X.

Cabalgaron sobre el jabalí hasta que se puso el sol.

Imagínate andar todo el día montado en un cepillo de acero sobre un camino pedregoso. Así de cómodo más o menos era viajar sobre aquella bestia.

No tenian ni idea de cuántos kilómetros recorrieron, pero sí sabian que las montañas se desvanecieron en el horizonte y cedieron paso a una interminable extensión de tierra llana y seca.

La hierba y los matorrales se iban haciendo más y más escasos y, finalmente, se encontraban en el desierto.

Al caer la noche, el jabalí se detuvo junto a un arroyo con un bufido y se puso a beber aquella agua turbia.

Luego arrancó un cactus y empezó a masticarlo. Con púas y todo.

- Ya no irá más lejos- dijo Grover-. Tenemos que marcharnos mientras come-

No hizo falta que insistiera.

Se deslizaron por detrás mientras él seguía devorando su cactus y se alejaron renqueando con los traseros doloridos.

Después de tragarse tres cactus y de beber más agua embarrada, el jabalí soltó un chillido y un eructo, dio media vuelta y echó a galopar hacia el este.

- Prefiere las montañas- exclamo Percy.

- No me extraña- respondió Thalia-. Mira-

Ante ellos se extendía una antigua carretera de dos carriles cubierta de arena. Al otro lado había un grupo de construcciones demasiado pequeño para ser un pueblo: una casa protegida con tablones de madera, un bar de tacos mexicanos con aspecto de llevar cerrado desde antes de que naciera Zoë y una oficina de correos de estuco blanco con un cartel medio torcido sobre la entrada que rezaba: « Gila Claw, Arizona». Más allá había una serie de colinas... aunque de repente se dieron cuenta de que no eran colinas.

El terreno era demasiado llano para eso. No: eran montones enormes de coches viejos, electrodomésticos y chatarra diversa. Una chatarrería que parecía extenderse interminablemente en el horizonte.

- Uau- se asombro el hijo de Poseidón.

- Algo me dice que no vamos a encontrar un servicio de alquiler de coches aquí- dijo Naruto echándole una mirada a Grover-. ¿Supongo que no tendrás otro jabalí escondido en la manga?-

Grover husmeaba el aire, nervioso. Sacó sus bellotas y las arrojó a la arena; luego tocó sus flautas. Las bellotas se recolocaron formando un dibujo que no tenía sentido para nadie, pero que Grover observaba con gesto preocupado.

- Esos somos nosotros- dijo-. Esas cinco bellotas de ahí-

- ¿Cuál soy yo?- pregunto Percy.

- La pequeña y deformada- apuntó Zoë.

Naruto ahogo una pequeña risa.

- Cierra el pico-

- El problema es ese grupo de allí- dijo Grover, señalando a la izquierda.

- ¿Un monstruo?- preguntó Thalia.

Grover parecía muy inquieto.

- No huelo nada, lo cual no tiene sentido. Pero las bellotas no mienten. Nuestro próximo desafío...-

Señaló directamente la chatarrería. A la escasa luz del crepúsculo, las colinas de metal parecían pertenecer a otro planeta.

Decididieron acampar allí y recorrer la chatarrería por la mañana.

Nadie quería zambullirse en plena oscuridad entre los escombros. Excepto Naruto, que tu madre sea la diosa de la noche te daba ciertas ventajas en ese terreno.

La noche era helada. Grover, Naruto y Percy reunieron los tablones de la casa en ruinas y Thalia les lanzó una descarga eléctrica para prenderles fuego y formar una hoguera.

Enseguida se sintieron tan cómodamente instalados cómo es posible estarlo en una ciudad fantasma en medio de la nada.

- Han salido las estrellas- observó Zoë.

Tenía razón. Había millones de estrellas, y ninguna ciudad cuyo resplandor volviera anaranjado el cielo.

- Increíble- dijo Bianca-. Nunca había visto la Vía Láctea-

- Esto no es nada- repuso Zoë-. En los viejos tiempos había muchas más. Han desaparecido constelaciones enteras por la contaminación lumínica del hombre-

- Lo dices como si no fueses humana- exclamo Percy.

Ella arqueó una ceja.

- Soy una cazadora. Me desazona lo que ocurre con los rincones salvajes de la tierra. ¿Puede decirse lo mismo de vos?-

- De « ti»- la corrigió Thalia-. No de « vos»-

Zoë alzó las manos, exasperada.

- No soporto este idioma. ¡Cambia demasiado a menudo!-

Grover soltó un suspiro, todavía contemplando las estrellas, como si siguiera pensando en la contaminación lumínica.

- Si Pan estuviera aquí, pondría las cosas en su sitio-

Zoë asintió con tristeza.

- Quizá haya sido el café- añadió Grover-. Me estaba tomando una taza y ha llegado ese viento. Tal vez si tomase más café...-

Naruto estaba seguro de que el café no tenía nada que ver con lo ocurrido en Cloudcroft, pero le faltó valor para decírselo. Se acordó de la rata de goma y los pajaritos que habían cobrado vida al soplar aquel viento.

- ¿Realmente crees que ha sido Pan?- pregunto viendo la hermosa noche presente-. Ya sé que a ti te gustaría que así fuera...-

-Nos ha enviado ayuda- insistió-. No sé cómo ni por qué. Pero era su presencia. Cuando esta búsqueda termine, volveré a Nuevo México y tomaré un montón de café. Es la mejor pista que hemos encontrado en dos mil años. He estado tan cerca...-

Naruto no respondió. No quería chafar sus esperanzas.

- Lo que a mí me gustaría saber- dijo Thalia mirando a Bianca-. Es cómo has destruido a uno de esos zombis. Quedan muchos todavía. Tenemos que saber cómo combatirlos-

Bianca meneó la cabeza.

- No lo sé. Simplemente le clavé el cuchillo y enseguida quedó envuelto en llamas-

- A lo mejor tu cuchillo tiene algo especial- apunto Percy.

- Es igual que el mío- dijo Zoë-. Bronce celestial. Pero mis cuchilladas no los afectaban de esa manera-

- Quizá haya que apuñalarlos en un punto especial- volvió a hablar el hijo del mar.

A Bianca parecía incomodarla haberse convertido en el centro de la conversación.

- No importa- prosiguió Zoë-. Ya hallaremos la respuesta. Entretanto, hemos de planear el próximo paso. Una vez cruzada esa chatarrería, tenemos que seguir hacia el oeste. Si encontráramos una carretera transitada, podríamos llegar en autostop a la ciudad más próxima. Las Vegas, creo-

Algo de lo que nadie se había dado cuenta, ni siquiera ella misma. Es que la cazadora lanzaba cada cierto tiempo miradas a Naruto, observando sus movimientos, como si estuviese estudiándolo.

Cuando algo comienza a atraerte, el ser humano empieza a observarlo más y más, inconscientemente.

- ¡No!- gritó Bianca-. ¡Allí no!-

Parecía presa del pánico, como si acabara de bajar la pendiente más brutal de una montaña rusa.

Zoë frunció el entrecejo.

- ¿Por qué?-

Bianca tomó aliento, temblorosa.

- Cr... Creo que pasamos una temporada allí. Nico y yo. Mientras viajábamos. Y luego... ya no recuerdo...-

- Bianca- llamo Percy-. Ese hotel donde estuvieron... ¿no se llamaría Hotel Casino Loto?-

Ella abrió unos ojos como platos.

- ¿Cómo lo has sabido?-

-Fantástico...- murmuró.

- A ver, un momento- intervino Naruto-. ¿Qué es el Casino Loto?-

- Hace un par de años- explico-. Grover, Annabeth y yo nos quedamos atrapados allí. Ese hotel está diseñado para que nunca desees marcharte. Estuvimos alrededor de una hora, pero cuando salimos habían pasado cinco días. El tiempo va más rápido fuera que dentro del hotel-

- Ahhh, es verdad. Me lo habías contado- menciono Naruto.

- Pero... no puede ser- terció Bianca.

- Tú me contaste que llegó alguien y los sacó de allí- dijo Percy.

- Sí-

- ¿Qué aspecto tenía? ¿Qué dijo?-

- No... No lo recuerdo... No quiero seguir hablando de esto. Por favor-

Zoë se echó hacia delante, con el entrecejo fruncido.

- Dijiste que Washington estaba muy cambiado cuando fuiste el verano pasado. Que no recordabas que hubiera metro allí-

- Sí, pero...-

- Bianca- dijo Zoë-. ¿Podrías decirme cuál es el nombre del presidente de Estados Unidos?-

- No seas tonta- resopló ella, y pronunció el nombre correcto.

- ¿Y el presidente anterior?- insistió Zoë.

Ella reflexionó un momento.

- Roosevelt-

Zoë tragó saliva.

- ¿Theodore o Franklin?-

- Franklin-

- Bianca- dijo Zoë-. El último presidente no fue Franklin Delano Roosevelt. Su presidencia terminó hace casi setenta años, en mil novecientos cuarenta y cinco. Y la de Theodore, en mil novecientos nueve-

- Imposible- se revolvió Bianca-. Yo... no soy tan vieja- se miró las manos como para comprobar que no las tenía arrugadas.

Thalia la miró con tristeza. Ella sabía muy bien lo que era quedar sustraída al paso del tiempo transitoriamente.

- No pasa nada, Bianca- le dijo-. Lo importante es que tú y Nico se salvaron. Consiguieron liberarse de ese lugar-

- ¿Pero cómo?- pregunto Percy-. Nosotros pasamos allí sólo una hora y escapamos por los pelos. ¿Cómo podrías escaparte después de tanto tiempo?-

- Ya te lo conté- Bianca parecía a punto de llorar-. Llegó un hombre y nos dijo que era hora de marcharse. Y...-

- Pero ¿quién era? ¿Y por qué fue a buscarlos?-

Al ver el estado en el que se encontraba la cazadora novata, Naruto intervino.

- Percy, basta. Hablara cuando esté mejor- exclamo afilando su mirada-. Déjala tranquila-

Antes de que pudiera responder, un fogonazo repentino los deslumbró desde la vieja carretera.

Eran los faros de un coche surgido de la nada.

Recogieron los sacos de dormir y se apresuraron a apartarse mientras una limusina de un blanco inmaculado se detenía ante ellos.

La puerta trasera se abrió justo delante de Percy. Antes de que pudiera dar un paso atrás, sintió la punta de una espada en la garganta.

Bianca y Zoë tensaban sus arcos. El dueño de la espada bajaba de la limusina, Percy retrocedio muy despacio. No tenía otro remedio: lo presionaban con la punta aguzada justo debajo de la barbilla.

Sonrió con crueldad.

- Ahora no eres tan rápido, ¿verdad, gamberro?-

Era un tipo fornido con el pelo cortado al cepillo, con una cazadora de cuero negro de motorista, téjanos negros, camiseta sin mangas y botas militares. Llevaba gafas de sol.

- Ares- refunfuñó Percy.

El dios de la guerra echó un vistazo a todo el grupo.

- Descansen- dijo.

Chasqueó los dedos y las armas cayeron al suelo. Bueno, casi todas. La de Naruto no se movió ningún centímetro.

- Mi arma solo me abodece a mi- menciono Naruto con una pequeña sonrisa.

Ares chasqueó la lengua.

- Esto es un encuentro amistoso- Hincó un poco más la punta de la espada en la garganta de Percy-. Me encantaría llevarme tu cabeza de trofeo, desde luego, pero hay alguien que quiere verte. Y yo nunca decapito a mis enemigos ante una dama-

- ¿Qué dama?- preguntó Thalia.

Ares la miró.

- Vaya, vaya. Sabía que habías vuelto- bajó la espada y le dio un empujón al semidiós-. Thalia, hija de Zeus- murmuró-. No andas en buena compañía-

- Tú tampoco que digamos- susurro Naruto de brazos cruzados sin ser escuchado.

- ¿Qué pretendes, Ares?- replicó ella-. ¿Quién está en el coche?-

El dios sonrió, disfrutando de su protagonismo.

- Bueno, dudo que ella quiera ver a los demás. Sobre todo, a ésas- señaló con la barbilla a Zoë y Bianca-. ¿Por qué no van a comer unos tacos mientras esperan? Percy solo tardará unos minutos-

- No vamos a dejarlo solo con vos, señor Ares- contestó Zoë.

- Además- acertó a decir Grover-. La taquería está cerrada-

Ares chasqueó los dedos de nuevo.

Las luces del bar cobraron vida súbitamente. Saltaron los tablones que cubrían la puerta y el cartel de « Cerrado» se dio la vuelta: ahora ponía « Abierto».

- ¿Decías algo, niño cabra?-

- Hagan caso- dijo Percy-. Yo me las arreglo-

- Ya han oído al chico- dijo-. Es un tipo fuerte y lo tiene todo controlado-

El grupo se dirigió a la taquería de mala gana.

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La limusina se había esfumado. La carretera, el bar de tacos mexicanos y las casas de Gila Claw también habían desaparecido. Ahora estaban en medio de la chatarrería, rodeados de montañas de despojos metálicos que se extendían interminablemente a ambos lados.

- ¿Qué quería de ti?- preguntó Bianca a Percy cuando este les conto quién era la ocupante de la limusina.

- Pues... en realidad no estoy seguro- mintío-. Me dijo que tuviéramos cuidado en la chatarrería de su marido. Y que no nos quedáramos nada-

Zoë entornó los ojos.

- La diosa del amor no haría un viaje sólo para decir esa tontería. Cuidado, Percy. Afrodita ha llevado a muchos héroes por el mal camino-

- Por una vez, coincido con Zoë- dijo Thalia-. No puedes fiarte de Afrodita-

- Bueno- dijo, deseando cambiar de tema-. ¿Y cómo vamos a salir de aquí?-

- Por allá- dijeron a la vez Naruto y Zoë-. Eso es el oeste-

Todo el grupo miro extraño aquella coincidencia.

- Perdón- se disculpo Naruto riendo un poco.

- No pasa nada. Olvide a tu madre, era obvio que sabrías sobre las estrellas- exclamo Zoë.

- ¿Estrellas?- pregunto confundido Percy.

- La Osa Mayor está al norte- dijo-. Lo cual significa que esto ha de ser el oeste-

Señaló la constelación del norte, que no resultaba fácil de identificar porque había muchas otras estrellas.

-Ah, ya- dije Perseus-. El oso ese-

Naruto sonrió.

Zoë pareció ofenderse.

- Habla con respeto. Era un gran oso. Un digno adversario-

- Lo dices como si hubiera existido.-

- Chicos- interrumpió Grover-. Miren-

Habían llegado a la cima de la montaña de chatarra. Montones de objetos metálicos brillaban a la luz de la luna: cabezas de caballo metálicas, rotas y oxidadas; piernas de bronce de estatuas humanas; carros aplastados; toneladas de escudos, espadas y otras armas. Todo ello mezclado con artilugios modernos como automóviles de brillos dorados y plateados, frigoríficos, lavadoras, pantallas de ordenador...

- Uau- dijo Bianca-. Hay cosas que parecen de oro-

- (Porque lo son)- pensó Naruto serio, algo no le gustaba.

- Lo son - respondió Thalia, muy seria-. Como ha dicho Percy, no toquen nada. Esto es la chatarrería de los dioses-

- ¿Chatarra?- Grover recogió una bella corona de oro, plata y pedrería. Estaba rota por un lado, como si la hubiesen partido con un hacha-. ¿A esto llamas chatarra?- mordió un trocito y empezó a masticar-. ¡Está delicioso!-

Thalia le arrancó la corona de las manos.

- ¡Hablo en serio!-

- ¡Miren!- exclamo Bianca. Se lanzó corriendo por la pendiente, dando traspiés entre bobinas de bronce y bandejas doradas, y recogió un arco de plata que destellaba-. ¡Un arco de cazadora!-

Soltó un gritito de sorpresa cuando el arco empezó a encogerse para convertirse en un pasador de pelo con forma de luna creciente.

- Es como la espada de Percy-

Zoë la miraba con severidad.

- Déjalo, Bianca-

- Pero...-

- Si está aquí, por algo será. Cualquier cosa que hayan tirado en este depósito debe permanecer aquí. Puede ser defectuosa. O estar maldita-

Bianca dejó el pasador a regañadientes.

- No me gusta nada este sitio- dijo Thalia, aferrando su lanza.

- ¿Crees que nos atacará un ejército de frigoríficos asesinos?- bromeo Percy.

Ella le lanzó una mirada fulminante.

- Zoë tiene razón, Percy. Si han tirado todas estas cosas, habrá un motivo. Y ahora en marcha. Tratemos de salir de aquí- exclamo Thalia.

- Es la segunda vez que estás de acuerdo con Zoë- se burlo, pero ella no le hizo caso.

Avanzaron con cautela entre las colinas y los valles de desechos. Aquello parecía no acabarse nunca, y si no llega a ser por la Osa Mayor, seguro que se habrían perdido, porque todas las montañas parecían iguales.

Finalmente, a un kilómetro divisaron el final de la chatarrería y las luces de una autopista que cruzaba el desierto. Pero entre ellos y la autopista... - ¿Qué es eso?-exclamo Bianca.

Justo enfrente se elevaba una colina más grande y larga que las demás. Tenía unos seis metros de altura y una cima plana del tamaño de un campo de fútbol, lo que la convertía en una meseta. En uno de sus extremos había diez gruesas columnas metálicas, apretujadas unas contra otras.

Bianca arrugó el entrecejo.

- Parecen...-

- Dedos de pies- se adelantó Grover.

Bianca asintió.

- Pero colosales- comento Naruto.

Zoë y Thalia se miraron, nerviosas.

- Daremos un rodeo- dijo Thalia-. A buena distancia-

- Pero la carretera está allí mismo- protesto Percy-. Es más fácil trepar por ahí-

¡Tong!

Thalia blandió su lanza, Naruto su katana, Zoë sacó el arco. Pero sólo era Grover. Había lanzado un trozo de metal hacia aquellos dedos gigantescos y había acertado a uno. Por la manera de resonar, las columnas parecían huecas.

- ¿Por qué has hecho eso?- lo riñó Zoë.

Grover la miró, avergonzado.

- No sé. No me gustan los pies postizos-

- Vamos- dijo Thalia, mirando a Percy-. Daremos ese rodeo-

Nadie discutió. Aquellos dedos empezaban a asustar a todos. Osea... ¿a quién se le ocurre esculpir unos dedos metálicos de tres metros de altura para luego dejarlos clavados en un vertedero?.

Tras un buen rato caminando, llegaron por fin a la autopista: un trecho asfaltado y bien iluminado, aunque desierto.

- Lo conseguimos- dijo Zoë-. Gracias a los dioses-

- Ay no- susurro Naruto siendo escuchado por todos-. Dijiste la frase-

Pero a los dioses no les apetecía que les dieran las gracias, porque en ese momento se oyó un estruendo como de un millar de trituradoras de basura espachurrando metal.

Se voltearon alarmados. A sus espaldas, la montaña de chatarra se removía y empezaba a levantarse.

Las diez columnas se doblaron y entonces comprendieron por qué parecían dedos: eran dedos. Lo que se alzó por fin entre los escombros era un gigante de bronce con armadura de combate griega. Era increíblemente alto, un rascacielos con piernas y brazos que relucía de un modo siniestro al claro de luna.

Los miró desde allá arriba con su rostro deforme. Tenía el lado izquierdo medio fundido. Sus articulaciones crujían, oxidadas, y en el polvo de su pecho blindado un dedo gigante había escrito: « Lávame».

- ¡Talos!- gritó Zoë.

- ¿Quién es Talos?- balbuceo Percy.

- Una de las creaciones de Hefesto- dijo Thalia-. Pero éste no puede ser el original. Es demasiado pequeño. Un prototipo quizá. Un modelo defectuoso-

Al gigante de metal no le gustó la palabra « defectuoso».

Se llevó una mano a la cintura para sacar su espada, que emitió un chirrido espeluznante de metal contra metal mientras salía de la vaina. La hoja tendría treinta metros fácilmente. Se veía deslucida y oxidada, pero no parecia que eso importara demasiado. Recibir un golpe de ella sería como si te cayese encima un acorazado.

- Alguien se ha llevado algo- dijo Zoë-. ¿Quién ha sido?-

La cazadora miró con aire acusador a Percy, y luego a Naruto.

Rápidamente el rubio levanto las manos en el aire mientras negaba.

Percy nego con la cabeza.

- Seré muchas cosas, pero no soy un ladrón- dijo.

El defectuoso gigante dio un paso hacia ellos y recorrió la mitad de la distancia que los separaba, haciendo temblar el suelo.

- ¡Corran!- grito Grover.

Magnífico consejo, salvo que era inútil.

Incluso yendo despacio, en plan paseo, aquella cosa podía adelantarse y dejarlos atrás en un periquete si quería.

Se dispersaron. Thalia sacó su escudo y lo sostuvo en alto mientras corría por la autopista. El gigante lanzó un mandoble con su espada y arrancó unos cables eléctricos, que explotaron entre una lluvia de chispas y quedaron esparcidos en el asfalto, bloqueándole el paso a Thalia.

Las flechas de Zoë volaban hacia el rostro de la criatura, pero se hacían añicos contra el metal sin causarle merma alguna. Grover se puso a rebuznar como una cabra bebé y trepó por una montaña de escombros.

Bianca y Percy habían acabado juntos detrás de un carro desvencijado. Tras varios segundos el par tuvo que salir corriendo cuando el pie del gigante lo aplastaba todo y abría un cráter en el sitio donde se habían ocultado.

- ¡Eh, Talos!- gritó Grover para distraerlo, pero el monstruo alzó su espada sin perder de vista a Bianca y Percy.

Grover tocó una melodía rápida con sus flautas. En la autopista, los cables eléctricos empezaron a bailar. Uno de los postes, enganchado todavía a los cables, voló hacia la pierna del gigante y se le enrolló en la pantorrilla. Los cables chisporrotearon y enviaron una descarga que le dio una buena sacudida en el trasero.

Talos se volvió, chirriando y echando chispas. Grover les había proporcionado unos segundos con su maniobra.

El gigante seguía cargando contra Grover. Atravesó con su espada una montaña de chatarra y no le dio por muy poco, pero la avalancha de desechos metálicos se le vino encima y se lo tragó.

- ¡Maldito!- grito Naruto lanzando un corte oscuro.

La oscuridad lo golpeo en una de las rodillas oxidadas, doblandolo en el acto.

El gigante se tambaleó, pero volvió a incorporarse de inmediato. Era difícil decir si sentía algo. No se adivinaba la menor emoción en su rostro medio fundido, pero se intuía que estaba tan irritado como pueda estarlo un guerrero metálico de veinte pisos.

Tras cortos pero tensos segundos, Bianca salió corriendo hacia el pie izquierdo del gigante.

Naruto había conseguido atraer su atención por el momento. Había descubierto que el monstruo era grande pero muy lento. Si lograbas permanecer cerca sin que te aplastara, podías correr a su alrededor y mantenerte a salvo. Al menos, a el le estaba funcionando.

Bianca se situó junto al pie del gigante y procuró mantener el equilibrio sobre los hierros que se movían y balanceaban bajo aquel peso colosal.

- ¿Qué vas a hacer?- le chilló Zoë.

- ¡Haz que levante el pie!- gritó ella.

Zoë disparó una flecha a la cara del monstruo que le entró por un orificio de la nariz. Talos se enderezó de golpe y sacudió la cabeza.

- ¡Aquí, Chatarrillas!- grito Percy-. ¡Aquí abajo!-

Una sombra apareció rápidamente mostrando a Naruto. Su katana, fue balanceada ocasionando un tajo. Su hoja había abierto una hendidura en la superficie de bronce.

Talos bajó la vista y levantó el pie para aplastarlo como a una cucaracha. El pie descargó a sólo unos centímetros de la espalda del chico haciendo que saliera despedido por el aire. Percy también se llevo el mismo destino al estar cerca.

Percy golpeo con algo duro y se incorporo, aturdido. Había ido a parar a un frigorífico olímpico.

La espalda de Naruto impacto con fuerza sobre un viejo coche destrozando los vidrios de este.

Agitó su cabeza para deshacer aquel aturdimiento. Eso dejaría un gran moretón.

El monstruo estaba a punto de acabar con Percy, pero Grover se las había arreglado para desenterrarse de entre los montones de chatarra y se había puesto a tocar sus flautas frenéticamente. Su música disparó otro poste eléctrico hacia el monstruo y esta vez le dio en el muslo. Fue suficiente para que Talos se volviera.

Grover tendría que haber echado a correr, pero debía de estar demasiado exhausto por el esfuerzo. Dio un par de pasos, se desplomó y no volvió a levantarse.

- ¡Grover!- Thalia y Percy corrieron en su ayuda, pero era evidente que no llegarían a tiempo.

Naruto veía todo en cámara lenta, como uno de sus mejores amigos, moriría.

La adrenalina llenaba todo su cuerpo olvidándose de cualquier dolor. Su katana estallo en oscuridad, como si el mismo Tártaro hubiese sido invocado.

- Corte Oscuro-

Un enorme ataque salió disparado contra su enemigo, cortando como mantequilla su brazo.

Talos, con dificultad, se giro encarando a Naruto. Alzo su espada para hacerlo picadillo. Y de pronto se detuvo.

Ladeó la cabeza como si acabara de oír una música nueva y extraña. Empezó a mover a lo loco los brazos y las piernas, en plan Rey de la Pista, y acabó cerrando una mano y atizándose un puñetazo en la cara.

- ¡Dale, Bianca!- grito Percy.

Zoë lo miró horrorizada.

- ¿Está ahí dentro?-

El monstruo se tambaleó. Los semidioses se dieron cuenta que todavía corrían peligro. Cargaron a Grover entre Thalia y Percy, y corrieron hacia la autopista. Zoë iba delante ayudando a Naruto, que estaba debilitado.

- ¿Cómo va a salir de ahí dentro?- grito.

El gigante volvió a golpearse en la cabeza y dejó caer la espada. Un estremecimiento recorrió todo su cuerpo. Dando tumbos, se dirigió hacia los cables eléctricos.

- ¡Cuidado!- chillo Perseus, pero ya era demasiado tarde.

Los cables se enredaron en el tobillo del gigante y una serie de destellos azules lo recorrieron de arriba abajo. Rogaron que el interior estuviera aislado. No tenían ni idea de lo que estaría pasando allí dentro.

El monstruo se escoró hacia atrás y, de repente, su mano restante se le desprendió y fue a aterrizar en la montaña de chatarra con un espantoso ruido.

Se le soltó también el brazo izquierdo. Las articulaciones se le estaban descoyuntando.

Y entonces el gigante echó a correr, tambaleante.

- ¡Espera!- grito Zoë.

Salieron disparados tras él, pero era imposible darle alcance. Sus piezas seguían cayendo y se interponían en su camino.

Terminó desmoronándose de arriba abajo: primero la cabeza, luego el torso y por último las piernas se derrumbaron con un gran estruendo. Cuando llegaron junto a los restos, se pusieron a buscar frenéticamente mientras llamaban a Bianca.

Arrastrándose entre aquellas piezas monumentales y huecas, removieron sin descanso entre los escombros de piernas, brazos y cabeza hasta las primeras luces del alba, pero sin suerte.

Zoë se sentó y rompió a sollozar.

Verla en ese estado dejo pasmado a Naruto.

Thalia gritaba de rabia y atravesó con su espada la cabeza aplastada del gigante.

- Ahora que ya hay luz podemos seguir buscando- dijo Percy-. Vamos a encontrarla-

- No, no la encontraremos- gimió Grover, desolado-. Ha sucedido tal como estaba previsto-

- ¿Qué quieres decir?-

Él lo miró con ojos llorosos.

- La profecía. « Uno se perderá en la tierra sin lluvia»-

 En pleno desierto, Bianca di Angelo había desaparecido.

Naruto estaba alejado del resto. Sus manos se apretaron con fuerza enrojeciendo los nudillos. Su puño derecho se estampó contra el tallo del árbol más cercano.

- ¿De que me sirve ser tan fuerte...- pregunto quedando de rodillas en el suelo-. Si no puedo protegerlos?- sus ojos estaban llorosos.

Por primera vez en la vida, Naruto había conocido el sabor de la derrota.

Fin del capítulo.

Un capítulo largo. A partir de acá inicia el desarrollo de Naruto, y su desarrollo con Zoë.

La nueva portada está hecha por XDarkGenoX. Muchas gracias.

Espero que les este gustando el fic.

Nos vemos, bye-bye.

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