Cap. 25: Disculpas


Con toda la determinación que pudo encontrar en su pequeño cuerpo, se subió a ese taxi, con dirección a la casa de Sara. A su mansión, más bien dicho.

Por supuesto que esa mente inquieta que tenía, la había estado torturado todo el día y la noche anterior, imaginándose cientos de escenarios distintos de cómo iba a resultar todo esto. El que más dolía siempre, era imaginar que Sara decidiría que no quería volver a verla ni en pintura y lo peor de todo, es que al parecer, era el más probable... Y era entendible, si finalmente, le había hecho una canallada de lo peor y estaba consciente de que le esperaba una conversación más que complicada, lo tenía claro, pero... tenía que hacerlo, no podía dejar las cosas así con ella, tenía que al menos intentarlo.

- ¡Buenos días! - saludó amablemente al hombre que custodiaba la entrada, con una sonrisa que luchaba por mantener resguardadas todas sus preocupaciones - Busco a Sara, ¿podría decirle que estoy aquí? Por favor.

- La señorita Asano bajará en unos momentos.

Asintió tímidamente y se quedó ahí, parada afuera de la gran puerta de entrada, jugando nerviosa con sus manos, mientras esperaba a su amiga, que algunos minutos más tarde apareció frente a ella.

- Sara... Hola - carraspeó - ¿Cómo estás?

La ojiazul caminó en silencio por el jardín, con esa gracia de princesa tan característica de ella, hasta una mesita de té refugiada bajo árboles de cerezo. Se sentó ahí y finalmente le dirigió una mirada, digna de cual policía en pleno acalorado interrogatorio, tan en contraste con sus delicados movimientos.

- Si acepté verte, es únicamente porque tengo una pregunta que hacerte. - La castaña la miró con cuestionamiento y expresión afligida - ¿Tú le dijiste a Sesshomaru lo de Koga? - Preguntó seria y fría, con aquella mirada acusadora.

Rin quedó perpleja.

- ¿Qué? - Sara simplemente mantuvo sus ojos azules clavados en ella, esperando por su respuesta - ¡No! ¡Claro que no!

- Entonces, además de joderte a mi novio, vienes hasta mi casa y me mientes en mi propia cara. - negó y soltó una risa cruel e irónica - Realmente nos engañaste a todos con esa mirada de niña buena que no mata ni una mosca.

- Sara, no... yo no le dije a Sesshomaru lo de Koga, jamás lo haría. Tú me pediste que guardara tu secreto y eso es lo que he hecho, así que, si él se enteró, no fue por mí... - La ojiazul la miró de reojo, incrédula - Es verdad, Sara, yo... de verdad lo siento, no era mi intención que nada de esto ocurriera, yo...

- Ahórratelo, Rin - la interrumpió -, me das asco. Supongo que cuando te acostabas con él, también estabas muy arrepentida, ¿no? - sollozó - Cuando me viste llorando por Koga y todas esas cosas que te conté... ¡Encontraste el momento perfecto para joderme y quedarte con él!

- ¡Sara! ¡Escúchame! Yo no se lo dije, te lo prometo y tampoco... me he acostado con él.

- ¡No me mientas, Rin! Los vi... vi como se miraban.

- Es verdad, no me he acostado con él, pero... si lo besé y lo besé mientras estaba contigo y me siento terrible por eso, por lastimarte y por traicionarte, de verdad lo hago, yo... de verdad lo siento. - admitió, haciendo un esfuerzo sobrehumano para que esas lágrimas traicioneras que nublaban sus ojos no cayeran por sus mejillas - ¿Recuerdas lo que me dijiste cuando te pregunté si te gustaba Koga? Me respondiste: "Claro que me gusta, Rin... De otra forma jamás hubiese hecho lo que hice". Bueno, creo que a mi me sucedió algo parecido. Jamás hubiese hecho algo así, pero me gusta Sesshomaru, Sara... y me gusta mucho.

- Eres una maldita mojigata, Rin. - espetó - ¿Y qué hay de la noche de la fiesta de compromiso? ¿Me vas a decir que esa noche tampoco te acostaste con él?

- No, Sara... Naraku..., él me drogó. - musitó bajito. Recordar aquel momento no era una sensación agradable para nada - Sesshomaru sólo me cuidó esa noche.

- ¡No te creo! ¡Eres una mentirosa! No puedo creerte... - Saltaron lágrimas de sus ojos azulados, que en ese momento, parecían incluso grises - No puedo creerte, porque... si no te acostaste con él, entonces, no entiendo qué hiciste para que él te viera de esa forma... para que te tocara así, con tanto cuidado, con... amor. - susurró bajo, como si hablara más para ella que para Rin y la castaña bajó su mirada, sin saber qué decir - Sesshomaru no es así, no es esa clase de hombre...

- Sara... - intentó tocar su mano en un intento de consuelo, pero la ojiazul la apartó enseguida.

- Koga me miraba así... - susurró, evadiendo a Rin con su mirada - El día de la fiesta, después de lo que pasó, intenté hablar con él, pero... fue tarde, ya se había ido y no respondió ni una de mis llamadas ni mis mensajes. Lo perdí... elegí a Sesshomaru por sobre él y... lo perdí.

- Lo siento mucho...

Se hizo un silencio incómodo entre ambas, tan profundo como si se hubiese creado un abismo entre las dos; un abismo que pareció interminable y fue tan insoportable que hasta el aire se sentía pesado y difícil de respirar. La castaña ahogó un sollozo y recién ahí, la ojiazul clavó sus ojos acusadores en ella.

- Si lo sientes, entonces no quiero que vuelvas a verlo. 

Todo su cuerpo se tensó al escucharla.

- Sara...- tragó pesado - Jamás en mi vida había sentido por alguien lo que siento por él. Lo siento, pero... creo que no puedo prometerte eso.

- ¡Me importa una mierda! Me traicionaste, Rin, sabías que estar con Sesshomaru era mi sueño de prácticamente toda una vida y aún así... aún así te metiste con él. Viniste hasta aquí para disculparte, esas son las condiciones. No te acuestes con él, no quiero que vuelvas a verlo y así... podré pensar en perdonarte.

- Sara, lamento haberlo besado mientras estaban juntos, lamento la forma en la que ocurrieron las cosas, nada de esto era mi intención, nunca, pero aún así... no me arrepiento de haberlo conocido, así como también sé que tú tampoco te arrepientes de haber estado con Koga. De verdad lo siento mucho y espero que algún día puedas perdonarme, porque de verdad no quiero perderte, pero entenderé si no lo haces, porque yo... no quiero renunciar a él. Y sí, sé que es egoísta de mi parte, pero... no puedo. Siento cosas especiales por él, desde el primer momento en que lo vi y me gusta pensar que él también las siente por mi, y lo siento, pero no quiero renunciar a eso.

Sara soltó una corta risa cargada de frío sarcasmo, antes de mirarla con desprecio.

- Sesshomaru no siente nada especial por ti, Rin. - La miró con falsa lástima - Si terminó conmigo, fue sólo porque se enteró de lo de Koga, sino, aún estaríamos juntos. Y no seas ingenua, que finja interés no quiere decir que en realidad lo sienta. Una vez que logre lo que quiere de ti, te va a ignorar de la misma forma en que lo hizo conmigo, con la zorra de Kagura y con tantas otras que fueron igual de estúpidas que nosotras, por esperar de él algo más que un buen polvo. - Rin le sostuvo la mirada a duras penas - De verdad pensé que eras más inteligente, además... mírate, Rin... ¿Quién eres? ¿De verdad crees que él se interesaría en ti para algo serio? - bufó - Linda, antes de conocernos a nosotras no valías nada, eras nadie. La poca clase que tienes, la tienes gracias a mi, que es la única razón por la que él se fijó en ti en primer lugar.

En completo silencio, la castaña limpió las lágrimas que finalmente terminaron cayendo libremente de sus ojos y se paró de esa fina silla de jardín, que probablemente costaba más que todos los muebles de su casa.

- Si, mejor sal de aquí y no vuelvas a aparecerte cerca mío o me encargaré de hacerte imposible esa aburrida vida que tienes.

- Adiós, Sara... Pero, espero que te quede claro que no perdiste a Koga por escoger a Sesshomaru por sobre él, perdiste a Koga por escoger tus intereses por sobre él. Tú no quieres a Sesshomaru, sólo... te interesan sus bolsillos llenos...

- ¡Sal de aquí!

Y así lo hizo. Se fue de ahí, con el estómago revuelto y peores sensaciones que con las que llegó.

Recién al llegar a su apartamento revisó su celular, para encontrarse con los cientos de mensajes y llamadas de Kagome, pero... no podía hablar de todo eso ahora, necesitaba distraer su mente, así que hizo lo único que se le ocurrió hacer, lo único que hacía cuando necesitaba escapar de algo; sumergirse en su trabajo.


***

- Gracias por acompañarme, cariño. - La mujer tocó con ternura su brazo, él sólo le respondió con una fugaz mirada de reojo mientras esperaban por el elevador.

Rin le había pedido tiempo para hablar con Sara y se lo había dado... Pero, en estos días no había recibido ni un mensaje de ella, sabía que habían sido días difíciles y quería saber si estaba bien, así que, cuando Izayoi le comentó que quería ir a ver a Rin, para poder hablar con ella... él, "amablemente", se había ofrecido a acompañarla.

Si, fue extraño y ella se había sorprendido casi tanto como todo el resto. Nunca antes habían estado a solas, juntos y probablemente Izayoi creía que él no la quería..., pero la verdad es que, simplemente, esa mujer le era completamente indiferente.

Aunque tenía que admitir que, desde que ella enfrentó a Toga por Rin, esa indiferencia bordeaba bastante con un tenue sentimiento de respeto.

Llegaron al piso de la castaña y mientras caminaban acercándose a su apartamento, se podía escuchar la música proveniente de adentro y su suave y melodiosa voz tarareando a ritmo. Rápidamente, esa extraña y agradable sensación lo invadió al escucharla.

- Es una chiquilla especial, ¿no crees? - Dijo Izayoi con una sonrisa, justo antes de tocar el timbre.

Y cuando Rin llegó a la puerta, sus ojitos de chocolate se abrieron de par en par por la sorpresa.

- Señora Izayoi, Sesshomaru... 

- Hola querida, venimos a saludarte, ¿estás muy ocupada?

- No, pasen, pasen, por favor. - se hizo a un lado de la puerta, invitándolos a entrar - Lo siento, todo es un desastre... - murmuró apenada mirando sus ropas desarregladas y luego la mesa llena de papeles, con su computador y piezas de un motor desparramadas por todas partes.

Realmente no habían llegado en buen momento.

- No te preocupes linda.

Sesshomaru entró y se paró frente a ella. Una curvatura imperceptible se dibujó en sus labios, casi como una sonrisa. Rin... se veía deliciosa en esa camiseta desgastada, esos shorts exquisitos y manchas de aceite de motor hasta en su cara.

- Hola... - Le susurró ella, tímidamente. 

Quería comerle esa preciosa boquita que tenía, pero se conformó con sólo limpiar su cara con su pulgar, acariciarla con suavidad y besar su mejilla, justo en la comisura de sus labios.

Y Rin sintió que la levantaron del suelo con ese simple gesto.

- ¿Cómo estás, Rin? - Le preguntó con su grave voz y ese tono tan suave que ocupaba sólo con ella.

La castaña pestañeó varias veces, intentando salir del trance en el que quedaba cada vez que él se le acercaba y luego asintió en respuesta, con una débil sonrisa. Finalmente miró a Izayoi y les ofreció algo de beber, con ese sonrojo tan propio en sus mejillas.

La pelinegra la miraba sin poder sacarse esa sonrisa cómplice de su cara.

- Toma, Rin, te traje esto. - La mujer le entregó dos bolsas, miró dentro de una para encontrar el pañuelo que le había prestado y la otra parecía ser un regalo.

- Señora Izayoi, le dije que no debía molestarse...

- Vamos, mírala y dime si te gusta. 

Rin sonrió y sacó de la segunda bolsa elegantemente envuelta una preciosa bufanda de cashmere, preciosa y exquisita al tacto y por la apariencia, imaginó que debía ser algo realmente costoso. La tocó con delicadeza y miedo de estropearla.

- Es preciosa, señora Izayoi, muchas gracias, pero en serio...

- Rin, no tengo hijas a quienes regalarle estas cosas, así que tú y Kagome simplemente tienen que aguantarme. - La castaña le mostró una pequeña sonrisa y tragó pesado al oír ese comentario. Kagome estaba comprometida con Inuyasha, así que eso tenía sentido, pero ella... ella no era nadie en su familia. - Sé que es verano, pero créeme, en un par de meses esa bufanda será toda una bendición.

- Si... Muchas gracias, de verdad.

- Rin, cariño, quería comentarte sobre... lo ocurrido con Naraku. - La castaña se tensó al escuchar ese nombre, y la miró esperando a que hablara. - No sé si te has enterado, pero él trabaja para el conglomerado... - Rin asintió, temerosa de imaginarse a dónde se dirigía esa conversación - Por lo tanto, Toga debe hablar contigo en representación, para pedirte las disculpas correspondientes. - Rin miró a Sesshomaru con evidente asombro en su rostro, él le devolvió la mirada con ese gesto inexpresivo - Y por supuesto que ese hombre no seguirá trabajando ahí, sólo... quería decirte que cuando te sintieras lista, podrías ir a las oficinas y conversar con Toga.

Rin la miró sin saber qué decir, se sintió mucho mejor al saber que la señora Izayoi estaba de su lado y que se preocupaba por ella, pero conversar con ese señor... no parecía una muy buena idea, después de todo lo que había pasado.

- Señora Izayoi, muchas gracias por preocuparse por mí, pero...

- Rin, sé que has tenido algunos problemas con mi marido, pero... te prometo que esta vez, él hará las cosas bien.

- Yo te acompañaré, Rin. - Le dijo él, al ver que ella aún parecía dudar.

Rin finalmente asintió.

- Bueno, muchas gracias.

Por minutos conversaron sobre cotidianidades y aunque era de lo más extraño tenerlos a ellos dos ahí, en su apartamento... se sentía agradable. Y además, era divertido ver a Sesshomaru sentado en su living, con esa apariencia tan imponente, tan guapo como siempre... compartiendo el té con ellas dos. Aunque por supuesto, él sólo se dedicaba a observar mientras ellas parloteaban como dos niñas.

Lo miró disimulada y fugazmente de reojo, aunque por supuesto, sus ojos depredadores lograron captarla enseguida. Ella sólo sonrió levemente sonrojada cuando cruzaron sus miradas. 

Le parecía muy tierno que él estuviera ahí, en ese momento. Él no parecía ser la clase de hombre que se sentaría a tomar el té con su madrastra y la mujer que... ahora que lo pensaba, ni siquiera sabía qué era ella para él, pero ese no era el punto. No pudo evitar cuestionarse si él habrá hecho esto con alguien más, porque había algo en su interior que le decía a gritos que no, que jamás había hecho, ni que jamás haría algo así con alguien más y que de verdad ella era especial para él. Pero también había otro lado, ese lado más racional que encendía mil alarmas y le suplicaba cautela con Sesshomaru, que le pedía que no se ilusionara de esa forma, que no fuera una "niña ingenua"..., exactamente como él solía decirle, porque él era un depredador y ella iba a salir de ahí con el corazón destrozado.

Pero, por algún inexplicable motivo, nada de eso le importó.

"Alguien que te haga perder la razón y erizarte de pies a cabeza..."

Sesshomaru... Él la hacía sentir exactamente así.

- Qué coincidencia, ¿no? Que trabajes con autos al igual que Sesshomaru. - Le dijo Izayoi, mirando hacia la mesa donde tenía todo su trabajo - Y por lo que tengo entendido eres muy buena, debe ser genial saber todas esas cosas, yo... ni siquiera sé usar un destornillador.

Rin sonrió apenada.

- Mi papá es mecánico, desde pequeña veía todas estas cosas, siempre me han gustado los autos. - sonrió - Una vez leí que su esposo tiene una colección impresionante, debe ser maravillosa.

- Si, pero la de Sesshomaru es más impresionante. - Rin ladeó su cabeza con cuestionamiento, lo miró a él y luego nuevamente a Izayoi. Ella sonrió divertida. - Toga tiene más, pero Sesshomaru tiene los mejores. ¿No es así, cariño?

Ni un músculo se movió en ese rostro perfecto e imperturbable, mientras Rin lo miraba con la curiosidad latente en sus ojos cafés tan transparentes y expresivos.

- ¿De verdad? - Le preguntó, él asintió con una parca cabezada. - ¡¿Por qué no me había dicho nada?!

- Porque nunca me lo preguntaste. - La castaña lo miró con su boquita abierta de la impresión y él sonrió arrogante de lado. - Puedo llevarte a conocerla cuando gustes, Rin.

Él era el hombre perfecto, sin dudas.

Y ahí estaba de nuevo ese tonto sonrojo. No podía negar que le causaba hasta un poco de miedo que él la pusiera nerviosa con tanta facilidad. Así que decidió evadir su comentario y cambió el tema exitosamente.

Después de un rato finalmente se despidieron.

- Gracias por venir a verme, señora Izayoi.

- Gracias a ti por recibirnos, linda y cuéntame cómo te va cuando decidas ir a las oficinas.- La castaña asintió con una amplia sonrisa y se abrazaron - Te espero afuera, Sesshomaru.

La mujer salió dejándolos solos y él caminó hasta quedar parado frente a ella, muy, muy cerca. Tomó su mentón con delicadeza, levantando su mirada y le susurró, grave y bajo...

- Esta noche cenarás conmigo, Rin.

Esa invitación había sonado tan seductora como autoritaria a la vez. En realidad, más que una invitación había parecido una orden irrefutable. 

- ¿Disculpe? ¿Me está...? - Y antes de que pudiera comenzar a parlotear, él atrapó sus labios con vehemencia, reclamando su boca sólo como él podía, embistiéndola muy suavemente con su lengua experta y pecaminosa y Rin, completamente sumergida en todas esas sensaciones, sólo se dejó ser, rendida ante él, completamente derretida entre sus brazos.

- Pasaré por ti a las 8. - susurró contra su boca. Ella pestañeó un par de veces, intentando reaccionar, pero antes de que pudiera hacerlo él estampó un casto beso en su mejilla. - Nos vemos, Rin.

Y malvadamente se fue, dejándola con el corazón en la boca.

¡Ni siquiera le dijo a dónde la llevaría! Y tenía que pensar en qué ponerse...

Realmente ese hombre iba a terminar por volverla loca.

Después de dar vuelta todo su closet, finalmente se decidió por un vestido rosa palo y unos zapatitos negros de tacón abiertos, para verse un poco más estilizada.

Sesshomaru llegó a buscarla justo a la hora acordada y se veía tan maravillosamente guapo en su traje, que por un momento casi olvidó que estaba ligeramente molesta con él.

- Buenas noches, Rin. - La besó en la mejilla, justo en la comisura de sus labios, cuando recién algunas horas atrás había asaltado su boca como un experto ladrón.

¡Quién lo entiende!

- Buenas noches, señ... Sesshomaru. - se corrigió, sonrojada por la manera tan intensa en que él la miraba e intentó juntar todas sus fuerzas para no ceder a sus ojos dorados - La próxima vez que... que quieras invitarme a salir, agradecería una invitación más que una orden.

Y él sonrió levemente de lado, arrogante.

Esa no había sido una orden, pero más... una afirmación. Por supuesto que no le iba a dar la oportunidad de negarse, Rin era una criatura demasiado impredecible y no pensaba tentar su suerte, no de nuevo, esta vez no la dejaría escapar.

- La próxima vez, Rin. - Fue todo lo que dijo y antes de que ella pudiera añadir algo más, la besó. Intenso y apasionado hasta robarle el aliento. Y cuando se separó de ella, su castaña pareció olvidar cualquier rastro de enojo.

Sabiéndose ganador, le abrió la puerta de su auto y finalmente partieron.

- No puedes hacer "eso" cada vez que... me quieras callar. - murmuró bajito, enterrada en el asiento del lujoso auto.

Él simplemente volvió a sonreír y asintió, aunque esa mueca arrogante le decía claramente: "¿Segura?"

Rin resopló, rendida. Jamás podría molestarse con él, menos si le sonreía de esa forma que la hacía fantasear, pero... aún habían cosas, cosas importantes que debía conversar con él.

- Sesshomaru... - él la miró fugazmente de reojo, dándole a comprender que tenía su atención aunque iba atento al camino y Rin se atrevió a decir lo que tenía atrapado en su garganta - Hay algo que... me gustaría preguntarte.

Él rápidamente advirtió la ligera inseguridad que se coló en su mirada y en sus palabras. Rin era muy curiosa, lo había notado hace ya un tiempo y no quería que alguna de sus inocentes preguntas tocaran por accidente algún tema peligroso, porque... se lo había dicho a si mismo, no le mentiría.

Y por otra parte, tampoco podía simplemente callar, no quería que Rin se sintiera inquieta o insegura estando con él. Sólo... tenía que ser cauteloso.

- Cuando lleguemos podrás preguntarme todo lo que quieras, Rin. - ella le sonrió, sintiéndose instantáneamente más tranquila - Pero tú también tendrás que responder mis preguntas.



***


[Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, les cuento que el próximo será únicamente de Sesshomaru y Rin, y estoy ansiosa por que llegue 🥰 ¡Un abrazo! Nos leemos pronto ❤]

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