Capítulo 4

Charles daba vueltas dificultándosele el movimiento, no por los daños que su cadera sufría según Lisa, pese a actuar como si no tuviese nada, sino por lo limitado del espacio dentro de la jaula a causa del tamaño de esta. De vez en cuando gruñía sólo para echarse y relajarse resignado a que no podría salir de la prisión a la que fue confinado.

Afuera en el jardín, Lucy consolaba a Lisa en sus brazos junto al sitio donde acababan de hacerle un oficio fúnebre simbólico a Geo, siendo que no hubo nada qué enterrar más que su destruida burbuja de plástico. Lincoln miraba la escena desde su ventana, todo con tal de ignorar al perro que habían puesto dentro de aquella jaula en su habitación que, según Lisa, estaba mejor fortificada al ser de metal a diferencia de la anterior de plástico rígido. Entonces pensativo miró hacia la casa del señor Grouse recordando las advertencias que tanto él como Flip le habían hecho sólo para haber decidido pasarlas de largo negándose a aceptar lo que ahora podía ver.

Charles era peligroso. Como diría Flip, el cerebro se le había podrido en el lapso entre que murió y lo devolvieron a la vida, por lo que no era muy diferente de aquellos zombies que miraba en las películas.

¡Pero esto no era una película! ¡Se suponía que era la vida real! Una realidad donde se suponía que los muertos se quedaban quietos y no salen de sus tumbas para atacar a la gente.

Afuera Lily había salido junto a las gemelas para darle el pésame a su hermanita genio, quien podría decirse fue la más cercana al hámster de la familia. Lana parecía tan afectada como ella.

Alguien tocó a la puerta un par de veces antes de entrar sin esperar respuesta. Fue de las pocas veces que a Lincoln la interrupción no le molestó al no tener cabeza para otra cosa que no fuera la complicada situación en la que se sentía atrapado.

—Linc, me acabo de enterar sobre lo que ocurrió y...

Entonces Luan tragó saliva al ver a Charles dentro de su jaula mostrándole una mirada triste y desdichada, sin comprender por qué le estaban castigando.

—¿Están seguros de que fue Charles el que le hizo eso a Geo?

—La evidencia hablaba por sí sola.

Ella negó con un gesto.

—Sigo sin poder creerlo. ¿No será que Charles en serio está enfermo? Tal vez tenga...

—Lisa dijo que no era rabia. Cuando pudo calmarse, nos explicó que no encontró ninguna enfermedad en Charles, al menos no una que conociera, además que su sangre estaba bastante deteriorada por lo que no pudo examinarla adecuadamente.

—Supongo que ahora querrá experimentar con él para saber qué es lo que le ocurre.

—Por el contrario. Quedó muy afectada por lo de Geo y lo último que quiere es acercarse a Charles. Me suplicó que me deshiciera de él. En cuanto papá y mamá se enteren de lo que ocurrió, es seguro que quieran lo mismo.

Luan tragó saliva.

—Eso es cruel. Charles no se merece eso.

—Y Geo tampoco merecía lo que le hizo.

Esto confundió a su hermana.

—¿Eso significa que estás de acuerdo en que Charles debe irse?

Lincoln no tenía en realidad idea de nada, sólo que por mucho que extrañara a su amigo y lo quisiera recuperar, más le importaba el bienestar de sus hermanas, y con lo impredecible que Charles se había vuelto... ¿Qué tal si más adelante actuaba al igual que el conejo de Flip hace años con la madre de este? Sus hermanas, a todas, las consideraba muy hermosas. Odiaría un día encontrarles una cicatriz que las marcara de por vida, provocada no sólo por Charles, sino por él mismo en causa de este.

Fue gracias a Leni que se salvó de responderle cuando con mucha seriedad, pero notoria tristeza, al entrar les avisó mirándolos a ambos sin imaginarse que encontraría a Luan ahí.

—Chicos, papá y mamá ya llegaron y quieren vernos a todos en la sala.

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Fue curioso escuchar al señor Loud hablar con tanta autoridad, por lo que no sería extraño que en realidad la de la idea hubiese sido su esposa, misma que habría preferido ser ella quien le explicara a la familia la delicada situación en la que se encontraban, de no ser porque su esposo le insistió en hacerlo él mismo, anticipando la indignación y molestia que generaría y que quería ahorrarle a su mujer.

—No vamos a ponerlo a votación —concluyó al terminar el tema—, no hay objeción en esto de ninguna clase. Es lo que se hará. De hecho, ya le hablamos al veterinario y agendamos una cita para mañana llevarle a Charles.

Lana lloraba a raudales abrazada de su gemela con quien compartía el mismo estado. Lily llorando lo hacía en brazos de Leni cuyos ojos estaban aguados. Aunque Luna intentaba hacerse la fuerte, estaba tan afectada como Lynn, la cual no disimuló su molestia al salir de la sala furiosa y completamente indignada. Era difícil saber lo que Lucy pensaba al lucir tan estoica ante la noticia, extrañamente lo mismo sucedía con Lincoln.

—¿Podemos jugar con Charles antes de despedirnos de él? —Tímidamente Luan les pidió a sus padres.

—Lo siento —Rita le contestó—. Pero tanto su padre como yo creemos que no es seguro sacarlo de su jaula hasta entonces.

Rita recordaba un proverbio de su propio padre acerca de cómo los animales ya no solían ser los mismos cuando probaban la sangre por primera vez.

—¿De verdad no puedes inventar algo para curar a Charles y que vuelva a ser el que era antes?

Lisa hizo oídos sordos ante la súplica de Lana. Probablemente en unos días en cuanto se recuperara de la impresión, revisaría la muestra de sangre que aún conservaba de Charles, pero en ese momento lo último que quería hacer era acercársele al perro, ya no digamos el tocarlo.

—No en un tiempo tan corto. No estoy tan versada en las ciencias químicas farmacológicas como te imaginas.

La discusión se prolongaría por más tiempo, pero eso no cambiaría el hecho de que Charles sería enviado a la veterinaria, donde seguramente sería sacrificado. Lincoln no participó en el debate posterior, pues al igual que Lynn, sin decir nada se pondría de pie y se marcharía de la sala.

Tras subir a la segunda planta con la intención de irse a su habitación para tirarse en su cama buscando ya no pensar en lo que estaba sucediendo, se encontró a Lynn apoyada frente a su puerta, obviamente molesta y con los brazos cruzados. Al ver a su hermano, ella le preguntó.

—¿Hubo algún cambio?

—Ninguno hasta donde pude soportar seguir escuchándolos a todos.

Ella pudo entenderlo. Le daba crédito por haber podido aguantar más tiempo que ella.

—Entonces, ¿cuál es el plan?

Lincoln no entendió a qué se refería o por qué lo miraba de manera anhelante.

—¿Plan de qué?

—¿Cómo que de qué? ¡El plan para evitar que maten a Charles, por supuesto! No me vas a decir que te quedarás de brazos cruzados sin hacer nada.

—Ya escuchaste a papá. No es algo que pondrán a consideración nuestra. Es lo que harán y ya.

Lynn lo miraba con tristeza.

—¿Te ocurre algo, Lincoln? Te he notado mal a causa de Charles desde que se perdió, y aunque puedo entender que lo estés más ahora por todo lo sucedido, aún con lo que él hizo, me cuesta creer que por ello te olvides que es nuestro perro y no merece que le hagan daño.

—No sé qué decirte.

—Cualquier cosa. El apestoso que conozco y quiero, en estos momentos estaría buscando a quién convencer para que le ayudara a enviar a Charles a China o algo así con tal de protegerlo.

Lincoln estaba por rebatirle algo, cuando las palabras de Lynn pusieron a trabajar su creatividad de forma automática.

—En realidad... esa no es una mala idea.

Lynn enarcó una ceja.

—¿Qué? ¿Enviarlo a China?

—Sí. Bueno, no tan lejos. Pero podríamos llevarlo a un albergue para perros. Una vez fui a una excursión por la escuela hacia uno muy amplio que está en Hazeltucky, que es el más cercano según nos explicaron. Es cierto que tendríamos que renunciar a Charles de cualquier forma, pero por lo menos él se encontraría bien en compañía de otros perros.

Lincoln supuso que entre los suyos sería menos agresivo, quizás hasta se conseguiría una novia, o que entre perros más grandes se controlaría, y si no, estos podrían contenerlo y apaciguarlo. Tal vez, así como su cadera, quizás se estaba curando y ese era el motivo por el que podía caminar tan normalmente como siempre cuando se supondría que no debería de poder hacerlo, por lo que con el paso del tiempo su mente también se arreglaría volviendo poco a poco a la normalidad. Si algo tenían en común todas aquellas mascotas y animales de los que escuchó a hablar que regresaron a la vida, es que no se les pudo permitir mucho más tiempo de vida, siendo sacrificados casi enseguida. Ya lejos, Charles tendría todo el tiempo del mundo para curarse y volver a la normalidad. Además, por lo que sabía de quienes estaban a cargo del albergue, no sacrificaban animales ahí, dándoles a todos una oportunidad por muy difíciles que fuesen sus temperamentos.

Lynn se rascó una mejilla considerando el plan.

—¡Pues hagámoslo! ¿Crees que podrás convencer a papá y a mamá de que mejor elijan tu alternativa?

Lo dudo. A estas alturas ya le tienen mucho miedo a Charles y creo que Luna y Luan también, no se diga Lisa. Por ellos no encontraríamos mucho apoyo, al menos no del que nos interesa.

—¿Entonces qué sugieres?

Con todo y que le resultaba un fastidio el romper las normas, a Lincoln no se le pudo ocurrir otra opción.

—Mañana no iré a la escuela. Me levantaré más temprano que el resto y me iré con Charles con todo y su jaula para llevarlo a ese sitio.

Aunque la parte de renunciar a su amigo no le gustaba del todo a Lynn, tenía que reconocer que eso era mejor a nada, pero tenía sus dudas acerca del plan.

—¿Y cómo te lo llevarás? ¿Vas a cargar con Charles a pie hasta llegar allá? No creo que puedas andar en bicicleta con él, o que te permitan subirlo a un autobús.

—Puedo usar la canastilla de las gemelas, engancharla a mi bicicleta y así llevármelo.

—Vaya que tienes una mejor condición de la que imaginaba si realmente crees que podrás hacer todo eso —Lincoln suspiró con hastío—. Sí, eso fue lo que pensé. Lo mejor es que también me levante temprano y sea yo quien cargue con él, pero como no sé dónde queda ese refugio, tú tendrás que acompañarme.

—Me parece bien, pero te advierto que tendríamos que levantarnos por lo menos a las cinco de la mañana.

—Entonces ve preparándome un vaso con leche tibia para irme a dormir y conciliar el sueño desde ya.

El muchacho se dio la vuelta para ir a la cocina y acatar su pedido, cuando Lynn lo tomó por una muñeca haciendo que se volviera hacia ella para atraparlo en un estrecho abrazo.

—Gracias, Lincoln.

—Gracias a ti por ayudarme, Lynn.

Todo lo que Lincoln sintió en ese momento, además de gratitud, fue un profundo amor por su hermana ante el apoyo que le daba. Por un momento consideró contarle la verdad acerca de lo que en realidad le sucedió al perro, pero temía que entonces ella se retractara y al igual que sus padres, ante el temor de lo desconocido, se echara para atrás decidiendo que lo mejor en efecto era regresar a Charles al mundo de los muertos.

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Después del atardecer toda la familia en algún momento de lo que restaba del día bajaría al sótano, algunas por su cuenta y otras acompañadas por alguien, como lo fue en el caso de las gemelas y el matrimonio Loud.

Charles a todos a través de los barrotes de metal roídos de su jaula los miraría con expresión triste y desdichada, con aspecto confundido de no saber qué era lo que sucedía, o por qué estaba siendo castigado, lo que generaría dudas en la familia de seguir adelante. La misma Lisa se replantearía la idea, por lo menos antes de recordar lo sucedido con Geo.

Aunque trataron de animar a Cliff y a Waltz para que bajaran a despedirse también de su amigo y compañero antes de su partida al veterinario el día de mañana, tanto el gato como el ave pusieron resistencia cuando Lana intentó cargarlos para llevarlos abajo y que lo hicieran, por lo que al final desistió.

Durante la cena la familia se mantuvo bastante callada. No había nada de qué hablar ya, pero el señor Loud no deseaba que los ánimos en su familia se apagaran a causa de la tragedia.

—Saben, el fin de semana podríamos ir al campo a hacer un picnic donde fuimos la vez pasada con el abuelo en su anterior cumpleaños, ¿se acuerdan?

Se imaginó que algunos se mostrarían en desacuerdo, pero no que la primera sería su esposa.

—Cariño, eso fue hace semanas, antes de que terminaran de construir la nueva carretera. Ahora no me parece un sitio muy seguro desde que los camiones y trailers la convirtieron en su ruta de entregas habitual.

—No pasará nada. Nos instalaremos lo más alejados del camino. ¿Qué les parece?

Leni le dedicó a su padre una sonrisa de cortesía secundada por Luna. Luan más optimista, añadió.

—Puede ser divertido. Incluso les puedo mostrar una nueva rutina en la que he estado trabajando.

—Sí. Me parece una idea grandiosa, papá.

Al señor Loud le fue grato que incluso Junior se entusiasmara con su plan. Lincoln la miró y ella le sonrió de forma afectuosa, guiñándole un ojo.

Las hermanas mayores no estaban seguras de qué traían esos dos entre manos, pues al notar el intercambio de miradas, estaban seguras de que se habían vuelto cómplices en algo. Luna se rascó la cabeza mientras comenzó un debate interno sobre si debería hablar con sus padres respecto a esos dos, o si simplemente estaba loca e imaginaba cosas. De cualquier modo, el tema urgente por el momento a tratar era el de Charles.

Por su parte, Rita continuaba insegura respecto a la idea. Lily se había vuelto muy vivaz y aventurera últimamente, al igual que Lana, pero creyó poder resolverlo manteniéndola cerca de ella sin quitarle el ojo de encima. Confió en que sus hijas mayores podrían con el cuidado de las gemelas.

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Lincoln saltó de su cama cuando la alarma que puso en su celular al activarse retumbó en sus oídos debido a los auriculares con los que se durmió. Al comprender lo que sucedía tras interrumpir su sueño, se apresuró a quitarse los auriculares y apagar la alarma.

Faltaban quince minutos para las cinco de la mañana y Lincoln estaba muy cansado a pesar de haberse ido a dormir muy temprano anoche. Con cierta lentitud, terminó de vestirse. Luego salió de su habitación, tomó la mochila que había preparado el día anterior antes de acostarse y procuró hacer el menor ruido posible mientras se acercaba a la habitación de sus hermanas más cercanas. Al no escuchar ningún ruido desde adentro, temió que Lynn se hubiera quedado dormida.

Se llevó una mano al pecho asustado cuando escuchó el agua del depósito del baño corriendo. Lynn salió de ahí estirando los brazos desperezándose.

—Buenos días, apestoso.

—¡Baja la voz! —la reprendió en un susurro—. ¿Estás lista?

—Sí. Ve a abrir la puerta. Yo iré por Charles.

Lincoln se apresuró a bajar hacia la entrada con sus llaves en la mano. Una vez afuera, se dio cuenta demasiado tarde de que su hermana podría tener dificultades con Charles. Después de todo, él ya no estaría tan dócil como ayer, cuando la familia comenzó a despedirse de él. Además, podría comenzar a ladrar y arruinar sus planes al alertar a la familia.

No pasó mucho tiempo para cuando su hermana salió cargando la jaula con el perro sin ningún problema. Charles estaba despierto y miraba a sus dueños con los ojos muy abiertos, mostrando cierta emoción, como si presintiera lo que estaba sucediendo y comprendiera que lo mejor era mantenerse quieto y en silencio, por lo que permanecía tranquilo. Una vez más, Lincoln supuso que el viejo Charles estaba volviendo a ser quien solía ser antes.

La adolescente dejó la jaula en el suelo y se dirigió al garaje para sacar su bicicleta.

—Linc, te llevaría conmigo atrás si no fuera porque estaré llevando al frente a Charles.

Lincoln comprendió que le estaba instando a tomar su propia bicicleta. Aún estaba cansado, por lo que le costaba pensar correctamente, pero confiaba en recordar bien el camino hacia el refugio de animales en Hazeltucky.

—Pues vámonos ya. Espero que puedas mantener mi ritmo.

—¿Hablas en serio, apestoso? ¿Estás seguro de que irás más rápido que yo?

—No. Por eso te advierto que te mantengas a mi ritmo y no te adelantes. Además, no quiero que Charles se te vaya a caer.

Lynn bufó. Puso a Charles sobre sus piernas, así que trataría de mantenerlo equilibrado mientras pedaleaba.

Cuando comenzaron su marcha el movimiento no parecía molestar al perro, que continuó tranquilo y en silencio. Ambos chicos se sintieron más confiados debido al éxito con el que su plan dio inicio.

Las calles del pueblo estaban teñidas por la escasa luz amarillenta de la mañana y se mostraban solitarias, ya que todo mundo dormía o acababa de despertar. Los negocios por los que pasaban estaban cerrados, incluida la tienda de Flip. Lincoln se inquietó al pensar lo que diría el viejo si se enterara de lo que estaban haciendo, aunque presintió que el señor Grouse sería aún más severo en su reprimenda.

Les llevó cerca de una hora salir del pueblo y pedalear por la carretera. Supusieron que su familia apenas comenzaba a despertarse, aunque estaban seguros de que les tomaría mucho más tiempo darse cuenta de que ninguno de los dos estaba.

Una camioneta pasó muy cerca de ellos, lo que los obligó a mantenerse en el borde de la carretera. A Lincoln le costaba cada vez más avanzar. Lynn, aunque tenía más energía, se estaba fastidiando debido a que los bordes de la jaula le lastimaban las piernas a medida que pedaleaba.

—¿Cuánto falta, Linc?

—Creo que en media hora llegaremos a la mitad del camino. Recuerda que Hazeltucky está a una hora de aquí en auto y vamos en bicicleta. Además, el refugio está en la salida del pueblo en la dirección opuesta por la que estamos llegando, así que también tendremos que atravesar el pueblo.

Su hermana bufó, lamentando no habérsele ocurrido llevar un bocadillo o algo así para calmar el hambre que le estaba dando. Lincoln, leyéndole la mente, le sonrió.

—¿Quieres que hagamos una pausa para comer algo?

Antes de que ella le preguntara qué podría ser, el muchacho se detuvo y sacó un par de emparedados de su mochila, lo cual aumentó aún más el apetito de Lynn.

—Los preparé ayer antes de irme a dormir.

Pararon cerca de una colina dividida por la carretera, quedándose por el lado opuesto de la loma empinada. Ambos se mostraban tranquilos, apenas preocupados, aunque conscientes de los serios problemas a los que tendrían que enfrentarse en casa cuando regresaran por la tarde y su familia les reclamara por saltarse las clases. Seguramente, sin necesidad de esperar a su regreso para oír sus explicaciones por lo que habían hecho, ya habrían deducido la causa al descubrir que Charles tampoco se encontraba.

Un tráiler los sobresaltó al pasar muy cerca de ellos, por lo que se alejaron más de la orilla que daba hacia la carretera, moviendo las bicicletas hacia el pastizal donde se encontraban en la parte plana. Al otro lado la inclinación se hacía más pronunciada por lo que no era siquiera una opción a considerar ante el peligro de resbalar por la misma.

Charles comenzó a gimotear, así que Lincoln partió un pedazo de su emparedado para dárselo después de entregarle a Lynn una cajita con jugo de manzana. El perro olisqueó el trozo antes de animarse a comérselo cuando su hasta entonces dueño se lo pasó entre los barrotes. Lynn los miró pensativa.

—¿Crees que Lisa tenía razón de que Charles se comió a Geo?

—Eso fue lo que dijo y... si bien no lo vi cuando lo hizo, si vi la sangre y los pelos castaños en el hocico y en las patas de Charles.

No le contaría sobre la forma burlona en que Charles lo miró a él después, como si estuviera orgulloso de su acción. El perro triste en aquella jaula ya no se parecía en absoluto a aquel ser que mató a Geo y a un mapache.

Lynn parecía tener todavía problemas para aceptar esto. Volteó a ver a Charles, quien aún compungido se relamía el hocico agitando su cola, como si esperara que lo dejaran salir para jugar con ellos aprovechando el campo abierto.

—¿Sería tan malo dejarlo solo aquí? Este sitio se ve muy bonito.

—Es un perro doméstico, Lynn. No creo que sobreviva si simplemente lo dejamos a su suerte, así como así. Si no lo atacan otros animales, podría correr el riesgo de que lo arrolle un vehículo si se acerca mucho a la carretera.

Ese era un buen punto, reconoció ella. Lincoln notó a su viejo amigo actuar con la naturalidad a la que estaba acostumbrado verlo antes, dando vueltas en su jaula ansioso por explorar el exterior, lleno de olores nuevos y árboles por marcar.

—Tal vez... podríamos darle la oportunidad de estirar las piernas, aunque eso nos retrasaría un poco más.

Lynn se encogió de hombros.

—De todos modos, nos castigarán de cualquier manera. Da igual si llegamos una hora más tarde de lo que esperábamos.

Como su hermana, Lincoln había dejado su teléfono celular en casa tanto para no distraerse en algo que no fuera a lo que iban, como para no estresarse con las constantes llamadas que seguramente sus padres y el resto de sus hermanas les harían tratando de averiguar dónde se encontraban. Era cierto, ya estaban en serios problemas como para que importara el agregar otro más.

—Está bien —se dirigió hacia la jaula—. ¿Quieres jugar una última vez con nosotros, amigo?

Como si pudiera entenderlo, el muy animado perrito ladró jubiloso. Lincoln entonces sin temor ni dudas, abrió la jaula.

Pese al verde hematoma de su espalda que no parecía haberse curado de nada a pesar de los cuidados que le dio Lisa antes de lo de Geo, Charles salió y juguetonamente persiguió su cola durante unos segundos, revoloteó en el césped y se puso a ladrarle a una mariposa que pasó cerca de él. Lincoln y Lynn rieron al verlo.

La deportista tomó una pequeña rama que estaba frente a un árbol y la alzó frente a Charles.

—¡Eh, Charles! Ven aquí, amigo. ¿Quieres esto? ¡Ve por él!

Ansioso, el perrito, jadeando, siguió la trayectoria de la rama hacia Lincoln, quien la atrapó al vuelo y le hizo una finta de dársela, sólo para que, cuando parecía que Charles estaba por tomarla, el chico la alzó de nuevo y corrió un poco para que lo persiguiera. Lynn hizo algo similar, instándolo a que le devolviera la rama.

—¡Vamos, Charles! Ven a quitármela. ¿No puedes? ¿Se la podrías quitar a Lynn?

El chico arrojó con todas sus fuerzas la rama al sentir que su hermana estaba a una distancia considerable de él, sin embargo, calculó mal y terminó arrojándola más lejos hasta caer en la carretera.

—¡Parece que alguien ha estado ejercitando ese brazo, apestoso!

Lynn lo vitoreó mientras corría hacia la carretera con Charles persiguiéndola, lo mismo hizo su hermano, quien de pronto divisó a lo lejos un auto que se acercaba peligrosamente al punto exacto a donde su hermana se dirigía.

—¡Cuidado, Lynn!

La advertencia llegó a tiempo. La muchacha se paralizó y el auto pasó a su lado frente a ella casi rozándola y pitándole por su descuido sin detenerse. La chica bufó y se inclinó a tomar la rama, tan aliviada como el peliblanco que lo vio todo.

—Cielos, eso estuvo cerca. —Murmuró asustada llevándose una mano al pecho.

Al darse la vuelta pensaba reanudar su diversión con Charles quien, al igual que ella, se había detenido. Sin embargo, a diferencia de hace unos momentos, su actitud había cambiado y ella lo notó. Aún parecía sonreír, pero no de un modo amistoso. Ni siquiera movía la cola, parecía petrificado como una estatua, parecía... "sonreír como un muerto". El pensamiento, por ridículo que sonara, se quedó en su cabeza. Lincoln se detuvo detrás de ellos, ya que aunque no podía ver a Charles desde su ángulo, podía notar muy bien el desconcierto de Lynn.

—Bueno... ¡Atrápala, Charles!

Esta vez, y quizás a causa del repentino miedo que el perro le produjo, Lynn le arrojó la rama no muy fuerte a la cara, con el objetivo de que Charles saltara al vuelo y la atrapara, como tantas veces había hecho cuando jugaban juntos. Pero en esta ocasión, el perro permaneció estático, por lo que la rama le dio en un ojo, rebotó y cayó al suelo frente a él, sin que pareciera percatarse del daño al no mostrar ninguna molestia, al menos no de inmediato.

Como si acabara de enfadarse ya tarde por lo que le hizo, la mueca de Charles se distorsionó y mostrando los dientes de forma gutural y amenazante comenzó a gruñirle a su dueña. Detrás de ambos, una camioneta se acercaba y justo cuando estaba a punto de pasar frente a Lynn, el perro se acercó ladrándole amenazadoramente.

—¡Lynn!

El chico temió lo peor para su hermana, pero ella tuvo la suficiente prudencia de no reaccionar saltando hacia atrás. Por lo tanto, la camioneta apenas se movió un poco debido a lo sucedido y continuó su camino sin dañar a nadie. Sin embargo, Charles siguió avanzando para de un salto arrojarse contra Lynn atrapando entre sus dientes una de las manos que la adolescente había puesto frente a ella para protegerse la cara.

—¡Ah, déjame!

Ella ladeó la mano buscando que el perro la soltara, pero con furia Charles comenzó a roerla y Lynn, llorando y gritando, cayó al suelo. Luego levantó su brazo con todo y el perro para con violencia bajarlo haciendo que Charles se golpeara contra el suelo.

Lincoln había llegado y tomó a Charles por el cuerpo, tirando de él desesperadamente debido al repentino cambio de actitud del animal.

—¡Suéltala, Charles! ¡Suéltala!

Un auto tuvo que maniobrar al pasar cerca de ellos debido a la alta velocidad con la que transitaba, consiguiendo evitar atropellarlos, pero solo por poco. Lincoln tiraba con fuerza para que regresaran al lado derecho de la carretera, hacia el paraje, ya que del otro lado estaba la inclinación de la colina en la que se encontraban, en dirección contraria a la que Lynn avanzaba para liberarse del perro que le estaba desgarrando la piel y parecía esforzarse por romperle los huesos de la mano.

—¡Déjame, Charles!

Lincoln cayó al suelo al resbalar, sin lograr soltar al perro. A su lado vio una afilada piedra mediana, con la cual tuvo suerte de no golpearse en la cabeza.

Lynn, debido al impulso de retroceso que tuvo cuando Lincoln soltó al perro, se acercó peligrosamente hacia el borde de la loma. El gruñido de Charles la aterraba tanto como el doloroso daño que le estaba ocasionando. No sonaba como un perro pequeño, sino como uno mucho más grande. Incluso... "suena como un toro".

Charles chilló cuando Lincoln con ferocidad, lo golpeó en la cabeza con la piedra usando todas sus fuerzas. Sin embargo, el perro no soltó a Lynn, ni siquiera después del segundo golpe, ni el tercero, ni el cuarto. Fue hasta el quinto golpe cuando el perro finalmente cayó al suelo completamente inmóvil y... con el cráneo destrozado.

Lynn, casi por la orilla de la loma aún en la carretera, lloraba aterrada mientras miraba su mano bañada en sangre, incapaz de flexionar tres de sus dedos y sintiendo mucho dolor en el pulgar.

Lincoln jadeó por la conmoción que le provocó el cansancio y el miedo por observar a su hermana en ese estado. Bajó la vista y el cadáver de Charles le dio la impresión de que aún continuaba sonriendo, a pesar de tener la cabeza hundida, un ojo vuelto hacia atrás y la lengua por completo afuera de la boca pegada contra el asfalto. Una burbuja de sangre se infló por una de las fosas nasales del perro y entonces el chico soltó la piedra cubierta por una viscosa sangre más oscura que roja.

¡El ruido de una potente bocina lo hizo voltear al frente, encontrándose inesperadamente con un tráiler que avanzaba velozmente hacia él y que lo cegó con las luces frontales!

Sintió que del brazo lo tomaron apartándolo bruscamente del camino, evitando así que fuera atropellado. De ese modo fue que se pegó contra Lynn, con quien al instante siguiente rodó por la loma de la colina hacia abajo, raspándose y golpeándose contra las piedras y rocas entre el pastizal, girando y girando sin fin hasta llegar finalmente a una parte llana del terreno, donde el muchacho perdió la conciencia.

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Con su sutilidad acostumbrada, Lynn despertó a Lincoln dándole una sonora bofetada.

—¡Oye! —él le reclamó—. ¿Eso era necesario?

Sin embargo, al ver las lágrimas que derramaba su hermana mayor inmediata, no tuvo cara para reclamarle nada más, especialmente al comprender que ella como pudo le acababa de salvar la vida al evitar que un trailer lo atropellara, con todo y en la condición en que el desgraciado animal la dejó.

Lynn lo abrazó aliviada de verlo a salvo y Lincoln le correspondió abrazándola sintiendo un amor infinito hacia ella. Aunque su cuerpo estaba adolorido por la caída que tuvieron, se sintió seguro por encontrarse a su lado. Al separarse, el muchacho observó la mano afectada de su hermana. Sin pensarlo, se quitó la camisa y con ella le envolvió la mano, entonces se llevó a Lynn de regreso con un brazo alrededor de su cintura para ayudarla a que pudiese sostenerse con cuidado y de regreso camino arriba, prestando atención por dónde pisaban para no caer de nuevo.

De nuevo en el camino, ignoraron el cuerpo de Charles; sin embargo, cuando se dirigían hacia las bicicletas, la camioneta de la abuela de Liam apareció y se detuvo cuando la mujer alcanzó a reconocerlos.

—¡Epa! ¿No deberían estar en la escuela ustedes dos?

Tan pronto se dio cuenta de la condición en que se encontraba la adolescente, la mujer no perdió el tiempo en escuchar los balbuceos con los que los muchachos trataron de justificarse, llevándolos a toda prisa hacia el hospital, aunque eso significara tener que regresar por donde vino y perder un día de trabajo.

Por supuesto, y tal como ya veían venir los chicos, sus padres fueron al hospital donde ingresaron a Lynn y atendieron las heridas menores de Lincoln, en parte aliviados por finalmente saber de ellos y también enfadados por lo que habían hecho.

A Lincoln no le molestó ir directo a casa todos los días después de la escuela durante lo que restó del año, no sólo por el duro castigo que recibió, sino porque se había comprometido a ayudar a Lynn en la terapia para que recuperara la movilidad en su mano dañada por Charles, realizando los ejercicios correspondientes, algo que su hermana le agradecía enormemente.

—Sin duda eres el mejor hombre del mundo, apestoso.

Lincoln siempre se sonrojaba cada vez que ella lo halagaba.

Finalmente llegó el día en el que Lynn recuperó la movilidad natural en su mano cicatrizada. Le tomó cerca de un año, pero feliz por lograrlo, no pudo contenerse celebrando junto a su hermano el momento. Estaba tan feliz cuando le mostró como movía sin dificultad sus dedos, que lo tomó de las mejillas y le plantó un beso en los labios.

Cuando se separaron, Lynn se sintió avergonzada por lo que acababa de hacer, mientras que el peliblanco, impresionado por su acción, se quedó paralizado por completo. En el momento en que Lynn abrió la boca para disculparse y decirle que no sabía qué le había sucedido al dejarse llevar por el momento, su hermano la silenció al besarla él esta vez.

Permanecieron un largo tiempo abrazándose y besándose, dejando que las palabras sobraran y sus acciones expresaran los sentimientos que habían desarrollado entre sí debido a la cercanía que habían entablado hasta ahora.

A partir de ahí, comenzaron un discreto noviazgo, ocultándolo tanto a los ojos de sus amigos como de su propia familia, quienes incapaces de atinar lo que estaba ocurriendo entre ambos, terminaron desestimando su constante acercamiento sin notar lo inapropiado del mismo.

Los años transcurrieron hasta que, durante la cena de Acción de Gracias, meses después del cumpleaños dieciocho de Lincoln, ambos chicos dejaron de ocultar su relación comunicándosela formalmente a toda la familia.

Las protestas y desacuerdos no se hicieron esperar, especialmente por parte de las hermanas mayores que acusaron a Lynn de haberse aprovechado de su propio hermano menor. Sin embargo, Lincoln intervino y enfrentándoseles les dejó perfectamente en claro tanto a ellas como a sus muy consternados padres, que amaba a su hermana por lo que, con o sin su aprobación, planeaba mudarse con ella y así comenzar una vida juntos como pareja.

La familia les dio la espalda durante los primeros años en los que la pareja se valió por sus propios medios para continuar pagándose sus estudios, así como la renta de un pequeño departamento, siendo hasta la graduación de Lynn donde se dieron la oportunidad de volver a reencontrarse con ellos, aunque aún no aprobaran su relación. El señor Loud en particular se sentía traicionado por la hija con quien con orgullo compartió su nombre y también por su único hijo varón, de quien esperó siempre cuidase de sus hermanas, no que se aprovechase de una.

Lori, como sus padres, se mostró indignada desde el primer día cuando se enteró de lo que ocurría entre esos dos, bajando sus defensas un año después de la graduación de Lincoln, donde Lynn, quien al igual que su hermano ya tenía también un trabajo estable, felizmente anunció su embarazo.

Para entonces la feliz pareja tenía un buen sustento y si no se habían casado era sólo porque legalmente no podían hacerlo, pero eso salía sobrando, pues a ojos de quienes desconocían su parentesco, eran un feliz matrimonio en unión libre que cada día se fortalecía más y más, en especial por la pequeña niña castaña que llegó a sus vidas.

Cuando Lacy nació, sus padres estaban preocupados porque tuviese algún defecto, siendo Lisa quienes los tranquilizara al explicarles que tras realizarle todos los estudios que conocía, determinó que se trataba de una niña perfectamente saludable y normal más allá de haber nacido de una unión endogámica.

Hasta el señor Loud terminó por doblar las manos al encariñarse con Lacy, quien creció feliz y vivaracha, contagiada por el mismo entusiasmo de su madre de volverse una atleta profesional, tal y como ella pudo haber sido de no haber escogido una vida idílica al lado de su hermano.

A base de esfuerzo y dedicación, Lacy al llegar a la vida adulta consiguió entrar en las olimpiadas. Y ahí la tenían, a punto de participar en los cien metros planos junto a otras competidoras provenientes de diversas partes del mundo, mientras en las tribunas entre el público, un maduro Lincoln Loud de más de cincuenta años junto a su presunta esposa la miraban con orgullo.

Feliz y sin poder creer lo que presenciaba, Lynn lloraba de emoción, por lo que Lincoln la tomó de la mano fuertemente.

Lacy, esa joven mujer pecosa de cabello pajoso castaño, salió disparada cuando dieron la señal de arranque. Era veloz, era entusiasta, hasta sus abuelos quienes se encontraban junto a sus padres, al igual que el resto de sus tías, se pusieron de pie ovacionándola.

Lacy estaba cerca de la meta y Lincoln emocionado apretó la mano de Lynn con el corazón en un puño, cuando de pronto y salida de la nada, una joven latina se le apareció al paso siendo más rápida que ella arrebatándole el oro tras cruzar la meta.

La decepción llenó a Lincoln. Miró a Lynn a quien seguía tomando de la mano. Compungida, ella sólo suspiró. El comentarista vociferó el resultado.

"¡¡¡Y LA GANADORA ES LETICIA LOUD!!!"

El nombre de la vencedora desconcertó a Lincoln por la coincidencia del apellido, entonces se dio cuenta de que sus padres no parecían insatisfechos por lo ocurrido, tampoco sus hermanas, por el contrario, todos ellos parecían felices porque esa mujer ganara en lugar de Lacy.

—¡Felicidades, hijo! —Su madre lo felicitó confundiéndolo— ¡Tu hija es excepcional!

Lincoln con fuerza sujetó la mano de Lynn y desconcertado le preguntó a su madre.

—¿Qué? Mamá, creo que no entendiste lo que sucedió. ¡Lacy perdió contra esa otra corredora!

—¿Cuál Lacy? ¿Por qué te pones así?

—Sí, Lincoln —Leni lo regañó—. ¿Es que no estas feliz porque Lety ganara? Por cierto. Felicidades, Ronnie.

Al lado contrario de Lincoln, una madura Ronnie Anne que le recordó a María Santiago le agradeció a su hermana por la felicitación.

—¡Gracias, Leni! —entonces la mujer se dirigió hacia él— ¿En serio no estás feliz porque nuestra hija consiguiera la medalla de oro?

Lincoln asustado negó con la cabeza.

—No tengo ninguna hija contigo, sólo tengo a Lacy.

—¿Quién es la tal Lacy?

—Pues... —Lincoln miró hacia el sitio donde estaban las corredoras reuniéndose tras la competencia, pero no vio a su hija por ningún lado, por lo que preocupado volvió a apretar la mano de su hermana negándose a soltarla—. Es mi hija. ¡La hija que tuve con Lynn!

La familia hizo una mueca sintiéndose escandalizada.

—¿Con tu hermana Lynn? —exclamó Lola—. ¡Pero que asco!

Lucy entonces intervino.

—Además, de entre todas nosotras, ¿cómo sería posible que hicieras algo así precisamente con Lynn siendo que lleva años desaparecida?

—Es verdad —Lola la secundó—. ¿Es que se te olvidó esa vez que te fugaste con ella hace años cuando se llevaron a Charles? Nunca volvimos a verla. Tú llegaste sólo ese día.

Lincoln palideció y apretó de nuevo la mano de su amada quien lo estrechó con fuerza. Entonces se volvió a mirarla.

Lynn no estaba ahí. El asiento qué antes ocupaba se encontraba vacío.

Bajó la mirada y vio que la mano que apretaba era sólo una mano sin cuerpo, cercenada, seca, momificada y que parecía estar masticada.

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Lincoln abrió los ojos de inmediato tras despertar de la pesadilla con un muy fuerte dolor de cabeza. Su cerebro de forma lenta procesó lo que en realidad había ocurrido al mismo tiempo que descartaba los hechos de su extraño sueño.

El paisaje se pintaba de escarlata conforme el sol comenzaba a ocultarse poco a poco. Quizás porque ese punto se trataba de una zona poco transitada, sumando a ello la distancia entre la carretera y la parte baja de la colina en la que se alzaba, era que nadie los había descubierto, tampoco ayudaban los matorrales y arbustos alrededor de ambos hermanos con los que se habían arañado al mismo tiempo que parecían cubrirlos.

Lincoln entendió que seguía teniendo los mismos trece años de siempre y todo lo que su mente hizo fue jugarle una mala pasada.

Lacy nunca fue a las olimpiadas por el simple hecho de que nunca existió.

Nunca tuvo una hija con Lynn.

Nunca se fue a vivir con Lynn.

Nunca fueron novios.

Nunca se besaron.

Nunca lo despertó con una bofetada.

La parte que sí sucedió fue cuando Lynn le salvó la vida al evitar que un trailer lo atropellara, jalándolo de un brazo hacia ella sin pensar, lo que por el impulso les costó a los dos rodar colina abajo, arañándose y golpeándose contra las piedras.

Lincoln sentía el cuerpo adolorido y la mente muy enturbiada, por lo que le estaba costando mucho trabajo entender el estado en el que se encontraba su hermana de quince años, quien llena de raspones y moretones al igual que él, conmocionada parecía mirarlo fijamente.

Por la caída, Lincoln supuso que se peló los codos por el modo en que dolorosamente le escocían, aun así, debía de sentirse agradecido por haber corrido con mejor suerte que Lynn.

Durante la caída al rodar, su hermana de alguna forma se había roto el cuello. 

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