•1•
El sol filtraba su luz cálida a través de las cortinas del hospital, bañando la habitación con un resplandor dorado. Jun-hee parpadeó lentamente, acostumbrándose a la claridad después de días sumida en una mezcla de dolor, medicamentos y cansancio extremo. A su lado, Dae-ho le sostenía la mano con firmeza, como si temiera que si la soltaba, ella pudiera desaparecer. Desde que despertó, no había dejado de mirarla con ese brillo extraño en sus ojos, una mezcla de alivio y miedo, como si aún no pudiera creer que estaba viva.
Pero la calma matutina se vio interrumpida cuando la puerta de la habitación se abrió con un chasquido preciso. No era una enfermera, ni un médico. Un hombre alto, de traje oscuro perfectamente ajustado, con el porte de alguien que sabía que tenía poder, entró con una sonrisa educada. Su apariencia impecable y su presencia llamativa no dejaron dudas de que no estaba ahí por un asunto médico.
-Señora...señor -su voz era profunda, controlada-. He sido enviado para informarles oficialmente que son merecedores de una gran suma de dinero enviada por su gran amigo Gi-hun y su esposo Hwang In-ho.
Jun-hee sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. No por el dinero en sí, sino por quién había enviado a este hombre. Su mirada fue directa hacia Dae-ho, quien apretó la mandíbula con una mezcla de desconfianza y resignación. Solo una persona podía estar detrás de esto.
-¿Quién de los dos te envió? -preguntó Dae-ho con voz grave.
-El señor Hwang In-ho desea asegurarse de que sean informados apropiadamente sobre su nueva fortuna -respondió el hombre con calma-. Todos los fondos han sido transferidos a sus cuentas personales.
La idea de ser millonarios era tan absurda que por un momento ambos quedaron en silencio. Jun-hee bajó la mirada a sus manos, sintiendo una punzada de culpa. Tenían todo este dinero... y aun así, su bebé no estaba con ellos. Thanos y MyungGi tampoco estaban allí para compartirlo. ¿De qué servía tener tanto si tuvieron que perder cosas más importantes?
Dae-ho, sin embargo, estaba atrapado en otro dilema. Sabía que eventualmente tendrían que enfrentar a sus familias. Pero a diferencia de Jun-hee, él tenía a sus hermanas. Cuatro mujeres que lo criaron cuando sus padres lo echaron de casa. Cuatro personas que tal vez aún lo recordaban con cariño... o tal vez ya lo habían dejado atrás. A fin de cuentas el solo fue una carga para ellas este último año.
El hombre de traje sonrió levemente, como si hubiera esperado esa reacción.
-El señor Hwang simplemente desea asegurarse de que tengan una vida cómoda. Después de todo... ambos fueron "especiales" en estos juegos. Añadiendo que su esposo es gran amigo de los dos.
Jun-hee sintió náuseas al escuchar eso. Especial. No había nada especial en haber sobrevivido a costa de tantas muertes.
Cuando el hombre se fue, el silencio en la habitación se volvió pesado.
-¿Qué vamos a hacer con todo esto? -murmuró Jun-hee, con la mirada perdida.
Dae-ho suspiró, pasando una mano por su cabello oscuro.
-Lo primero es asegurarnos de que reciban un funeral digno. MyungGi, Thanos... y nuestro cachorro.
Jun-hee cerró los ojos con fuerza. La mención de su hijo le dolía como una herida abierta. No tenían su cuerpo. Nunca lo tuvieron. Pero necesitaban algo. Algo que demostrara que su existencia importó, aunque fuera efímera.
-Quiero que tenga un nombre -susurró.
Dae-ho la miró, sorprendido.
-¿Un nombre?
Ella asintió, con lágrimas amenazando con escapar.
-No quiero que sea solo "el bebé que nunca nació". Quiero que tenga una identidad, aunque sea solo para nosotros.
Dae-ho tomó su mano con fuerza, asintiendo.
-Lo haremos.
Planeaban un funeral. Tres tumbas simbólicas para tres vidas que se extinguieron demasiado pronto. No sería justo, ni suficiente... pero era lo único que podían hacer.
•°•
Los días siguientes estuvieron llenos de trámites, conversaciones difíciles y silencios pesados.
Gi-hun e In-ho, ahora oficialmente juntos, ofrecieron su ayuda con los arreglos del funeral. In-ho, con su infinita influencia y dinero, se encargó de cada detalle sin que ellos tuvieran que mover un solo dedo. No lo hacían por ellos. Lo hacían por Gi-hun, quien todavía sentía la culpa clavada en el pecho como un cuchillo.
Pero mientras planeaban la despedida de sus amigos, otro dilema crecía en la mente de Jun-hee.
El pasado de Dae-ho.
Él no hablaba mucho de ello, pero en las noches, cuando creía que ella dormía, tenía pesadillas. Se agitaba, murmuraba palabras entrecortadas, su respiración se volvía errática. No era difícil adivinar que su tiempo en la marina lo había marcado profundamente. Añadiendo los juegos.
Una noche, mientras estaban acostados en la misma cama del hospital, Jun-hee se atrevió a preguntar:
-Dae-ho... ¿qué te pasó en la marina?
Él se tensó de inmediato. Su espalda, que había estado relajada contra el colchón, se puso rígida.
-¿Por qué preguntas eso?
-Porque quiero conocerte mejor. Sé que hay cosas que no me has dicho. Y si vamos a estar juntos... quiero entenderlas.
Hubo un largo silencio. Dae-ho cerró los ojos y suspiró.
-No es una historia bonita.
-No importa.
Él la miró. En sus ojos oscuros había duda... pero también la necesidad de confiar en alguien.
-Tal vez algún día te lo cuente -dijo al final, con voz ronca.
Jun-hee no insistió. Sabía que algunas heridas tardaban en sanar.
Por ahora, lo importante era que estaban vivos. Que estaban juntos.
Que, a pesar de todo, tenían una oportunidad de encontrar la felicidad.
N/A
Hello soy manzanita, supongo que nos volvemos a ver, gracias por leer los quiero mucho.
Chao.
🦕🌿
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