XXII.

Naruto contemplaba Central Park por las ventanas del hotel. Hacia el norte ardían aún algunos pequeños incendios, pero por lo demás la ciudad parecía sumida en una paz anómala.

Se volteó para observar como la cazadora seguía durmiendo pacíficamente, su expresión lo denotaba.

Volvió a echar una ojeada a los incendios de Harlem, preguntándose cuántos mortales dormidos corrían peligro ahora por culpa de las funestas decisiones de Luke.

- Tranquila, solo pasaron cuatro horas-

Zoë se encontraba sentada en la cama tallandose los ojos.

- Voy a ver cómo se encuentran las cazadoras y luego intentaré dormir algo antes de que anochezca- dijo la cazadora poniéndose de pie-. Tú también deberías echarte un rato, seguro llevas tiempo viendo por la ventana-

Naruto se quedo observando los movimientos de Zoë, grabando en su memoria hasta el más mínimo detalle que la cazadora hacía.

- ¿Que me ves?- preguntó un poco sonrojada al sentir la mirada del chico.

- Nada- contestó con una pequeña sonrisa desviando la mirada.

Un agradable silencio inundo toda la habitación. Zoë sentía sudar las palmas de su manos por los nervios. ¿Estaría bien que simplemente se lo dijera? ¿Y si la rechazaba?

- Naruto, yo...-

- Lo sé- contestó Naruto interrumpiendo a la chica-. Bueno, me hago una leve idea de lo que quieres decir, pero, espera. Espera a que todo esto termine-

El silencio se volvió a instalar. Zoë se acomodó el arco en el hombro. Se intuía un halo plateado a su alrededor: la bendición de Artemisa.

Naruto sintió dos brazos envolverse en su cintura, y posteriormente, sentir la frente de Zoë pegarse a su espalda.

- Cuando todo termine, ¿eh?- exclamó la cazadora con una pequeña sonrisa.

- Si, es una promesa- mencionó el semidiós invocando su katana-. Y sabes muy bien que...-

- Uzumaki Naruto no rompe sus promesas- termino de decir Zoë.

Ella tuvo ánimos para reírse, cosa que resultaba agradable oír. Naruto apretó con fuerza el mango de su arma, era hora de reunir a las tropas.

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Thalia y los líderes de las cabaña esperaban en el Reservoir. Las luces de la ciudad parpadeaban a la media luz.

Las farolas destellaban alrededor del lago y les conferían al agua y a los árboles un aspecto todavía más misterioso.

- Ya se acercan- confirmó Zoë, señalando al norte con una flecha de plata-. Una de mis exploradoras me acaba de informar que ya han cruzado el río Harlem. Ha sido del todo imposible mantenerlos a raya. Su ejército...- añadió, encogiéndose de hombros-. Es enorme-

- Los detendremos en el parque- exclamó Percy-. ¿Preparado, Grover?-

Él asintió.

- Más preparados que nunca. Si mis espíritus de la naturaleza pueden pararlos en alguna parte, es aquí-

- ¡Sí, les pararemos los pies!- dijo otra voz. Un sátiro grueso y muy viejo se abrió paso entre la multitud, tropezándose con su propia lanza.

Iba con una armadura de corteza de árbol que solamente le tapaba la mitad de la barriga.

- ¿Enserio? ¿Leneo?- musitó Naruto.

- No se hagan los sorprendidos- resopló-. Soy el líder del Consejo y me pedieron que encontrara a Grover. Muy bien, pues lo he encontrado, ¡y no voy a permitir que un simple desterrado dirija a los sátiros sin mi ayuda!-

A su espalda, Grover hacía muecas de repugnancia, pero el viejo sonreía satisfecho como si fuera el héroe de la jornada.

- ¡No teman! ¡Vamos a darles una lección a esos titanes!-

Naruto se puso en cuclillas mientras señalaba un mapa en el suelo.

- Grover, no vas a estar solo. Annabeth, con la cabaña de Atenea, se apostará aquí. Percy, yo y... ¿Zoë, Thalia?- exclamó Naruto

La teniente de Artemisa le dio una palmadita en el hombro.

- No digas más. Las cazadoras estamos listas-

Percy miró a los demás líderes.

- A ustedes les corresponde una misión igual de importante. Tienen que vigilar las otras entradas a Manhattan. Ya saben como es Cronos-

A su lado, Naruto asintió a lo dicho por Percy.

- Espera distraernos con este gran ejército para introducir un regimiento por un punto distinto. De ustedes depende que eso no suceda. ¿Ha escogido cada cabaña un túnel o un puente?- preguntó el rubio sin quitar su vista del mapa.

Los líderes asintieron, muy serios.

- ¡Pues en marcha!- exclamó-. ¡Buena caza a todos!-

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El ejercito se oyó antes que lo vieran.

El ruido era como un estrépito de cañones combinado con el griterío de la multitud en un estadio de fútbol.

La vanguardia enemiga se asomó al fin por el extremo norte del estanque: un guerrero de armadura dorada encabezando un batallón de gigantes lestrigones con descomunales hachas de bronce. Detrás, surgieron en tropel centenares de monstruos de distinto pelaje.

- ¡A sus puestos!- gritó Annabeth.

Sus compañeros de cabaña se situaron estratégicamente. La idea era obligar al enemigo a dividirse alrededor del estanque. Para llegar a las posiciones de los semidioses tendrían que seguir los senderos, avanzando en fila india a uno y otro lado del agua.

Al principio, el plan pareció funcionar. El enemigo se dividió y corrió al encuentro bordeando la orilla. A medio camino, las defensas entraron en acción.

El sendero se llenó de fuego griego, que incineró en el acto a muchos monstruos; otros se agitaban enloquecidos, envueltos en llamaradas verdes. Los campistas de Atenea les arrojaban garfios a los gigantes más grandes y los derribaban al suelo.

En el bosque de la derecha, las cazadoras lanzaron una salva de flechas de plata sobre las líneas enemigas, destruyendo a veinte o treinta dracaenae, aunque venían muchas más detrás.

Un rayo chisporroteó en el aire, dejando frito a un gigante lestrigón, lo que indicó que Thalia estaba haciendo su truco favorito de hija de Zeus.

Grover se llevó sus flautas a los labios y tocó una tonada rápida. Se alzó un bramido en ambas orillas y empezaron a brotar los espíritus de cada árbol, de cada roca y cada matorral. Las dríadas y los sátiros blandían sus porras y se lanzaban a la carga.

Los árboles envolvían a los monstruos hasta estrangularlos. La hierba crecía alrededor de las piernas de los arqueros del titán. Las piedras volaban en todas direcciones y acribillaban a las dracaenae.

Aun así, aunque fuese a duras penas, el ejército avanzaba. Los gigantes aplastaban árboles enteros a su paso y las náyades se desvanecían al quedar destruida su fuente de vida.

Los perros del infierno se abalanzaban sobre los lobos y los dejaban fuera de combate de un zarpazo. Los arqueros enemigos contraatacaron con una salva de flechas y una cazadora cayó fulminada desde lo alto de una rama.

- ¡Naruto!- Annabeth lo agarró del brazo y señaló el camino de la derecha. El titán de la armadura dorada no había aguardado a que sus fuerzas avanzaran. Se había lanzado a la carga caminando por el flanco izquierdo. Ningún semidiós podía pararlo.

Una bomba de fuego griego le explotó justo encima, pero alzó la palma de la mano y absorbió todas las llamas.

- Hiperión- dijo Annabeth, consternada-. El señor de la luz. El titán del este-

- ¿Es peligroso?- preguntó Percy al lado del par.

- Junto con Atlas, es el mayor guerrero de los titanes. En los tiempos antiguos había cuatro titanes que controlaban las cuatro esquinas del mundo. Hiperión era el este: el más poderoso. Fue el padre de Helios, el primer dios del sol- informó Annabeth.

Percy dio un paso hacia el frente dispuesto a parar al nuevo enemigo. Pero rápidamente se detuvo en seco. Había recordado las palabras de Naruto.

- Aplastalo- exclamó Percy viendo hacía atrás.

Naruto pasó corriendo a su lado yendo contra el ejercito enemigo. Los alaridos de dolor del ejercito de Cronos no tardaron en aparecer. Cualquiera que se cruzaba en su camino era cortado por Gungnir.

El semidiós se deslizo por el suelo cortando las piernas de una dracaenae haciéndola estallar en polvo dorado.

Aún desde el suelo, en cuclillas, Naruto lanzó un tajo oscuro que corto la cabeza de varios monstruos alrededor.

Un lestrigón muy valiente, o estúpido, se lanzó sobre el chico. Lo único que se vio es como la katana de Naruto entraba por su boca y salía por detrás de su cabeza.

De un movimiento ascendente, el semidiós retiro la katana de la cabeza de su enemigo, cortandosela en dos.

- Pelo rubio, marcas en sus mejillas, y una katana. El famoso Uzumaki Naruto-

A cinco metros, Hiperión alzó la espada. Sus ojos eran tan dorados como los de Cronos, pero más brillantes incluso, como dos soles en miniatura.

- ¿Tú eres el mocoso que destruyo parte de nuestro ejercito y derroto a varios dioses menores?- pregunto bromeando el titán.

En el último tiempo, fuera del campamento, a Naruto se le había asignado la difícil tarea de derrotar a los dioses menores que se opinan al Olimpo. Pero eso no fue todo. Aprovechando su tarea, el semidiós también se había tomado la libertad de destruir a los monstruos más importantes, ayudando a Artemisa y sus cazadoras.

En todas las guerras habían héroes. Y a esos héroes increíbles, se les daban un titulo digno de sus proezas. Y así fue como el ejercito de Cronos, presos del miedo, le asignaron un nombre al semidiós.

Y su nombre era...

- Baba Yaga- exclamó Hiperión viendo fijamente al rubio-. Hoy se acaba tu vida-

Una sonrisa burlona se instalo en el rostro de Naruto.

El cuerpo de Hiperión se inflamó en una columna de luz y calor. A pesar que desvió su mirada, el semidiós quedo deslumbrado.

Naruto alzo por instinto a Gungnir: justo a tiempo, porque la hoja de Hiperión se estrelló contra la suya. El impacto desató una enorme oleada concéntrica por todo el lugar.

Luz vs Oscuridad.

Un enorme tajo oscuro salió con violencia del arma del rubio, extinguiendo la luz del titán. El corte se estrello con fuerza en Hiperión, sus ojos ya no llameaban.

- ¡Arderás, Baba Yaga!- rugió con expresión asesina.

Las hojas de ambos oponentes chocaron de nuevo y el aire se cargó de ozono.

La batalla proseguía con furia a su alrededor. En el flanco derecho, Annabeth dirigía un asalto con sus hermanos de Atenea. En el izquierdo, eludiendo a Naruto y Hiperión, Grover y sus espíritus de la naturaleza se habían reagrupado y enmarañaban al enemigo con arbustos y malas hierbas.

- Basta de juegos- gritó Hiperión.

Cuando el titán soltó un alarido. Un muro de fuerza vino a golpear a Naruto por el aire. El semidiós voló trescientos metros hacia atrás y se estampó cerca de la orilla del lago.

- ¡Aumentemos el nivel entonces!- exclamó Naruto con oscuridad rodeándolo por todo su cuerpo, como una clase de aura.

Hiperión se acercaba a una velocidad de vértigo.

El titán se echó sobre el rubio. Era rápido y poderoso, pero no llegaba a asestarle un solo golpe. La tierra a sus pies se encendía en llamas, pero Naruto las apagaba con idéntica rapidez gracias a su oscuridad.

- ¡Bastardo!- clamó Hiperión furioso.

¡Crack!

Varias fisuras comenzaron a aparecer por la armadura dorada del titán.

Otro corte oscuro salió de la katana de Naruto golpeando a su enemigo, creando más fisuras.

Naruto se cubrió frente al golpe demoledor de Hiperión quien se encontraba furioso.

El semidiós sentía temblar levemente sus brazos ante la fuerza del titán.

Hiperión alzó su brazo izquierdo hacia arriba invocando varias bolas de fuego enormes.

Naruto chasqueó la lengua con fastidio mientras saltaba en el aire esquivando una ardiente bola.

- Corte Oscuro-

El semidiós corto en dos la esfera que venia directo hacia él dejando que las dos mitades pasarán por sus costados sin hacerle nada.

- Maldición-

Naruto maldijo arqueando su espalda hacía atrás dejando pasar otra pelota de fuego. El semidiós se irguio de nuevo mostrando que humo salía de su ropa debido a tal temperatura.

Otra luz brillante apareció frente a él. Naruto detuvo con su katana la enorme bola de fuego que intentaba rostizarlo.

Naruto apretaba con fuerza sus dientes tratando de aliviar el dolor del fuego quemando levemente parte de sus brazos.

La bola de fuego siguió avanzando haciendo retroceder al semidiós. Y finalmente, explotó tragando a Naruto.

- Ha sido divertido, Baba Yaga- exclamó Hiperión desviando su mirada hacía otro lugar-. Veamos... El siguiente...- sus ojos se clavaron en Percy que luchaba más allá.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo del titán.

- No sería nada bueno... que me dejará vencer delante de todos-

Naruto se encontraba de pie. Parte de su torso y brazos humeaban debido al calor del anterior ataque. Un poco de sangre bajaba por el lado izquierdo de su cara.

El semidiós retrajo su brazo derecho hacia atrás, apretando con fuerza su katana.

La oscuridad alrededor de Naruto comenzó a condensarse en ese brazo, en un solo punto.

- Magnifico, Uzumaki Naruto- rió Hiperión-. ¡Pero un semidiós de pacotilla, no puede vencerme!-

Una gota de sudor se deslizo por la mejilla de Naruto hasta impactar contra el suelo.

Naruto lanzó una estocada hacia el frente apuntando a su enemigo.

- ¿Eh?-

Hiperión descendió su mirada observando un enorme agujero en su pecho.

- Estocada Mortal- exclamó Naruto serio.

Los ojos del titán estaban fijos en su enemigo, aún sin creer lo que había pasado.

- Es más bien un cañón que una estocada- analizo el rubio.

A lo lejos, Naruto observo como Grover levantaba su pulgar señalándole algo. Entendiendo el plan, Naruto se lanzó hacia el titán dando tajos y estocadas. Hiperión se defendía a duras apenas.

- ¡Se acabo!- gritó el rubio acertando una patada doble a la cabeza de su enemigo haciéndolo caer al suelo a Hiperión.

- ¡Conmigo no se juega!- bramó el titán.

Consiguió ponerse de pie otra vez, pero Grover empezó a tocar sus flautas. Leneo lo imitó. Y a lo largo de la arboleda, todos los sátiros se sumaron a aquella canción: una melodía misteriosa, como el rumor de un arroyo sobre los guijarros. El suelo a los pies de Hiperión se convulsionó y una multitud de raíces retorcidas le envolvió las piernas.

- ¿Qué es esto?- protestó a gritos. Intentaba zafarse, pero con un agujero en su pecho y sus fuerzas disminuidas, era imposible. Las raíces se espesaron hasta que dio la impresión de que llevaba unas botas de madera-. ¡Basta!- gritaba-. ¡Su magia de los bosques no tiene nada que hacer frente a un titán!-

Pero, cuanto más se debatía, más rápidamente crecían las raíces, retorciéndose por su cuerpo, multiplicándose y endureciéndose con una recia capa de corteza. Su armadura dorada quedó sepultada bajo aquella erupción de madera y pasó a formar parte de un grueso tronco.

La música prosiguió. El ejército de Hiperión retrocedía atónito al ver a su líder absorbido y deglutido. Los brazos extendidos del titán se convirtieron en ramas, de las cuales brotaron otras más pequeñas, que enseguida se cubrieron de hojas.

El árbol ganó en altura y grosor, hasta que sólo quedó a la vista la cara de Hiperión en mitad del tronco.

- ¡No pueden apresarme!- bramó-. ¡Soy Hiperión! ¡Soy...!-

La corteza selló su boca y le cubrió la cara.

- Un precioso arce- exclamó Naruto.

Muchos sátiros se desmayaron de agotamiento, pero habían cumplido su tarea.

El titán había quedado empotrado en el interior de un arce enorme. El tronco tendría al menos seis metros de diámetro y sus ramas eran de las más altas de todo el parque. Aquel árbol permanecería allí durante siglos.

Fin del capítulo.

Espero que les haya gustado.

Nos leemos en otro capítulo.

Bye-bye~

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