VIII.
El grupo de semidioses se encontraba cruzando el río Potomac cuando divisaron un helicóptero. Un modelo militar negro y reluciente. Y iba directo hacía ellos.
- Han identificado la fugorneta- advirtió Percy-. Tenemos que abandonarla-
Zoë viró bruscamente y se metió en el carril de la izquierda. El helicóptero ganaba terreno.
- Quizá los militares lo derriben- dijo Grover, esperanzado.
- Los militares deben de creer que es uno de los suyos- continuo hablando Percy-. ¿Cómo se las arregla el General para utilizar mortales?-
- Son mercenarios- repuso Zoë con amargura-. Es repulsivo, pero muchos mortales son capaces de luchar por cualquier causa con tal de que les paguen-
- Pero ¿es que no comprenden para quién están trabajando?- pregunto el hijo de Poseidón-. ¿No ven a los monstruos que los rodean?-
Zoë meneó la cabeza.
- No sé hasta qué punto ven a través de la Niebla. Pero dudo que les importase mucho si supieran la verdad- exclamo Naruto invocando su katana-. A veces los mortales pueden ser más horribles que los monstruos-
El helicóptero seguía aproximándose. A aquel paso acabarían batiendo una marca mundial, mientras que los semidioses, con el tráfico de Washington, lo tenían más difícil.
Thalia cerró los ojos y se puso a rezar.
- Eh, papá. Un rayo nos iría de maravilla ahora mismo. Por favor-
Pero el cielo permaneció gris y cubierto de nubes cargadas de aguanieve. Ni un solo indicio de una buena tormenta.
- No pueden intervenir- menciono Naruto mientras su arma parecía vibrar-. Yo me encargo de ellos- sentencio para abrir la puerta del vehículo y treparse al techo.
La katana comenzó a llenarse de oscuridad, preparada para lanzar aquel corte oscuro que cortaría el helicóptero en dos.
El grupo dentro del vehículo se sorprendió cuando escucharon el sonido de algo golpear contra el techo.
Percy sacó la cabeza por la ventanilla para ver que había pasado.
- ¡Naruto!- grito preocupado el semidiós.
El hijo de Nyx estaba de rodillas en el techo tratando de respirar.
- ¡¿Qué paso?!- grito Thalia.
- ¡Es Naruto, algo le pasa!- exclamo Percy subiéndose al techo para ayudar a su amigo.
- (Es lo mismo que la anterior vez)- pensó Zoë.
En aquella misión en el Sahara, hace varios meses, Naruto y Zoë habían hecho equipo para vencer a la Anfisbena. En cierto momento del combate, Naruto quedo paralizado en busca de aire, como si todo su cuerpo estuviera doliendole.
- ¡Está en su limite!- advirtió la cazadora viendo al hijo de Poseidón entrar a Naruto de vuelta en la camioneta.
- Lo siento- se disculpo el rubio con marcas respirando entrecortadamente sentado en el asiento.
- ¿A que te refieres con su limite?- pregunto Bianca sentada en el lugar de copiloto.
- Los semidioses son mitad dios, mitad humanos. Tienen ciertos poderes, pero siempre se terminan cansando- revelo Zoë.
Percy y Thalia asintieron levemente con la cabeza estando de acuerdo. Cuando usaban sus poderes por prolongados periodos de tiempo terminaban cansados.
- Ahora imaginen la carga de Naruto. Su madre es una diosa primordial, su cuerpo es mitad humano, no puede soportar tanto poder- exclamo Zoë yendo a toda velocidad en busca de perder al enemigo-. Hace poco termino de pelear contra el León de Nemea, está cansado. Ha llegado a su limite- sentencio.
- Con una pequeña siesta se me pasa- bromeo el rubio.
Algunos negaron con la cabeza frente a la poca importancia que le daba el chico al asunto. De repente, la vista de Bianca se clavo en un punto en especifico.
- ¡Allí!- señaló Bianca-. ¡En ese aparcamiento!-
- Quedaremos acorralados- dijo Zoë.
- Confía en mí- respondió Bianca.
Zoë cruzó dos carriles y se metió en el aparcamiento de un centro comercial en la orilla sur del río. Salieron de la furgoneta y bajaron unas escaleras, siguiendo a Bianca.
- Es una boca del metro- informó-. Vayamos al sur. A Alexandria-
- Cualquier dirección es buena- asintió Thalia.
Compraron los billetes y cruzaron los torniquetes, mirando hacia atrás por si los seguían. Unos minutos más tarde, estaban a bordo de un tren que se dirigía al sur, lejos de la capital. Cuando salió al exterior, vieron al helicóptero volando en círculo sobre el aparcamiento. No los seguían.
Grover dio un suspiro.
- Suerte que te has acordado del metro, Bianca-
Ella pareció halagada.
- Sí, bueno... Me fijé en esta estación cuando pasamos por aquí el verano pasado. Recuerdo que me llamó la atención porque no existía cuando Nico y yo vivíamos en Washington-
Grover frunció el entrecejo.
- ¿Nueva, dices? Esa estación parecía muy vieja-
- Quizá- dijo Bianca-. Pero cuando nosotros vivíamos aquí, de niños, el metro no existía, te lo aseguro-
Thalia se incorporó en su asiento.
- Un momento... ¿Dices que no había ninguna línea de metro?-
Bianca asintió.
Todos parecían perplejos.
- Bianca- dijo Naruto-. ¿cuánto hace...?-
Se interrumpió al oír el ruido del helicóptero, que fue aumentando de volumen rápidamente.
- Tenemos que cambiar de tren- dijo Percy-. En la próxima estación-
Durante la media hora siguiente, sólo pensaron en escapar.
Cambiaron dos veces de tren. No sabían adónde iban, pero lograron despistar al helicóptero al cabo de un rato.
Por desgracia, cuando bajaron del tren, se encontraron al final de la línea, en medio de una zona industrial donde sólo había hangares y raíles. Y nieve. Montañas de nieve. Daba la sensación de que hacía mucho más frío allí. Naruto al tener su nuevo abrigo de piel de león no lo sufría.
Vagaron por las cocheras del ferrocarril, pensando que tal vez habría otro tren de pasajeros, pero sólo encontraron hileras e hileras de vagones de carga, muchos cubiertos de nieve, como si no se hubieran movido en años.
Vieron a un vagabundo junto a un cubo de basura en el que había encendido un fuego. Debían de tener una pinta bastante patética, porque les dirigió una sonrisa desdentada y dijo:
- ¿Necesitan calentarse? ¡Acérquense!-
Se acurrucaron todos alrededor del fuego. A Thalia le castañeteaban los dientes.
- Esto es ge... ge... ge... nial-
- Tengo las pezuñas heladas- dijo Grover.
- Los pies- corrigió Percy, para disimular ante el vagabundo.
- Quizá tendríamos que ponernos en contacto con el campamento- dijo Bianca.
- No- replicó Naruto-. Ellos ya no pueden ayudarnos. Tenemos que concluir esta búsqueda por nuestros propios medios-
- ¿Sabes?- dijo el tipo-. Uno nunca se queda del todo sin amigos- tenía la cara mugrienta y una barba desaliñada, pero su expresión parecía bondadosa-. ¿Necesitan un tren que vaya hacia el oeste?-
- Sí, señor- respondio Percy-. ¿Sabe usted de alguno?-
Señaló con su mano grasienta. Y entonces vieron un tren de carga reluciente, sin nieve encima. Era uno de esos trenes de transporte de automóviles, con mallas de acero y tres plataformas llenas de coches. A un lado ponía: « Línea del sol oeste».
- Ese... nos viene perfecto- dijo Thalia-. Gracias, eh...-
Se volvió hacia el vagabundo, pero había desaparecido. El cubo de basura estaba frío y completamente vacío, como si el hombre se hubiera llevado también las llamas.
Una hora más tarde se dirigian hacia el oeste traqueteando. Ahora ya no había discusiones sobre quién conducía, porque tenían un coche de lujo cada uno.
Bianca se había quedado profundamente dormida en un Lexus de la plataforma superior. Grover jugaba a los conductores de carreras al volante de un Lamborghini. Y Thalia junto a Percy parecía tener una charla en un Mercedes negro.
- ¿Puedo sentarme aquí?- pregunto Naruto.
Zoë se encogió de hombros, dándole permiso al rubio.
- Bonito abrigo- exclamo sarcástica la cazadora.
- Lo siento- se disculpo Naruto sacándose la piel del León, y poniéndola aún lado.
Aquella cosa le traía recuerdos a la cazadora. Recuerdos que quería olvidar.
- Perdón. Debe ser difícil para ti ver esto- exclamo el rubio.
- No importa-
- ¿Como estás? Con todo esto del general y Artemisa aprisionada- menciono Naruto.
- Confundida. Tengo un poco de miedo- revelo la cazadora.
El sol de la tarde se colaba a través de la malla del vagón de carga, arrojando una sombra sobre el rostro de Zoë. Naruto pensó en cuan distinta era de Thalia. Zoë, tan formal y distante como una princesa; ella, con sus ropas andrajosas y su actitud rebelde. Y no obstante, había algo similar en ambas. El mismo tipo de dureza. Thalia, con la cara sumida en la sombra y una expresión lúgubre, tenía todo el aspecto de una cazadora.
- Parece que no tienes muchas ganas de hablar, ¿verdad?- pregunto el hijo de Nyx levantándose del suelo.
Sin embargo, la cazadora con su mano derecha agarro de la remera al rubio deteniendolo en seco.
- No hace faltan palabras para estar bien. Solo buena compañia- exclamo Zoë.
- Ya veo- contesto Naruto volviendo a sentarse al lado de su amiga.
El par se quedo callado observando la luz del atardecer apagarse completamente en silencio. Sin embargo no era un silencio incomodo, sino una lleno de paz y alivio.
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Abrió sus ojos, revelando un azul zafiro que daría envidia hasta al mismo mar. ¿En que momento se había quedado dormido? La pelea contra el León de Nemea lo había agotado más de lo que pensaba.
Al sentir un peso recaer sobre su hombro derecho giro su vista encontrándose con una muy tierna escena.
Zoë estaba dormida apoyando su cabeza en él, con un pequeño hilo de baba cayendo de su boca.
Naruto soltó una pequeña sonrisa. Se levanto acomodando lo mejor que pudo a la cazadora. Si se despertaba y se viese en esa pocisión, Zoë lo hubiese golpeado.
Parece que era el primero en levantarse. Alzó la malla metálica del vagón. Fuera se veían montañas nevadas con grupos de pinos diseminados aquí y allá; un sol encarnado asomaba entre dos picos.
Los pequeños rayos de luz pegaban en el rostro de la cazadora, una escena que Naruto observaba callado, admirandola.
- Todo estará bien- sonrió Naruto para acomodar un pequeño mechón de pelo de la cazadora detrás de su oreja.
El semidiós se dio media vuelta yendo hacía los demás. Era hora de seguir con la misión.
Cuando los pasos comenzaron a alejarse, Zoë abrió sus párpados y su rostro gano un pequeño sonrojo.
- Idiota- susurro.
Esos sentimientos que había tenido en el pasado, estaban renaciendo poco a poco con aquel semidiós.
Fin del capítulo.
Espero que les haya gustado. Fue un cap más de desarrollo, sin peleas jejeje.
Si les gusto, dejando su voto y comentario, e incluso compartiendo el fic me ayudarían mucho.
Gracias por todo.
Bye-bye.
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