Cap. 19: Una noche peculiar
Tenía que admitir que tenerlo en su casa la ponía realmente nerviosa. Cada vez que lo tocaba accidentalmente o rozaba la piel de sus heridas con sus dedos mientras lo curaba, era como si una descarga eléctrica recorriera todo su cuerpo y lo peor de todo, era que al parecer, él podía notar esos efectos que tenía sobre ella... Así que lo mejor por ahora, sería mantenerse lo más alejada posible y así evitar terminar haciendo alguna estupidez...
- Ponga esto en su mejilla inflamada. - Le acercó un poco de hielo envuelto en una tela. - Iré a calentar algo de comida. ¿Quiere un té, mientras me espera?
- No, gracias. - La castaña asintió antes de irse hacia la cocina, cuando su grave voz la detuvo. - Rin.
- Dígame.- Sintió como sus mejillas se sonrojaron levemente por la extraña forma en que él la miraba. Sabía que esos ojos tan dorados, intensos y brillantes eran su perdición...
- ¿Te incomoda que esté aquí?
- No, no me incomoda - Le regaló una de sus bonitas sonrisas, que a él tanto le gustaban -, no se preocupe por eso.
- ¿Aún estás molesta conmigo?
- No, no estoy molesta, sólo... quiero dejar atrás todo este asunto. - suspiró. - Pero no quiero hablar de eso ahora, señor Sesshomaru.
"Dejar atrás todo este asunto", supuso que con eso se refería a él. Y aunque esas también eran sus intenciones; "alejarla de todo su mundo de mierda, incluido él", al escucharla decirlo con esos perfectos labios que tenía, algo se revolvió dentro de él.
Era un maldito egoísta y simplemente no podía aceptar la idea de que Rin lo olvidara, de que lo dejara atrás así como así... Pero decidió concederle eso; no le hablaría más del tema... por ahora.
- No es necesario que seas tan formal conmigo, ya no trabajas en la fábrica.
La castaña le sonrió en respuesta y siguió su camino hasta la cocina. Sacó los ingredientes necesarios para lo que quería preparar y comenzó a picar las verduras mientras tarareaba a ritmo de la canción que sonaba en su celular, despreocupadamente, sin percatarse de los ojos curiosos que la analizaban.
Apoyado con un hombro en el marco de la puerta de forma relajada, no podía dejar de mirarla, ya se había rendido hace mucho a esa extraña necesidad de su cuerpo por estar cerca de ella y estos días en la fábrica había sentido demasiado su ausencia y eso no le gustaba para nada...
La seguía con la mirada, detallando cada uno de sus movimientos y de pronto sintió que su boca se hizo agua. Esa castaña era tan exquisita como nadie que hubiese conocido antes y en lo único que podía pensar en ese momento, era en cómo se vería completamente desnuda, sentada sobre la encimera, con sus mejillas sonrojadas y gimiendo por él... Como una jodida diosa.
- ¿Necesitas ayuda? - Le preguntó finalmente, obligándose a salir de su embelesamiento. La castaña saltó al oír su grave voz tan cerca de ella.
- ¡Me asustó! - El sonrojo llegó instantáneamente a sus mejillas al verlo. Es que jamás podría acostumbrarse a él... ¡¿Por qué tenía que ser tan condenadamente atractivo?! - Le he dicho que no me haga eso, uno de estos días me va a dar algo... - Él sólo la miró, ignorando su regaño y esperando una respuesta a la pregunta que había hecho, disfrutando al ver como sus mejillas se sonrojaban cada vez que él se acercaba aunque fuera un poco. - No se preocupe. - respondió Rin después de un rato, algo asombrada con su amabilidad. - Vaya a sentarse y a descansar, no tardo.
Preparó una sabrosa sopa que no le tomó mucho tiempo, puso la mesa para los dos en el comedor y se sentaron a comer en silencio, hasta que él se atrevió a romperlo y hablar.
- ¿Son todos tuyos? - Le preguntó refiriéndose a los libros en el librero que tenía junto al sillón. Ella asintió.
- Varios eran de mi mamá y ahora son míos. El resto me los he comprado o me los han regalado - sonrió. -, me encantan los libros... A veces, cuando no encuentro el que quiero, tengo que leer del computador, pero no es lo mismo, ¿no cree?
- ¿Los has leído todos?
- ¡Si! Bueno... - batió sus pestañas y arrugó su boquita en un infantil puchero que lo volvió loco. - Casi todos, hubo uno que no pude terminar porque me dio miedo... Creo que los libros de terror no son para mí.
- ¿Qué libro era?
- El Resplandor, ¿lo ha leído?
Él asintió y soltó una silenciosa risa nasal, como si estuviera burlándose de ella.
- No es para tanto, Rin.
- ¡Claro que sí! Lo compré cuando estaba en Los Ángeles, pero ni siquiera podía dormir después de leerlo... - él negó, divertido. - También intenté ver la película, pero creo que fue peor.
- ¿Entonces tampoco viste la película?
- No me miré así, no es mi culpa... - entrecerró sus ojos. - Le dije a Kagome un día, pero dijo que era muy vieja y la encontraba aburrida, así que intenté verla sola, pero no pude, era demasiado terrible... ¡El hombre estaba loco!
- De eso se trata...
- ¡Ya lo sé! Pero igual... - No pudo evitar sonrojarse nuevamente, tenía que admitir que le encantaba verlo sonreír, porque era tan raro que lo hiciera y se veía tan jodidamente guapo. - Y no se burle de mí. No es que sea miedosa, sólo... me asusta ver cosas de terror. - Se paró de la mesa, intentando distraerse de sus pensamientos y comenzó a retirar los platos. - Venga, debe estar cansado... será mejor que vaya a dormir.
Él la siguió hasta su habitación; era pequeña y acogedora, completamente diferente a la suya y todo ahí tenía ese delicado y suave aroma floral, al igual que Rin. Era agradable...
- Usted dormirá aquí, sólo sacaré mis cosas. - dijo de espaldas a él, mientras buscaba su bata, su pijama y una manta.
- ¿Y tú? - Preguntó intrigado porque se percató de algo; al parecer esa era la única habitación en su apartamento y sólo había una cama.
- Yo dormiré en el sillón. - Le respondió con una tierna sonrisa. - Aquí llevo mi mantita.
- Rin, no voy a ocupar tu cama mientras tú duermes en el sillón.
- No se preocupe, no es ningún problema, es cómodo.
- Entonces yo dormiré ahí.
- Usted es muy grande... no entraría por completo en el sillón. - Terminó de decir con una risita divertida, como si se estuviera imaginando aquella imagen. - No me molesta hacerlo, de verdad... - ignorando sus réplicas, finalmente juntó todas sus cosas y se dirigió a la puerta. - La puerta de al frente es el baño. Buenas noches, señor Sesshomaru, que descanse.
La castaña entró al baño, a asearse y ponerse su pijama y luego se recostó en el sillón, envuelta en su manta favorita. Era tarde, había tenido un largo y muy extraño día, estaba realmente cansada, pero no podía pegar sus ojos, no había caso... Se daba vueltas y vueltas en ese sillón, con sus ojos abiertos y mirando al techo. No sabía cuánto tiempo había pasado y estaba comenzando a frustrarse, además, sus pensamientos tomaban rumbos para nada sanos...
Se paró, sin prender las luces para no despertarlo y caminó al baño en silencio. Se refrescó intentando despejar su cabeza y salió, cuando esa voz que le encantaba la hizo girarse hacia su habitación, que tenía la puerta abierta.
- Rin. - La llamó, sentado en la cama y prendió la luz de la lampara que había en la mesa de noche.
- Dioses. - Soltó en casi un suspiro. Eso era una tortura, él la estaba torturando... Si con ropa ya se veía perfecto, sin camisa parecía un maldito dios griego. Volteó su rostro completamente enrojecido hacia un lado, evitando verlo.
- Es tarde. ¿Qué haces despierta?
- Yo, ehh... sólo vine al baño... - él la miró incrédulo. - no podía dormir...
- Ven a dormir aquí. - ordenó.
- ¿Qué? ¡No! Claro que no... ¡M-menos así como está!
- ¿Así como? - preguntó ligeramente divertido con su expresión y su nerviosismo... Le fascinaba verla así.
- ¡Sin ropa!
- No me gusta dormir con ropa. - respondió con esa corta sonrisa de lado. Se estaba burlando de ella. - No te preocupes, Takahashi, llevo boxers y no muerdo.
- ¡Já! - entrecerró sus ojitos, como si no le creyera. - No voy a dormir con usted, señor Sesshomaru, ya se lo dije.
- No voy a tocarte, Rin... Ven o iré a buscarte y te traeré en brazos.
- ¡No!, n-no haga eso.
- Entonces ven.
- ¡Ugh! ¡Está bien!, pero... dormiré en el otro extremo de la cama, ¡y nada de pasarse a mi lado, señor! - él asintió con la mirada, aún divertido con ella y todas sus expresiones.
La vio acercarse a él tímidamente, como una gatita asustada y la recorrió con su mirada de pies a cabeza, es que se veía dolorosamente deliciosa en ese pijamita veraniego... Esa noche iba a ser un verdadero sufrimiento.
Rin no tardó en caer dormida en la comodidad de su cama, completamente alejada de él... O al menos esa fue su primera intención.
Dejó escapar un suave ronroneo antes de abrir por completo sus ojos, al sentir los rayos de luz entrar por la ventana... Estaba tan cómoda que no quería despertar y tan calentita con ese brazo que la rodeaba de manera protectora por su cintura y esa fuerte y grande mano en contacto con su piel...
"Espera... ¡¿Qué?!"
Movió sus manos suavemente, sintiendo su musculoso torso desnudo y en ese momento, abrió los ojos de golpe, para confirmar lo que temía... Estaba durmiendo abrazada a él, sobre su pecho.
- Por dios... - susurró inconscientemente. "Eres una descarada, Rin".
Intentó moverse con cuidado, para no despertarlo, intentando no tocarlo de más... Quizás su pequeño descuido lograba pasar desapercibido...
- Eres muy inquieta.
"Maldición".
- ¡Lo sé! - chilló apenada. - Le dije que nada de pasarse a mi lado...
- Hpmh. Eres tú quien está en mi lado.
- ¡¿Por qué no me despertó?!
- Estaba cómodo. Además, te ves muy exquisita durmiendo así.
- ¡Sí claro! - Soltó con ironía. Sus mejillas estaban encendidas con fuego.- ¡Y no me diga esas cosas! Usted dijo que no iba a tocarme y me está abrazando...
- Tú me lo pediste, Rin. - Le respondió con tranquilidad, mientras analizaba todos sus gestos, aún sin soltarla.
- ¡¿Qué?! - sus ojos se abrieron a más no poder y quedó sentada en la cama. - ¡Mentira! ¡Yo no hice tal cosa!
- Si, lo recuerdo perfecto. Te moviste, me abrazaste, murmuraste algo que no entendí y después me dijiste... "Me gusta su olor... Abráceme, por favor, señor Sesshomaru".
- ¡Noooo! - Puso sus manos en su boca, en un intento por callarlo y él rio suavemente. - ¡Por dios! ¡Estaba dormida! ¡Eran incoherencias!, no debió prestarme atención... - Hizo un puchero de enojo, evitando mirarlo y él sonrió levemente. - No se burle de mi... - Pidió y Sesshomaru se perdió en sus preciosos ojos cafés, que batían sus largas pestañas con rapidez. - Y por favor, sólo haga como que esto no pasó...
Ignoró esa solicitud, porque si en este momento le decía que era la primera vez que dormía abrazado de una mujer, probablemente Rin no le creería. Así que se sentó en la cama frente a ella y acarició su mejilla hasta llegar a su mentón. Lo tomó con delicadeza, levantando su mirada y se acercó más a ella, perdiendo los pocos atisbos de autocontrol que quedaban en él. Como si quisiera decirle con su mirada todo lo que pasaba por su cabeza en ese momento; que nunca antes se había sentido tan bien estando con alguien, que nunca antes le había permitido a alguien esa cercanía y que, aunque tenerla tan cerca y no poder hacerle de todo lo que quisiera había sido una real agonía y contenerse en ese momento, una de las cosas más difíciles que había tenido que hacer, esa había sido la primera vez en mucho tiempo que dormía tan bien...
Rin quiso protestar ante su proximidad, pero las palabras quedaron atrapadas en su boca, sólo se rindió, sintiendo como su corazón empezaba a latir desbocado, hasta que notó como él bajó su mirada de sus ojos a sus labios; queriendo besarla...
Y aunque ella se moría por besarlo a él, no podía hacerlo. Él se iba a casar con su amiga y todo este asunto era demasiado. Ya lo había decidido, no se iba a involucrar más, no lo haría. Así que con toda su determinación tomó su mano con suavidad y la apartó de su cara.
Aclaró su garganta antes de hablar.
- Lo dejaré solo para que se pueda vestir tranquilo... - Dijo con voz baja y decaída. - Con permiso. - Se paró y salió de la habitación.
Sesshomaru pudo ver la decepción en sus ojos cafés tan transparentes y comprendió perfectamente lo que pensaba.
Nuevamente lo invadió esa desagradable sensación... La había herido, aunque le dijo que jamás la lastimaría, lo había hecho, lo tenía claro. Rin debería odiarlo y aunque lo aliviaba el saber que no lo hacía... no lo entendía. No entendía por qué después de la imbecilidad que había hecho, Rin lo recibía de esta forma, lo cuidaba y le seguía sonriendo como siempre.
No la merecía, lo sabía perfectamente... Pero era egoísta y aún así, la quería para él.
Y sabía que mientras él estuviera comprometido con Sara, Rin no lo dejaría acercarse más que por un simple descuido. Y él no quería eso, no quería ser sólo un descuido para ella, no quería ser algo de lo que se arrepintiera, algo que quisiera dejar atrás... Lo quería todo de ella.
Pero por primera vez en su vida, no sabía que mierda hacer.
Se vistió, salió de la pieza y la encontró en la cocina, arropada con su bata, hermosa como ella sola y preparando café.
- ¿Quiere desayunar? - Le preguntó sin mirarlo, al oír sus pasos.
- No, gracias. - Tomó las llaves de su auto, que estaban sobre la mesa. - Debo irme.
- Bueno... - Lo acompañó hasta la puerta y finalmente levantó su vista para encontrarse con esos preciosos ojos dorados. - Cuídese, señor Sesshomaru.
Él le devolvió la mirada y sin decir nada, siguió su camino.
Rin dejó escapar un suspiro y volvió a sus quehaceres. Tenía pensado salir y hacer algo, necesitaba despejarse y sacarlo de su cabeza aunque fuera sólo por un momento... Pero cuando iba a vestirse, notó que estaba comenzando a llover. Nada torrencial, era sólo una ligera lluvia primaveral, aún así, le dio mucha pereza.
Al parecer sería un día de cama, películas y... pensar en él y en ese delicioso olor que ahora estaba impregnado en sus sábanas.
Genial, ahora tenía más de él para torturarse.
Y así se le pasó el día, nada productivo pero por lo menos pudo descansar... Hasta que horas más tarde, sintió su teléfono sonar.
- ¿Aló? - Contestó extrañada de quien la llamaba.
- Rin.
- Señor Sesshomaru... ¿Qué ocurre?
- Te dije que no era necesario que fueras tan formal.
- Lo siento... - sonrió. - ¿Qué pasa?
- Dejé mi reloj en tu apartamento. - Sí, claramente a propósito... pero sería mejor omitir ese detalle.
- Oh, bueno, lo buscaré y... puedo entregárselo al señor Jaken.
- No, yo pasaré por él.
La castaña tragó pesado... Ahora tendría que verlo de nuevo, como si ya no tuviera suficiente con su propia tortura personal.
- Bueno...
- ¿Cenaste?
- Mmh, aún no... ¿P-por qué me lo pregunta? - Sonó nerviosa.
- Déjame llevar algo para la cena.
- No es necesario que se moleste, además... no creo que sea buena idea...
- Te lo debo, por lo de ayer... Sólo será una cena y después me iré.
- Está bien... - Dijo en un suspiro de rendición. - Lo espero.
- Ya estoy aquí, ábreme.
- ¿Qué? - Sus ojos se abrieron de la impresión y salió de la cama de un salto.
- Estoy afuera, Rin.
Cortó la llamada y se calzó unos jeans y una polera con una rapidez que la impresionó hasta a ella... Si, sabía que había dormido abrazada a él con un pijamita enano, pero esa no era razón para que él pudiera verla en sus pijamas todo el día...
Tomó su pelo en un moño rápido y un poco desordenado y finalmente se atrevió a abrir la puerta.
- ¿Qué hubiese hecho con todo esto si le decía que no? - Le preguntó divertida al verlo cargando con las bolsas de comida.
- Hacer que me digas que sí. - Rin negó, sin poder evitar su sonrisa y lo ayudó con la botella de vino que traía bajo el brazo.
Fue una cena agradable, quizás lo más cercano a una cita que él había tenido en su vida, aunque comprendía que para ella, estaba muy lejos de serlo.
Se deleitó con el suave y agradable sonido de su risa y de su voz. Y aunque sabía que no podía acercarse más a ella, ni tocarla como tanto deseaba, verla después de haber pensado en ella todo el día, se sentía... bien.
- ¿Él y usted son hermanos...? - Su voz lo trajo de vuelta y recordó que estaban hablando de Inuyasha.
- Sólo por parte de mi padre. - respondió comprendiendo su pregunta. - Mi madre vive en Alemania.
Rin le sonrió, sin querer entrometerse más en el tema, aunque le causaba bastante curiosidad.
- La comida estaba realmente deliciosa, ¿de dónde es?
- Es un restaurante italiano de un conocido... Hermano de Renkotsu.
- Debe ser uno muy bueno. - Le sonrió, pero por la forma en que lo hizo, Sesshomaru comprendió lo que venía. - Ahora... ¿Puede decirme por qué la cena?
- Ya te lo dije, te lo debía por lo de ayer.
Rin sonrió débilmente, mirando su plato... Supuso que simplemente, era su forma de agradecerle.
- Con permiso. - Pidió con voz decaída y se levantó de la mesa, volvió al poco tiempo con su reloj. - Aquí está.
El peliblanco notó rápidamente el cambio en su tono de voz y en su expresión.
- Rin... - La llamó al notar que ella no lo miraba.
- No, no diga nada, por favor. No lo arruine. - él la miró confundido. - Si dice algo, me va a hacer recordar lo complicado y mal que está todo esto, que va a salir por esa puerta y no lo volveré a ver más. Me va a hacer recordar que está comprometido con una de mis mejores amigas y que esta no fue simplemente una linda cena con el hombre que... - Calló sin poder contener las lágrimas que escaparon de sus ojos.
- ¿Con el hombre que qué? - Preguntó caminando hacia ella y sintiendo una opresión en su pecho al verla llorar... Sabiendo que era por su culpa, que la estaba lastimando.
- ¡Nada! - Gritó dolida y secando sus lágrimas se giró para no verlo, o en realidad... en un inútil intento de que él no la viera así, pero fue tarde. - Es hora de que se vaya... Por favor.
Y no sintió el calor de su firme cuerpo en su espalda, ni sus fuertes manos en su cintura, acercándola a él, como él solía hacer. Tampoco escuchó su voz... sólo el sonido de la puerta cerrarse tras ella.
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