Cap. 30: Malos rumores (Parte I)
De sólo pensar que hace no más que un par de horas tenía a Rin durmiendo plácidamente a su lado, completamente desnuda y acurrucada contra él, y que la tuvo que dejar así, para venir a escuchar los incesantes lloriqueos de un idiota confundido, lo ponía de pésimo humor.
- El panorama no se ve nada bien, Sesshomaru y yo no me dedico a hacer caridad - dijo el hombre mayor, mientras revolvía con la cuchara su taza de café -. Si el futuro me parece incierto, la verdad es que preferiría retirarme...
- No te estoy pidiendo caridad, no has hecho más que ganancias con nosotros... me debes, Walker - siseó serio, casi amenazante -. Y no sé de dónde habrás sacado esos rumores, pero ya deberías saber que seré yo quien tome el lugar de mi padre cuando se retire.
- Ya sabes que todo siempre se termina sabiendo, el problema no es de dónde salieron esos rumores, sino que... lo entiendo.
- ¿De qué hablas?
- No me malentiendas, Sesshomaru, realmente espero que seas tú quien obtenga la presidencia, pero comprendo las dudas del directorio en elegirte... - calló por un segundo al ver la expresión molesta del peliblanco - No me mires así, sabes que siempre he sido sincero y sé que eres el mejor en lo que haces, quizás incluso mejor que tu padre, pero... no me pareces un buen líder.
- Hpmh. Por favor, Walker, no me vengas tú también con el cuento del hombre de familia, te creía más práctico que eso.
- No, no me refiero a eso. Dime, Sesshomaru... ¿Cuáles son tus razones para querer la presidencia? ¿Es porque te preocupa lo que pasará con todos tus trabajadores? ¿Porque te preocupas por tus compañías? O... ¿Sencillamente es por poder?
- Mis razones no deberían importarte mientras haga bien mi trabajo.
- Te equivocas, Sesshomaru... - el peliblanco lo miró serio, con una ceja ligeramente arqueada - Mira, podrán decir muchas cosas de tu padre, pero algo que no se puede negar, es que ese hombre es realmente un gran presidente. Se preocupa de sus compañías, entiende lo que es realmente importante, es capaz de ver el panorama completo y en tiempos de crisis estará dispuesto a cortarle un brazo a su negocio para poder salvar el resto. En cambio tú... me pareces más la clase de hombre que sólo busca poder, que no está dispuesto a ceder, que siempre quiere ganar y quedarse con todo y, eso está bien, pero así es como podrás perderlo todo también. Y esa apuesta... al directorio puede parecerle demasiado arriesgada - dijo con tranquilidad -. Aunque hay una forma fácil de hacerlos cambiar de opinión... - bebió un sorbo de café antes de continuar bajo la mirada impaciente del peliblanco -, sólo tienes que demostrarles que sí te preocupas.
- Walker - dijo calmadamente luego de algunos segundos de silencio acompañados únicamente del bullicio de la demás gente en el elegante café -, seré claro contigo... Yo no soy Toga, tú mismo lo dijiste, soy mejor. Y puede que tengas la razón en muchas cosas, pero no siempre "quiero" ganar; siempre gano. Esa es la gran diferencia entre quedarse conmigo o irse con cualquier otro, tú mejor que nadie ya deberías saberlo - afirmó, apoyando su espalda en el respaldo de la silla con una actitud autoritaria -. Y voy a pasar por alto el cómo conseguiste la información del directorio, porque ambos sabemos que no fue nada legal, pero ten claro que voy a tener la presidencia, de eso no te preocupes... Y lo haré a mi manera.
El hombre sentado frente a él suspiró con resignación.
- Está bien, Sesshomaru... me quedaré con ustedes - aceptó -. Pero no lo hago porque te deba, que te quede claro; lo hago por la buena relación que mantenemos... Y porque quizás al directorio pueda parecerle arriesgada tu actitud, pero lamentablemente es justo lo que yo necesito. Así que asegúrate de ganar esas malditas elecciones.
Firmó el documento que sostenía entre sus dedos y se lo alcanzó. El peliblanco lo recibió con una leve y arrogante sonrisa de lado.
- Lo que digas, Walker... - dijo con ironía y el hombre negó - Yo invito - agregó.
Dejó sobre la mesa un billete por bastante más de lo que habían consumido y se retiró sin decir más, dándole la espalda y sin prestar atención a las palabras que le siguieron...
- ¡Pero entiende que si sigues así de presumido no votarán por ti, niño!
Subió a su auto y revisó el mensaje que había llegado a su teléfono. Era Rin recriminándole por haber salido sin despedirse en la mañana, con una cara triste que no se parecía en absoluto a los exquisitos pucheros que ella hacía. Y al parecer, su inocente molestia había durado solamente un mensaje, porque más abajo había otro deseándole un lindo día con varios corazoncitos de colores...
Rin... ¿Qué estaría haciendo ahora?
De sólo pensarla cerca del idiota de Kirinmaru se sentía de peor humor aún y le daban unas ganas irracionales de ir a buscarla, llevarla a la casa del lago y no salir más de ahí. De tener a Rin sólo para él.
Y quizás no era tan mala idea...
Resopló y negó, sintiéndose como un idiota. Todo este asunto con el conglomerado lo tenía demasiado irritado. Más irritado que lo usual.
Quizás esta era la primera vez en su vida que sentía deseos de mandar todo a la mierda, olvidarse de su trabajo e irse con su castaña. Había algo en Rin que lo hacía sentir inexplicablemente más tranquilo y esa sensación de paz se había vuelto adictiva, casi tan adictiva como toda ella. La necesitaba de una manera preocupante y no podía dejar de cuestionarse...
¿Qué iba a suceder cuando le contara la verdad? ¿Qué haría si aún después de todo, Rin decidía que no quería volver a verlo nunca más?
No estaba preparado para renunciar a ella y no estaba seguro si en algún momento realmente lo estaría.
Tenía que dejar de pensar en eso.
Bajó de su auto y se encaminó al edificio, donde encontró a Jaken esperando por él junto al ascensor.
- Señor Sesshomaru, aquí está lo que me pidió - dijo el hombrecito entregándole una carpeta.
- Yamaguchi... - murmuró para él mismo al leer los documentos.
- Su señor padre dio el aviso para la reunión con los directivos, ya deben estar por llegar... Me gustaría estar ahí cuando les diga a todos lo que hizo y lo haga pagar... - hablaba Jaken mientras lo seguía hacia el interior del ascensor - Ese viejo estúpido aprenderá a mantener su boca cerrada, ya deberían saber que con mi amo Sesshomaru nadie se mete.
El peliblanco se mantuvo en silencio, sumergido en sus propios pensamientos y omitiendo aquellos comentarios hasta que llegaron a su piso. Desde ahí caminó directamente a la oficina de su padre para avisarle que el asunto ya había sido solucionado.
- No puedo creer que casi perdemos al mayor inversionista - dijo Toga negando -, dime... ¿Qué le dijiste a Walker para hacer que se quedara?
- La verdad.
El mayor lo miró con cuestionamiento y una ceja arqueada y luego suspiró al no obtener más respuesta.
- Buen trabajo, Sesshomaru... Te corresponde dirigir esta reunión - admitió y el peliblanco asintió tranquilamente -. Ya es hora de que comiences a tomar mi puesto, porque mira... - le entregó un pequeño y elegante sobre con su nombre en él - llegaron las invitaciones para la cena donde anunciaré formalmente mi retiro. Esta es la tuya.
Sesshomaru abrió el sobre y leyó la invitación calmadamente.
- Falta poco.
- Si, será bueno que de aquí a allá ya tengas a todo el directorio convencido y creo que esta reunión es una buena oportunidad para hacerlo.
Asintió y leyó nuevamente su invitación, demorándose un poco más en el destinatario escrito con elegante caligrafía en la cara principal del pulcro sobre.
"Taisho Sesshomaru"... a secas; no decía nada más. Frunció su ceño al percatarse de ese pequeño gran detalle.
- Llevaré a Rin - advirtió -, te guste o no.
Toga sonrió levemente y le alcanzó otro sobre igual al suyo.
- Ahí está la suya. Izayoi me hubiese regañado si no le daba su propia invitación.
"Takahashi Rin" decía. Lo guardó y asintió serenamente con su mirada, dándole tregua por un momento a la tensión que había crecido entre ambos durante los últimos meses.
- Vamos hijo, ya deben estar en la sala de reuniones.
Caminaron juntos hasta el lugar donde el resto los esperaba y Sesshomaru tomó el puesto a la cabecera, llamando la atención de los participantes. Inuyasha y parte del directorio los miraron a ambos con intriga y otros tantos con molestia.
- Inu no Taisho - habló uno de ellos, manteniendo una expresión seria y de disgusto - ¿Qué hace Sesshomaru en tu puesto? Entiendo que te reemplace cuando tú estás ausente, pero ahora estás aquí y mientras así sea, no es su decisión quien se sienta a la cabecera, es nuestra.
El peliblanco menor le dedicó una fría y desafiante mirada y estuvo apunto de responder cuando su padre se adelantó.
- La razón por la que Sesshomaru ocupará mi puesto durante esta reunión es porque se ha ganado el derecho - dijo con seriedad -. Gracias a él podremos conservar a nuestro más grande inversionista; el que casi perdemos por culpa de rumores que ustedes mismos esparcieron en primer lugar - agregó mirando fijamente al mismo hombre que lo había enfrentado -. Y sé que la decisión de quien tome la presidencia es de todos, pero seré claro en decir que les guste o no, él es su mejor opción.
Después de esa breve introducción, Toga tomó asiento dándole la palabra a su hijo mayor y la reunión continuó sin problemas.
- Bien hecho, Sesshomaru - le dijo uno de los hombres al terminar la reunión, palmeando su espalda suavemente antes de retirarse de la sala.
El peliblanco asintió y fijó su mirada en quien también se dirigía hacia la salida...
- Yamaguchi - lo llamó -, necesito hablar contigo.
- ¿Qué ocurre, Sesshomaru? - Le preguntó él, deteniéndose en la puerta.
El peliblanco dejó una carpeta sobre la mesa, el hombre se acercó para sentarse nuevamente, la tomó y leyó los documentos que habían en su interior. Luego levantó su mirada, cerciorándose de que no hubiera nadie más cerca de ellos.
- ¿Qué es esto? - preguntó nervioso.
- Sabes perfectamente lo que es - dijo con frialdad y un tono amenazante -. La próxima vez que quieras meterte conmigo, asegúrate de al menos dar la cara.
- Sesshomaru, no... - murmuró temeroso -, no lo hice con la intención de joderte a ti o al conglomerado; hice ese comentario en confianza, no pensé que luego le venderían esa información a nuestro mayor inversionista...
- Entonces eres incluso más idiota de lo que pensaba.
- Si, cometí un grave error, pero no entiendo... ¿Por qué no dijiste esto en la reunión? - le preguntó confundido - Sabes que yo no tenía planeado votar por ti. Si me hubieses expuesto frente a todos, los demás no hubiesen tenido más opción que despedirme y eso te hubiese solucionado varios problemas... - suspiró sintiéndose en conflicto - No me hubiese esperado compasión de tu parte Sesshomaru, menos con algo como esto.
- No te confundas, Yamaguchi. Esto no se trata de compasión - espetó secamente, parándose de su puesto -. Ahora me debes y sabes lo que tienes que hacer para pagarme.
Yamaguchi asintió, guardando silencio por algunos segundos mientras meditaba la situación y justo antes de que Sesshomaru se retirara del lugar habló nuevamente...
- Puedes decir que no se trata de compasión, pero... en otros tiempos no hubieses dudado en hundirme si podías beneficiarte de eso - dijo con certeza -. Al parecer si has madurado después de todo... - sonrió levemente - Tienes mi voto y me aseguraré de convencer a los que faltan.
El peliblanco le dio una última fría mirada por encima de su hombro antes de dirigirse a la puerta.
- No hagas que me arrepienta de no despedirte - dijo de espaldas.
***
Tenía que apurarse o Kagome la iba a matar.
La tarde se le había pasado volando; tan rápido que ni siquiera se había percatado de la hora que era. Estuvo tan ocupada corriendo entre la consultora y la nueva empresa para la que estaban trabajando, que recién ahora, que escuchaba a su estómago rugir mientras se apresuraba a la salida; recordó que ni siquiera había tenido tiempo de almorzar.
Se despidió del guardia amablemente como siempre y recién cuando salió del edificio se encontró con una escena que realmente no esperaba ver...
Justo afuera de la consultora estaba su peliblanco esperando por ella, con su porte imponente, vestido con uno de sus costosos trajes hechos a medida y apoyado relajadamente en su habitual Ferrari de lujo; como un jodido Lord de la más alta aristocracia, con toda esa elegancia tan característica en él que opacaría incluso a la realeza. Sintió su corazón acelerarse y no pudo evitar la amplia sonrisa que se dibujó en su cara.
Realmente no pasaba desapercibido y se veía tan condenadamente guapo como siempre... Parecía un sueño.
Pero nada de eso fue tan importante para Rin, como el hecho de que cuando sus miradas se cruzaron, pudo jurar que alcanzó a ver una fugaz y casi imperceptible sonrisa en su inescrutable rostro; una sonrisa genuina, tierna y cálida igual que esa mirada que tenía reservada sólo para ella, sin rastros de ese oscuro sarcasmo que usualmente lo acompañaba; como si realmente se hubiese alegrado de verla.
Por un momento sintió el impulso de salir corriendo y lanzarse a sus brazos, y estaba completamente segura de que la recibirían sin reparos... Pero teniendo en cuenta lo reservado que era su peliblanco, simplemente se limitó a sonreírle de vuelta emocionada y caminó hasta quedar frente a él.
- ¡Sesshomaru!
Lo besó con ternura en su mejilla y el peliblanco pareció casi disgustado por ese último gesto, como si hubiese estado esperando algo más...
- ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí...? - le preguntaba cuando sintió una de sus grandes manos en su cintura apegándola a él y la otra en su nuca, aprisionándola para poder asaltar sus labios con total libertad.
La besó con hambre y pasión en medio de la calle, justo afuera de su trabajo y Rin sólo se dejó llevar, completamente rendida y abrazándose a él como si quisiera cerciorarse de que no era un sueño ni un espejismo, realmente era él y había llegado ahí por ella, como si pudiera adivinar todos sus deseos antes de que ella misma pudiera comprenderlos.
Y qué lindo era verlo luego del largo día que había tenido.
- Vine a disculparme por haber salido sin despedirme hoy en la mañana - respondió a su pregunta con su voz grave y su seriedad habitual, separándose de ella sólo lo necesario para poder verla a los ojos, pero sin soltarla por completo.
La castaña lo miró bastante sonrojada y no pudo evitar reír.
- Está bien, te perdono... - le dijo con una sonrisita coqueta - Pero no era necesario que vinieras hasta acá para eso...
- Quería verte.
Rin sonrió enternecida, tomó su rostro con suavidad y nuevamente lo besó amorosamente en sus labios.
- Yo también quería verte... - susurró.
- Vamos, te llevaré a casa - se separó de ella para abrirle la puerta del auto -; a mi casa - aclaró.
Rin lo miró de reojo y rio divertida.
- Gracias por la invitación, pero... no puedo - dijo haciendo un puchero -, lo siento mucho...
Él la miró con cuestionamiento y el ceño levemente fruncido por su negación.
- Kagome me pidió que nos juntáramos porque quiere conversar sobre algunos temas de la boda... Iba para allá ahora.
- Sube, te llevaré.
- No, no te preocupes, no es necesario que lo hagas... - dijo negando, sintiéndose mal porque no quería aprovecharse, pero finalmente se rindió al ver que él mantenía la puerta abierta para ella y que al parecer, no cambiaría de opinión - Está bien - sonrió rendida -, gracias Sesshomaru...
El peliblanco condujo hasta el bar donde sus amigas la esperaban mientras la escuchaba hablar emocionada sobre su nuevo trabajo y lo exhausta - pero feliz - que estaba. Se estacionó justo afuera y se giró a mirarla cuando sintió su pequeña mano sobre la suya.
- Me alegró mucho verte, aunque sólo hayan sido unos minutos... - le dijo la castaña con ese sonrojo tan natural en sus mejillas y esa sonrisa que tanto le encantaba - Y de verdad, gracias por traerme..., me salvaste.
- Cuídate, Takahashi - respondió acariciando suavemente su mano con su pulgar.
- Lo haré - sonrió -. Nos vemos luego, ¿si?
Él asintió sin poder despegar su mirada de ella, hasta que pareció recordar el otro motivo de porqué estaba ahí.
- Rin - la llamó justo antes de que ella bajara del auto y le extendió el elegante sobre que guardaba en el bolsillo interior de su chaqueta.
- ¿Qué es esto?
- Tu invitación para la cena donde mi padre anunciará su retiro - respondió -. Irás conmigo, como mi novia.
- ¿Como... tu novia? - preguntó pestañeando un par de veces, como si le costara trabajo creer lo que había escuchado.
Él simplemente la miró fijamente en silencio, analizando sus reacciones y perdido en esos grandes y expresivos ojos cafés.
- Sesshomaru... ¿Estás seguro? ¿No crees que... es muy pronto?
- ¿No quieres ir, Rin?
- ¡No, no es eso! - negó gesticulando con sus manos - Me encantaría, es sólo que... sé que esto es importante para ti y... no quiero causarte problemas.
- Tonterías - respondió con el ceño fruncido y ella le sonrió enternecida.
- Bueno, entonces será un placer acompañarlo, señor Sesshomaru... - dijo coqueta. Lo besó suavemente en sus labios, se bajó del auto y antes de cerrar la puerta se giró a mirarlo con una sonrisita traviesa - Así que novios, ¿ah?
Él le devolvió una corta y arrogante sonrisa de lado.
- Eres mía, Rin - respondió con toda su seguridad y sin titubeos, como siempre.
La castaña negó entre risas y finalmente se encaminó al bar, bajo la mirada atenta y embelesada del peliblanco siguiendo cada uno de sus movimientos hasta que se perdió entre la gente.
Llegó a la mesa donde Kagome y Sango la esperaban, sin poder borrar la sonrisa de su cara. Las saludó a ambas y se sentó con ellas, escuchando como le "resumían" emocionadas todo lo que ya habían conversado y decidido para la boda justo antes de que ella llegara.
Aún quedaban varios meses para el gran evento, pero era realmente agobiante la cantidad de detalles de los que había que preocuparse con tanta anticipación...
Lo bueno era que Kagome parecía tener todo bajo control y lo más impresionante aún, era que se veía realmente feliz planeando todo.
- ¿Y Sara? - se atrevió a preguntar luego de ordenar algo para comer.
Mientras Kagome les hablaba de las opciones de menú, su estómago había sonado por tercera vez en el día, sacando risotadas de sus amigas
- Quizás deberíamos esperarla antes de revisar todo esto - añadió.
- Sara no vendrá... - respondió Kagome y fue evidente para ambas el cambio en de expresión en la cara de la castaña.
- Dijo que tenía otro compromiso. - agregó Sango, intentando quitarle la aspereza al asunto.
- Creo que es mi culpa - dijo Rin decaída -, sé que no quiere estar cerca mío por ahora, me lo dejó claro... Lo siento Kagome.
Su amiga suspiró.
- No te preocupes, Rin. Cuando Sara y Sesshomaru comenzaron a salir, una vez me hizo un escándalo porque según ella, la señora Izayoi era más cariñosa conmigo, e insinuó que eso era mi culpa - contaba Kagome con tranquilidad -. Se enojó y me dijo algunas cosas hirientes, pero... lo olvidó enseguida - pausó por un segundo, intentando encontrar la forma correcta de expresarse -. Lo que quiero decir es que... a veces puede decir cosas sin pensarlo bien, pero no es necesariamente lo que siente, así que no te sientas mal por eso; seguramente lo olvidará pronto.
Rin asintió y sonrió débilmente.
- Si, está bien, pero no hablemos más de eso... volvamos a lo tuyo, que estamos aquí por ti.
- Si, es verdad... - dijo Sango - ¿Por qué mejor no le muestras a Rin tu vestido? - miró a la castaña emocionada - ¡Te va a encantar!
***
La ojiazul bajaba calmadamente las interminables escaleras de su casa. En el lugar no se escuchaba nada más que el sonido de sus zapatos Louis Vuitton a juego con su cartera, haciendo eco entre las blancas y pulcras paredes decoradas con cuadros de reconocidos pintores nacionales.
Cuando finalmente llegó al primer piso, se detuvo a mirar en todas las direcciones buscando señales de vida y suspiró exhausta al no dar con nadie.
- ¡Akane! - Gritó, y el fuerte sonido de su voz resonó en la habitación, rompiendo el incómodo silencio que reinaba en su gran y vacía casa.
Al escucharla, una mujer de edad se apresuró a llegar con ella.
- Dígame señorita Sara, ¿qué necesita?
- ¿Sabes dónde está mamá? - preguntó mirando la hora en su delicado reloj de pulsera - Ya debería estar aquí, si no salimos pronto perderemos la reservación.
La mujer la miró sintiéndose un tanto afligida.
- La señora Asano llegó cuando usted aún estaba en el trabajo, me informó que debería reagendar su cena, porque le había surgido una reunión de último minuto y tuvo que salir enseguida.
- ¡Pero si acaba de llegar! - gritó molesta - No la he visto en semanas... - murmuró. La señora Akane bajó su mirada - ¿Y por qué no me llamó a mi para avisarme?
- Quizás no quería molestarla en su trabajo, señorita Sara.
- No hables por ella, Akane - espetó molesta.
- Lo siento...
- ¿Dijo algo más? ¿A qué hora volverá?
- No, lo siento, no dijo nada más... sólo que trajo todos sus encargos de Nueva York y están en su habitación - dijo con la intención de animarla -. Me dirigía ahora para trasladarlos a la suya.
- Como sea... ¿Y papá?
- Su señor padre está trabajando en su despacho.
Sara resopló y miró nuevamente la hora en su reloj... Quizás, si salía ahora aún alcanzaba a juntarse con Kagome.
No quería cenar sola de nuevo.
Pero... no estaba segura. Probablemente Rin estaría ahí con ellas y no quería ver a esa mocosa traidora ni en pintura.
Aún estaba demasiado molesta con ella, incluso más que con Sesshomaru, aunque él había sido un verdadero idiota.
En realidad, ni siquiera se sentía triste por todo lo que había ocurrido entre ellos. Cuando las cosas acabaron con Koga se sintió mucho peor, pero extrañamente... desde que Sesshomaru había cancelado su compromiso se sentía incluso un poco más tranquila que antes. Ya no sentía esa rara opresión en su pecho.
Ahora sólo se sentía molesta...
Rin... la había traicionado de la peor forma, había escogido a Sesshomaru por sobre ella, ¡por sobre su amistad! Y quizás, hasta había fingido ser su amiga todo este tiempo...
La había engañado.
- ¿Hay algo que pueda hacer por usted, señorita Sara?
La ojiazul ignoró sus palabras como si no la hubiese escuchado. Comenzaba a sentir ese desagradable nudo en su garganta de sólo pensar en Rin... ¡Y quería hacerla pagar por hacerla sentir así!
Apretó sus puños con frustración y de pronto, como una respuesta a sus deseos, recordó el almuerzo que había tenido con sus compañeras de trabajo...
Fue un almuerzo bastante desagradable y estaba casi segura de que esas arpías le habían hecho aquel comentario únicamente con la intención de molestarla.
Habían visto a Sesshomaru... con Kagura.
En ese momento se sintió tan furiosa al enterarse de que Sesshomaru se andaba paseando nuevamente con esa arrastrada, que ni siquiera había pensado en Rin...
Pero quizás... sería bueno que ella se enterara; que comprendiera que, como le había dicho, Sesshomaru no sentía nada especial por ella.
- Señorita Sara... - insistió la mujer.
- Llama a uno de los choferes de papá, saldré y no quiero manejar.
- Enseguida...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top