Cap. 29: ¿Enamorado?
[¡Hola! Lo siento por desaparecer por algunos días, estuve un poquito complicada, pero ya estoy de vuelta. Como el capítulo anterior fue más centrado en Rin, ahora le tocó a Sesshomaru. Ojalá les guste, se los dejo...💕]
***
- ¿Qué tanto hablaste con Rin? - preguntó el peliblanco al entrar en la ostentosa oficina de su padre.
- Si tuviera pensado decírtelo, no te habría pedido que nos dejaras solos en primer lugar - respondió calmadamente desde su escritorio, sin inmutarse con aquella irrupción, ni levantar su mirada de los papeles que revisaba.
- Tsk. No juegues Toga, no estoy de humor.
- ¿Y cuándo lo estás? - le cuestionó con una leve sonrisa, viéndolo por encima de sus anteojos de lectura - ¿Ya te vas? - le preguntó al verlo listo para salir y luego negó con un suspiro al no recibir respuesta alguna y ver su mirada desafiante - Sólo le pedí disculpas por lo ocurrido y revisamos cosas de rutina para estos casos.
Sacó de su cajón la carta de disculpas firmada por ella y se la extendió.
- ¿Le hiciste firmar un maldito acuerdo de confidencialidad? - preguntó molesto.
- Es lo que hubiese hecho con cualquiera... - respondió relajadamente con su espalda recargada en el respaldo de su silla - Recomendación de los abogados, sólo una formalidad.
- Ella no es cualquiera.
- Eso me quedó claro - admitió con una corta sonrisa de lado -. Tranquilo, Sesshomaru, dejaré el tema atrás.
Su hijo lo miró incrédulo por algunos segundos y finalmente asintió con la mirada.
- Supongo que despediste a Naraku...
- Lo despedí formalmente de su puesto como encargado de seguridad, pero sabes que no puedo sacarlo de todo...
- Entonces encuentra la manera - dijo fríamente, volviendo hacia la puerta.
- ¿Me estás amenazando, hijo? - le preguntó serio antes de que se saliera - Una cosa es que no te vaya a molestar más con lo de Rin, pero no dejaré de hacer mi trabajo por ella. Sabes como funcionan las cosas, Sesshomaru, Naraku tiene temas importantes de los que encargarse, tenemos un acuerdo con él y no seré yo quien lo rompa. Cuando tú tomes la presidencia podrás decidir qué hacer, pero por ahora, Naraku se queda.
- Sé como funcionan las cosas y por lo mismo sé que apenas Naraku tenga la oportunidad de ir contra ambos, no dudará en aprovecharla, pero voy a encargarme de él antes de que eso suceda.
- Lo sé perfectamente, pero no puedes destruir a un hombre sólo por ser ambicioso, hijo, o tú y yo seríamos los primeros en esa lista - sonrió con ironía -. Yo me encargaré de Naraku y tú encárgate de hacer tu trabajo - ordenó -. No quiero volver a hablar más sobre el tema.
Sesshomaru le dio una última mirada por sobre su hombro y le dedicó una fugaz y oscura sonrisa antes de salir por la puerta.
No se le daba muy bien acatar órdenes. No pensaba destruir a Naraku sólo por ser ambicioso... lo iba a destruir por atreverse a desafiarlo.
Subió a su auto y manejó hasta un exclusivo bar que quedaba a algunos minutos de sus oficinas. Entró al lugar robándose todas las miradas como de costumbre y con toda su habitual indiferencia tomó asiento junto a la pelinegra de exóticos ojos color carmín, que lo esperaba tranquilamente sentada en una de las mesas, bebiendo una copa de vino tinto a juego con su labial.
- Taisho - lo saludó -, ¿te sirves algo?
- No vine a hacer vida social, Kagura.
La pelinegra rodó sus ojos y le alcanzó la carpeta que reposaba frente a ella en la mesa.
- Aquí está lo que me pediste, aburrido.
- No está todo aquí - respondió fríamente mientras hojeaba los documentos -, esto es pura basura inservible que además ya tengo.
- Eso fue todo lo que pude conseguir de esa noche y no fue nada fácil, ¿sabes?, en vez de comportarte como un imbécil podrías agradecérmelo, la gente generalmente no guarda mierda de hace 10 años atrás, menos para incriminarse a sí mismos... - murmuró bajo entre dientes, mientras sacaba otra carpeta de su bolso - Y también te traje esto, para que no digas que no cumplí con mi parte del trato.
Sesshomaru tomó la carpeta y le dio una rápida leída a los documentos y evidencia que ataba a Naraku a distintos actos ilegales durante los últimos años.
- Esto no fue lo que te pedí... - dijo molesto, tensando los músculos de su mandíbula y dejando caer la carpeta sobre la mesa.
- No, tienes razón... ¡Es más de lo que me pediste! - respondió fastidiada y confundida con su actitud - No entiendo, Sesshomaru, si quieres hundir a Naraku, ahí hay suficiente evidencia para hacerlo y no es necesario ir una década atrás para encontrarla... ¿Por qué tiene que ser algo específicamente de esa noche?
- Ese no es tu problema, Kagura. Limítate a hacer lo que te digo, porque de lo demás me encargo yo - espetó -. Ya tengo suficiente para enviarlo al jodido infierno si se me da la gana.
- ¡¿Entonces por qué no lo haces?! ¿Qué estás esperando? ¿O acaso tienes miedo de enfrentarlo? - arremetió molesta. Él la miró fijamente, en una clara advertencia de que estaba comenzando a perder la paciencia y con tal frialdad que Kagura calló por algunos segundos, sintiéndose intimidada - Yo... no creo que... pueda conseguir todo lo que me pides. Naraku debe haber destruido toda la evidencia de lo que pasó esa noche... Tendrás que usar algo más, Sesshomaru.
- Conozco a Naraku y sé que guardó algo, estoy seguro, porque lo ha hecho antes; necesita un salvoconducto para no caer solo por si alguna vez lo atrapan, no es idiota. Así que busca bien y no me hagas perder el tiempo otra vez - dijo con su voz gélida y expresión seria.
Había dicho que le diría la verdad a Rin cuando encontrara la forma de remediar lo que había hecho. Necesitaba esas pruebas para destruir a Naraku, porque quizás... esa era la única forma.
Tenía que corregirlo.
Sacó un sobre del bolsillo interior de su chaqueta y lo dejó sobre la mesa. Kagura lo tomó y miró rápidamente su contenido antes de guardarlo en su bolso.
- Esto no es ni la mitad de lo que acordamos - murmuró.
- El resto lo tendrás si haces bien lo que te pedí.
Estuvo apunto de pararse cuando la pelinegra lo sostuvo del brazo, reteniéndolo.
- ¿Qué quieres? - preguntó irritado.
- ¿Qué hay sobre... lo otro que conversamos? ¿Me ayudarás?
- ¿Me vas a decir dónde está Naraku?
- ¡Sabes que no lo sé! Jamás me lo diría, no confía en mí... Esta no es la primera vez que tiene que esconderse por algún tiempo, no le molesta trabajar desde las sombras y además, sabe que lo estás buscando, Sesshomaru, no saldrá pronto...
- Entonces no hay trato.
Ella apretó su brazo con firmeza y lo miró casi con desesperación.
- Sesshomaru, si Naraku se entera de que lo traicioné, sabes bien de lo que sería capaz... ¡Estoy haciendo esto por ti, tienes que ayudarme a librarme de él!
- Si no eres capaz de cuidarte sola hasta que me encargue de él, no deberías estar traicionándolo en primer lugar. Y te estoy pagando por la información, pero no "tengo" que hacer nada más, ese es tú problema, no mío - respondió con tranquilidad -. Además, si estás vendiendo a tu familia, es por tus propios intereses, pero no digas que lo haces por mi.
- ¡Eres un idiota, Sesshomaru! ¡¿De verdad no piensas ayudarme?!
- Kagura, ¿crees que no sé que Naraku te mandó a hablar conmigo para distraerme y poder llevarse a Rin esa noche? - le preguntó con su gesto imperturbable, clavando su fría y afilada mirada en ella - Soluciona tus asuntos tú misma, porque no me interesa ayudarte.
- Sí, no lo niego. Él me mandó - admitió de malas ganas -, pero sabes bien que tenía que hacerlo, no puedo simplemente decirle que no... además, no sabía que le haría algo a la mocosa y tampoco alcanzó a pasarle nada, porque te avisé a tiempo lo que estaba ocurriendo. Deberías agradecerme, porque si no hubiese sido por mi...
- No te voy a agradecer una mierda, Kagura - la interrumpió enojado, alzando su voz -, tú eres la que debe agradecer que lo dejaré pasar, pero estás loca si crees que voy a hacer algo más por ti.
Algo en su forma de reaccionar llamó la atención de la pelinegra; lo analizó en silencio por algunos segundos y no pudo evitar levantar sus cejas y abrir su boca en un gesto de impresión cuando todo pareció conectarse en su cabeza...
Ahora lo entendía...
- Es por ella, ¿no es así? - le preguntó con una sonrisa arrogante - Takahashi... así oí a Naraku llamarla; igual que el hombre de ese incendio... - Sesshomaru frunció su ceño al escucharla - No es coincidencia, están relacionados, ¿verdad? Todo este asunto tiene que ver con esa niña - rio con ironía -, recuerdo como saliste corriendo tras ella ese día... ¿Estás enamorado, Sesshomaru?
- Ya deja de hablar tonterías, Kagura - finalmente se paró de la silla y le dio la espalda para dirigirse a la salida -. Si quieres el resto del dinero, llámame cuando tengas lo que necesito.
¿Enamorado?
Caminó hacia su auto intentando despejar su mente de aquello. No era algo en lo que quisiera pensar, porque... nunca antes lo había hecho y no estaba seguro de entenderlo.
Él... no creía en esas cosas.
Manejó hasta la casa de Rin y se estacionó frente a su edificio cuando su celular volvió a sonar. Definitivamente no estaba de ánimos para lidiar con idioteces en este momento, todo el asunto con Naraku estaba agotando la poca paciencia que tenía, pero esta ya era la cuarta vez que Bankotsu lo llamaba en menos de una hora...
- ¿Qué carajos es tan importante que no puede esperar hasta mañana?
- Uno de los inversionistas está amenazando con retirarse.
- ¿Quién? - el pelinegro respiró pesado del otro lado del teléfono - Bankotsu, si no me lo dices ahora mismo...
- Walker...
- Maldición... - masculló entre dientes y apretó el volante con fuerza, intentando mantener la calma - ¿Qué dijo?
- Le llegaron rumores... desde el directorio, diciendo que la situación del conglomerado se veía incierta. Quiere sacar su negocio del país.
- ¡Joder! - al parecer, hoy iba a terminar por arrancarle la cabeza a alguien - Tú eres el maldito abogado, encárgate de esto.
- En eso estoy, Sesshomaru, pero necesito saber cuándo hablarás tú con él.
- Fija una reunión para mañana a primera hora y Bankotsu, no permitas que Walker firme nada entre ahora y esa reunión, o estás despedido, ¿me escuchaste? No me interesa lo que tengas que hacer, pero retenlo.
- Entendido... ¿Qué harás con el directorio?
- Averiguar quién es el idiota que ha estado hablando de más.
Cortó la llamada, le envió un mensaje a Jaken y se quedó por algunos segundos más sentado frente al volante, debatiéndose entre subir o no...
Tenía demasiadas cosas en su cabeza, trabajo que hacer y se sentía extrañamente atormentado. Mientras más tiempo pasaba sin decirle la verdad a Rin, sabía que peor sería, pero no lo haría hasta que tuviera esas pruebas.
Quizás... no era buena idea estar con ella en este momento.
Rin...
No pudo evitar recordar la forma en que sus mejillas se sonrojaron levemente cuando lo invitó a cenar hoy día...
Quería verla... quería sentirla cerca y escucharla reír. Quizás no era buena idea, pero aún así, sabía que estar con ella era todo lo que necesitaba.
Tomó las llaves de su auto y caminó hasta su apartamento, tocó el timbre y escuchó su melodiosa voz diciéndole que entrara porque estaba abierto, dejó sus llaves sobre la mesa y caminó hasta la cocina, guiado por el olor a comida y el sonido de los sartenes trabajando.
- ¡Hola! - la castaña lo saludó alegre y dejó la paleta de madera que usaba para cocinar sobre la encimera para acercarse a abrazarlo - Lo siento, quería tener todo listo para cuando llegaras, pero me atrasé un poquito... - le dijo con un adorable puchero que removió algo en su frío corazón.
Tomó su mentón como siempre solía hacer y lo levantó para atrapar sus labios en un tierno beso. Ella sonrió cuando sus labios se separaron, mirándolo a través de sus largas pestañas y él tuvo que admitir en su interior cuanto le fascinaba ese gesto tan exquisitamente inocente.
- ¿Necesitas ayuda?
- ¡No!, no, estoy casi lista... ¿Quieres algo de beber? Tengo un vino en ese mueble... - dijo señalando sobre su cabeza con una sonrisita de súplica para que lo alcanzara por ella. Sabía que él no tendría que subirse sobre una silla para sacarlo... como ella tenía que hacer.
Una corta sonrisa se formó en la cara del peliblanco al adivinar los pensamientos de Rin, buscó la botella y sirvió dos copas, mientras la acompañaba en la cocina y la escuchaba parlotear sobre todo lo que había hecho en su tarde.
Y por alguna razón, se sintió extrañamente más tranquilo, casi aliviado, como si todo el peso que se había acumulado sobre sus hombros durante el día hubiese desaparecido.
- Me siento mucho mejor ahora que pude hablar con Kagome - le decía mientras llevaba los platos servidos a la mesa -, la verdad es que eso también me tenía un poco intranquila, siempre le cuento todo y ahora... bueno, ya sabes- calló y se quedó mirándolo mientras probaba la comida -. En fin... ¿Y a ti cómo te fue?
- No tan bien, surgieron algunos problemas con un inversionista.
- Oh, lo siento... ¿Tienes trabajo que hacer? ¿Tendrás que irte?
- No, Rin. Mañana me encargaré.
- ¿Seguro? - él asintió - ¿Necesitas ayuda con algo?
- No, Rin, no te preocupes por eso ahora - La castaña le sonrió y asintió -. ¿Dónde aprendiste a cocinar?
- Una señora con la que viví en mis últimos años de escuela me enseñó este plato y algunos más. El resto lo aprendí sola... - sonrió -. ¿Te gustó?
- Está exquisito.
Rin sonrió emocionada.
- ¡¿De verdad?! - le preguntó batiendo sus largas pestañas y él asintió cautivado. No solía halagar comidas, en realidad nunca lo había hecho, pero tampoco nunca antes alguien había cocinado exclusivamente para él y esta ya era la segunda vez que Rin lo hacía.
Además era verdad... realmente estaba exquisito.
Y la cena se le hizo más corta que de costumbre.
- Hoy me enteré de algo... - le dijo Rin con una sonrisa traviesa, tomando el último sorbo de su segunda copa de vino y él la miró con cuestionamiento - Kagome me contó que... después de la noche en que nos conocimos, le preguntaste a Inuyasha por mi... ¡Te gusté! -dijo riendo.
- Voy a matar a Inuyasha.
La castaña se carcajeó.
- ¡Sesshomaru, no!, prométeme que no le dirás nada, ¿si? - la miró fijamente en silencio con sus ojos entrecerrados - ¡Promételo!
- No.
- ¿Entonces es verdad? ¿Si le preguntaste por mi? - le preguntó risueña con una sonrisa de triunfo en su cara y él negó.
- No hice tal cosa.
- ¡No me mientas! - dijo con un puchero de enojo muy poco creíble - admítelo - Él sonrió de lado y en un rápido movimiento acercó su silla a la suya y sin ni un esfuerzo la sentó a horcajadas sobre él.
- Sólo quería saber quién era la niña ingenua que me había dejado con las ganas.
Ella negó riendo y dejó escapar un suave ronroneo al sentir como él acariciaba su cuello con su nariz. Corrió su cabeza hacia un lado dándole más espacio y él, motivado con su reacción, comenzó a repartir cálidos besos que subieron por la piel sensible de su cuello y por su mandíbula, hasta llegar a sus labios.
Los atrapó hambriento de ella, mientras una de sus manos masajeaba uno de sus pechos y la otra cargaba su cintura hacia abajo, obligándola a sentir su dura erección, que comenzaba a crecer cada vez más bajo sus pantalones.
La castaña jadeo al sentir su miembro duro y palpitante contra su intimidad y movió sus caderas, restregando su erección contra su trasero.
- Me tienes loco, Rin... - gruñó sin ser consciente de sus palabras hasta que las escuchó salir de su boca y sin pensárselo más, la agarró con firmeza de sus muslos y la cargó hasta su habitación.
La recostó sobre su cama, se deshizo de su blusa de un tirón y devoró sus pechos llenos, dejando marcas enrojecidas a su paso, mientras ella abría su cinturón entre gemidos, adentrando sus manitos traviesas en su pantalón.
Terminó de sacárselos y sin poder aguantarse más, como un lobo hambriento se abalanzó sobre su presa sonrojada y jadeante y entró en ella sin avisos ni reparos.
Rin gimió y gritó su nombre mientras se aferraba a su fuerte espalda y lo rodeaba con sus piernas por sus caderas, acercándolo aún más a ella.
- ¿Estás bien? - le preguntó suavemente al oído y ella asintió.
- Si... si, no pares... por favor... - lo abrazó - Te necesito.
Y haciendo caso a su pedido volvió a embestirla con profundidad, una y otra vez, cada vez más rápido y cada vez más fuerte, tomándola sin piedad y adueñándose por completo de sus labios y de todo su cuerpo.
- ¡Ah, Sesshomaru! - gritó, moviendo sus caderas contra él al mismo tiempo y enterrando sus uñas en los músculos de su espalda - Más... ahhh, por dios...
- Mierda, Rin... - gruñó al sentir como el interior de la castaña comenzaba a palpitar y aprisionarlo cada vez más, la escuchaba gemir y él se iba a correr dentro de ella, no aguantaba más - Tengo que salir...
- No, ahhh, por favor, no... - lo apretó con sus piernas sin dejar de moverse - no pares...
Dejó escapar un gruñido gutural que salió desde su pecho y se liberó por completo en su interior, sin dejar de mecerse entre sus piernas hasta que ya no pudo más. Besó sus boca con ternura y luego su cien, atrapando con sus labios una lagrimita que había escapado de sus ojos castaños y Rin soltó una risita.
- Me haces muy feliz, Sesshomaru - susurró mirándolo a los ojos, con tanta sinceridad como no había visto antes y en ese momento, sintió que su corazón se detuvo por un segundo.
Rin era feliz a su lado.
Lo sabía, podía notarlo cada vez que estaban juntos y hasta podía verlo en sus grandes y expresivos ojos castaños, pero escucharlo salir de sus exquisitos labios gruesos con esa suave y melodiosa voz que tenía... lo hizo sentir como nunca se había sentido antes.
Él no jugaba a enamorarse, ni tampoco creía en esas cosas...
Pero entonces por qué ahora que miraba fijamente esos preciosos ojos cafés no sólo le parecía que si había jugado a eso con Rin, pero que además... había perdido escandalosamente.
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