Cap. 1: Ilusión
Las miradas del lugar se desviaban inevitablemente hacia el despampanante grupo de amigas, que conversaban y reían animosamente entre música y tragos, después de lucirse en la pista de baile. Aunque precisamente en este momento, después de la confesión de una de ellas, estaban demasiado enfrascadas en su conversación como para poder notar a alguien más a su alrededor.
- ¡Por dios, Kagome!, no me la creo... - Dijo Sara con sus ojos azules muy abiertos por la sorpresa. - ¡¿Inuyasha?! ¿Cómo no habías dicho nada?
- ¡Shhhh! - Retó la aludida con un evidente sonrojo en sus mejillas, haciendo señas de silencio con sus manos nerviosas. - ¡No lo grites a los cuatro vientos, por favor!, cualquiera te podría escuchar... No quiero que se esparza algún rumor, por eso no había dicho nada antes.
- Te estás metiendo en un lío, Kagome... - Habló Sango con un leve tono de preocupación en su voz.
- No estamos juntos ni nada por el estilo, sólo... somos amigos. - Dijo sonrojada. - Y no sé, es raro, pero tiene algo... "encantador."
La menor del grupo las miraba a todas en silencio y con expresión confundida. La verdad es que no tenía la menor idea de quién era ese tal "Inuyasha" y por qué les causaba tanta impresión que Kagome hablara con él... Pero decidió guardarse sus inquietudes para sí misma y dedicarse a observar divertida los gestos exagerados que ponían sus amigas. Nunca conocía a quienes nombraban y ya estaba acostumbrada a que fuera así, ella no solía relacionarse con su mismo círculo de gente. En realidad, ella y sus tres amigas llevaban una vida bastante distinta, especialmente antes de conocerse...
En fin, ahora que hacía memoria, hace algunos días que veía a Kagome más... "radiante" que lo habitual y seguramente tenía algo que ver con este nuevo chico. Así que, si estaba feliz, independiente de quien fuera él... Bien por ella.
- A todo esto, supe por ahí que esta noche hay una fiesta en su mansión... - "Espera... ¿Mansión?" pensó Rin algo descolocada al escuchar lo último, saliendo de sus pensamientos. Sara siguió hablando. - Creo que está celebrando su cumpleaños, ¿no te dijo nada?
- Si, me invitó. Le dije que no podía, bueno porque... esta noche saldría con ustedes... - Respondió Kagome algo nerviosa. - Aunque me dijo que las invitara a ustedes también, si querían... si les parece, no lo sé... quizás podríamos ir.
- ¡¿Estamos invitadas a una fiesta en la mansión de Inuyasha?! - Chilló Sara emocionada. - ¡¡Debiste decirlo antes!!
Rin arqueó una ceja divertida, era extraño verla tan exaltada, Sara era la más experta de todas en guardar la compostura, si hasta parecía una princesa la mayor parte del tiempo... Francamente, todo lo contrario a ella, que más parecía un niño travieso e inquieto que una señorita que acababa de graduarse de la universidad... Ahg, ni siquiera le gustaba la palabra señorita.
Pero aún así, se llevaban muy bien, Sara era amiga de Kagome y ella las había presentado. Aunque al principio no tenían mucho en común, resultó ser una chica muy agradable y terminaron por convertirse en buenas amigas. Además, cada vez que salían las cuatro juntas lo pasaban realmente bien... Siempre terminaban con alguna buena historia que contar... Y al parecer, hoy no sería la excepción.
- He escuchado que esas fiestas son toda una locura, Kagome, no lo sé. - Habló Sango, que generalmente solía ser la que aportaba el sentido común al grupo.
- Yo voy feliz... Seguramente habrá gente más interesante que aquí. - Dijo la de los ojos azules. - Me estoy comenzando a cansar de las miradas exageradas y realmente no veo nada que valga la pena... ¡Además, allá probablemente esté el hermano de Inuyasha! - Chillo emocionada nuevamente. - Quizás esta podría ser mi noche finalmente, por dios, ese hombre me gusta desde que tengo memoria, pero nunca he podido acercarme más a él...
- ¿De verdad? ¿Por qué no?- Preguntó Rin sorprendida, le costaba creer que hubiera un hombre que no cayera rendido a sus pies, Sara era realmente hermosa; alta, distinguida, con clase, segura de sí misma y tenía unos hermosos ojos entre azules y grisáceos que le daban un toque misterioso y sensual. Seguramente podría tener al hombre que quisiera babeando a sus pies. Más que seguramente... Los tenía.
- No lo sé, supongo que no se ha dado la oportunidad... Regresó hace poco del extranjero y siempre está rodeado de modelos o qué sé yo.
- Tú eres igual o más linda que cualquier modelo - soltó Rin - e interesante además, que en realidad es lo más importante. Es un tonto si no se da cuenta de eso. - Sara le sonrió.
- Yo no sé qué le encuentran, a mi me da un poco de miedo... - Siseó Sango. - Las pocas veces que lo he visto, te juro que se siente un escalofrío.
- Si, es verdad... Pero no puedes negar que parece un dios, siempre ha sido mi amor platónico - Dijo Sara con brillo en sus ojos azules de pura emoción. - y mi oportunidad podría ser hoy, así que vamos, ¿si?
- Bueno, realmente depende de Rin. - Dijo Kagome llamando su atención.
- ¿De mi? - Preguntó la castaña algo distraída.
- Claro... Es tu despedida, amiga. Quiero que esta noche la pasemos bien las cuatro juntas, como siempre... Así que, si tú no estás de acuerdo, podemos quedarnos aquí o ir a cualquier otro lugar, pero decides tú...
Rin dejó escapar un corto suspiro. Es verdad, se estaba divirtiendo y lo había olvidado por completo... Era su despedida. Había recibido una beca por la que había trabajado muy duro para irse a Estados Unidos a especializarse en su carrera y si todo salía bien, quizás se quedaría trabajando allá por un tiempo indefinido, era su sueño cumplido. Aún así, cada vez que lo recordaba, no podía evitar sentirse en conflicto... Pasaría mucho tiempo sin verlas a ellas y a su papá.
- De todas formas, es sólo una fiesta... - Dijo Kagome.
- Una muuuuy buena fiesta - agregó Sara. Rin y Kagome rieron, Sango mantenía su mirada algo seria. - A la que no te invitan cualquier fin de semana...
- Si, una buena fiesta, pero me refiero a que... No es como que esta sea mi única oportunidad para ver a Inuyasha o salir de fiesta, pero a ti no te veré quizás en cuánto tiempo más... - Le dijo Kagome a la castaña intentando ocultar su voz temblorosa al recordar la idea de que su dulce y arrebatada amiga Rin se iría de su lado sin pasaje de regreso. - Así que es tu decisión.
- Por mi lo que ustedes quieran está bien, además, no es como que esta haya sido mi única despedida - dijo entre risas intentando pasar por alto el tono y la expresión de Kagome. -, hemos salido juntas toda esta semana y también nos veremos mañana antes de irme, ¿verdad? - Todas asintieron. - Sara, tú pagaste para que entraramos al VIP... - Recordó la castaña. - ¿No te importa que nos vayamos de aquí?
- Rin, esa fiesta será mucho mejor que estar en el VIP de cualquier disco, no te preocupes por eso.
- Yo aún no sé... a mi esa gente me parece algo extraña. - Insistió Sango.
- ¿Extraña? - Preguntó Rin con curiosidad.
- Inuyasha no es como dicen que es, Sango. - Afirmó Kagome y Rin la miró con intriga, "¿Cómo dicen que es?" - Es un buen chico, de verdad, creo que te agradaría... Lo pasaremos bien.
- No es Inuyasha quien me preocupa, si no el resto de gente que irá... Pero está bien. - Soltó Sango en un suspiro, ya había bebido bastante y a estas alturas no era alguien muy difícil de convencer. - Tengo que admitir que he escuchado tantas historias de esas fiestas en la mansión Taisho, que tengo curiosidad de ir a alguna.
- Espera... ¿Dijiste Taisho? - Preguntó Rin, Sango asintió. - Kagome, tu Inuyasha es... Taisho como... ¿Los autos Taisho? ¿Tiene alguna relación?
- No es "mi" Inuyasha, Rin. - Dijo riendo bastante sonrojada. - Pero si, la fábrica de autos es uno de los negocios que maneja su familia.
- ¡¿Por qué no dijiste eso antes?! ¡sabes que amo los autos! - Gritó sin poder contener su sorpresa y emoción. - además, he leído que el dueño tiene la colección más impresionante del país de autos de todas las marcas de lujo... Sueño con verlos.
- ¿Entonces eso es un sí?
- Pero yo no lo conozco... ¿No hay problema con eso? ¿No crees que sea extraño que llegue de la nada a su fiesta sin conocerlo? - Kagome negó sonriendo, le causaba ternura esa inocencia tan característica de Rin.
Rin no era de salir mucho, menos de llegar a fiestas sin conocer al dueño de casa y probablemente, a ninguno de los invitados, pero por hoy, quizás podría hacer una excepción... Podía ver que Kagome realmente tenía ganas de ir y Sara al parecer también... Además, si esas fiestas eran tan buenas como decían... ¿Qué tendría de malo? ¡Era su despedida! La última despedida...
- Si, vamos, la verdad es que me da igual donde estemos, lo pasaré bien de todas formas. - Dijo la castaña finalmente con una sonrisa.
Kagome y Sara dejaron escapar un grito de emoción.
- Llamaré a uno de los choferes de papá para que nos lleve. - Dijo Sara.
- Pero no es necesario que lo molestes a esta hora, es tarde, podemos irnos en taxi.
- Rin, no podemos llegar a la mansión Taisho en un taxi cualquiera... - Dijo como si fuera lo más obvio del mundo, mientras Rin mantenía su mirada de no entender por qué. - Además, para eso están, no te preocupes por eso, siempre te lo digo.
La castaña simplemente asintió algo apenada, Sara venía de una familia muy adinerada, al igual que Kagome y Sango, aún así, nunca sintió que ellas la miraran en menos por su posición social, todo lo contrario. Aunque debía admitir que en ocasiones le costaba acostumbrarse a todos los lujos y comodidades que sus amigas compartían con ella.
Salieron en auto y desde antes de llegar se podía escuchar el retumbar de la música fuerte, que al parecer venía desde el patio trasero de esa gran mansión. Kagome llamó a Inuyasha, quien las fue a encontrar rápidamente. Lo saludaron amable y efusivamente por su cumpleaños, aunque hasta ese momento no se conocieran, los tragos que alcanzaron a beber en la disco habían hecho lo suyo y al parecer ya estaban bastante desinhibidas.
Inuyasha las guio hasta el patio donde se encontraban los demás invitados mientras bromeaba con Kagome ante las miradas atentas y poco disimuladas de sus amigas y de la gente que los veía llegar junto a él. Ahí él les presentó a algunos de sus amigos y les ofreció algo de beber, mientras Rin recorría distraída el lugar con la mirada.
El patio era precioso y la mansión desde afuera se veía realmente grande e imponente, Sara la había invitado a la suya un par de veces y era hermosa, pero a decir verdad no era ni la mitad de esta... Había alcohol a destajo y el lugar estaba atestado de gente que parecía ser la crème de la crème y que la hacía sentir algo fuera de lugar, y no es que fuera mal vestida, llevaba un lindo vestido plateado de acorde a la ocasión y zapatos altos que la hacían ver más estilizada, pero a ratos se sentía observada como si ellos pudieran adivinar que ella no pertenecía a esa alta sociedad. Al principio pensó que era sólo idea suya, pero esa gente nacía con un extraordinario don para reconocer ese tipo de cosas y esas miradas la hacían sentir como una intrusa en un lugar al que no pertenecía.
Aunque por supuesto no podía decir lo mismo de todos, los amigos de Inuyasha le parecieron de lo más simpáticos y agradables.
De pronto, sintió como Kagome tironeaba su brazo, distrayéndola de sus pensamientos y arrastrándola a la pista de baile junto con las demás. Se deshizo rápidamente de esas ideas y se decidió a tener una buena y divertida noche con sus amigas.
- ¿Y "tu" Inuyasha? - Le preguntó Rin riendo disimuladamente a Kagome al ver que él no iba con ella a bailar.
- Se quedó con sus amigos, nos veremos en un rato... - Dijo con un leve sonrojo. - Y ya te dije que no es "mi" Inuyasha, tonta. Ahora vamos a bailar.
Rin asintió aún riendo.
- Es guapo. - Le guiñó un ojo. - Y se ve que se llevan bien, te ríes mucho con él. - La pelinegra negó con la cabeza sin poder borrar la sonrisa boba de su cara, que no pasaba desapercibida para Rin, se alegraba por ella.
Y entre bailes y risas, la castaña aún no podía sacarse esa sensación de sentirse observada. Aunque extrañamente, ahora no era la misma sensación que sintió al llegar, ahora era algo... muy diferente.
Completamente diferente.
Disimuladamente cambió de lugares con Kagome, para poder buscar al dueño de esa intensa mirada que estaba comenzando a causarle leves escalofríos en su espalda desnuda por el escote del vestido, hasta que finalmente dio con él y sintió por un momento que se le desencajaba la mandíbula.
Nunca se había sentido tan tonta y ridícula al mirar a alguien, pero esa penetrante mirada dorada la dejó sin voz y con las piernas temblorosas. Definitivamente, ese era el hombre más guapo que había visto en toda su vida... ¡Joder, ni en películas! Quizás era modelo, o actor de cine... o un ángel probablemente. Y aunque sonara estúpido, de todas esas opciones, la última fue la que más sentido le hizo a Rin... De otra forma, no le encontraba explicación a tanta belleza junta en una sola persona... ¡Es que simplemente no era justo!
Y seguramente sólo habían pasado un par de segundos, pero la castaña sintió que llevaba horas mirándolo fijamente y empezó a sentir como un fuerte e inevitable sonrojo subía rápidamente por sus mejillas. "¡Reaccióna, Rin!" se gritó a sí misma internamente y quiso obligarse a mirar hacia otro lado, pero al ver que él tampoco había despegado esos ojos dorados de ella, no quiso ser la primera en caer; le daría batalla, así que hizo lo único que su cuerpo le permitió hacer en ese momento y le sonrió.
Y para su fortuna, o desgracia en realidad, justo ahí él terminó su juego de miradas y sin corresponder a su tierna sonrisa, volvió su vista al frente y siguió su camino seriamente, sobresaliendo del alboroto de la gente con ese porte altísimo y con un caminar tan elegante, etéreo e imponente como no había visto antes en una persona.
Definitivamente tenía que ser un ángel.
Dejó escapar en un suspiro el aire que no sabía que había estado reteniendo en sus pulmones, sintiéndose algo tonta. Probablemente él estaba mirando a alguien más y ella ahí sonriéndole como estúpida... Y al pensar en eso, ese maldito sonrojo en sus mejillas no hizo más que aumentar.
- ¿Qué te pasa? - Le preguntó Kagome al verla suspirando tan distraída, bajándola de la nube de pensamientos en que se encontraba.
- N-nada, nada. - Respondió intentando recomponerse, Kagome la miró algo incrédula pero lo dejó pasar, pensando en que quizás sus suspiros se debían a que su amiga pensaba en su pronta partida.
- ¿Me quieres acompañar al baño?
Rin asintió dando gracias a que sus mejillas sonrojadas pasaran desapercibidas con el calor del baile, no quería ahondar más en su bochornoso incidente que sería mejor olvidar.
Quizás, por el bien de su salud mental y emocional para el resto de esa noche podría hasta convencerse de que lo recién sucedido había sido una ilusión... Aunque si sólo no fuera por el muy real rastro de baba que dejaron las mujeres a su paso, sería bastante más fácil convencerse de aquello.
Una extraña ilusión.
***
[¡Hola otra vez! Gracias por leer el primer capítulo de esta nueva historia, espero que les haya gustado y estoy ansiosa por leer sus comentarios, aunque pasó poco tiempo los extrañé ❤ un abrazo grande y espero que este nuevo fanfic sea de su agrado.]
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