Cap. 10: ¿Qué me hiciste?


Rin no podía evitar reír al escuchar la discusión que Haru y Ginkotsu tenían a su lado.

- ¡¿Qué clase de mecánico eres?!

- Uno mejor que tú, definitivamente. ¡¿Acaso estás ciego, idiota?!

- Ya déjalo. - Kohaku llamó la atención de Ginkotsu, quien como siempre, parecía muy decidido en tener la razón - Hay una señorita presente, Rin no tiene porqué escuchar sus peleas tontas.

- Tú no te metas, niño, esta es una conversación de gente grande.

- Kohaku se preocupa mucho por la señorita Rin, ¿no crees? - Le preguntó Haru en un tono divertido, Ginkotsu asintió riendo y Kohaku rodó sus ojos, levemente sonrojado - ¿La estamos molestando, jefa?

- No señor Haru, creo que ya me acostumbré a sus discusiones. - Respondió riendo - Creo que usted y el señor Ginkotsu hacen una buena pareja.

- ¡¿Qué?! - Preguntaron los dos mayores al unísono, los demás rieron - ¡Por supuesto que no!

- Me refiero a que trabajan bien juntos, siempre encuentran buenas soluciones - aclaró sin poder parar de reír, divertida por sus expresiones.

- Si, eso es verdad - Dijo Ginkotsu orgulloso - ¿Ves, Kohaku?

- Si, pero podrían hacerlo sin ser tan irrespetuosos... - murmuró él.

- ¡Pero si dijo que no la molestamos! - Gruñó, mirándolo con el ceño fruncido - Deja de hacerte el lindo.

- ¡Idiota!, no me estoy haciendo el lindo, son modales... Hpm. - Bufó sonrojado, evitando a Rin con su mirada.

- Es mejor no involucrarse - Le susurró Eiji, Rin asintió y Kohaku dejó escapar un suspiro.

- Renkotsu y el señor Taisho llevan mucho tiempo hablando... - Dijo el moreno en un intento por cambiar el tema, mirando hacia los dos que parecían discutir a lo lejos - ¿Creen que haya pasado algo? 

- Probablemente - Dijo Ginkotsu, olvidando la discusión anterior y colándose al chisme -, porque se ven de mal humor y debe haber sido algo lo suficientemente malo para que el señor Taisho bajara hasta aquí para hablarlo.

- Creo que ya tenemos todo lo necesario, Eiji, ¿vamos a la oficina? - Le habló Rin y este asintió, tomando su cuaderno con notas. - Kohaku, ¿podrías alcanzarme el plano del modelo?, por favor.

El moreno asintió, aún levemente sonrojado y algo nervioso de dirigirse a ella, no le gustaba que lo molestaran de esa forma, él y Rin eran solo amigos. Si, la encontraba realmente hermosa, tierna, divertida e inteligente, pero sabía por su hermana que ella estaba con alguien más, así que no tenía sentido... 

Soltó un suspiro y se giró para tomar el plano y en ese momento, con su codo botó accidentalmente una botella de aceite que cayó al suelo haciendo un exagerado ruido, llamando la atención de todos y dejando un completo desastre. 

- Mierda...- Como primer instinto levantó su mirada hacia los dos hombres que discutían a lo lejos, esperando que no se hubiesen dado cuenta, pero para su mala suerte, ambos miraban hacia ellos con cara de pocos amigos. - Estoy despedido. - Susurró.

- No digas eso, Kohaku... - Lo reconfortó Rin al ver su rostro casi pálido y aterrado - Fue sólo un accidente y no pasó nada.

- Estás muerto. - Susurró Ginkotsu - Y despedido.

- ¡No le digan eso!

- Quizás hubieses tenido más suerte si él no hubiese estado aquí abajo. - Señaló con su mirada a Sesshomaru, quien caminaba acercándose a ellos. - Y de mal humor.

- El señor Sesshomaru no lo despedirá por algo así. ¡Fue un accidente!

- Ha despedido a gente por mucho menos, Rin. - Susurró Kohaku nervioso. - Una vez despidió a uno de los trabajadores de la fábrica porque subió a las oficinas con sus zapatos sucios... ¡Estoy jodido!

- Fue un gusto conocerte, chico. - Ginkotsu le dio una palmada en su espalda.

- ¡Hey!, ya dejen de molestarlo, no va a pasar nada, mejor ayuden a limpiar... - Pidió la castaña mientras buscaba un paño. 

Al encontrar uno, levantó su mirada y vio al señor Sesshomaru cerca de ellos, parecía realmente molesto, pero por más molesto que estuviera, no lo despediría por algo así, ¿o si?

No pudo evitar sentirse en parte culpable, ella le había pedido el plano a Kohaku que pudo haber alcanzado perfectamente ella misma y nada hubiese pasado...

- ¿Quién fue? - Preguntó su grave e imponente voz.

- S-señor Taisho... - Kohaku tragó pesado -, lo siento, y-yo...

- No balbucees. Fuiste tú, ¿si o no?

- Fui yo, señor Sesshomaru, fue una torpeza, lo siento mucho, pero me encargaré de dejar todo impecable. - Dijo la castaña con una sonrisa nerviosa, mientras pisaba el pie de Kohaku para mantenerlo callado, al notar que estuvo a punto de protestar ante su intromisión.

El peliblanco la miró con sus ojos entrecerrados. 

- Limpien este desastre, rápido. - Les ordenó con firmeza a los demás y luego se dirigió a Rin. - Y tú, ven conmigo.

- ¡Señor Taisho!, no... - Kohaku lo llamó nervioso, temiendo que la despediría por su estupidez. Tenía que aclarar el asunto...

- Habla. -  Kohaku tragó saliva al escuchar el tono irritado del peliblanco.

- Lo siento, Kohaku - Rin lo interrumpió antes de que dijera algo más y cerciorándose de que Sesshomaru no la viera, le hizo un gesto para que guardara silencio. - Después ayudaré a limpiar...


- ¿Por qué lo cubres? - Le preguntó el peliblanco una vez dentro de su oficina.

- No estoy cubriendo a nadie, fue sólo un accidente, me acerqué a alcanzar el plano y pasé a botar el aceite, lo siento mucho, pero no pasó nada... Y puedo ir a limpiarlo ahora mismo.

- Déjalo, no te llamé por eso...

- ¿No?

- Dime qué opinas de esto. - Le alcanzó una carpeta y caminó hasta un fino mueble de donde sacó una botella de whisky - ¿Quieres?

- ¿Qué? N-no, no gracias, no creo que sea apropiado beber en el trabajo...

Él sonrió sarcásticamente de lado y negó, casi burlándose de aquel comentario y sin decir más, sacó un solo vaso del mismo mueble, se sentó en el sillón de forma relajada y soltó el nudo de su corbata; aparentando cansancio.

Rin por su parte, de pie a unos pasos de él, intentaba concentrarse en los documentos que le había entregado en aquella carpeta, sin poder contenerse de dirigir "disimuladamente" su mirada hacia él de vez en cuando... 

Si, parecía una descarada espiándolo por sobre esa carpeta, pero no lo podía evitar, estaba completamente segura de que él era el hombre más sensual que había visto alguna vez en su vida, no lo podía negar, sólo intentaba que sus pensamientos no fueran tan evidentes, pero lo supo desde el primer momento en que lo vio; tan varonil, tan perfecto, todo de él destilaba poder y elegancia, realmente, a sus ojos, él era simplemente un ser único.

- ¿Entonces quiere comprarlos? - Le preguntó, nerviosa por la situación, intentando sacar de su cabeza todos los pensamientos que comenzaban a apoderarse de ella. Él asintió. - Creo que es una buena oportunidad, los números se ven bien y estos últimos años sacaron modelos realmente impresionantes y de buena calidad, se hicieron de renombre en el mercado... creo que... sería una buena adición a su conglomerado.

Él dejó caer su cabeza hacia atrás en el sillón, con sus ojos cerrados y masajeó el puentecillo de su nariz.

- Rin, ¿quieres el trabajo de Renkotsu?

- ¡¿Qué?! ¿Está bromeando? - él guardó silencio. - Parece que no... - susurró, sin saber qué pensar - Gracias por su oferta señor Sesshomaru, pero... tengo que rechazarla.

- ¿Por qué? Te pagaré más que la consultora, si es eso lo que te preocupa.

- No, no se trata de eso... Tengo un compromiso con ellos, me gusta trabajar ahí y además, creo que no sería correcto... No podría quitarle el trabajo al señor Renkotsu y tampoco creo que su papá estaría muy feliz de tenerme trabajando aquí.

- No permitiré que te moleste.

Rin lo miró levemente sorprendida por sus palabras, no podía negar que le gustaba cuando él se portaba así con ella.

- Realmente se lo agradezco señor Sesshomaru, pero no creo que sea buena idea.

- ¿Cuál es el gusto que tienes por negarte a todas las propuestas que te hago?

La castaña sintió sus mejillas sonrojarse terriblemente al escucharlo.

- Es porque... son propuestas muy apresuradas.

Él sonrió de lado nuevamente y ella lo evadió con la mirada, se sentía nerviosa y que él clavara sus ojos dorados en ella de esa forma, con esa sonrisa oscura que lo hacía ver tan malditamente atractivo no ayudaba en absolutamente nada.

- Ya veo, así que prefieres tomarte tu tiempo... - Susurró con su voz tan grave, varonil y sensual, provocándole incesantes cosquilleos en su cuerpo y una tos nerviosa. Él no dejó de sonreír, complacido al verla en ese estado y Rin prefirió fingir que no entendió a qué se refería con aquel comentario, simplemente decidió ignorarlo y cambiar el tema.

- Entonces... ¿Tuvo problemas con el señor Renkotsu? 

- Renkotsu es demasiado ambicioso para su propio bien.

- Oh, ya veo...

- Eso era todo, Takahashi, ya puedes volver a tus cosas...

- Gracias... - Dejó la carpeta sobre su escritorio y comenzó a caminar hacia la puerta cuando su voz la detuvo.

Y Rin, dile al mocoso que si no está todo limpio para cuando baje nuevamente, estará despedido.

- ¿Qué? - Preguntó casi sorprendida y él simplemente la ignoró. 

Rin dejó escapar un suspiro al comprender que no diría nada más y finalmente salió de la oficina. 

Esa conversación la había hecho sentir extraña en todas las formas posibles. Podría jurar que Sesshomaru disfrutaba ponerla nerviosa y que lo hacía cruelmente a propósito. Pero dejando eso de lado, también pudo notar algo más; él se sentía en confianza con ella para conversar sobre algunos temas. Sabía que él era una persona muy reservada y no hablaba de esa forma con cualquiera, pero lo había hecho con ella, y eso, por alguna razón le gustaba mucho.

Aunque ofrecerle el trabajo de Renkotsu había sido una verdadera locura... Menos mal dijo que no, si ya a se le hacía difícil trabajar con él aún sabiendo que todo terminaría en un par de semanas, ni siquiera se imaginaría al tener que hacerlo de forma indefinida...

No sabía realmente qué habría pasado, ni por qué parecía tan cansado, pero luego de esa peculiar conversación no volvió a ver al peliblanco hasta un par de días después. Sólo Inuyasha apareció por la fábrica, supervisando que todo estuviera en orden. 


Esa tarde, después de dos días de incesantes reuniones, soportar a su padre y a Naraku, Sesshomaru volvía a su trabajo bastante fastidiado. Vio a los hombres que acompañaban a Rin irse del lugar, justo cuando él venía llegando, así que supuso que la castaña tampoco estaría, de todas formas ya era bastante tarde... Pero grata fue su sorpresa cuando escuchó su suave y melodiosa risa invadir el lugar.

Aunque jamás lo admitiría, después de pasar dos días enteros sin verla o escucharla, algo dentro de él esperaba encontrarla ahí. Inconscientemente, sus piernas lo llevaron hasta el lugar de donde su risa provenía y rápidamente esa sensación de tranquilidad que le provocó el escucharla, se desvaneció al escuchar la voz del mocoso junto a ella... No le gustaba en lo absoluto saberlo cerca de Rin y menos escucharla reír de esa forma con él.

Entró a la oficina sin anunciarse y mayor fue su sorpresa con lo que se encontró. Rin estaba revisando el aire acondicionado de la oficina, usando un overol de mecánico que le quedaba evidentemente grande, con su cabello amarrado en un moño desordenado y encaramada en una escalera que el mocoso afirmaba para ella, mientras Ginkotsu le sostenía algunos materiales y se los alcanzaba.

- ¡Por favor, Kohaku, no muevas la escalera, no me quiero caer! - Le pedía entre risas, mientras desarmaba el aparato. - Mejor que Ginkotsu la afirme y tú me pasas las cosas, él se ve más fuerte que tú.

- ¡Oye! Qué mala...

- Pero si soy más fuerte, niño, no es ninguna mentira.

- ¿Se puede saber qué está pasando aquí? - Preguntó irónicamente, llamando la atención de los tres que se giraron a mirar enseguida.

- ¡Hola señor Sesshomaru! - Lo saludó Rin alegre, Kohaku y Ginkotsu lo miraron asustados. - Lo siento, ¿estábamos haciendo mucho ruido? 

Él ignoró aquella pregunta y le hizo un gesto a los dos hombres para que salieran de la oficina. 

- ¿Y bien? - Insistió una vez quedaron solos, recargándose en la pared con un hombro, ligeramente divertido con lo que veía. 

- Es que... el aire acondicionado de la oficina no funcionaba. Le pedí ayuda a Ginkotsu y me dijo que ya ha ocurrido un par de veces, aunque ya han venido a arreglarlo antes, así que aproveché de ver qué tenía.

- No te estoy pagando para eso, debiste dejar que Ginkotsu lo revisara o dile a Saori que llame al técnico del proveedor encargado de esto.

- Oh, no se preocupe por eso, ya terminé mi día, me había quedado a revisar el papeleo, pero ya dejé todo listo, no tenía nada más que hacer por hoy... Además, el técnico no hubiese venido en seguida y no es ni un problema para mi revisarlo, es sólo... un pequeño favor desinteresado. - Le dijo con una risita, recordando las palabras que él le dijo a ella cuando se conocieron.

"No hago favores desinteresados, por más 'pequeños' que sean"

Y él arqueó una ceja, sorprendido por atrevimiento. No pudo evitar que una leve curvatura se formara en su cara, casi como una sonrisa.

- Pensé que arreglabas autos, Takahashi, no aires acondicionados.

- Hice mi especialidad en el área automotriz, pero mi ingeniería era bastante general, de hecho, en la universidad hice mi tesis sobre el diseño y la construcción de un sistema de aire acondicionado con energía solar, así que tuve que abrir muuuuchos de estos, aún recuerdo que pasé noches enteras... - Él la miraba embelesado expresarse con carita de emoción, enmarcada por esos cabellos rebeldes y desordenados que caían preciosamente al rededor de su rostro, cuando de pronto ella calló. No pudo evitar mirarla con el ceño levemente fruncido y con cuestionamiento - Lo siento, a veces hablo demasiado, no quiero aburrirlo.

Era la segunda vez que Rin le decía algo así; la primera vez fue en el cumpleaños de Sara, cuando la volvió a ver después de tanto tiempo y ahora, de nuevo... ¿Por qué pensaría algo así? Niña tonta, si sólo supiera que escucharla a ella era la parte más agradable de su día.

- No me aburres, Rin. - Dijo con su habitual seriedad y ella no pudo evitar sonreír tímidamente, con sus mejillas ligeramente sonrojadas, pero no dijo más y él dejó escapar un resoplido al notarlo. No era como que las relaciones interpersonales se le dieran muy bien, no sabía realmente qué decirle para que no se sintiera de esa forma, las conversaciones de ese tipo realmente no eran su fuerte, aunque por alguna razón, con ella todo eso era bastante más fácil. - Tenía entendido que los ingenieros como tú se lo pasaban frente al computador todo el día, revisando números, no arreglando este tipo de cosas.

- Si, generalmente es así... Pero no siempre, para mí esta es la parte más entretenida del trabajo, a veces estar todo el día frente al computador aburre, ¿no cree? Además, creo que estoy acostumbrada, desde pequeña me gustaba desarmar cosas, mi papá es mecánico y pasaba mucho tiempo molestando en su taller. - soltó una risita traviesa que la hacía ver simplemente adorable - Supongo que para usted debe ser parecido, debe encargarse de los negocios, reuniones, inversionistas y demás, pero igual de vez en cuando baja a la fábrica a ver los autos, porque es lo que le gusta...

- Puede ser. - Rin sonrió - Entonces tu padre también es mecánico...

- ¡Si!, también le fascinan los autos y es un muy buen mecánico... De hecho trabajó varios años haciendo mantenimiento a equipos industriales en una gran empresa aquí en Tokio.

- Pensé que vivía lejos de aquí.

- Si, es que... bueno, fue sólo por un tiempo... ocurrieron algunas cosas y decidió volver al pueblo...

- Comprendo. - Respondió levemente intrigado ante su cambio de ánimo al responder esa pregunta, pero decidió no preguntar más. Caminó acercándose a ella y le tendió una mano - Rin, baja de ahí, puedes caerte. Mañana traeré a alguien más que lo termine, puedes ocupar otra oficina mientras tanto.

- Ya está listo señor Sesshomaru, bueno... eso espero. Sólo tengo que cerrarlo, podría... alcanzarme eso de ahí. - Le pidió con timidez, señalando una de las herramientas sobre la mesa y él accedió.

Terminó su tarea y comenzó a bajar la escalera cuando sintió sus firmes y fuertes manos sostenerla delicadamente de la cintura y bajarla con suavidad hasta el piso.

- ¡Ay! - No pudo evitar soltar una risita, entre azorada por el contacto y divertida por ser cargada con tanta facilidad como si se tratase de una pluma. - Gracias...

Buscó el control del aire y lo encendió, luego se acercó para sentir la temperatura y saltó con emoción al notar que estaba cálido y no frío como hace un rato.

- ¡¡Tará!! - Cantó emocionada como si se tratara de una obra de arte y se acercó a él, tomándolo de la muñeca y guiándolo al lugar. - Mire, ¿ve?, ahora sí, sale calentito.

Y él nuevamente no pudo contener la leve sonrisa que escapó de su rostro; como un idiota, sintiéndose encantado, sin poder tampoco despegar sus ojos de ella y menos cuando la vio estirar su brazos por su espalda, en un inútil intento por bajar el cierre del overol... Así que aprovechándose de la situación y cayendo nuevamente ante esa necesidad de sentirla cerca, se puso detrás de ella, sin esperar a que ella pidiera su ayuda y bajó el cierre de la ropa.

- Gracias... no alcanzaba... - susurró Rin; titubeante, aún de espaldas a él, nerviosa por la cercanía y más aún porque él parecía no querer separarse de ella.

El peliblanco llevó sus manos a sus hombros y las bajó con suavidad por sus brazos, arrastrando el overol a su paso, dejándola en su blusita de trabajo que llevaba debajo. Luego posó sus manos en su cintura, delicadamente y siguió arrastrando el atuendo hacia abajo, por sus caderas, por sobre los ajustados pantalones que llevaba, estirando sus dedos más de lo permitido, hasta rozar levemente la curvatura de su trasero, robándole un corto suspiro a Rin que lo hizo perder la razón y sin pensarlo acercó peligrosamente su nariz a su cuello, hasta rozarlo y respirar sobre él, erizando su piel y embriagándose con su aroma, mientras sus manos seguían su trabajo, finalmente dejando caer el overol al piso.

Rin dio un respingo al sentir su nariz sobre la sensible piel de su cuello, mientras una corriente recorría su cuerpo entero, de pies a cabeza y se sentía invadir de una calidez casi vergonzosa. No fue capaz de articular palabra y simplemente caminó sobre el overol, sacándoselo por completo de sus pies y se giró, quedando frente a frente, con su corazón desbocado y su mente completamente nublada.

- Señor Sesshomaru... - Susurró con las últimas fuerzas que le quedaban, con el último atisbo de cordura. - Tengo que...

- No. - Ya sabía lo que seguía en esa frase y no iba a permitir que se fuera, no de nuevo. Así que tomó su cintura con más firmeza que antes y la apegó a él. - No puedes irte, Rin.

- ¿P-por qué no?

- Porque esta vez no voy a dejarte. 

La castaña tragó grueso con sus piernas temblorosas, sintiendo que caería en cualquier momento de no ser porque él la tenía completamente agarrada contra él, mientras toda ella se amoldaba casi de forma perfecta a su cuerpo firme y duro... ¡Y qué bien que se sentía ser agarrada de esa forma por él!

Y Sesshomaru, sin torturarse ni un segundo más, lo hizo. Sucumbió ante todos sus deseos y necesidades y finalmente la besó. Y si, había dicho que la dejaría en paz y se alejaría de ella, porque era lo mejor, pero... él no era ni un jodido caballero, era un maldito egoísta y como tal; haría lo que se le diera la gana, como siempre, haría lo que quería...

Y la quería a ella, desde hace mucho, mucho tiempo. 

Así que atrapó sus labios casi con desesperación, porque el recuerdo de su sabor dulce y tierno ya no era suficiente, ya no podía seguir resistiéndose. Mordisqueó y succionó su labio inferior, tirando levemente de él y una exquisita sensación recorrió todo su cuerpo cuando ella correspondió... La castaña entreabrió su boca levemente, dándole paso a su lengua provocadora que no tardó en llegar a juguetear con la suya, a saborearla, mientras ella con toda su ternura subía sus manos por su cuello en suaves y estimulantes caricias, hasta tomar su rostro con delicadeza.

- ¿Qué me hiciste, Rin? - Susurró en un ronco jadeo, intentando recobrar el aliento perdido.




***


[😱😱😱¿Qué les pareció el capítulo de hoy?, espero que les haya gustado... ¡¿Qué pasará ahora?!, chan chan chan...

Muchas gracias por leer, votar y comentar, son lo máximo, un abrazo gigante para ustedes ❤]


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