XIV.
¡Plic!
Fue el primer sonido que inundo aquel jardín desde que la batalla comenzaba, como una suave melodía. Un sonido particular que la mayoría de semidioses conocía.
Las gotas de sangre salpicaron la hierba, mezclándose, haciéndose uno con la tierra.
Y el segundo sonido se escucho, un alarido de dolor. Ladón, observo como una de sus cabezas; de las cien que tenía, fue rebanada.
De un movimiento, de un tajo, Naruto había cortado la cabeza de su enemigo.
Rodó por el suelo esquivando aquellos dientes. Un solo golpe bien recibido y sería mortal. Dentro de aquellas bocas, un ácido mortal esperaba para privarlo de su vida.
Trato de contener el aire en sus pulmones y no respirar. Aquel aliento provocaba arcadas.
Se movió a la derecha esquivando otro ataque. Se agachó eludiendo el siguiente, y comenzó a correr, serpenteando las cabezas del dragón.
Los alaridos de dolor aumentaban cuando entre sus huidas, Naruto cortaba las cabezas. Algunos cortes eran mortales, otros, simples molestias.
Con un movimiento de su katana repelió aquellos colmillos que lo atacaron por la espalda.
Sus instintos gritaron cuando otra cabeza apareció por su costado derecho, abriendo sus fauces. Movió su cabeza levemente dejando pasar un disparo de ácido, salido de aquella cabeza.
De reojo, Naruto observo como la roca detrás suyo se derretía levemente.
- (Es fuerte)-
Saltó y dio un giro de 360 en el aire esquivando un ataque por su izquierda. Aquella cabeza que lo atacó, cayó al suelo con un sonido seco, luego de ser cortada por completo.
Sin duda, era la pelea más difícil de toda su vida. Sus cien cabezas, que ya eran un par menos; su ácido, y veneno, lo hacían un enemigo de temer.
- (Mi fuerza)-
Más cortes oscuros cortaron más cabezas.
- (¿Eh?)-
Su visión se había nublado, no pudiendo ver más allá de veinte centímetros. Las cabezas de su enemigo parecían manchas negras moviéndose por el aire.
Un segundo en una batalla podría ser crucial. Y Ladón aprovecho esos tres de desconcierto en el semidiós.
Solo su audición y sus años de entrenamiento hicieron que Naruto se cubriera con su katana en el último segundo. Evitando así su segura muerte.
Sin embargo, la cabeza de Ladón lo había golpeado con demasiada fuerza, ocasionando que Naruto saliera disparado metros atrás.
Su espalda choco con fuerza contra una roca. Un par de costillas de seguro estarían rotas. Cayó deslizándose hasta el suelo quedando sentado. Su espalda estaba apoyada contra la dureza de aquella piedra.
Sus músculos ardian, su corazón latía deprisa llevando sangre a más velocidad, su visión seguía borrosa.
- (¿Qué sucede?)-
Su respuesta vino en forma de dolor.
Al costado de su cuerpo, la herida producida por Ládon ardía. Aquella herida que recibió por salvar a Zoë del golpe.
- (Ya veo. Su veneno ya estaba en mi cuerpo)-
Sonrió de forma derrotada.
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El tiempo se acababa. Si aquel ejército llegaba a la cima, los arrollaría. Los ojos de Percy se encontraron de nuevo con los de Annabeth. Ella asintió.
Miró a Thalia y Zoë, y sintió que morir luchando con amigas como aquéllas no era lo peor que podía pasarte en este mundo.
- Ahora- dijo.
Y se lanzaron juntos a la carga.
Thalia fue directa hacia Luke.
El poder de su escudo era tan tremendo que las mujeres-dragón de su guardia soltaron el ataúd de oro y salieron corriendo despavoridas. Pero, a pesar de su aspecto enfermizo, Luke seguía siendo muy rápido con la espada, casi al mismo nivel que Naruto.
Gruñó como un animal salvaje y pasó al contraataque. Cuando su espada, Backbiter, se estrelló contra el escudo de Thalia, saltó entre ambos una gran bola de fuego que giró en el aire con lengüetas abrasadoras.
En cuanto a Percy, cometió la mayor estupidez de su vida, lo cual ya es decir. Ataco al titán, al señor Atlas.
Él se echó a reír mientras se acercaba. Una enorme jabalina apareció en sus manos y su traje de seda se disolvió para convertirse en una armadura de combate griega.
- ¡Vamos allá!-
- ¡Percy!- exclamó Zoë-. ¡Cuidado!-
Blandío su espada, pero él lo golpeó con el mango de su jabalina. Salió volando y se estrello contra un muro negro. Ya no era la Niebla. El palacio se estaba alzando, piedra a piedra. Se estaba volviendo real.
- ¡Estúpido!- gritó Atlas, pletórico, apartando de un manotazo una flecha de Zoë-. ¿Te habías creído que sólo porque desafiaste una vez a ese insignificante diosecillo de la guerra podías hacerme frente a mí?-
La sola mención de Ares le transmitió una especie de descarga. Sacudió su aturdimiento y cargo contra él otra vez. Si lograba llegar a aquel estanque lleno de agua, podría multiplicar sus fuerzas.
La punta de la jabalina venía hacia el como una guadaña. Alzo a Contracorriente para cortar por la mitad el astil de su arma, pero entonces sintió que el brazo se le doblaba. Su espada pesaba de repente una tonelada.
Recordó la advertencia de Ares en la playa de Los Ángeles hacía ya tanto tiempo: « Cuando más la necesites, tu espada te fallará».
- ¡Ahora no!- suplico en silencio.
Pero no le sirvió de nada. Aunque trato de esquivarla, la jabalina le dio de costado y lo mandó a volar por los aires como un muñeco de trapo. Se dio un costalazo tremendo; la cabeza le daba vueltas. Levanto la vista y vio que había caído a los pies de Artemisa, que seguía tensa bajo el peso del cielo.
- ¡Corre, chico!- jadeó-. ¡Corre!-
Atlas se aproximó sin prisas. Percy había perdido la espada. Se le había resbalado y había caído por el borde del precipicio.
Volvería a aparecer en su bolsillo tal vez en unos segundos, pero entonces ya estaría muerto. Luke y Thalia combatían como demonios mientras los relámpagos chisporroteaban a su alrededor. Annabeth estaba en el suelo, forcejeando desesperadamente con sus ligaduras.
- Muere, pequeño héroe- dijo Atlas.
Alzó su jabalina para traspasarlo.
- ¡No!- chilló Zoë.
En un abrir y cerrar de ojos se incrustaron varias flechas en la axila del titán, justo en la articulación de su armadura.
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Oscuridad, y nada más. Todo a su alrededor era de color oscuro, ni siquiera se podía ver sus propias manos.
- Patetico-
Burlesca. Jamás había oído aquella voz, pero muy en el fondo, sentía que si.
- Realmente patetico-
Y como por arte de magia, la oscuridad abandono el lugar, pudiendo ver lo que habitaba en ella.
Se encontraba en un gran salón. Muy parecido al de los castillos antiguos. Con velas encendidas, pinturas, y una gran alfombra carmesí. Y cuando esta terminaba, un trono. Pero era un trono distinto al que había visto en películas, este, estaba levitando en el aire a unos metros del suelo.
Sentado en él, una mujer.
Un ligero temblor recorrió su cuerpo cuando la vio.
- Madre-
Algo dentro suyo le decía que lo era. La sonrisa que puso la mujer en su rostro se lo confirmo.
La diosa movió su mano, agitando la copa que estaba en esta. El dulce aroma de las uvas llegó a su nariz.
- Naru, Naru, Naru-
Su tono de voz era frío, como si un bloque de hielo estuviese bajando por tu espalda.
- Me estás aburriendo- exclamó dándole un sorbo a su bebida.
Como si la pieza faltante de un rompecabezas hubiese sido puesta, Naruto lo entendio todo. Su infancia en la calle, sus peleas contra los monstruos, aquellas casualidades. Todo había sido por ella, por su madre. No, no merecía aquel titulo.
Los ojos de Naruto se volvieron dos témpanos de hielo.
- ¿Qué quieres?-
- Vamos, no te pongas así- dijo la diosa-. Solo quiero darte una pequeña ayuda-
- No necesito nada de ti-
- ¿Seguro?- pregunto con arrogancia moviendo sus manos, de la oscuridad se formo las figuras de los amigos del semidiós-. Con tus heridas, morirás. Y tus amigos, morirán- la figura de Atlas apareció asesinando a todos.
Para rematar, la oscuridad desaparecio, para aparecer de nuevo mostrando otra imagen. A Atlas sosteniendo la cabeza de Zoë, degollada. El campamento destruido, el Olimpo en pedazos, y el mundo en caos.
Naruto bajo la mirada hacia el suelo.
- ¿Qué quieres?-
Los dioses no ayudaban gratis. Los dioses siempre buscaban algo a cambio.
Nyx se llevo uno de sus dedos a su mejilla, picandola varias veces, como si estuviese pensando.
- Divierteme-
La figura de la diosa desapareció, y todo se volvió oscuridad.
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Naruto se levanto del suelo. Sus heridas habían cerrado, y el veneno que corría por su sangre, había sido erradicado.
Abrió sus ojos mostrando que su pupila, córnea y iris, habían desaparecido. Sus ojos estaban blancos, como los de una bestia salvaje.
El poder de la diosa de la noche recorría hasta el ultimo centímetro del cuerpo del chico.
- Tú cuerpo es tan débil que no aguanta ni el 10% de mi poder. Eres un ser defectuoso-
A pasos lentos, el semidiós se acercaba a Ladón. El dragón volvió a alzarse contra el chico.
- No tienes nada en especial. Y eso... es lo que te hace especial-
Cinco cabezas rugieron lanzándose al ataque. Naruto pisó con fuerza, y el suelo debajo de su pie se hundió unos centímetros. De su boca salió un pequeño gruñido, como el de un animal. Y arremetió contra Ladón.
- Esa bestia ya no es oponente para ti. Acaba con él-
Las bocas abrieron sus fauces dispuestas a tragarse al semidiós.
Fii~
El sonido de algo cortar el aire resonó. Las cinco cabezas cayeron al suelo inertes.
El instinto animal del monstruo gritó que aquel semidiós era una amenaza, pero lo ignoro. Después de todo fue creado para defender el árbol.
Las cabezas eran cortadas, y la sangre bañaba el suelo.
Era una batalla brutal.
La katana repelió aquellos colmillos que de un rasguño te mandarían al infierno.
Saltó esquivando un ataque frontal. En el aire, indefenso, otra cabeza ataco. No podía esquivarlo, estaba a centímetros.
Naruto lanzó la katana hacia el suelo. Igual que la espada de Percy, Gungnir volvía a su dueño si se perdía.
La boca se abrió tratando de devorar al semidiós.
Usando sus brazos atrapo los colmillos superiores, y con sus piernas frenó la mandíbula inferior. Con solo su fuerza física evitaba que aquel dragón cerrara la boca.
La cabeza se agito varias veces, y Naruto salió disparado para arriba.
A cuarenta o cuarenta y cinco metros de altura quedó el semidiós que miraba hacia bajo, viendo al dragón.
Naruto comenzó a descender producto de la gravedad. Todas las cabezas del dragón miraban hacía arriba abriendo sus fauces.
A medida que caía, la katana apareció en su mano derecha, estallando en oscuridad.
30 metros.
Ladón rugió viendo a su banquete caer directo hacía él.
25 metros.
La katana ganó más poder. El cuerpo de Naruto llegó a su limite.
20 metros.
Naruto ataco, y Ladón siguió su ejemplo.
Una luz oscura cegó todo el lugar.
El semidiós aterrizo, y rodó por el suelo inmediatamente, aún con eso, sus piernas temblaban. Caer desde esa altura, sino hubiese sido semidiós, sus piernas se hubieran roto. Aunque podía sentir algunos músculos de estas desgarrados.
Miró para arriba viendo a Ladón.
Un fino hilo de sangre apareció en el pecho del dragón. Y tan solo segundos después, el sonido de carne desgarrarse.
El cadáver del dragón cayó inerte, cortado en dos.
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Cada músculo del cuerpo de Percy se volvió de fuego. Era como si los huesos se le estuvieran derritiendo. Quería gritar, pero no tenía fuerzas ni para abrir la boca. Empezo a ceder poco a poco. El peso del cielo lo aplastaba.
La visión se le hacía borrosa. Todo estaba teñido de rojo. Entrevio algunas imágenes de la batalla, pero no estaba seguro de distinguir nada con claridad. Creyo ver a Atlas con su armadura de combate y su jabalina, riendo como un loco mientras peleaba. Y más allá, le pareció ver a Artemisa: un borrón plateado. Manejaba dos tremendos cuchillos de caza, cada uno tan largo como su brazo, y le lanzaba estocadas al titán con furia, al tiempo que esquivaba sus golpes y daba saltos con una gracia increíble. Parecía cambiar de aspecto mientras maniobraba. Era un tigre, una gacela, un oso, un halcón.
A lo mejor aquello era producto de su imaginación enfebrecida. Zoë le disparaba flechas a su padre, buscando las junturas de su armadura. Atlas rugía de dolor cada vez que una de ellas le acertaba, aunque para él no pasaban de ser como una picadura de abeja, lo cual no lograba otra cosa que enfurecerlo todavía más.
Thalia y Luke luchaban lanza contra espada con los relámpagos centelleando a su alrededor.
Atlas avanzaba, hostigando a Artemisa. La diosa era rápida, pero la fuerza del titán resultaba arrolladora. Su jabalina se clavó en el suelo abriendo una fisura en la roca, justo donde Artemisa había estado un segundo antes. Atlas la cruzó de un salto y siguió persiguiéndola. Parecía que ella lo arrastrase hacia Percy.
- Combates bien para ser una chica- le dijo Atlas riendo-. Pero no eres rival para mí-
Le hizo una finta con la punta de la jabalina y Artemisa la esquivó. Rápidamente, volteó la jabalina y derribó a la diosa dándole en las piernas. Mientras ella caía al suelo, Atlas se dispuso a asestarle el golpe definitivo.
- ¡No!- gritó Zoë.
Saltó entre su padre y Artemisa y lanzó una flecha a la frente del titán, donde quedó alojada como el cuerno de un unicornio. Atlas bramó de rabia, y alzó su brazo, listo para darle un manotazo.
Zoë no podía esquivarlo.
- (Lo siento mi señora)- pensó cerrando sus ojos-. (Naruto)-
¿Por qué en su muerte pensaba en aquel chico?
Aquellos ojos, esa sonrisa, esa actitud. Finalmente lo entendió, se había enamorado.
El aliento de la muerte soplaba detrás de ella.
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Minutos antes.
Usando su arma como bastón, Naruto caminaba lentamente cuesta arriba, en busca de sus amigos.
Siempre tuvo un limite en cuanta oscuridad podía usar al día. Y hoy ya había llegado. Su cuerpo estaba al limite. No podría volver a usar sus poderes por varios días.
Quería detenerse, sus músculos desgarrados lo pedían a gritos, pero quería verlos.
Estaba tan cerca. Y su cuerpo se congelo cuando observo aquella escena. Desde la playa donde había atracado la Princesa Andrómeda, subía por la ladera de la montaña un gran ejército en formación. Dracaenae y lestrigones, monstruos y mestizos, perros del infierno, arpías y otras criaturas. Debían de haber vaciado el barco entero, porque eran centenares. Y marchaban hacia la cima, donde estaban todos. En unos minutos estarían allí arriba.
Ignorando el dolor apresuró su paso. 300 metros. Diviso figuras peleando. Reconoció a Atlas, ya que era el más grande. Estaba ganando, necesitaba hacer algo.
La risa de Nyx sonó cerca de sus oídos.
Su cuerpo pedía a gritos que no lo hiciera.
Alzó su katana sosteniéndola en el aire. Desde la punta hasta la base del arma, la oscuridad volvió a surgir.
- Esto si que es divertido-
Los ojos de Naruto estaban fijos en la batalla.
- Tu cuerpo ha llegado al límite. ¿Qué pasará si sigues usando mi poder? ¡Lo sabía! ¡Haces todo tan divertido!-
[Inserte Black Cover op 1]
La diosa se rió, sin importarle su hijo. Como si aquello no fuera nada.
Naruto solo estaba concentrado en la batalla, sin escuchar.
Atlas derrumbo a Artemisa, y Zoë saltó a defender a su señora, preparada para morir.
Una gota de sudor se deslizo por su rostro hasta impactar con el piso.
- ¡Zona oscura!-
La oscuridad pareció extenderse por todos lados, pero solo el semidiós podía verla. Y entre la oscuridad, una figura blanca resaltaba, Atlas.
- "Yamimatoi Jigengiri ¡Higan!" (Manto Oscuro- Corte Dimensional. ¡Nirvana!)-
Naruto descendió su katana y el poderoso ataque salió disparado cortando todo en su camino.
Fin del capítulo.
Mí capítulo favorito hasta el momento. Espero que les haya gustado.
Nos leemos en los comentarios o en otros de mis fics.
Bye-bye~
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