Capítulo 5
—Te digo que fue un sueño bastante extraño. ¿Puedes creerlo? ¿Tú y yo estando algo así como casados? ¡Yuik! ¡Ni en un millón de años!
Lincoln trató de reír para animar a su hermana, pero lo que le salió fue algo forzado que ni a él le agradó. Al sentir que Lynn se le resbalaba por la espalda, tuvo que impulsarse un poco hacia adelante para acomodarla mejor detrás de él.
—Digo, no es que estés mal. Estoy seguro de que por ahí existe un chico al que todavía no conoces, pero cuando lo hagas, este te amará y será con el que a la larga te casarás y tendrás muchos hijos, incluso nietos; o si lo prefieres, podrás simplemente dedicar toda tu vida a los deportes, retirándote cuando envejezcas satisfecha por todos los logros que conseguirás en la vida.
Una vez más Lincoln se forzó a sonreír, consciente que quizá su expresión haciendo contraste con sus lágrimas le estaba dando un aspecto inquietante.
Un auto pasó al lado de los chicos. El conductor alcanzó a distinguir a ambos sobre la bicicleta, entonces disminuyó la velocidad pareciéndole extraña la imagen. Quien la conducía era un chico de cabello blanco, estaba muy inclinado contra el manillar, tanto que parecía estarlo tocando con el mentón. Detrás de él apoyada sobre su espalda llevaba a una chica de cabello castaño, sospechó que se trataba de su novia, parecía estar abrazándolo por el cuello. Por la posición en la que se encontraba no pudo verle el rostro; también con ambas piernas se mantenía abrazada de la cintura del chico, aumentando las dificultades que este parecía tener al andar provocando que se movieran lentamente. El hombre continuó su camino pensando que sólo se trataba de una pareja de secundaria que se saltó las clases para tener una cita. De haber llegado a notar la mano ensangrentada de ella, quizás se hubiese detenido para auxiliarlos al suponer que estaban en dificultades en lugar de sólo ocuparse de sus asuntos acelerando un poco más para adelantarlos y perderlos de su vista casi enseguida.
A Lincoln le tomó tres veces el tiempo que tardó en llegar hasta aquel punto de la carretera donde todo lo malo ocurrió, pero no para regresar a su casa como punto de partida, sino para dirigirse hacia otro sitio que le quedaba de camino.
Con cuidado apoyó su bicicleta contra un árbol del paraje teniendo la suficiente precaución para que Lynn no cayera al suelo, aunque al final tuvo que recostarla sobre el mismo para poder tomarla correctamente entre sus brazos para cargarla. Una vez que lo hizo, el muchacho rió con nerviosismo.
—¿Alguna vez llegué a cargarte antes yo a ti como lo estoy haciendo ahora? Generalmente eras tú la que me cargaba a mí desde que era muy pequeño, cuando entonces tú eras todavía más alta que yo. Sabes, no eres tan pesada como suponía —aunque le estaba costando mucho trabajo llevarla, algo que podía intuirse por la expresión que su cara adoptada debido al esfuerzo que hacía con cada paso—. Pudo ser peor. Lo bueno es que consumes muy rápido las calorías de todo lo que comes. Más de una chica en la escuela seguro te envidia por eso.
Lincoln gimió al ver el rostro de su hermana, que aunque le había cerrado los ojos, por la manera en que su rostro parecía vuelto hacia él, parecía estar escuchándolo mientras dormía.
—¿Sabes qué? Te invitaré todas las hamburguesas del eructo que quieras. Al demonio con la consola que pensaba comprarme. ¿Quieres saber algo más? ¡Seré tu compañero de entrenamiento por un mes entero! ¡Por un año si quieres! Todo lo que deseo a cambio es que —gimoteó llorando—... regreses.
Andar sobre el cementerio de mascotas con su hermana en brazos fue sencillo en perspectiva, la verdadera dificultad se le presentó cuando comenzó a subir la barrera de troncos. En numerosas ocasiones estuvo a punto de resbalar y caerse con ella, o sólo dejarla caer.
Jadeando, cuando Lincoln llegó a la ciénaga, hizo una pausa para recostar a Lynn y descansar un poco, entonces de forma grotesca la cabeza de su hermana se movió en un extraño ángulo dando la impresión de qué se trataba sólo de un apéndice colgante sujeto únicamente por piel y músculo, sin huesos de por medio. Su tacto era ya completamente frío, había perdido ese último vestigio de calidez que conservaba todavía cuando la acomodó para llevársela del claro cercano a la carretera donde... se accidentaron.
—Subir esto sería pan comido para ti. Estoy seguro. En estos momentos tu estarías ya en el territorio de los Micmac esperándome impaciente por lo mucho que me estoy tardando. ¿Cierto?
Un escalofrío recorrió su columna al mismo tiempo que sus pies se hundieron en una zona engañosamente firme, pero que resultó ser pantanosa. Trataba de recordar la ruta por la que siguió a Flip la vez anterior, teniendo a momentos dudas sobre si iba por el camino correcto.
—Flip... el señor Grouse... lo hicieron mal, estoy seguro. Esperaron todo un día para sepultar al toro, mientras que el conejo de Flip ya tenía dañado el cerebro por la pedrada que el señor Grouse le dio, y Charles pasó toda la tarde dentro de un congelador. Tú... no tienes mucho de que te... pasó eso.
Vio dos intersecciones que no recordaba haber visto antes, y estuvo por entrar en pánico al no saber cuál tomar.
"...derecha..."
¿Eso lo pensó o...? No importaba. El camino de la derecha por el que ya estaba andando parecía dirigirlo hacia otra barrera de troncos y piedras que si se encontraba ahí debía de ser para evitar que alguien llegara a dónde él quería ir en primer lugar.
De pronto se detuvo aterrado sintiendo que estaba por soltar a su hermana cuando una parte de su sentido común intentó volver a tomar el control de la situación.
—Pero... el señor Grouse dijo que... sólo funciona con los animales.
"...avanza..."
Con terror Lincoln de espaldas retrocedió un paso dándose contra algo, al darse la vuelta vio lo que parecía un enorme árbol muy junto de otro, pero al mirar arriba lo que miró fue...
Fueron ramas, hojas y estrellas.
Por un breve segundo se le había figurado una oscura y monstruosa criatura gigante delgada de largos brazos, enormes cuernos como astas de ciervo y ojos fulgurantes, pero debió de ser sólo su imaginación dándole una extraña forma a aquellos elementos. La rama más pronunciada parecía estarle señalando un tramo de la barrera desvencijada que parecía más sencilla de cruzar.
Cada vez que se le hacía más y más pesado continuar, sentía que algo lo impulsaba renovando sus fuerzas y aligerando el cuerpo de su hermana.
"...ya casi..."
Y había llegado. El muchacho cubierto de tierra de pies a cabeza y algo de sangre por los rasguños que sufrió, los codos escociéndole y los zapatos enlodados hasta los dobladillos de su pantalón, se dejó caer de rodillas sin soltar a Lynn. Estaba exhausto. Miró el hueco en el que había sepultado a Charles hace tan sólo dos noches atrás. A juzgar por la tierra alrededor parecía como si hubiese sido hecho de adentro hacia afuera. Miró fijamente el rostro de su hermana durante unos segundos y entonces comenzó a llorar y a gritar con desespero.
—¿¡Pero y si no funciona!? ¿¡Qué pasará si no ocurre nada y el señor Grouse tenía razón desde el inicio!? O... o si lo hace y... y ella vuelve como...
Una brisa le pegó en el rostro y también agitó la coleta de Lynn liberándola de su liga. Eran pocas las ocasiones cuando Lincoln tenía la oportunidad de verla sin ella, con el cabello suelto, luciendo por lo general muy hermosa a su criterio, pero ahora su semblante estaba apagado, pálido; los labios comenzaban a teñírsele de morado y sus ojos parecían hundirse dentro de sus cuencas. Su hermana estaba muerta y era su culpa. Tal vez fue ella misma quien lo incitó a liberar a Charles, o a que tuviera la idea de enviarlo a Hazeltucky, pero nada de eso habría sucedido si en primer lugar Charles no hubiese regresado a la vida por hacerle caso a Flip sobre llevarlo a este sitio, todo por haber sugestionado al hombre sobre el grave estado emocional que Lana atravesaría cuando se enterara de lo que le ocurrió al perro.
Todo empezó por traer de regreso a Charles, pensó con ironía sobre el perro al que le había hecho papilla la cabeza con una piedra, cuyo cuerpo abandonó en la carretera junto a su bicicleta priorizando llevarse a Lynn en la de ella.
—¿Y sí sólo no regresa? —se dijo apesadumbrado—. ¿Cómo explicaré lo que hice? Me... me meteré en muchos problemas cuando tenga que explicarlo.
"Tu hermana murió salvándote la vida. No sólo es tu culpa. Se lo debes."
Lloró con más fuerza. Él debió de morir y como retribución provocó la muerte de Lynn.
Determinado a continuar, Lincoln apoyado de rodillas contra el suelo, hundió los dedos de sus manos en la áspera tierra del hueco. Con dificultad, comenzó a ensancharlo sacando la tierra del interior a puños haciéndola a un lado.
Era cansado, era tedioso y era sumamente doloroso y no sólo por el daño en su cadera y los codos producto de la caída donde perdió por algunas horas el conocimiento al lado del cadáver de Lynn. Conforme el tiempo transcurría, los dedos se le engarrotaban más rápido que la cadera, aunque extrañamente no sentía tanto dolor en ellos como lo estaba resintiendo en las rodillas, pese a los numerosos pequeños cortes que se estaba haciendo en las manos debido a las grandes y pequeñas piedras que había ahí.
Mientras excavaba, se imaginaba múltiples escenarios de lo que ocurriría después. En ellos, regresaba a su casa donde su familia, aterrada, le recriminaría por lo que hicieron con Charles, por no haberse llevado sus celulares, por el estado en el que llegaba. Preocupados, priorizarían preguntarle sobre el paradero de Lynn. Él, llorando, les diría... ¿Qué se supone que les diría? Por mucho que pusiera su mente a trabajar, no se le podía ocurrir ninguna manera para explicar lo ocurrido, o por qué actuó como lo hizo. ¿Cómo explicar la lógica de haber sepultado a su hermana en la reserva de los Micmac sin sonar como un demente?
Las manos le ardían por el esfuerzo que estaba haciendo al excavar. El haber estado sobre pensando en todos los escenarios para explicar sus acciones, y en los que todos terminaban muy mal, había permitido que el tiempo transcurriera sin que se diera cuenta. Los dedos le sangraban, se había partido un par de uñas. La noche había caído.
La luz de la luna apareció para iluminar el rostro de Lynn, Lincoln la contempló embelesado, teniendo la noción finalmente de que después de lo que estaba por hacer, muy posiblemente nunca volvería a ver a una de sus hermanas más queridas. Amaba a Lynn quizás más que al resto de sus hermanas y, de cierta manera... él la mató.
Ya no tenía dudas en lo que estaba por hacer. Si esto no resultaba, no le importaría ir a prisión o incluso, si eso lo sorteaba, tampoco le importaría estar castigado de por vida y que su familia lo expulsara de la casa. Por mínima que fuera la posibilidad de que el cementerio le regresara a su hermana, él la tomaría, dispuesto a asumir las consecuencias si esto fracasaba.
Con cuidado cargó por última vez a Lynn para dejarla dentro del hueco no muy profundo que hizo con el ancho suficiente para que correspondiera a su altura. Sollozó de nuevo al contemplarla, entonces se inclinó sobre ella para besarle la frente y entre gimoteos hacerle una súplica.
—Por lo que más quieras, regresa conmigo.
Y a pesar del cansancio y el dolor de sus manos, apoyó sus palmas en la tierra para cubrirla con ella, resintiendo el momento en el que su rostro se llenó de la misma hasta desaparecer en ella, así como todo su cuerpo.
Esta vez estaba seguro de que las manos se le pudrirían hasta caérsele, pues ya ni siquiera las sentía por todo el daño que les había ocasionado. Aún así, hizo un esfuerzo por juntarlas para arrodillarse y rezar con una devoción que jamás había manifestado antes, suplicándole a Dios por tener de regreso a su hermana y que permitiera que todo volviera a ser como antes, siendo todo lo que ocurrió aquel día menos que un mal sueño.
Tras terminar, sintiéndose muy fatigado y con un muy fuerte dolor de cabeza, se puso de pie dando unos pasos con la intención de regresar a casa, prefiriendo ya no pensar en lo que le esperaría al llegar.
Debido al engarrotamiento de sus piernas estaba cojeando mucho, por lo que a pocos metros terminó tropezando y cayendo al duro suelo del terreno. Volvió a gemir de dolor sintiendo mucho sueño. Cerró los ojos solo para descansar un momento y recuperar las fuerzas suficientes para reanudar su camino.
Tanto el esfuerzo físico como el mental le pasaron factura, por lo que, a pesar de la incomodidad de las condiciones en las que se encontraba, no le costó trabajo dormirse casi al instante.
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Aún era de noche cuando Lincoln abrió los ojos, desconcertado por encontrarse durmiendo a la intemperie. Se levantó preguntándose qué era lo que estaba haciendo ahí, cuando de golpe tomó conciencia de lo que había ocurrido.
Repentinamente, escuchó un ruido que lo hizo girarse sin levantarse para ver de qué se trataba. No muy lejos de su lugar se encontraba el montículo donde había sepultado a Lynn, el cual se agitó cuando de pronto las manos de su hermana salieron de este, seguido del torso de la muchacha, la cual comenzó a respirar agitadamente como si tuviese problemas para respirar. Lincoln no podía verla bien debido a la oscuridad; apenas vislumbraba su silueta.
La deportista apoyó las manos sobre la tierra y con esfuerzo consiguió sacar su cintura y, posteriormente, sus piernas de la tumba en la que estuvo reposando. Ella dio dos pasos torpes al frente, sólo para caer de rodillas evitando darse de lleno contra el suelo colocando los brazos. Fue cuando Lincoln la escuchó llorar con angustia.
—¿Lynn?
La deportista alzó la cara antes de darse cuenta de la presencia de su hermano, quien no podía distinguir su expresión, pero ya se daba una idea de lo asustada que debía estar.
—¿Lincoln? Por favor... ayúdame...
Sin poder ponerse de pie, suplicante, estiró un brazo hacia él, claramente lastimada y sin fuerzas para hacer nada después del trabajo que le costó salir de su propia tumba.
Con una mezcla de felicidad por tenerla de regreso, así como preocupación por el estado en el que se encontraba, Lincoln al instante se puso de pie y corrió hacia su hermana para auxiliarla.
Una vez frente a ella, la tomó de la mano para impulsarla a levantarse.
—Te tengo, Lynn. Tranquila, todo estará...
Y con la mano libre, ella lo tomó por la camisa a la altura del pecho, acercándolo más hacia ella. Con horror, Lincoln finalmente pudo ver su monstruosa cara.
Gruñendo con ferocidad, el rostro canino de Charles empotrado en la cabeza de Lynn fijó sus pequeños ojos fulgurantes como llamas para abrir sus fauces y poder arrancarle la cara de un mordisco.
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Lincoln soltó un quejido al mismo tiempo que se despertó tratando de incorporarse, sólo para sentir una dolorosa sensación de entumecimiento en la espalda. Respiró muy agitado, sintiendo el aire frío que ingresaba desesperadamente a sus pulmones.
Sin comprender todavía lo que estaba ocurriendo, miró al cielo. El sol iluminaba por completo el claro despejado de la colina donde había caído dormido. Por el frío que estaba sintiendo, probablemente todavía era de mañana.
Con dificultad, se levantó sintiendo dolor en todos los músculos de su cuerpo. El escozor en sus manos al apoyarlas contra el suelo para impulsarse fue terrible. Sentía que tenía hecha polvo la cadera. Al erguirse por completo, sus vértebras hicieron un desagradable sonido, aunque la sensación posterior fue muy satisfactoria.
Se estaba tallando los ojos, cuando la realidad lo golpeó ferozmente al tomar conciencia de lo que ocurrió ayer por la mañana y lo que posteriormente hizo al anochecer. La imagen de Lynn observándolo con unos ojos sin vida, seguida de otra de su cuerpo siendo cubierto de tierra por él mismo lo sacudió de peor manera que la imagen del estado en el que dejó a Charles para que dejara de atacar a su hermana.
A diferencia a como sucedió en su pesadilla, desde donde se encontraba no alcanzaba a distinguir bien el punto exacto donde había sepultado a Lynn. Sintió la necesidad de vomitar al pensar en esto último.
Con temor a cortos y lentos pasos se dirigió al punto exacto donde ella se encontraba bajo tierra, entonces sus ojos se abrieron todavía más perdiendo el sueño por completo por lo que descubrió.
Todo lo que había era un amplio hueco vacío con tierra alrededor. Sobre la tierra distinguió dos pares de calzados; uno era el suyo, ya medio desdibujado por el viento desde la noche anterior, pero el segundo tenía una consistencia más reciente... la talla correspondía a la de Lynn, cuyo cuerpo en ningún momento apoyó de pie en ese lugar como para que esa impresión estuviese ahí.
Aunque el deseo por el que de corazón había implorado parecía haberse cumplido, un gran temor sacudió su cuerpo. La única incertidumbre que ahora tenía era el averiguar dónde se encontraba su hermana.
Miró a su alrededor como si esperara verla tranquilamente de un momento a otro de pie, con la piel tan blanca como la de Lucy, los ojos muertos, los dientes puntiagudos al igual que los de Charles y... su cabeza colgando siniestramente de su cuerpo debido a su cuello roto.
Al no encontrar nada a primera vista, trató de seguir el rastro de las huellas, pero conforme estas se alejaban de la tierra excavada y se dirigían hacia el área seca de la colina se perdían. Lo curioso era que hasta donde llegó a distinguirlas, parecían dirigirse hacia donde él perdió el conocimiento quedándose dormido.
Permaneció varios minutos recorriendo el lugar antes de tomar la decisión de marcharse. Fue al bajar hacia el terreno pantanoso sin dejar de mirar al suelo cuando volvió a distinguir lo que parecía una huella de los tenis de su hermana hundida en una parte fangosa.
—¿A dónde fuiste, Lynn?
El chico volvió a tallarse los ojos al sentirlos lagrimear, ocurriéndosele que tal vez ella se había marchado a casa sin despertarlo.
De nuevo tuvo presente a Charles y el modo en que atacó ayer a Lynn. Ella aparentemente al "regresar" lo encontró dormido, pero no le hizo daño. ¿Acaso eso significaba que ella, a diferencia de Charles, el conejo de Flip o el toro de los Bachman, estaba... bien?
No iba a perder más el tiempo. Con parte de sus fuerzas restauradas, cuidadosamente regresó sobre sus pasos y se marchó de ese lugar sin pensar en otra cosa que no fuese en la oportunidad de ver, escuchar y abrazar a su hermana una vez más.
Aunque cansado, pudo mantener cierto ritmo al caminar, dirigiéndose una vez más colina abajo por la zona pantanosa llena de obstáculos como piedras y troncos caídos, lamentando que fuese el único acceso "seguro" tanto para ingresar como para salir del cementerio Micmac.
El número de ocasiones en las que estuvo a nada de accidentarse fue mayor a las anteriores veces en las que cruzó el terreno, en una de ellas cayó de lleno sobre su trasero dentro de un charco de agua lodosa que olía peor que cualquier otra sustancia en la que Lana hubiese llegado a revolcarse antes.
Sucio y adolorido, consiguió llegar finalmente a la zona baja donde se encontraba el cementerio de mascotas. De pronto, se preguntó si, a pesar de su condición, Lynn no habría tenido inconvenientes para salir de ese lugar.
Alerta, miró cada árbol y piedra considerablemente grande, a cada tablón o cruz improvisada del sitio, temiendo que Lynn apareciera saltando en cualquier momento frente a él. Cómo deseó tener un reloj para saber qué hora era. Por lo que había aprendido de sus programas de supervivencia con Rip Hardcore, fijándose en la posición del sol y las sombras que se proyectaban, suponía que faltaba menos de una hora antes de que fuese mediodía.
Cuando llegó a la carretera, sintió una mezcla de alivio y miedo, pues significaba que el camino a casa ya era cada vez menor. ¿Lynn en serio habría partido hacia allá?
Con terror pensó en la posibilidad de que su familia reaccionara mal cuando ella regresara con aspecto demencial, gruñendo y caminando a paso lento, con peor pinta a cuando pescaba un resfriado, tal vez imposibilitada para hablar con normalidad. ¿Entonces creerían que estaba enferma y la llevarían al médico? ¿Lisa la examinaría? Al igual que Charles, ¿Lynn carecería de sus signos vitales?
Tomó consciencia en medio del absurdo de la posibilidad que el único que actuaba casi como un zombi en ese momento era él mismo mientras caminaba taciturno acercándose más y más al pueblo.
Escuchó un claxon detrás de él y al darse la vuelta se sobresaltó al reconocer el coche de Lori, aún seguía siendo el mismo que tiempo atrás el señor Grouse le había vendido. Se suponía que ella se encontraba en la universidad, por lo que no entendió qué era lo que hacía ahí en ese momento.
La mayor de sus hermanas se detuvo a un costado de él, entonces al instante salió del vehículo para correr y atraparlo en un estrecho abrazo que inquietó a Lincoln. Cuando se separó del muchacho, a pesar de las lágrimas que comenzaron a correr el rimel de sus ojos, lo miró con severidad y enojo.
—¡Me puedes explicar en dónde rayos te habías metido! —tras darle un vistazo y percatarse del estado en el que se encontraba: sucio, desaliñado y maloliente, fue que su preocupación inicial regresó—. ¿Estás bien? ¿Te ocurrió algo?
Al muchacho le costó trabajo pensar qué responderle al no tener aún ninguna excusa preparada.
—Ah... sí, estoy bien. Sólo me caí por ahí.
—¿No estás lastimado?
—No, para nada. De veras, estoy bien.
Enseguida recibió una bofetada con tal fuerza que casi lo derribó al suelo, de no ser porque a tiempo Lori lo sujetó de la camisa por el pecho en una situación que a Lincoln se le hizo extrañamente familiar. Por lo menos Lori no tenía la cara de Charles, aunque la ferocidad con que le estaba gruñendo era un poco parecida.
—¡Entra en este momento al coche!
Sin vacilación Lincoln le hizo caso muy asustado, olvidándose por completo de Lynn ante el temor de ahora tener que enfrentar a Lori.
Ya adentro, la universitaria puso en marcha el vehículo musitando disgustada al volante entre dientes sin perder de vista el camino.
—Entiendo que estuvieras preocupado por Charles, pero una tontería como esta no me la esperaba de ti —suspiró y bajó el tono de voz con el que le estaba gritando—. ¿Por lo menos lograste encontrarlo para llevarlo al refugio ese y dejarlo ahí?
Lincoln pensó a toda prisa en las posibles consecuencias de mentirle si le decía que en efecto lo había conseguido. ¿La familia podría querer después viajar hasta Hazeltucky para recuperar a Charles o asegurarse de que se encontraba bien?
—No. Ah... ya no pude hallarlo.
Lori suspiró pareciendo decepcionada.
—Bueno. Tal vez de todas maneras sea mejor así para él.
De pronto, Lincoln cayó en cuenta de algo.
—¿Cómo supiste que me llevé a Charles para ir a dejarlo allá?
—Obviamente Lynn nos lo contó todo cuando volvió a casa en la mañana. Al menos ella tuvo más criterio que tú para regresar, aunque quizás sólo fue por haberse lastimado la mano cuando se cayó. En serio, no me entra en la cabeza el que ambos fueran tan irresponsables como para haberse fugado juntos un día entero, aunque haya sido para salvar a Charles. ¿Tienes la más mínima idea de lo preocupada que estaba cuando ayer por la tarde mamá me llamó por teléfono para avisarme que ustedes dos habían desaparecido? ¿Siquiera te importa lo que la hicieron sentir a ella o a papá, a las chicas o a mí?
En otras circunstancias, Lincoln se sentiría avergonzado de sí mismo y seguramente se pondría a pensar en alguna manera para compensar después los inconvenientes que les causó a todos debido a sus acciones, pero no era que fuese indiferente a los sentimientos de su hermana en ese momento, sino que después de escuchar la parte en la que dijo: "Lynn nos lo contó", su mente se bloqueó obligándolo a revivir todo lo ocurrido ayer nuevamente.
Lynn siendo atacada por Charles, Lynn salvándolo de que un camión lo atropellara, Lynn muerta a su lado con el cuello roto, Lynn sobre su espalda mientras la llevaba en la bicicleta cual bulto, Lynn dentro del hueco que él mismo excavó y donde la cubrió con tierra.
—...ganas no me faltaron de convertir a Lynn en un pretzel humano cuando nos contó que te dejó atrás para que siguieras buscando a Charles, si no fuera porque supongo que el golpe que se dio en la mano fue muy fuerte.
—¿Cómo dices que tenía la mano? —Lincoln la interrumpió al poner atención a este detalle.
Lori dio una vuelta en una esquina y se detuvo frente a un semáforo.
—No la vi bien. La tenía envuelta con una venda que compró en una farmacia durante el camino de regreso. Sabes que ella misma puede tratarse las lesiones menores que se haga.
Golpes, caídas, esguinces, ese tipo de cosas Lincoln las catalogaba como heridas menores, pero no las que te provoca un perro cuando te tritura la mano entre sus fauces, incluso si fuese un perro pequeño.
—¿Có... cómo se veía Lynn?
A pesar del coraje que tenía, Lori se conmovió por la preocupación que Lincoln sintió por otra de sus hermanas, su hermana cómplice, por supuesto.
—La vi bien. Descuida, no creo que le haya pasado nada grave, incluso y a pesar de su condición, se fue caminando a la escuela.
Los ojos del chico se abrieron con gran sorpresa.
—¡Se fue a la escuela estando... estando...! ¿Lastimada?
—Así es. Y eso habla mejor de ella que de ti.
—¿Vas a llevarme a la escuela a mí también?
—Por supuesto que no. ¿A esta hora a qué irías? En este momento vamos directamente a casa. Necesitas asearte y dormir. Claramente estás en peor estado que Lynn.
Parecía que finalmente Lincoln consiguió poner a su cerebro a trabajar, pues mil réplicas se le ocurrieron hacerle a Lori en ese momento, pero tuvo el criterio necesario al guardárselas para sí mismo. El estómago le gruñó escandalosamente. Lori manejó con una mano para poder, sin apartar la vista del camino, tomar la mochila que tenía atrás en el suelo y pasársela a su hermano.
—Adentro por el frente de los libros todavía tengo mi almuerzo completo. Es tuyo.
Lincoln no era precisamente un fan de las ensaladas y tampoco del tofu, mucho menos de las quesadillas de frijoles que Bobby seguro le enseñó a prepararse, pero todo le supo a gloria cuando se lo terminó a grandes bocados, acompañándolo todo con media botella de agua que también su hermana le convidó.
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El trato que Lincoln recibió de su madre no fue muy diferente del que Lori le brindó cuando lo encontró. Aunque el propósito de rescatar a Charles le pareció noble, no disminuía la gravedad de sus acciones al desaparecer durante todo un día junto a Lynn quedándose incomunicados. De todos modos, Rita lloró de alegría por tener a su hijo de regreso. Tuvo que llamar a la policía e informarles que él también ya había aparecido para anular la denuncia.
El señor Loud fue menos severo que su esposa, limitándose a llorar a lágrima viva por recuperar también a su hijo y estando de acuerdo con el castigo que ella le impuso: cero salidas con sus amigos durante las próximas dos semanas, además de un mes sin derecho a mesada. Durante ese tiempo, su consola de videojuegos quedaría guardada bajo llave en el clóset de sus padres.
Los adultos asumieron que la actitud cabizbaja de su hijo se debía a los fuertes regaños que estaba recibiendo, pero él solo asentía, aparentando escucharlos, mientras de reojo observaba el reloj de la pared, contando los minutos que faltaban para la salida de la escuela secundaria.
Cuando concluyó el regaño, lo mandaron a darse un baño, y al final cuando terminó de vestirse, Rita, que aparte había llamado a su trabajo para tomarse el día y poder estar al pendiente de todo, lo llamó para examinarle las manos al notárselas lastimadas.
—¿Qué te pasó? ¿Qué estuviste haciendo?
Con un cortaúñas, agua oxigenada, hisopos y mucho cuidado, le arregló las uñas, sorprendida por la cantidad de tierra y pequeñas piedras que encontró en ellas, así como los cortes en los dedos y un entumecimiento en estos y en las muñecas de las manos que recién empezaba a desaparecer.
—Yo... no estoy seguro. Supongo que... esto me pasó en la caída...
—¡Lincoln! Por favor, deja de mentirme.
La mujer suspiró y miró intensamente a su hijo. Luego, como si pudiera leer sus pensamientos, le preguntó:
—¿Qué fue lo que realmente le pasó a Charles?
Lori, que estaba presente, mensajeándose con alguien, alzó la cabeza sin entender lo que estaba sucediendo. Lincoln tragó saliva y le respondió con la verdad.
—Charles está muerto.
La boca de Lori se abrió por sorpresa y temor. Rita mantuvo su expresión imperturbable durante unos segundos, indecisa. Luego, prosiguió preguntándole más detalles.
—¿Cómo ocurrió?
Lincoln no estaba seguro si debía contarle toda la verdad, así que con cautela tanteó el terreno.
—Después de que lo sacáramos de su jaula, Charles en un descuido corrió hacia la carretera, cuando...
—¡No! —exclamó Lori, llevándose las manos a la boca, sintiendo sus ojos humedecerse.
Rita observó brevemente a su hija. Después de la interrupción, Lincoln no sabía cómo continuar, ya que no comprendía inicialmente por qué la mención de la carretera había afectado tanto a su hermana cuando ni siquiera había llegado a lo peor. Pero de repente, fue Lori quien planteó la siguiente pregunta.
—El lugar donde te recogí era el camino hacia el... el cementerio de mascotas, ¿verdad? ¿Fue por eso por lo que no volviste con Lynn? ¿Porque después encontraste a Charles y... lo llevaste... allá?
Lincoln bajó la vista, sorprendido por la deducción a la que Lori había llegado. Sin dudarlo, estaría dispuesto a hacer las contorsiones humanas necesarias que ella le exigiera con tal de convencerla de mantener aquella historia.
—Ah... sí, fue por eso. Yo... no quería decirles a las chicas ni a... Lynn —cómo le costó pronunciar su nombre— que todo lo que hicimos para protegerlo fue en vano.
Apretó los puños lastimándose sin querer. El dolor se dibujó en su cara, por lo que su madre, comprensiva lo tomó por las manos comprendiendo finalmente por qué las tenía tan sucias y lastimadas.
—Te lo llevaste a ese sitio y lo enterraste usando tus propios medios, ¿no es así?
Lincoln asintió al mismo tiempo que recordaba la forma en que excavó de esa manera en la colina en medio del promontorio de piedras ceremoniales... con el cuerpo de Lynn a su lado.
—Sí.
Su madre lo abrazó estrechamente, y Lincoln comenzó a llorar de nuevo, no por la muerte de su amada mascota, a quien ya había llorado tres días atrás, sino por la de su hermana. También lloraba por la frustración de no poder contar nada y guardárselo para sí mismo por el bien de su familia. Por la espalda, sintió el cuerpo de Lori abrazándolo también, así fue como quedó entre ambas mujeres consolándolo, sin que ninguna supiera los verdaderos motivos de su sufrimiento.
Entonces el momento fue interrumpido cuando los tres escucharon a Vanzilla regresar. Al separarse del chico, madre e hija se miraron, pareciendo llegar a un acuerdo mutuo, entendiéndose de inmediato entre sí por medio de ese extraño vínculo que hay entre mujeres o entre hijos, o quizás ambas. Fue Rita quien le dio la indicación a Lincoln el cual se tensionó no por ellas, sino por lo que le aguardaba en la entrada.
—No les digas a las chicas lo que en realidad ocurrió, cariño.
Lincoln sin dudarlo le dio su palabra de no hacerlo. Las gemelas fueron las primeras en entrar, yendo directo a abrazarlo preocupadas por él. Lana, tras comprobar que su hermano estaba a salvo, le preguntó enseguida.
—¿Encontraste a Charles?
Por una fracción de segundo, Lincoln miró a su madre y a Lori, quienes inquietas consiguieron sólo con la mirada transmitirle lo que debía responderle.
—No, ya no pude encontrarlo. Debió de escaparse al valle que está detrás de la colina.
Aunque la noticia la entristeció, enseguida Lola dándole unas palmaditas en la espalda procuró consolarla.
—Míralo de este modo. Ya está sano y a salvo en un mejor lugar, completamente libre.
Sus palabras parecieron surtir efecto, tanto en ella como en Luan, quien escuchó todo al entrar a continuación, llevando de la mano a Lily como Luna lo hacía con Lisa, entrando Lucy después de ellas. Lincoln con el corazón en un puño las observaba llegar, preparándose para el momento en que se encontrara con...
Cuando Leni entró, cerró la puerta detrás de ella. Rita, con severidad, le hizo exactamente la misma pregunta que Lincoln estaba por hacerle.
—¿Dónde está Lynn?
Un tanto asustada, Leni miró a su alrededor como si esperara encontrar a su hermana para señalársela. Luna rodó los ojos y pareció murmurar entre dientes: "se los dije".
—¡Oh! Mamá, resulta que Lynn me dijo que vendría corriendo a casa y... ¡me prometió que vendría directo para acá! Por eso después de recoger a las gemelas con Lisa, fui por Luna y Luan, y de ahí a la guardería... y pensé que Lynn ya habría llegado.
La mujer resopló visiblemente disgustada.
—Si no llega en los próximos quince minutos, su hermana puede sumar otra semana a su castigo.
Aunque sentía curiosidad por averiguar qué tipo de discusión tuvieron con Lynn, prefirió quedarse con la duda antes que preguntar y mostrarse sospechoso. A pesar de la fuerte tensión a la que se sentía sometido, bostezó y se talló los ojos.
—Deberías irte a la cama, hermano —Luna le sugirió acercándose a él con cariño y apretándole el hombro—. Imagino que anoche no dormiste nada, ¿verdad?
Horas atrás, Lori le había comunicado a ella junto a Leni y Luan por mensajes las condiciones en las que había encontrado a Lincoln, sin omitir nada excepto la parte final en la que les reveló a su madre y a ella que Charles estaba muerto. A su vez ellas le dieron la buena noticia sobre la aparición de su hermano a las pequeñas para que dejaran de preocuparse por él.
—No estoy tan cansado, quiero... —bostezó de nuevo, quizás debido al efecto del baño y el vaso con leche tibia que su madre, le había dado junto con algo adicional para comer—. Quiero esperar a Lynn y asegurarme de que esté... —"viva"—... bien.
Con un gesto más maternal que fraternal, Leni y Luna guiaron a Lincoln escaleras arriba tomándolo del brazo. El chico no ofreció resistencia. Aunque se había quedado dormido al aire libre en el cementerio, se sentía tan agotado como si se hubiera quedado despierto toda la noche.
No tenía una noción clara de lo que sucedió a continuación. Recordaría vagamente al día siguiente que Leni lo había arropado como si todavía se tratara de un niño pequeño, aunque no estaba del todo seguro. De cualquier manera, eso importaría poco debido a las situaciones apremiantes que ocurrirían posteriormente.
¿Dónde estaba Lynn? ¿Realmente había vuelto a la vida sin ningún problema o detalle que destacara en su aspecto o comportamiento, de manera que la familia no hubiera notado algún cambio en ella como parecía haber sucedido? ¿Había mentido de verdad para encubrir lo que sucedió y protegerlo? ¿O acaso el trauma de morir le impidió recordar lo que había ocurrido, y sólo les había dado a sus hermanas y padres una interpretación que había formulado de los sucesos? ¿Podría realmente todo volver a ser como antes, dejando la tragedia como una pesadilla de la que estaba a punto de despertar?
Su mente no pudo más y apenas su cabeza tocó la almohada, cayó rendido ante el sueño y ante la esperanza de que todo estaría bien cuando despertara.
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Lincoln despertó por los fuertes toquidos que resonaban en la puerta principal del recibidor. Sus ojos se abrieron ampliamente, y a través de la ventana pudo distinguir la tormenta que se había desatado en medio de la noche.
"Apestoso..."
Se sobresaltó al escuchar algo que pareció venir justo del otro lado de su ventana. Casi de un salto se puso de pie y se asomó por ella. Un relámpago iluminó el exterior por un breve segundo, revelando la silueta de Lynn de pie allá abajo en el patio, toda sucia y cubierta de tierra, con el cabello suelto y despeinado, mirándolo fijamente. Lo grotesco era la forma en que tenía la cabeza inclinada a un lado, como si en lugar de estar unida a su cuello, estuviera ladeada colgando de este. Donde debía estar su mano derecha, sólo tenía un muñón sangrante. La sonrisa torcida y burlona parecía dirigirse contra él, al igual que esos ojos fulgurantes y desquiciados.
El patio volvió a la oscuridad hasta que otro relámpago lo iluminó nuevamente. Lynn había desaparecido.
Inseguro, Lincoln salió de su cuarto y encontró su hogar inusualmente silencioso, excepto por el crepitar de la lluvia contra las paredes exteriores.
Consiguiendo juntar el poco valor que sentía dentro de su cuerpo que no dejaba de temblar, más por el miedo que por el frío, se dirigió a la entrada principal, pasando junto a una de las ventanas de la casa por el camino. Se dio la vuelta cuando creyó distinguir que alguien corrió allá afuera, pero al asomarse no vio a nadie, sin embargo, estaba seguro de también haber oído la risa de Lynn durante unos segundos.
Se sobresaltó cuando alguien volvió a golpear la puerta principal. Con cautela, Lincoln se acercó a la misma.
—A... pes... to... so... —su hermana canturreó burlona al otro lado—. Perdí mis llaaaves.
—¿Lynn?
—Vamos, Linky —pareció suplicarle esta vez sin cantar ya—. Date prisa y ábreme. Tengo mucho frío. Vamos mi pequeño hermanito. Ábreme. Necesito una ducha. Estoy empapada y me duele el cuello y la mano. ¿Sabes por qué? Porque duele mucho estar muerta.
La sangre al muchacho se le fue a los pies. Con miedo colocó la mano sobre el pomo de la puerta. Estaba por girarlo... cuando aterrado cambió de opinión a lo que pensaba hacer, entonces lo soltó y retrocedió un paso.
Por un instante pareció que la puerta estuvo a punto de desprenderse del marco cuando los golpes aumentaron con mayor ferocidad, que ahora era seguro que todos en la casa habrían despertado.
—¡¡¡ÁBREME LA JODIDA PUERTA, MALDITO MOCOSO DESAGRADECIDO!!!
Impactado por sus bramidos, Lincoln retrocedió aún más. Los goznes de la puerta parecieron tronar conforme Lynn aumentaba todavía más la intensidad de los golpes.
—¡¡¡DIJE QUE ME ABRAS MALDITO COBARDE!!! ¡¡¡NO ES JUSTO QUE ESTÉS TÚ ADENTRO COMO SI NADA, MIENTRAS YO ME ESTOY PUDRIENDO AQUÍ AFUERA BAJO LA LLUVIA DESPUÉS DE QUE SALVE TU MALDITA Y PATÉTICA VIDA A COSTA DE LA MÍA!!!
Con un último embiste, la puerta cedió y cayó al suelo frente a Lincoln.
En el exterior, no parecía haber nadie. Todo lo que Lincoln podía ver era la lluvia cayendo frente a la entrada.
Con una mano sobre su pecho por el susto, el muchacho se acercó imprudentemente para comprobar que en efecto no hubiese nadie ahí afuera.
¡De repente una gigantesca mano hecha de ramas negras apareció tomándolo por el cuello dejándolo imposibilitado para gritar!
La mitad del cuerpo de una inmensa criatura entró a la casa, cuya cabeza parecía conformada por una mezcla de carne sangrante, madera y lianas. Tenía un gran hocico lleno de enormes astillas filosas como dientes y una gigantesca cornamenta hecha con ramas y genuinos huesos.
La monstruosidad rugió y lo último que Lincoln pudo ver antes de que las fauces de la bestia le arrancaran la cabeza, fue el rostro de su hermana sonriéndole de manera demencial en lo más profundo de la garganta de esa cosa, lista para recibirlo.
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Lincoln se sobresaltó tanto al despertar en medio de la noche que creyó haber estado a un paso de mojar la cama. Si no se levantó en el acto fue porque los brazos de su hermana lo tenían sujeto mientras ella dormitaba a su lado.
—¿Lincoln? —gimió ella adormecida—. ¿Estás bien? ¿Te pasa algo?
Parecía confundida por la forma en que él había despertado. Sonrojado por la impresión que debió de darle, agradeció que en efecto no se hiciera encima, ya que entonces ella no dejaría de burlarse de él y seguramente se lo contaría al resto al día siguiente. Afuera a través de la ventana la noche parecía estar en calma, completamente despejada y sin una nube de lluvia que opacara a las estrellas.
—No, nada. Fue solamente una pesadilla.
Cansada, ella suspiró y volvió a abrazarlo apoyando la cabeza sobre su pecho.
—No te comportes como un niño y ya durmámonos. Mañana tenemos escuela como el resto.
Con cariño, Lincoln le acarició el cabello y ella sonrió complacida por el gesto. Gimiendo un poco con fastidio, pero claramente preocupada por su hermano, abrió los ojos nuevamente y le preguntó.
—Está bien, Linky. Ya suéltalo. Cuéntame qué fue lo que soñaste.
El muchacho inhaló profundamente antes de comenzar.
—Soñé que... Charles moría y... Flip me enseñaba como regresarlo a la vida, pero... tras hacerlo, se volvió violento y provocó que... que...
—¿Qué? —gimió amodorrada, aunque también actuaba inquieta por lo que escuchaba—. ¿Qué provocó?
—Que tú murieras, Lynn.
La castaña parpadeó confundida.
—Lincoln —le preguntó con seriedad y cierto miedo—. No recuerdo qué sucedió después de que Charles me mordiera la mano. ¿Puedes decirme qué pasó después?
Lo miró intensamente, dispuesta a escuchar con atención lo que le contara. De repente Lincoln tembló. Aunque su hermana parecía ser la misma de siempre, fue en ese momento cuando notó que tenía una mano vendada.
—Bueno... es... complicado. Pero... Lynn... Por favor dime tú que es lo último que recuerdas después de lo que ocurrió con Charles.
Ella hizo una mueca como si le costara trabajo acordarse de eso.
—Ya te dije que no estoy muy segura. Charles me estaba mordiendo la mano, luego de eso... ya era de mañana y estaba caminando de regreso a casa. Entonces llegué. Mamá y papá me regañaron porque nos escapamos, también Luna lo hizo. Todas estaban ahí, incluso Lori, pero para mí fue como si acabara de despertar, así que no entendí muy bien lo que me estaban diciendo. Supongo que me regañaban por la manera en que estaban gritándome. Me di un baño y luego me cambié las vendas de la mano, tampoco recuerdo en qué momento me puse el primer vendaje, tal vez pasé por una farmacia de camino aquí o algo así y me atendí las heridas sin pensarlo. Fui a la escuela principalmente para que todos dejaran de regañarme más, y cuando las clases terminaron fui a dar un paseo antes de volver a casa. Pero dime, ¿qué pasó con Charles? Les conté que te quedaste a buscarlo, pero la verdad es que no entendí por qué ya no estabas conmigo cuando regresé a casa. Cuéntame. ¿Lo encontraste? ¿Lograste llevarlo hasta el refugio?
Lincoln no pudo responder a ninguna de sus preguntas con palabras. Comprendiendo la gravedad del asunto tras despertar y haber recuperado por completo su noción de la realidad acarició el rostro de su hermana con su mano, sintiéndolo ligeramente cálido. Ella no pareció entender por qué él hizo eso y se sonrojó, algo que el chico notó dándose cuenta de que esto no era un sueño y que ahora sí se encontraba despierto.
—No. No pude encontrar a Charles, Lynn. Él... se me escapó, pero... ya nada de eso importa.
Lincoln abrazó a su hermana estrechamente, sintiendo una vez más las ganas de llorar. Había quedado atrás aquel terrible momento en el que la tuvo entre sus brazos para sepultarla. Lynn le devolvió el abrazo y el peliblanco se sintió abrumado por su calidez.
Tras separarse, ella lo miró confusa y divertida al mismo tiempo.
—¡Vaya! Te estás comportando algo extraño.
—Sólo un poco, pero no te preocupes, estaré bien. Todo volverá a ser como antes.
Lynn parecía conmovida por sus palabras.
El tranquilo silencio fue interrumpido por la sirena de una ambulancia que poco a poco comenzó a sonar cada vez más fuerte, hasta terminar dominando el ambiente. Preocupados, ambos hermanos se levantaron de la cama y se asomaron por la ventana.
Miraron como su padre salía de la casa del señor Grouse visiblemente alarmado, dirigiéndose hacia la ambulancia que estaba estacionándose frente al jardín de su vecino. Preocupada, su esposa apareció y se le acercó para intentar tranquilizarlo y preguntarle qué era lo que ocurría, en compañía de Lori y Luna, quienes como su madre sólo llevaban puestos sus camisones. Sea lo que les dijera, causó que Lori estallara en llanto y se cubriera la cara, mientras que Luna, conmocionada abrazó a su madre, quien también comenzó a llorar.
Los paramédicos pasaron de largo a la familia para ingresar al domicilio. Entonces, preocupados por lo que estaba ocurriendo, Lincoln y Lynn se miraron entre sí.
—Tengo... ¡tengo que ir a averiguar qué es lo que está sucediendo!
Lincoln se adelantó a su hermana y bajó corriendo las escaleras para salir de la casa, pasando junto al resto de sus hermanas, que también estaban despiertas debido al alboroto y parecían confundidas.
Ya afuera, Lincoln se encontró con la desoladora imagen de los paramédicos sacando un cuerpo grande cubierto con una lona negra sobre una camilla. Sus padres y dos de sus hermanas mayores no podían dejar de llorar al mirar la escena.
—Señor Grouse...
Lincoln cayó de rodillas al suelo, y Leni lo consoló abrazándolo por la espalda al enterarse de lo que había ocurrido.
—Es terrible, Linky —sollozaba—. Dicen que... su corazón simplemente se detuvo.
El muchacho se aferró a ella. Sobre el hombro de su hermana, miró por la ventana a Luan adentro, tratando de explicarles a las pequeñas lo sucedido, quienes estaban igualmente desoladas. A pesar de que el señor Grouse pudo ser algo gruñón y pasarse mucho tiempo quejándose de ellos, siempre tuvo un gran corazón y les mostró en más de una ocasión mucho aprecio y cariño, como si los considerara su verdadera familia.
Y su vida llegó a su fin de la misma manera en que se esperaría de cualquier persona mayor.
Lincoln gimió y alzó su mirada. Lynn se asomaba observando todo por la ventana de su habitación donde él la había dejado.
Su burlona y amplia sonrisa, en la que exhibía todos los dientes, junto con sus ojos abiertos pareciendo excitados por lo ocurrido, asustaron a Lincoln más que el sueño que había tenido antes.
—Me cuesta creer que realmente ya no volveremos a ver al señor Grouse. ¡Yo lo quería mucho!
Leni estrechó aún más el abrazo y su hermano la vio brevemente antes de volver a fijar su mirada en la ventana.
Lynn parecía estar llorando, y la profunda tristeza por lo ocurrido se reflejaba en su rostro.
El chico no entendió lo que sucedió hace unos segundos. ¿Acaso su mente le jugó una mala pasada por lo del señor Grouse, reavivando sus temores?
Por el momento eso carecía de importancia. No solo su vecino, sino también un gran amigo suyo había muerto, y eso era en lo que por ahora debía de preocuparse junto con la reacción de sus hermanas más pequeñas ante lo sucedido.
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Lynn, sollozando, se apartó de la ventana para ir a reunirse con sus hermanas y brindarles el apoyo que necesitarían en tan terribles momentos.
Después de que desapareciera de la vista de Lincoln, y justo antes de que, con los brazos abiertos, fuera a consolar a las pequeñas junto a Luan una vez que bajara a la sala... nuevamente satisfecha se echó a reír, encontrando muy hilarante la manera en la que el estúpido viejo estiró la pata cuando fue a visitarlo antes de regresar a casa.
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