Capítulo 35. Cuenta atrás y al inframundo.
Capítulo 35. Cuenta atrás y al inframundo.
Percy estaba entrenando con Annabeth cuando escucharon una especie de explosión. Ambos giraron a la par que el resto del campamento, fijando la vista hacia el antiguo pino de Thalía. El semidiós avanzó con determinación, caminando entre la multitud que de pronto se formó.
— ¿Qué es esto? —murmuró al ver que atacaban el campo de fuerza.
Otra explosión, lo que sea que lanzaban era extraño para ellos. No eran armas, no eran bombas... eran como un rayo de luz que golpeaba desde toda dirección.
Una hija de Hécate avanzó hasta estar junto a Percy, le dedicó una mirada de nerviosismo.
—Jackson... No son bombas, es magia.
Desde lo bajo de la colina se dejó ver una hilera de encapuchados, con las manos arriba, varitas apuntando hacia ellos. Percy no podía ocultar su sorpresa, ¿qué hacía un grupo de magos atacando al campamento? Luego se puso peor, notó que tras ellos se amontonaban un montón de monstruos, desde el más pequeño al más grande.
— ¡Los más pequeños sigan a sus jefes de cabaña! —Annabeth comenzó a indicar mientras caminaba entre la multitud—. ¡Un grupo asegure la enfermería!
Quirón llegó rápidamente, y todos se abrieron paso para que viera lo que sucedía. Su expresión era de confusión pura cuando vio a los magos, quienes seguían lanzando hechizos hacia el campo de fuerza.
—El campo va a resistir, ¿verdad? —Percy insiste, preocupado al ver que los ataques eran cada vez más feroces—. Su magia no podría romperlo.
—No lo sé, Percy... Nunca antes había pasado.
Una última explosión, y es como si una parte del campo se rompiera, se escuchan los vitoreos en lo bajo de la colina. Los semidioses se preparan lo más rápido que pueden, y de alguna forma Clarisse logró enfundarse en su armadura rápidamente.
Se escucha un rugido a sus espaldas, y con la boca abierta ven a un enorme objeto de metal saltar sobre sus cabezas, directo hacia la multitud de monstruos que estaba ahí abajo. Percy podría jurar que vio a Leo Valdez montado en esa cosa, soltando un grito de júbilo.
¿Cómo podría hacerlo? Leo estaba en California con Mar y Piper, no tenía sentido.
***
Meredith tuvo que dejar el arco a un lado por el calor que este irradiaba ante la luz del sol, teniendo en cuenta de que Eros odiaba a Apolo ya podía imaginarse la razón por la que eso sucedía. Piper y Leo seguían dormidos, profundamente; no había señales de Doris, lo que preocupó de sobremanera a la chica. Tuvo que repetirse varias veces que tal vez fue a hacer sus cosas raras de perra del infierno.
Intentó volver a tomar el arco para sacarlo de los arbustos, pero terminó quemándose las yemas de los dedos otra vez. Mar pegó un grito al cielo y retrocedió sacudiendo las manos, para luego caer completamente sobre sus amigos. Estos despertaron soltando gritos de horror, Piper incluso se hizo de su cuchillo y atacó a Meredith con ella. Por suerte, o mala suerte, solo logró cortarle un mechón de cabello.
Se hizo el silencio tétrico mientras Meredith observaba el mechón en el suelo, luego levantó la vista con cara de pocos amigos a la hija de Afrodita.
— ¿Acaso quieres morir, Pipes?
La otra suelta una risita nerviosa mientras se acomoda.
—Perdona, fue un acto reflejo... Volverá a crecer.
— ¡Tampoco tenías que sacar el cuchillo! —Entonces gira hacia Leo—. ¡Y tú no deberías gritar así! ¿Eres un héroe o un...? —La frase queda a medias cuando ve algo oscuro junto a ella y pega un grito aún más agudo.
Camina sobre sus amigos y se abraza a un árbol, solo para luego notar que se trataba de Doris en su tamaño normal.
Claro, hace un momento quería que volviera... ¡Pero no como una enorme perra de tres metros que sale de la nada!
Forja una sonrisa avergonzada y se abalanza sobre el perro, abrazándola con fuerza.
—Estaba preocupada por ti, mon amour —pronunció las únicas palabras en francés que sabía hasta entonces.
— ¿Francés? Que lindo —Piper comenta intentando aligerar el hecho de que arruinó su peinado.
Leo resopla mientras se incorpora, arreglando su camiseta aún rosada.
—Oh, por favor, no se sientan especiales. Cualquiera sabe francés... Dijiste mona mía, ¿a que sí?
Las chicas se dan un golpe en la frente, hasta Doris lo haría si su dueña no la tuviera atrapada. Luego Meredith vuelve a enfocarse en la pequeña-no-pequeña.
— ¿Dónde estuviste todo este tiempo? Despertar y no verte fue un susto de muerte. Si tienes novio por ahí y tienen citas nocturnas al menos deberías presentármelo —regaña, como una madre a una adolescente—. Si no me gusta dejarás de verlo, Dorotea... Horrendo nombre, creo que te quedas como Doris y ya.
Leo miraba la escena algo aburrido antes de girar la cabeza, otro grito se escapó de sus labios al ver a Nico Di Angelo aparecer de las sombras. De inmediato el hijo de Hefesto se refugió tras Piper.
—Meredith —susurra intentando que deje de embarrarse con el perro—. Meredith, un fantasma salió de la nada...
Nico le dedica una mirada de odio ante eso, y Mar al fin se percata de su presencia. Una enorme sonrisa abarcó el rostro de la chica mientras se le acercaba emocionada.
— ¡Estás aquí! —le dijo dando saltitos.
—Nosotros nos vamos de aquí —Leo tomó la mano de Piper y tiró de ella fuera del lugar—. ¡Buscaremos donde refrescarnos, adiós!
Di Angelo era un tanto tétrico a su parecer.
—Mierdoso —Mar murmura y rueda los ojos, luego vuelve a mirar alegremente al "chico oscuro"—. Te daría un fuerte abrazo, pero me da vergüenza notar que llevo tiempo sin tomar un baño y tú... te ves limpio.
Ignorando que tenía algunos golpes y cortes en el rostro, claro. Nico parece haber tenido una batalla y luego tomó una ducha para ir con ella. Lo más casual del mundo.
—Me da felicidad verte, pero, ¿qué haces aquí?
—Atacaron el campamento esta mañana —informa sin una pizca de delicadeza.
La hija de Poseidón queda helada, con los ojos muy abiertos mirando a Nico. Él carraspea notando que debió ser más ligero con su explicación.
— ¿Y? ¡¿Cómo están Percy, Annie y Troy?! —Su respiración se torna rápida, presa de la preocupación—. ¿Alguien salió lastimado?... Además de tu rostro, claro.
Ante eso él sube una mano hacia su labio inferior lastimado, frunce el ceño y sacude la cabeza.
—Todos están bien, no te desesperes. Algo muy extraño sucedió en medio del desastre —comienza a explicar—. Estaba junto a Eaton, intentábamos derribar a un ogro cuando se escucha un fuerte rugido desde el bosque del campamento. Muchos creímos que era otro monstruo, pero no... Era un enorme dragón autómata, y sobre él estaba tu amigo Valdez gritando como loco con su mini camiseta rosa.
Una vez más se queda mirándolo, ahora intentando levantar una ceja, cosa que como siempre fue imposible. Meredith bufa y suelta una risa.
—Leo estuvo aquí todo el tiempo, no pudo haber cruzado todo el país en cinco minutos para levantar a un dragón y volver —sigue riendo mientras mueve las manos intentando explicarse—. ¿Percy te dio de ese polvito azul suyo? Ya le dije que es malo.
Nico resopla con las mejillas rosadas por la burla de la chica, y del bolsillo de su chaqueta saca un colgante. La risa de Meredith cesó al reconocerlo como un giratiempos.
Se suponía que ninguna persona sin permiso especial del ministerio tenía eso, la única persona cercana que Meredith conocía y poseía un giratiempos era Hermione Granger, la madre de su amiga Rose. Pero tampoco lo utilizaba, era más un recuerdo que otra cosa.
—Ese Leo me dio esto y dijo que tú sabrías lo que debe hacer.
Las hábiles manos recuperarán al dragón dando vuelta al reloj.
A eso se refería esa parte de la profecía. Una pequeña sonrisa volvió a aparecer en el rostro de Meredith, y observó por sobre el hombro de Nico. Otra versión de él estaba escondido entre los árboles, esperando. Entonces supo que debía apresurarse.
Tomó a Nico por el brazo mientras tiraba de él buscando con la mirada a Piper y Leo. Fue fácil, eran los únicos en esa zona del parque, y el par estaba debatiendo junto a una fuente de agua, buscando la forma en que podrían refrescarse al fin.
—Creo que es este botón —Leo dijo y lo presionó.
El agua salió disparada directo hacia el rostro de Nico, y el hijo de Hefesto palideció, pero tampoco dejó de presionar el botón. Solo lo hizo cuando Piper le dio un empujón para despertarlo.
—Ay, que me matan —balbucea—. Meredith, ayuda.
Pero la morena solo empuja a Nico a su lado, y Leo comienza a repasar su testamento. El hijo de Hades levanta una mano para estrujarse el rostro.
—Esto es un giratiempos, señores —explica levantando el objeto a la altura de sus ojos—. Sirve para... lo obvio.
— ¿Girar... tiempos?
—No es hora de la estupidez, Leo Valdez —le regaña dándole un golpe en la frente—. ¡Presta atención! Con esto volverán al pasado, para que arregles un autómata.
El chico ladea la cabeza demostrando una auténtica confusión.
— ¿Cómo se supone que yo sabré arreglar algo como eso?
— ¡Por favor! ¡Eres un hijo de Hefesto! Busca a otros hermanitos y arréglenlo, Nico te dirá el por qué luego —dice mientras los rodea con la cadena del artefacto—. Una vez allá Nico no debe dejar que su otro yo lo vea, pero Leo... tú debes darle esto a ese Nico.
—Claro, haré como si te entendiera a la perfección.
Una vuelta por cada hora, comienza a darle cuerda y cuenta mentalmente diez vueltas. Eso será suficiente para que encuentren el autómata y lo arreglen, o al menos eso esperaba. Entonces, ante la mirada estupefacta de todos, Leo y Nico desaparecen.
Piper casi se cae de espaldas.
—Uh, oh... ¿qué?
— ¡Explicaciones para después!
Toma su brazo y tira de ella hacia el lugar donde habían dormido. Ahí estaba Doris siendo acariciada por el otro Nico. En cuanto Piper lo ve su rostro se tiñe de confusión otra vez, y palidece.
—Mar, él acababa de irse...
—Lo mismo que antes —masculla y mira a su primo—. Vas a llevarnos al inframundo, ¿verdad? Y si no, oh demonios, esto es incómodo.
Nico alza una ceja y luego asiente.
—No preguntes el por qué, tengo mis razones, Meredith.
***
Cuando la pelea terminó y los semidioses se detenían a mirar el desastre aún anonadados con lo sucedido, Percy se acercó a Quirón seguido de Troy.
—Eran magos, ¡¿por qué nos atacan unos magos?! —exige saber el último.
Quirón no responde, queda en silencio mirando los rastros de desastre que habían dejado.
— ¿Es por Meredith u otra cosa? —Percy murmura mirándolo fijamente.
El centauro suspira y traga saliva, cuando se gira hacia ellos tiene una profunda expresión de preocupación.
—No es algo que ustedes deban saber.
—Y tampoco lo recordarán —dijo alguien más.
Percy y Troy quedaron en trance, mientras las cabañas alrededor comenzaban a borrar todo rastro de ataque mágico. Eros avanzó hacia el director de actividades. Quirón miraba al suelo con pesar.
— ¿Sabes, Quirón? Ahora que no tengo mis flechas me usan como borrador de memoria —rueda los ojos el rubio, pero al notar que no recibía la atención del otro frunció el ceño—. No estarás sobreanalizando la situación.
—Deberíamos decirle lo que sucedió, la niña tiene más problemas de lo que cree.
Su tono tenía un poco de molestia, no estaba a favor de ocultarle cosas a Meredith. Desde un inicio se sintió terrible con la situación.
—Sí... No ahora, Quirón. Hay que esperar con algunas noticias, ella aún no sabe siquiera quién es.
Quirón levanta la vista para discutir, pero en cuanto ve los ojos rojos del dios olvida por completo todo lo que iba a decir. Eros sabía que los doce no querían que Meredith se enterara de los magos y su ataque, al menos la mayoría de ellos. Y si para mantenerlo secreto debía incluso modificar la memoria del centauro, lo haría.
Suelta un suspiro mirando a los campistas, y luego se fija en la hora de su reloj. Esperaba que la chica Greengrass en verdad esté haciendo un buen trabajo.
***
Piper tomó aire de golpe en cuanto aparecieron en un callejón, terminó sujetándose de la pared, y Meredith no tardó en seguirla. Nico hizo una mueca al verlas así.
—Supongo que debí informarles que debían contener la respiración...
—Ah, no, para nada —responden jadeando y con sarcasmo.
Doris sacude la cabeza y sale del callejón en un salto, estaba en su forma infernal pero los mortales solo veían a un pequeño perro negro dando saltos por la calle. Los semidioses la siguen mientras se fijan en su alrededor con interés.
—No puedo creer que la entrada al inframundo esté en Hollywood.
—Una de las entradas —le corrige Nico a Mar.
Ella hace un gesto de que no tenía importancia y luego nota que Doris se removía ante la puerta de unos estudios de nombre "DOA". En cuanto abre la puerta y pasa percibe el cambio de clima, sacude la cabeza respirando hondo, de pronto el arco de Eros ardiendo en sus manos era el menor de sus discustos.
Silba mirando a todos en el lugar —Tremendo ambiente, ¿quién se murió?
En ese momento todos en el lugar levantaron una mano, Piper tosió sin poder evitarlo mientras palidecía. Meredith hace una mueca.
—Oh, rayos.
— ¡Di Angelo! —dice el hombre tras el mostrador.
Llevaba lentes oscuros y un traje perfectamente planchado. Le dedicaba un gesto de obvia negativa a Nico incluso antes de que se acercara a hablarle.
— ¿Piensas que solo por ser el hijo del jefe voy a tenerte consideración? ¡No, chico!
Parecía una colegiala indignada ante los ojos de Mar, quien le imaginó con una mano en la cadera y chasqueado los dedos de la otra. Tuvo que taparse la boca con una mano para no reír.
Entonces sintió que el arco seguía ardiendo y pegó un grito que llamó la atención del recepcionista.
—Oh, no, Nico. Si quieres impresionar a las chicas busca otro lugar, el inframundo no es de carácter turístico, ¿sabes?
Nico rueda los ojos mascullando por lo bajo que estaba equivocado. Sus mejillas se tiñeron apenas de un tono rosado.
—Además, llevo mucho tiempo pidiéndole un aumento a tu padre y no me lo da. Prometiste que ibas a convencerlo pero tal parece que nunca moviste un dedo.
Meredith se abre paso luego de entregarle el arco a Piper, y esta comenzó a pasarlo de una mano a la otra chillando. En cuanto estuvo ante Caronte golpeó con una mano el escritorio.
— ¡Yo te conseguiré el aumento! -declara—. Pero para eso debo llegar a donde mi tío.
Hace un movimiento hacia el ascensor y Caronte alza una ceja.
— ¿Tío?... ¿Eres la loca babosa de la foto que posteó Hermes en InstaGod? ¿La hija de Poseidón?
La determinación en el rostro de Meredith se disipó, y terminó con una profunda expresión confundida. ¿Insta qué? ¿Instagram de los dioses?
¡¿De dónde sacó Hermes una foto suya?!
—No puede ser, el maldito de desmayo —dice a media voz mientras parecía estar a punto de lanzarse al suelo—. ¡Me sacó fotos desmayada!
El hijo de Hades le dedica una mirada pidiendo ayuda a Piper, quien se acerca para soplar había el rostro de Meredith. Ya que sus manos dolían por el maldito arco. Estúpido Eros y sus medidas de seguridad.
Ah, pero no le sirvieron cuando Morfeo se lo robó y puso de cabeza a California.
Luego de una larga discusión, que implicaba un Necesito dinero para mi novia... ¡Que tendría si tuviese dinero! muy dramático por parte de Caronte, al fin pudieron ir al ascensor. En cuanto estuvo en movimiento pudieron escuchar una canción de fondo.
— ¿Es Lana del Rey? —Piper pregunta.
—Sí.
—Oh, muy hipster —bromea Meredith, riéndose y codeando a su amiga.
La mirada que Caronte le dirigió quitó sus ganas de seguir riendo.
—Sería más hipster si tuviese dinero para un Iphone, podría postear en Tumblr fotos con los verdaderos demonios
—Supera la infancia, no necesitas un Iphone —suelta Nico rodando los ojos.
En cuanto el ascensor llega a una profundidad definida el aspecto de Caronte cambió, pasando al aspecto que se ve en los libros de mitología. Las chicas se amontonaron en una esquina al verlo, detrás de Doris, y Meredith estuvo segura de que él tendría mil me gusta en facebook si subiera una foto así.
—Recuerda, aumento —le repitió a Meredith cuando llegaron y fue la última en salir.
Ella asintió y apresuró el paso hasta chocar con Nico y pegarse a él como garrapata.
—Ahora... ¿Dónde? —mira a la chica esperando indicaciones.
—Es tu casa, no seas grosero.
—Pero tú fuiste quien habló con el ladrón, a ti te dijo dónde estaban las flechas... Porque lo sabes, ¿no? —Piper insiste.
Mar chasquea la lengua y se aparta de Nico guardando las manos en sus bolsillos. Incluso Doris la miraba profundamente.
— ¡Claro que lo sé! Por favor, ¿qué creen? ¿Que vine sin saber lo que hacía? —bufaba mientras caminaba por el lugar—. Miren, deben saber algo, soy la semidiosa más responsable que podrían conocer... Ahora mismo les estoy llevando hacia las flechas.
Pasaban los minutos y ella seguía repitiendo eso, hasta que casi cae en un río lleno de almas en pena. Nico la sujetó del brazo y tiró de ella mientras le decía que debía tener cuidado, que siquiera él recordaba eso. Era algo nuevo que se hizo por la saturación de los últimos años.
El castigo consistía en repetir una y otra vez lo que más atormentaba a la persona, por el resto de la eternidad. Luego de juzgarla y determinar lo que merecían, terminaba ahí.
—Si es de pena y tortura... ¿Por qué allá están tan felices? —señala Piper.
Entre los caudales grises llenos de lamentos estaba una zona de tono rojo vivaz, donde las almas parecían bailar. Meredith abrió los brazos y le dedicó una sonrisa al chico.
— ¿Lo ves? Sabía lo que hacía.
—Claro que sí.
—Puedes creerme idiota, pero entiendo el sarcasmo, Nico.
Camina hacia la zona con emoción, dando saltitos. Una vez llega a las costas del lugar se inclina para observar mejor. Hace una mueca notando lo profundo que resultaba ser el río.
—No entres, Mar —advierte Nico—. Recuerda que es un río de almas, no uno normal. Ahí no puedes moverte como en los demás.
Suspira —Entonces trae una ramita... Una ramota o algo.
Piper deja el arco en el suelo, en un lugar donde lo tendría en la mira, luego camina hacia uno de los árboles secos del lugar. En eso Nico pide que esperen en el lugar, que sabía la forma en que sacarían eso sin problemas, solo debían esperar con paciencia.
—Paciencia —se mofó Meredith aceptando la rama que Pipes le tendía—. Al Narcissa, podemos hacer esto rápido.
— ¿Al Narcissa?
—Es que ella es un demonio.
Luego de decirlo sumerje la rama en el río, intentando no acercarse demasiado. Es cuestión de segundos para que se escapara de sus manos y ella soltara un suspiro de rendición.
—Esto sucedió porque la mencioné, maldita —masculla.
Iban a esperar cuando la voz de Hades inundó el lugar.
—El inframundo es para los muertos, y estoy seguro de que siguen más que vivas. Tienen unos veinte segundos para abandonar el lugar, o cambiaremos esto.
— ¿Eso es una amenaza de muerte? -pregunta Mar.
— ¡Claro que lo es! ¿Ahora qué haremos? Todo lo que entra es llevado por la corriente.
Piper entra en desesperación, tomando el arco de Eros y aferrándose a él.
—Es que nos da solo veinte segundos, ¿cómo quiere que salgamos en ese tiempo? ¡¿Tengo cara de Flash?! Soy Wonder Woman, por favor.
Otra vez estaba desviándose de la situación.
— ¡Meredith!
— ¡Lo sé! —vuelve a gritarle a Piper, y se despoja de su mochila—. Voy a entrar, tú espera aquí... No me mires así, lo que único que vendrá será Nico.
Escuchan unos gritos y de la tierra surjen unos zombies aterradores. Estos se acercan a ellas en actitud amenazante.
—Y ellos... He visto una peli de Brad Pitt, si estamos enfermas ni nos miran.
Pero sí las estaban mirando, es más, cada vez a menor distancia. El ataque de pánico se apoderaba de Piper, quien cerrando los ojos gritó.
— ¡Alto! ¡Quietos!
Meredith iba a mofarse hasta que se percató, con la mandíbula desencajada, que los zombies se quedaron en su lugar. Piper también se quedó anonadada cuando volvió a abrir los ojos. Pudo haber sido una coincidencia, pero ellos siguieron haciendo todo lo demás que ella decía.
La belleza te dará un hechizo de voz.
—Diles que bailen Thriller.
— ¡¿Qué?! Siquiera sé cómo hago esto, Mar.
—Por favor, sería mi maldito sueño hecho realidad. Toda persona desea ver a zombies reales bailando Thriller.
—No... Ve a buscar las flechas, ¡ya!
Haciendo un puchero se vuelve hacia el río, respiró hondo antes de lanzarse. En cuanto cayó entre las almas sintió que se hundía, cada vez más. Nico tenía razón, no era un río normal, ella era arrastrada por la corriente. Lo peor era sentir la desesperación de esas personas, que comenzaba a marearla.
Se aferró a las rocas del fondo, y tomó impuslo de ellas para poder moverse. Era difícil y doloroso sentir que sus dedos se cortaban, pero aún así siguió.
Eros puede decirte lo que sabe, pero antes debes hacer un favor por él.
Aquí está tu favor, Eros. Pensó y al fin pudo ver la zona roja en el río, eso la animó para seguir. En cuanto las puntas de sus dedos llegó a ese lugar un calor reconfortante le llenó. Pero lo malo era que estaba quedándose sin aire.
Las vio, las flechas estaban dentro del carcaj y con un par a su alrededor. Quiso sonreír, pero se contuvo y alargó la mano para tomar el carcaj. Todo parecía ir bien hasta que sintió que la corriente se volvía más feroz, e intentaba arrastrarla de nuevo. Entonces sintió más desesperación y horror, aferrándose por un lado del carcaj, y con otro de las rocas.
Cuando ya estaba a punto de perder las fuerzas una cuerda cayó junto a ella, y contra todo se aferró a ella lo más fuerte que pudo. Después de mucho esfuerzo Meredith pudo volver a la superficie, respirando profundo y con los ojos húmedos por las anteriores emociones.
Piper y Nico la ayudaron a llegar a tierra, se lanzó completamente agotada y giró para verlos con una sonrisa mientras Doris le lamía la cara.
—Para que... vean... lo genial que soy —pudo decir entre jadeos, soltando el carcaj junto a ella.
****
¡Hooola, queridas! He vuelto al fin 👻👻
Ahora solo me faltan tres capítulos *baile intenso* y ya tengo las escenas que quiero añadir.
Antes no había mostrado lo que sucedió en el campamento ya que Meredith narraba, pero ahora tuve la oportunidad y la aproveché al máximo.
Este es, creo, el capítulo más largo que escribí hasta ahora en esta historia, unas 3786 palabras. Me aplaudo a mí misma ahre. Quiero seguir así.
En fin, ¡hasta luego! Cuando vuelva el señor Eros y sus respuestas nos acompañarán.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top