Capítulo 7
Lori se masajeaba las sienes con ambas manos mientras veía a su pobre padre por quinta o sexta ocasión hablar por el teléfono con la policía caminando de un lado a otro, preguntando por Lincoln y Lynn, quienes aunque comprensivos con él ante su desesperación, de seguro le volvían a repetían que tenía que esperar las veinticuatro horas completas antes de levantar una denuncia por su desaparición.
—¡No lo sé! —gritaba sin poder controlarse debido a la desesperación—. ¡No sé sí pasaron la noche anterior aquí! ¡Tal vez no lo hicieron! Le repito: Ayer por la mañana, nos levantamos mi esposa y yo para llevar a nuestras hijas e hijo Lincoln a la escuela, cuando al buscarlos en sus habitaciones, faltaban él y nuestra hija Lynn. Y ya le dije que no se llevaron sus celulares por lo que no tenemos ningún modo de comunicarnos con ellos.
Lori, al igual que el resto de la familia, sospechaba que su actuar fue a causa de Charles, pues tampoco el perro se encontraba. Supusieron que buscando evitar que lo sacrificaran con el veterinario (una decisión que sus padres tomaron y por la que ella al igual que sus hermanas y hermanos tampoco se mostró muy de acuerdo, con todo y que a detalle le contaron lo agresivo que se había vuelto) se habían escapado para llevárselo y dejarlo en cualquier otro sitio donde pudieran protegerlo. Aunque comprendía su proceder, no los justificaba.
Cuando por teléfono le contaron todo esto ayer por la tarde, no dudó en regresar de la universidad a su casa tan preocupada e inquieta al igual que todos por ese par de bobos prófugos.
En un inicio, tanto las gemelas y Lily, como Luan y Lucy a su manera, se alegraron cuando comprendieron lo que sus hermanos habían hecho, pero el tiempo transcurrió y ellas terminaron por angustiarse tanto como los mayores, en especial cuando se enteraron de que a diferencia de ellas, sus hermanos no fueron a la escuela ese día y hasta el momento seguían sin dar señales de vida. Preocupada por sus hermanos desde que se percató de la gravedad del asunto, Lisa se lamentaba de no haberles puesto algún rastreador experimental como pretendió hacerlo con cada miembro de su familia tiempo atrás, algo que no hizo al final porque sus padres se lo prohibieron, pero que tras esto, tal vez reconsiderarían su propuesta.
Iracundo, el señor Loud colgó el teléfono y se dirigió hacia su familia.
—Dicen que mandarán a una patrulla a recorrer el pueblo en unos minutos.
La madre se dio cuenta de la hora que era y llamó a Leni, que sentada en el sillón, tenía a Lily en su regazo haciéndole unos mimos para calmarla y que no se asustase por la acostumbrada, aunque ahora sí justificada, sobrerreacción de su padre.
—Cariño, ya es hora de que lleves a las chicas a la escuela y tú misma vayas a la tuya.
—¿Podemos quedarnos hoy en casa hasta que lleguen los chicos? —Lana le suplicó.
—No van a perder clases sólo por esto. Ya verán que para cuando ustedes regresen sus hermanos ya estarán en casa... donde se quedarán un mes entero castigados.
Resignadas, las niñas fueron a tomar sus cosas que tenían de todas formas ya alistadas. Leni con su mochila en mano se dirigió hacia afuera para preparar a Vanzilla.
Apenas abrió la puerta, se sobresaltó al encontrarse de pie frente a la entrada a una sucia muchachilla con el largo cabello castaño suelto. Estaba por preguntarle un tanto nerviosa por la expresión taciturna que tenía quién era y qué necesitaba, cuando la reconoció.
—¡Lynn! Que bueno que ya llegaste. Papá y mamá estaban muy preocupados por ti y Lincoln —miró sobre el hombro de su hermana esperando también encontrarlo a él detrás de ella— ¿Quieren que los lleve a la escuela?
Tardando una fracción de segundo en captar lo que estaba ocurriendo, el matrimonio y sus hijas fueron a apelotonarse en la entrada.
—¡Lynn, cariño! —Rita la atrajo contra sí con tanta fuerza que juró haber escuchado todos los huesos de su hija crujir de manera escandalosa al abrazarla, aunque eso no bastó para minimizar su coraje cuando al separarse le increpó—. ¿¡En dónde estuvieron metidos todo este tiempo!? Un momento. ¿Dónde está tu hermano?
Al igual que Leni, Rita esperó encontrarlo afuera, en el patio, temeroso de enfrentarlos por su escape.
—Se quedó muy atrás para buscar a Charles —musitó Lynn con voz queda y bostezando—. Lamento el no haberlo esperado, pero no quería perder otro día de escuela por su culpa.
Todas se miraron entre sí desconcertadas por aquella explicación que no entendieron. Lisa fue la primera en notar su mano vendada.
—¿Qué fue lo que te pasó ahí?
—Me caí en el valle durante el camino de regreso.
—Déjame examinarte.
Estaba por tomarla de la mano, cuando Lynn la apartó con brusquedad.
—¿Para que me dejes peor? No, gracias. Ya estoy bien de todas formas. Yo misma me traté la mano en la farmacia cuando regresé al pueblo. Por cierto, quedé a deber de pagar la venda.
—¡Eso no importa por ahora! —su padre haciéndose sitio entre sus hijas para llegar a ella exclamó antes de darle un abrazo estallando en llantos por tenerla de regreso, pero su calma no duraría mucho—. ¡Lo que de verdad importa es encontrar a Lincoln! ¿Dónde está exactamente?
—En el valle cercano a la carretera cincuenta y cuatro, no muy lejos del cementerio de mascotas —Lucy dio un respingo al escuchar lo que Lynn respondió—. Por ahí soltamos a Charles para que estirara un poco las piernas. Planeábamos llevarlo a un refugio que está en Hazeltucky, cuando se echó a correr desapareciendo de nuestra vista, por lo que Lincoln y yo pasamos todo el día de ayer buscándolo. La noche nos agarró y nos quedamos dormidos bajo un árbol. Supongo que no ha de tardar en regresar por su cuenta. Como me caí en el camino y me lastimé, se preocupó por mí y me pidió que me adelantara en regresar en lo que él se ocupaba de encontrarlo.
La explicación sonaba sensata y a algo que parecía ser lo que Lincoln haría, si se exceptuara el tener preocupada a su familia, por supuesto. De cualquier modo, sirvió para tranquilizar a sus padres.
—Llamaré a la policía para avisarles que Junior ya apareció —el señor Loud les avisó soltando a su hija—. Tú sube a tu habitación y vete a dormir. Estás castigada hasta nuevo aviso, jovencita. Leni, ya llévate a las demás a la escuela por favor.
—Pero no quiero faltar a clases —Lynn le replicó perdiendo de pronto el cansancio aparentemente—. Tengo una prueba para el equipo y un partido importante hoy y no quiero perderme ninguno.
Lana la miró sorprendida.
—Vamos, Lynn. Te están diciendo que no tienes que ir a la escuela con todo y que estás castigada. Aprovecha la oferta.
Lynn lo meditó.
—Supongo que suena grandioso, pero en serio preferiría ir a la escuela. Dormí lo suficiente en el valle junto a Lincoln. Tal vez me duele un poco la espalda y la mano, pero me siento bastante bien en todo lo demás.
Lori y Luna la miraron indecisas al igual que su madre. Si bien no era una mala estudiante y en realidad sus calificaciones eran lo suficientemente buenas como para que la escuela le permitiera realizar tantas actividades extracurriculares deportivas, de tener la opción de faltar otro día, hasta ese momento nadie hubiera creído que Lynn no la tomaría.
—¿Estás segura de que te sientes bien como para ir? —Le preguntó su padre también con duda—. ¿En serio no preferirías quedarte y esperar a que tu hermano regrese?
—Sí, papá. En serio. Además, creo que ya pasé suficiente tiempo con el apestoso —se estiró haciendo su cuerpo para atrás, y sus huesos crujieron produciendo más ruido del habitual ante los presentes, a lo que lo atribuyeron al hecho de haber pasado la noche a la intemperie—. Por lo que también quisiera descansar un poco de él, y la escuela podría ayudarme con eso.
Sintiéndose ya más aliviada por sus hermanos, Luan con burla le sonrió a Luna.
—Y ahí va tu teoría de que esos dos se escaparon juntos y no precisamente por Charles.
Avergonzada, Luna le dio un golpe en el hombro.
—¡Ya te había dicho que sólo estaba bromeando, tonta!
Con preocupación miró a su familia temiendo que la regañaran, pero nadie parecía haberles entendido o siquiera prestarles atención para su alivio, salvo Lynn que apenas ligeramente molesta alzó una ceja ante su comentario.
—Y creo que prefiero irme caminando.
Luna se mordió los labios mirando con molestia a Luan, aunque lo cierto es que de cualquier manera Lynn de verdad deseaba irse por su propio pie, pues quería mantener su distancia de todos en general, sentimiento que crecía conforme cada una de sus hermanas mayores desde Luan hasta Leni se acercaron para abrazarla como hicieron sus padres, mostrándose contentas por tenerla de regreso ante la preocupación que les generó, aunque arrugando el rostro cada vez que tenían contacto con ella.
Cuando el turno de Lola para acercársele y abrazarla llegó, se echó para atrás llevándose una mano a la nariz haciendo una mueca de asco.
—¿Y en dónde te caíste? ¿Sobre una pila de estiércol?
Lana la regañó.
—Eso fue muy grosero, Lola —acto seguido, abrazó a su hermana—. No le hagas caso, yo creo que tienes un hedor interesante, Lynn.
Ninguna de las chicas o sus padres habían querido mencionarlo para no molestarla dadas las circunstancias, sin embargo les había sido evidente que ella apestada. Rita volvió a consultar la hora en su celular.
—Se les va a hacer tarde. Ya váyanse por favor. Y Junior... por lo que más quieras date un baño en las duchas de la escuela, pero a la hora de la salida te quiero de regreso en Vanzilla con las demás sin falta.
—Sí, mamá.
Rita apreció el que le respondiera con docilidad. Si no fuese porque la peste también a ella ya la estaba mareando, le habría indicado que se fuera en Vanzilla junto a Leni y las chicas.
—Y Lori...
—Iré a buscar a Lincoln —la universitaria se le adelantó atinando lo que le pediría—. Ese tonto está en serios problemas al igual que tú, Lynn.
Pero y a pesar de todo, queriendo demostrar lo aliviada que se sentía de verla nuevamente, Lori cómo Lola y las demás se acercó para abrazarla, consiguiendo soportar aquel nauseabundo olor que la impregnaba.
Lisa sujetándose incómoda el puente de la nariz, exclamó sin atreverse a tocarla.
—Veré si en el descanso puedo realizar un perfume lo suficientemente fuerte con toxinas de jugo de tomate, en el caso de que el baño no sea suficiente para completar tu aseo.
A pesar de todo, la familia se mostraba feliz por verla de regreso, ahora todo lo que esperaban era que al volver Lincoln también lo hubiera hecho, preferentemente en mejores condiciones que Lynn.
La única de las chicas que no se le había acercado a Lynn desde que llegó, además de Lily, fue Lucy, la cual antes de tomar a su mochila y seguir a sus hermanas, continuó mirando fijamente a su compañera de habitación, hasta que de alguna manera que ni siquiera ella entendió, sus ojos se encontraron directamente con los de Lynn. Contrario a lo acostumbrado, sintiéndose muy incómoda Lucy desvió la vista y se apresuró a marcharse con el resto.
-0-0-0-
Una de las ventajas de su mal olor fue que muy pocos se le acercaron en la escuela, salvo por sus amigas más cercanas preocupadas un poco desde ayer qué faltó por la mañana, y que terminaron por preocuparse mucho más cuando por la tarde del mismo día, los Loud marcaron a sus casas al igual que harían con todos los conocidos de Lincoln, para preguntar si los habían visto.
Debió de repetir demasiadas veces la historia del perro al que trató de rescatar junto a su hermano llevándolo al refugio de Hazeltucky para explicar su desaparición.
Fue asaltada con muchas preguntas para las que se mostró muy hermética, cortante, apenas respondiendo con muy pocas palabras, mostrándose cada vez más y más irritada. A Margo, su mejor amiga, le recordó a un perro gruñendo por lo bajo, con la advertencia latente que de seguir incordiando, es probable que soltaría una mordida.
—Mira, Lynn... ya no te preguntaré nada —le dijo durante la breve pausa entre la segunda y tercera clase—, pero sabes que puedes contar conmigo, o con cualquiera de las chicas para cuando quieras decirnos qué es lo que te sucede.
Lynn le dedicó un breve vistazo sin decir nada, antes de sacar sus libros y prestar atención a la profesora de química que acababa de llegar.
"Y sí no, entonces buscaré a tu hermano y le preguntaré directamente a él qué fue lo que te sucedió" pensó para sus adentros esperando que no fuese algo relacionado con él lo que había dejado tan malhumorada a su amiga. Algo resignada, suspiró deseando que llegase pronto la hora de educación física, pues por mucho que se preocupara por Lynn, lo mejor era mantener una distancia prudencial de ella, no sólo por su mal humor, sino también por el desagradable olor que emanaba.
En cada clase no hubo variación en el comportamiento de Lynn. Sus profesores comentarían que a pesar de la inasistencia de ayer, tal vez había una mejora en ella por lo atenta que se mostró todo el tiempo durante las clases, con la mirada siempre fija en la pizarra, o en el profesor en turno, tan fija que apenas y pestañeaba; pasando el tiempo tomando apuntes constantemente y sin distraerse. Los más observadores señalarían que por el contrario, quizá algo malo le había sucedido ante su cambio tan drástico, por lo que lo mejor sería recomendarle ir con la consejera escolar en alguna oportunidad, quien era una psicóloga tan buena que en ocasiones incluso llegó a dar consulta a los profesores. Esperaban que lo que fuera que le pasara, no se tratase de nada por lo que tuvieran que llamar a servicios sociales, o peor, a la policía. Nadie se llegó a percatar de que los "apuntes" que Lynn tomaba, sólo se trataban de rayones y garabatos sin sentido que hacía tanto en sus libretas como en sus libros.
Las clases fueron interrumpidas casi hasta el final para dar paso a educación física, donde más animados todos los chicos y las chicas de la clase de Lynn fueron al gimnasio para realizar las prácticas deportivas en turno. Por lo general Lynn tomaba con gran entusiasmo y excitación aquella parte del día en la escuela, siendo por ello motivo de alarma para muchos el verla todavía tan apática y seria al asistir, sin cambiar en nada esa mustia expresión suya de cuando había llegado y mantuvo en todo momento.
—Muy bien, chicos. ¡Atención! —para acallar las pláticas y todo el ruido generado, la entrenadora Marsh, una mujer pelirroja de complexión atlética, pitó su silbato—. Hoy toca volleyball y para ser lo más imparcial posible, en esta ocasión yo organizaré a las parejas de equipos.
Algunos que ya estaban armando sus parejas de juego con sus amigos chistaron, aunque fue un alivio para las conocidas de Lynn, pues con duda se habían estado decidiendo mucho si acercarse a ella o no. La entrenadora que ya había sido advertida por el profesorado de la actitud de la Loud a su cargo en ese momento, le llamó la atención notando primero la mano que llevaba vendada.
—Loud, ¿cómo está tu mano? ¿Ya fuiste a la enfermería?
—Sólo tengo algunos raspones. No es nada importante, y ya me la revisaron en mi casa.
—Bien. Ahora escucha, Loud. No sé qué problemas tengas, pero todo lo que me interesa es que muestres el mismo desempeño de siempre, si no te crees capaz, te puedo dar un pase para que te marches directamente con la consejera, ¿entendiste?
Había sido dura al hablar, aunque Lynn con aire distraído la miraba como si no le hubiese dicho la gran cosa. Tardó unos segundos en asentir, sin haber más cambio que ese en su actitud, lo que pareció decepcionar a la docente que se limitó a negar con un gesto antes de volver su atención hacia el resto de las chicas, sacando a la vez con su tabla la lista de asistencia. Comenzó tomando primero el nombre de los presentes al mismo tiempo que los iba emparejando, así también para indicarles contra quienes jugarían.
—Diane y Paula, contra Lynn y Maya. Salen primero. A la cancha. ¡Muévanse!
La estudiante de estatura más corta que la de Lynn le dio un codazo a su compañera asignada para que dejase de observar el extintor de incendios en la esquina del gimnasio con ojos cansados, como si éste le hubiese parecido de pronto más interesante que lo que tenía a su alrededor.
Lynn se giró para mirarla, pero su compañera ya estaba encaminándose hacia la zona donde dos chicos bajo indicaciones estaban terminando de instalar una red divisoria, y donde al otro lado de la misma, una pelirroja de cabello corto de dientes un tanto prominentes, que a Lynn le costó trabajo identificar de quién se trataba a pesar de darle un aire familiar, esperaba a que una chica rubia se aproximara. Aquella otra muchacha andaba con dificultad, pues parecía tener una pronunciada cojera en su pierna derecha.
—¿Cómo va esa pierna, Price?
—Perfectamente —le respondió la rubia con un gran optimismo que a la entrenadora Marsh le gustó—. Cada vez mi movilidad es mayor.
Tal vez su condición la volvía muy lenta, pero se había ganado la admiración de la entrenadora, pues pudiendo con sus padres tramitar una carta de ausencia permanente para esa clase durante todo el año, aún con el yeso que estuvo usando en la pierna durante meses y hasta hace un par de semanas, Paula se empeñó en ser parte de las actividades deportivas de la escuela, resultando medianamente buena en las mismas hasta donde podía dar, pero siempre desbordando mucho empeño en todo lo que hacía. Aquel accidente que sufrió con su abuelo en coche durante las vacaciones del año pasado, en el que el pobre hombre quedó en peor estado, nunca mermó su ímpetu competitivo. Dadas las similitudes que compartían, a la entrenadora no le extrañaba, a diferencia de muchos, que Lynn se volviera en una de las mejores amigas de la muchacha.
Tras el pitido, el primer partido de práctica comenzó. Diane dió un saque y a pesar de que al otro lado de la red se encontraba Lynn muy cerca de la trayectoria de la pelota, ella permaneciendo inmóvil pareció tener dificultades para entender lo que debía de hacer, motivo por lo que el primer punto se lo llevaran sus adversarias sin que ella hiciera nada para impedirlo.
—¡Lynn! —Maya la regañó— ¡Despierta de una buena vez!
A la chica Loud no pareció hacerle mucha gracia la manera en que su compañera la regañó. De haber estado más atenta a ella, en lugar de al siguiente pase que Diane sacó, quizá Maya la hubiera escuchado gruñirle.
Maya respondió golpeando de regreso la pelota, pero Diane pudo desviarla contrarrestando. Recordando la dinámica del juego con sólo observarlas, y a pesar de sentirse entumecida por haber pasado todo el día de escuela sentada en un pupitre hasta la clase pasada, finalmente Lynn fue capaz de reaccionar y mandar la pelota hacia la zona de Paula, que al no poder devolverla a pesar de su intento, Lynn y Maya consiguieron el primer punto, pero no en el siguiente saque cuando Diane supo responderle, siendo ahora el turno de Maya para interceptarla.
Muy pronto, Lynn comprendió que Paula siendo tan lenta, a causa de su cojera, hacía más sencillo el juego si golpeaba la pelota directo hacia su zona en lugar de a la de Diane, por lo que cuando la pelota terminaba a su alcance se enfocaba en aventársela a ella, aunque no siempre podía interceptarla cuando se la mandaba ella o Diane de regreso, en realidad eran pocas las ocasiones cuando lo conseguía a diferencia de Paula, que a pesar de sus limitaciones estaba haciendo, incluso para su propia sorpresa, algo que jamás imaginó que podría suceder, y eso era equiparar su nivel de juego al de ella, pero no porque hubiese mejorado precisamente.
—¿Qué es lo que te sucede, Loud? —la entrenadora la regañó, aunque preocupándose también por lo que notaba—. Tu rendimiento está muy bajo este día.
El silencio de Lynn dio paso a que Paula, que se estaba confiando bastante por la proeza de estar igualándose con ella por primera vez, fuese demasiado impulsiva al hablar.
—Aún conservo mi yeso como recuerdo. Si quieres la próxima vez me lo puedo poner para ver si así eres capaz de ganarme, Lynn.
Paula envió el siguiente saque directo y con toda intención a la cabeza de Lynn, siendo una de aquellas ocasiones en las que la anterior deportista número uno no pudo hacer nada para atrapar la pelota, por lo que terminó por rebotarle en la frente. A pesar de no haber sido un golpe muy fuerte, por un instante Lynn temió, ante la manera en que le crujió el cuello, que la cabeza se le fuera toda para atrás otra vez, quedándole colgada de manera anómala. Para su fortuna eso no sucedió, y todo el incidente quedó ahogado por los vítores de algunas de las chicas que estaban presenciando todo, vítores también de chicos que animaban más a Paula que a ella, también por las risas que provocó entre todos ante el tremendo susto que pareció darse por algo que para cualquiera resultaba tan inocente como lo podría ser un pelotazo de volleyball.
Lynn había estado estresada desde que llegó a la escuela. Tontamente se había imaginado que estar ahí sería pan comido como siempre le resultaba; que podría tratarse de un descanso que le permitiría evadir a su familia por más tiempo, por lo menos hasta la hora de la salida cuando se fuera en Vanzilla con Leni y el resto de sus hermanas de regreso a casa.
Tantas preguntas que le hicieron repitiéndoselas constantemente a lo largo del día, tantas lecciones y clases que no entendía, tantos regaños por tareas que no presentó, tantas llamadas de atención por no estar jugando como solía hacerlo, y... ¡ahora esa estúpida inválida estaba provocando que se burlaran de ella, e incluso creyendo que la había superado!
Alguien le pasó la pelota a Diane de regreso, la cual lanzó hacia la zona de Maya. La muchacha estaba por atraparla para contrarrestar, cuando...
¡...de manera inesperada Lynn la empujó por el costado tirándola al suelo, consiguiendo así ella interceptar el pase para lanzárselo con furia a Paula con tanta fuerza que... !
...al no calcular bien la trayectoria por donde le tiró el golpe, la pelota en su lugar fue directamente a darle al techo y de ahí rebotó hacia una de las gradas desocupadas.
—¡Qué demonios fue eso! —Maya le reclamó poniéndose de pie en un salto.
Sin detenerse a pensar en nada, la latina se le hubiese lanzado encima para enfrentarla si no fuese porque el pitido de la entrenadora la paró en seco.
—¡Ese lenguaje, Maya! ¡A la banca! ¡Todas!
Las chicas aún desconcertadas por lo acontecido se retiraron de la cancha improvisada, Paula lo hizo con cierta lentitud. Lynn estaba pasando frente a la entrenadora con la intención de seguirlas, cuando ella la sujetó por uno de los hombros y la encaró.
—¡Qué rayos fue eso, Loud! ¡No voy a permitir que...! ¿Acabas de gruñirme?
Rechinando los dientes, la muchacha bajó la cabeza y musitó tratando de contener la rabia que sentía.
—Lo siento. No volverá a suceder.
La mujer pasó algunas hojas de su tabla deteniéndose en una donde garabateó algo con prisa, para después cortar por la mitad la hoja y ofrecerle la parte en la que estuvo escribiendo
—Toma el resto del tiempo de la clase y del receso para ir con la consejera escolar. ¡Ahora! ¡Vamos!¡Date prisa!
Casi arrebatándole el papel, Lynn lo tomó marchándose de mala gana. Molesta y antes de que cruzara la puerta, la entrenadora Marsh le gritó.
—¡Pero primero date una ducha rápida! —Una vez que Lynn finalmente abandonó el gimnasio, la mujer murmuró para sí misma con frustración—. Santo cielo, apestas a perro muerto.
-0-0-0-
En ese momento Lynn tenía las duchas del vestidor de mujeres prácticamente para ella sola, se ocuparían hasta más tarde con el resto de sus compañeras cuando las prácticas terminaran, pero ella se tomaría tanto su tiempo aseándose en privado, que al final no asistiría con la consejera como le indicó la entrenadora, lo que quizá le valiera una severa llamada de atención para mañana, algo que por el momento la tenía sin cuidado.
Por lo general, tras una buena hora de exhaustivo ejercicio, una ducha para ella era algo tan rutinario que solía tomarla en automático y lo más rápido posible para no perder su tiempo, sin embargo conforme recorría su mano sana por su cuerpo y su cabello, no dejaba de maravillarse por la sensación del tacto que poseía.
Tenía el recuerdo de que, y a pesar de lo suave que se sentía, su piel solía ser cálida, musculosa y firme, rígida incluso podría decirse, en contraste con su menudo y delgado aspecto, consecuencia de todas las exigencias físicas a las que se había sometido desde que tenía memoria, buscando ser la más fuerte, la más resistente, la número uno. Ahora... sentía la rigidez de su piel, pero eso parecía ser todo. Ya no percibía aquella suavidad, sentía su piel demasiado lisa, fría, y más que musculosa, parecía ser sencillamente dura. De todas maneras no es que le importara tanto. Lo que la fascinaba era la sensación de sentirse real, palpable... viva.
Cuando pasó su otra mano sobre sus pequeños senos, resultándole extraño notarlos más oscuros de lo habitual, notó algo en unos de sus dedos que le llamó la atención, algo blanquecino que se asomaba entre las heridas. Con poca sorpresa comprendió que se trataba del hueso, una pequeña falange de su anular derecho. Había más heridas muy profundas que parecían haberse secado, pero no cicatrizado, quedándose congeladas tal cual fueron realizadas ayer. Con la mano sana se sostuvo la uña del meñique herido por la punta, jaló y la extrajo por completo sintiendo apenas dolor. Contempló la uña completa en la palma de su mano largamente como hipnotizada, estaba negra a diferencia de las otras. Parecía que no había podido restablecer su aspecto.
Resignada comprendió que había mordido la mano con demasiada fuerza... ¡No! Charles le había mordido la mano con demasiada fuerza.
Se alisó su muy enmarañado cabello preguntándose qué había sido eso. El recuerdo del incidente de ayer al mediodía estaba muy fresco, pero por extraño que pareciese, por un momento se figuró a ella atacándose a sí misma, y no siendo atacada por el perro. Al bajar la vista vio el suelo con lodo diluyéndose cerca de la alcantarilla a causa de la tierra que el agua escurría por su cuerpo, pero sobre todo de su cabello.
No alcanzaba a comprender muy bien por qué tenía "recuerdos" que no parecían ser suyos, o por qué esto no parecía alterarla como quizá en otras circunstancias lo haría. Todo ese conocimiento lo sentía tan ajeno y al mismo tiempo tan familiar.
Lo de Grouse, su esposa y su nieta... había sido extraño, pero... divertido. Vagos recuerdos tenía de la amistad que había trabado con el viejo tonto desde hace tiempo, lo que la hizo sentirse... repugnada, pero no por lo que el anciano había estado ocultando, sino por el recuerdo grato en sí, incluso si no hubiera conocido la historia del anciano supo que eso no cambiaría su sentir. Ocasionar que su corazón se detuviera no la había hecho sentir culpable, sino... divertida. Divertirse era agradable, y por momentos creyó comprender el por qué Luan en muchas ocasiones parecía regocijarse ante la desgracia de los demás que caían en sus tontas bromas, bromas que de ser mucho más creativas podría, si quisiera, llevar más allá, pero que esa cosa llamada sentido moral terminaba por limitarla.
Moralidad. Esa palabra adquiría de pronto un matiz repugnante.
La moralidad le había hecho rescatar a su hermano de ser atropellado. La moralidad era estúpida. Por moralidad su hermano había... ¿qué demonios fue lo que Lincoln había hecho?
Tenía la idea de lo que le ocurrió, y no es que no pudiera aceptarlo o entenderlo, al contrario, sentía extraño el hecho de que continuara tomando todo con bastante calma, y que lo que le molestara fuera ver a todos llevar sus ordinarias existencias tranquilas, felices, en calma. ¿Dónde estaba el caos? ¿En dónde estaba la sangre? ¿Dónde estaba el miedo o el sufrimiento? ¿Dónde estaban todas aquellas emociones de horror que hacían que su existencia tras arrastrarse de aquel condenado agujero lleno de tierra hasta conseguir salir valieran la pena?
Una chica había entrado y la había saludado al pasar frente a ella antes de tomar el cubículo contiguo para ducharse, pero Lynn dándole la espalda no le respondió. Mientras dejaba que el agua de la regadera continuara llevándose las impurezas de su cuerpo, aunque principalmente de su cabello, cavilando a la vez acerca de su nueva naturaleza, la chica de la otra ducha de pronto comenzó a gritar.
Por inercia se giró ocultando su mano llena de magulladuras a la espalda, pensando quizá que el aspecto de esta había asustado a aquella otra chica que decidió prestarle más atención, pero ella no parecía estar visible. Curiosa, Lynn se asomó al cubículo de al lado, donde Polly Pain aterrada parecía a punto de echarse a llorar mientras con su mano se tapaba su zona genital. Por entre ambas piernas le escurrían unos hilillos de sangre muy oscura.
Lynn no comprendía por qué esa tonta estaba tan aterrada por haber tenido su menstruación ese día en las duchas. En lo personal creía que por el contrario debía de sentirse muy agradecida a que fuese ahí y no en...
Sonrío divertida cuando entendió el contexto, no por haberlo deducido... sino por el sólo saberlo con tan solo mirarla.
Desnuda, salió de su cubículo y se dirigió hacia el vestidor. Abrió una mochila que alguien había dejado afuera de un casillero, y no es que quisiera inspeccionarla esperando encontrar lo que quería, ya que en realidad ya sabía su contenido porque... lo sabía. De alguna manera con tocarla supo lo que Shannon había puesto en ella aquella mañana.
Regresó con Polly, la cual sentada en el suelo abrazando sus rodillas bajo la regadera, gemía como lo haría un animalito asustado. Alzó la vista y al encontrarse con Lynn, se sintió aliviada a pesar de la sonrisa maliciosa que ella le mostraba.
—Lynn... creo que tuve mi primera...
A diferencia de lo que ocurrió en la práctica de volleyball, Lynn esta vez sin dificultad pudo atinarle en toda la cara consecutivamente el tampón, la toalla sanitaria y el rollo de papel higiénico. Sorprendida por cómo le había entregado todo, la muchachilla que alguna vez Lynn se imaginó podría ser una buena pareja para su hermano, exclamó dolida.
—Ly... Lynn... ¿Qué...?
—¡Tápatelo cerda estúpida! Sabes que odio vomitar y es lo que me provoca verte en ese estado.
La pobre adolescente boqueó como un sapo asustado sin saber qué decir.
—¡Sí! Te estoy hablando a ti, Polly. ¿Es que no me entiendes? ¿Acaso tengo que deletrear tu nombre para que comprendas que es contigo? Es: eme, i, e, erre, de, a. "Polly", ahí está.
Y carcajeándose fue a vestirse, sabiendo que el resto de las chicas no tardarían en aparecer dentro de unos minutos más, dejando a la pobre chica lastimada, en más de un sentido, llorando bajo la ducha, y que a pesar de los intentos que ellas preocupadas harían para que hablara de lo que le ocurrió, ella se negaría a hacerlo debido al impacto de la terrible experiencia con la que había atravesado su primer período, al ser humillada por quien había considerado una buena amiga y un modelo a seguir... hasta ese día.
-0-0-0-
A pesar de que Maya continuaba molesta con Lynn, con resignación aceptó la propuesta de sus compañeras de salir con ella después de la escuela para platicar y saber qué era lo que le estaba sucediendo.
—Estoy castigada —les contestó con su ya acostumbrada mala manera del día sin mirarlas cuando la alcanzaron a la salida—. Mis padres me matarán si llego tarde a casa.
—Podemos hablar por teléfono entonces si...
—Tengo castigado el teléfono también.
Ya con su mochila al hombro estaba por irse, cuando Paula la detuvo.
—¡Espera, Lynn! Oye... perdón si me excedí en la práctica de volleyball. Creo que me emocioné más de la cuenta, por lo que sí te hice sentir mal, quiero que entiendas que en realidad yo no quise...
Con paso rápido Lynn se alejó de ella y de todos, dejándola con la palabra en la boca. Frustradas, las chicas la observaron acercarse a la vagoneta de su familia que acababa de aparecer en el estacionamiento.
Resignándose a dejar por la paz a su amiga por ese día, las chicas se comprometieron a buscar mañana el modo de acorralarla en algún momento. Tendría que ser de alguna manera en que se quedara sin la oportunidad de que les diese alguna excusa para no platicar. Lo mejor sería que por ahora se concentraran en la pobre de Polly Pain, a la que habían encontrado hecha un mar de llanto en las regaderas. Estaba tan mal, que se enteraron que la entrenadora Marsh tuvo que abofetearla para que se calmara cuando la llamaron por lo que le estaba sucediendo.
—Hola, Lynn —jovialmente Leni la saludó cuando ella se aproximó para hablar con ella por la ventanilla—. Hueles mucho mejor que en la mañana. ¿Cómo sigue tu mano?
—Bien —frente a ella flexionó sus vendados dedos llenos de curitas, cerrándolos en un puño para demostrárselo, aunque todos crujieron de manera aparatosa, asustando con ello a Luna que estaba al lado de su hermana al volante.
—Eso es genial —alegre Leni le contestó sin percatarse de ese detalle—. Vamos. Sube para que nos vayamos a casa.
—Estoy algo tensa. Sólo vine para avisarles que me iré caminando.
Luna intervino al instante.
—Olvídalo, hermana. Estás castigada, ¿recuerdas? Sólo súbete ya. Sirve que por el camino nos vas dando más detalles de lo que ocurrió con Lincoln y contigo con lo de Charles. Por cierto, Lori me avisó hace una hora que ya dió con Lincoln. Se encuentra bien.
—Perfecto. Ya no tienen que preocuparse por él. Pueden preguntarle lo que nos pasó entonces a Lincoln cuando lleguen. Hasta luego.
—¡Oye! Ya te dije que tú te irás con nosotras.
Las menores se asomaron por las ventanillas presintiendo el conflicto que se avecinaba al ver la expresión iracunda de Lynn.
—Voy a irme caminando a casa y ya. Tal vez corra un poco y termine llegando antes que ustedes.
—Pero...
—Las veré allá.
Se dio la vuelta y corriendo se fue por una vereda. Luna miró con cierta decepción a Leni por no haber sido capaz de aportar nada para detenerla.
—Supongo que la veremos en casa. —Algo insegura Leni le dijo.
—Yo no apostaría por ello.
Lola atrás exclamó mirando a su gemela.
—Ni yo lo haría.
-0-0-0-
Debido a lo de Polly, a Paula ya casi se le había olvidado lo ocurrido con Lynn durante las prácticas al final del día.
Con paso lento caminaba de regreso hacia su casa. Pasó por la calle donde estaban remodelando una tienda que semanas atrás su techo había colapsado por un desgaste. Los trabajadores parecían estar peleándose porque alguien había olvidado dónde había dejado una llave, o eso había alcanzado a escuchar con ningún interés.
Su padre le había ofrecido pasar por ella como siempre lo había hecho desde lo del accidente, con todo y que la distancia hacia su casa no era tan larga, pero la adolescente rubia se rehusó a su ayuda, recordando la insistencia de la terapista de que debía de ejercitar su pierna para forzarla a recobrar su movilidad anterior, y ella se había he estado tomando muy en serio su salud. Se lo debía así misma, y más importante, se lo debía a su abuelo.
Incluso Polly desapareció de sus pensamientos cuando recordó que ese fin de semana lo visitaría. Le entristecía siempre el verlo postrado en esa cama, incapaz de salir de ella, dependiendo por completo de su tía, la hermana mayor de su madre que nunca se casó, impedido del cuello para abajo, pero optimista por seguir con vida y más importante, ver que su queridísima nieta estaba mejor y que salía adelante cada día, siempre haciéndole hincapié que nada de lo ocurrido aquel día fue su culpa, por lo que ya debía de dejar ya de pedirle perdón tantas veces. El responsable fue él que debió de estar prestando más atención al camino, en especial sabiendo que su Plymouth Fury, tan viejo que la pintura roja se le estaba pelando, ya presentaba fallas que debió de atender antes, por lo que fue él quien le ofreció disculpas a su hija y a su yerno por haberla puesto en peligro, sin importar lo que Paula dijera.
—Fue mi culpa. —Musitó al aire aún perdida en sus reflexiones.
—Es verdad —alguien le confirmó detrás de ella sorprendiéndola—. Si no hubieses sido tan estúpida tratando de enfocarlo con tu celular por estar haciendo tu video distrayéndolo mientras él estaba tratando de conducir, no solamente no te habrías convertido en una coja inútil, sino que tampoco habrías condenado a tu abuelo a pasar el resto de sus días casi como un vegetal en cama.
Paula perdió el aliento por las duras palabras de Lynn, que sonriente de pie sobre un callejón la miraba con ojos desquiciados y las manos a la espalda.
—Tú lo sabes, ¿pero sabes qué? tu abuelo bien que lo sabe también, pero por supuesto nunca te dirá nada para que su hija no deje de quererlo abandonándolo con su hermana. Eres una mocosa ingrata que no sabe respetar a sus mayores. Tal vez debiste ser tú la que debió de quedarse inválida por completo.
Lo que había ocurrido era un secreto que no había salido de la familia, por lo que Paula no tenía la menor idea de cómo era que Lynn lo sabía, pero más que enojada, estaba furiosa como pocas veces recordaba haberlo estado.
Con su cojera caminó hacia ella lo más rápido que pudo para reclamarle por sus terribles comentarios.
—¡Lynn! ¿Esto es por lo que sucedió en la práctica? ¡Eso no te da ningún derecho a...!
La castaña mostró las manos. Con su mano vendada hasta los dedos, sujetaba una gruesa llave inglesa tan grande como su propio antebrazo. El efecto de su peso se hizo evidente cuando con poca fuerza golpeó varias veces el otro extremo contra una de las paredes del callejón produciendo pequeñas grietas. Paula se detuvo con temor.
—¿Lynn? ¿Q... qué estás haciendo?
—Eres una perra, Paula, y como tal pienso tratarte como una.
Aunque quería creer que estaba bromeando, esa mirada tan ajena a la de la amiga que conocía, tan llena de rencor y maldad, provocó que la muchacha estuviese a punto de perder el control de su vejiga por muy poco. Aterrada tras comprender que Lynn iba en serio, se dio la vuelta y trató de correr para huir de ella, lo que no era sencillo con su movilidad tan limitada.
Justo cuando la rubia estaba por cruzar la calle sin darse cuenta que el semáforo estaba aún en verde a causa del pánico, Lynn se detuvo, echó para atrás el brazo con la que sujetaba la llave y le dijo.
—Buena perrita, ve y... ¡atrápalo!
Con todas sus fuerzas arrojó la llave mecánica hacia Paula, consiguiendo justo en el momento en el que estaba en medio de la calle acertarle de lleno en la pierna que aún no se le recuperaba del todo.
Su hasta entonces amiga y compañera en la cancha, a la que como muchos solía admirar también por su tenacidad y perseverancia para jugar a pesar de su condición, cayó al suelo boca abajo gritando de dolor cuando la llave le partió la pierna por completo, apenas siendo sus gritos opacados por el claxon del Mercedes Benz que no fue capaz de detenerse a tiempo por el exceso de velocidad al que iba, golpeando con la defensa directamente a Paula en la cara cuando trataba de levantarse, empujándola contra el suelo de espaldas doblándole la columna, donde se quedaría inmóvil con la pierna rota, la espalda desecha y la cabeza parcialmente destrozada, cuyo rostro quedó semejante al de una calabaza destruida una noche de Halloween.
La conductora saldría del coche completamente histérica gritando, e igual lo harían las personas que vivían por la zona y que se encontraron con aquel desastre, tan horrorizadas como ella, tardando un poco en llamar a la policía y a una ambulancia por la impresión que a todos el escenario les dejó, aunque ya no hubiese nada que hacer por aquella muchacha de cualquier modo.
Nadie habría visto a Lynn en ningún momento llegar o irse.
La policía tardaría en prestar atención al estado de la pierna destrozada de Paula, no precisamente por el vehículo, y a la enorme llave inglesa tirada junto a ella con las huellas digitales de prácticamente todos los trabajadores de la construcción que se encontraban calles atrás de donde los acontecimientos sucedieron y a los que uno a uno investigarían, descartando las pequeñas huellas que a ninguno correspondieron, huellas de manos tan pequeñas como las de un niño que no podría cargar esa cosa, como para siquiera considerarlo sospechoso.
-0-0-0-
—¡En dónde te habías metido, jovencita!
Lynn bajó la cabeza mucho menos ofuscada a lo esperado por los regaños de su madre, que de algo habían servido los regaños que le dieron en la escuela para irla acostumbrando a los mismos.
—Sólo fui a dar un paseo para despejarme un poco. Lo necesitaba.
Esa no fue una excusa válida, así es como su madre se lo hizo saber diciéndole que compartiría el mismo castigo que le tocó a su hermano, más una semana adicional.
—¿Estás entendiendo lo que te estoy diciendo? —dada la falta de expresión de su hija, tenía sus dudas de que así lo hiciera— ¡Será un mes completo sin salir con tus amigas luego de la escuela, y ya nada de caminatas! Después de clases, Leni irá a recogerte y pobre de ti si no es con ella con quién regresas.
—¿No podré ver a mis amigas en un mes?
—¡No después de la escuela, ni los fines de semana!
Fingió una expresión de fastidio y bajó la cara mostrando desagrado y resignación, aunque por dentro se sentía satisfecha y tranquila. Luego vería cómo se las arreglaría con ellas en la escuela, pero por lo menos a partir de ahora no tendría que verles la cara después.
—Ah... Lynn —Leni se atrevió a intervenir cuando consideró que su madre había terminado ya de regañarla—. Linky ya está aquí, en su habitación. También se fue a su cama a dormir. Él parece estar bien.
A pesar de que debió de imaginarse algo así, ahora su sorpresa fue genuina al escuchar eso.
—Eso es bueno. Lo veré más tarde, pero por ahora iré a dormirme ya.
—¿No vas a comer algo? —Un poco más tranquila su madre le preguntó—. Puedo calentarte algo.
—No. Gracias, mamá. De verdad que me siento "muerta" de sueño.
Luna que estaba por salir de casa, un tanto molesta con ella por su actitud tras escucharla, le increpó.
—¿No quieres saber si Lincoln encontró a Charles?
Lynn cerró su mano herida en un puño antes de levantar la mirada y preguntarle.
—¿Lo hizo?
La rockera compartió una mirada con su madre y con Leni, quienes tanto por ellas como por Lori, que ya había regresado al campus, se había puesto al tanto de los hechos junto a Luan de lo que Lincoln les contó. Sí, lo había encontrado, y de ahí lo había llevado al cementerio de mascotas al que los niños solían dejar a los animales cuando estos partían a lo que esperaban fuera una mejor vida.
—Será mejor que Lincoln te lo diga.
"¿Entonces por qué demonios me pides que pregunte si no me vas a decir nada, idiota?" Pensó teniendo el control suficiente en esta ocasión sobre sus pensamientos.
—Está bien. Lo haré luego.
Conforme subía las escaleras, con humor admitió para sí misma que la tonta historia que les contó su hermano fue buena. Charles no estaba en ninguna tumba haciéndole compañía a los huesos de ese montón de animales, seguramente su cuerpo, o por lo menos lo que debía de quedar del mismo sino es que más coches le pasaron encima una y otra vez a lo largo de todo el día, continuaba tendido sobre la carretera hacia Hazelltucky.
Al llegar a su habitación encontró a Lucy haciendo sus deberes sentada en la cama y apoyándose sobre el buró que tenía a un lado de la misma. Pareció sorprendida cuando se encontró con su hermana. Le dedicó una breve mirada antes de volver a lo suyo.
Lynn se sentó en su cama en el lado contrario de la habitación. Sin prisa se cambió y se puso su camisón. Abrió un cajón de su propio buró, revolvió con poco interés las cosas que tenía adentro, cuando Lucy le habló.
—Hay algo raro contigo.
—Me lo dice la reina de los raros.
—¿Qué es lo que les ocurrió realmente a Lincoln y a ti anoche?
Cuando se giró, se encontró con que Lucy ya no se encontraba en la cama, sino de pie a su lado. Se sorprendió no por verla ahí, sino por lo discreta que fue al moverse.
Un tenso silencio se produjo entre ambas, en esta ocasión Lucy no desvió su mirada de la de ella, a pesar de sentirla muy pesada. La línea recta en la cara de Lynn se curvó hasta convertirse en una amplia sonrisa y sus ojos se abrieron bastante, tanto que Lucy se sorprendió también porque no parpadeara, siendo su principal impacto lo que de pronto le dijo con voz engreída y presuntuosa.
—Charles enloqueció y me mordió la mano. Lincoln por esto luego enloqueció y con una piedra le aplastó el cráneo al golpearlo él mismo varias veces. Aunque asustada y herida, de todas maneras le reclamé del por qué había tenido que hacer eso, y él me abofeteó diciéndome que no tenía ningún derecho a reclamarle nada después de haberme salvado la vida, algo que no tuvo que haber hecho de no haber aceptado seguir el plan de huir con Charles para llevarlo a un refugio, que para empezar fue a mí a quien se le ocurrió. Molesto me dijo que a veces no entiende por qué de entre todas, con todo y las tonterías que suelo hacer, yo sigo siendo su hermana favorita. ¿Y te digo algo? Me excité porque por primera vez en su vida se pusiera tan firme conmigo, demostrando el amor que me tiene, imponiéndose sin importarle ni temer lo que pudiera hacerle. Me excité... y también me asusté por lo que trató de hacer cuando me sostuvo de los hombros y se acercó demasiado a mí, tanto que si no lo hubiera empujado por una vereda, seguro que hubiera terminado besándome. Sencillamente corrí y corrí... hasta que llegué a casa.
Lucy no se dio cuenta de en qué momento comenzó a jadear con miedo, tanto por la confesión como por el modo en el que Lynn le había narrado todo. De pronto su hermana se levantó de la cama y con temor la pequeña retrocedió pensando que estaba por hacerle algo.
—Ahora con tu permiso. Quiero ir a hacerle una visita a "mi hombre"... ¿Entiendes?
Lo último desconcertó bastante a Lucy, más de lo que ya de por sí estaba, pues ese remate se había acostumbrado a escucharlo de Luan cada vez que contaba una...
—¿Es... estabas... estabas bromeando?
Lynn estalló en carcajadas.
—¡Por supuesto que estaba bromeando, tonta! Y la culpa es tuya que me lo pusiste tan fácil al confiarte y no guardar bien tu ridículo diario. Vaya fantasías tan retorcidas que tienes para tu edad, mocosa.
El rostro de Lucy enrojeció. Apretando los dientes le reclamó.
—¡No tenías ningún derecho de leerlo! ¡Violaste mi privacidad! ¡Voy a decírselo a mamá!
—¿Qué es lo que dices que le dirás a mamá? ¿Que leí tu diario o las obscenidades que escribes en él? ¿Las dos cosas tal vez? —su tono de voz cada vez se volvía más y más burlón—. Yo creo que eso podría meterte en serios problemas. ¿Sabes qué es lo que necesitas? ¡Uno de los planes de Lincoln! Ven, vamos a despertarlo para contarle todo lo que escribiste en tu diario y encontrar el modo en que no te metas en dificultades con ella y todas las demás cuando se enteren.
Se dirigió a la puerta, pero apenas tomó el pomo para abrirla, Lucy la detuvo sujetándola con rudeza por la muñeca.
La sonrisa de Lynn pareció ampliarse más al ver a su hermana a punto de echarse a llorar.
—Esa también era una broma, Lucy. Todo era una broma mi dulce hermanita —con la otra mano le acarició el cabello y Lucy se tensó ante su tacto—. Bueno, menos la parte en la que Lincoln convirtió el cerebro de Charles en papilla por atacarme. Esa parte sí sucedió.
—¡¿Qué?!
—Pero está bien. Estoy segura que tú como buena hermana no le dirás nada de esto a nadie, del mismo modo en que yo me llevaré tus más sucios secretos... a la tumba, ¿entiendes?
Le hizo a un lado el fleco descubriéndole sus ojos de distinto color. Molesta, Lucy le dio un manotazo para que dejara de tocarla, lo que hizo reír a Lynn. Le gustaron los ojos de Lucy, tanto como para desear arrancárselos y examinarlos mejor con todo el tiempo del mundo, pero tal vez ya habría tiempo para eso, por ahora tenía que esforzarse en ser prudente.
Entre risas Lynn apartó a Lucy de su camino y se marchó de su habitación dejando temblando de miedo a su hermanita y compañera de cuarto, que a pesar de haberla visto de manera directa con sus propios ojos, con temor en el corazón no fue capaz de reconocerla.
Con prisa sacó una llave con la que abrió el cajón cerrado de su buró. ¿En qué momento Lynn habría tomado su diario? ¿Acaso había de alguna manera conseguido una copia de su llave? Y si iba a echarle en cara lo que había escrito, ¿por qué se habría tomado la molestia de dejarlo tal cual ella misma lo dejó la noche anterior cuando escribió en él, sin señales de que lo hubiese movido de su sitio?
-0-0-0-
La mano sana de Lynn acarició con cariño el blanquecino cabello de Lincoln mientras dormía, ¿cómo resistirse a hacerlo cuando lo quería mucho? ¿Cómo no sentir amor y afecto por... el insecto que le ayudaría a divertirse de ahora en adelante del mismo modo en como lo había estado haciendo a lo largo del día? La emocionaba el sólo pensar en cómo podría romperlo poco a poco.
Su hermano permanecía dormido, y a juzgar por el movimiento de sus ojos y el ritmo acelerado de su corazón, era evidente que no estaba teniendo un sueño placentero de esos en los que se veía a sí mismo como un superhéroe combatiendo el crimen, o como el más popular de la escuela por encima de todos, o como una persona rica y poderosa de mucho éxito, o teniendo... "divertidas fantasías" con Ronnie Anne, o Stella, o Jordan, incluso... con ella y de vez en cuando con alguna otra de sus propias hermanas.
La lengua de Lynn se asomó entre sus dientes y sus labios. Sin duda Lincoln sería garantía de grandes momentos de diversión.
Hizo a un lado las cobijas y se metió en su cama. Lo abrazó por el pecho haciéndolo tiritar un poco de frío, por lo menos hasta que inconscientemente se acostumbró a ella compartiéndole su propio calor corporal.
Lynn cerró los ojos y aguardó. Lincoln despertaría y soñolienta ella fingiría ser la dulce hermana amorosa que él tanto anhelaba tener, amnésica de lo sucedido tras que Charles la atacara, y todo estaría bien...
...hasta que su padre, preocupado por no haber visto al señor Grouse en todo el día, decidió visitarlo para avisarle que sus hijos ya habían aparecido... entonces histérico llamaría a la policía tras encontrarlo inmóvil tirado en la segunda planta una vez que ingresó a su casa con la llave que el mismo señor Grouse tiempo atrás le dio para emergencias.
La diversión para ella estaba comenzando, mientras que la pesadilla de Lincoln continuaría, y nadie más parecía enterarse de nada de lo que sucedía... por ahora.
-0-0-0-
.
.
.
¡Un año entero! Bueno, que aquí ya está finalmente un nuevo capítulo del fic... los veo hasta el próximo año en Hallo... ¡¡¡NOOOO!!!
Ok, trataré de no tardarme tanto la próxima vez. Les ofrezco una gran disculpa por la demora. Saludos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top