al ver las marcas en su brazo derecho. Su mandíbula se tensó al notarlas... eran las cicatrices que Hakudoshi le había dejado.

Casi inconscientemente acercó su mano hasta su brazo y sus largos dedos rozaron la piel de su hombro.

La castaña se estremeció.

- ¿Te duele? - le preguntó él, con aquel suave tono de voz que solía usar sólo con ella, y Rin negó, con sus mejillas sonrojadas.

- El doctor Sato dijo que... si las cuidaba bien, las marcas desaparecerían en algunos meses - respondió, aún nerviosa por la cercanía.

Sesshomaru asintió.

- Bebe esto primero - ordenó, retomando su tono frío y serio, y dándole una taza con un líquido humeante. 

Rin lo tomó reacia, dio un pequeño sorbo, probándolo, y no pudo evitar la mueca de desagrado que se formó en su rostro.

- Lo siento - musitó -. Es que... ¿Qué es? N-no sabe tan bien...

- Es remedio, no se supone que sepa bien. Bébelo.

La castaña dejó escapar un suspiro y asintió. Tomó la taza con ambas manos, cerró los ojos y bebió hasta casi acabarse todo el líquido.

Sesshomaru le dio sus medicamentos y luego, cuidadosamente, para no derramar nada, le acercó un plato con sopa.

- ¿También es remedio? - preguntó la castaña con preocupación en su mirada y sin querer probarla. 

Él negó, casi divertido al ver su expresión.

- No, sólo es comida - la tranquilizó -. Tienes que alimentarte.

- Gracias - murmuró Rin -. Mmmmh, está muy rico - admitió mientras comía, pero de pronto se detuvo al pensar en algo y no pudo evitar mirarlo con curiosidad - ¿Cocinaste tú, Sesshomaru?

- Si - respondió él tranquilamente. Rin lo miró incrédula y él frunció su ceño -. Que no lo haga, no quiere decir que no sepa hacerlo - espetó serio.

La castaña soltó una risita.

- Está muy bueno... muchas gracias por cocinar para mi - le dijo enternecida -. Y no te demoraste nada...

- Sólo es un poco de sopa.

- Mmmh - murmuró ella, con su boca llena y luego tragó para poder hablar -. Casi lo olvido... recibí un mensaje de Kagura. Me contó que está bien y también me pidió que te diera las gracias... por todo.

- Nada de lo que hice lo hice por ella - dijo Sesshomaru con frialdad -. Y además, si tiene a alguien a quien agradecer, debería ser a ti.

Rin tocó su mano con ternura y él bajó su mirada al sentir su contacto.

- Tú la ayudaste, Sesshomaru - susurró con una débil sonrisa -. A ella y a mi. Y ahora ella está a salvo, gracias a ti. 

- Hmp. 

La castaña sonrió. 

- El señor Jaken me contó que lograste que atrasaran las votaciones para la presidencia hasta que el juicio de Naraku hubiera terminado - mencionó, luego de algunos segundos de silencio -. Ahora que ya todo acabó, supongo que ya debe faltar poco, ¿o no?

- Aún queda tiempo - dijo él con despreocupación.

- ¿Si? ¿Cuándo serán? - preguntó la castaña, intrigada -. Debes estar emocionado, es algo muy importante.

Él calló por cortos segundos.

- La semana que viene - dijo al fin y Rin abrió sus ojos a todo dar.

- ¡Por dios! No queda nada... ¿Estás seguro de que está bien que estés aquí ahora? Porque si tienes otras cosas que hacer...

- Ya está todo bajo control, Rin.

La castaña sonrió aliviada. 

- Es verdad - respondió -, tú siempre tienes todo bajo control.

Sesshomaru guardó silencio, tomó el plato cuando vio que Rin había terminado de comer y se acercó a ella para tocar su frente con la palma de su mano.

- Aún tienes algo de fiebre - dijo, quizás en un intento por cambiar el tema y le acercó un paño húmedo y frío -. Toma, ponlo en tu frente, hasta que baje la temperatura.

Finalmente tomó la bandeja y se puso de pie, bajo la mirada atenta de la castaña.

- ¿Ya... te vas? - le preguntó ella.

Sesshomaru se giró a verla; sus mejillas estaban más sonrojadas que lo habitual, sus ojos parecían cansados y cuando le hizo esa pregunta, alcanzó a ver atisbos de un puchero en su boca. Se veía hermosa, como siempre.

Irritantemente hermosa.

Rin... Ella lo había recibido en su casa aquella vez, justo después de enterarse de que él se había comprometido con alguien más. Después de todo lo que le había dicho, él se había comprometido con una de sus amigas... realmente se había comportado como un verdadero hijo de puta y aún así ella había curado sus heridas, aún así ella lo había cuidado y había cocinado para él. Cuando se supone que debía odiarlo, aún así ella... había compartido su cama con él.

Él podía, al menos, acompañarla ahora que ella lo necesitaba.

- Me quedaré hasta que llegue Jaken con tu padre, en caso de que necesites algo más.

- Sesshomaru... no es necesario, ya... me siento mucho mejor, de verdad... no quiero molestarte más, sé que tienes harto de que ocuparte en estos momentos...

- Tonterías - la frenó -. Descansa, Rin. Y háblame si necesitas algo.

La castaña bajó su mirada y sonrió débilmente.

- Gracias por cuidarme, Sesshomaru. - Él negó y comenzó a caminar hacia la salida. Rin lo miró fijamente y mordió su labio, sin saber si continuar, hasta que finalmente se armó de valor, cerró sus ojos con fuerza y habló, justo antes de que él pudiera salir por la puerta -: Si... no tienes nada más que hacer, ¿quieres... quedarte aquí un rato y ver una película conmigo?

Sesshomaru se giró a mirarla, en silencio... "Sólo por un momento" se dijo a sí mismo, "no tiene nada de malo quedarme a su lado por un momento".

Rin pestañeó nerviosa varias veces y él se sacó su saco y su corbata, apagó su celular y los dejó juntos en una mesita a su costado, caminó hacia ella y se recostó a su lado, sobre la cama.

La castaña le sonrió emocionada y él, sin darse cuenta, en ese preciso momento se rindió a su mirada. A sus ojos cafés, tan profundos y transparentes, cansados y... aliviados.

- ¿Qué quieres ver? - le preguntó ella, con su vocecita congestionada y cantarina.

- Lo que sea que estabas viendo está bien.

Rin sonrió y abrió su computador nuevamente. Sesshomaru arqueó una ceja al ver lo que había en pantalla y la miró con una sonrisa sarcástica.

- ¿Die Hard?

- Siii - dijo ella sonriente -. ¿Quieres que la ponga desde el principio?

- No, está bien, ya la he visto antes - respondió ligeramente extrañado.

- ¡Qué bueno!, todavía no llega a la mejor parte, los alemanes acaban de entrar en el edificio, así que no te has perdido mucho.

Sesshomaru la miró, divertido.

- ¿Te gusta Die Hard, Rin?

- Si - respondió sonrojada al sentir el peso de su mirada sobre ella -. Mis gustos nunca han sido demasiado femeninos... - admitió y se encogió de hombros -. ¿Las viste todas?

- ¿Todas? - le preguntó con el ceño fruncido -. ¿Hay más de una?

- ¡Son 5! - chilló emocionada -. ¿De verdad no has visto la dos ni la tres? ¡Son muy buenas, tienes que verlas! ¡Sé que te van a gustar!

- No lo sé, Rin, ¿no son todas iguales?

- ¡No! - respondió casi ofendida -. Bueno... quizás un poco - Él sonrió ligeramente -. La tres es mi favorita. La 4 y la 5 ya no son tan buenas, en realidad... la 5 es mala. Pero tienes que ver al menos las primeras tres, ¡son clásicos! - parloteó -. Dioses... cuando pequeña estaba tan enamorada de John McClane.

- ¿Cuando pequeña? - Le preguntó él cada vez más intrigado con cada cosa que decía -. No pensé que Die Hard fuera una película infantil.

Rin soltó una risita.

- Es que... mi papá es fanático y recuerdo que las veíamos juntos todas las navidades - contó -. Ya cuando estaba sola no solía celebrar navidad o alguna de esas fiestas, pero... sí hacía maratón de todas las películas.

- Entonces, ya las viste hace un par de meses, ¿y ahora las quieres volver a ver? - le preguntó con una ceja arqueada con ironía.

Rin negó.

- Este año... ya sabes, con todo lo que pasó... no tuvimos mucho tiempo para pensar en navidad o esas cosas - se encogió de hombros y le sonrió -. ¡Pero nunca es tarde!

Sesshomaru la miró levemente de reojo.

- ¿En la 5 muere? - le preguntó luego de algunos segundos de silencio, mirando hacia la pantalla.

- ¡No puedo decirte eso! Tendrás que verla... - aclaró su garganta, lo miró por debajo de sus largas pestañas y dejó escapar una risita -. Pero no, no muere.

El peliblanco bufó por su nariz, casi como una risa, y negó levemente. Se concentró en el resto de la película y la miró divertido cada vez que ella gritó y saltó emocionada en las partes importantes, como si no supiera lo que venía después, aunque probablemente ya la conocía de memoria. Y entonces... decidió quedarse a su lado por un momento más. Rin puso la siguiente película y él la escuchó reír despreocupadamente, la escuchó maldecir y la sintió acomodarse a su lado, aún cuando ella estaba bajo las tapas y él recostado sobre la cama, la sintió apoyar su cabeza sobre su hombro y no dijo nada al respecto. Por primera vez, en muchos días, se sintió tranquilo y relajado, y se permitió disfrutar de su compañía.

Por primera vez, en muchos días, se permitió recordar que, para él, no había nada como tenerla a su lado.

- Está bien, la 2 también es buena, pero la 1 me sigue pareciendo mejor - admitió al terminar la segunda película, pero no escuchó ni una respuesta ocurrente de vuelta o ni siquiera algún quejido.

Bajó su mirada y se percató de que ella dormía profundamente. Acarició una de sus mejillas con suavidad y corrió los cabellos que se habían pegado a su frente. Completamente rendido acarició la piel de su cuello, su hombro, sus cicatrices y su clavícula, y tragó pesado cuando la sintió apegarse aún más a él.

- Mmmh - la escuchó murmurar adormilada -. Me gusta tu olor... Sesshomaru.

Él la rodeó con su brazo, con cuidado de no despertarla y, sin darse cuenta, cayó dormido a su lado.


Despertó algunas horas más tarde, quizás, no sabía exactamente qué hora era, pero ya todo estaba oscuro y escuchó algunas risas acercándose por el pasillo. Mantuvo sus ojos cerrados y frunció su ceño al darse cuenta de que era Jaken y... el padre de Rin. Riendo. Juntos.

- Ya deberíamos bajar la voz - le escuchó decir al señor Takahashi -. Rin debe estar durmiendo.

- Es verdad - murmuró Jaken y luego carraspeó suavemente -. Sobre eso... - volvió a hablar, casi sonando... ¿preocupado? Cualquier rastro de diversión que quedaba en su voz se había esfumado de un momento a otro - ¿Cuándo... piensa decírselo?

El padre de Rin suspiró.

- Pronto - murmuró en voz baja -. Recién se siente con ánimos de volver a su trabajo, no quiero que cambie de opinión por mi culpa.

- Aún así, ella debe saberlo... mientras más tiempo pase...

- Lo sé - lo interrumpió el mayor e hizo un sonido de silencio.

La puerta de la habitación se abrió ligeramente y al sentir el destello de la luz en en su rostro, Sesshomaru abrió sus ojos. En ese momento vio al padre de Rin observándolos desde la puerta e hizo el amago de levantarse.

- No se preocupe, joven Sesshomaru - susurró el señor Takahashi, con una débil sonrisa y un despreocupado movimiento de manos -. Sólo pasaba a ver que Rin estuviera bien... usted quédese ahí, si se mueve la despertará y será mejor dejarla descansar.

El peliblanco lo miró extrañado, y asintió, pero de pronto vio a Jaken asomar su cabeza por un costado de la puerta.

- ¡¿Kyaaa?! - el hombrecito gritó sin voz, sorprendido al ver la escena frente a él.

- Silencio, Jaken - espetó el peliblanco, molesto.

El señor Takahashi lo arrastró de la ropa fuera de la habitación y cerró la puerta nuevamente.


- Pero, pero... ¡¿Los vio?! - escuchó a Jaken hablar emocionado - ¿Vio cómo estaban? ¡Están juntos de nue...!

- ¡Shhhhh!





***



[La semana pasada no pude actualizar, pero hoy les traje un capítulo un poquito más largo para compensar. Espero que les haya gustado✨ Un abrazo grande y nos leemos pronto!]

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