Los que van en contra del destino.

Los ojos de Katsuki se abrieron de par en par ante la noticia que Toga le acababa de proporcionar, su mente se hallaba hecha un caos por lo que de forma abrupta colgó el teléfono, se sentó en el sofá más cercano y se dispuso a sobar sus sienes.

Aquello era una mentira, ¡tenía que serlo! Él estaba completamente seguro de que Izuku no sería capaz de traicionarlo, no después de todo lo que le dijo el último día en que la vio, ella no era capaz de eso, por lo menos no con él.

Unos suaves toques en la puerta lo sacaron de sus pensamientos, bufo molesto pero no hizo amago alguno de levantarse de su lugar, en cambio se hundió aún más en el enojo que sentía recorrer cada parte de su ser. El molesto ruido del timbre y los insistentes golpes en la puerta lo irritaron rápidamente, por lo que con molestia se levantó de su lugar dispuesto a desquitar su rabia con el pobre tonto que osaba interrumpir aquel difícil momento.

Abrió la puerta con brusquedad y con voz furiosa increpo a la fastidiosa persona que lo molestaba.

—¡Maldita sea! ¿Qué quieres?

La persona frente a él ladeo la cabeza y sonrió levemente.

—Nada en especial, es solo que tus gritos llegaron hasta mi departamento, por lo que me preocupe. Te traje unas galletas que recién hice y...

Como era usual en Katsuki se portó de forma grosera y cerró la puerta en las narices de su entrometida vecina, quien no se rindió y volvió a tocar la puerta insistentemente.

Los puños de Katsuki se cerraron en un intento de obtener calma, volvió a abrir la puerta y con una sonrisa tensa cuestiono a la muchacha.

—¿Enserio no tienes nada mejor que hacer?

—Tengo varias cosas que hacer, pero usted se ve realmente mal, podemos hablar si usted quiere.

—No, no quiero, ahora lárgate.

Más la muchacha no se da por vencida, se abraza a su cintura cual lapa y se adentra al departamento de Bakugo. Inmediatamente este empieza a maldecirla a diestra y siniestra, más la muchacha no parece intimidarse ante las amenazas del mayor. Luego de un rato el hombre se cansa y se sienta en el sofá, la mujer le ofrece una galleta sin separarse de él.

El de ojos rojos la toma desganado, comienza a comerla y suspira sonoramente.

—Eres una molestia, ¿por qué siempre tienes que estar tras de mí?

—Quien sabe, tal vez me gustas y eres mi alma gemela. O tal vez solo quiero ser tu amiga, pero tú eres muy esquivo y no me permites ni siquiera eso.

—Aparte de molesta tienes un pésimo sentido del humor.

—Mi sentido del humor es bueno, lo que pasa es que tú eres un gruñón, si sigues así tu bonita novia te va a dejar.

Aquella afirmación hace bufar de molestia al hombre por lo que la muchacha se da cuenta que la fuente de su enojo y preocupación es la bonita chica que tiene por novia.

—¿Quieres hablar de ello?

—Eres una entrometida Aizawa.

—Solo con mis amigos.

—Nosotros no somos amigos.

—Lo somos, te debo el poder estar aquí en este momento, de no ser por ti quien sabe dónde estaría.

—Con un loco tras de ti acosándote.

—Pero gracias a ti no es así. ¡Quiero ayudarte, déjame hacerlo!

El de rubios cabellos resopla molesto, suelta unas cuantas maldiciones pero en cosa de nada se dispone a contarle toda la horrible historia de cómo llego hasta ese lugar.

Aizawa Rin era una chica sumamente tranquila e inteligente. Desde que tiene uso de razón siempre ha sido alabada y querida por su familia, ni siquiera el abandono de su madre pudo mermar el carácter dulce y amable de la bonita chica. Ella no era alguien que pudiera albergar malos deseos o sentimientos contra alguien, por eso resultaba increíble que aun con eso aceptara ayudar a Katsuki Bakugo a recuperar a su MUJER a cualquier costo.

Las mejillas le ardían de vergüenza al recordar al de ojos rojos diciendo eso, ella tenía en claro que él no estaba dispuesto a rendirse con su amada, cosas que le parecía inmensamente dulce, pero a la vez algo peligroso, pues se suponía que esa chica ya estaba comprometida.

La de negros cabellos se removía incomoda en su asiento, mientras que su acompañante bufo molesto.

—¿Te estas arrepintiendo, cierto?

—¡No! Es decir, solo estoy nerviosa, yo nunca he tenido un novio, ¿cómo se supone que voy a fingir ser la tuya? ¿Y si no me creen?

—Relájate tonta, solo compórtate normal.

—¡Pero que es normal!

—Como una maldita acosadora, eso te sale muy bien —susurra con burla Bakugo.

Las mejillas de la muchacha se tornan rojas, de modo infantil comienza a quejarse de la actitud tan mala del hombre, este no hace más que ignorarla. Cuando llegan al lugar de trabajo de Bakugo y sus amigos las quejas de la chica no han parado, Katsuki rueda los ojos con fastidio, toma por el brazo a la chica y la encamina a la entrada de aquel edificio.

Rin sigue hablando sin parar, por lo que no presta atención a nada más, ambos suben al elevador con un Bakugo a punto de perder la paciencia.

Cuando llegan al piso en donde está la oficina de Katsuki, este la saca de brazo mientras ella sigue parloteando. Cuenta mentalmente para tranquilizarse y no mandar al demonio a aquella mujer, de camino a su oficina la buena suerte lo golpeó pues Izuku, Shoto y Touya se encaminaban a la sala de juntas.

Una mala vibra se sentía en aquel trío, más al de ojos rojos le valía una mierda, soltó a la de negros cabellos del brazo y con arrogancia llamó la atención de esos tres.

—La familia feliz no parece tan feliz, ¿a dónde van inútiles? —cuestiona el chico con sorna.

Shoto se tensa ante la voz de Bakugo, Touya chasquea la lengua molesto, mientras que Izuku siente un escalofrió recorrer su espalda.

La promesa que le hizo a Katsuki ya no tenía cabida en su vida debido a su reciente estado, sabía que debía de hablar con él y decírselo, más nunca creyó que ese momento llegara tan rápido.

Con aplomo la primera en darse vuelta fue la mujer.

—Katsuki, ¿cuándo llegaste a Japón? ¿Por qué no nos hablaste para recibirte como es debido? —cuestiono con cautela.

—No quise molestarlos, sé que todos tienen muchas cosas por las cuales están ocupados, como tú con tu embarazo por ejemplo —recalco con dureza, mientras miraba a la de verdes cabellos —. Por eso no quise ser una carga, además no es como si no conociera este lugar, así que no necesito de esas formalidades.

—Si bueno, nos alegra que estés bien Bakugo, pero como notaras estábamos en medio de algo importante, así que si no te molesta nos tenemos que ir —declara con brusquedad el bicolor.

—Que mal humor el tuyo bastardo, la verdad es que esperaba un recibimiento mejor —contraataca con burla.

—Lo sentimos Katsuki, ahora tenemos algo que hacer, pero luego podremos hablar, podemos ir a comer con todos los chicos, o a tomar algo, o pueden venir a mi casa —sugiere Izuku.

—Eso se escucha bien, ¿oíste eso Rin? Hoy conocerás a mis amigos — dice con falsa emoción, mientras se dirige a la muchacha de negros cabellos.

Ella ladea la cabeza con curiosidad, inmediatamente reconoce a Izuku por lo que sonríe y aplaude emocionada.

—Me parece genial, tengo muchas ganas de conocer a tus amigos Katsuki, quiero que me cuenten las anécdotas más vergonzosas de tu vida y hacer de ellas nuestros temas diarios de conversación —halaga con delicadeza.

El escuchar la voz de una mujer por instinto hace que Touya, quien hasta el momento ignoraba a Katsuki, gire la cabeza para verla, cuando lo hace le da una rápida inspección a la muchacha.

Tiene facciones bonitas, más no es muy cuidadosa con su forma de vestir, pues la ropa que trae puesta es por mucho demasiado grande para ella, rueda los ojos ante tal desperdicio, aunque cuando sus ojos se fijan en los de la chica el mundo se le detiene.

Sin poder evitarlo algo dentro de él duele, pues aquellos grandes y grises ojos le recuerdan a los de su madre, por tal razón se da la vuelta y ante la mirada atónita de su hermano y su futura esposa se marcha.

Izuku quien esta confundida por la presencia de aquella mujer y la repentina aparición de Bakugo, toma aquella acción como una oportunidad para ir tras Touya, con gracia se disculpa y se va tras de él.

La única persona que se queda es Todoroki, quien mira a la chica y a Bakugo de arriba para abajo.

—¿Y ella es?

—Espera a la noche y lo sabrás, suerte en tu reunión S H O T O.

Acto seguido se da la vuelta y se marcha de la mano de la muchacha, la cual solo puede hacer un ademán rápido de despedida para el bicolor.

Por algunos segundos Shoto se queda mirando hacia donde aquellos dos se fueron, una sonrisa curva sus labios al creer que por lo menos se ha quitado del camino a Bakugo, aunque más equivocado no puede estar.

Midoriya se encuentra recostada en la cama de su habitación, acariciando de modo devoto su aún vientre plano, desea con fervor que los meses pasen rápidamente para tener en sus brazos a esa pequeña criatura que augura felicidad en su vida.

Inocentemente cree que todo lo malo de su vida se acabara solo con tener a su hijo en brazos, ella está muy emocionada a cada día que pasa, incluso Touya está poniendo de su parte, pero desde la mañana en que vieron a Katsuki el muchacho de rojos cabellos se puso de mal humor.

Izuku no entiende porque le cayó tan mal la llegada de Bakugo, ni siquiera ha podido preguntárselo, pues solo llegar a la casa el mayor se encerró en otra habitación.

Ella quiere que su nueva vida sea diferente por lo que con sumo cuidado se levanta y se encamina a donde está el hombre, antes de lograr su cometido el timbre suena, resopla molesta ante la interrupción planea no abrir pues tal vez solo sea alguno de sus vecinos, esa idea queda relegada cuando el ruido es más insistente.

Con verdadera curiosidad va hacia la puerta, pues que ella recuerde no esperaban a nadie, cuando lo hace siente que el alma se le escapa del cuerpo, pues frente a ella esta su hermano, su novia, Shoto, Katsuki y la misteriosa chica que iba con él en la mañana.

No sabe que hacen ahí, la duda se refleja en su cara, por lo que el bicolor sonríe de modo falso.

—Dijiste que podíamos venir a tu casa, no quisimos desperdiciar la oportunidad, además queremos darle la bienvenida a Bakugo, quien al parecer tiene una sorpresa para nosotros —musita con calma.

—Ya veo, es solo que no me confirmaron nada, no tengo comida preparada. Tal vez lo mejor será salir a comer —susurra nerviosa, pues los ojos de Bakugo no se despegan de ella.

—¡Oh no se preocupen! Yo traje comida, soba y Katsudon. Katsuki dijo que a la señorita Izuku le gusta mucho el Katsudon —comenta la chica de negros cabellos con una sonrisa.

La de verdes cabellos sonríe de forma forzada y asiente.

—Siendo así, pasen y pónganse cómodos, iré a llamar a Touya.

Sin esperar respuesta la chica se marcha, con rapidez va a la habitación donde se encuentra su futuro esposo, al intentar abrirla nota que está cerrada por dentro, de modo suave le explica que hay gente en la casa, pero él ni siquiera le contesta.

Izuku suspira cansada, acomoda su cabello en un intento de obtener calma, palmea sus mejillas y se da valor para regresar junto a sus "queridos invitados".

El ambiente es tenso en el departamento de Izuku, todos lo pueden sentir, Denki se remueve nervioso de un lado para otro, ríe tensamente ante cada silencio y retuerce insistentemente su abrigo. Kyoka no hace más que desviar la mirada y agarrar del brazo a su novio, Shoto parece complacido con aquella situación, en tanto que Izuku, ella no puede dejar de mirar a la chica que habla sin parar.

La analiza con cuidado, con cautela, intentando encontrar algo malo en ella, pero, ¿por qué?

Después de terminar la cena y tener una plática amena sobre el negocio del que se estaba encargando Katsuki, este les dio una impresionante noticia. Aquella chica con la que iba era nada más y nada menos que su novia, ante la revelación no pudieron hacer más que felicitarlo. Denki avergonzado, pues tenía la certeza de que aquello era a causa de la obligada relación que comenzó su hermana, Kyoka lo felicito de modo honesto, pues en verdad deseaba que fuera feliz, Todoroki realmente sintió un peso menos encima por lo que fue bastante efusivo con sus buenos deseos.

En tanto que Midoriya, bueno ella se encontraba contrariada, pues si bien deseaba no lastimar a Katsuki y dejarlo de un buen modo, nunca se esperó que él haría todo el trabajo y la cambiaria rápidamente por una nueva chica, la cual a leguas se veía bastante agradable, ya que desde su llegada a su hogar se mostró servicial al ayudarle en cualquier mínima cosa. Además de eso la muchacha parecía tener una maravillosa habilidad para hablar, pues trataba de llenar los incomodos silencios con cualquier clase de comentario.

Nada parecía malo en esa chica, eso debería de alegrar a Izuku, más no lo hacía, Bakugo dejo de prestarle atención solo entrar a su hogar, para pasarse toda la noche jugando con el largo cabello de la chica, o rodeando con sus brazos a la mujer y recargar su cabeza en su hombro.

Le molestaba, le molestaba muchísimo esa actitud, le desagradaba lo buena que parecía ser aquella chica, le enfurecía que los ojos de Bakugo no se despegaran de su nueva novia, que la tratara bien, pero sobre todo odiaba profundamente que al parecer él ya la había olvidado completamente.

Esa revelación le cayó como un balde de agua fría, pues esos malos sentimientos solo podía significar una cosa, ella la chica que se creía inmune al amor estaba enamorada de Katsuki Bakugo. La opresión en su pecho cuando se alejaba de él, la sensación de satisfacción que tenia de solo estar a su lado, su odio de imaginarlo con Yaoyorozu, ahora todo calzaba, ella se había enamorado de aquel hombre.

Y aunque el descubrimiento la debería de hacer feliz no lo hizo, pues ahora ya era tarde, tenía una promesa por cumplir con el hombre que le dio lo que más anhelaba, pero, ¿en verdad cumplir ese deseo le traería felicidad eterna como ella pensaba?

Touya caminaba por un parque cercano, eran las seis de la mañana y hacia un frio que te helaba hasta los huesos, pero eso a él no le importaba, él necesitaba un poco de paz mental y soledad para recargar energías. Siempre había sido así, cada que algo era demasiado malo en su vida él caminaba, buscaba el lugar más alejado y solitario, luego se quedaba ahí largas horas solo, apreciando a la única persona en la que podía confiar que era él mismo.

No siempre fue así, pero desde su decepción con Yaoyorozu se le hizo una ley de vida, cuando encontró el lugar más solitario en aquel gran parque se recostó en el frio pasto y cerró los ojos. Medito todos y cada uno de los momentos vividos en sus últimos meses, su compromiso forzado, el cómo se adueñó de la victoria de Iida Tenya, sus fogosos encuentros con Izuku Midoriya, la forma en que se apodero de ella. Todo vino a él a modo de imágenes dispersas e inconexas, cuando creyó que había vaciado su mente de todo aquello una última y desgarradora imagen lo asalto. En ella estaba su madre con los ojos abiertos de par en par, mientras un líquido carmesí escurría de sus manos, el solo recordar eso lo abrumo, pero sobre todo logro asustarlo, se incorporó con brusquedad del suelo, abrazo sus rodillas y tembló de miedo como hace mucho no lo hacía.

Duro varios minutos así, hasta que varios susurros y risas ahogadas se escucharon cerca de donde él estaba, no le dio importancia, ignoro aquello y se centró en su miserable situación. Aunque la calma no le duro mucho, pues de repente sintió que algo suave y cálido se acurruco en su regazo, cuando bajo la vista se encontró con un pequeño gato negro con algunas manchas blancas, no sabía de donde había salido, escucho algunos paso acercándose hasta donde él estaba, pronto la persona llamo su atención.

—Lo siento mucho, el pequeño se me escapo de repente, disculpe si lo molesto —se disculpa avergonzada una voz femenina.

El de rojos cabellos quien hasta el momento no había levantado la vista, lo hace para restarle importancia, más las palabras mueren en su garganta al ver a la mujer frente a él. Realmente no la conoce, no la vio por mucho pero podría reconocerla en cualquier lugar aun con la cantidad absurda de cosas que trae puesta, enseguida aparta la vista de ella y niega.

—No es nada, no me molesta —susurra sin verla.

Todoroki cree que aquella escueta respuesta hará que ella tome a su mascota y se vaya inmediatamente, más no sabe cuándo equivocado esta, la usual amabilidad y confianza de Rin hace que se siente a su lado suspirando aliviada.

—Menos mal, ¿sabe? no son mis mascotas, las acabo de encontrar hoy, parece que alguien recién los acaba de abandonar porque estaban maullando mucho, planeaba llevármelos a casa, aunque parece que a ese pequeño usted le agrada —murmura con suavidad.

—No creo que sea una buena idea —responde con incomodidad.

Más la chica parece no notar eso y se dispone a hablar de nuevo.

— ¿Por qué no? Una mascota es siempre uno más de la familia, además ellos no dan cariño, buenos momentos y amor incondicional.

Lo último le causa gracia al muchacho por lo que rápidamente se pone a reír, la chica ladea la cabeza confundida y lo cuestiona.

—¿Qué es tan gracioso?

—Lo último que dijiste, eso sobre el amor incondicional, yo no creo que eso exista —declara mientras pasa una mano por su cabello.

—No creo que eso sea del todo cierto, no te voy a dar un discurso de que todos son capaces de dar amor incondicional porque eso sería mentira, por ejemplo yo creo que muchas personas poseen mucho de ese amor y lo dan, mientras que otras menos afortunadas son incapaces de sentir o dar algo así. Pero yo creo que eso se debe a la forma en como se desarrollan, no todos tienen la suerte de tener una buena vida, pero aun en la adversidad creo que hay gente capaz de cultivar ese amor tan especial.

—Parece que eres de los afortunados con una buena vida.

—Sí y no.

—¿Y con eso te refieres?

—Pues a que tuve suerte. Mi madre fue una mujer que se dejó influenciar para mal, ella quedo embarazada muy joven, en un acto de egoísmo me abandono con su hermano, él me crio, me educo, me lleno de amor y cuando se casó, su esposa me acepto con los brazos abiertos y me amo como a su propia hija. Ambos me enseñaron valores, y la importancia del amor incondicional a mi madre sin importar lo que ella halla echo, sin miedo a mentir puedo decir que amo a la mujer que me dio la vida, la amo de un modo incondicional. Yo no la juzgaría si en algún momento quiere regresar a ser parte de mi vida —explica con tranquilidad

—Eso es ilógico, ¿cómo puedes querer a alguien que te boto como basura? —cuestiona incrédulo el hombre.

—¿Y porque no quererla? Sus motivos debió tener.

—Eres extraña.

—Sí, me lo dicen todo el tiempo, por cierto, ¿no tienes frio? la ropa que traes puesta se ve muy ligera.

—Lo es, no sabía qué hacía tanto frio acá afuera, por eso me puse esto.

—Entiendo, bueno yo ya me iba así que ten.

Antes de que el muchacho pueda entender a qué se refiere, siente como ella le pone algo en el cuello y en la cabeza, además de darle algo en las manos.

—Con eso bastara, tienes suerte de que no me trajera mi gorro rosa, te verías gracioso con él, cuida mucho del gatito, nos vemos luego.

Y así sin más la muchacha se marcha corriendo con el otro gato entre sus brazos, cuando Touya es capaz de reaccionar acaricia la prenda en su cuello y cabeza, ambas son suaves y huelen bien.

Sin darse cuenta sus labios se curvan en una sonrisa sincera. A partir de ese día los encuentros entre esos dos fueron más comunes, el hombre comenzó a sentirse demasiado en paz con aquella chica, lo que fue desplazando su deseo de hacer sufrir a Shoto y dejando poco a poco más y más sola a Izuku Midoriya.

Katsuki no era una mala persona, en verdad que no lo era, pero cuando amas a alguien de verdad eres capaz de hacer todo por esa persona especial, si no que le preguntaran a él.

Con ayuda de Hitoshi había estado investigando la "milagrosa situación de Izuku" cerca de un mes había pasado, pero aun no tenía información en concreto, por eso es que el de ojos rojos debía de seguir dependiendo de la ayuda su "nueva amiga". Se sentía algo mal de usarla, pero era necesario, sabía que gracias a eso podía obrar sin levantar sospecha alguna, además de que se había dado cuenta de que gracias a la pelinegra Izuku parecía mostrar su verdadero ser, el de una mujer enamorada y vulnerable.

La había podido notar mirándolo insistentemente, además de buscar excusas para estar junto a él, al principio trataba de negarse pues quería tener total concentración para recuperar rápidamente a la mujer, aunque pronto cedió a sus deseos y comenzó a frecuentarse con la de verdes cabellos.

Las primeras veces solo hablaban, ella preguntaba insistentemente por su nueva pareja, él trataba de desviar el tema y no caer en sus provocaciones, aunque como era obvio eso no duro mucho, pronto se encontró disfrutando de las caricias de la chica, quien sin pudor alguno se entregaba a él sin importarle su estado de mujer embarazada.

Y si bien el acto era sensual y lleno de lascivia, algo había cambiado en Izuku, pues ahora buscaba cualquier mínima excusa para que Katsuki no se marchara, se abrazaba al masculino cuerpo y se aferraba con fuerza para no dejarlo ir. Lamentablemente eso no funcionaba, pues aun con eso el de ojos rojos siempre se iba, por segunda vez en su vida Midoriya sentía que perdía a quien ella amaba, pues el chico ya no le daba las palabras amorosas y tiernas que tanto le gustaban.

A cada día que pasaba se sentía más y más lejos de él.

Mientras que para Bakugo la situación no era mejor, constantemente quería decirle a Izuku lo mucho que la amaba, proclamarle su amor infinito como antes, más no lo hacía en parte por los celos que lo embargaban al saber que en su vientre llevaba al hijo de alguien más, y por otro lado para que ella no sospechara de su falsa relación.

Sus encuentros eran furtivos nadie debía saber sobre ellos, más sin embargo un pequeño hecho estaba a punto de mandar al demonio todo.

Era viernes por la tarde, el clima increíblemente había sido cálido y acogedor, eran finales de febrero y las cosas en el trabajo marchaban con tranquilidad.

El día de Bakugo iba bastante bien hasta que la ruidosa de Mina fue a interrumpirlo a su oficina, entre suplicas y chillidos logro sacarlo de su oficina y hacer que lo siguiera, en todo el camino se la paso maldiciendo, cuando llegaron a uno de los sets de fotografías la de rosas cabellos lo empujo y lo dejo encerrado.

Aquella acción irrito al muchacho, quien no tardo en comenzar a amenazar a la chica, rápidamente sus palabras fueron cortadas por la suave risa de su falsa novia, se giró malhumorado para encarar a la chica y preguntarle qué demonios pasaba, aunque solo verla lo hizo soltar una maldición.

—¡Qué demonios! Ahora si pareces una mujer.

La chica rio más fuerte, pues luego de la intervención de Mina incluso ella se sentía diferente, pues no solo la habían arreglado, sino que le habían cambiado levemente el corte de cabello, le había puesto ropa de su talla y la habían maquillado.

—Eso es grosero, yo siempre he sido una chica.

—Una que se viste bastante mal.

—¡Oye! Eso es por el frio, soy bastante friolenta, por eso uso ropa grande en estos tiempos, porque debajo de ella puedo usar más prendas.

—Bueno eso explica todo, el otoño en donde vives fue bastante frio.

—¡Ya se! No puede usar ni siquiera la ropa que mis padres me regalaron en mi cumpleaños.

—¡Qué gran tragedia! —exclama con sarcasmo.

La muchacha golpea el hombro del chico y niega.

—Aunque no lo creas lo es.

—Bueno pasando de eso, ¿qué demonios hacemos aquí?

La chica sonrió y lo tomo del brazo.

—Vamos a bailar.

—Oye te estoy preguntando algo.

—Por favor, ¿sí? —suplico con ternura.

A Bakugo no le gustaba Rin, en todo caso le agradaba levemente, pero incluso él no era inmune a la ternura que aquella muchacha inspiraba en ocasiones por lo que cedió rápidamente. Tomo a la chica por la cintura y se balanceo de un lado para otro con torpeza, en el proceso ella se abrazó de él, eso le dio un mal presentimiento por lo que estuvo tentado a alejarse de la mujer, más ella se acercó a su oído y le susurro algo.

—Tus amigos nos están observando escondidos, actúa con normalidad.

Aquello tenso al muchacho, por lo que de forma mecánica se siguió moviendo de un lado para otro, la duda se dibujó en su cara por lo que la chica le sonrió.

—Ellos creen que nuestra relación va mal —musita en voz muy baja.

—¿Porque creen eso? —cuestiono entre diente él.

—No sé, tu amiga Mina comenzó a abrumarme de preguntas repentinamente, lo próximo que supe es que estaban desnudándome y vistiendo con esa ropa que no es suficiente para cubrirme del frio.

—Pero si no hace frio.

—¡Pues yo siento mucho frío!

Bakugo sonrió tensamente, se quedó unos segundos callado meditando, una loca idea le surgió para acabar con aquel bizarro espectáculo, una que no le agradaba del todo pero debía de llevarla a cabo si no quería prolongar tan extraña situación.

—Tengo una idea tu solo sígueme la corriente.

— ¿Que vas a hacer?

—Tu solo has lo que te digo.

—¡No! primero dime que vas a hacer.

—Carajo, eres una molestia, mira, lo que ellos quieren es ver que estamos bien, ¿no?

Ella asiente, Katsuki prosigue.

—Bueno para salir de esto solo tenemos que besarnos, así no tendrán ninguna duda, un pequeño beso y cada quien vuelve a la normalidad —explica con seriedad.

—¡No!

—¡Que! ¿Pero porque?

—Porque no.

—¿Pero porque no?

—Pues porque no y ya.

—Dame una razón.

—No.

—Aizawa.

—Ya te dije que no.

—Mujer.

—Nunca he besado a nadie.

—¡Que nunca has besado a nadie! —exclamo demasiado fuerte Bakugo.

Las mejillas de la muchacha se pusieron completamente rojas, se sentía increíblemente avergonzada, con brusquedad se apartó del chico y se tapó la cara con vergüenza.

—Mierda, lo siento es solo que eso es extraño, bueno no es malo, pero sí muy... —suspira y maldice en voz baja sin saber cómo continuar, cuenta mentalmente hasta tres y prosigue—, es algo muy peculiar.

—Es solo que he estado esperando la ocasión indicada —musita con pena la chica.

—¿A qué te refieres?

—Tal vez suene estúpido, pero yo quisiera que todas mis primeras veces las tenga solo una persona. No me mal entiendas no es que me crea una santa y puritana, es solo que me gustaría dar lo mejor de mí a la persona de la que yo me enamore.

Rápidamente la chica se da cuenta de que aquello lo dijo en voz alta, por lo que se pone nerviosa y trata de rectificar.

—Es decir, yo te quiero, no estoy menospreciando nuestra relación, es solo que Dios, acabo de meter la pata.

—No es así, yo lo siento mucho, no debí sugerirte eso —musita desganado el chico.

Pues sabe que su mentira no se puede sostener por más tiempo, no puede culpar a nadie más que a los entrometidos de sus amigos por lo suspira cansado. La actitud abatida de Bakugo hace sentir mal a Aizawa, quien en un momento de valentía se decide a dejar de lado aquel deseo suyo para ayudar a su amigo.

—Katsuki.

El rubio ceniza voltea, siente un jalón en su corbata y luego unos suaves labios sobre los suyos, los cuales se mueve de forma torpe, el beso acaba rápidamente.

—¿Se él primero en todo siempre, vale? —murmura nerviosa la chica.

Bakugo sabe que ella ha dejado su deseo para ayudarlo, se siente sumamente agradecido, una infinita ternura despierta en él para con la chica, además de un gusto momentáneo por ella ante la situación por lo que la toma de la cintura.

—Vale.

Entonces la besa, por un momento se olvida por completo del porque regreso ahí, solo se concentra en la inexperta y buena chica que esta junto a él, más ese estado no le dura mucho, pues con brusquedad alguien lo aleja de ella, cuando observa a la persona que los interrumpió se lleva la sorpresa de su vida.

Izuku está enojada, su rostro siempre amable está lleno de clara amenaza.

—Búscate a otro que quiera ser el primero en todo, porque este hombre de aquí es mío —declara con amenaza.

Todos los presentes se quedan con la boca abierta, en poco tiempo todo se vuelve un caos pues aunque Touya está agradecido de que Izuku alejara a esos dos, no puede dejarse ver como un idiota ante semejante situación.

El único quieto ante todo el alboroto es Shoto, quien pronto se da cuenta que todo se está lleno a mierda para él, por eso sin más se da la vuelta y se encamina a su casa para encarar de una vez por todas a la causante de toda su miseria, pues quiere saber si en verdad merece todo lo que le está pasando.


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