Capítulo 2
Lincoln se dirigió en su bicicleta hacia la tienda de Flip sintiendo que los pedales se habían vuelto de plomo, si no es que esos se trataban de sus pies. Internamente se repetía una y otra vez que al llegar se encontraría con el cadáver de un perro muy parecido a Charles, pero que no sería él. Flip ya había confundido una vez a su amigo, por lo que el error era seguro lo habría cometido una vez más.
Frente a la tienda se detuvo asustado cuando vio la figura de un sujeto de espaldas que le pareció enorme, cuando este se dio la vuelta, lo miró de un modo que lo inquietó e intimidó por igual. Se trataba de Flip, no el tendero viejo y regordete, codicioso, pero que muy, muy en el fondo ocultaba un buen corazón, pues de pronto Lincoln lo percibió como un portador de calamidades quien por alguna razón inexplicable lo escogió a él como su víctima. Entonces pensó: ¿y si era una trampa y Flip quería verlo por algún otro motivo? ¿Hacerle pagar la estúpida muñeca que se rompió por sí sola, o alguna otra cosa?
—No te tardaste nada, niño. —Exclamó con voz cansada y entristecida, entonces la curiosa sensación desapareció.
—Sí, me preocupé cuando dijiste...
Flip se hizo a un lado y ahí estaba el cuerpo del animalito detrás de él. La imagen congeló a Lincoln que sintió algo semejante a una dolorosa aguja introducirse en su cuerpo recorriéndolo para clavarse directamente en su corazón. Charles con los ojos abiertos miraba hacia ninguna parte, con su ya seca lengua de fuera y una marca verdosa y sanguinolenta apenas resaltada sobre el aro de su doblada espalda en un ángulo imposible.
—Charles...
No pudo contenerse. Lincoln se agachó frente a su amigo y comenzó a llorar como no recordaba haber hecho nunca antes en los últimos años cuando fue un niño pequeño que dependía siempre de sus padres y sus hermanas mayores.
—Lo siento, chico.
Flip se cubrió los ojos y se dio la vuelta mostrándose respetuoso con el dolor que el muchacho comenzó a experimentar. Con temor Lincoln acercó su mano a la cabeza de su perrito que ya estaba frío, rígido, cuyo tacto era como tocar una alfombra muy áspera, no como si se tratara de Charles, sino de un muñeco, uno desagradable que le provocó miedo y asco.
—¿Cómo pasó esto? —Preguntó el chico entre sollozos.
—No lo sé. Creo que fue un coche que se acercó a la tienda para cargar gasolina, pero pareció arrepentirse porque enseguida se fue. Supongo huyó por lo que hizo. Salí para tratar de alcanzarlo y venderle algo sin darme cuenta todavía de nada, cuando... me encontré a tu amigo así. Quizá se le atravesó en su camino y el tipo no lo vio a tiempo. Parece que lo golpeó de lleno, es probable que no sufriera.
Lincoln apretó los puños.
—¿Viste quién era?
"Alguien que no merece tener una licencia de conducir".
—No. Tampoco alcancé a ver la placa del auto o distinguir el modelo. Ver a... ¿dijiste que se llamaba Charles? me impactó demasiado como para prestar atención a otra cosa. Mira, no sé por qué a veces tu perro venía aquí últimamente en estos días a husmear entre las sobras que ni yo podía vender y terminaba tirando detrás de la tienda.
—Quizás —se sintió apenado por cómo se sorbió la nariz y se la limpió con la muñeca—, quizás buscaba eso. Comida. Lana es la que se encarga por lo general de darle de comer a él y a todas las mascotas, pero con lo que pasó hace unos días a veces se le ha olvidado hacerlo, como hoy también. Supongo que Charles se hartó y con hambre por su cuenta a causa de Lana iba a...
Y una vez más volvió a enmudecer por el miedo.
—¿Qué pasa, chico?
—Lana... Lana es la responsable de esto.
Flip pareció molestarse con él.
—Oye, chico. Es triste y todo, pero lo hecho, hecho está y no ganarás nada responsabilizando a tu hermanita. Escuché cuando hablabas con tu amigo que ella lo ha pasado mal por lo que ocurrió hace unos días por el perro callejero ese como para que la hagas sentir mal por...
—¡No quiero hacerla sentir mal! ¡Pero es la verdad! Incluso si no le digo nada, si nadie lo hace, ella misma se dará cuenta de eso —poco a poco fue alzando la voz sintiendo que el dolor en su corazón se estaba intensificando—. ¿No lo entiendes? ¡Mi madre la llevó al psicólogo justo hace unos momentos porque no puede superar lo que le ocurrió a un perro que ni siquiera era suyo! ¡Cuando se entere que Charles está muerto y se culpe a sí misma por eso...!
Lincoln no pudo seguir hablando. Volvió a llorar, tanto por la muerte de su amigo, como por imaginarse a una de sus más queridas hermanitas a sus siete años enloquecida y destruida por la culpa, al punto que más que molestarse con ella, temía y se preocupaba por cómo tomaría la noticia de lo ocurrido.
Flip se limpió con una mano las lágrimas que se le escaparon al conseguir comprender en parte el dolor que el muchacho sentía, pero más al imaginarse a aquella niña en un estado peor al de su hermano en ese momento. Con la boca seca, sintiendo su propio corazón agitarse violentamente dentro de él, le habló.
—No tienes que decírselo todavía, chico.
Lincoln negó con un gesto costándole trabajo volver a hablar.
—No. Tengo qué hacerlo. Entre más postergamos en mi casa las malas noticias, peor las recibimos después.
—¡No! ¡Escúchame, niño! De verdad... no tienes que decírselo todavía, ni a ella ni a nadie. Creo que podemos... que puedo cubrirte un tiempo.
Lincoln no entendió.
—¿Cubrirme? ¿Cubrirme en qué? ¿Cómo podría ocultar lo de Charles? ¿Por cuánto tiempo antes que Lana se entere... que se enteren todos sobre lo que le pasó?
—Dices que tu madre la llevó con el loque... psicólogo, ¿no? Deja que repose lo que sea que le haya dicho para hacerla sentir mejor y... mañana será otro día. Mañana se lo dirás.
Aunque no le gustaba del todo cómo se escuchaba, Lincoln no se sintió ni con las fuerzas ni con el valor de decirle la verdad a Lana tan pronto la viera llegar junto a su madre a casa. Miró con tristeza una vez más a Charles y le acarició la oreja. El tacto le molestaba, tanto como la culpa por percibir así a su amigo.
—¿Y qué haré con Charles?
Flip se cubrió la cara con las manos y respiró hondo durante unos segundos intranquilo.
—Deja que yo me encargue de él por ahora. Ve a tu casa y trata de aparentar normalidad, chico. Luego escabúllete a escondidas por la noche a eso de las... once y ven a mi tienda. Llevaremos a tu amigo al cementerio de mascotas donde tu hermana Lucy y tú llevaron al otro perro, esta vez para darle su justo descanso a este, entonces mañana llevarás a Lana ahí por la tarde para que se despida de él ahorrándole el trauma de tener que verlo de esta manera. ¿Está bien?
Todo se sentía tan incorrecto, pero Lincoln no tenía cabeza para pensar adecuadamente. Además, genuinamente estaba aterrado y acobardado por tener que darle la noticia en estos momentos a su hermana.
—Está bien. Gracias, Flip.
—Ni lo menciones, chico.
El hombre se dirigió a su camioneta de donde sacó una bolsa de plástico negra. Lincoln permaneció en su sitio derramando lo último que le quedaban de lágrimas, observando como con cuidado el anciano tomaba a quién fue su mejor amigo y lo introducía dentro de la bolsa. Flip detuvo sus acciones cuando Lincoln se acercó y palpó por última vez la cabeza de Charles antes de marcharse.
—No sé cómo se supone que voy a aparentar que todo está bien cuando llegue a casa.
—Haz el esfuerzo, muchacho. Es como cuando la policía te detiene por algo que hiciste, pero tienes que ser convincente de que no fuiste tú.
En otras circunstancias tal consejo le hubiera desconcertado e incluso hecho gracia, pero no ese momento.
—Lo dejaré en mi nevera para que se preserve hasta entonces.
Lincoln hubiese deseado no escuchar eso. Harto de lo que había ocurrido, tomó su bicicleta y sin despedirse del anciano pedaleó con todas sus fuerzas de regreso a su casa, esquivando por muy poco un auto que estuvo a punto de atropellarlo, inmutable al grito insultante que el conductor le profirió tras frenar a tiempo.
Cuando llegó a su casa aventó a uno de los arbustos su bicicleta, entró y se dirigió hacia su habitación para tirarse enseguida sobre su cama donde volvió a llorar amargamente por la pérdida de su perro, recordando cuando siendo un niño pequeño sus padres lo trajeron a casa convirtiéndose en la sensación de la familia. Sus hermanas quisieron mucho a Charles, él también lo hizo, pero Lana aun siendo casi todavía una bebé, lo amó.
-0-0-0-
—¡Hey, apestoso!
Lincoln se incorporó asustado al sentir el coscorrón que Lynn le dio despertándolo. Miró a su alrededor confundido, pues había estado recordando en sueños el día en que trató de enseñar a Charles a ser un intimidante perro guardián, fallando por supuesto en el intento, aunque eso no quitó el hecho que Leni pensara que se veía adorable.
—¿Lynn? ¿Ya llegaste?
—Todos lo hicimos. Papá me mandó a buscarte para avisarte que ya está la cena servida.
Entonces Lincoln tomó su celular alarmado comprobando la hora que era ya. Se había quedado dormido desde que llegó de con Flip. La expresión de desconcierto que puso no le gustó a su hermana.
—¿No me digas que en lugar de ir al centro comercial como te dije para comprar los chocolates, preferiste quedarte y tomar una siesta?
Aunque Lincoln se tentó a decirle a Lynn lo ocurrido con Charles, decidió no involucrarla a riesgo de que se le saliera contarle luego a la familia empeorando a Lana, al menos no lo haría todavía.
—Sí, lo siento. Estaba buscando a Cliff y... cuando finalmente apareció de tanto que lo busqué decidí darme un respiro. Supongo que estaba más cansado de lo que me imaginaba.
—Que tonto eres. Al menos Lana se ve mejor.
—¿Cómo le fue con el doctor?
—Pregúntaselo tú mismo y baja de una vez. No me hagas tirarte de la cama.
Al pasarse una mano por la cara para tallarse los ojos y enseguida obedecerla, Lynn lo miró con mayor atención preocupada.
—¿Por qué te vez como si hubieras estado llorando?
—¿He? ¡Oh! No me di cuenta de que lloré. Seguro lo hice dormido. Estaba teniendo una pesadilla muy triste.
—¿En serio? ¿De qué trataba?
"Soñé que Charles moría".
—Ya se me olvidó.
En respuesta, recibió dos golpes en el hombro un tanto dolorosos.
—Uno por deberme un chocolate y otro por llorón. Vamos. Muévete.
Algo resentido con ella, la siguió, seguro que incluso Lynn se echaría a llorar de haber estado en sus zapatos aquella tarde.
Durante la cena, Lana apenas y habló, mencionando brevemente que estuvo jugando y haciendo dibujos que al doctor le gustaron, por lo que la felicitó por los mismos, siendo obvio que evitó el tema sobre de qué estuvieron hablando a fondo.
Lisa en privado le diría al resto que los dibujos que le pidió, más que un modo de distraerla y entrar en confianza con ella, fueron un medio en que por estos seguro el doctor también la examinó.
—Por cierto, ¿dónde está Charles?
La pregunta de Luan provocó un sobresalto en el corazón de Lincoln. Miró a su alrededor con la impresión de que todos lo estaban observando, aunque nada más lejos de lo que sucedía, pues su familia vagó la mirada al suelo, como si esperaran ver de pronto al perro apareciéndose.
—¿No estará afuera? —Luna preguntó.
—Creo que en la mañana lo vi dormir en su casita. —Lola exclamó.
—Lincoln... —Lana le dirigió a su hermano una mirada de súplica—. En la tarde, tú... ¿le diste de comer?
—Ah... sí. Incluso lo vi comiéndose sus croquetas, claro. Pero después tomé una siesta y... eso.
El señor Loud se encogió de hombros.
—Probablemente está por ahí bajando la comida dando un paseo. Descuida, hija. Verás que al rato regresará.
Lucy miró a su hermano con aprensión.
—Hermano, ¿Estás bien?
—¡Ah! Sí. ¿Por qué no debería de estarlo?
Ella miró la mano con que sujetaba su vaso y Lincoln se dio cuenta de cómo le estaba temblando mucho quedando a casi nada de derramar su bebida, la cual apuró rápidamente de un trago para después apoyar sus manos sobre sus piernas.
—¿Por qué tienes los ojos tan irritados?
Lincoln tragó saliva comenzando a molestarle el interrogatorio al que Lucy comenzó a someterlo sin razón aparente, incapaz de notar su propio nerviosismo.
—El apestoso tuvo una pesadilla que lo hizo llorar, pero se le olvidó qué era.
El chico fulminó a Lynn con la mirada sintiéndose humillado. Luan sonrió conteniendo su risa cubriéndose la boca con las manos. Lola lo miró con cierto desdén.
—¿No estás muy grande ya para hacer eso?
Lisa salió inesperadamente en su defensa.
—El subconsciente que se manifiesta a través de los sueños es algo muy complejo. Tal vez se trató de un sueño muy devastador o un recuerdo de su primera infancia cuando fue emocionalmente mucho más sensible.
—¿Algo así sobre que pudo soñar de cuando era un bebé y lloraba por cualquier cosa? —Luna le preguntó con duda.
—Es una manera de simplificarlo mucho, pero sí.
Frustrado, el muchacho dio un golpe sobre la mesa.
—No sé qué rayos fue lo que soñé pero, ¿podrían dejar de hablar de eso? Ni siquiera a mí me importa.
Leni se puso de pie y se le acercó abrazándolo por la espalda.
—Está bien, Linky. Está bien. No tienes por qué enojarte.
El abrazo de su hermana mayor lo sintió lleno de calidez y cariño, lo que consiguió tranquilizarlo mucho, dándole además una curiosa sensación muy familiar al respecto.
—Muchas gracias, Leni.
—No es nada, Linky. Recuerdo que hacía esto contigo cada vez que llorabas y conseguía calmarte enseguida cuando eras un bebé.
Esta vez Luan no pudo contenerse la risa siendo seguida de Lynn y Lola. Aunque enternecida, hasta su madre le vio gracia a la ocurrencia incidental de su hija.
De un tirón Lincoln se zafó del abrazo de Leni e indignado se puso de pie comenzando a enrojecer, siendo difícil averiguar si era por la vergüenza o la molestia por de pronto haberse convertido en la burla de la cena.
—Ya estoy satisfecho, muchas gracias. Estaré en mi habitación.
—Vamos, cariño —su madre lo llamó—. No tienes porqué enojarte. Tus hermanas no querían burlarse... la mayoría... sólo están preocupadas por ti.
—Pues no deberían. Estoy bien, sólo —"Charles está muerto. A ver, ahora que lo dije quiero ver cómo siguen riéndose"— me siento cansado. Me iré a dormir temprano.
Al pasar por detrás de las sillas, se cruzó con la de Lana que se dio la vuelta y lo pescó de la mano antes de que se alejara más.
—Lincoln, espera —confundido, la miró esperando que ella no decidiera unirse a las burlas también—. Gracias por ayudarme con las mascotas. Te prometo que seré más cuidadosa con ellas como antes.
Lincoln cerró los ojos. Metió su mano libre por debajo de la gorra de la niña para hacerle una caricia pensando en lo tarde que llegaba esa promesa, pero recordando quién era la que verdaderamente tenía las de perder en estos momentos y no era él. Lo suyo era un simple berrinche en comparación a los problemas que Lana sentiría mañana.
—Me alegra que te fuera bien con el doctor, Lana. Descansa —se dirigió al resto quienes en su mayoría se mostraron culpables por el modo en que lo trataron—. Buenas noches, familia.
Cuando se marchó, preocupada Rita se dirigió a su esposo.
—Algo le pasa. ¿Qué crees que sea, Lynn?
—Tiene doce. Seguro es la pubertad. Mañana hablaré con él, no te preocupes. Deja que se vaya a acostar temprano para que sea lo que tenga por ahora se le pase.
-0-0-0-
Lincoln quitó la alarma que le había puesto a su celular al cuarto para las diez. A diferencia de cuando llegó en la tarde, en esta ocasión no pudo conciliar el sueño. Ignoraba si era por todo lo que durmió antes, o la intranquilidad que le generaba a lo que se comprometió hacer con Flip.
Salió de su habitación de la forma más silenciosa que pudo. Sus hermanas más pequeñas seguramente estaban dormidas, y aunque las mayores al igual que sus padres ya se habían ido a la cama, nada le garantizaba que no podrían escucharlo aún si no llegaba a generar algún ruido por sus acciones.
No se había cambiado de ropa, por lo que todo lo que hizo fue ponerse una chaqueta, siendo lo más complicado el abrir la puerta principal. Afortunadamente nadie se había tomado la molestia de alzar su bicicleta, por lo que la encontró todavía sobre uno de los arbustos. Cuidando constantemente sus espaldas, la sacó de ahí y caminando a un lado de esta, se dirigió a la calle donde pasando un par de casas finalmente se subió en ella para dirigirse hacia la tienda de Flip.
Encontró al viejo en su estacionamiento a un lado de su camioneta, no como el imponente sujeto que se le figuró por la tarde, sino como el tambaleante anciano borracho que al verlo le dio un trago a la botella que llevaba.
—¡Niño, que llegas tarde! —Le recriminó arrastrando las palabras—. ¡Estaba a nada de tirar a tu perro en el contenedor de basura y... al diablo con él y al diablo contigo!
—¡Flip! ¿Estás ebrio? ¡No puedes conducir así!
—¿Qué no? Vamos. Sube tu bicicleta allá atrás y luego entra. Quiero que hagamos esto rápido y de una vez por todas.
Lincoln ya no estaba tan seguro de querer continuar con el plan. Nunca antes había visto a Flip en ese estado y le tuvo miedo, sin embargo, cuando se asomó al espacio de atrás del vehículo, junto a la grúa de remolcado, además del espacio vacío que le había dejado para que pusiera su bicicleta, se encontró con la bolsa negra de plástico que percibió helada y lo puso nervioso, siendo eso todo lo que necesitó para terminar de decidirse.
A pesar de lo que decidió hacer y en los problemas que esto le generaría si en su casa se enteraban de dónde se encontraba, una parte de él deseó que la policía les saliera al paso deteniendo a Flip por el estado en que manejaba, pero eso jamás ocurrió. Durante todo el trayecto, el anciano con todo y su expresión de espanto (que Lincoln supuso el alcohol se la provocaba) junto a su continuo balanceo sobre sí mismo, se mantuvo con el volante firme dirigiéndose correctamente hacia las afueras del pueblo.
Flip realmente conocía el camino. En nada habían llegado al prado donde se encontraba el cementerio de mascotas. Debido a la oscuridad, Lincoln no fue capaz de leer el resquebrajado letrero que les daba la bienvenida. El muchacho tomó la pala (sorprendiéndole sólo ver una) en el asiento trasero bajo la indicación de aquel hombre al bajar, entonces este con poco tacto cargó la bolsa con el cuerpo de Charles.
Lincoln se dirigió hacia la zona donde estaban las tumbas y cruzó los dedos porque a Flip se le ocurriera traer un marcador negro para escribir en una de las piedras un epitafio, o por lo menos en nombre de Charles.
—¿Qué te parece aquí, Flip? —Le señaló un espacio vacío en medio de tres tumbas—. Creo que es un buen sitio.
El anciano sacó una nueva botella a la que apenas abrió le dio un buen sorbo.
—No. No vamos a dejarlo aquí, Lincoln.
—¿No me corresponde decidir eso a mí?
Flip sin prestarle atención se dirigió a la barrera de troncos y para sorpresa del muchacho comenzó a subir por ella ágilmente, de un modo que Lincoln no hubiese esperado en una persona de su edad, pero mucho menos de él. Sólo interrumpió su acción para volverse hacia él y apresurarlo.
—¿Qué estás esperando mocoso? ¡Apresúrate que no creo que tengas toda la noche!
Más preocupado porque de pronto Flip cayese y se rompiera el cuello que, por genuino interés en obedecerle, Lincoln lo siguió teniendo presente lo que su abuelo le contó sobre esa zona.
—¡Flip, espera! —le decía ya en ese momento escalando la barrera de troncos poniendo los pies donde veía que Flip lo hacía sin inconvenientes—. ¡Nos meteremos en problemas por esto! Mi abuelo me contó que la tribu Micmac...
—Esos indios hace mucho que abandonaron sus tierras, ¿Sabes por qué? —lo interrumpió. Después que Lincoln negase saberlo, Flip tomó otro trago de su botella antes de responderle—. Porque no son tan idiotas, sólo lo suficiente para confiarse y no detenerse a pensar que el resto sí lo somos.
—¿Qué significa eso? —Lincoln por poco y se resbaló cuando bajó al otro lado trastabillando.
—Ya lo sabrás, muchacho. Ya lo sabrás.
Al levantar la vista y pese a la negrura de la noche, Lincoln notó el famoso pantano del que había escuchado rodeado por árboles más frondosos que los que había en el exterior hacia la carretera, torcidos, muy ancianos a juzgar por su grosor y la textura de su corteza, además del musgo y la calidad de sus ramas sin hojas extendiéndose como venas por todas partes. El fétido olor de la ciénaga era tan penetrante que se sintió mareado.
Flip no entró directamente en el pantano, sino que lo rodeó muy apenas caminando sobre un espacio firme que Lincoln no habría alcanzado a notar de no ser por él. Tragando saliva y cuestionándose severamente por qué le estaba siguiendo el juego en lugar de sólo retroceder y dar media vuelta, lo siguió.
Durante el camino, Lincoln juraría que estaban siendo acechados, sintiendo sobre ellos la mirada de algo, pero al dar la vuelta no se encontraba con nada.
—Flip... —con profundo miedo le preguntó— ¿Hay lobos aquí?
—No —un nuevo trago y tras hacer todavía una pausa más larga, terminó de responderle—. Hay algo peor. El Windigo.
—¿Quién?
Flip volvió a ignorarlo y lo animó a continuar andando. Lincoln no pudo quitarse esa sensación durante todo el trayecto, creyendo haber visto más de una vez moverse entre los árboles a una extraña creatura, con una enorme cornamenta cual ciervo, pero gigantesco, desplazándose sobre dos patas, desvaneciéndose en tan sólo un parpadeo. Se dijo a sí mismo buscando tranquilizarse que todo se trataba de un efecto óptico causado por los árboles.
"La muerte te está siguiendo".
—¿Dijiste algo, Flip? —Lincoln juró haber escuchado que algo le susurró.
—Sí, dije que te apures.
Flip en verdad sabía bastante bien por dónde andar. En ningún momento miró hacia atrás, siempre mantuvo su vista al frente. Lincoln se preguntó si como él, no tendría los vellos de punta por los escalofríos que le recorrían.
Llegaron a un monte cuya subida la realizaron ambos llenos de fatiga. Lincoln no entendía con qué fuerzas regresarían, incluso si en ese momento finalmente diesen media vuelta.
"Allá no hay nada."
Al alzar la vista, por un segundo el muchacho creyó haber visto a un hombre esperándolos en la cima, siendo quizás él quien les habló en susurros. Estuvo por preguntarle a Flip si era un amigo suyo, cuando al acercarse más, notó que se trataban sólo de dos árboles uno detrás del otro árbol dando la falsa impresión.
—Llegamos, Lincoln.
El claro ya más adentro no tenía árboles. Era una zona despejada completamente árida, sin pasto siquiera. Sólo un montón de piedras extrañamente agrupadas en las que Lincoln esperó ver escritos epitafios de tumbas, pero no había ninguno, únicamente eran simples rocas. Algo era evidente, ahí no había ninguna reserva india abandonada como su abuelo le había contado.
—¿Qué es este lugar?
—Es donde vas a enterrar a tu amigo —Flip se paró sobre un punto rodeado de rocas formando un círculo y le dio un pisotón—. Justo aquí.
—¿Por qué aquí? —Se preocupó por el hecho de tener que traer luego a Lana, si no es que también al resto de su familia cuando les contara por fin lo sucedido y quisieran visitar la tumba de Charles—. Tan... lejos de todo.
—Haces demasiadas preguntas. ¿Quién te crees que eres? ¿La policía? Si no te gusta podemos regresar sencillamente y ya, entonces todo lo que recorrimos habrá sido en vano. ¿Eso quieres?
Aunque en efecto eso era lo que quería, Lincoln vio de cierta manera lógica su instrucción. Ya estaban ahí de todas maneras, por lo mejor sería terminar de una vez y sepultar a Charles para poder irse tranquilos.
—¿Quién empieza? Supongo que nos turnaremos para cavar, ¿cierto?
En respuesta, Flip se sentó en una roca como Lincoln recordó había hecho él mismo cuando junto con Lucy se encargó de Trotamundos, y se puso a beber.
—Yo ya cumplí con traerte cargando al perro, ¿no? Además —y la voz de Flip cambió sonando inusualmente gruesa y seria—, era tuyo, no mío, por lo que te corresponde a ti hacerlo.
"Así lo hacían los indios".
Lincoln no estaba seguro si eso último Flip también lo había dicho o sólo se lo había imaginado. De pronto se le figuró que el hombre lo miraba de un modo perverso, por lo que Lincoln sintiendo miedo se aferró a la pala.
—¿Qué esperas, chico? ¿El juicio final? Si te tardas, Flip se irá y te deseará suerte cuando quieras regresar a casa por tu cuenta, niño.
A pesar de la amenaza, Lincoln se sintió un poco más tranquilo porque regresara a comportarse y a hablar como de costumbre.
Al enterrar por primera vez la pala en la tierra, notó las dificultades que tendría para hacer el trabajo. La consistencia del suelo era mucho más dura que en el cementerio de mascotas colina abajo, tanto que, de ser más sólida, creería que estaría tratando de hacer un hoyo en el concreto. Fue una tarea agotadora, pero cuando había cavado un espacio lo suficientemente angosto para Charles, con una poca profundidad que apenas le llegaba por debajo de las rodillas, Flip lo detuvo.
—Suficiente, chico. Así está bien.
Lincoln no se sintió precisamente agradecido por la perspectiva de haber terminado.
—No parece que sea muy profundo todavía. Lucy me ha contado que se necesita por lo menos...
—Tu hermanita no está aquí para llevarte de la mano. Haz caso al viejo Flip cuando te dice que esto es suficiente. No es necesario hacerlo tan profundo. Ya comprobaste lo áspera que es la tierra, así que no tienes que preocuparte porque tu perro se degrade muy pronto. Vamos, tómalo ya y ponlo ahí dentro.
No muy seguro, Lincoln recibió a Charles cuando Flip se lo entregó.
—Sácalo de la bolsa —inesperadamente le indicó con aquel tono serio de nuevo—. No la necesitará ya.
Con congoja, el muchacho le hizo caso viendo una vez más a su amigo. Realmente Flip lo había puesto en la nevera. Además de estar rígido todavía e íntegro como lo encontró en la tarde, se sentía bastante frío. Lincoln no pudo evitar agacharse y darle un beso en la frente cómo última despedida antes de ponerlo dentro del hueco que cavó.
Lagrimeando llenó el interior con tierra, resintiendo cuando esta cayó sobre la cara de Charles, afortunadamente sus ojos ya se los había cerrado. Poco a poco el cuerpo fue cubierto de tierra y piedras, perdiéndose su color y su forma. Pese a haber pensado ya haberlo superado, fue en ese momento cuando Lincoln finalmente aceptó de verdad la muerte de su amigo.
No había más tierra que arrojar. Sobre el punto donde dejó a Charles se había formado una pequeña precipitación.
—Ya no tenemos nada que hacer aquí —Flip anunció ofreciéndole la botella a Lincoln—. Ten, dale un trago a esto. Entrarás en calor enseguida.
—No, gracias. No lo necesito.
—Que bebas, te digo. El viejo Flip sabe lo que te conviene.
—Sólo tengo doce.
—¿Y eso qué? Por lo que al viejo Flip respecta, acabas de convertirte en un hombre por lo que acabas de hacer.
—¿Y qué fue lo que se supone hice? —le preguntó mirándolo con severidad.
El anciano molesto desistió de darle de beber terminándose él solo la botella, la cual guardó dentro de su camisa en lugar de sencillamente arrojarla por ahí como acostumbraba.
—Hiciste lo que creo era necesario. Solamente eso.
Flip se dio la vuelta y Lincoln se apresuró a seguirlo al comprender que pensaba partir de una vez.
—¿No me dejarías rezar un momento para despedirme de Charles?
No le respondió y el viejo siguió andando. El resto del camino permaneció en silencio, mientras que Lincoln se sintió mal por no ocurrírsele haber rezado por su amigo mientras lo sepultaba. Se prometió a sí mismo rezar junto a Lana cuando la llevara a ver a Charles. El pensar en cómo contarle lo ocurrido le hizo sentir que las entrañas se le revolvieron.
Durante el regreso pareciera que los miedos externos se habían disipado. Lincoln dejó de escuchar susurros y ruidos en el bosque, sólo los pasos de Flip mantuvieron su inquietud.
Cuando llegaron finalmente a la carretera donde a un lado el anciano había estacionado su camioneta, sin mediar palabra este entró al vehículo y arrancó el motor, apenas dándole tiempo a Lincoln para subir por el lado del copiloto.
—Te llevaré a casa. Está de más advertirte que de esto ni una palabra a nadie.
—¿Y cómo se supone que les explicaré a las chicas que traje a Charles aquí durante la noche?
Tras un largo silencio en el que Flip no le dirigió ni una mirada, enfocándose sólo en el camino frente a él, le respondió haciendo que por primera vez Lincoln se diera cuenta que ya no sonaba como si estuviera ebrio.
—Algo se te ocurrirá. ¿No se supone que eres el hombre del plan? Sólo no me involucres, que si me preguntan lo negaré todo... eso si te atreves realmente a contarle la verdad a alguien.
Lo último lo había dicho tan bajo que Lincoln lo percibió como una amenaza. Se preguntó si realmente Flip sería capaz de hacerle daño de alguna forma intencionalmente.
No pasó mucho cuando por fin llegaron a la avenida Franklin. El anciano no dejó al chico frente a su casa, si no a la del señor Grouse, por lo que Lincoln le agradeció, pues así se evitaba el ruido que podría generar aquel armatoste despertando a su familia y descubriéndolo afuera, cuando se suponía que debía de estar adentro, durmiendo en su cama.
No hubo despedidas entre ambos. Silencioso y reflexivo, el tendero se marchó ignorando el saludo con la mano que Lincoln le hizo.
Cuando el chico se dio la vuelta, ¡gimió de terror y casi se cae de espaldas cuando se encontró con la gran figura intimidante en pijama del señor Grouse iluminando su rostro con una linterna!
—¿Qué estabas haciendo?
—Na... nada.
Lincoln se volvió hacia su casa, cuando repentinamente y con fuerza, el hombre lo tomó por la muñeca apretándosela bruscamente.
—¡Oiga!
—¡Te pregunté que qué estabas haciendo, niño! ¡Ya es muy tarde para que estés afuera!
—Ah... yo... ¡Nada! —asustado, fue incapaz de pensar en una buena excusa—. ¡No hice nada!
—¡Te vi con Flip! —tiró del chico hacia él—. ¿¡Qué estabas haciendo con ese hombre a estas horas!?
—No... ¡No le interesa! —le increpó aparentando un valor que en realidad no sentía—. ¡No es asunto suyo!
Tuvo la impresión que el señor Grouse se contuvo las ganas de abofetearlo por su grosería.
—¡Estoy seguro que será asunto de tus viejos! ¡Ahora mismo verás!
Y arrastrándolo se dirigió a la casa de sus vecinos. Lincoln forcejeó con él, descubriendo que el viejo tenía más fuerza de la que hubiese imaginado. Su vecino aunque por esto caminó más lento, a la vez se sintió motivado para acusarlo con sus padres.
—Ni creas que te librarás de esta, niño. ¡Ese hombre siempre anda en malos pasos y no voy a permitir que te deje arrastrar con él por estos! ¡Lo hago por tu bien!
—¡Ya le dije que no hacíamos nada malo!
—¡Eso se lo dirás a tus padres!
Y Lincoln tirando lo más fuerte que pudo para librarse del viejo que comenzaba a lastimarlo, se rindió a seguir ocultándole la verdad temiendo que con el ruido que hacían ya no fuera necesario que su vecino tocara a la puerta para despertar a su familia.
—¡Flip me ayudó a enterrar a Charles a escondidas!
Y finalmente Lincoln cayó al suelo cuando el señor Grouse lo soltó.
—¿Qué cosa?
El muchacho agitó su adolorida muñeca seguro que a su vez de algún modo lastimó al señor Grouse, le pediría disculpas de no ser por lo alterado que estaba.
—¡A Charles un auto lo atropelló y fui a enterrarlo antes que Lana y las demás se enteraran! —comenzó a explicarle hablando de manera apresurada—. Lana lo descuidó olvidando darle de comer, por lo que Charles se fue y buscando comida eso le ocurrió. Lo enterré a escondidas para que ella no se sienta culpable por lo que provocó. ¡Por culpa de lo que le sucedió a Trotamundos, el perro que murió hace poco, está viendo a un psicólogo!
El viejo sin moverse alcanzó a darle un vistazo a la casita vacía del perro de los Loud, donde un mapache se escabulló, terminando por entenderlo todo.
—¿Le pediste a Flip que te llevara al cementerio de mascotas a estas horas para enterrarlo ahí?
No vio caso en explicarle que tal vez lo habían dejado en un punto mucho más lejano que ese, o a riesgo que Flip quizá le diera una paliza por abrir la boca, lo responsabilizara directamente admitiendo toda la verdad.
—Sí, algo así. Al menos quiero tener en secreto lo que le ocurrió hasta que hable con mis padres para saber cómo explicárselo a Lana.
El anciano se veía inseguro sobre qué hacer ahora. Suspiró y de pronto se dio la vuelta para regresar a su casa lamentando haberse levantado tras escuchar el escándalo que el motor del camión de Flip hizo cuando pasó frente a su entrada.
—Lamento mucho lo que le ocurrió a tu perro, niño. Ve a tu casa a dormirte de una vez y no vuelvas a exponerte así de esa manera.
Lincoln se levantó y se le quedó observando hasta que regresó a su casa, que fue cuando confundido él reanudó su marcha para entrar en la suya todavía bastante perturbado.
Al abrir su puerta casi vuelve a gritar por la impresión que le causaron dos puntos brillantes que repentinamente aparecieron frente a él, unos que se aproximaron hasta mostrarse como los ojos entristecidos de Cliff quien lo recibió con un débil maullido.
"¿Dónde está Charles?", pareció preguntarle por su expresión. Lincoln le acarició una oreja y el gato se apartó asustado y sollozando tras olfatearle las manos. El chico comprendió lo que le sucedió lamentando que se enterara de esa manera.
—Lo lamento, Cliff. Charles se ha ido ya.
El gato se le quedó observando durante unos segundos, cuando de pronto se dio la vuelta y se marchó a encaramarse, no a su almohadón en la sala, sino bajo la jaula de Waltz que dormía adentro con la cabeza oculta entre sus alas.
Suspirando con tristeza, el chico subió arriba en silencio, pero en lugar de entrar a su habitación directamente, se dirigió al baño.
Por el espejo y tras prender la luz, se percató del aspecto que tenía ahora tan distinto a cuando se fue un par de horas atrás. Estaba lleno de tierra y por primera vez sintió un olor extraño en él bastante desagradable, como a humedad sucia. Si no fuera por la hora se hubiera dado una ducha, por lo que solamente se lavó sus adoloridos brazos desde las manos hasta los codos y se sacudió su blanquecino cabello.
Tras asearse y salir del baño, ahora sí entró a su habitación, siendo Lynn usando su camisón largo, quien en medio de la oscuridad sentada en su cama mirándolo con severidad lo recibió sorprendiéndolo.
—¿Dónde estabas, Lincoln? ¿Sabes qué hora es? Estaba a punto de decirle a mamá y a papá que no estabas cuando te escuché llegar.
Ambos se miraron fijamente. Lincoln harto y cansado por todo lo que le había sucedido en el día, pasó de largo a su hermana, rodeó su cama y haciendo de cuenta que ella no estaba se quitó la ropa. Lynn ofendida porque la ignorara, se limitó a observarlo esperando a que le respondiera, notando entonces toda la tierra que su ropa tenía encima.
—¿Por qué estás tan sucio? Te vez peor que yo cuando termino de jugar un partido de campeonato.
En interiores, Lincoln se recostó en el espacio libre dándole la espalda.
—Lynn, ¿podrías regañarme, acusarme o pegarme hasta mañana? Realmente estoy muy cansado y de verdad necesito dormir.
El muchacho percibió el movimiento en la cama, cuando de pronto sintió los brazos de su hermana mayor rodeándolo por la espalda.
—¿Encontraste a Charles?
La pregunta sorprendió a Lincoln.
—¿A qué te refieres?
—Ya sé que se perdió. Tal vez huyó incluso de casa por culpa de Lana. ¿No era por eso que estabas llorando en la tarde? ¿No saliste a eso ahorita? ¿A buscarlo?
Lincoln consideró usar las erradas suposiciones de su hermana como una excusa que darle mañana a Lana sobre la desaparición de Charles.
—Algo así. ¿Cómo te diste cuenta que no estaba en mi habitación?
—Cuando vine y no te encontré, tonto.
No se le había ocurrido esa posibilidad. Pensó agradecido que por lo menos no fuese alguien más quien lo descubriera.
—¿Necesitabas que te ayudara con algo o sólo habías venido para volver a gritarme por no comprar los tontos chocolates?
Con más fuerza ella lo abrazó y entonces contra su espalda descubierta apoyó su rostro.
—Cuando comprendí lo que sucedió, vine a pedirte disculpas por cómo te traté.
"Cuando te enteres de lo que realmente sucedió, querrás darme una paliza que tendré bien merecida".
Lincoln se dio la vuelta permitiéndose dormir en brazos de su hermana buscando un confort y consuelo por lo que hasta ese momento sin lugar a dudas calificaría como el peor día de su vida.
Horas después el frío habría desaparecido y el muchacho al despertarse por un instante, tomaría conciencia que Lynn tomó una frazada para cobijarse juntos.
-0-0-0-
Luna fue la segunda en levantarse por la mañana encontrando el baño ocupado por Leni que le pidió aguardara su turno cuando tocó la puerta. Miró a Lynn despeinada en su camisón salir de la habitación de su hermano seguida de este en interiores, los dos despeinados como ella, pero con aspecto cansado.
—Saben, hasta cierta edad dejó de verse tierno que ustedes dos pasen la noche juntos y ya hace mucho que la sobrepasaron, hermanos. En serio, ya es perturbador. Sólo lo menciono por si nadie más se los ha hecho notar.
Lynn le hizo una mueca a Luna por toda respuesta, mientras que Lincoln incómodo sólo la ignoró prefiriendo hacer como si no hubiera entendido la insinuación que les hizo. Cuando Lana apareció junto a Lola, se sintió muy avergonzado, pero no precisamente por las fachas en las que estaba.
—Te cedo mi lugar, Lana.
Luna le ofreció comprensiva al saber que no estaba todavía muy bien.
—No, gracias. No me urge. Creo que puedo aguantar un poco más. Primero quiero comprobar si Charles ya está en casa.
Lincoln y Lynn intercambiaron una mirada preocupada, pero con pena prefirieron no decir nada. Luan que en ese momento salió de la habitación que compartía con Luna, mencionó tras escucharla.
—Vi entrar a Charles en su casita. Por cómo cojeaba al andar es posible que tuviera una "noche muy movida". ¿Entienden?
Le guiñó un ojo a Luna pensando que sería la única que entendería su sucio chiste, pero sonrojada y molesta, Lynn la regañó.
—¡Cállate, tonta! No hagas esa clase de bromas delante de las niñas.
Pese a ello, la deportista más tranquila por el regreso de su amada mascota, miró a Lincoln buscando transmitirle que ya todo estaba bien finalmente, sin embargo, este de pronto había palidecido por completo.
—Luan... ¿Cuándo dijiste que viste a Charles?
—Hace un momento en el patio, Lincoln. Cuando me levanté, lo vi por la ventana llegar.
Feliz, Lana se salió de la fila del baño para correr hacia afuera.
—¡Voy a verlo!
Sin importarle que estaba casi desnudo, Lincoln sorprendió a las demás al correr detrás de ella sumamente asustado.
—¡Lana, espera!
Ignoró el regañó que Lisa y Leni le dieron al pasar frente a ellas, escuchándolas a duras penas pedirle que se pusiera algo encima si iba a salir afuera.
Al escuchar el escándalo, desde la cocina el señor Loud se asomó.
—¿Qué es lo que ocurre?
Lola estaba por acusar a su hermano de exhibicionismo cuando el grito de Lana puso en alerta a toda la familia desviando la atención sobre Lincoln.
El muchacho cuando finalmente consiguió alcanzarla, de pronto atrapó a Lana entre sus brazos cuando ella misma horrorizada se dio la vuelta de regreso en el patio y se lanzó a sus brazos aferrándose a él llorando y gritando histérica.
Durante el corto trayecto, Lincoln a toda prisa pensó que a otro perro callejero, casualmente muy parecido a Charles como para que Luan lo confundiera, se le había ocurrido adueñarse de la casita al verla sin dueño, tal y como el tonto mapache lo había hecho ayer en la tarde, el cual por la impresión que le causó la desaparición de Charles olvidó ahuyentar.
Sin embargo, el perro que estaba frente a la casita no solo se parecía a Charles.
Se trataba de él.
Era un pequeño perro pitbull terrier adulto de color blanco, de cola recortada, con una mancha negra alrededor del ojo izquierdo y un aro negro en la espalda junto a un gran hematoma verde oscuro. Estaba cubierto de tierra, gruñendo y royendo con rabia la cabeza cercenada de un mapache entre sus fauces, mientras el cuerpo del animal que usurpó su hogar se desangraba a un lado tiñendo de rojo el césped.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top